Se quedó parado viendo a Gray por un momento. Estaba orgulloso de sí mismo, había conseguido que fuera a buscarlo.
-Así que viniste
-Sólo un estúpido no lo haría después de leer semejante cosa.
-¿Trajiste la comida?
-¿Quién rayos quiere comida?
-¡Yo! Y si no la trajiste no te dejaré entrar.
-Pero qué…
-Ve a buscarla.
-Déjame entrar.
-Ve a buscarla.
-Con un demonio, ¡déjame entrar!
-¡Si no traes comida no entrarás, adefesio de hielo!
-¡Quítate, cerebro rostizado!
-¡Comida! ¡Comida!
Su plan iba casi como lo había planeado, si solo Gray hubiera traído comida todo sería mejor. Pero bueno, al menos una parte iba bien, si seguía así lo lograría, ese plan era increíble. Y hablando del plan, ¿dónde lo había dejado? Miró hacia atrás y pudo ver perfectamente aquellas hojas, oh, rayos, si no hacía algo lo iban a descubrir.
-Tengo una idea, ve por comida y yo te espero.
-No.
-Entonces ve a caminar por ahí.
-No quiero.
-Da igual, sólo ve.
-Qué insistente, ¿por qué quieres correrme?
-Este… Tengo que limpiar.
-¿Eh? ¡Pero si nunca lo haces!
-Pues ahora quiero, ¿algún problema?
-Tú… ¿me estás ocultando algo?
-¿Qué? No.
-Me estás ocultando algo.
El hijo de Igneel se quedó sin saber que decir, no podía decir algo como “la verdad sí, estoy haciendo un súper plan maestro para que tú seas el uke. En otras palabras, ahora yo te la voy a meter”.
-Déjame entrar.
-Eh… ¡mira, un unicornio!- señaló hacia atrás de Gray.
-¿Un unicornio?-el mago de hielo volteó- No hay manera de que exista eso… ¿Natsu? Maldito…
Cuando Fullbuster tuvo la intención de mirar nuevamente a Natsu lo único que se encontró fue con la puerta de aquella casa, ese maldito le había cerrado en la cara.
-¡Abre la puerta!
Por un momento hubo silencio, luego escuchó como el mago de fuego corría de aquí para allá dentro de su casa, también escuchó un golpe seguido de una maldición, el torpe mago se había caído, pero después de un rato regresó y abrió de nuevo.
-¿Qué rayos hiciste?
-Arreglé un poco.
Fullbuster miró sobre el hombro de su pareja- Pues yo lo veo igual.
-Pues estás ciego, no está igual. Ahora, ve por la comida.
-Tú, maldito… Ya déjame pasar.
-No te estoy agarrando, puedes entrar perfectamente bien.
-Sí, pero yo soy civilizado, no como cierta persona que conozco que usa las ventanas como puertas y a falta de ellas abre un hueco en la pared.
-¿En serio? Qué idiota.
-Sí, un completo idiota… Bueno, ¿me dejas entrar o no?
-Bueno, ya, entra. Pero para la próxima que no se te olvide la comida.
-Sí, sí, sí, como digas.
Gray entró y miró el interior, juraba que se veía igual a cuando había llegado, entonces, ¿qué es lo que había “ordenado” Natsu? ¿Qué fue lo que escondió de él? Sí, estaba casi seguro de que ocultaba algo y sumándole a eso su extraño comportamiento de los pasados días, tramaba algo, y sea lo que fuese lo iba a descubrir.
-¿Por qué no te sientas?
El mago de hielo caminó hasta el sofá y se sentó.
-¿Y bien? ¿Esta es la parte en la cual me besas, muerdes, lames y tocas?
-Que impaciente, pero sí.
El Dragonslayer se acercó, se colocó sobre Gray con cada pierna a cada lado de su cuerpo, quedando así sobre él y comenzó a besar el cuello ajeno, iba desde la mandíbula hasta las clavículas y de regreso, hizo este recorrido unas cuantas veces y pasó a los labios; comenzó con un beso lento y tierno que poco a poco fue subiendo de intensidad hasta convertirse en uno apasionado, cuando se separó comenzó con la parte práctica del siguiente paso de su plan: susurrarle cosas.
-Como me pones.
Gray se quedó sin saber qué hacer, ¿Natsu acababa de decir eso? Nunca antes habías escuchado algo parecido salir de la boca de su pareja. Miró al Dragonslayer y este le respondió con una sonrisa de lado y una mirada desconocida para él, parecía como si realmente lo deseara. Metió una de sus manos dentro de la ropa del mago de fuego y acarició su piel, aquel tacto duró poco, menos de lo que él hubiera deseado pero fue a causa del pelirosa, él había separado su mano.
-No, hoy te vas a quedar quieto.
-Sí, claro. El que se quedará quieto serás tú.
Se acercó de nuevo a su oreja- No me obligues a amarrarte.
¿Amarrarlo? ¿A él? Él era quien amarraba, sea lo que sea que estuviera planeando Dragneel, a Fullbuster no le gustaba mucho.
-¿Qué estás planeando?
-Nada fuera de lo común.
La cálida mano se metió por debajo de la camisa que milagrosamente aún tenía puesto el mago de hielo, tocó su pecho y rozó los pezones utilizando su magia, la sensación de calor inesperado recorría el cuerpo de Gray como si de electricidad se tratase. Mientras sus manos se entretenían ahí, su boca mordía el lóbulo de la oreja y dejaba escapar gruñidos bajos que perforaban por los oídos del moreno y llegaban hasta su cerebro.
El pelirosa ahora tenía una mano en el pecho, la otra en el cuello y los labios en una oreja, todo eso era algo irresistible para Gray, tanto que aquel lugar en su entrepierna comenzó a cosquillear y a endurecerse, cosa que Natsu captó en seguida y supo cuál sería el próximo paso de su plan, paso que haría aunque no esté plasmado aún en la hoja de plan.
-¿Te gusta?
Gray no contestó.
-Tomaré eso como un sí, entonces, ponte cómodo porque esto aún no termina.
La mano que estaba jugueteando con el cuello bajó y se asentó sobre el bulto de los pantalones del moreno. A este punto Fullbuster sólo quería que lo toque más, que le haga más cosas, quería sentir y lo que quería se cumplió cuando la mano que descansaba sobre su pantalón se comenzó a mover por sobre la tela.
-Natsu, sácala.
-No seas impaciente- susurró a su oído-, todo a su tiempo.
El Dragonslayer siguió con su labor hasta que Gray comenzó a jadear, cerraba los ojos con fuera y temblaba de vez en cuando. Aquello era lo mejor para Dragneel, no podía creer lo que estaba ocasionándole a Gray, el orgulloso Gray.
Natsu, como buen seme que quería ser y por haber estado recibiendo todo tipo de acciones pervertidas por parte del moreno, decidió vengarse, y ¿qué mejor manera de hacerlo si no era con su cuerpo? Esta vez le tocaría sufrir al mago de hielo.
Se levantó, tomó la fría mano y jaló de ella haciendo que su pareja también se pare. Fullbuster simplemente se dejaba hacer, ni si quiera estaba prestando atención hacia el lugar al cual lo estaban llevando hasta que fue demasiado tarde.
-Te veo mañana- dijo el pelirosa.
“¿Mañana? Pero si aún estamos…” Pensó el moreno, pero sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una puerta cerrándose. Cuando volvió a la realidad se dio cuenta de que estaba fuera de la casa de Natsu, y éste había cerrado la puerta.