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Notas del capitulo:

Hey, algun gracioso me robo un dia de esta semana!

No se muy bien que paso, pero entre el lunes y el miercoles se me desaparecieron 24 horas... no es que los hubiera utilizado para hacer nada importante, pero eran mios!

En fin, ahi va el capitulo, disfruten!

_Yud te va a sacar a patadas en el culo, deja de meterle gente a la casa.

    Nick lo miró arqueando una ceja.

    _Aun están reparando la mía _agregó carraspeando, pero no lo miró a los ojos.

    Los trabajadores ya habían terminado, pero el chico estaba dándole vueltas al asunto de volver a vivir allí. No le gustaba estar solo, así que los mantenía haciendo remodelaciones sin sentido. Dalton pagaba por todo, desde que se fue se mostraba extrañamente colaborativo con su hermanito.

    _Bueno ¿Qué onda con el enano ese?

    Nick había llevado al chico a su habitación, dejándolo en la cama. No tendría más de doce años, estaba delgado, sucio y tenía algunas heridas menores en el cuerpo que ya había curado.

    _Ni idea _respondió Nick mirando al perro que estaba sentado a unos metros de ellos, mirando alternativamente a uno y otro cuando hablaban.

    _Que bicho feo ¿no? _exclamó Lyle mirando al animal, desoyendo los ruegos de Liz por ir a hacerle mimos.

    _Vamos a tener que ir a la policía _dijo Nick al fin.

    _Cuando despierte le preguntamos bien a ver que nos puede decir, lo estaba siguiendo un demonio así que no debe ser normal.

    _Si, pobrecito estaba muy cansado.

    Miró curioso a Lyle cuando este chasqueó la lengua con gesto de mal humor.

    _¿Qué pasa?

    _Lo de siempre, sos muy confiado. “Pobrecito” nada, todavía no sabemos que es y por qué esta acá. No te encariñes.

    Nick lo miró sin comprender, era uno de los mejores profesores de la liga infantil y eso se debía a que le encantaban los chicos, así que Lyle podría decir cualquier cosa pero su instinto sobreprotector se había activado al momento de ver correr al chico seguido por ese demonio, y cuando vio que caía haciéndose daño, solo reaccionó de aquella manera. Desde lo ocurrido con los Doce Apóstoles siempre llevaba consigo las armas que le había dado el Arcángel, recuperadas por el amigo de Yud cuando salieron de aquel lugar.

    Lyle vio la expresión de Nick y volvió a refunfuñar, ya era tarde intentar razonar con él. Aun con su manera de ser tan flexible, muchas veces Nick podía ser muy terco.

    Continuaron hablando sin percatarse que el perro se había levantado, dirigiéndose a la habitación donde descansaba el chico.

    _Val _llamó_. Val.

    El chico lo miró, sus grandes ojeras y cutis lechoso debido a la falta de sueño eran menos notorios debido a la penumbra en que estaba sumida la habitación, pero de todas maneras era evidente su fatiga.

    _¿Hay que irse? _preguntó con un hilo de voz.

    _Todavía no lo sé ¿estás seguro que es un guerrero de Miguel?

    _Si, se ve en sus ojos.

    _Entonces estamos en peligro.

    _No me pareció que nos reconociera _dijo el chico_. No parecía muy experimentado.

    _Huele a muerte _dijo el perro sentándose mientras rascaba detrás de su reja con una de las patas traseras.

    _Si, pero no está impregnado, sino que proviene de su interior.

    _¿Cuándo nos largamos?

    El chico miró por la ventana, era de noche y estaba muy cansado, pero no podían esperar mucho más. Estar bajo el mismo techo que un guerrero de Miguel era igual a firmar una sentencia de muerte.

    _En cuanto se acuesten.

    _Intenta dormir un poco, va a ser una noche larga.

    _Hasta que esto no termine no pudo hacerlo _dijo él con pesar.

 

_Está durmiendo _dijo Nick cuando regresó de la habitación.

    _Tenía aspecto cansado, si _concordó Lyle. Estaban comiendo piza, Nick había ido a buscar al chico desistiendo cuando lo vio profundamente dormido, con el perro enroscado en la alfombra a los pies de la cama_. Me sorprende como se dio cuenta que eras un guerrero ¿de dónde vendrá?

    Nick se encogió de hombros, cuando comía era inútil hablarle de cualquier cosa ya que todo le daba lo mismo. Lyle suspiró y comenzó a transmitir la charla intransigente de Liz.

    _Vamos perro, ya están dormidos _susurró el chico.

    El perro se desperezó y caminó detrás de él. La puerta estaba cerrada con llave, pero estaban colgadas en la pared. Cerró la puerta tras de sí y comenzó a bajar escaleras. Estaban en el piso dieciséis, por lo que  tras bajar cinco pisos por las escaleras ya estaba exhausto.

    _Podemos tomar el ascensor _sugirió el perro.

    _Me dan miedo, y si reaccionó de alguna manera van a encontrarme.

    Dado el horario no había nadie en la puerta de ingreso del edificio. Abrió con la llave que había tomado y salió caminando a la calle. Tras salir del edificio climatizado, el aire frio de la noche cortó su piel inmediatamente. El chico se abrazó a sí mismo y comenzó a caminar sin rumbo fijo. Solo debía continuar ocultándose hasta que todo finalizara.

    Caminó hasta una plaza oscura donde tomó asiento en un destartalado banco. Tenía hambre, debería haber comido algo antes de salir y ahora no podía hacerlo hasta que fuera de día, la presencia de un chico de su edad, solo, en algún lugar de comidas abierto solo despertaría sospechas. La sensación angustiante en su pecho aumento y sintió deseos de llorar, a medida que avanzaba ese maldito mes se sentía cada vez más solo. Quienes lo ayudaban intentaban lastimarlo, cuando eso sucedía reaccionaba, causando que los demonios encontraran su ubicación y eso solo producía la muerte de todos. Subió los pies al banco y abrazó sus piernas flexionadas, nunca debió venir ya que si lograba sobrevivir, era imposible poder regresar.

    _Quiero volver, perro _dijo casi llorando.

    _Fuiste elegido, no hay manera de rechazarlo _replico poco consolador el animal.

    _Es demasiado peligroso, tengo miedo, frio, hambre...

    _Se va a poner peor cuando se presenten los Verdugos.

    _No sos bueno consolando, perro _replico el chico estremeciéndose, todavía faltaba para el solsticio y debía sobrevivir hasta entonces, no pudo evitar comenzar a llorar. Las lágrimas escapaban de sus ojos sin control. Ocultó el rostro detrás de sus rodillas, al menos las lágrimas estaban calientes.

    _Solo debo guiarte, consolar no es mi trabajo.

    Asi que solo lo escuchó llorar.

 

Cuando los dos chicos lo encontraron estaba muy cansado como para resistirse. Lo miraron atentamente, tomándolo de los brazos, aturdido el chico los miró y le pareció ver aquello en sus ojos pero ya no le importó. Siempre era mejor que sucediera aquello a que lo despedazaran los demonios.

    Aun así, cuando fue arrastrado detrás de los arbustos bajos, donde las luces no alcanzaban a iluminar y era despojado de sus ropas, tuvo miedo.

    Y el suelo bajo sus pies comenzó a temblar.

    Luego dejaron de moverlo, sonido de lucha un poco más lejos. Alguien volvía a sostenerlo, sujetándolo de los hombros.

    _¡Levantate nene, que yo no puedo! _ordenó una voz cerca de su oído.

    Miró como drogado hacia donde provenía la voz. Su visión borrosa no le permitía enfocar bien, pero ya la había oído antes.

    _Parecen animales en celo. Asquerosos de mierda.

    Sentía manos de la persona sobre él, pero ya no con ese tacto desesperado, como si quisieran arrancarle algo sino que las manos pasaban por su cuerpo con rapidez. Lo estaban vistiendo.

    _¿Que paso? _pregunto frotándose los ojos en un intento vano de ver con claridad.

    _Que hoy tuviste un día de mierda, primero demonios y ahora violines. No deberías haber salido de tu casa.

    _Estoy de acuerdo con eso _concordó débilmente.

    _Vamos Lyle, no creo que quieran joder más.

    _Con la pateadura en el culo que les diste, dudo que vuelvan a acercarse a otro pibito.

    _¿Podes caminar?

    No, no podía.

    _Si _dijo de todas maneras, pero las piernas se negaban.

    _No te esfuerces.

    Fue levantado del suelo, un brazo pasó por debajo de sus nalgas, la cabeza apoyada en un hombro, los brazos colgando detrás de una espalda.

    El Guerrero lo había encontrado.

 

Aun necesitaba descanso, pero de todas maneras despertó. Caminó inestable hasta la puerta y la abrió. No sabía dónde estaba, pero debía irse.

    _Da media vuelta y metete en la cama si no querés que te ate.

    Dio un respingo. Estaba sentado frente a la puerta, mirándolo enfurecido. Los ojos le brillaban bajo el cabello castaño y su tono no admitía discusiones. Asintió tímidamente y cerró la puerta. Una vez en la habitación oscura no supo que hacer, estaba en un piso demasiado alto para escapar por la ventana.

    _Descansa Val, no queda otra.

    La voz de perro lo sobresalto, así de tensos estaban sus nervios que la única voz amiga lo asustaba. Quizás tuviera razón, debía descansar.

    _¿Podrías vigilar? _preguntó casi al borde del llanto.

    _Descansa, no podemos hacer otra cosa.

 

Lyle caminó por el pasillo hasta donde estaba Nick y se sentó entre sus piernas flexionadas.

    _¿Vamos a estar de niñeras toda la noche? _preguntó recostándose contra su pecho.

    Nick rodeó sus hombros, entrelazando las manos delante. Lyle se acurrucó aún más cómodo, compartiendo la sensación con Liz quien sentía el calor corporal de Nick a través de Lyle. La barrera entre ambos cada día era más delgada y a veces se encontraba pensando si sus identidades no llegarían a fundirse en algún momento, y entonces ¿Cuál prevalecería?

    Lyle alzó el rostro contemplándolo, Nick solo miraba con fijeza la puerta con el ceño fruncido. Sabía que estaba dándole vueltas a lo mismo y lo haría hasta volverse loco o dormirse, lo que sucediera primero, y Nick no tenía aspecto cansado.

    _Deja de pensar en eso, lo salvaste.

    _Querían…

    _Violarlo, si y probablemente lo hubieran hecho si no hubiéramos llegado.

    _¿Qué tal si no…

    _Perlo llegaste, ahora cortala.

    Nick lo atrajo más contra su cuerpo, apoyando el mentón sobre el hombro de Lyle, tocándose la piel de sus rostros. Por regla general Lyle siempre tenía frio, aun algunos días de verano cuando la temperatura era un poco baja y todos a su alrededor aun vestían remeras, él pensaba seriamente en abrigarse. En cambio la temperatura corporal de Nick era alta, siempre vestía mangas cortas y aun en invierno solía dormir con la ventana abierta. Lyle solía burlarse, diciendo que su cuerpo tenia costumbres de un hombre obeso, pero internamente disfrutaba estar cerca de él porque la tibieza que emanaba de su piel lo reconfortaba, así que permaneció a su lado, sabiendo que si bien él disfrutaba con su calor, Nick, de naturaleza sociable, disfrutaba con su compañía.

    Para que negarlo, ambos sentían que estaban en el mejor momento y lugar.

    En algún momento se quedaron dormidos.

    Nick despertó algunas horas después, le dolían la espalda y las piernas, pero esto último debido a que en algún momento Lyle había girado y se había sentado sobre ellas, quedando de lado. Prácticamente había resbalado hasta su pecho y dormía acurrucado como un gato sobre él. Nick irguió la espalda, que produjo un satisfactorio crujido y estiró los brazos ¿Cuándo tiempo había pasado? No mucho, ya que no sentía las piernas dormidas. Poco a poco flexionó las rodillas y el cuerpo de Lyle fue acomodándose a la nueva postura, no sin un mohín de molestia en su rostro. Nick sonrió, aun dormido su carácter salía a relucir. Cuando lo tomó por la cintura y se puso de pie, casi cae al suelo sentado, pero recuperó el equilibrio apoyando la espalda en la pared, con Lyle aun entre sus brazos.

    _Hubiera sido más fácil despertarlo _dijo en voz baja.

    Sí, pero no quería hacerlo. Cuando dormía era el único momento en que podía contemplarlo a su antojo, sin recibir esas miradas inquisitivas ni comentarios sarcásticos. Lo llevó hasta la cama, donde lo depositó con cuidado.

    Las cosas se estaban complicando nuevamente, debía decidir qué hacer, aunque en realidad ya lo sabía. Desde el momento que vio al chico seguido por el demonio lo supo. El problema era Lyle, por supuesto.

    _Sabes que no puedo dejarlo solo ¿no?

    Lyle continuó durmiendo. Nick apartó un mechón de cabello de su rostro. Lo tenía largo. Últimamente lo usaba atado porque le molestaba el cabello sobre el rostro, pero no hablaba de cortarlo, solo lo haría cuando comenzara a molestarle, cosa que por el momento no era así.

    ¿Podría protegerlo mientras era envuelto en un nuevo problema? Ahora podía estar seguro de ser capaz manejar la situación, sí. Pero de la misma manera habían sido tomados por sorpresa por los Apóstoles, él había terminado muerto y Lyle estuvo a punto. No podía exponerlo nuevamente de esa manera y al mismo tiempo era incapaz de dejar al chico solo. Ahí era donde se trazaba la línea que dividía la nobleza de la imbecilidad y Nick no estaba seguro de que lado estaba parado.

    _¿Qué anda pasando por esa cabecita, Nicky?

    La expresión de Lyle era suave. Sus ojos color celeste.

    _¿Estabas despierta?

    _No soy consciente cuando duermo, simplemente caigo en la inconsciencia hasta despertar_. La expresión de Lyle se tornó pensativa_. Nunca antes me había puesto a pensar en eso.

    _Es como si se te agotaran las pilas ¿no?

    _Como el conejito que compite con el de los comerciales de Duracell _rio_. Me apago.

    Nick esbozó una sonrisa. No habían hablado directamente desde aquella discusión.

    _Sabes que va a acompañarte, decidas lo que decidas ¿no?

   La miró desconcertado.

    _¿Cómo?

    _Lyle _aclaró_. Es un tipo jodido, pero en lo que se refiere a todo lo que tiene que ver con vos podes confiar en él.

    _No quiero que vuelvan a estar en peligro.

    _Eso es inevitable, hay mil cosas que pueden suceder que escapan a tus manos. Yo fui un claro ejemplo de eso.

    _No fue algo que elegimos.

    _Tu personalidad no te ayuda Nicky, no sos una persona que sea capaz de elegir cuando sabes que alguien te necesita. A pesar que se enoja, Lyle sabe eso perfectamente y va a apoyarte en lo que decidas hacer… aunque va a volverte loco en el proceso.

    Rio al decir esto y Nick se unió luego de un momento.

    _Te extrañe mucho este tiempo que no hablamos _dijo al fin ella.

    _Si, no terminamos bien la última vez. Estaba muy confundido.

    _Si, pero ya no ¿verdad?

    No le respondió, pero no era necesario. Habían estado poco tiempo juntos, al menos durante el periodo de buena salud de ella, sin embargo se conocían bien. Ella era caprichosa y egoísta, pero nunca había dejado de observarlo, conocía sus expresiones, cuando algo lo preocupaba y cuando mentía o era sincero. Nick había sido maravilloso con ella y a pesar de su corta edad, ella sabía que no era fácil encontrar a alguien así.

    Ella lo quería, tanto así como para volver y aceptar que su novio estaba enamorado de otra persona.

    _No, ya no _aceptó él.

    _¿Sería mucho compromiso pedir un beso de despedida?

   En su rostro se formó una expresión demasiado dulce, nada propia de Lyle. Nick no pudo evitar sonreír, era la sonrisa de Liz, la recordaba ya que se había enamorado de ella. Nick no era tan inocente como para creer que el amor era inmutable y duraba eternamente, pero tras un periodo de luto había seguido adelante. Cuando Liz regresó fue un nuevo torbellino de emociones, pero allí estaba Lyle, extraño, malhumorado y fascinante, tanto que no supo cuándo comenzó a sentirse atraído.

    Ahora sería capaz de hacer cualquier cosa por él.

    Se acercó al cuerpo de Lyle, Liz cerró los ojos expectante. Cuando sintió los tibios labios en su frente los abrió desilusionada, pero ¿acaso le había dicho que quería que la besara en los labios?

    _Sos un tramposo Nicky _dijo con tristeza.

    _Dormí, tengo que volver.

    Lo vio salir de la habitación y contuvo los deseos de llorar. Si Lyle sentía que ella había estado llorando haría un escándalo porque ella había vuelto a utilizar su cuerpo sin su permiso.

    Lo difícil era saber que haría a partir de ese momento.

 

Por la mañana volvió a intentarlo, pero en cuanto abrió la puerta vio esos ojos brillantes que lo contemplaron con atención. Se puso de pie y le tendió la mano.

    _Vamos a desayunar _dijo en voz baja.

    Le indicó que se sentara en una de las sillas altas del desayunador de las cocina, el chico obedeció sin decir nada, aun con su actitud reservada.

    _No esperes gran cosa, no se preparar nada, pero si me avisas puede que no se quemen las tostadas ¿Qué decís?

    El chico lo miró sin comprender, para luego asentir. Solo debía decirle cuando el pan se quemaba ¿no? Eso era fácil.

    _Lyle prefiere el té, pero a mí me gusta más el café… bueno si tengo que elegir prefiero la chocolatada pero no me gusta que me miren como si tuviera cinco años. Así que espero que quede entre nosotros.

    La leche caliente en la mañana fría le sentó muy bien, además el chico lo había llenado de chocolate por lo que estaba espeso y reconfortante. Tomó la taza entre las manos calentándolas.

    _Las tostadas _avisó.

    El otro hizo un gesto de sorpresa y se dio vuelta a la cocina, Yud tenía una tostadora pero Nick seguía utilizando las hornallas, negándose a asumir su propia torpeza en todo lo referente a esa estancia de la casa en particular. El más chico no pudo reprimir una sonrisa, la primera en meses. No se sentía en peligro, todo lo contrario.

    _¿Qué tal? Se quemaron un poquito pero no están tan mal ¿no?

    _Serias capaz de quemar el agua, Nick _dijo la voz adormilada de Lyle mientras entraba a la cocina.

    _No me hagas quedar mal, Lyle.

    El rubio hizo un circulo con los dedos pulgar e índice, dejando alzados los otros tres y luego se pasó los mismos dedos por los labios de lado a lado “Ok, no digo más nada”. Pasó por el lado del otro y puso agua a calentar, luego se sentó junto al más chico, limitándose a mirar los movimientos de Nick por la cocina, ignorando las miradas nerviosas que le echaba el chiquillo. No era necesario prestarle atención ya que lo tenía dentro del campo de visión y Liz le decía lo que hacía. A veces la chica esa era bastante útil.

    Vieron que el perro se acercaba al umbral de la puerta y, sentado, los miraba. Nick se levantó y le dio las sobras de la cena.

    _Es lo único que hay, después voy a comprarte alimento.

    _Está bien, no es necesario _respondió el perro comenzando a comer lo que le había dejado.

    Nick cayó de culo mirando al animal, Lyle lanzó una carcajada nerviosa, mezcla de su asombro y la incredulidad histérica de Liz. El chico sin embargo miraba con ojos redondos al perro que se había descubierto de tal manera ante los dos extraños.

    _Ha… habla _pudo decir Nick luego de un rato, señalando al animal y mirando a Lyle que continuaba con expresión sorprendida.

    _¡Perro! _exclamó el chico.

    _Estamos a su merced Val, tarde o temprano iban a saberlo _dijo el perro sin dejar de comer_. El Guerrero no es peligroso, eso ya pudiste comprobarlo.

    _El perro habla _repitió Nick ante la imposibilidad de decir más nada.

    _No puedo creerlo, es lo único que faltaba _dijo Lyle cubriéndose el rostro con una mano.

    _Y es solo el principio _dijo el perro.

    Los dos mayores no podían reaccionar, el chico solo tomaba la bebida con aspecto rendido. El perro continuó comiendo en silencio.

Notas finales:

Proximo para el miercoles.


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