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Seré tu perdición… Y te encantará que lo sea por Vinci y Bagoas

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Notas del fanfic:

Este fanfic será narrado por dos personas *Vinci y Bagoas* cada cual narrara en primera persona a 1 personaje de la pareja de la cual trata este fic.

Esperamos que lo disfruten y lo sigan hasta el final :)

Notas del capitulo:

Este es el primer capítulo… Gracias de antemano :D

POV Martín

Se supone que un adolecente de mi edad, 16 años, debería estar con sus amigos, salir a fiestas, o hacer algún otro tipo de actividad… Pero yo claramente no era parte de ese tipo de adolecente, más bien, ni siquiera me podría considerar un adolecente o un ser que tenga la voluntad de hacer cosas por los demás.

Martín Torres, ese era  mi nombre, o mejor dicho el nombre del individuo más torpe que puede existir en el mundo, sin entretención, sin actividades… sin amigos.

Mi vida gira en torno a la soledad misma, es lo mejor que me podría haber pasado, es decir, la soledad es una de las mejores compañías que una persona puede tener, no tienes que ocultarle nada porque instintivamente esta sabría todo, no debes darle explicaciones por lo que haces y por lo que harás, solo llegas a ella y eso es todo.

Era sábado, y seguramente mis amigos me llamarían para salir alguna fiesta o a caminar por ahí… Si tan solo tuviera un amigo. Mi padre se sentó en la cabecera de la mesa, mi madre coloco algunos platos sobre nuestro puesto y mi hermano se acercó para terminar con un vaso de vidrio al lado de cada trozo de porcelana. Las cenas familiares eran lo peor del mundo, incluso peor que no tener amigos.

-‘’Padre, usare mi auto para salir hoy’’ – dijo Franco, mi hermano.

El hijo regalón, mis padres lo consentían tanto que se llegaban a olvidar de mi presencia.

El hombre al mando de la mesa asintió con una leve sonrisa y prontamente se acercó un buen cucharón de comida a la boca. La única mujer en la mesa se levantó y le dio algo de dinero para que lo malgastara en lo que quisiese. Y yo sólo lo mire con un poco de envidia en mis entrañas. Franco tenía 16, éramos gemelos, pero totalmente diferentes.

Para mí, los sábados eran el peor día de la semana, muchas veces sólo me tenía que quedar en mi habitación mirando algunos videos pornográficos gays, y otras veces solo quedarme mirando la pared hasta que el sueño viniera hasta mí.

-‘’Martín, supongo que te quedaras aquí’’ – dijo mi madre por entremedio de la puerta que estaba entre abierta.

Pasar otro fin de semana en casa, viendo cosas que seguramente ya era de esperarse por parte de mis padres o esperar a que el hada de los sueños tome mi cuerpo y se lo lleve a su tierra, era algo que tenía que revertir. Prefiero salir un tiempo afuera a conocer como es la vida adolecente nocturna.

-‘’Sabes madre, no, saldré un rato por ahí’’

La mujer no me respondió, pero pude notar que no le intereso en lo más mínimo ya que se podían escuchar sus pasos alejándose cada vez más rápido de mi pieza.

Mi corazón era un profundo mar de secretos, en él habían cosas que podían ser perturbadoras para quien las oyera, pero el secreto más grande, y el cual me llenaba muchos de los días en el colegio era él. Un muchacho dos cursos más grande que yo, su cabellera negra y su inigualable sonrisa lo hacían resaltar de entre la demás gente, pero había un problema, tenía novio.

Me coloque uno de los últimos abrigos que me regalaron mis padres, las zapatillas nuevas de mi hermano y salí a ver lo que la noche me tenía preparado.

Nada, solo un par de hojas merodeando por uno que otro lugar era la única entretención de mis ojos. La música de fiesta era casi nula a excepción de unas juntas familiares que habían por el lugar, o eso es lo que parecía. No tenía ánimos de seguir ahí, pero tampoco tenía ánimos de volver a mi casa. Franco pasaba de fiesta en fiesta, y sus amigos lo seguían a donde él fuera. Parecía un mariscal de campo, toda la popularidad estaba centrada en el gemelo ‘’bueno’’. Prefería ser el gemelo malo, no tienes que hacer nada bueno por nadie, eso sí me caracterizaba.

El cerro, donde algunos de mi clase iban a beber alcohol estaba cerca de donde me encontraba, por ende la dirección a la cual me iba a dirigir ahora estaba casi fijada. El cerro.

La subida era totalmente agotadora, por lo cual un descanso de vez en cuando no te hacia nada de mal. En uno de esos descansos en el cual mi cuerpo ya no podía seguir su camino, veo que un chico menudo viene bajando del empinado lugar, su cuerpo era tan delgado que probablemente una intensa ráfaga de viento lo lanzaría lejos. Tras de él venía un grupo de chicos los cuales eran totalmente opuestos a él físicamente, los músculos de sus brazos y su torso eran notorios desde cualquier punto del lugar, por un momento eso me parecía sexy, pero cada vez que se acercaban más al lugar en donde me encontraba, esa característica se les fue acabando. Golpes inesperados. Atacaron al muchacho delgado que venía de los primeros, este cayó involuntariamente al piso en cosa de segundo y el grupo de hombres se abalanzo en su cuerpo como a un caballo de trolla. Una pelea intensa, donde los gritos de los espectadores eran tan alentadores como en los partidos de futbol, y donde ninguna persona de esa pelea se daría por vencida hasta terminar completamente mal. La gente comenzó a dar marcha atrás, comenzaban a correr como si algo malo estuviera pasando, y estaban en lo cierto. Uno de los chicos musculosos tenía en sus manos un artefacto afilado, largo y brillante, tal parecía una especie de cuchillo o navaja. La gente que corría era por el temor a que esta pelea resultase como una tragedia, y así fue. El menudo chico tirado de boca al suelo resulto apuñalado en la espalda con tres cortes profundos. La sangre estaba comenzando el descenso desde el cuerpo y los autores de tal acto entre risas y espantos abandonaron el lugar.

Recuerdo cuando era pequeño e iba a la casa de mis abuelos, Franco siempre peleaba conmigo por los juguetes que mi padre le compraba, yo los quería para mí, pero eso nunca se iba a dar a lo largo de mi vida. Mi abuela nos amaba a ambos por igual, nos daba un trozo de chocolate a cada uno y después nos llevaba a comprar el pan al almacén. Mi hermano, una vez se empeñó en quitarme mi dulce, su ira contra mí fue tan grande que de un empujón me lanzo a la cera y mi cabeza dio un fuerte sonido. Quede inconsciente. Por lo que mis padres me contaron después de que desperté, fue que había estado en coma por 4 meses. Esos días en el que mi cuerpo dormía tranquilamente en un cuarto de urgencias, mi espíritu rodeaba por el lugar, lo recuerdo como si hubiesen sido solamente horas las vividas ahí. Una de esas horas, o días en tiempo real, mi hermano se me acerco y me tomo de la mano, sus lágrimas corrían por sus mejillas, era pequeño, pero el dolor que sentía era casi tanto como el que sentía yo, entre lágrimas soltó un par de palabras. Era gay, sus ojos se dilataron al nombrar su orientación y sus manos apretaron las mías. Luego de eso… Desperté.

El muchacho que había quedado tirado en el suelo por la pelea que había sufrido con unos chicos no se movía, parecía un ser sin vida. Baje rápidamente desde el lugar donde estaba y corrí en su ayuda, estaba casi muerto, la sangre que brotaba de su espalda era tan potente que por más fuerte que presionaras no la controlarías. Mis manos se posaron sobre sus cortes, trate de calmar la hemorragia pero me fue imposible. El muchacho estaba muriendo.

Un sonido de auxilio se hizo escuchar, y entre este una patrulla de policía y una ambulancia comenzaban su ascenso al lugar. Los uniformados me tomaron de los hombros y me lanzaron a un lado, luego de eso uno de ellos me dio un golpe fuertemente en la cara y caí de rodillas. Me tenían esposado arriba del vehículo que daba marcha al cuartel. El chico que estaba sangrando había muerto.

-‘’Caso 809, asesinato voluntario’’ – dijo un hombre por un aparato en su boca.

-‘’Tsss…confirmado’’ – respondió lo que parecía ser un radio de comunicación.

El sujeto que traía afirmada las esposas en mis manos me giro a un mesón y me pidió lo datos.

-‘’Nombre y edad’’

-‘’Martín Torres, tengo 16 años’’ – respondí sin saber lo que pasaba.

-‘’ ¿Cómo mataste a ese muchacho?’’ – pregunto el oficial mientras me miraba fijamente.

Mi mente era un caos, más que pensar en el muchacho tirado en el suelo, sangrando, muriendo, pensaba en aquel chico que me robaba el corazón, Eduardo, se llamaba Eduardo y era todo lo que mi corazón y mi cuerpo podía pedir. Sus fotos eran dignas de cualquier acoso, y más con ese cuerpo marcado.

- “Eeh… Yo no he matado a nadie, señor”

-‘’Típico de un ebrio’’

Llamarían a mis padres. Los murmullos que emitían entre ellos daban a entender que no saldría tan fácil de eso, todas las pruebas que tenían me apuntaban como principal sospechoso del crimen cometido, pero era inocente, eso lo sabía.

La investigación no duro más tiempo que un par de semanas, mejor dicho un par de días. Mientras los investigadores ejercían su labor, yo me quedaba en el calabozo del cuartel policial. Mi madre, mi padre y mi hermano con su novio, fueron las únicas personas a las que deje que me visitasen a tal penumbroso lugar. El día en que la investigación llego a su fin, se dio por aceptada la ‘’hipótesis’’ de que Martín Torres era el autor del crimen del muchacho en el cerro. Yo estaba cayendo a un lugar más profundo del que ya me encontraba. Por una parte me parecía algo placentero alejarme de mi familia. Por otro lado, la imagen del chico que me hacía suspirar me pedía a lágrimas que me quedara.

Franco tenía una relación con aquel chico de mis sueños. Sus visitas constantes mientras estaba encerrado hacían que mi corazón latiera cada vez más fuerte, incluso más veces de las que lo veía en el colegio rosando mi hombro sin siquiera saber mi nombre, amaba esa sensación de que no supiera mi nombre, y que de vez en cuando una mirada algo pasajera se cruzara entre nosotros. Ese chico me hacía sentir cosas que ningún video porno lo hacía. Mi imaginación volaba al cien por cien imaginando todas las veces que pude haberlo intervenido en el colegio y entablar algún tipo de conversación, o mejor aún, imaginaba un futuro de daño con él, en el cual lo encontrara engañándome o en algún acto más o menos sospechoso. Amaba el dolor tanto como a la soledad y a mi cuñado. Sentía que mi corazón era un espacio infinito repleto de aquel muchacho que solamente lo podía admirar por frente a mi sala. Su cabellera castaña y sus ojos redondos a la luz del sol hacían que mis piernas de debilitaran y perdieran la firmeza. Me sentía perdido en su húmeda boca, sus labios delgados y mojados prendían el flujo sanguíneo de mi corazón hasta un nivel científicamente inexplicable. Era lo mejor que me podía pasar, me conformaba solamente con apreciarlo, mirar su delicada tez blanca formando reflejos a través de la ventana, sus ojos cruzándose con los míos como con cualquier otro alumno, y con su inexplicable sonrisa.

-‘’Pásenlo al auto para que lo lleven al CEAJOP’’ – dijo una voz dura, al parecer era de un rango superior.

Mi familia no se encontraba en el lugar cuando me sacaron casi a tiros del lugar. No le importaba en absoluto.

 

El lugar era una cárcel de jóvenes, claramente su nombre no lo podría ocultar “Centro de Ayuda para Jóvenes Problema”, pero por la calidad de su infraestructura y en la forma en que las personas se encontraban ahí adentro, el nombre de cárcel le acertaba mejor.

Mi inocencia la peleaba continuamente, era algo que necesitaba que comprendieran, era inocente y eso lo sabía yo más que nadie. Pero ese era el problema, solo lo sabía yo, por lo que una palabra de una persona que se encontraba empapada de sangre y justo en el lugar de los hechos, era poco creíble.

Pensando mejor lo que me podría pasar ahí, solamente extrañaría al chico mayor que yo, y obviamente los cotidianos videos gays.

-‘’Bájate’’ – me tomaron de las esposas y me condujeron por un pasillo repleto de puertas.

-‘’Shhh, está bueno este tipo…’’ – dijo una voz casi tan autoritaria como la de los oficiales.

Al final del pasillo había otra puerta, uno de los policías la abrió y entramos a un lugar donde estaban todos los adolescentes que habían cometido algún crimen.

Entre los miles de chicos que había ahí, los cuales te ofrecían cualquier clase de trato solo por tener sexo con ellos, había un chico en el fondo del salón. Miraba fijamente donde estaba yo, su mirada era provocativa, sensual y emanaba cierto sentimiento de placer. Se colocó de pie y dio media vuelta, pero su cuerpo se detuvo antes de salir completamente del lugar, giro nuevamente y me dirigió una sonrisa malévola, luego de eso… Se fue.

Notas finales:

¿Qué les pareció? En el próximo capítulo narrara el segundo integrante de la pareja.

Aceptamos de todo. Déjennos review para saber que les pareció, sugerencias, de todo :D

Nos vemos prontamente, gracias :3


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