Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

My Dear Stranger por OhBany

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Esto también está en Live journal. Para aquellos que le gusta el formato de LJ. 

Kyungsoo dibuja su vida a través de ilusiones ópticas, surrealistas y paletas monocromáticas. Él es blanco corrugado como sus sábanas en mañanas de invierno hostil; Como mitades de tostada  en el mesón de su apartamento y un penetrante aroma a café que acaricia sus fosas nasales, también es colillas de cigarros a medio fumar pero es un vicio del que Kyungsoo no está orgulloso.

Toda la vida de Kyungsoo se ha planteado en pocas palabras en sus clases y majestuosas producciones escritas porque confiesa que él es mejor escribiendo sus sentimientos que expresándolos. Kyungsoo es un efímero anochecer y un vacío despertar y su vida vuelve a su ciclo costumbrista grisáceo, como un espiral que absorbe los sueños de grandeza que alguna vez pintó en hojas de papel reciclado porque su maestra de preescolar era ecologista y Kyunggie ah, esto en un gran paso para cambiar nuestro planeta. Kyungsoo quisiera encontrarla ahora, a sus veíntidos años, y arrojarle en la cara todo el humo de la última cajetilla de cigarros que compró.

Las tardes de invierno se pintan en tonos claro oscuro, la pseudo soledad en un departamento en víspera de las festividades de diciembre hace que Kyungsoo sonría de sólo pesar. En la alacena ya no hay paquetes de ramen y de repente el deseo de salir y comprar nuevos suministros golpea incesante su lista de quehaceres, quizá también aproveche a surtir su refrigerador con latas de cerveza o jugo de arándanos porque le gusta el sabor de la fruta en forma líquida haciendo mella en su lengua, como dulce néctar.

Con un suspiro que no alcanza a golpear las paredes de su hogar Kyungsoo emprende un viaje hacía el supermercado más cercano, es de los que suele tomar el impermeable amarillo fluorescente para cubrirse del agua azotando fuera, pero ésta vez opta sólo por tomar un modesto paraguas color blanco con franjas rojas y salir en medio de la tarde que parece noche decorada con destellos en el cielo y gotas frías.

Las calles de Jjanghae desfilan apagadas, con miles de personas yendo y viniendo, protegiendo de la lluvia sus perfectos peinados e inmaculadas vestimentas. Kyungsoo se permite extender la palma de su mano para que las gotas cristalinas acaricien sus dedos. La sensación de frío sacude su cuerpo pero no es del todo desagradable, a Kyungsoo siempre le ha gustado el invierno, y disfrutar de un clima como este es su mayor deleite. Su gloria.

Hace tanto tiempo que está en Seúl, una pintoresca obra de arte en verano, un óleo forjado en puntillismo abstracto, mientras que en invierno se convierte en un pasivo tallo en arte surrealista, para que cada humano que le admire tenga la capacidad de vislumbrar qué ve sin ataduras y concepciones. Kyungsoo alcanza a definir a esa Seúl como vacía, al igual que sus emociones. Seúl está vacía sin chispa alguna de vivacidad casi tanto como él en ese instante.

El mercado está medio habitable, una que otra anciana comprando espárragos, latas de atún y adolescentes intentando convencer a la encargada de que comprar cigarros a los 17 es completamente legal. Kyungsoo pasa de ellos arrastrando sus zapatos mojados por el piso de cerámica que, apostaría, fue encerado hacía sólo unos minutos. El pasillo seis huele a productos envasados al vacío, ramen, arroz, todo instantáneo. El seis huele a detergente así que Kyungsoo lo ignora porque es alérgico a ciertos productos de limpieza.

La canasta cuelga de su brazo y los productos hacen un peso ligero, tiene tanto qué cocinar, sabores qué mezclar y una cena para una persona que servir. Para una sola persona, como cree que ha sido siempre. A veces el sentimiento de soledad le golpea de frente como las gotas en las calles o cuando el sol y sus rayos acarician con vehemencia. Kyungsoo ignora el sentimiento de desasosiego que le produce hacer un camino en compañía sólo de productos de cocina y una canasta. Kyungsoo desea algo, pero hasta la fecha no sabe que es, y duda mucho que tenga que ver con comidas y productos de un súper mercado.

La dependienta carga los productos a su tarjeta de crédito y le sonríe de forma mecánica, Kyungsoo le devuelve el gesto intentando dar consuelo a la pobre chica que de seguro lleva todo el día lidiando con clientes molestos y mala facturación en las tarjetas.

Cuando sale del lugar el clima es incesante, el cielo teñido de claro oscuro y el sonido suave de la lluvia rebota en la parte superior del paraguas, un goteo que relaja a Kyungsoo sobremanera. Piensa que quizá debe tomar un bus para así llegar más rápido a casa y cobijarse entre sus tibias sábanas de su cama mientras disfruta de un tazón de sopa de miso, pero otra vez las ganas de romper su rutina vence y decide caminar. No son más que dos o tres cuadras de camino y el clima se presta para cualquier velada reflexiva que quiera tintar de pensamientos de la vida, sus pasos.

Los ojos grandes de Kyungsoo pasean alrededor de la zona, sus manos nuevamente se abren paso entre el frío que le producen las gotas, su mente yendo a las épocas en la que él solía disfrutar este tipo de demostraciones naturales junto a alguien.

A veces compartía el camino a casa en Busán en compañía de Chanyeol, las horas se bañaban de sonrisas furtivas, manos que se rozaban y suspiros se escapaban cuando llegaba la hora despedirse. Kyungsoo recuerda los besos inocentes de Chanyeol a los 16, sus fuertes manos sujetándolo en tiempos de desdicha y su sonrisa siendo una farola en medio de la oscuridad. Pero Chanyeol era polvo y el polvo se lo lleva el viento y ese viento tenía un nombre, Byun Baekhyun, entonces la historia que alguna vez escribieron a pulso Kyungsoo y Chanyeol se había teñido de agua, corriendo la tinta haciendo la lectura ilegible.

La lluvia comienza a azotar con más fiereza pero no parece preocuparle, no apresura su paso como hacen los pocos que circulan en la calle, quiere disfrutar de su esplendor, quiere que el agua arranque el sentimiento de inconformidad y soledad que embarga su alma y la vuelve oscura. Tal vez Kyungsoo quiere contemplar como las gotas danzan sobre el pavimento. O tal vez y sólo tal vez siente atracción genuina por esa silueta que se dibuja en medio de la noche y que tiñe la calle. Quizá sólo siente deseo de compartir su paraguas con ese cuerpo que se moja al son del reacio clima.

Hay un chico de figura esbelta jugando con el agua, sus manos abiertas y su cara de frente a la nada, disfrutando y bañando sus vestiduras, haciendo que se peguen a su cuerpo y lo delineen cual escultura. Danza al ritmo de la música que producen las gotas contra el suelo, hace movimientos firmes atrapando a Kyungsoo en un agujero de luz que se abre paso entre sus ojos. Kyungsoo siente el deseo de cobijarlo, resguardarlo entre sus alas, aunque estén quizá, un poco rotas. Sus pies lo llevan sin voluntad propia hacia el cuerpo majestuoso, y en un arrebato que sale de lo más recóndito de su ser, ampara al muchacho bajo su paraguas, recibiendo a cambio una mirada incrédula de unos ojos profundos como laguna sin fondo.

—Te vas a resfriar —dice, no tiene miedo de éste total extraño y en su lugar, nace un deseo de protección, de resguardo.

El chico pasa de estar sorprendido a apaciguar su expresión y dejar que las gotas se escapen entre sus laterales porque el paraguas cubre sólo su cabeza. Kyungsoo siente en su corazón como algo golpea ante tal vista, inocencia y candidez le recibe y remueve fibras que antes parecían lúgubres, muertas.

—Gracias —responde, y es el primer atisbo de su voz. Es profunda y bañada en misterio.

Entre las luces de farolas nocturnas y el calmo de una sociedad Kyungsoo camina junto a este desconocido, el cual le brinda la sensación de conocerlo de años, aunque las palabras entre ellos hayan sido escasas. Hablan las miradas, la gestualidad, y el roce de piel porque el paraguas es pequeño y ninguno desea mojarse más y pescar un resfriado. Kyungsoo reta a su suerte invitando al muchacho de piel morena a su casa, para que al menos un té verde active sus defensas para proteger su cuerpo de una enfermedad inminente. No siente miedo de que esta persona pueda desmembrarlo vivo o robar sus pertenencias, al contario, Kyungsoo no se perdonaría nunca el hecho de haberlo dejado ir sin al menos conocer un poco más y todo lo que le rodea. Siente una atracción fuerte cuando sus miradas se sostienen por un poco más del tiempo debido.

Kyungsoo goza de la sonrisa que se pinta en los labios de aquel chico de pelo oscuro cuando sirve la taza humeando y le dice «Espero te guste» Hay toda una cohesión de factores jugando a favor para que Kyungsoo se deje caer en el abismo que lo está envolviendo justo ahora, como las cejas de ese muchacho alzándose porque el sabor de té es de su completo agrado, quizá son sus manos sujetando con gracia la taza o sus pies descalzos moviéndose como tic y restregándose contra la felpuda alfombra del anfitrión.

El invitado toma un sorbo más y luego tirita un poco. Kyungsoo rápidamente se mueve por su casa buscando una toalla con la cual secar las gotas frías que se deslizan por la piel canela de chico. Hay una tela de paño en sus manos, extendiéndose frente al contrario. El chico nuevamente sonríe aceptando la amabilidad con la que Kyungsoo lo está atendiendo, seca su cabeza y la imagen está lejos de ser casual. Miles de mariposas revolotean dentro de sí mismo. Un impulso más allá de lo que es permitido, le hace arrebatarle la toalla de las manos y secar él mismo su cabeza y cuello.

Hay miradas de asombro y de incredulidad, pero no de rechazo. Kyungsoo seca su piel con esmero, y el muchacho se deja hacer y es quizá esta la sustancia que ha estado flotando en el aire como burbujas sobra la mar, es espesa y no se contiene. Kyungsoo no siente poder detenerlo de todas formas, porque brota de sí mismo como fuente de agua que desemboca con rigor en cualquier río de alguna zona lejana.

El cielo afuera es negro azulado para cuando Kyungsoo es acorralado contra la pared lisa que conecta la cocina con la sala, no hay sorpresas o negaciones de actos, sólo hay deseo de exploración, gemidos sordos que se escapan inconscientemente y pieles que colisionan entre sí.

Sus labios se amoldan a los del contrario y una ola de dulzura le baña la punta de la lengua. Es embriagante como sus manos se pierden entre la ropa mojada del moreno que de un momento a otro es una molesta piedra de tropiezo en su camino. Kyungsoo gime cuando su cintura es sujeta bajo la firmeza de dos manos suaves y su cuello se convierte es el cobertor del cuerpo de suaves labios haciendo un camino húmedo. Una rodilla viaja directo a su ingle y la sensación de calor que abraza a su ser entero es avasallante, gime fuerte y sonoro enredando sus dedos en el pelinegro cabello del desconocido en un intento de amortiguar sus jadeos en la boca que lo catapulta a la locura.

En algún punto de la noche la ropa es olvidada en un rincón de la sala y cuerpos desnudos se trasladan hacia sábanas cálidas que son testigo del encuentro entre dos pieles que se conocen por primera vez, pero aun así siente que han estado juntos durante toda la vida. El roce de caderas es similar al choque de las olas en el mar, con ímpetu y gloria. Cada vez que Kyungsoo siente las manos de su invitado viajar por su cuerpo, acariciando su miembro, es una descarga de algo desconocido y placentero que no está dispuesto a soltar tan fácilmente. Son líos de piernas y jadeos cuando manos hacen recorridos por abdómenes, o labios aprisionan pezones sin pudor alguno.

Kyungsoo tiembla desde la punta de sus cabellos hasta el extremo de sus pies cuando siente unos gruesos labios hacer posesión de su virilidad y llora de intensa emoción porque su cuerpo no lo soporta y quiere explotar.

—Dime tu nombre —inquiere Kyungsoo. Es demandante, pero hay un deje de ansiedad rebotando en las paredes.

—¿Para qué?

—Necesito un nombre qué gemir.

Kyungsoo siente como el moreno ríe en su cuello, la sensación le produce cosquillas corroborando que no hay intensión de burla.

Jongin —dice, aferrándose a Kyungsoo, como si la vida se fuera en ello—. Me llamo Jongin.

Jongin Jongin Jongin

Kyungsoo está agradecido de tener un nombre que gemir y figuras qué dibujar en sus sueños, porque de momento siente que está en uno, sin embargo el vago pensamiento se aleja tan rápido como llegó cuando Jongin tira de su labio inferior y adentra su lengua a los confines de su boca y siente el irrefrenable deseo de explorar aquel majestuoso ser porque su cuerpo lo es todo y nada en el mismo instante.

—Mi nombre es Kyungsoo.

Jongin repite el nombre de Kyungsoo con vehemencia mientras se encarga de borrar los eufemismos en su vida a base de dulces besos y abrazos.

Kyungsoo antes había conocido dolor pero ninguno le había llevado a un placer mayor, justo como el que está experimentando bajo el sensible toque de los dedos de Jongin sumergiéndose dentro de sí. Sus manos son la gloria y su piel tan suave y absorbente que Kyungsoo teme perder el conocimiento en cualquier momento.

En ningún punto de la noche Kyungsoo se cuestiona el hecho de estar teniendo intimidad con una persona cuyo único dato referente a su vida es su nombre, nunca ha tenido sexo con un extraño. Pero en su defensa, aquel momento no es sólo sexo y Jongin definitivamente no es un extraño.

El anhelo que representa Jongin para Kyungsoo deja de ser un mito cuando por fin sus pieles se funden y no hay nada más importante que liberar toda la carga de éxtasis que abraza sus cuerpos. Kyungsoo no sabe en qué momento derrama lágrimas pero prefiere atribuírselo al hecho de que ha encontrado en Jongin algo que ni siquiera estaba buscando. Sencillo y perfecto como alguna vez lo imaginó.

Las farolas se apagan y la madrugada le da la bienvenida a un Kyungsoo y Jongin que reposan con sus cuerpos desnudos uno al lado de otro, con las respiraciones agitadas, latidos frenéticos y palabras muertas en bocas cansadas porque sucede que no hay nada que decir porque todo ya ha sido dicho.

Kyungsoo se deja abrigar por los brazos de Jongin mientras el sueño llega para decorar un ambiente extasiado. No quiere soltarlo porque existe la duda de que al día siguiente sus cobijas estarán arrugadas pero el único cuerpo en la cama será el suyo. Prefiere disfrutar de Jongin mientras su presencia dure.

 

***

 

Una vez Luhan le contó a Kyungsoo cómo congenió con un extraño que al final le dejó en una cama vacía, sin un número de teléfono y sin intensiones de repetir la faena. Kyungsoo no quiere verse en esa misma situación, no quiere abrir los ojos ni mucho menos palpar el espacio a su lado porque siente miedo de que aquello haya sido una mala jugada de sus más profundos deseos.

Hay unos pocos rayos que entran por la ventana medio abierta y el viento gélido hace mella en la habitación. Se regaña a sí mismo porque no puede pasarse la vida entera con los ojos cerrados, tiene que afrontar su realidad sea cual sea. Se remueve un poco y sus ojos comienzan a vislumbrar la luz que decora los espacios en cada rincón.

Lo primero que le recibe es la flamante sonrisa de Jongin aunado a unos ojos en forma de medias lunas observándole intensamente. Kyungsoo gime de la impresión y la emoción de despertar con aquella morena piel entre las sábanas de su cama, cuando todo el lugar está impregnado de su fragancia.

—Buenos días, Kyungsoo —Jongin deja caer su mano en el rostro de Kyungsoo, acariciando sus cejas y ojos, hasta posar sus dedos finos en los labios contrarios—.¿Cómo amaneciste?

Kyungsoo se sobresalta, pero deja que la caricia despierte su cuerpo y la sensación cálida recorre cada espacio de su ser.

—Bien, un poco cansado ¿Y tú? —pregunta de vuelta.

Jongin prefiere retratar su estado de ánimo mañanero con acciones más que con palabras. Sus manos viajan por el cuerpo de Kyungsoo y sus labios prontamente se encuentran demandando un beso ardiente que sabe a una mañana nueva pero completamente familiar. Kyungsoo sujeta los brazos de Jongin y se mueve bajo la misma danza dejando en el aire suspiros y anhelos.

Y con Jongin allí es hora de dejarse cautivar por la sensación post encuentro, y ser el extraño familiar que suele amanecer en estos brazos ajenos todos los sábados.

—¿Quieres que te prepare un café? —Kyungsoo niega, pero mantiene la sonrisa.

—No, está bien — dice—. Vas a llegar tarde a tu práctica de danza.

—Es sábado, nadie trabaja un sábado.

Kyungsoo asiente, nunca es capaz de olvidar que es sábado.

—¿Cómo te sentiste? —indaga

Kyungsoo rueda por su cama hasta estar encima del cuerpo de Jongin, besando sus labios.

—Tener que imaginarme solo en ésta vida es desesperante, pero estás aquí así que estoy bien.

Jongin corresponde cada una de las caricias, hace un juego silencioso con sus manos y cierra sus ojos porque contener la emoción le es imposible.

—Tener que esperarte en medio de la lluvia también es desesperante —añade el moreno, con un tono un poco medio gracioso.

—Tenía que comprar ramen primero, no hay suministros.

Jongin sonríe mientras abraza a Kyungsoo de manera protectora. Más luz entrando por la ventana y el aire condensando el ambiente.

—¿Quién será el extraño el próximo viernes? —Jongin pregunta.

—Supongo que yo.

—Te apetece la idea de un café, y luego terminando aquí en la cama, peleando por quién debía pagar la cuenta.

Kyungsoo sonríe ante éste Jongin de ideas furtivas.

—Suena cliché, mi querido extraño — sisea, manos acariciando un rostro ajenamente familiar—, pero me parece una buena idea.

Notas finales:

 

 Puntillismo, es un tipo de arte que se basa en la creación de pinturas a base de puro puntos. Se usa más para pintar ciudad o conglomerados.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).