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I Almost Do [Frozen] por Sailor Sky

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Notas del capitulo: Hola ~ Los amo a todos, disfrutenlo.
— Els, ¿Por qué la prisa, eh? — Preguntó Eugene divertido, siguiendo a su apresurada amiga, quien apenas había escuchado al profesor encargado decir que habían llegado, tomó su maleta del portaequipaje y salió apresurada del bus, buscando así con la mirada el bus de Anna.
— Necesito ver a Anna. — Respondió presurosa mientras buscaba a su hermana entre la los demás estudiantes.
— Sólo pasaron dos horas ¿Sabes? Por mucho que ames a Anna, no puede ser que no puedas soport…— Antes de que Eugene terminará, sintió como Elsa se volteaba de golpe y lo miraba seria, tratando de ocultar el miedo que le provocaba que su secreto fuera revelado.
— Escucha, tú y yo tenemos una charla pendiente, pero por ahora quiero ver a Anna. — Fue lo que dijo, y sin más se giró caminando hacía el bus de su hermana, que por suerte había encontrado ya, al parecer no había salido nadie aún, sin embargo pudo divisar a un muchacho esperando por fuera.
Los pasos de Elsa se fueron alentando conforme avanzaba, pero sobre todo mientras iba reconociendo aquel rostro. Por alguna razón, su corazón se estremeció al notar de quien se trataba.
— Hey ¿No es Hans? — Preguntó Eugene detrás de Elsa, mientras esta sólo asentía, quedando completamente de pie a unos metros del bus de Anna.
Ahora ambos amigos miraban hacía el chico de segundo año, quien recibió con una deslumbrante sonrisa a la pelirroja que esperaban ver salir. Como todo un caballero, el castaño ofreció la mano para ayudar a bajar a Anna, quien la recibió un poco apenada, bajando detrás Anna, Rapunzel y otras compañeras se hacían a un lado para mirar con encanto la escena del “príncipe” de segundo año y la “princesa” de primer año.
— Wao… Aunque te vi hace apenas un par de horas, es como si el tiempo hubiera sido eterno para mí. — Dijo Hans en un tono sumamente dulce y devoto, al que Anna respondió mirando con vergüenza hacía otro lado, acomodándose un mechón de cabello tras lo oreja sin saber que decir.
— ¿Gra… Gracias? — Rió con algo de incomodidad y casi torpeza
— ¿Sabes? Le he preguntado al tutor y después de desempacar nos dejaran elegir el sitio para almorzar. Y… Me preguntaba si… Quisieras que almorzáramos juntos. — Con las cejas inclinadas hacía arriba y la expresión más dulce que tenía Hans continuaba con su dialogo, dejando a Anna hecha más lío que antes.
— B-Bueno yo… — Junto ambas manos sobre el mango de su maleta, encogiendo los hombros sin saber cómo negarse.
Elsa miraba la escena a sólo unos metros, capaz de escuchar apenas de que iba la conversación, suficiente como para que de poco en poco sus puños se cerraran, y sus labios se tensaban, con miedo a la respuesta de Anna.
— Haaaans, Amigo. ¡Que gusto verte! —Apareció Eugene justo detrás del castaño que pretendía a Anna, abrazandolo por los hombros y sonriendolo animadamente.
— ¿Eh? ¿Fitzherbert? — Hans miró hacía el chico que era ligeramente un poco más alto, confundido, pues hasta donde sabía a Eugene no le agradaba mucho.
— Que bien te ves eh, ¿Has estado ejercitándote? — Continuó Eugene, mientras dirigía una disimulada mirada a Elsa, señalándole a Anna, sugiriendo que aprovechara su repentina intromisión para apartar a su hermana de la escena.
— ¿Ah? ¿Lo notaste? Sí, yo… He estado practicando. — Dijo Hans con fingida modestia, olvidando casi por completo que Anna estaba frente a él, dejándose alagar por su superior.
— Pero no soy el único que lo ha notado… ¡Todo el equipo de futbol lo ha hecho! — Continuó con su pequeña actuación, mientras seguía haciéndole señas a Elsa para que actuara.
Elsa salió del trance, su amigo le estaba ayudando y ella no podía quedarse congelada, carraspeó un poco mientras empezó a caminar hacía Anna, quien al escuchar el ruido de las ruedas de la maleta de su hermana hacerse por el suelo, cambió la mirada hacía ella, cambiando su rostro de incomodidad en seguida por el de una brillante sonrisa.
Incluso Eugene, se apresuró para voltear a Hans, señalando hacía donde estaban algunos estudiantes del equipo de futbol, señalando particularmente al capitán: Kristoff. — ¿Sabes que han dicho algunos jugadores? Que es necesario un cambio de jefe, y a que no adivinas quien es el candidato número uno… — Continuó Eugene, con aquella pequeña mentira para distraer al chico y permitir que Anna y Elsa se fueran sin complicaciones.
— Majestad. — Dijo Elsa en voz baja, acercándose a su hermana mientras le extendía el antebrazo libre.
— Majestad. — Anna respondió con una sonrisa cómplice, tomando el antebrazo de su hermana, marchándose del lugar juntas.

FLASHBACK
— Y vivieron felices por siempre. — Culminó la madre de ambas niñas, mientras cerraba el libro de cuentos y dejaba un beso en las frentes de las pequeñas.
— Otro, otro, otro más por favor. — Pedía una inquieta y pequeña pelirroja, de no más de cuatro años, dando brinquitos con los hombros y apretando el cobertor por debajo.
— Mañana hay escuela Anna. — Respondió su hermana mayor, de casi siete años mientras negaba sonriendo.
— Tu hermana tiene razón, pero no se preocupen, mañana leeremos uno extra antes de dormir ¿Qué dicen? — Dijo la mujer de ojos azules como zafiros y acaramelados cabellos.

— ¡Si! — Respondieron las dos niñas al unísono, con suma emoción por la propuesta de su madre. Quien se puso de pie, las arropó a cada una y luego de desearles buenas noches, salió de la habitación apagando las lámparas, dejando a las dos pequeñas, confiando que Morfeo no tardaría en llevarlas consigo.
Sin embargo, la mujer no tenía idea que después del cuento de todas las noches, sus amadas hijas no dormían en seguida, al contrario. La pequeña Anna bajaba de la cama, saltando de puntitas con sus pequeños pies por el suelo frío hasta dar con la cama de su hermana y tras un tierno esfuerzo, llegar encima, acobijarse tras ella y empezar a hacer preguntas, que estaba segura sólo su hermana podría responder apropiadamente y así saciar su curiosa mente.

— Elsa… — Habló en las penumbras de la habitación una pequeña Anna.
— Anna. — Respondió su hermana sin girarse, manteniendo una sonrisa serena y los ojos cerrados ya, como si realmente se preparara para dormir.
— ¿Crees que esos mundos donde existan las princesas sean reales? ¿Crees que…? ¿Qué alguna vez podamos visitarlos? — Preguntó la pequeña pelirroja mientras miraba hacía el techo de la habitación con gran ilusión.
Su hermana mayor no respondió, meditó un momento y pasados unos segundos se giró en la cama, sentándose en ella dejando la mirada tranquila sobre su pequeña hermana.
— Anna en realidad, yo creo que estoy dentro de ese mundo… — Afirmó la mayor de las dos completamente segura.
— ¿Ehh? ¿De verdad? ¿Cómo puede ser posible? — Los ojos de Anna se abrieron sorprendidos y aún más ilusionados.
— Parece que no lo sabes, pero… — Se inclinó un poco a su hermana y le susurró en el oído haciendo un hueco con su mano contra la oreja ajena, como si contara un secreto. — Conozco a una princesa. — Terminó confesando aquel gran hecho.
— ¡¿Qué?! — Reaccionó con completo asombro la pequeña pelirroja. — ¿En serio?
— Claro… Aún es un poco pequeña… — Dijo separándose, y dejando un par de caricias sobre la cabeza de su hermana. — Pero sé bien que cuando sea mayor se convertirá en la princesa más hermosa de todas… — Elsa miraba a Anna con tanto encanto, que sin medirse en sus palabras continuó. — Lo sé porque incluso ahora, es bellísima, a pesar de su corta edad… Tiene un par de ojos azules increíblemente dulces y amigables, sus cabellos son rojos… Como cuando el sol esta por ocultarse y pinta de naranja todo el cielo, tiene algunas pecas sobre la nariz… Y aunque no le gustan mucho, le hacen verse sorprendentemente tierna. — Concluyó la pequeña rubia.
— Hm… Elsa… — La menor no tardó en darse cuenta de que su hermana la estaba describiendo a ella misma, sin embargo quiso seguir el juego. — Pero… ¿Estas segura de que es una princesa? — Anna unió ambas palmas y apoyó la mejilla sobre sus manos mientras miraba dudosa a su hermana mayor.
— Claro… — Respondió sin más explicación.
— ¿Por qué? — Insistió la pelirroja.
— Las princesas no sólo son bonitas… ¿Has notado que en todos los cuentos que mamá lee, las princesas siempre llenan de alegría el corazón de sus seres queridos? Mantienen una luz encendida en el alma de la gente, los hacen soñar, pelear, ser fuertes y conseguir vencer cualquier adversidad… Es por eso Anna, que tú… Eres mi princesa. — Sin agregar nada más, Elsa volvió acercarse a su hermana quien tenía todo el rostro ardiendo por las palabras de la mayor. La rubia dejó un beso sobre la frente ajena, mientras se incorporaba nuevamente debajo del cobertor, cerrando los ojos, uniendo la frente a la de su hermana menor, acordando esa como la mejor postura para dormir.
— Elsa… — Se escuchó la tímida voz de Anna una vez más.
— Si, ¿Anna? — Respondió la rubia en un murmullo sin abrir los ojos.
— Tú también eres mi princesa…— Confesó la pequeña mientras estiraba un poco sus labios para besar la nariz contraria.
— Entonces… Dulces sueños majestad. — Sonrió Elsa, rodeando a su hermana con un brazo, preparándose para dormir así.
— Buenas noches, majestad. — Respondió Anna sonriente, acurrucándose en los brazos de su hermana y así por fin cerrar los ojos y pretender dormir.
FIN DEL FLASHBAK

Gracias a las buenas ideas de Eugene, las hermanas habían podido escabullirse juntas sin que nadie obstaculizara su compañía. Aunque en encuentro que habían tenido anoche había sido un poco intenso, parecía que todo volvía a la normalidad, Elsa le sonreía, Anna podía bromear con la torpeza y espontaneidad que sólo su hermana encontraba sumamente encantadora. Eran ellas dos en su mundo.
Y así, tal y como había dicho Hans, los estudiantes tenían órdenes de llegar a las habitaciones de hotel que habían sido asignadas previamente, desempacar y luego podrían almorzar en el sitio de su preferencia siempre y cuando no se alejaran de los alrededores. El clima en el destino era muy distinto al origen. La mayoría de los estudiantes habían llegado cubiertos y muy abrigados, pero no tardaron en notar que este clima era más bien tropical. Con el mar a la vista y palmeras en lugar de grandes pinos, todos admiraban el paisaje por las ventanas de sus habitaciones. Pero sobre todo Anna, quien en lugar de desempacar, no podía despegarse de la ventana; mientras que Elsa la miraba de vez en cuando sonriente.
— Flynn me dijo que su familia vino aquí hace unos años y conoce un buen sitio para almorzar ¿Te gustaría que vayamos? — Preguntó Elsa mientras dejaba la última pieza de ropa en su sitio, y proseguía a abrir la maleta de su hermana, para ayudarle a desempacar.
— Sí, claro, seguro… — Anna no estaba prestando atención, seguía encantada con aquel paisaje playero.
Elsa se dio cuenta del tono distraído de su hermana por lo que no siguió hablando, prefería dejar que su pequeña hermana siguiera disfrutando de la vista, mientras ella podría hacerse cargo del equipaje de la más joven. Sin embargo, hubo algo en la maleta de Anna que hizo a Elsa enrojecerse por completo.
— ¿A… Anna? — Dijo la mayor mientras alzaba ambas manos, mismas que sujetaban un conjunto de lencería demasiado llamativo para alguien de la edad de Elsa, que aunque parecía ser su talla perfectamente, enseñaba y sugería demasiado.
— ¿Hmm? — Respondió contenta después de dar un suspiro contra la brisa del mar hasta que se giró y quedó estática ante la imagen.
De todo lo que Elsa pudiera haber encontrado en su maleta ¿Tenía que ser justo eso? ¿Por qué? ¿Cómo le explicaría? No quería mentirle a Elsa, sin embargo su vergüenza le ganó y se apresuró a caminar justo de lado de su hermana y tratar de apartar aquel conjunto provocativo de las manos de su hermana.
— E-Eso… Yo… N-no es mío… R-Rapunzel me pidió que… Q-que lo guardara por ella… — Trató de explicar con la voz tartamuda, logrando que su hermana mayor alzara una ceja no muy convencida.
— Anna… Esto… ¿Lo piensa usar Rapunzel? — Preguntó la rubia, proponiendo una ronda de interrogantes hacía su hermana.
— A-ahm… Sí, es para la noche del baile. —Respondió rápidamente. — O-O sea… Rapunzel, lo… Lo usará la noche del baile. — Se corrigió, mientras se rascaba el codo derecho nerviosa.
— Anna… — Por supuesto que Elsa no creía nada de lo que Anna decía, la conocía demasiado bien como para saber cuándo mentía. Sin embargo sólo de ver su cara muerta de vergüenza, se compadeció de la pobre, suspirando y dejando de nueva cuenta las prendas sobre la maleta de su hermana.
— Está bien si tú continuas desempacando… Me cambiaré para ir a almorzar. Haz lo mismo apenas termines. — Terminó de decir la mayor de ambas mientras tomaba un par de ropas y se introducía al baño con ellas.
Apenas Elsa entró al baño Anna se sentó de golpe sobre la cama, cubriéndose el rostro con las manos deseando que la tierra se la tragara y su hermana jamás hubiese visto semejante cosa. Cuando parecía obvio que eso no le pertenecía a Rapunzel, Anna lo había comprado, y lo peor es que lo había comprado justamente para que su hermana lo viera en ella. Aún recordaba el artículo en esa revista juvenil que sugería que no había mejor forma de atraer a un chico que mostrándole todo de lo que se ‘perdía’ y dentro de las opciones para hacerlo, estaba comprar ropa que exhibiera de la mejor forma sus atributos corporales. Y quizá, Anna lo había llevado demasiado al extremo.
— Tonta, tonta, tonta, tonta Anna. — Se decía así misma mientras desempacaba con el rostro todo rojo y la cabeza gacha. — Si Elsa te viera con eso diría algo como “Anna, cúbrete, vas a resfriarte”, “Anna, ¿Dónde rayos conseguiste eso?”, “Anna, dime que eso no es tuyo por favor”, “Anna ¿Te han obligado a usarlo? ¿Quién fue?”, “Anna, aún no tienes edad para usar esas cosas” — Trataba de imitar la voz de su hermana mayor, a quien sólo le había tomado un par de minutos acomodarse un vestido color blanco, acompañador de una pequeña mascada que cubría su espalda y colgaba por encima de sus antebrazos y además ahora escuchaba atenta por la rendija de la puerta del baño a su hermana pequeña hablar sobre el incidente de la ropa interior.
— ¿Entonces Anna de verdad piensa usar eso? — Se preguntó así misma con cierta preocupación, mordiéndose el labio mientras apretaba uno de sus puños a la altura de su abdomen. — Y encima… ¿La noche del baile? Es que… A caso piensa ir con un chico… — Tragó largo esperando a tranquilizarse, tan sólo de pensar en los planes que Anna pudiera tener con esa ropa se le revolvía el estómago.
Elsa no soportó el pensamiento, así que abrió la puerta de golpe y preguntó. — Anna, ¿Irás con Hans al baile? — Soltó la pregunta de golpe, sin importarle lo raro que pudiera haberse escuchado.
La joven que ya había terminado con el equipaje y que tras colocarse un par de sandalias y un par de shorts beige, ahora abotonaba una camisa blanca sin mangas y con cuello. Pero que mientras abotonaba el último de estos quedó quieta mirando sin entender a su hermana. — ¿E-eh?
— Dimelo Anna, ¿…l u otro te ha pedido que lo acompañes? — Insistió Elsa mientras caminaba hacía su hermana.
— Yo… Bueno… En realidad… En realidad quería… — Anna creyó que ese era el momento ideal para decirle a su hermana que esperaba que fueran juntas pero entonces.
“Knock, knock”
— ¿Els? ¿Estan listas? ¡Muero de hambre! — La voz de Eugene resonaba tras la puerta, interrumpiendo aquel preciso momento, haciendo que ambas hermanas voltearan a mirar hacía ahí, no podrían continuar su conversación en ese momento…
Notas finales: ¡Gracias por sus reviews, de verdad los agradezco muchisimo!

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