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Siempre. Kaisso. por Azul Olivia

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Notas del fanfic:

Voy a arder en el infierno por esto.

Pero no importa. Buena lectura~

 

El más alto termina dentro de él, oye un largo suspiro o gemido y siente como se separan de él, el otro se levanta y se dirige al baño, el más bajo se queda en la cama.  Solo.

No es la primera vez que pasa pero, muy masoquista de su parte, todavía no se ha acostumbrado. Sabe que es utilizado pero se niega a reconocerlo.

El dolor, la ansiedad, la culpabilidad y la soledad lo abruman. Las lágrimas se acumulan en sus ojos, se le encoge el corazón y llora.

Llora en silencio, abrazándose a sí mismo, tapándose con la sábana blanca de pies a cabeza, haciéndose una bolita en la cama, debe ser silencioso, el otro volverá en un minuto, bañado, oliendo delicioso, con ese olor tan embriagador y hechizante que lo hace ceder cada vez. Siempre.

Escucha como la puerta se abre y se obliga a sí mismo a calmarse. Respira profundamente por la nariz y el temblor de su cuerpo cesa. Debe tranquilizarse, si no el otro lo notará llorando, y si eso pasa, no se siente nada seguro de poder callar una  vez más.

La cama se hunde a su costado. Suspira despacio. Una nariz ajena se hunde en su cuello e inspira. Se muerde el labio, las lágrimas caen sin parar y no puede conseguir detenerlas.

Se oye una risa. Tan bonita.

-Te veo. No te escondas Dodo.-

Mierda.

Maldito sea ese bastardo.

Tiene un encanto muy aterrador. Siempre lo tiene en la palma de su mano, siempre consigue el todo lo que quiere, siempre.

Siempre le llama por su apellido, quizás el más alto no se sepa su nombre  por eso nunca se lo dice. O quizás, simplemente no le importa.

Se muerde el labio y arruga la nariz con fuerza. No puede aguatar por mucho tiempo.

Se obliga de nuevo a relajarse. Estira su cuerpo, la nariz ajena sigue detrás de su cuello, está un poco más cómodo en esa posición, con las piernas extendidas, los brazos acomodados por debajo de su cabeza. Tiene las caderas inclinadas un poco hacia atrás. Su trasero rosa la entrepierna ajena, pero no importa. No es como si fuera la primera vez.

Otra risa rompe el silencio. ¿Por qué es tan encantador?

-Te escondes.-  su voz suena suave, cautivadora y elegante. No se nota molesta, ni agresiva. Parece que quisiera acariciarlo con sus palabras. Él quiere creer eso.

-Creo que debo irme.-  su vos suena nasal, hasta el mismo se sorprende. Su vista es borrosa porque las lágrimas no han parado en ningún momento, lo encara, trata de ubicarlo pero solo se ve una figura encima de la cama, no ve sus ojos, o sus facciones, y agradece al cielo por eso, no quiere saber si tiene un rostro de indiferencia o de preocupación. Aunque el mismo sabe que la última opción es… solo un deseo. Que solo en sus sueños se hacen realidad.

-Dodo.- suena. Una vez más y su mundo se derrumba, así como el, que cae de rodillas sobre el suelo, golpeándose. -Do.- una vos autoritaria retumba en sus oídos, unas manos lo sostienen y siente brazos alrededor de su espalda y cintura. Es elevado, una brisa suave acaricia su cuerpo desnudo. No sabe a dónde lo dirigen y no puede adivinarlo. Su mente ha decidido dejar de funcionar. -Por Dios. ¿Qué te pasa?- su vos suena preocupada. El ríe. Seguro está soñando. -¿Te drogaste cuando no te vi?- le preguntan. Cierra los ojos y se ríe. Se carcajea. Su cuerpo convulsiona ligeramente. Siente que lo sientan en algo frío. Suena la ducha. El agua fría golpea de improviso su cuerpo. Empieza a tiritar de frío. -Do. Me estas asustando.- su cabello cae por su frente, goteando, le obliga a tener los ojos cerrados.

-Frío.- susurra. El agua cesa. Es detenida al instante. Unos brazos lo rodean y lo elevan de nuevo. Es envuelto en algo y luego lo sientan otra vez. Sobre unas piernas ajenas.

-Dime en este momento que te pasa.- le dice. El ríe. Una mano lleva su cabello hacia atrás en una caricia. Sus ojos se mojan de nuevo.

-Kim.- susurra. Su vos suena apagada, distinta, como muerto.

-Do.  Dime que te ocurre, por favor.-

Es la primera vez que esos labios que lo hacen tocar el cielo le dicen por favor. Esconde sus labios, debe esconderlos para no morderlos.

Como es posible, tantos sentimientos a la vez. No puede estar cerca al otro porque se muere. El alto no puede estar cerca a el porque lo mata. Es imposible.

No aguanta más. Eso fue la gota que rebalsó el vaso. No aguantará más y en cualquier momento explotará. Es cuestión de segundos.

Por eso, cuando el más alto coloca su frente junto a la de él y acaricia su nariz,  se derrite. Y explota.

Maldición.                                     

-¿Cuál es mi nombre completo?- empieza. -¿Dónde trabajo? ¿Dónde nací? ¿Cuál es mi comida favorita? ¿Cuantos años tengo? ¿Cuándo es mi cumpleaños? ¿Tengo mascotas? ¿Tengo auto? ¿Cómo se llaman mis padres? ¿Cómo soy? ¿En que soy bueno? Y no me digas que en sexo.- da un respiro -¿Que hago en mi tiempo libre? ¿Estoy enamorado de alguien? ¿Cómo me comporto frente a los demás? ¿Qué se diferencia el trato que les doy a los demás con el trato que te doy a ti? Por favor. ¿De qué color son mis ojos? ¿Mi piel?  ¿Mi cabello? ¿Cuantos lunares tengo en el cuerpo? ¿Cuantos chupetones hay en mi cuello? ¿Cuantas veces lo hemos hecho? ¿Cuándo fue la primera vez que lo hicimos? ¿Cómo paso? ¿Por qué? ¿Lo recuerdas? ¿Lo sabes acaso? Maldición Kai. ¿Como se supone que sé que no me estas utilizando solo para tu placer? Ya no lo soporto. No creo poder soportar más tiempo así, ya ha pasado mucho y siento que esto no avanza y ni siquiera retrocede. Simplemente esta, existe, pero no se nota. Es una mierda Kai.

-Do... No te pongas así...  ¿Porque esto tan de pronto?- la vos del más alto suena cansada, adolorida y triste. Do ignora todo eso porque sabe que solo pasa eso en su mente.

-Maldita sea Kai. Eres un idiota. Ni siquiera te das cuenta, no me entiendes. Ni me prestas atención. Estoy cansado. Estoy abrumado. Y lo peor es que... Yo... Maldición. Terminamos. Vete a la mierda. Suéltame que quiero cambiarme.-

Patea al aire molesto. Los brazos a su alrededor se aflojan sin reclamar. Una puñalada atraviesa su pecho pero lo disimula al levantarse. Ya debería estar acostumbrado a ser tratado así.

Pero no.

Camina molesto hacia el cuarto del alto. Hurga sin descaro en su guarda ropa. Se pondrá algo ajeno solo esta vez, cuando llegue a casa quemara eso, y las demás prendas, y las fotos, y las notas que el más alto le deja. En su mayoría: "Me fui temprano, come algo. Adiós."... No importa. Es la letra de Kim. Es importante. Así sea una nota insípida. Estúpida o arrogante.

Un bóxer y una cafarena larga. Aunque la ropa de Kim siempre le queda grande. Muy grande.

Se coloca el bóxer y al instante la cafarena, es una ploma se le cae por un hombro, se acomoda la capucha sobre la cabeza, le queda un poco más arriba de las rodillas, se ve extraño, se ve tierno, se ve sexy, semidesnudo. Pero él no lo sabe. Y bueno, si lo supiera, no es como si le importara.

La puerta suena como si tocasen. Desde el baño. Tres sonidos casi mudos se estrellan contra la puerta. Él se extraña, ¿cómo es posible?, esta es la casa de Kim, es el cuarto de Kim, es el baño de Kim. ¿Por qué rayos tendría que tocar para entrar su casa?

Suena de nuevo, esta vez tiene ritmo. "Ta tara ra rara" el ríe, él era siempre así. Antes. Cuando estaban en la secundaria. Era tierno sin saberlo, era amigable, el guapo, el popular, era. Kim Jongin. El gran Kim Jongin. La máquina de bailar Kai. El omnipotente. El todo poderoso. Kai. Jongin.

El amor de toda su vida, Jongin.

-Hace tiempo que no me dices Jongin.- se escucha, la vos apagada suena de nuevo, está triste o eso se teme. -Me gustaba cuando me decías Jongin.- susurra, se oye arrastrarse algo y el cree que Jongin se ha apegado a la pared y caído. -Todo tú me gustabas.- un nudo se forma en su garganta. -Me gustas.- se oye apenas. Do corre hacia la puerta del baño y se sienta en el suelo, su oreja apegada a la fría puerta blanca, atento. Las lágrimas amenazan con salir, la ira y cólera se han disipado, también el orgullo, aunque eso se fue hace mucho.

-Jon...- trata de hablar Do. Pero es callado.

-Shhh...- rápido. Firme. Es una orden. -Te llamas Do Kyungsoo. No te llame antes así nunca porque siempre tartamudeaba al decir tu nombre. Era como si tratara de decir alguna cosa gigantesca, algo perfecto, algo único, algo tan tú.- y listo. Kyungsoo está llorando. Su mano derecha tapa su boca, tratando de acallar su gemidos. -Trabajas en una agencia de contadores, de ocho de la mañana a ocho de la noche, tu jefe Suho te come con los ojos cada vez que te ve, siento celos cada vez que pienso en él, le hice un par de visitas, en una tuvo un ojo morado y en la otra, una costilla rota. Que te digo. Se pasó de listo, pero le deje claro que tienes novio.- Kyungsoo no sabe si reír o llorar. Es cierto. Es cierto. Maldita sea es cierto. Su jefe es un explotador, un petulante y desagradable acosador también. -Naciste en un hospital de corea, exactamente en Goyang, una Provincia de Gyeonggi, Corea del Sur... Te gusta el Espagueti... Pero sobre todo te gusta cocinarla, tienes veintiséis Hyung.  Tu cumpleaños es el doce de febrero, dos días antes del mío. Es gracioso, eres un año y dos días mayor que yo.- Kyungsoo ríe, ha parado de llorar, su cuerpo se siente relajado, su corazón está reconstruyéndose. -Odias los animales, no tienes mascotas, por supuesto. No tienes auto, tomas el autobús todos los días a las siete y media, viajas veinticinco minutos en bus y los otros cuatro minutos caminas lento. En todo el tiempo que trabajas solo has llegado tarde dos veces. Qué envidia. Tus padres me aman, pero tú hermano mayor, Seung Soo-Hyung me odia... Eres ermitaño, te gusta estar solo y te gusta que te abracen, no toleras mucho a los desconocidos pero si tienes un buen trato con la gente. No eres malo... No solo eres bueno en el sexo Hyung. Cantas precioso, cuando te bañas, antes de dormir, cantas para calmarte cuando lloras y... Hasta llorando tu vos es hermosa. En tu tiempo libre, miras recetas de cocina por internet, o aclaras algunas de tu trabajo, eres muy detallista y responsable. Estás enamorado de mí, claro. Frente a los demás eres serio, terco, respetuoso o callado. Eres raro, tú siempre tratas con gente todos los días y no te has acostumbrado aún... La diferencia entre el trato de los demás y el mío, es que a mí me amas, y me lo demuestras siempre, con la forma en como me abrazas, como arañas mi espalda o como susurras mi nombre. Lo siento Kyungsoo, yo pensé que así era la única forma en como me podía acercar a ti, no sabía cómo expresarme contigo, pensé que no sabías como acostumbrarme a mí, no sabía que te estaba haciendo daño, no era mi intención hacerlo, solo quería hacerte sentir bien, cómodo, no sabía que te estaba rompiendo. -Kyungsoo sonríe, trata de abrir la puerta del baño pero tiene puesto el pestillo, una risa se oye del otro lado. -Espera, debo responder todas tu preguntas antes de que las olvide. Tu ojos son negros, grandes, son los más grandes que he visto y Hey! Mi amigo es Minho. Tu piel, tu piel es suave, firme, nívea, tan blanca que a veces me da miedo tocarte, parece un cristal que está a punto de romperse, a veces solo a veces, no quiero tocarte, pero siempre lo hago, porque siempre me hipnotizas, me seduces, me enloqueces. Tu cabello es negro, suave y siempre huele a chocolate, me encanta olerte el cuello, recién bañado, o después de estar conmigo  hueles delicioso, siempre hueles delicioso, por eso me baño, para no inundarte con mi olor, porque yo quiero oler a ti, porque cuando te vas, tu olor me acaricia y me acompaña, me ayuda a seguir en pie hasta que te vuelva a ver. ¿Lunares? Esa fue difícil - las risas de ambos se oyen sincronizadas, Kyungsoo se siente tan feliz que el corazón pronto se le saldrá del pecho

-Lo siento.- se oye despacio, Jongin ríe del otro lado.

-No lo sientas, pero, no sabría cuántos tienes, o quizás sí, pero no te lo diré porque no quiero que tú lo sepas.- una vez más las risas se unen desde los dos extremos. -En este momento, en tu cuello hay ocho chupetones, hoy lo hicimos solo una vez, porque es martes y mañana trabajas temprano, si fuera viernes lo haríamos toda la noche, y en la mañana nos despertaríamos temprano, hasta hoy, desde la primera vez que lo hicimos, lo hemos hecho aproximadamente unas... No sé, cada vez que respiro, supongo. La primera vez que lo hicimos fue cuando tenía quince, y tu diecisiete. Era un trece de febrero. Lo hicimos en mi lugar favorito de la escuela, el salón de baile, recuerdo que estaba muy nervioso pero a la ves lleno de morbo por todos los espejos. Tú viniste llorando hacia mí, ese día cumplíamos un año de novios. Nos hicimos novios porque a ti te acosaban mucho en el colegio, te trataban mal y te hacían la vida imposible, yo siempre te miraba de lejos y quería ayudarte, pero no sabía cómo, hasta que Taemin me dijo como, me dijo que me hiciera tu novio, que como yo era popular, te respetarían, y así fue. A los catorce, con todas las hormonas alborotadas te propuse ser mi novio, aceptaste, por toda la presión que te metí y porque te dije que lo quería como regalo de cumpleaños, ese día descubrí tu cumpleaños, te prometí que próximo cumpleaños seria genial. Pero mentí. Lo siento, los chicos malos te dejaron tranquilo un tiempo, ese día que lo hicimos por primera vez, tu llegaste llorando y con la ropa rota, recuerdas qué te rompieron la ropa diciendo que no habíamos tenido sexo, dijiste que te habían cuestionado por qué tu piel no estaba llena de macas, chupetones o mordidas, te desnudaron, Hyung. Y yo los odie mucho porque ellos vieron primero tu maravilloso cuerpo antes que yo, sentí envidia, pero me olvide de todo cuando te bese.  Ese día estaba lleno de sudor y a ti te daba asco tocarme, siempre has sido muy limpio y correcto, y yo siempre eh sido bailarín, lo que mejor se hacer aparte de follar, comer, dormir y bailar es sudar. Y tú odias mi sudor. La primera vez que lo hicimos estabas tan sonrojado que creí que tenías fiebre, te envolví en mis brazos y te dije que lo sentía, te prometí que esos bastardos jamás te volverían a tocar, y lo cumplí, uno a uno me encargue de ellos, cuando termine con ellos te temían y ni siquiera se atrevían a mirarte, tú te preocupabas por ellos y les ofrecías tu mejor sonrisa, pero ellos eran unos idiotas y creían que los amenazabas, tu sonrisa es perfecta, Hyung. Eres hermoso. Y te lo deje en claro la primera vez que lo hicimos. Te hice solo un par de chupetones pero tu dejaste toda mi espalda arañada, no sé si sea masoquista pero, cuando me puse mi ropa de nuevo, o al bañarme, o dormir, sentir el dolor se me hacía placentero, porque podía recordarte, podía recordar la estrechez de tu cuerpo, lo suave de tu piel, tu aroma, tus ojos. Oh. Tus ojos, tus ojos siempre me han gustado, fue lo primero que me gusto en ti, luego me enamore por completo. Y te lo dije, ese mismo día, cuando termine dentro de ti y tú en nuestros estómagos, ¿recuerdas? "Te amo Hyung" - una risa, un suspiro, unas lágrimas. -No pude creer como te sonrojaste todavía más. Y tu piel tan blanca te delata con facilidad. Esa fue mi respuesta. Tu sonrojo. La primera vez que escuche un te amo de tu parte fue en mi cumpleaños. Cuando nos duchamos y te ayude a vestirte, no me volviste a ver, pero tenía una sonrisa gigantesca que abrazabas mi corazón, nunca fuimos tan cercanos pero siempre fuimos unidos. Tú me contabas todo lo que te pasaba y yo te enseñaba los nuevos pasos que había inventado. Siempre era así.   Cuando te lleve a tu casa, me diste un beso en la mejilla y yo te jale hacia mí y te robe un beso, en los labios. Un beso de seis Misisipí. Te sonrojaste, como siempre lo hacías. Al día siguiente, te espere en la escuela y nunca llegaste. Derrotado fui a mi casa. No me llamaste en toda la tarde, pero tu nombre apareció en mi celular a las once de la noche. Te conteste." Te amo" Dijiste rápido. Y colgaste, me quede tonto, mirando mi celular por horas, y cuando salió el sol, mi alegría y euforia se desbordó de mi cuerpo. Estaba tan feliz, que al día siguiente, cuando te vi en la escuela, corrí hacia ti, te levante en brazos y te di un gran beso. Delante de todo el salón, a mitad de clase porque me quedé dormido. Me llevaron a la dirección. Mi papa se enteró de que tenía novio y quiso llevarme a Suiza, ¿Sabías eso? Pero lo enfrente, muy valiente lo mande a la mierda y me fui a vivir a la casa de Taemin. Por eso empezamos a estar más juntos, siempre te ponías celoso pero no decías nada, eras muy calmado y tierno, luego lo conociste y se hicieron amigos, hasta le preparabas almuerzos como a mí. Siempre me ha gustado tu comida, Hyung.- Kyungsoo ha vuelto a llorar, de alegría, su rostro brilla tanto que la luna se siente celosa. Jongin está diciendo muchas cosas, como antes, como nunca debió de dejar de ser, y él lo ama. -Yo sé todo de ti Hyung, perdóname por no habértelo dicho antes, por ya no hablarte, por no ser cálido como antes, es que, me daba tanta pena decirte algo cuando tu llegabas tan cansado siempre, no sabía que mi silencio te estaba marchitando, Kyungsoo, te puedo contar las costillas con lo delgado que estas, tus ojos son más grandes ahora y ya no tienes esas mejillas tan bonitas que me encantaban, ¿has estado comiendo bien? No importa. Yo te alimentare a partir de ahora. Eres tan delgado Hyung. Pero te ves tan guapo, tan sexy, tan irresistible, tu perfección es irreal. Por favor no termines conmigo, por favor, por favor, no termines conmigo. Yo te amo. Siempre lo he hecho y pase lo que pase siempre te amaré. Prometo portarme bien.-

-Jongin.- susurra Kyungsoo acariciando la puerta. Eso ha sido tierno, dulce, salado, descarado. Ha sido tan Jongin, que es inevitable no  caer. Ese es su gran encanto.

El pestillo de la puerta suena y la puerta se abre de golpe, Kyungsoo mira hacia arriba y Jongin hacia abajo, está cubierto por una toalla que le cubre desde la cintura hasta un poco más alto de las rodillas.

Kyungsoo había olvidado que estaba desnudo.

-Te ves tan violable ahora.- susurra Jongin lamiéndose los labios.

Kyungsoo ríe porque es un idiota.

 

-No arruines el momento ahora, idiota.-

Jongin ríe, extrañaba esos insultos y se nota, le extiende una mano a Kyungsoo y el más bajo la toma, se ve tan tierno, tan apetitoso, tan vulnerable que siente su cuerpo arder, espera, pacientemente al mayor y ríe.

Ríe cuando el más alto está de pie, porque le lleva exactamente una cabeza. O quizás más. Pero no es momento de sacárselo en cara. Así que ríe. Solo ríe porque no debe arruinar el momento.

-Lo siento.- dice, su vos suena grave porque su mente se está embriagando con imágenes nada tiernas del mayor. Cierra los ojos y carraspea. Una risa impacta sus oídos y cuando abre los ojos Kyungsoo está riendo. ¿Hace cuanto que no lo ve reír? Pero ahora lo está haciendo. No se contiene y lo acaricia. Despacio. Con miedo. Otra vez el rostro de cristal aparece, él es tan suave, que tiene miedo tocarlo. La mano de Kyungsoo se sostiene a la suya y presiona un poco más en su rostro, parece un gato buscando cariño. Aunque Kyungsoo siempre le ha parecido un gato. -Por favor- susurra.

Kyungsoo lo mira a los ojos. Jongin siente como su corazón se acelera y empieza a armarse de nuevo. Una a una, las piezas rotas se colocan en su sitio, la sonrisa de Kyungsoo se hace tan grande que tiene tantas ganas de abrazarlo. Pero no lo hace. Debe ser paciente.

-No quiero terminar.- tres palabras.

Tres palabras sellan su corazón y Jongin sonríe. No aguata más. Debe curarse. Lo toma entre sus brazos y lo levanta. Sus brazos pasan con tanta facilidad sobre la espalda y cintura de Kyungsoo, que tiene miedo de romperlo. Se detiene. Pero sigue cuando Kyungsoo lo abrasa con la misma intensidad, incluso un poco más.

Ambos se abrazan. Abrazos asfixiantes qué en vez de romperse a sí mismos se están reparando. Ambos sonríen. Con el corazón reconstruido de nuevo. Con más fuerza y con más ganas de amar.

-Te amo.- le susurran en su oído. Una lágrima se le escapa sin querer que sutilmente se la limpia en el hombro del más bajo. Porque Jongin nunca llora, delante de Kyungsoo, claro. Porque en el momento en que le termino en la ducha su corazón dejo de latir, el tiempo se hizo lento y todo daba vueltas. Se sintió tan mal que solo pudo encerrarse, y rogar porque Kyungsoo lo escuche. Y gracias al cielo lo hizo. Lo hizo. Esta tan agradecido que otra lágrima del escapa. No puede evitarlo. Llora. Se esconde en el hombro del más bajo y llora. El otro se aferra a él con las piernas y lo abraza con más fuerza aun. Ambos lloran. Están tan felices que lloran.  Bueno. Están juntos. -Te amo.- repiten. -Te amo. Te amo. Te amo tanto que sentí que moría de a poco.- susurra.

-Lo siento.- dice el más alto. Su vos suena tan extraña que ni él se reconoce. -Perdóname. Perdóname.- susurra.

Sus corazones están tan cerca que no necesitan hablar fuerte para oírse.

-No hay nada que perdonar. Solo olvida lo que te dije, por favor.- le piden.

-No hay forma.- se queja. Se separa de él lo suficiente como para mirarlo a los ojos. -Quiero avanzar en esta relación. Nunca tendremos un hijo propio pero somos jóvenes aun. Podemos adoptar uno. Cásate con migo. Vive aquí, abandona tu trabajo, gano lo suficiente en la academia de baile. Cocíname todos los días. Engorda. Por favor. Por favor. Quiero avanzar esta relación. Por favor. He sido un cretino todo este tiempo. Por favor.-

Ve como el más bajo se rompe en llanto y él se quiebra. Lloran de nuevo, una vez más, juntos, frente a frente. Cierra los ojos. Y los abre rápido cuando siente movimiento.

Kyungsoo tiene ambas manos en su cara y está asintiendo con toda su fuerza. Su cara esta tan roja que teme por su salud pero ¡está asintiendo!

-Sí. Sí. Sí. Sí. Sí.- repite el más bajo. Una y otra vez. -Te amo.

-Te amo.

Una vez más se abrazan. Se besan. Las manos de Kyungsoo recorren expertas la cara, cuello y espalda de Jongin. El más alto camina hacia la cama. Se inclina y lo deja acomodarse.

-No iras al trabajo mañana, ¿cierto?- pregunta. El otro niega con la cabeza, la capucha se le ha caído y el perfecto y algo delgado hombro de Kyungsoo está expuesto. Jongin se llame los labios. -Bueno. ¿Puedo follarte ahora?- pregunta.

Kyungsoo se tapa la cara con las manos. Y a Jongin la visión se le hace infinitamente, tierna.

-¡Jongin!- grita Kyungsoo. Un manotazo cae en su hombro pero no se queja. Es más, ríe. Porque no dolió nada.  -Siempre lo arruinas.- se queja y hace un puchero. Jongin ríe más amplio enseñando sus hermosos dientes y se apega totalmente a Kyungsoo. Aplastándolo con delicadeza, y lo besa. En los labios, con dulzura. -Solo por esta ves.- susurra el otro, mirando hacia otro costado.

Tan tierno.

Jongin ríe. Así era Kyungsoo antes, y a partir de hoy, se asegurara de que así sea siempre.

                                    

 

                                                                                   Pau. Pau.


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