El tiempo había pasado realmente rápido en la tierra. Aún no podía decir si era por el lugar, o la costumbre de estar yendo de un lugar a otro. Kakarotto cada día se veía más sano, he incluso podría decir con seguridad que sólo faltaban días para que estuviera completamente sano.
—“Ai, ¿en qué estás pensando?” —Raditz me miro con reproche.
—“En nada, ¿por qué debería hacerlo?” —Moví mis pestañas de manera de inocente, pero al ver que rodaba los ojos, supe que no me creyó—. “Esta bien..., pienso en como miro el príncipe Vegeta a Kakarotto”.
—“¿De qué manera?” —preguntó confuso. Bufé, solo el no entendía señales tan obvias.
—“Cuando pregunto el por qué lo buscamos, decía el nombre de nuestro hermanito como si fuera de su propiedad”.
—“Tu solo te das cuenta de esas cosas” —dijo mientras rodaba los ojos, pero se podía ver una chispa de interés.
—“Lo se, por algo soy la mayor” —dije inflando el pecho, por el cual el soltó una leve carcajada. Sonreí.
—Eh, disculpen. —La cría de Kakarotto se acerco a nosotros. Lo vi con un poco de orgullo; de todo el tiempo que habíamos estado allí, era el único que se acercaba a avisarnos las cosas.
—¿Qué pasa? —le pregunte. Raditz lo miro con curiosidad.
—¿Ai, tu has convivido con mi papá?
—Por supuesto. —Gohan me miro con una sonrisa, más sin embargo Raditz con el ceño fruncido. Ah, es verdad, nunca le hable sobre eso.
—¿Podrías contarme? —me pregunto de forma inocente. Lástima que le tenga que decir que no.
—Me gustaría, pero no puedo. Es una historia un poco larga, y Kakarotto debe de estar presente. —Me miro con una pizca de desilusión, pero aún así asintió firme—. Ahora, si me disculpa, voy a entrar.
Subí al cuarto donde estaba Kakarotto, y, antes de sentarme cerca de él, tome una pastilla. Estaba tranquilo, por lo que supuse que no había pasado mucho tiempo desde que la terrícola había pasado por allí.
—Kakarotto, ¿cómo estás?
—Desearía estar mejor —respondió con una sonrisa leve. Que hablará me hacía sentir un poco orgullosa, ya que era algo que ni siquiera hacia con su terrícola.
—Pronto estarás mejor. Lo presiento.
—Eso espero. ¿Cómo están los demás?
—Pues, no se mucho. Si no me equivoco Vegeta lleva un tiempo desaparecido. —comenté. Vi como el rostro se Kakarotto aparecía una expresión de terror.
—¿Y el esta bien? —Lo mire con una ceja alzada, por lo cual bajo la cabeza sonrojado. ¿Será...?
—¿Sabes qué? Voy a buscarlo para ver como esta.
—Gracias —me sonrió agradecido, por lo cual a sentí.
Esto sería un poco complicado, de eso estaba segura.
<…>
Respire de manera profunda. Desde hace días había comenzado a practicar para así demostrar que aún seguía siendo el príncipe de los sayayin, y ahora más que estabas esos tontos. Pero sobretodo, le demostraría a Kakarotto que era superior a él.
—Así que estabas aquí. —Voltee de manera rápida.
—Ah, solo eres tú. —Rode los ojos, para así seguir dando puñetazos al aire.
—Vaya, con la emoción con la que lo dijiste me hace pesar que no me quieres aquí, y eso me duele. —Se puso la mano en el pecho, para después sonreír de forma abierta.
—¿Qué quieres, Ai? —pregunte, ya fastidiado.
—Oh, nada. Solo que mi querido Kakarotto esta preocupado por ti, así que vine a buscarte.
Sentí como la furia crecía. ¡¿Su Kakarotto?! ¿Quién se creía esta para venir de la nada y decir que Kakarotto era suyo? ¡Yo he estado más tiempo con él, he incluso podría decir que lo comprendía mejor que esa terrícola con la que estaba casado! Si Kakarotto tiene propietario, ¡ese sería yo!
—¡Y qué te hace pensar que es de tu propiedad! —grite, mientras hacia crujir mis dientes. Ella sonrió de forma burlona—. ¿Ahora que tienes?
—Nada, nada. Pero me diste toda la información que necesitaba.
Se teletransporto, dejándome con la palabra en la boca. ¡Estúpida Ai! Cuando la vuelva ver se va a enterrar de que nadie deja al príncipe de los sayayin así como así.