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Ángel por Magi chan

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I


Infancia


*


Los niños dicen cosas interesantes si estamos dispuestos a entenderlos”


*


Todos los niños pequeños tienen amigos imaginarios. Humanos, animales, seres fantásticos... Pero forman parte de la infancia de cada persona. Único para cada niño.


Es un compañero de juego, es la primer manera de socializar que tienen los niños que no tienen otros pares cerca para compartir juegos.


Por eso nadie se preocupaba cuando Kibum corría solo en el patio, jugando con quién sabe qué, riendo y disfrutando. Era tan inocente y bueno...


Jugaba con alguien llamada “Minji”, que decía que era una amable mujer que siempre le traía caramelos. También solía hablar con algunos más, pasaba horas en su cuarto encerrado o en el patio, corriendo. Siempre solo, al parecer. Pero riendo como si realmente estuviera con amigos.


Lo preocupante fue cuando empezó a crecer y cada vez inventaba más amigos. Uno tras otro...


El colmo fue cuando llamaron a su madre desde el jardín de infantes, diciendo que su hijo se había puesto a llorar en el baño, pidiendo a gritos que “alejaran a ese hombre de él”.


Pero en el baño no había ningún hombre.


La asistente social les hizo entender que tal vez Kibum había tenido algún trauma y, un niño de cinco años con algo como eso, podría ser bastante complicado de tratar.


Así que comenzaron a llevarlo al psicólogo.


Y las cosas se tornaron más complicadas.


Cada día que pasaba, Kibum dibujaba extraños seres, explicando su nombre y de donde venían.


Que este había sido un hombre del ejército coreano, que ese era un pequeño demonio, que aquel era un neflim...


Cuando empezó la escuela, fue un completo desastre. Kibum peleaba con compañeros y se justificaba diciendo que “sus amigos” se lo habían pedido.


Esos amigos jamás existieron, solo estaban en su cabeza.


(O eso diagnosticaron los psicólogos)


A veces empezaba a gritar, pidiendo que por favor se callaran. Golpeaba a la nada, llorando, nervioso.


Eso le valió las grandes burlas de sus compañeros, lo cual solo le hizo estar más solo de lo que podría llegar a soportar. Niños reales sumados a los que ya tenía en su cabeza... Kibum no era capaz de entrar al colegio por cuenta propia.


A los diez años, Kibum fue diagnosticado con esquizofrenia indiferenciada. Alucinaciones, psicosis, cambios de humor, ataques de pánico, delirios. Al menos eso pudieron diagnosticar cuando Kibum solo gritaba que lo dejaran en paz.


La posibilidad de meterlo a un hospital mental estaba presente. Pero preocupada por lo que pudiera llegar a pasarle a un niño de diez en esa clase de lugares, su mamá prefirió que se quedara en casa.


Esto le valió discusiones fuertes con su marido, el cual sostenía que debían internar a Kibum.


Dejó el colegio y comenzó a tomar clases particulares.


Lo que más llamaba la atención de los médicos era que Kibum tenía un excelente nivel académico, no padecía de dislexia ni de complicaciones en el habla. Su coeficiente era muy elevado.


Si se le daba un tema de interés, Kibum era capaz de socializar con la gente de la manera más normal posible.


Pero aún así no fueron capaces de convencerse de que Kibum estaba mejorando. Luego de un ataque de furia, donde rompió todos los muebles de su cuarto, decidieron comenzar a medicarlo.


A sus trece años, Kibum comprendía que tenía un problema. Que ver cosas y escucharlas no era normal. Que esas cosas, al mismo tiempo, te hablaran todo el tiempo, pidiéndote que hagas locuras, tampoco era normal.


Y que si algo dentro de tu cabeza te decía que eras un idiota y que no servías para nada, algo definitivamente iba mal.


Las pastillas eran en pequeñas dosis que Kibum era capaz de recordar. Vivía encerrado en su cuarto, dibujando o leyendo los millones de libros que le regalaba su abuela cada vez que venía a Seúl.


Se esforzaba mucho en estudiar solo para que su mamá no tuviera que preocuparse también con sus estudios.


Las cosas parecían ir bien. Hasta estaban pensando en reincorporarlo a la escuela ya que Kibum era capaz de controlarse y no hablar solo en público.


Pero apareció un nuevo chico en su mente. Al parecer, un muchacho muerto hace un par de años. Su psiquiatra, al investigar acerca de los datos dados por Kibum, se dio cuenta de que ese chico había existido alguna vez.


Que había muerto por suicidio.


Así que decidió aumentar sus dosis, no quitarle un solo ojo de encima y tenerlo en cuidado total.


Si Kibum era capaz de comprender qué era el suicidio y como ejecutarlo, sería un completo peligro.


Pero todo el cuidado del mundo no fue suficiente.


Una noche Kibum se despertó mientras ese chico, Joonmyeon, le seguía diciendo que ni en su casa lo querían. Bajó a lavarse la cara cuando pudo escuchar lo gritos de sus padres.


¡Está loco, Sojung! ¡Entendelo! ¡Debemos internarlo!


¡No lo voy a hacer! ¡Vos sos el loco! ¡Tiene solo catorce, no voy a dejar que se hunda en uno de esos lugares!


¡Estoy harto de cuidarlo Sojung! ¡Quiero un hijo sano!


Vio perfectamente como su madre le pegaba a su padre, ofendida por lo que había dicho. Kibum comenzó a llorar, porque nunca había visto a sus padres discutir.


— ¿Ves? Ni ellos se soportan entre sí solo por tu culpa...


Siempre lo hacía. Joonmyeon siempre le decía esa clase de cosas. A Kibum le daban ganas de tirarse por las escaleras o quizás debajo de un tren.


Se encerró en su cuarto, viendo como Joonmyeon le señalaba la tijera de costurera que usaba para arreglar su ropa de vez en cuando.


A la mañana siguiente, su madre lo encontró en la cama, lleno de cortadas en todo el cuerpo.


Fue la primera vez que Kibum entró a un hospital psiquiátrico.


Cuando su doctora le preguntó por qué lo había hecho, se justificó con algo así:


— Joonmyeon dijo que si lo hacía, seguramente mis padres se preocuparían por mí y dejarían de discutir... No quise, así que solo lo hizo él...


— Ellos se preocupan por vos — trató de hacerlo razonar la mujer.


Demasiado. No quiero que su matrimonio termine por mi culpa. Joonmyeon dijo que si me internaban, seguramente mi mamá no se estresaría tanto por cuidarme... Y creo que tiene razón — murmuró el menor subiendo las piernas a su camilla y abrazándose a sí mismo.


— Kibum, Joonmyeon no existe.


El chico levantó la vista, lleno de miedo y lágrimas. — ¡Si no existiera, no me hubiera hecho lo que me hizo!


Kibum conoció muchas personas en el hospital. Era capaz de ver una especie de bruma sobre cada uno.


En la enfermera que siempre le traía la comida, veía una bruma parecida a una nube. Rápidamente lo relacionó con que esa enfermera era una de las más buenas del lugar.


El chico de enfrente de su cuarto, tenía una bruma negra... Y la verdad, se la merecía, siempre andaba golpeando a las niñas o a los niños más chicos que él.


(Más de una vez le pidió a alguno de sus amigos que le hicieran una travesura)


Ahí conoció a Taemin, quien se presentó como un demonio. Kibum se rió en su cara porque los demonios eran malos y vivían en el infierno. Taemin dijo que era todo un mito, los demonios solo eran criaturas que trabajaban para el infierno, pero no eran malos.


Así comenzaron una relación de amistad.


Intentó ver una bruma en Taemin, pero no había nada.


— Es el alma, Kibum, ves el alma de las personas... Y solo los humanos tienen alma. ¿Nunca te viste al espejo? Estoy seguro que podés ver la tuya.


Se miró al espejo y le contó a su doctora que su propia alma era muy confusa, porque cambiaba de color constantemente.


Taemin se encargó de que Joonmyeon no apareciera más a su alrededor.


Luego de unos meses, decidieron sacar a Kibum del hospital. Estaba en condiciones al menos dignas de salir a sociedad.


Por un mes, Kibum fue un hijo perfecto. Taemin mantenía a los espíritus tranquilos, por lo que él solo se preocupaba en estudiar.


Pudo empezar a la secundaria.


Pero entendió que no era cómodo. Se sentía asustado de tanta gente. Y Taemin últimamente no podía estar, por lo que las voces se hacían insoportables.


Entendía cuales espíritus que veía eran tranquilos y solo estaban en el mundo humano porque no podían irse... Esos no lo molestaban... Podía hablar con ellos y les pedía permiso para dibujarlos y hasta escribir las historias que le contaban.


Lamentablemente, la mayoría era como Joonmyeon, malvados. Así que era una completa locura estar en un salón de clases, ver las almas de las personas y, además, que un estúpido fantasma te diga barbaridades de tus compañeros.


Por cuenta propia decidió dejar la secundaria a los dieciséis. Sus compañeros habían hurgado en su archivo y todos supieron que había estado en un manicomio. Fue una tortura.


Los espíritus podían ser malvados. Pero entendió que las personas lo eran aún más.


No podía más consigo mismo, sentía que al fin de cuentas, de verdad era un maldito loco.


Recordó lo que había hecho Joonmyeon dos años atrás. Cortadas.


Comenzó con la mutilación justo durante la cena de navidad a sus dieciséis. Al parecer, su mundo estaba un poco revolucionado y escuchaba más gritos de los que podía soportar.


De hecho, lo hizo porque en la mesa, durante la cena donde toda su familia, una estúpida voz en su cabeza comenzó a decirle cosas sobre su familia. Como que su padre tenía una amante. Su tía era alcohólica. Su prima era drogadicta.


Que su mamá estaba cansada de él.


Comenzó a gritar en medio de la cena, tirando todo lo que tenía cerca, pudiendo lastimar a cualquiera.


Cuando pudo tranquilizarse, vio la cara de miedo de su propia familia. Terminó encerrado en su cuarto, llorando, cortándose.


Era mejor así. ¿Esos estúpidos espíritus querían esto? Ahí estaba. Kibum dañándose a sí mismo. Era como si esos seres se alimentaran de las lágrimas, del sufrimiento del menor.


Kibum era una persona sumisa. Realmente lo era. Aceptaba todo y no era capaz de negarse a nada. Era tímido al hablar y odiaba las multitudes.


No era difícil que una simple voz en la cabeza lo hiciera hacer sentir mal. Menos con el autoestima que tenía.


En su cumpleaños diecisiete, decidió que lo mejor era volver a internarse. Lo decidió luego de que su mamá lo viera en la bañera, intentando tomarse todos los frascos de medicamentos juntos.


Decidió que si quería suicidarse, su madre no tenía por qué verlo.


Porque era lo que quería. Suicidarse de una maldita vez para que todo lo que tenía en su cabeza lo dejara de torturar.


Sus padres aceptaron rápidamente, más asustados de lo que había pasado que de lo que tenía pensado hacer Kibum.


Leer era su única escapatoria. Leía lo suficiente como para meterse en un mundo donde era igual a los demás. Adoraba escribir también... Pero su fascinación era leer... Sentirse igual a los demás era una sensación gratificante al cien por ciento.


— Kibum, tengo un chico que quiere conocerte — le dijo su doctora mientras él intentaba terminar de leer el principito por centésima vez.


El que se presentó fue un muchacho alto, con ojos demasiado grandes para ser coreano, muy apuesto y con el cuerpo atlético.


Por primera vez, Kibum comprendió lo que era sentirse atraído a una persona.


— Soy Minho, un gusto Kibum — sonrió el extraño.


Kibum apenas sí subió la mirada. — H-hola Minho...


El alto, ahora llamado Minho, entró a su cuarto así como así y comenzó a ver los dibujos en las paredes.


— ¿Son las cosas que ves? — preguntó inmediatamente.


— S-sí... — murmuró.


— Tenés talento — alagó Minho. — Dibujas muy bien... Realista...


— Es surrealismo — corrigió Kibum sin estar seguro de si debería corregir a alguien que intentaba agradarle.


— ¿Por qué debería ser surrealismo? No soy como ellos... Para mí esto es real.


Kibum dejó su libro de lado y se acercó al visitante. — ¿Podés verlos también?


— No... Mi hermano podía — explicó Minho con una sonrisa. — De hecho vine porque me dijeron que dibujabas parecido a él... Solo que los tuyos están mejor.


— G-gracias... — se atrevió a decir Kibum con las mejillas rojas. — ¿Tu hermano? ¿Está internado acá?


Estaba. En la sección de adultos. Vine a recoger sus cosas y oí sobre vos. ¿Me permitirías ser tu amigo?


Kibum no creyó lo que escuchaba. Porque él nunca tuvo amigos “reales”, lo más cercano es Taemin y últimamente estaba desaparecido. No, él ni siquiera era real.


Tampoco sabía como comportarse. Solo pudo sonrojarse un poco más y ponerse nervioso.


— Supongo que sí — susurró. — ¿Le dieron en alta a tu hermano?


— Se suicidó — dijo Minho como si no importara. — Pero ambos sabemos que si fue una buena persona, irá allá arriba... Así que no estoy triste.


— Tal vez un día lo vea — sonrió Kibum intentando ser amable. — Y él te mande saludos.


— Eso suena bien...


No le importaban las intenciones de Minho realmente. Sabía que era inocente de su parte. Pero era la única persona que de verdad se interesaba en lo que veía.


¡Minho era la única persona que creía en lo que veía!


Aparte era una persona agradable. A su lado, Kibum era capaz de ser un adolescente normal.


Le dieron el alta, nuevamente. E intentaron una estúpida inserción en la secundaria. Solo intentaron, porque a la semana Kibum había golpeado a tres chicos y hecho dos escenas en medio del patio, gritando.


Al cumplir los dieciocho, su psiquiatra no permitió que su mayoría de edad le diera independencia. Legalmente, Kibum seguía bajo tutela de sus padres por no ser capaz de cuidarse a sí mismo.


Total mentira porque si algo tenía en claro Kibum era que la presentación era importante. Había desarrollado un gran gusto en comprar ropa y teñirse el pelo. Minho decía que era como una Diva.


Decidió una carrera en Literatura, corrector literario. Si iba a estudiar algo, quería que fuera algo que amara. Y él amaba los libros.


La carrera en dibujo también fue muy tentadora, pero los dibujos eran una manera de expresarse. No lo veía como un trabajo a futuro.


(Si algún día podía trabajar)


Kibum comprendió que su infancia no había sido sencilla. Y eso vaticinaba un futuro más complicado aún. Pero era capaz de comprenderlo y aceptarlo, intentando salir adelante para curarse.


Comprendía que para todos estaba enfermo, así que debía curarse.


En realidad, Kibum siempre comprendió más cosas de lo que los médicos fueron capaces de aceptar.

Notas finales:

Hi~

Sí, esto va a ir lento~ :3 pero es mayormente Key!Centric, perdón por eso ^^

Como se tardan los cinco... A los tres reviews actualizo, ya que en el próximo cap tampoco hay chonkí así que compensamos eso con actus más rápidas xD

#HappyJonghyunDay

#HappyPuppyDay

#26thBLINGDAY

:3

Beshosh!


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