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Trilogía por Aurora Execution

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Notas del capitulo:

¡Hola! Aquí les traigo un nuevo capítulo de este raro fic. 

Espero disfruten la lectura :)

Sacudió su cabeza, espantando así el contacto. Estaba molesto.

No deseaba su compañía en ese momento, ni la de su gemelo… o Aioros. Le molestaba pensar en los tres… era algo tan enfermo… incluso pensó que su mentada locura anterior no llegaba a comparase al terrible idilio en el que estaba inmerso.

Aioria sonreía algo mórbido, Saga no podía llegar a imaginarse lo que su retorcida mente estaba planeando, pero él no sería su candidato, su conejillo de indias. ¿Por qué tuvo que revolcarse con su hermano? Frunció más el ceño de sólo imaginárselo. No, no sentía placer o algún morbo especial, le daba asco, le daba asco compartirlo. A Kanon, claro.

 

—Vamos, no hice más qué lo que tú haces—notó la rabia farfullando en su timbre de voz. Esa frase le produjo un deja vú—.¿O es qué…? ¿Sientes celos?

 

Esos malditos ojos fulgurosos… aún los recordaba en plena inocencia, un infante que se la pasaba entre medio de ellos, de Aioros y de él. Recordaba lo mucho que le gustaba sentarse en medio, acariciarlos a ambos, les gustaba comparar la textura de la piel de uno y otro, ignorando la incomodidad que despertaba, en uno más que en otro. Aioros disfrutaba de las caricias de su hermano, pero él se agazapaba ante tales muestras de afecto. Que Aioria se le subiera al regazo, que lo abrazara e incluso lo besara, rayaba lo hastío.

 

Y ahora era él, el que se subía a su regazo… caliente y empalado.

 

Torció el gesto, era una venganza… todo su problema era una estúpida – y merecida – venganza. De las noches en que aun joven, lo citaba al recinto Patriarcal, y lo disfrutaba sin culpa alguna. Hoy esas culpas lo carcomían, no podía decidirse si su relación era la más enfermiza – por sobre la de su hermano, todo sea dicho – una relación de amor y odio tan fuerte, de venganza y placer, de sometimiento y reticencia…

 

Estaba cansado.

 

Si hubiera estado en su poder volver el tiempo atrás y nunca involucrarse en esa locura, lo habría hecho sin dudarlo… pero él no era Chronos. Era un simple mortal que vivió subyugado por sus propios defectos. Tal vez ya era momento de enfrentarse a la realidad y dejar de jugar, de mancillar.

 

Sólo quería un poco de paz. Su alma, irónicamente (o no tanto) sólo la halló en la muerte, buscarla en vida era una tarea devastadora.

Dio media vuelta ingresando al interior de su Templo, no dijo nada. En ese momento, si hablaba, estaba seguro terminaría devorándolo… algo que seguramente se haría inevitable, con los pasos siguiéndolo por detrás.

 

•○•○•○•

 

Observarlo le dolía. Tocarlo le dolía… hacer el amor dolía.

 

Dolía y molestaba.

 

Siempre sonriente, siempre dispuesto a olvidarlo todo. Y él, como buen pastor, se entregaba a los brazos de su salvador… Aioros le producía llagas.

 

La verdad es que ellos, eran iguales, en retorcidas formas, que nadie – estaba seguro – entendería. Compartían ese sentimiento insondable de sobreprotección hacia sus hermanos, una enfermedad de pertenencia. Una necesidad de posesión. Porque ambos pasaron años sin verse, sin saber de uno ni de otro, de dolor y pérdida irreparable, que juntos, siempre juntos, buscaron rellenar. Y aunque él comenzara antes con el pérfido juego, habían acabado por sucumbir ante sus hermanos: amarlos…

 

¿Y cómo expresarles ese amor entonces, si no era a través del contacto físico? ¿Del contacto espiritual y carnal?

No estaba muy seguro de si Aioros compartía ese pensamiento, pero así le gustaba imaginarlo, una excusa ante su atrocidad.

Pero más allá de su obsesión por su hermano, Saga tenía algo muy en claro y eso era que amaba a Aioros, desde siempre, lo ama. Por eso su dolor es doble ¡triple! Porque no es capaz de desligarse de su hermano, de una forma menos íntima, porque le gusta, lo tiene que reconocer, Kanon tiene una increíble facilidad para doblegarlo. Y entendía que Aioros se sintiera de la misma forma con su gemelo, aunque le doliera lo indecible.

Con Aioria todo es más complicado, es hermano de Aioros, nada más… por eso lo buscó en sus años oscuros, porque en él, por más efímeros que fueran, naufragaban destellos de Aioros, y él desesperado los consumía, produciendo así una atracción que nunca pudo cortar.

 

—Saga—lo escuchó suspirar entrecortadamente.

 

Aioros y Kanon eran sus pilares, quienes podían destruirlos en un parpadeo, como hizo Kanon años atrás. O levantarlos, como Aioros hacía en ese momento, con sus besos, su perdón.

 

Aioros le producía alivio, confort… placer. Entregarse a él era lo único que disfrutaba sin culpa alguna, sin porqués ni cómos.

 

—Te amo…

 

Sus embestidas, su tacto, su aroma lo trasportaban a un orgasmo, casi sideral.

 

•○•○•○•

 

Sí, definitivamente Kanon tenía la particular facilidad de exasperarlo. También. Detestaba cuando se ponía a reír como demente a costilla suya. Esa mañana había sido el colmo.

 

—¡Vamos! No te enfades, fue sólo una vez… no tienes por qué preocuparte—dijo entre risas. Idiota, mil veces idiota—.Además, no hice más qué lo que tú haces.

 

Esta vez lo notó fruncir el ceño, evidentemente molesto. No lo entendía, por momentos Kanon se comportaba como un hermano cariñoso para después volver a ser el cínico energúmeno que era en realidad. Su relación lo agotaba en todos los sentidos, Kanon era tan o más posesivo que él.

Lo sintió rodearlo con sus brazos y pegar su rostro a su hombro, lo sintió suspirar… allí vendrían las disculpas…

Se estremeció al sentirlo besar el cuello, casi instantáneamente se sintió asqueado, por lo que se soltó rápidamente, no estaba de humor para esa clase de disculpas.

 

Nunca nada sería fácil entre ellos, Kanon andaba por la vida como si lo que hacía era tan natural como beber agua, tan indispensable en realidad. A Saga, las culpas lo atormentaban, nunca fue una persona sencilla, eso lo tenía claro, muchos misterios aún guardaba bajo llave en su interior, muchas cosas que prefería encomendarlas al olvido, por el bien de su consciencia.

 

Saga comparaba a su hermano como el diablillo que se posa en su hombro siniestro, Aioros vendría a ser la voz de la razón… el ángel… Bien ganadas tenía sus alas...

 

Suspiró. Estaba cansado. De todo, de todos… de él.

 

—No lo vuelvas a hacer Kanon…

 

Su gemelo le estampó un beso en los labios, tanteó y pronto se vio correspondiéndolo, mientras dejaba que lo sujetara de esa forma usufructo que lo caracterizaba.

 

Perdiéndolo en los laberintos de su debilidad…

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado!

Será hasta la próxima. Gracias por leer.


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