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Detrás de canchas por PokeStand

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Sinopsis: Longfic KageHina. Sin spoilers. La universidad de Karasuno abre sus puertas a los estudiantes del primer año. La historia se centra en la relación de Kageyama y Hinata fuera de lo que es el equipo, ahora que comparten habitación las cosas se empiezan a complicar. Hinata está completamente enamorado de Kageyama, mientras que él no quiere saber nada que no tenga que ver con vóley. No es otro tonto fic agnst y fluff de adolecentes enamorados... bueno, sí lo es.

 

- ¿Cómo crees que será la cancha?

- Más grande -afirmó.

En realidad, no le interesaban los metros que tuviera la cancha, siempre y cuando sirviera para practicar. Las únicas que le interesaban eran en las que se pararía durante los campeonatos. Pero tenía que admitir la curiosidad que había despertado ese gran edificio, quería recorrer la universidad de Karasuno y pasearse por los clubes. Sí, ojalá la cancha fuera más grande.

La universidad. Había estado tan distraído con el deporte que los años transcurrieron con rapidez, como si el único momento donde el tiempo se detenía un rato fuera para verlos jugar a él y al equipo.

Esa etapa había quedado atrás. Kageyama Tobio tenía 18 años y la universidad era un edificio enorme que quizás, solo quizás, podría llegar a intimidarlo un poco.

Hinata estaba saltando a su alrededor, señalando y exclamando cosas como "¡Woa! ¡Ahí está el comedor!" o "Waa, ¿Ese pasillo nos lleva a las habitaciones?". No importaban los años que pasaran, seguía siendo el mismo idiota hiperactivo e insoportable, tal como lo conoció. Las únicas diferencias entre aquel entonces y la actualidad, eran la edad y que, vaya a saber uno cómo fue que ocurrió, ahora eran mejores amigos.

Detrás de ellos, los seguían Tsukishima y Yamaguchi. De vez en cuando compartían algún comentario entre ellos y nada más. Tsukishima todavía no le caía bien, pero ya no se llevaban mal. Por el bien del equipo.

Definitivamente era otro el ritmo que reinaba adentro. Un ritmo acelerado, estresante y nervioso: los alumnos iban de un lado a otro, empujándolo sin querer, sin mirarlo, sin disculparse. Andaban en las nubes entre papeles, libros y conversaciones en voz alta. Era un completo desorden. ¿Era así todo el año o solo era cosa del primer día? El camino hasta la habitación lo puso de mal humor. Se limitó a perseguir a la cabeza naranja, que aunque se perdiera entre la multitud podía localizarla con facilidad.

Los corredores del tercer piso estaban vacíos en comparación de los del primer piso, por donde circulaba todo el mundo. Había más estudiantes dando vueltas con la vista fija en un papel, igual que ellos. Buscando la habitación correcta, que irían llenando de vivencias a lo largo del año.

- Es... aquí. Creo -dijo Hinata, parándose en frente de la puerta con expresión alegre.

Kageyama tanteó los bolsillos del pantalón hasta encontrar la llave. Abrió, por primera vez, la puerta de su futuro hogar.

- La nuestra es esta -señaló Yamaguchi, seis números después. Tsukishima entró sin decir nada.

- ¡Nos vemos más tarde! -se despidió Hinata.

- A la hora del almuerzo -asintió Yamaguchi.

Kageyama no quería compartir el cuarto con Hinata. Se había quejado e intentó ver si podía arreglar con alguien que quisiera vivir con él, pero las únicas personas que conocía eran de Karasuno y solo ellos cuatro habían elegido esta universidad para continuar sus estudios. Por supuesto, Daichi, Sugawara, Asahi, Nishinoya y Tanaka ya estaban estudiando en la universidad, y más importante, jugando al vóley. Pero todos ellos ya compartían habitación hace años y no le tenía gran confianza a sus poderes de sociabilidad. Porque eran básicamente nulos. Y como dice el dicho, mejor idiota conocido que psicópata a conocer durmiendo cerca tuyo. O algo así.

Sin embargo, la razón principal por la que no quería vivir con Hinata era el tipo de relación que sostenían.

Por el vóley, habían desarrollado una buena amistad (a su manera), pero también una gran dependencia el uno al otro. Su moral y humor estaban muy apegados a Hinata, y viceversa. Como Kageyama no entendía este tipo de vínculo que tenía con Hinata, prefirió buscar una alternativa antes de vivir con él. Pero no encontró ninguna.

Hinata entró primero.

- ¡La cama de arriba es mía!

- ¡Ni se te ocurra!

Kageyama entró al cuarto empujando la puerta con fuerza, dispuesto a reclamar su puesto arriba. Hinata estalló en risas al ver su cara.

No había camas marineras. Lo estaba molestando para ver su reacción preponderante. Lamentó con todo su ser no haber hallado a nadie más para vivir.

El lugar era pequeño, acogedor. Paredes blancas y limpias, suelo de madera y un baño. Una de las camas estaba al lado de la ventana, que daba al patio lateral; en paralelo, estaba la otra a solo medio metro. Debajo de ambas camas había cajones. Una puerta corrediza parecía el closet, mientras que la otra estaba abierta y se podía ver claramente el baño. Había un estante simple arriba de cada cama, nada más. No había mucho espacio.

Hinata se dejó caer de espaldas sobre la cama que estaba al lado de la ventana. Miró con una amplia sonrisa hacia el exterior. Ese era un buen ejemplo, a eso se refería con el vínculo extraño que tenían. Si Hinata sonreía, significaba que todo estaba bien. Y eso le generaba inexplicable tranquilidad. Si lo relacionaba con el vóley, entonces tenía más sentido: cuando Hinata sonreía, quería decir que estaba animado y eso le daba confianza a la hora de pasarle los pases. ¿Era una especie de efecto placebo que se trasladó a la vida cotidiana?

El rostro de Hinata había madurado en estos últimos tres años. Aun se veía aniñado, pero la mayor parte del tiempo era por las caras y los pucheros que hacía. Los piercings en las orejas lo hacían ver más adolescente y su maraña anaranjada era unos centímetros más larga que hace tiempo, pero él decía que se lo iba a cortar pronto. En cuanto a la altura, no había dado ningún estirón. Seguía siendo el mismo enano de siempre. Acostado allí, sonreía con calma hacia la ventana, perdido en sus pensamientos. No había cambiado en nada.

Kageyama lo ignoró y comenzó a acomodar su ropa en lo que sí, era un closet. Compartido, uh. Acomodó sus pertenencias en el cajón de la cama. A todo esto, su compañero comenzó a  parlotear sobre las clases. Como si no importara nada más, como si fuera tan simple. En aquel momento lo eran, pero ni Kageyama ni Hinata sabían el año duro que les quedaba por delante.

No tenían idea de cuánto iban a cambiar sus vidas.

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Hinata Shoyo contempló el mundo más allá de su ventana. ¡Estaba tan contento...! Por fin tenía su propio espacio dónde vivir, y aunque fuera pequeño, lo hacía feliz. Sin mencionar que estaría compartiendo la habitación con la persona de la cual estaba perdidamente enamorado hace dos años.

Miró sobre su hombro. Kageyama terminó de acomodar sus cosas y leía un folleto que les dieron en la entrada sobre ayuda escolar. Buh. Hinata solo estaba en la universidad de Karasuno por el vóley, y sospechaba que él también. Aunque las clases eran algo en lo que tendría que concentrarse tarde o temprano.

- Voy por el resto de los folletos. También preguntaré por las aulas y las clases -le dijo Kageyama.

- ¡Voy contigo! -respondió, levantándose de un salto.

- No. Quédate a desempacar, que ni siquiera has abierto las valijas -lo regañó con expresión dura.

- Entonces averigua mis clases.

- No.

- Kageyamaaaa -se quejó.

- No.

Después de que él se fuera, y con toda la modorra de la tarde junta, abrió las valijas y tiró toda su ropa arriba de la cama. La clasificó en camisetas, pantalones, ropa interior y medias. No podía dejar de pensar en Kageyama. Esta situación era tanto un sueño como una grave preocupación. Es decir, estarían mucho más tiempo juntos, a la noche, en las mañanas, en esos dulces detalles. Eso le parecía muy lindo. Por otro lado, era bastante frustrante permanecer al lado de alguien que no te ve de la misma manera. Porque Hinata era consciente que era probable que Kageyama no sintiera lo mismo por él. Su trato hostil e indiferente fue desapareciendo un poco con el tiempo, por lo menos hacia Hinata y cuando no se trataba de vóley, pero por el resto, dudaba que fuera algo más que amistoso aprecio. Y eso dolía.

Tomó la decisión hace mucho. No iba a decirle nada acerca de sus sentimientos, por varias razones: Primero, ¡Qué vergüenza! ...Segundo, temía ser rechazado. Y por último, no podía afectar la amistad, llegaba a quebrarse y todos estos años se irían por el inodoro. No hablaba solo de la relación personal, sino de la confianza ciega entre jugadores. Se quebraban ellos y rompían todo el esfuerzo que habían depositado durante años y años en el equipo.

Pero Hinata no se desanimaba. Trataba de ver el vaso más lleno que vacío y era muy feliz. Si tenía que pensar en Kageyama, lo haría en las fantasías nocturnas donde soñaba que él le correspondía. Y todo era tan perfecto como ganar un partido. Hinata no necesitaba nada más. No en aquel entonces, donde no importaba más, donde todo era tan simple.

No tenían idea de cuánto iban a cambiar sus vidas.

Notas finales:

¡Prólogo de prueba! (Aunque de prueba no tiene nada, porque les guste o no, ya escribí unos cuantos capítulos)

Quiero aclarar algo importante para el desarrollo del personaje de Kageyama: Lo que leen es lo que es. Él es sincero consigo mismo. No quiero comentarios (o que ustedes piensen al leerlo) "Ay, es tan tsundere", "Ya va a aceptar sus sentimientos", "Gusta de él secretamente". No. Nada de eso. Por supuesto, todos sus sentimientos son mi interpretación de cómo sería el personaje: Kageyama no mostró en ningún momento interés por lo romántico. Solo le da igual, ya que se concentra en lo que le apasiona, el vóley. Pero siempre analiza las cosas, por eso es más complejo que Hinata.

Bueno, lo que quiero decir con todo esto, es que la manera en que Kageyama ve su relación con Hinata es completamente sincera, no hay ninguna negación implícita. Las relaciones amorosas dependen siempre de las personas y no son ni blancas ni negras, y Kageyama... Es Kageyama. Alguien tiene que enseñarle a ese nene sobre amor y algo va a aprender a lo largo de esta historia...

En cuanto a Hinata, es un personaje más sensorial. Hinata siente y después piensa, ese es mi headcanon. Si siente que ama a Kageyama entonces lo ama, y quizás luego, se ponga a pensar por qué.

Bien, me fui por las ramas (?). En fin, ¡Disfruten del fic! Esto es solo un prólogo, los capítulos siguientes serán más largos. Los comentarios, críticas, opiniones, fangirleos, lo que sea, siempre me animan para seguir escribiendo, especialmente ahora que soy nuevita en el fandom~


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