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El Chico del Cuy por Ariisa

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Notas del capitulo:

Intentaré actualizar cada una semana el mismo día, pero los trabajos de la U me sacan de quicio... no hay tiempo ni para comer c:

 

En fin, éste es el segundo capítulo introductorio. A partir del siguiente comienza la "acción", o al menos esto avanza un poco... espero les guste c:!

Capítulo 2: Comparaciones.

 

 

 

 

Dos semanas llevaba Paola en su práctica y hacía exactamente dos semanas que ella, por una u otra razón, terminaba hablando de lo simpático, inteligente e interesante que era Darren.

 

—  Y no sé que tiene, ¡pero todo lo que dice es interesante! El otro día me estaba contando lo que le sucedió hace unos meses cuando le entregó mal los informes de unos exámenes a unas pacientes y todo lo que tuvo que hacer para encontrarlas. Fue súper-gracioso, ¡me reí un montón! —la muchacha estaba muy emocionada y comía bastante rápido, pues ya debía irse a la Clínica.

—  Me alegra que lo estés pasando bien —le sonrió.

 

¿Pero qué hacían esos dos? ¿Trabajaban o hablaban todo el día?

Como fuese, no es que estuviera específicamente celoso, pero, ¿cómo se supone que debería haber reaccionado si su novia sólo hablaba de cierto rubio y de lo genial que era éste?

 

Paola se levantó, dando un último sorbo a su taza de café, y se acercó a Fred para darle un rápido beso en la mejilla.

 

—  No sé cuándo nos veamos nuevamente, pero creo que será este Sábado —dijo, mientras iba por su chaqueta.

—  ¿Por qué estás tan apurada? —cuestionó él, de pronto.

—  Me iré con tu vecino, jeje. Te quiero Fred, ¡nos vemos! —la muchacha salió rápidamente, cerrando la puerta tras de sí.

 

Y pensar que ella no terminaba de darse cuenta de lo que le estaba sucediendo…

Paola era una chica distraída, muy, pero muy, distraída. Sin embargo, incluso para el mismo Fred era obvio que la castaña se estaba enamorando de Darren.

Lo peor era no saber qué hacer para evitar que ella se fuera… mas no era como si él quisiera retenerla, ¿por qué estaría con una persona que no lo quería, contra su voluntad?

 

Se levantó y comenzó a recoger el par de platos y tazas que habían usado, llevándolas luego al lavaplatos. No eran muchas cosas, así que los lavaría, puesto que la última vez que había decidido “lavarlos a la vuelta”, se había juntado una montaña de vajilla sucia.

 

 

 

El hecho de no hacer nada por retener a Paola a su lado tampoco es que lo tuviera feliz y conforme. Pero… ¿pero qué hacer?

No se trataba de luchar o no por lo que quería; es que nunca había aprendido a esforzarse por obtener lo que deseaba, en términos de relaciones humanas, claro. Nunca había sabido qué hacer por obtener el cariño de su abuela paterna, que aún entonces seguía sin darle demostraciones amorosas. Nunca había sabido qué hacer para agradarle al esposo de la tía Clara, que siempre le demostró aprensión. Es que simplemente no estaba dispuesto a fingir con tal de agradarle a alguien.

 

Pero si seguía siendo así, si continuaba con esa actitud tan pasiva y su personalidad tan dócil y sinsabor, entonces terminaría perdiendo a cada una de las personas con las que saliera, porque hasta un mantel a cuadritos tenía más gracia que él.

 

“¿La idea era buscar una solución o deprimirte, Fred?”, pensó. Definitivamente esa meditación y autoevaluación no le estaban haciendo muy bien. “Un mantel a cuadritos no sabría reprogramar un…” Fred negó con la cabeza. “Ok, creo que mejor me voy a trabajar.”

 

Tenía un trabajo que para él era interesante, pero para el resto era aburrido. Tenía, en general, una vida demasiado monótona... Si no hacía algo por cambiar eso, Paola terminaría irremediablemente en brazos del guapo vecino.

 

 

 

Una semana más había pasado desde que pensara en ello y hacía también el mismo tiempo que ninguna idea había cruzado su mente. Ya estaba prácticamente resignado.

La única vez que había intentado ser un poco más cariñoso con ella, ésta le había mirado extrañada y le había preguntado si sentía bien… ¡el colmo! ¿¡Cómo mierda podía cambiar si todos pensaban que estaba enfermo si demostraba un poco más sus sentimientos!?

 

Iba muy concentrado pensando en eso, mientras subía las escaleras hasta su piso, que no notó al rubio esperándolo al final de ésta.

 

—  Hola —saludó Darren, sacando inmediatamente a Fred de su ensimismamiento.

—  Darren… hola —le respondió lo más amablemente posible, como si eso evitase que el otro se diera cuenta que era un tema constante de preocupaciones en su mente.

—  ¿Qué tal el trabajo? —caminaban lentamente hacia la puerta del departamento del pelinegro.

—  Igual que siempre. Nada nuevo —se encogió de hombros, sin sentir deseos de profundizar en su nada llamativa vida laboral, para luego buscar las llaves en el bolsillo de su pantalón.

—  Humn, pues… entonces vengo a sacarte de la rutina —Fred lo miró y el rubio le sonrió de una forma tan natural que noqueaba, como solía suceder.

 

El aludido guardó silencio.

¿A qué se debía esa actitud tan agradable del otro chico? ¿Acaso éste no se daba cuenta de lo que estaba pasando? Había prácticamente un triángulo amoroso frente a su nariz, ¿y no lo veía?

 

—  A veces Paola habla de ti y me enteré que sufres de fobia a la cocina —rió quedamente—, así que pensé: ¿y si cenamos juntos? Después de todo, eres la única persona a la que he conocido del edificio y no me gusta comer solo.

—  Eh…— Fred enarcó una ceja.

—  Será provechoso para ambos. Vamos, que no soy chef, pero según mis amigos cocino bastante bien —se apoyó en la muralla, esperando una respuesta. Sus ojos ambarinos brillaban por el reflejo de la luz y con su cuerpo proyectaba una sombra sobre Fred, que para entonces no estaba convencido de ir cenar con el enemigo—. Tengo puré de papas (con papas verdaderas) y carne al jugo.

—  Está bien.

 

El moreno, interiormente, se dio una patada mental por la falta de fuerza de voluntad. ¿Pero qué podía hacer si lo tentaban con un plato de comida calentita y sabrosa? Hacía días que no comía algo decente.

Además, el hecho de que Paola estuviera con la práctica le quitaba aún más comidas “verdaderas” del menú, pues era la chica quien, a veces, le cocinaba algo bueno. Últimamente se nutría a base de pastas instantáneas, sopas instantáneas, arroz instantáneo… y cualquier cosa “instantánea” que sólo necesitara de agua caliente.

 

Debía admitirlo, el enemigo tenía una buena estrategia de guerra. Si seguía así, quizás tendría a dos a sus pies, a él y a Paola… rió interiormente al pensar en ello.

 

—  Genial —dijo el rubio, irguiéndose y sonriendo.

—  Dejaré esto en casa y voy enseguida —comentó Fred, para luego abrir la puerta y entrar.

—  Ok, te espero.

 

Bueno, no era como si odiara a Darren ni nada por el estilo, por lo que no estaba mal cenar con él, ¿no?

Es más, ni lo conocía. Tal vez era una buena oportunidad pues, dejando de lado el tema de Paola, serían vecinos por un buen tiempo y no estaba demás conocerse un poco y, en el mejor de los casos, comenzar a llevarse bien.

Y… ya, ¿para qué seguir negándolo? ¡Puré de papas! ¡¡Puré de papas!! “Qué delicia…”

 

— Tomaré clases de cocina —se dijo a sí mismo, deprimido.

 

 

 

Veinte minutos después, estaba sentado en la mesa junto a Darren, en casa de éste.

Era un lugar con características similares a las de su departamento, excepto porque todo estaba más a la vista. Había revistas sobre la mesa de centro frente al televisor, papeles sueltos en un desordenado estante y un par de chaquetas en el sillón más lejano. No era una casa desordenada, pero en comparación a la suya, en la cual las cosas estaban prácticamente iguales desde el mismo día en que se había mudado, parecía que esta vivienda sí tenía gente viviendo dentro.

 

—  ¿Y tu mascota? —preguntó Fred, acordándose del Conejillo de Indias.

—  Creo que te dije, es de mi sobrina. Ya se lo llevó —respondió el rubio desde la pequeña cocina americana.

—  Ah… no recordaba— Fred sollozó interiormente. Adoraba a los animales y hubiese querido hacerle cariño a ese cuy de nuevo.

—  Ta-daaa…—Darren dejó un humeante plato frente al otro chico, cuyos ojitos brillaban de fascinación, aunque el rubio no supiera nunca qué tanto había estado deseando Fred comer algo ‘de verdad’ esa semana.

—  Gracias —mencionó por costumbre, más concentrado en decidir qué probaría primero.

 

El rubio se sentó a su lado, en la cabecera. Observaba analíticamente a Federico y todo lo que hiciera; sus gestos, sus caras, la forma en que tomaba los cubiertos…

 

Comenzaron a comer en silencio. Fred intentaba no comer demasiado de prisa y no atragantarse.

 

—  Creo que tus amigos tienen razón, cocinas muy bien —le sonrió sutilmente al de ojos amarillos.

—  Qué honor, gracias —correspondió la sonrisa de forma más abierta— Oye, Fred… ah, bueno, te puedo llamar así, ¿cierto?

—  ¿Eh? —levantó la vista del plato— Sí, claro.

—  Bien, Fred… me preguntaba por qué nunca nos topamos. ¿Tienes algún horario muy complicado? —cuestionó, mientras se llevaba un poco de puré a la boca.

—  No verdaderamente. Aunque tienes razón, casi nunca nos encontramos.

—  ¿Trabajas toda la semana?

—  De lunes a sábado. Aunque los sábados salgo a mediodía.

—  Humn… ¿sales después de las siete los otros días? —enarcó una ceja y se llevó un poco de comida a la boca.

—  Sí, a las siete y media.

—  Eso explica mucho.

—  Ya sé en lo que trabajas, pero, ¿tienes muchas horas? —preguntó, sin despegar la vista de su tenedor, el cual aún contaba con la mayor parte de su atención.

—  No, no tantas. Tengo todo el fin de semana libre... Y, por cierto, ¿en qué trabajas?

—  Digamos que es una empresa que genera softwares.

—  Ajá —el rubio entrecerró los ojos—. Nunca he entendido esas cosas, por lo que si te quieres explayar e intentar hacerme entender qué diablos es un “software”, te lo agradecería.

 

Federico rió en voz baja.

 

—  Te vas a aburrir —advirtió.

—  Claro que no, hoy en día hablan de esas cosas en cualquier parte y me siento un desadaptado social por no entender. Hey, que con suerte aprendí lo básico para usar un computador y, ahora último, me sentí “realizado” ocupando Skype. Imagina, así de malo soy…

—  Jajaja…

 

Tal vez Paola tenía razón.

Darren no decía cosas impresionantemente interesantes, ni entraba en temas difíciles; sólo hablaba de cosas cotidianas. Pero la forma en que lo decía, sus gestos y el tono de su voz, lo hacían un excelente orador.

 

Federico le explicó lo que hacía en la empresa y cuestiones básicas de su trabajo, también toda la historia de cómo se había vuelto incapaz de entrar a una cocina sin provocar un accidente. Darren, tal vez como forma de apoyo moral, le habló de lo malo que era para hablar inglés y de su nula capacidad para hacer música -incluyendo todas las anécdotas graciosas-.

 

Pasando a otros temas, el rubio le contó parte de su vida y estaba por preguntarle por la suya cuando Fred se percató de la hora.

 

—  Vaya, es muy tarde— dijo, captando la atención del otro, que volvía de dejar los platos en la cocina.

—  Se pasó rápido la hora —concordó.

—  Gracias por la cena, Darren —Federico le sonrió sinceramente—. Creo que debería irme.

—  Está bien, pero espero tenerte pronto de vuelta.

—  Por mí, claro que sí. ¿Pusiste atención a mi historia de las papas fritas?  —preguntó, sin dejar la sonrisa.

—  Jajaja, sí, sí…

 

La risa del rubio era contagiosa e iluminaba su rostro de alguna forma misteriosa, haciéndolo ver muy apuesto.

Al menos, para entonces, el pelinegro ya entendía qué le había sucedido a Paola con el chico. Increíble, ahora hasta concordaba con ella… Darren era un tipo muy simpático.

 

—  Entonces entenderás que yo sería inmensamente feliz si me alimentaran todos los días —agregó.

—  Jeje, sí. Pero… ya que lo mencionas, yo también sería inmensamente feliz si decidieras acompañarme todos los días —dijo, sorprendiendo a Fred, que lo miró extrañado.

—  ¿Qué?

—  En serio, me encanta tener alguien con quien hablar en las comidas. Además, siempre termino haciendo más comida de la que me sirvo. Antes cocinaba para cuatro, así que me quedó el hábito.

—  Darren… de verdad, no tienes que sentir compasión por mí. Es cierto que no sé cocinar, pero a partir del próximo mes ya tengo contratado el servicio de un delivery al almuerzo y…

—  No lo decía por eso. ¡En serio me encantaría que cenáramos juntos! Créeme —ambos iban caminando hacia la puerta del departamento.

—  Pero…—se miraron seriamente.

—  Está bien, no insistiré por ahora. Supongo que no nos conocemos demasiado y es pronto para tratarnos como amigos, pero… no lo sé, creo que nos podemos llevar muy bien —se encogió de hombros.

 

La forma en que todo lo que decía lo hacía sonar natural y la sencillez que demostraba, dejaban a Federico sorprendido.

 

—  Nos vemos pronto, entonces —se despidió el de cabellos negros.

—  Por supuesto —una última de esas sonrisas roba-alientos lo atacó y salió de la casa.

 

Fuera, suspiró.

No tenía cómo compararse con un tipo como Darren. El rubio era como una maldita máquina productora de carisma. Mas, aún así, las cosas no estaban tan mal. Al menos, si Paola realmente comenzaba a salir con él, sabría que estaba con una buena persona y no lo habría cambiado por un idiota.

Ya ni siquiera podía pensar en el de ojos ambarinos como el enemigo.

 

Fred sonrió, derrotado.

 

 

 

 

Odiaba no haberse equivocado, pero cada día las cosas se enfriaban más con su novia. Pasaban más de tres días en lo que ni siquiera se veían y la muchacha ya no mostraba entusiasmo por encontrarse. Decía estar cansada y atareada siempre, lo que le sonaba a excusa a Federico.

 

Un día habían cenado los tres juntos en el departamento del rubio. Fred había guardado silencio la mayor parte del tiempo, ya que la química de los otros dos lo dejaban sin ganas de entrometerse en su entretenida conversación.

Prefirió sólo observar. Fue entonces que vio los ojos de ella, que estaban completamente centrados en Darren, y distinguió ese brillo característico que delata cuando una persona está mirando con especial atención a otra.

Ya no cabían dudas, Paola no estaba enamorándose de ese rubio con el que compartía tantas más horas que con él en el día… ya estaba enamorada de él.

Notas finales:

¡Muchas gracias por los comentarios! ¡No se contengan, no muerdo! :3 Jejeje... y me hacen feliz <3

 

Espero les haya gustado, nos leemos pronto.

 


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