Lo sabía. Lo sabía demasiado bien. Jamás dejaba de repetirselo a si mismo. Una vez tras otra.
Pero cuando entraba en aquel despacho y lo veía, sentado detrás de aquella mesa color marrón, con sus ojos perdidos, revisando contimuamemte esos aburridos documentos, todo eso se disipaba. Deseaba levantarle la cabeza dulcemente, colocando el dedo índice en la barbilla del menos -tal y como había visto en aquellas cursis películas románticas- y depositar un beso, al principio suave, aunque se tornaria con la pación en un fogoso beso, y alejarlo de tanto papeleo.
Pero no podía hacer algo así.
Cuando llegaba la noche y a su niño le atacaban los miedos, todo eso que constantemente se repetía, se marchaba fuera de su mente. Solo deseaba ir a abrazar a aquel muchacho jovenzuelo y susurrarle al oído que si se quedaba a su lado, nada malo le iba a pasar de nuevo.
Pero no podía hacer eso.
No podía, porque, a pesar de que su corazón se agitaba sutilmente cuando veía a aquel niño que tanto escondía en su interior, que hacía sacar su lado tierno, y a la vez el más demoniaco, eso significaría el fianl. Ya no porque su joven Boochan rechazara tal acto, sino porque eso significaría la muerte para su demoniaco ser, y por ende, el alejarse desu querido peliazul.
No podía. Y se lo repetía tantas veces que las palabras parecían estar grabadas en su mente. Pero no servía. Porque solo con una mirada de su Joven Amo, todo lo demás sobraba a su alrededor.
«Podeis sentir odio, desprecio, repulsión, rechazo... Todo sentimiemto negativo
será permitido. Pero jamás el cariño, la bondad... o el amor.»
Las palabras de Lucifer sonaron seguras, frías y duras. Y él juró seguir eso. Hasta que... aquel pequeño niño volteó su mundo.
“Y es que hasta un demonio puede enamorarse.."
-¿Qué clase de mayordomo sería si no...?- Se detuvo a si mismo, y es que ni tan siquiera le apetecía seguir con aquella frase tan característica suya.
“Por mucho odio y desprecio que alberguemos en nuestro interior, siempre hanrá espacio para algo de amor. Y es que hasta lo más helado quema y lo más caliente congela.... Hasta lo más odioso ama, y lo que más se ama, se puede odiar en cuestión de segundos"- Se estaba perdiendo... Pero no podía parar- “Y tú, Ciel, has conseguido que el demonio más respetable, aquel que descendería a su verdadero superior, Lucifer, caiga por ti”.
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Sebasciel~
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Lo sabía. Lo sabía demasiado bien. Jamás dejaba de repetirselo a si mismo. Una vez tras otra.
Pero cuando entraba en aquel despacho y lo veía, sentado detrás de aquella mesa color marrón, con sus ojos perdidos, revisando contimuamemte esos aburridos documentos, todo eso se disipaba. Deseaba levantarle la cabeza dulcemente, colocando el dedo índice en la barbilla del menos -tal y como había visto en aquellas cursis películas románticas- y depositar un beso, al principio suave, aunque se tornaria con la pación en un fogoso beso, y alejarlo de tanto papeleo.
Pero no podía hacer algo así.
Cuando llegaba la noche y a su niño le atacaban los miedos, todo eso que constantemente se repetía, se marchaba fuera de su mente. Solo deseaba ir a abrazar a aquel muchacho jovenzuelo y susurrarle al oído que si se quedaba a su lado, nada malo le iba a pasar de nuevo.
Pero no podía hacer eso.
No podía, porque, a pesar de que su corazón se agitaba sutilmente cuando veía a aquel niño que tanto escondía en su interior, que hacía sacar su lado tierno, y a la vez el más demoniaco, eso significaría el fianl. Ya no porque su joven Boochan rechazara tal acto, sino porque eso significaría la muerte para su demoniaco ser, y por ende, el alejarse desu querido peliazul.
No podía. Y se lo repetía tantas veces que las palabras parecían estar grabadas en su mente. Pero no servía. Porque solo con una mirada de su Joven Amo, todo lo demás sobraba a su alrededor.
«Podeis sentir odio, desprecio, repulsión, rechazo... Todo sentimiemto negativo
será permitido. Pero jamás el cariño, la bondad... o el amor.»
Las palabras de Lucifer sonaron seguras, frías y duras. Y él juró seguir eso. Hasta que... aquel pequeño niño volteó su mundo.
“Y es que hasta un demonio puede enamorarse.."
-¿Qué clase de mayordomo sería si no...?- Se detuvo a si mismo, y es que ni tan siquiera le apetecía seguir con aquella frase tan característica suya.
“Por mucho odio y desprecio que alberguemos en nuestro interior, siempre hanrá espacio para algo de amor. Y es que hasta lo más helado quema y lo más caliente congela.... Hasta lo más odioso ama, y lo que más se ama, se puede odiar en cuestión de segundos"- Se estaba perdiendo... Pero no podía parar- “Y tú, Ciel, has conseguido que el demonio más respetable, aquel que descendería a su verdadero superior, Lucifer, caiga por ti”.