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Mi Esposo Desea a Otro por Pocky Beagle

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Notas del capitulo:

¡Hola gente! Sé que me tarde horrores, un montón de dramas que ya explique en otros fics y en mi Facebook. Pero si no lo habían leído, lo resumo: a veces la vida no quiere que escribas xD

Pero bueno, voy a ir de a poco actualizando. Ya había anunciado este capitulo, e iba a publicarlo antes, pero... el fin de semana pudo conmigo, esta vez la vida no tuvo ninguna culpa. 

Espero les agrade, que no les desilusione. Este capitulo lo había escrito y se borró dos veces, y odio re escribir, así que hice lo mejor que pude.

Espero lo disfruten, enjoy!

LA DOSIS ADECUADA

 

James no pensó que los días siguientes a una ruptura podrían ser así. Sinceramente, imaginó que iba a estar completamente destrozado, que no toleraría ni a su propia alma, que no podría dejar de llorar. Creyó que cada día iba a ser agotador y que cada noche iba a terminar llorando desconsoladamente y abrazando su almohada. Pensó que se levantaría todas las mañanas con los ojos hinchados y que debería fingir, durante el día, que estaba bien. Supuso tantas cosas, básicamente, que iba a estar destrozado, pero... pero nunca espero que fuera así: que fuera soportable, que pudiera vivir, reír y, tenía que admitir con algo de culpa, que había momentos en los que era genuinamente feliz. 

Quizás si él estuviera solo en Londres, o quizás si estuviera en cualquier otro lugar, sí estaría destrozado. Pero el staff de X-Men era como una familia y se sentía algo reconfortado. Sobre todo, estaba Michael que no le daba ni un sólo segundo para sentirse triste o sentir pena de si mismo. 

Después de esa primera noche que durmieron juntos, se levantó a la mañana siguiente más descansado de lo que había estado en mucho tiempo. Durante un segundo creyó que el despertar juntos iba a ser incomodo, pero no fue así. Al abrir los ojos se encontraba solo en la cama, aún estaba algo adormilado pero se sintió preocupado de que Michael se hubiera marchado durante la noche. Se sentó, refregandose los ojos, y mirando el cuarto. Se sintió ligeramente angustiado, pero antes de que la pena lo llenara, alcanzó a oír la voz de Michael en la ducha. Estaba cantando y el sonido se escuchaba amortiguado por el ruido del agua. Eso lo lleno de un extraño confort. No debería comportarse tan dependiente, pero en ese momento estaba aliviado de tener compañía. 

A los pocos segundos Michael salió del baño, tenía una toalla atada a la cintura y el agua se deslizaba por su cuerpo, haciendo un poco de enchastre en el piso. Al verlo despierto le sonrió, y James no supo si era la luz que se filtraba por la venta o era su brillo personal, pero el irlandés resplandecía. Su sonrisa de tiburón se veía excesivamente linda. 

-Buen día, ¿cómo te sientes?-se escuchaba ligeramente preocupado aunque quería parecer optimista. James, realmente, no sentía nada porque estaba demasiado concentrado observándolo secarse el pelo. Al ver que los ojos del pelirrojo lo miraban con insistencia, carraspeó y se obligó a apartar la vista. Sin embargo, aún percibía los ojos ajenos fijos en él y no sabía cómo sentirse al respecto. Cuando se atrevió a levantar sus ojos, el otro, rápidamente, desvió la mirada.

-Bien, bien. Descanse bien. Muchas gracias por el... apoyo-respondió, levantándose de la cama. Mientras tanto, Michael caminaba hacía el ropero, buscando algo de ropa. James aprovechó para mirarlo de reojo. No había esperado sentirse tan bien esa mañana, Michael siempre le había hecho bien, pero nunca imaginó que tanto.

-Deje el baño lo mejor que pude, por si quieres pasear y asearte. Puedes usar algo de mi ropa, aunque creo que lo mejor sería que pases a tu habitación a cambiarte porque no creo que la mía te quede muy bien-mientras hablaba se vestía, y James odio la increíble habilidad que tenía para ponerse la ropa interior sin mostrar ni un rastro de piel. Cuando el pelirrojo volteó su rostro, para mirarle por sobre el hombro, él se levantó haciéndose el tonto y se dirigió rumbo al baño. 

Ni bien se vio en el espejo, entendió porque Michael le miraba con tanta insistencia. Que él se sintiera bien, no significaba que se viera bien. Parecía un desastre, sus ojos rojos, ojeras, lagañas... era la cara misma de la depresión. Casi como si quisiera borrar su rostro, lo mojó y refregó. Acomodó un poco su cabello y se ordeno un poco la ropa. Realmente lo mejor sería ir a buscar algo que vestir a su cuarto, sería muy raro que usara la ropa de Michael, a pesar de que sólo serían unos minutos ya que ni bien llegara al estudio se cambiaría de nuevo para interpretar a Charles.

Cuando salió del baño se dio cuenta que estaba solo en el cuarto. Al parecer Michael ya se había ido a desayunar, no pudo evitar que eso lo desilusionara un poco. Había supuesto que irían juntos. Pero bueno, tampoco podía pretender que el otro hombre viviera al pendiente de él. James siempre fue una persona independiente, odiaba sentirse tan distinto ahora. Tenía que sobreponerse, no podía ser un parásito. No podía estar todo el tiempo encima de Michael como una carga.

Salió del cuarto de su amigo y se fue rumbo al suyo. Al entrar encontró todo muy desordenado, lo cual le recordó que debía decirle a alguien de limpieza que pasara. Quizás, si el cuarto estaba ordenado, él podría ordenar su cabeza y sus emociones. Buscó algo que le sentara bien, para que su ropa pudiera equilibrar su estado de animo. Si estaba triste y encima se vestía descuidadamente, la gente podría sospechar algunas cosas. Lo mejor era intentar mantenerse normal, o mejor que normal. Lo malo, era que ya no se sentía tan bien como minutos antes. No sabía si era porque había terminado de despertar, o porque Michael no estaba.

Sin querer pensar demasiado, tomó sus cosas y se apresuró a salir hacia al comedor. Tenía que comer algo, quizás una buena dosis de azúcar animara su día. Ni bien abrió la puerta que daba al pasillo se quedó quieto en el umbral, sin dar un paso más. Michael estaba allí, apoyado en la pared de forma relajada, llevaba una bolsa y dos vasos de café en las manos. Al verlo, le sonrió.

-Pensé que preferirías desayunar aquí.-dijo a modo de explicación-Menos gente que ver, más tranquilidad... ¿puedo pasar?-James escuchaba el corazón latiéndose en los oídos, no sabía exactamente qué sentía, pero era muy consciente de un extraño cosquilleo en el vientre. No podía sacar sus ojos de su amigo. Michael estaba allí, con café para él, para ambos. Para desayunar juntos y solos. El cosquilleo en el vientre aumentó. Se sentía igual a cuando le fue a buscar la aspirina. Se sentía querido. El otro actor al no obtener respuesta apretó los labios, pensando que quizás no había sido una buena idea-. Lo siento, debí consultarte y...

-Oh, no, no. Me encanta-miró de reojo su habitación y frunció el ceño. Sintió sus mejillas arder, no iba a invitarlo a pasar a ese desorden-. Mi cuarto es un caos-respondió, Michael bajó la mirada, parecía que estaba por irse interpretando que aquello era una excusa-. Podemos ir al tuyo-una de las cejas del pelirrojo se alzó ante eso, y luego sonrió. Esa hermosa y única sonrisa de tiburón. De nuevo, James se sintió extraño.

Recibió el vaso de café. Un mocachino. Justo lo que necesitaba, café bien dulce para animarle el día. 

Estar sentado en el sofá del cuarto de Michael, desayunando con unas donas que tenían exceso de chocolate, y escuchando a su amigo hablar de las pocas ganas que tenía de ponerse el traje de Magneto porque le hacía sudar, fue bastante entretenido. La presión en el pecho desapareció casi por completo y en su mente se quedo grabada la imagen de su amigo sonriendo con confianza y tranquilidad, en esa escena tan hogareña e intima. Eso le hizo sentir bien. Era agradable.

Esa sensación de bienestar se prolongó durante toda la mañana, y gran parte del día. Michael era una buena cura. 

**

Fue bueno volver a grabar y tener la compañía de su amigo, tener las miradas cómplices y las risas abiertas. Lo había extrañado tanto, y le había hecho tanta falta ese tipo de relación. Era sumamente agradable terminar una escena y levantar la mirada y ver que, si Michael estaba desocupado, lo estaba mirando. Era bueno volver a charlar, volver a comer juntos, andar por el estudio haciendo algunas bromas tontas. De pronto, con las cosas arregladas entre ellos, todo lo de más parecía en orden. Ahora volvía a notar lo gracioso que era filmar con Jenn, lo mucho que le gustaba la forma en la que Bryan dirigía, incluso hasta Hugh volvía a caerle bien, aunque aún notaba que hablaba demasiado con Michael. 

El día fue tan tranquilo y agradable que no se sintió incomodo hasta que la noche llego. La mayoría se había quedado a comer en el hotel, estaban reunidos en una mesa todos los miembros del viejo cast y algunos nuevos. James se había sentado junto a Michael, y si se los había visto muy unidos todo el día, nadie dijo nada. Las cosas parecían haber vuelto a la normalidad, aunque era tan distinto por dentro. 

Estuvo distraído todo el día, pero sinceramente no era porque él pudiera manejar esto tranquilamente, sino que la compañía de su... amigo, le ayudaba en todo. Se había planteado vagamente como iba a ser esa noche, estando solo, si se iba a sentir mal o no, pero prefirió descartar en todo momento esos pensamientos. Ahora se sentía bien y quería aprovecharlo, no sabía cuanto iba a durar.

En algún momento de la cena, el teléfono de Michael sonó y éste se disculpó para atender la llamada. Como su plato estaba a medio comer, James decidió esperarlo, suponiendo que iba a volver. Se distrajo hablando con los chicos, aunque eran cada vez menos y menos, ya que muchos se retiraban a descansar. Jennifer y Nicolas fueron los que se quedaron más tiempo con él, finalmente la rubia bostezó y le sugirió a James ir a descansar, antes de levantarse. Nicolas le mandó una mirada de disculpa al escoses para luego correr detrás de la rubia. James suspiró, ese chico seguía demasiado enamorado de Jenn. No podía culparlo, las relaciones eran difíciles de superar, además parecía que algo de suerte estaba teniendo. 

Tomó su celular para distraerse, se dispuso a cambiar el fondo de pantalla donde salían Anne y su hijo. No era frivolidad, pero le dolía verlo. Dejó alguna imagen tonta en varios colores que no le hiciera pensar en nada. Luego de diez minutos empezó a sospechar que Michael no iba a volver, se sintió algo desilusionado de que no le hubiera avisado nada... aunque quizás el irlandés nunca imaginó que James iba a esperarlo. 

Se levantó y caminó rumbo a su cuarto, cuando pasó por el hall vio a Michael a fuera, fumando un cigarrillo mientras hablaba por teléfono. No podía creer que aún siguiera hablando, había pasado mucho tiempo ¿con quién tenía tantas cosas para conversar? James lo miró con atención, se veía relajado, sus ojos paseaban en el cielo, miraba su propio cigarro o la calle mientras sonreía con facilidad, se veía hermosísimo. Parecía irradiar luz propia, más que normalmente. En ese momento Michael se giró hacía él y al verlo pareció ligeramente sorprendido, incluso creyó ver que durante un segundo se sonrojó, y no supo si sentirse enojado o halagado por eso. James se quedó en su lugar, mirándole, luego Michael le hizo una seña y se giró para seguir hablando. 

El escocés frunció el ceño y siguió su camino ¿esa seña se suponía que era un "después te veo" o un "adiós", o qué? Confundido, empezó a subir las escaleras. Prefería alargar el camino al cuarto, donde se encontraría completamente solo. Finalmente, las verdaderas emociones del divorcio comenzaban a afectarle. Era fácil estar distraído cuando estaba acompañado, el problema era estar estable sin nadie a su alrededor. Y si le resultaba difícil aquí, iba a ser muchísimo más difícil al volver a Londres. Miró su mano, el dedo donde faltaba el anillo, y suspiró. Aún era muy extraño. Era muy raro que el y Anne no hablaran, extrañaba a Ben y a su familia, extrañaba la ilusión de la llamada telefónica que los mantenía unidos, extrañaba los mensajes de buenas noches. La ausencia de esos pequeños detalles le hacía sentirse abandonado. 

Definitivamente no quería ir a dormir, no quería estar solo. No tenía ganas de ser fuerte en ese momento. 

Cuando llego a su piso, suspiró. Era hora de enfrentar lo inevitable, cuando dobló rumbo a su cuarto se encontró con Michael frente a este. El irlandés se giró a mirarle e inmediatamente sonrió.

-Justo estaba golpeando, estaba buscándote-comentó, acercándose.

-¿Necesitabas algo?-preguntó con suavidad, siguiendo el rumbó hacía su habitación.

-Oh, no. Sólo quería saber como estabas. Mamá llamó, y me tuve que ausentar de la cena. Llevábamos un tiempo sin hablar-al decir eso, Michael apoyó el brazo en la pared, justo enfrente suyo, impidiéndole el paso-. ¿Cómo estas?-James se giró para mirarle, su espalda quedó apoyada en el pasillo. Apretó los labios y se encogió de hombros.

-Bien, un poco cansado-comentó, antes de mirar de reojo su habitación.

-Bueno, eso es normal-respondió. Luego, el pelirrojo bajó la mirada, repentinamente parecía inseguro-. Pero... ¿emocionalmente, cómo estas?

-Estaba bien. Ahora estoy un poco más... ¿triste?-miró a Michael y se encogió nuevamente de hombros, obligándose a sonreír-. Es normal, no puedo evitar pasar esa etapa de luto y...

-Es cierto. Es inevitable, pero... me gustaría poder hacer que no fuera tan duro para ti. No me gusta verte mal-junto con esas palabras una caricia fue depositada en su mejilla. James entonces se dio cuenta en la situación en la que estaban: la mano de Michael apoyada a un lado de su rostro, aun impidiéndole el “escape”, ambos mirándose fijamente, uno frente al otro, y con sus cuerpos tan cerca. Y esa caricia en su rostro se sentía tan intima. Sus mejillas ardieron, era muy consciente del cuerpo de su amigo, estaba seguro de que si cerraba los ojos podría sentir el calor traspasando sus ropas. Si Michael se acercaba solo un poco más, taparía su cuerpo por completo, compartirían ese calor, compartirían su aliento. La mirada ajena era tan intensa y, junto con lo ansioso de sus pensamientos, lo obligó a bajar sus ojos. Eso pareció alertar a Michael que se alejó un poco-. Yo... no quiero sonar imprudente, pero si tu quieres, puedes pasar la noche conmigo-al escuchar eso James inmediatamente subió la vista, para encontrarse con los ojos ajenos. Fue el turno del irlandés de apartar los suyos, demasiado shockeado por la intensidad de esos orbes azules-. Es decir, dormir, como anoche. Sólo si te ayuda a descansar y si... joder, estoy diciendo idioteces. Sólo quiero que...

Casi sin pensarlo, James se arrojó a sus brazos, exactamente como la noche anterior, abrazándose a su cuello-Si. No quiero estar solo-respondió. Michael tardo en reaccionar pero, al hacerlo, sus brazos le rodearon inmediatamente.

-No estas solo-respondió, acariciándole la espalda, aprovechando esa cercanía que se había vuelto recurrente en esos dos últimos días-. ¿Vamos a dentro, si? ¿Tienes que buscar algo en tu habitación? ¿Ropa?-James asintió, se separaron, Michael sonreía-Bien, ve. Te espero en el cuarto, ¿si? Dejare abierto. No tardes-ni bien terminó de decir aquello se metió a su habitación, James asintió y se quedo mirando unos momentos más la puerta de su amigo antes de ir a buscar sus cosas. 

Una vez que Michael se encontró solo respiró hondo. Necesitaba calmarse, a él le importaba mucho James y quería ayudarlo, pero no podía ignorar que sus sentimientos eran fuertes. Necesitaba calmarlos y ser un buen amigo. En ese momento James no necesitaba un enamorado, necesitaba alguien de confianza que le de fuerzas. Él de paso podía aprovechar el tiempo que pasaban juntos, disfrutarlo, aunque tuviera esa cuota constante de dolor de estar con alguien que sabes que no va a corresponderte. 

Pero... ¿que podía hacer? Era James, no podía ignorarlo. Tenía esa necesidad palpable de ayudarlo, de protegerlo. Dios, con sólo ver esos ojos azules acompañados de una expresión de tristeza se sentía completamente devastado, sentía que podía hacer lo que sea con tal de hacerlo sonreír. James podría manipularlo con facilidad, ojala nunca lo notara, o más bien, nunca se aprovechara de ello. 

Se acercó a la mesa y buscó un papel y una lapicera, rápidamente anoto “Acomódate. Me voy a dar un baño”. Buscó el pantalón que usaba para dormir, y se dirigió rumbo al baño. Esperaba que el agua le ayudara a calmar sus pensamientos y a relajarse. Dormir con la persona que amas, como amigos, no era fácil. Pero debía enfocarse, podía disfrutar el momento, tenía que ayudar a James.


Cuando el escoces entro en la habitación, leyó la nota y sin dudarlo se cambió, poniéndose su pijama y yendo a la cama. Se acomodó del mismo lado que había dormido la noche anterior. Las sabanas no habían sido cambiadas y tenían la fragancia de Michael, cosa que le resulto bastante relajante. Cuando sintió que el ruido de la ducha terminaba, miró de reojo hacía la puerta del baño. No paso mucho tiempo antes de que Michael saliera, con unos pantalones grises y sin remera. Con una toalla secaba su cabello descuidadamente. James se quedo abstraído, su amigo se veía muy guapo. 

El pelirrojo dejó caer la toalla a un lado y sonriendo caminó hacía a él, en un movimiento fluido apartó las sabanas y se acomodó a su lado. Para el castaño, todo pasó en cámara lenta y esa escena, sin duda, era una a la que podía acostumbrarse. 

Esa noche hubo poco dialogo. Con sólo mirarlo a los ojos, Michael supo que James quería un abrazo, y no dudo en hacerlo. El rostro del escoces inmediatamente se enterró en el pecho ajeno, ahora no había ningún tipo de pensamiento negativo al respecto... era simple consuelo, y no lo juzgaba como nada más. Eso era bueno, porque evitaba que huyera despavorido ante ese acercamiento. Ahora simplemente disfrutaba de la cercanía.

Ambos se durmieron rápidamente, durante el sueño sus cuerpos se enredaron y eso, en vez de ser una molestia, les resulto sumamente cómodo. A la mañana siguiente, ninguno cuestionó nada.

**

La gente del estudio tuvo que acostumbrarse, y por suerte se acostumbraron rápido, a que varios cupcakes estuvieran dando vueltas mientras filmaban. Todo empezó una mañana donde James estaba batallando con una escena, y casualmente le comentó a Michael que estaba algo decaído y que iba a ver si conseguía algo dulce para comer. Cuando se reencontraron, el irlandés le estaba extendiendo una taza de café y un pastelillo. James recordaba vagamente el grito de Jenn en protesta, comentando que ella también quería. Sin siquiera hacer el amago de comidarle a la chica, devoró el postre y le agradeció a Michael, con una sonrisa que hacía tiempo que el pelirrojo no apreciaba.

Desde ese momento, cada que James se veía algo distraído, mal humorado, desorientado, desanimado, cansado, o simplemente aburrido, aparecía un nuevo cupcake frente a él. No siempre le llegaban de la mano directa de Michael, a veces se lo entregaba alguna de las asistentes de producción, o a veces estaban en su trailer. Pero el siempre sabia que era Mike quien se los enviaba, y ese tipo de atención lograba sacarle una gran sonrisa. De a momentos se preocupaba de que tanto dulce arruinara su cuerpo, pero el pensamiento que más tiempo vagaba en su menta era que ¿de donde Mike sacaba tantos pastelillos? ¿tenía una guarida repleta o algo así? 

A James le gustaría decir que tenía fuerza de voluntad y que a veces los guardaba o simplemente no los comía, pero sería mentir. Los únicos que logró guardar fueron dos que estaban decorados como Magneto y Charles. Se veían tan adorables que simplemente no pudo morderlos. Esos dudaron hasta la noche, que fue al cuarto de Michael y los comieron juntos. Aún recordaba con gracia la forma en a que el irlandés tomó el cupcake decorado como Charles y lo mordió, comentando que, finamente, Magneto estaba cumpliendo el sueño de comerse por completo a su mejor amigo. James se sonrojó, aunque no pudo contener las risas.

Esa semana, durmieron juntos todas las noches. James no sabía exactamente cuándo empezaron a tener la costumbre de abrazarse. Sabía que en la mañana sus cuerpos se despertaban enredados, a pesar de que a la noche se acostaban con una prudente distancia, pero hubo un momento donde aparentemente Michael prefirió mandar las prudencias al diablo y lo rodeó con uno de sus firmes brazos. Esa primera noche, quizá, tardaron un poco más en conciliar el sueño y estuvieron un poco tensos, pero a la mañana siguiente despertaron tan enredados como siempre. Luego de eso, James también empezó a mandar sus prudencias al diablo y, finalmente, llegó el punto donde se acostumbraron a dormir completamente enredados, en un lío de piernas, brazos y colchas. 

Una mañana, cuando James abrió los ojos y vio muy de cerca el rostro de un, aún durmiente, Michael; se preguntó si su vida no sería perfecta si despertara así cada día. Tenía el brazo de Michael cruzando su costado derecho y abrazando su espalda, su propio brazo estaba debajo del cuerpo del irlandés, sus piernas estaban tan enredadas que James ni siquiera sabía cuales eran sus pies... y quizás debería doler esa posición, pero todo se sentía bien. Cuando Michael abrió sus ojos, revelando sus iris celestes entre ese nido de pestañas rojizas... James simplemente lo supo. 

Así se sentía saber, que con una decisión, podías ser feliz para siempre. Cuando Mike le sonrió aún adormilado, también supo lo doloroso que era reprimir las ganas de darle un beso. Un beso que llevaba deseando más años de los que pensaba.

**

Cualquier persona pensaría que tras una revelación así, tras entender que alguien podía completar tu mundo, no habría ninguna duda en tomar a esa persona y atarla a tu vida para siempre. Pero en el mundo real, en el mundo de James, no era todo tan fácil. La certeza sólo complicaba más las cosas porque alguna parte de su alma aún esperaba poder arreglar las cosas con Anne. A veces se preguntaba si podía existir una realidad dónde él, Anne y Mike fueran felices, cuidando a Brendan como una familia. A veces se despertaba en medio de la noche y se queda contemplando a Michael tanto tiempo que tenía miedo de simplemente gastarlo. Miraba su nariz, sus labios, sus rizos revueltos... y siempre terminaba con una extraña sensación en el vientre y un soplo en el corazón que le gritaba “bésalo” pero, por suerte, su conciencia era un poco más reservada.

¿Y si no funcionaba? ¿Y si lo intentaban y lo arruinaban? ¿Y si luego no volvían a hablarse? ¿Y si se quedaba sin nada, sin familia y sin amigo? ¿Y su trabajo? ¿Y su vida? ¿Y la gente? Y tantos “y si...” que terminaba agobiado. Esos días en los que estaba un poco más calmado callaba todas esas preguntas con un “¿y sí simplemente eres valiente?”. 

Seguramente ser valiente valía la pena, porque Michael tenía unos labios exquisitos. Su sonrisa era hermosa, su lengua rojiza, y su boca se veía deliciosa mientras comía, o mientras hablaba, mientras reía. James se encontraba a si mismo mordiéndose los labios al verlo reír, para contenerse de besarlo. Cuando lo veía, cuando veía sus ojos brillando, al ver su sonrisa algo coqueta, su expresión cómplice... James sentía que había nacido para besarlo y, entonces, costaba aún más resistirse. A veces se imaginaba haciéndolo: podría ponerse de punta de pies y unir sus bocas... o inclinarse mientras estaban desayunando y lamer sus labios. Podría despedirse o saludarlo con un beso rápido, casi descuidado. Podría intentarlo, para ver que se sentía. Pero eso era lo que le daba más miedo ¿y si se sentía demasiado bien? 

Por eso se contenía, pero a veces sentía que iba a explotar.

**

No sabía porqué iban a salir esa noche. Alguien había tirado la idea y Michael de inmediato se había mostrado entusiasmado, aunque luego miró a James con interrogación. Él nunca habría podido decir que no a esa expresión, aunque estuviera cansado, si Michael quería salir, saldrían. Después de todo, se lo debía.

Tampoco sabía exactamente qué hacía ahí. Es decir, podría cambiarse en su habitación, pero de alguna manera había preferido ir a la de su amigo. Y era extraño, pero agradable. Se tardaron más de lo normal, porque tenían que hacer turno para la ducha, pero no lo encontró molesto. Era agradable escuchar a Michael cantar mientras él se vestía. Era reconfortante verlo salir del baño con una toalla atada a la cintura y él entrar para terminar de peinarse. Era divertido verlo probarse camisas frente al espejo, verlo peinarse, verlo ponerse desodorante, y luego que se lo arrojara para que él se pusiera también. Se encontró a si mismo contemplando la huella de los pies desnudos y aún húmedos de su amigo, notó que Michael había puesto a secar ambas toallas, y cuando le vio la campera algo desordenada no pudo suprimir el impulso de ordenarle la ropa. Y durante todo el tiempo compartían miradas, roces casuales, chistes, cumplidos, y más y más miradas. Lo más sorprendente era que todo se sentía natural, correcto, hogareño. James podía vivir así. Sí, podía pasar el resto de su vida así.

Cuando estaban a punto de salir, Mike les tomó una selfie a ambos. Ni bien la vio, le pidió que la borrara, pero el pelirrojo se negó. En la imagen él no estaba mirando la cámara, sino que tenía el rostro ligeramente ladeado y observaba a su amigo con una expresión de fascinación. James tuvo que reconocer que su propio reflejo en la fotografía lucía enamorado.

Después de eso, salieron para encontrarse con el resto de sus compañeros. Tenían decidido ir a una disco donde habían sido invitados por un fan. El ambiente era agradable y James se encontró disfrutando mucho de la salida. La ultima vez que habían salido él la había pasado realmente muy mal, ignorándose con Michael y fingiendo estar bien. Pero ahora su amigo estaba como siempre, compartiendole chistes y comentarios, dejándole beber de sus tragos, moviéndose inquieto con ganas de bailar. Él se hallaba hipnotizado, no se había dado cuenta cuanto extrañaba estar así. La vida junto a Michael parecía ser tan perfecta. 

Esa noche no podía dejar de mirarlo, cuando su amigo se inclinaba para susurrarle algún secreto sus ojos quedaban capturados por esos delgados labios que sonreían al hablar; cuando se miraban en la barra esos orbes celestes lo cautivaban sin dejarle mirar nada más. Las manos le cosquillaban con el deseo de acariciar los pelirrojos cabellos y acomodarlos. Durante un momento, todos estuvieron bailando inquietos en la pista y él sólo era consciente de que tan cerca estaba de Michael, tanto que de vez en cuando sus ropas se rozaban, y a veces el brazo ajeno se acercaba como si fuera a rodearle la cintura... entonces, él se moría de emoción, aunque el otro ni le tocara. 

No bebieron tanto como otras veces, quizás porque los dos recordaban que el alcohol no los había dejado en muy buenas condiciones la ultima vez. Prefirieron divertirse, tomar algunos tragos y bastante agua. La noche estaba resultando muy divertida, bailando con sus amigos, cantando las canciones de moda, inventándose pasos... dios, hacía años que no se divertía tanto. El tiempo se paso muy rápido y cuando James miró la hora ya era algo tarde, aunque ninguno parecía interesado en irse. Para ser una salida de fiesta, la noche aún estaba en pañales. Sin embargo, al poco tiempo, no pudo contener el bostezo, las luces estretoscopicas le daban algo de sueño. Michael le miró curioso e, instantes después, estaba inclinado susurrándole al oído, dejándole sentir su cálido aliento. 

-Si estas cansado nos vamos-comentó, apoyándole una mano en la espalda baja de manera casual. En realidad, él no estaba cansado y no había pensado en irse, pero al tener a Mike tan cerca lo reconsidero. Si se iban estarían cerca y solos, e irían a dormir y él podría abrasarse a ese hermoso cuerpo como todas las noches. De pronto se sintió algo ansioso. Si, quería irse, para que estuvieran solos, para poder tocarlo a su antojo. Tenía demasiadas ganas de acariciarlo. Asintió, esperó que su amigo se sintiera algo desilusionado ya que se veía muy animado por estar allí, pero eso no pasó. Michael saludó a todos con una sonrisa y luego de que les insistieran un rato para que se quedaran, ambos lograron escabullirse.

No fue hasta que estuvieron a fuera que James notó lo atento que era su amigo. Se había ido de la fiesta sólo por él, sólo porque él había bostezado. El corazón le latió con mucha fuerza, cosa que últimamente era normal, pero ahora no se detuvo. Incluso cuando Mike paró un taxi, y luego mientras iban charlando en el asiento trasero, en ningún momento su corazón se calmó. De hecho, a él se unieron unas ansiosas mariposas en su vientre. No podía dejar de mirar a su amigo de reojo, y éste actuaba bastante casual.

Cuando llegaron al hotel y Michael no dejaba de parlotear, era obvio que él no estaba para nada cansado. Por momentos tarareaba y hacía algunos movimientos de baile. Subieron el ascensor y James se concentró en mirar los zapatos ajenos, viendo como el mayor los movía al mismo ritmo que tarareaba. Al llegar, ninguno mostró dudas en entrar al cuarto de Michael. Este ya era, prácticamente, el cuarto de ambos. Con la misma normalidad de siempre comenzaron a alistarse para dormir, de nuevo se turnaron para el baño, Michael le sonrió mientras se cepillaba los dientes y parecía un tiburón con rabia por la boca llena de espuma, mientras tanto James estaba quitándose la camisa.

Intentó pensar en otra persona con la que se hubiera sentido tan cómodo como se sentía con su amigo, pero no pudo. Michael era único. Y ellos eran una combinación perfecta, incluso los directores de cine lo decían.

El irlandés se encerró en el baño para terminaran de prepararse, y James se desvistió dejando su ropa a un lado de la cama, se puso lo que usaba de pijama y luego se dirigió al baño. Casi al mismo tiempo Mike salió e intercambiaron lugares, Michael se cambió mientras James se cepillaba los dientes. El castaño fue el primero en acostarse, mientras miraba de reojo como su amigo terminaba de ponerse los pantalones grises que usaba como pijama y que se abrazaban con fuerza a sus delgadas caderas. El castaño contempló la espalda ajena, los hoyuelos en la parte baja, los anchos hombros. Cuando Michael se giró y caminó hacía él, James prácticamente veía a un ángel acercándose. Contempló la blanca piel adornada por varias pecas y lunares, y quedó cautivo de la forma relajada y natural en la que el otro se movía. 

Michael se acomodó a su lado aún sin apagar la luz de su velador, el tono amarillento de la lampara era tenue y relajante. James ya se había acostumbrado a la forma en la que el colchón se hundía cuando se acostaban juntos, y al calor que el cuerpo de Mike emitía. 

-¿La pasaste bien?-giró el rostro para mirar a su amigo, el pelirrojo ya se había acomodado contra las almohadas, se veía relajado. De nuevo, James se quedo prendado de su rostro por un momento. Era tan hermoso.

-Si, me divertido bastante.-respondió, regalandole una sonrisa. Su amigo sonrió también.

-Menos mal. Pensé que necesitabas relajarte un poco, aunque no sabía si te gustaría-comentó, compartieron una nueva sonrisa y luego Michael chasqueó la lengua-. Tenía una compensación por si no llegabas a pasarla bien, igual puedes disfrutarla-el mayor se estiró y abrió la mesa de luz. La sonrisa de James fue indisimulable, sus ojos brillaron al ver el pequeño cupcake.

-A este paso voy a terminar redondo-bromeó, tomando el pequeño postre y dándole una mordida. Luego le ofreció a su amigo-. Si me pongo gordo no seré el único Fastbender-bromeó, Michael le miro falsamente ofendido y luego tomó el pastelillo. Le dio una mordida, pero cuando James quiso recuperarlo, este estiró la mano apretándoselo.

-Te jodes, por bromista no vas a comer más-se burló. Iniciaron un forcejeo juguetón, donde James intentaba alcanzar el pastelillo pero Michael sólo se lo apartaba. Las risas resonaron en el cuarto y luego se oyó un quejido cuando el castaño le mordió un dedo a su amigo intentando morder el cucake. Cuando ya habían revuelto casi toda la cama, y estaban un poco más agitados, Michael mordió un pedazo y el resto se lo entregó al menor, que lo devoró-. Eres un goloso-comentó, sin perder la sonrisa.

James sonrió mientras masticaba, ambos volvieron a acomodarse, esta vez se quedaron contemplando el techo unos minutos. Cuando el pelirrojo bostezó, James le miró de reojo. Ni el cosquilleo en el vientre ni el corazón acelerado se habían calmado, seguía ansioso, y no sabía cómo iba a poder dormir sintiéndose así.

-¿Tienes sueño?-preguntó. Michael asintió y luego se desperezó. James volvió a contemplarlo, sus músculos estirándose antes de relajarse, su cabello se veía ligeramente anaranjado por la luz, sus pestañas destellaban suavemente. Cuando Michael le sonrió, a él, sólo a él, de esa manera tan intima... no pudo contenerse más. El cosquilleo en su estomago tomó forma de impulso, y antes de terminar de decidirse, se estiró hacía su amigo. Su mente gritaba “¡besalo!” de esa manera tan tonta y enamorada, y él no podía negarse. Capturó los delgados labios ajenos en un roce que en un principio fue casto. Michael se hacía quedado estático, pero no se negaba al acercamiento. Había dejado escapar un suspiro de alivio y añoranza, y eso, sólo motivó más al menor.

El roce, en un inicio fue tranquilo y suave, una delicada caricia que ambos llevaban demasiado tiempo anhelando. Michael durante un segundo se preguntó si estaba soñando, después de todo, había despertado muchas veces en un momento así, luego de un perfecto beso que su mente desesperadamente ilusionaba. Tenía miedo de estirar la mano para sujetar los cabellos ajenos, y no tocar nada, notar que todo era una fantasía. Tenía miedo de hasta moverse, porque ¿si era real pero asustaba a James?

Cuando el castaño se atrevió a meter su lengua en la cavidad ajena, pudo ver destellos contra sus parpados cerrados. Su cuerpo fue presa de una vibración extraña y el ritmo cardiaco se aceleró. Esa boca era adictiva. Definitivamente adictiva. Tenía un sabor exquisito, y lo hacía sentir tan bien: era como flotar. Besar a Mike le hacía olvidar todo y sólo podía concentrarse en ellos dos. Joder, tantas veces se abstuvo de besarlo, y ahora se lo reprochaba. Se sentía tan bien. ¡Todo ese tiempo podría haber estado besándole! Joder, podría llevar años besandole. Se sentía perfecto.

No quería desprenderse y sentía que su cuerpo se negaba a alejarse. Esa boca era tan perfecta como se la imaginó. Los delgados labios eran suaves, y su lengua acaba de adquirir un peculiar gusto por rozar esos dientes que se veían tan intimidantes en una sonrisa. Apenas y entreabrió los ojos para contemplar a su amigo. Las arqueadas pestañas, las pecas que adornaban sus mejillas, algunos cabellos revueltos... ¡dios! Era demasiado hermoso. Tan perfecto, que se sentía incapaz de volver a cerrar sus parpados. No quería olvidarse de esa imagen nunca, quería recordarlo siempre así. Michael completamente relajado, entregado a ese primer beso.

Todo fue tranquilo y pausado, sin prisas, ninguno supo cuánto tiempo estuvieron así, con esa mezcla de deseo, anhelo y miedo a despertar. Se rosaban mutuamente como si fueran de cristal. James no recordaba haber tenido un beso tan delicado desde... básicamente desde nunca. Cuando se apartó lo hizo casi sin ganas. No se atrevieron a mirarse a los ojos, pero se quedaron enfrentados varios minutos, observando los labios ajenos. Ninguno se atrevió a decir nada, finalmente, James bajó el rostro, algo avergonzado. Después de eso, volvieron a acomodarse mirando el techo. Pasaron unos escasos segundos, que al escocés le parecieron eternos, donde sólo se escuchaban sus respiraciones. Finalmente, Michael suspiró.

-Dios, la hemos cagado-susurró con su voz ronca. Al oír eso, el rápido latir del corazón de James se tornó angustioso. ¿Acaso había hecho mal? ¿Acaso Mike acaba de repensarlo y ya no estaba interesado? El miedo le heló la sangre y comenzó a temblar muy sutilmente.

-¿Por qué?-preguntó, su voz sonó demasiado aguda, aunque Michael no pareció notarlo. Seguía concentrado mirando el techo.

-No debiste besarme-resolvió, y se paso una mano por la frente, revolviéndose el cabello. De pronto, James tenía demasiadas ganas de huir, esa frase acababa de arruinar su noche. ¡Sabía que no tenía que hacerlo! ¿Por qué se dejo llevar?

-Lo siento, yo no quería incomodarte. Pensé que...

-No-finalmente Michael se giró un poco, para mirarle, aunque rápidamente apartó sus ojos. James pudo contemplar el ligero sonrojo en sus mejillas-. Es sólo que... ese beso terminó de confirmarlo.

-¿Que cosa?-preguntó, algo mareado. Ya no sabía como sentirse.

-No hay marcha atrás-continuó, el irlandés lucía algo nervioso y James se sintió mal por haberlo puesto así. Lo vio morderse los labios y respirar profundo-. Te amo-la voz sonó muy profunda e hizo que cada vello del cuerpo del escocés se erizara. En ese momento los ojos ajenos volvieron a mirarle y lucían algo nerviosos pero decididos. Michael no le dejó dudar, no quería escuchar un rechazo que podía matarle, le tomó la nuca con firmeza, y escuchó a James gemir al instante, cosa que le animó aún más. James también le quería, James también podía amarlo. Tenía que tener fe. Se acercó hasta que sus bocas volvieron a unirse y, esta vez, fue su lengua la que se enterró dentro del castaño y exploró su cavidad. 

Éste beso era más confiado y osado, tras superar los miedos iniciales Michael se dejo llevar, cargando de emoción el contacto. Había estado tanto tiempo deseando aquello, que ahora no podía controlar la pasión y desesperación con la que lo besaba. Su boca devoró la ajena, como tantas veces había soñado. El sabor de James, su calor, la forma en la que su cuerpo respondía... nada se comparaba ni con el mejor de sus sueños. 

El menor volvió a temblar, pero esta vez de emoción. Su boca estaba siendo dominada por ese pasional hombre y a él le encantaba. Las manos del pelirrojo había abrazado su espalda y parecían quemarle a través de la ropa. Era pura pasión, pero no una pasión sexual, sino de anhelo, de amor. Michael lo amaba, ese beso se lo demostraba. Y se sentía tan bien, se sentía completo, realizado. Dentro de su mente varias voces gritaban "Al fin", como si una parte suya llevara toda una vida esperando por esto. Dios, se sentía tan bien, los labios ajenos se sentían tan bien. Podía acostumbrarse a eso. ¡Si! Podía acostumbrarse, es más, podía volverse adicto. Se imaginaba así mismo viviendo toda su vida besando a Michael, y eso... joder, sonaba condenadamente perfecto. El y Mike, besándose, para siempre.

Todas las voces dentro de su cabeza, parecían de acuerdo. Cualquier duda que hubiera tenido alguna vez, se esfumó. Su cuerpo, cada célula de su ser e incluso su alma, se llenaron de una exquisita y emocionante paz.

A veces, dos seres distintos, dos almas conexas, pueden pensar lo mismo: ”Felicidad. Al fin te encuentro".

 

 

Notas finales:

Ojala Les haya gustado :D

Si pueden, déjenme saber sus opiniones. De a poco nos acercamos más y más al final ;)


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