Capítulo 4:
-Haruka, que agradable sorpresa-. Me dijo mientras me observaba con una leve sonrisa en sus labios.
Me quede sin habla.
-Pasaba por aquí, necesito comprar unas cosas. Es un placer volver a verlo-. Hablo nuevamente cuando noto que yo no respondía.
Su voz sonaba tan suave, tan hipnotizadora. Su mirada tan penetrante y esos dientes de tiburón enmarcados por sus perfectos labios. ¿Por qué de todas las ferreterías del estado, Matsuoka Rin tenía que venir a esta? Se ve tan perfecto con esa pequeña colita de caballo que utiliza para sujetar su cabello.
-Haru, dígame Haru- le aclare. Nunca me ha gustado que me llamen Haruka, suena como el nombre de una niña por lo que prefiero Haru mil veces más-. ¿En qué le puedo ayudar, señor Matsuoka?
Sonríe y pone una cara tan agradable, como si acabara de descubrir un gran secreto. Me enderezo y expongo mi cara de llevar cuatro años trabajando en esta tienda… mi rostro profesional. Yo puedo.
-Bueno, Haru… necesito pintura epóxica -. Pone énfasis en mi nombre.
¿Pintura epóxica? ¿Acaso va a pintar una de sus miles de albercas?
-Tenemos una gran gama de colores ¿Quiere que se las muestre?-. Contesto algo nervioso.
Necesito calmarme.
-Si por favor-. Me dice con un tono de voz dulce como miel y azúcar… o algo así.
Asiento levemente y comienzo a caminar en dirección donde tenemos los libros de muestras de pintura. En cada paso que doy siento como los ojos de Rin están clavados en mi espalda. Dios ayúdame. Ya en nuestro destino, le mostré las muestras de pintura epóxica… él miraba cada color con detenimiento, sobre todo los tonos de azul eran los que más parecían interesarle.
-¿Cuál de todos estos tonos te gusta más?-. Me pregunta repentinamente mientras señalaba los tonos azules.
-Bueno… ¿para qué utilizaras la pintura?…-.
-Para una alberca… ¿cuál utilizarías tú?-.
Entonces si va a pintar una alberca…. Pensé que el ya no nadaba, bueno aunque no necesariamente tiene que ser una para practicar propiamente la natación.
-Este tono es el que más se vende…-. Contesto un poco cortante, no porque quiera serlo, sino porque realmente nunca me he fijado detalladamente en el color de las albercas en las que he nadado, no importa el color mientras tengan agua dentro y yo pueda nadar en ella.
Rin frunció levemente el ceño.
-Si… pero te pregunte cual te gusta a ti… no el que más se venda…-. Me volteo a ver con una mirada fría.
Trague saliva y pensé en una respuesta.
-Me gusta este tono…-. Señale una de las muestras con algo de inseguridad.
-¿Turquesa oscuro?…. Buena elección-. Dijo ahora cambiando su expresión por una más amigable.
Suspire discretamente. Sinceramente me alivia saber que le agrado el color… más que alivio creo que me siento…. Alegre.
-¿Lo comprara?-.
-Sí… Por el momento solo quince litros-.
¿¡Quince litros?! ¿Acaso va a pintar una alberca olímpica?
-Los ordenare-. Le contesto tratando de simular mi asombro, anoto los quince litros de pintura en una libreta para ordenarlos después ese mismo día.
-¿Cuándo te llegarían?-.
-El miércoles-. Dije inseguro, el simple hecho de que el cliente sea Rin hace que mis años de experiencia en esto se vallan a la mierda.
-Bien… -. Respondió.-El color que elegiste es similar al de tus ojos…-. Añadió.
-¿Algo más?- Hable tratando de ignorar lo último que dijo. ¿Acaso quiso alagarme diciéndome que la tonalidad de mis ojos es parecida a ese tono de pintura para albercas? Seguro él ha de ser del tipo romántico.
Matsuoka suspiro.
-No, creo que sería todo-.
Asentí, y le indique a Rin por medio de una seña que pasara a la caja registradora. El me siguió.
Después de que el me pagara la pintura con una de sus cinco tarjetas de crédito, le entregue su ticket de compra y quedamos en silencio un momento.
-¿Cuándo termina tu turno?-. Rin fue el primero en hablar.
-A la una-. Conteste inmediatamente.
-Ya casi termina entonces-. Dijo mientras checaba la hora de su celular.
Revise mi propio celular para comprobar la hora y Rin tenía razón. Faltaban menos de quince minutos para que mi turno terminara por hoy.
-Sí…-.
-¿Estás libre?-.
-No…-. Respondí recordando que justamente hoy acepte la invitación de Kisumi para salir a almorzar.
-¿Por qué?-. Su semblante se tornó algo seria.
-Se supone mi jefe y yo iremos a almorzar después del trabajo…-.
-¿Y tú quieres ir?-.
¿Porque de repente hace tantas preguntas? Me pone la piel de gallina.
-No exactamente…. Pero se lo prometí….-. Le miro algo serio.
Al principio me miro algo decepcionado por mi respuesta pero luego me dedico una sonrisa torcida.
-Si lo prometiste entonces ve…. Debes cumplir lo que prometes…-.
Nunca dije que no iría.
-Sí, lo sé-.
Nos quedamos en silencio unos segundos.
-Bueno, entonces pasare por aquí el miércoles para recoger mi pedido-. Hablo mientras hacía ademan de irse.
Pero realmente no quiero que se valla.
-Matsuoka….-. Lo llame y se detuvo en seguida para voltear a verme. –El miércoles… el miércoles estaré libre antes del trabajo… -.
-Entonces el miércoles, antes de tu trabajo, salgamos a almorzar-. Me dedico una hermosa y perfecta sonrisa tras decir aquello. Luego solo se dio media vuelta y salió de la tienda.
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El Lunes se hizo presente, tengo entrenamiento muy temprano por la mañana y después clases en la universidad. Hoy y el domingo son los únicos días que no trabajo en “Dolphin’s” así que tengo libre la tarde. Perfecto, tengo toda la tarde para preguntarme a mí mismo ¿Cómo es que saldré con Rin si ni siquiera le pase mi número de celular? Si quiera hubiéramos acordado un lugar para vernos… pero él hubiera no existe…. Solo me queda lamentarme. Tal vez deba aparecerme por “Dolphin’s” hora y media antes de empezar mi trabajo, después de todo solo vamos a almorzar y no creo que nos tardemos más de una hora comiendo…. O eso pienso yo.
En fin, fui al entrenamiento y me presente a clases ese mismo día. Luego, como a eso de las tres de la tarde, regrese a mi departamento el cual no había nadie, probablemente Rei tiene asuntos que atender en su club de periodismo. Me dirigí al refrigerador y saque una botella de agua, de las que Rei suele comprar en conjunto debido a que se niega a que tomemos agua del grifo y no nos gusta a ninguno de los dos la idea de tener que ir a comprar garrafones de veinte litros de agua hasta la tienda que queda a dos cuadras de nuestro edificio, sin contar el sin fin de escaleras ya que vivimos en el último piso. Y con eso de que nuestro edificio no tiene elevador… mejor ahorrarnos el esfuerzo. Así que, apoyo su idea de comprar agua embotellada para abastecernos a los dos.
Me recosté en el sillón de la sala y opte por ver un poco de televisión. Es muy inusual de mi parte prender aquel aparato, pero hoy es una ocasión especial porque estoy aburrido. Prendo el televisor y sorpresa. Mi teléfono celular está sonando. Y parece ser que es un número desconocido. Silencio el antes encendido aparato.
-¿Bueno?-. Descuelgo el teléfono para averiguar quién es.
-Oi, Haru-. Se escucha una voz familiar al otro lado de la línea. Una voz firme y segura.
-¿Quién habla?-.
Una leve y encantadora risilla se hace presente por un par de segundos.
-Soy Matsuoka Rin-.
Mi pulso se acelera un poco al escuchar su nombre. ¿Rin? ¿Cómo es que obtuvo mi número de celular? Me quedo mudo ante esto, no sé cómo responderle.
-¿El gato te comió la lengua?-. El pelirrojo habla nuevamente, seguramente al ver que yo no respondía.
-¿Cómo obtuviste mi número?-.
Se escuchó un pequeño silencio al otro lado de la línea.
-No responderé esa pregunta-.
Esa respuesta me molesta por lo que decido hacérselo saber quedándome callado.
-Tengo algunos contactos…-. Confeso finalmente.
-¿Qué clase de contactos?-.
-Ya te dije demasiado-. Su vos suena seria. Suspira. – Te llamaba para preguntarte tu dirección…. Ya sabes, para pasar por ti como a eso de la dos de la tarde…-.
Ni siquiera se molesta en saber si a esa hora estoy libre el miércoles. Salgo de la universidad a las una y media ese día así que tiene suerte.
-¿Acaso no te dieron también esa información tus contactos?-. Pregunto irónico.
-Ja ja que gracioso Haruka-. Me dice en un tono sarcástico.
-Haru…-. Le corrijo.
-Bueno Haru ¿Me lo dirás sí o no?-.
Estaba a punto de responderle cuando el timbre del departamento sonó.
-¿Están llamándote?-. Me pregunta Rin al notar la ausencia de mi respuesta otra vez.
-Alguien está tocando el timbre…-. Digo sin inmutarme ni un poco por lo antes mencionado.
-¿Y no piensas ver quién es?-.
-No…-.
Soy del tipo de personas que no suelen responder el teléfono, por lo que tampoco abro la puerta cuando esta suena, mucho menos si estoy bañándome cuando esto sucede. Si realmente les urge volverán a marcar y/o tocar el timbre, sino, solo se rendirán fácilmente y tal vez lo intentaran en otro momento. Así es como pienso yo.
-Qué persona tan interesante resultas ser…-.
-Aja…-.
Ahora que lo pienso, cuando por teléfono con él no me pongo tan nervioso a como si estuviera frente de mí, digo, no puedo ver sus expresiones y sus ojos no están presentes para penetrarme en todo momento.
El timbre vuelve a sonar pero ahora con más insistencia.
-Parece ser que debes ver quien es…-.
-Si…-. Suspiro y me levanto del sillón a muy duras penas. Estaba tan cómodo hablando con el empresario más joven y exitoso del mundo.
-Te espero… ve a ver quién es-.
-Si si….-.
Dejo el celular en uno de los cojines sillón y me dirijo a la puerta. La abro y en el instante puedo divisar a mi buen amigo Makoto Tachibana.
(Fin cap. 4)