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I Almost Do [Frozen] por Sailor Sky

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Notas del capitulo: Holaa ~ Por petición de una bonita lectora, decidí hacer este capitulo un poco más largo, y también un poco... Más atrevido, espero que no les moleste. De nuevo, esto sólo es Elsanna.

Quiero agradecer mucho por sus Reviews, por que no me dejaran mentir, sus comentarios ayudan mucho a que la inspiración florezca. ¡Disfrutenlo!
— No te había visto por aquí antes. — La voz mujer castaña que había sacado a la pista a la joven Anna se hizo sonar en su oído, acercándose más de lo normal con la excusa de la ruidosa música.
— Bueno… Elsa y yo estamos de visita… — Respondió incómodamente Anna mientras trataba de mantener la distancia con aquel monumental cuerpo, que se esforzaba por producir “involuntarios roses” mientras se movía en ondas seductoras entre la multitud.
Anna por su parte movía apenas un poco los hombros y los pies de forma torpe, pues aunque realmente disfrutaba el baile, no se sentía muy segura estando en un lugar como ese, con una extraña, que quizá tenía intenciones de ligue o algo parecido.
Y mientras tanto, Ariel trataba de persuadir a Elsa porque no interfiriera entre el momento que tenían la castaña y la pelirroja.
— Vamos que se viene a estos lugares bailar y divertirse ¿O no? — Dijo Ariel, halando un poco del antebrazo de Elsa, tratando de convencerla por ir al otro lado de la pista.
— No vine aquí pensando en dejar a Anna en manos de una extraña. — Trataba de apartarse la rubia, pero se lo complicaban un poco.
— Hey, anda… Deja a tu amiga divertirse un poco y diviértete un poco también. — Elsa terminó por soltarse del brazo de Ariel y ya un poco harta, exclamó. — Anna no es mi amiga…
— ¿Oh? — Ariel alzó las cejas y dibujo una muda ‘o’ sobre sus labios. — ¿Es… Tu novia? — Preguntó entrecerrando los ojos con una expresión incrédula en el rostro y luego terminar negando con una sonrisa, desacreditando cualquier probabilidad de que Anna y Elsa pudieran ser pareja.
Esa actitud tan segura en la recién conocida, formó una sensación de molestia en Elsa, se sentía juzgada fácilmente, como Anna y ella pudieran ser descritas fácilmente por una chica que no sabía más allá de sus nombres, situación que le hizo responder de forma impulsiva.
— Lo es, Anna y yo estamos juntas… — Afirmó con tanta seguridad que a la milésima de segundo de oírse así misma sintió un escalofrío hacerse de todo su cuerpo. ¿Qué acababa de decir? ¿Anna y ella pareja?
Ariel enarcó una ceja, desvió la mirada hacía donde la cohibida Anna y la exuberante Megara bailaban. Frunció los labios en duda y luego cuestionó. — No te creo. — La pelirroja se cruzó de brazos, afianzó su sonrisa y volvió a negar con la cabeza. — Mira hacía la entrada…— Señaló a Elsa, quien por instinto giró el rostro hacía el sitio mencionado. Observando como parejas de chicos y chicas entraban, abrazados, haciéndose cariños, murmurándose cosas en el oído, tocándose de forma muy… Intima. Elsa frunció el ceño en confusión y devolvió la mirada a Ariel.
— ¿No te diste cuenta? — Dejó salir una sonrisa enternecida y continuó. — Las parejas entran a este lugar ‘marcando su territorio’, pues las miradas están sobre ellos. — Explicaba la chica de cabellos rojos a la de cabellos casi blancos mientras señalaba algunas parejas. — La única forma que existe aquí para saber si vienes o no con alguien es el contacto físico… Y… Tú y tu pequeña amiga no parecen acostumbrar el contacto de pareja. — Terminó Ariel ampliando la sonrisa y alzando los hombros como si hubiera ganado el debate que nunca empezó sobre la relación entre Anna y Elsa.
— Así que… Contacto físico… — Murmuró Elsa girándose un poco para ver a Anna, sintiendo un vuelco en el estómago cuando observó a su hermana tratando de escapar de las hábiles manos de su acompañante. Esto superaba cualquier otro momento en el que Hans, Kristoff o cualquier otro chico se hubiese acercado a Anna, esto era algo superior. Las manos de Megara se ajustaban a las caderas de Anna, tratando de atraerla a su cuerpo, mientras que la menor se esforzaba por separarse, presionando los antebrazos ajenos.
— Oh… Vamos… Si es tu chica realmente no dejarías que bailara tan de cerca con otra ¿Verdad? — Dijo Ariel segura de que Elsa no haría nada, pues no le creía en lo más mínimo el cuento de que eran pareja.
Lo que no sabía Ariel es que esa forma de hablar suya sólo hacía que el interior de Elsa ardiera en determinación, incentivándola a hacer cosas que probablemente no haría en un ambiente ordinario.
Elsa se giró completamente hacía donde Anna, dejando a Ariel con las palabras en los labios, caminando firmemente entre la gente, haciendo a las personas a un lado, usando sus hombros y sus brazos como medios para abrirse camino. Tenía aquella mirada celeste clavada en la imagen de su hermana menor tratando de mantener la distancia entre ella y la audaz castaña. El rostro de Anna incomodo, avergonzado y el de Megara atrevido e indecoroso sólo hacía que la adrenalina en su cuerpo creciera, a tal magnitud de poder hacer lo que aconteció.
— Suficiente. — Dijo Elsa tomando el hombro izquierdo de Megara, ejerciendo presión suficiente como para hacer que esta apartara las manos del cuerpo de Anna.
— ¿Eh? — Megara alzó una ceja sin entender.
— Elsa… — Anna murmuró el nombre de su hermana mayor, agradeciendo que interveniera pero luego sintiendo un nudo en el estómago al ver a su hermana actuar de esa forma, con esa mirada que sólo le había visto cuando al ser más niñas la rubia le defendía de los brabucones en la escuela.
— Oh, vamos… Si nos estábamos divirtiendo, ¿No es así, Anna? — Sonrió confiada la castaña, extendiendo la mano derecha para alcanzar una de las de la pelirroja, sin embargo esa acción fue bloqueada por Elsa, quien atrajo a Anna por la cintura y le apegó de forma casi brusca hacía su propio costado. — Dije que es suficiente. — Continuó Elsa mientras miraba a Megara con el ceño fruncido muy decidida.
La castaña alzó las cejas, sonrió y retrocedió un poco cruzada de brazos. — ¿Qué se supone que estás haciendo? — Preguntó incrédula hacía Elsa, pues tal y como Ariel lo había dicho, Megara también estaba segura de que Elsa y Anna no eran más que simples amigas. — ¿Te molestas siempre que invitan a bailar a tu amiga? — Respondió burlona ante la repentina actitud de Elsa, pero la mayor de las hermanas no estaba para juegos, las palabras de Ariel la habían encendido realmente, la escena de alguien más pretendiendo a su hermana, ¿Celos? ¿Los celos eran los responsables de esta actitud en Elsa? ¿Qué tanto impacto podrían tener en ella? — Anna no es mi amiga. — Continuó Elsa sin perder firmeza en su tono de voz, ni en su postura, ni en la mirada afilada que le ofrecía a Megara.
— ¿Ah? ¿Hablas en serio? — Megara no quitó ese tono juguetón e irónico en su voz, realmente no creía una palabra de Elsa, sólo pensaba que quizá era un tipo de amistad exageradamente sobreprotectora. Pero entonces apareció Ariel quien se situó justo de lado de la castaña, diciendo. — No lo creía, pero… Viendo la forma en la que te ha apartado, creo que es verdad. — Le dijo a Megara mientras miraba a ambas hermanas con sorpresa. — ¿De qué hablas? — Cuestionó la castaña arrugando el entrecejo con confusión devolviendo la mirada a su amiga.
— Pues en realid… — Antes de que Ariel pudiera culminar su oración, Elsa robó la palabra dejando completamente muda a su hermana.
— Somos pareja. — Completó la oración inconclusa de la pelirroja, mientras sujetaba con mayor firmeza a Anna por la cintura y sin si quiera mirar, conseguía unir la mano libre con la de su hermana, entrelazando los dedos con ella.
El corazón de Anna se detuvo, era como si el tiempo se hubiera detenido para ella, la música, las luces, las gente, todo había desaparecido, aunque había mantenido la mirada baja, llena de vergüenza no pudo evitar alzar el rostro cuando esas palabras fueron pronunciadas por los labios de su hermana mayor. La miró entonces ahí, de pie, firme, fuerte, defendiéndole con tal seguridad, pero es que eso no era todo… Esas palabras, sus palabras… De alguna forma retumbaron en su cabeza…
“Somos pareja”
Aquella frase que sólo había oído en sus sueños más íntimos, aquellas palabras que juraba y estaba segura jamás serían dichas por la voz de Elsa, las había escuchado, las había escuchado mientras la mayor la refugiaba en su cuerpo y se esforzaba por entrelazar los dedos de sus manos. El corazón de Anna estaba recibiendo más de lo que alguna vez creyó soportar, toneladas sentimientos mezclados atravesaron el pecho de Anna, tanta y tanta carga que no sabía cómo canalizarla.
— Hm… Ya veo… — Dijo Megara frunciendo los labios con ligera molestia, sintiendo que estaba perdiendo buena ‘mercancía’. La risa de Ariel acompañó al ambiente, codeando en las costillas a la castaña y agregar un. — Me debes 20. — Muy risueña se dio la vuelta, apartándose de la escena. Megara viró los ojos y se dio la vuelta también, pero justo cuando dio el primer paso, se volvió hacía las hermanas, en especial hacía Elsa, incluso atravesando su espacio personal.
— Aunque si yo fuera tú… — Dijo mirando directo hacía los ojos de Elsa, casi de forma retadora. — Cuidaría mejor a tu corderito… No soy el único lobo hambriento por aquí. — Terminó con una sonrisa ladeada, pretendiendo marcharse así con estilo. Sin embargo Elsa no se guardó las palabras.
— Si alguien se atreve a acercarse a Anna de nuevo, sólo lo pondré en su lugar, tal y como he hecho contigo. — Respondió fulminantemente la hermana mayor, haciendo que la castaña le mirara con fastidio.
— Entonces deberías estar atenta, quizá podría avisar a mis tropas… — Así, sin esperar respuesta de Elsa, Megara se dio la vuelta, dejando un pesar en el pecho de la rubia. ¿Qué quería decir con eso? ¿Más gente vendría a pretender a Anna? ¿Cómo podría lidiar con eso?
Megara se perdió entre la gente, dejando por fin a las dos hermanas solas, entre la multitud que había fijado las miradas en la escena, hasta que el DJ los volvió a distraer con una pista mucho más movida que la anterior, haciendo que en su mayoría la gente volviera a sus asuntos.
— Anna… ¿Estas bien? — Elsa bajó la mirada hacía su hermana, mirándole con completa protección y cuidado.
— Y-yo… — Anna apenas reaccionaba ante lo que acababa de vivir, quería lanzarse sobre su hermana, besarla, decirle tantas cosas, que sólo pudo ocultar en un repentino abrazo, saltando sobre Elsa y resguardándose en su pecho.
— Todo esta bien, Anna. — Respondió Elsa protectoramente, correspondiendo al abrazo de su hermana menor, reposando los labios sobre los cabellos rojos de Anna, mirando de reojo hacía su alrededor buscando tal vez a las ‘tropas’ de Megara. — Si quieres, podemos irnos… Y buscar otro sit…— Antes de que Elsa terminara la oración, Anna se apresuró a alzar la mirada y negar efusivamente.
— No… E-Es decir… Yo quería divertirme contigo… Siento… Siento haberte causado… T-Todo este lío… — Respondió bajando la mirada gradualmente, sintiendo sus mejillas arder, pues cada vez que podía recordaba a Elsa proclamándose como su pareja.
— Ah… Ya veo… — Elsa Apretó los labios mirando a su alrededor. Le preocupaba mantenerse en ese sitio tras la ‘advertencia’ de Megara. Más por otro lado, nunca había visto a Anna tan emocionada por un sitio como este, sabía que su pequeña hermana había deseado conocer ese tipo de ambientes antes y ahora que tenían la oportunidad, una situación tan incómoda como la de hacía un momento se suscitaba. — Ya sé… Anna ¿Te parece si vamos al piso de arriba? — Propuso Elsa a su hermana, creyendo que lo mejor sería perderse de la vista de las chicas de antes.
Anna no se negó, le pareció una buena idea, así que aferrada lo más posible al brazo de su hermana, incluso con la mejilla apegada a su cuerpo caminaron entre la muchedumbre, pero dado que las escaleras parecían estáticas, llenas de gente, prefirieron tomar el ascensor. El cual parecía más vacío. Ambas ingresaron a la cabina, junto con un par de chicas y chicos más. Elsa pudo sentir la mirada sobre ambas, y sin querer arriesgarse a otra escenita se apresuró a abrazar a Anna, apegandola a su pecho mientras trataba de mirar con naturalidad hacía ninguna parte. Por su lado, la pelirroja se sobre exaltó, pero no tardó en entender las razones por las cuales Elsa actuaba así, con una risa tonta y las mejillas aún ardiendo, respondió el contacto con su hermana, abrazándose a su cintura con torpeza mientras esperaban salir del ascensor.
Cuando llegaron por fin a la segunda planta Anna sugirió beber algo, porque con todo lo ocurrido y el continuo contacto con tanta gente que ya estaba entrada en calor, era inevitable sentir sed. Aunque debido a que no había ningún trago que no contuviera alcohol Elsa convenció a su hermana de que sería el primero y el último.

— Elsa, gracias… Por… Por lo de antes… Fuiste… Fuiste muy valiente… — Decía la menor sorbiendo un poco de aquella dulce y azulada bebida que sostenía entre sus manos.
— No puedes agradecerme por hacer mi trabajo de her… — Apenas había dado un pequeño sorbo a su bebida, cuando sintió las agudas miradas de un grupo de risueñas chicas pasar junto a su mesa.
¿Es que Elsa estaba siendo paranoica? ¿O es que realmente ese lugar funcionaba así? La rubia realmente no quería averiguarlo. Así que retrocedió un poco sobre aquel sofá aterciopelado, hasta que su espalda tocara con el respaldo del asiento, dejando un espacio considerable entre la mesa y su propio cuerpo.
— Anna, por favor… — Carraspeó un poco sin saber cómo reaccionaría si hermana ante la siguiente petición. — ¿Podrías… Sentarse sobre mis piernas?
La menor estuvo por atragantarse cuando escuchó aquella pregunta, golpeándose un poco el pecho como si no hubiese escuchado de forma adecuada. Se acomodó un mechón tras la oreja y preguntó para asegurarse.
— ¿Q-Quieres que me siente en tus piernas? — Otra vez el rostro le ardía, de no ser por la escasa iluminación del lugar se vería el rojo en su rostro rodear sus pecas.
— Si. — Respondió rápidamente Elsa, más luego sacudió el rostro y negó tratando de reparar su respuesta. — Es decir… Para… Estar más seguras, no quiero que pase algo como lo de antes de nuevo… — Explicó acariciándose la parte trasera del cuello.
Anna sonrió con cierto gusto, asintió a pesar de sentir vergüenza; se puso de pie con su bebida en las manos, y mirando con torpeza hacía abajo, tratando de no pisar a su hermana, dio un par de desequilibrados pasos hasta quedar frente a Elsa, quien aguantó la respiración al ver a su hermana de esa forma dándole la espalda, inclinándose lentamente hasta sentarse sobre su regazo. El corazón de la rubia empezó a andar con fuerza, tragó largo y despaciosamente rodeó con sus brazos el cuerpo de su hermana, dejó la barbilla descansar sobre el hombro izquierdo de Anna y así acercó la bebida a sus labios, notando el repentino cambio, como aquellas que pasaban de cerca desviaban la mirada sin verlas como “carne fresca”. Elsa suspiró aliviada, al final las cosas eran ciertas tal y como había dicho Ariel, si quería mantener a salvo a Anna, debería aparentar una relación con su hermana… Si, oh, qué gran sacrificio.
Y claro que a Anna la idea no le molestaba en lo más mínimo. Aún si sabía que Elsa sólo se portaba así por lo ocurrido hace un rato, había decidido que al menos por el tiempo que estarían ahí trataría de disfrutar su fantasía. Al sentirse abrazada por su hermana sonrió, se encogió de hombros y volteó a verle por el perfil, bebiendo como si fuera lo más natural del mundo encontrarse bajo esas condiciones, entonces Anna pensó… ¿Cómo sería el mundo si realmente estuvieran ahí sólo por ellas dos? Si sus apellidos no fueran el mismo, si fueran de familias diferentes, si el viaje lo hubieran hecho para pasar tiempo juntas, si las dos fueran pareja de verdad, si ambas fueran realmente lo que trataban de aparentar en medio de la música, el alcohol, la gente y las luces?
Al imaginarse un mundo así, en el que su amor por Elsa no fuera insano, ni incorrecto y mucho menos imposible, sus ojos se empañaron un poco, eso jamás sería posible, pero por esa noche Anna se lo creería. Fue ese pensamiento el que la orilló a cerrar sus ojos y dejar un beso sobre la mejilla de Elsa, quien miraba como todo un guardaespaldas alrededor. Pero que tras el beso de Anna salió de su trance para verla confusa.

— Gracias… — Susurró Anna muy cerca del rostro de su hermana, dado que Elsa había girado la vista repentinamente, ahora podían ver el celeste de sus ojos de cerca la una a la otra.
— Anna… — Susurró Elsa casi por encima de los labios de la más joven, dejando su bebida a medio terminar sobre la mesa y usar aquella mano para acariciar con el dorso, la mejilla de la pelirroja. — Me gustas mucho… — Dijo sin darse cuenta de lo que acababa de decir.
— … — Anna quedó con los labios a medio abrir y una clara sorpresa en sus ojos.
— E-eh… — Elsa balbuceó tratando de arreglar lo que acababa de decir, carraspeó y reparó su dialogo. — Cuando… Sonríes… Me gusta… Es que… Quiero decir… ¿C-Cómo haces para mantener tus dientes tan blancos? — Elsa tragó largo sintiéndose nerviosa por lo declarado, arruinando por completo el sentido de la frase original con sus trabas y balbuceos.
— Ah… N-No es nada… Supongo que es algo natural… — Dijo Anna con la voz desvanecida, con un deje de desilusión. — Tú… Tú también, es decir… Tu sonrisa también es muy blanca, he, he… — Trató de no parecer afectada por aquel cambio drástico de sentido en la oración de su hermana, pero Elsa notó esa incomodidad y quiso hacer algo para enmendarlo.
— Anna ¿Quieres bailar? — Sugirió repentinamente la rubia, apoyando ambas palmas sobre la mesa como si estuviera por levantarse. Siendo su hermana la primera en hacerlo por la sorpresa ante tal pregunta.
— ¿Estas bromeando? — Preguntó Anna ya de pie, girándose de frente hacía Elsa. — Tú no bailas.
— Bueno… El día del baile tendré que hacerlo. Creo que está bien si practicamos aquí, hay mucha gente… Podría aprender algo de ellos. — Elsa alzó los hombros levantándose del asiento, quedando frente a su hermana sonriendo un poco nerviosa, pues la verdad era un hielo para bailar.
— ¡Genial! — Anna por el contrario se emocionó tanto con la simple idea que no tardó en tomar a Elsa por el antebrazo y halarla hasta una de las pistas que tenía el segundo piso. Adentrándose lo más posible entre la gente, hasta ‘esconderse’ sabiendo que en una ubicación como esa Elsa podría sentirse más confiada y menos observada.
Ya ahogadas en el mar de gente que bailaba por su cuenta, que gritaba o saltaba, llena de euforia por el ambiente que se formaba entre las luces, la bebida, la música y aquellas ráfagas de hielo seco que salían repentinamente por el techo a razón de la música.
Elsa miró a sus lados, atrás, tratando de guiarse sobre como bailar, mientras que Anna con mucha naturalidad ya tomaba el ritmo de aquella música con tintes eléctricos. Moviendo los hombros, las caderas y piernas en un ritmo preciso, suelto y casi profesional. Elsa quedó sorprendida pues había visto a Anna bailar distintos géneros y siempre resultaba hacerlo bien, este no era la excepción.
La pelirroja movía las caderas de forma rítmica hacía su hermana, sonriéndole tratando de enseñarle a cómo hacerlo, pero a Elsa le costaba demasiado. No fue hasta que su paranoia volvió al terreno de juego, sintiendo que las miradas se posaban sobre su bailarina hermana. Mordiéndose el labio inferior preocupada, si no hacía algo Anna podría ser blanco de alguien nuevamente. Fue entonces que miró a unos metros tras Anna, sobre una de las plataformas circulares a una pareja de chicos que parecían bastante sincronizados, uno de ellos movía el cuerpo onduladamente, casi como Anna pero con una connotación demasiado sexual en cada movimiento, mientras que su pareja lo sostenía por la cadera y imitando sus movimientos, teniendo de vez en cuando vagos roses entre sus frentes. Elsa tragó largo, no sería fácil, pero tenía que hacerlo.
La mayor de las hermanas tomó aire, acercó las manos hacía las danzantes caderas de Anna, la atrajo un poco más a ella y de poco en poco empezó a igualar los movimientos que Anna ejercía con su cuerpo, inclinando el rostro hacía el de Anna, rosando su frente con la de ella, haciendo que el flequillo de su joven hermana se desordenara apenas un poco cada vez que sus cuerpos se movían.

— Elsa… Que… Sexy… — Murmuró Anna lo suficientemente bajo como para que su hermana tuviera que preguntar por qué había dicho. — Q-que… Que no pensé que fueras tan buena.. De verdad… Lo… Lo… — Anna se humedeció los labios, mordiéndose al final el inferior como lo haría una persona con apetito. — Lo haces de verdad muy bien…
— Uf ¿De verdad lo crees? — Preguntó Elsa aliviada sin detenerse.
— Si… P-Pero… — Anna se acercó un poco más, sintiendo casi la punta de la nariz de su hermana rosar con la propia. — Acércate más… Así… — Las manos de Anna bajaron un poco, sus brazos rodearon el cuello de Elsa con ligera timidez. — Así… Se verá más creíble… — Dijo aludiendo a lo que ambas trataban de aparentar.
— ¿Ah? — Elsa alzó las cejas sin entender, pero después de unos segundos parpadeó asintiendo. — Claro, claro… Si… Lo que sea por… Por aparentar… — Elsa sujetó con mayor firmeza las caderas de su hermana, atrayéndola todavía más a ella. Haciendo que ahora no sólo sus frentes y narices rosaran si no, sus propias zonas pélvicas de vez en cuando.
Ambas empezaban a disfrutar de bailar en compañía de la otra con el barato pretexto de permanecer seguras, aparentando ser pareja ¿Qué tan lejos las llevaría su excusa?
Notas finales: ¿Les gusto?

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