TURLES
Turles siempre fue un pobre diablo, un ser despiadado y sin compasión. Desde que a sus 13 años tuvo conocimiento de la entera (o casi) extinción de su raza, sintiéndose solo y abandonado en el frio espacio trabajando para Freezer. A los 20 años desertó al ejército de Freezer para dedicarse a la piratería espacial.
Era traficante de tecnología e informática hasta con pequeños satélites conquistados fácilmente por él. Pero necesitaba ayuda, pero ayuda para no hacer el trabajo sucio, y así reclutó poco a poco a todo su equipo. Su predilecto era Daiz, el príncipe de una dinastía de una familia poco conocida.
Junto con este personaje hizo, descubrió y experimentó cosas nuevas. Los demás no contaban, eran del montón.
Pasaron 3 años, Turles encontró a su tan ansiado compatriota, Kakarotto (Goku). Lo encontró gracias a una sonda espacial, la cual aterrizó un verano en el Planeta Tierra.
Los guerreros Z estaban en época de paz y tranquilidad que en cuestión de horas seria quebrada por Turles.
Pocos días después del aterrizaje de la sonda, la cual transmitía valiosa información sobre el planeta, llegarían ellos en su nave espacial. Por cierto robada.
Turles y su equipo estaban muy confiados de sus capacidades pero Goku tenía un As en la manga. De algo era el salvador del mundo.
Los gemelos, Almond, Cacao, Daiz y Turles fueron vencidos, con la muerte.
Y allí estaba él, en el Infierno. Pagando su condena de pecador.
Al principio se sintió solo, pero en cuanto, en una ocasión escucho entre una charla de ogros << Bardock, el Saiyajin>> se interesó, hasta fascino, por este misterioso personaje.
Lo espió obsesivamente un tiempo, su atracción hacia él cada vez más incrementaba.
Hasta hoy. Sería el día en que probaría el sabor de ese hombre tan parecido a él mismo. Eso se le hacía aún más emocionante.
-¿No te gusta mi látigo, Bardock?
A Bardock le asqueaba ver a Turles en esa pose de perra en celo, desnudo y con el látigo enrollado en su miembro erecto. Además pudo notar manchas de esperma en la tierra árida justo debajo de los pies de Turles.
-¿Estas solo enfermo o solo usas un maldito de cuero para darte placer? Das asco como Saiyajin, en el Infierno no solo somos hombres.
Turles no contaba con la cabezonería de Bardock, tenía otro plan en mente.
Fijó la vista en los ojos profundos de Bardock, le dedicó una mueca de placer. Eyaculó, esta vez, sobre él.
Bardock miro su calzado manchado de su semilla. Le disgustó.
-¡Qué asco!
-No me agradan las mujeres, son demasiado listas para los hombres… No las sabemos tratar ni cuidar bien.
Desenrolló el látigo, su miembro estaba rojo de la presión ejercida anteriormente.
-Puaj!
Turles río por su reacción.
-No seas memo.
Turles se abalanzó hacia Bardock, Bardock lo esquivó. Chocó contra el piso.
-No te vayas hacer falsas ilusiones. Idiota.
Se alzó y le miró a los ojos ferozmente, comenzó a recoger sus pertenencias, en silencio y se marchó lejos dejando otra vez Bardock solo.
Bardock se sintió aliviado al verlo marchar lejos, lejos de él.
Más tarde, decidió darse un baño para eliminar cualquier rastro del olor y suciedad en él. La banda roja de su cabeza no estaba. Comenzó a toquetear su frente incrédulo de su desaparición, pero así era.
-¡Donde rayos está! ¡Turles!
Para él la banda teñida de rojo por la sangre de sus compañeros de escuadrón era un símbolo preciado, muy preciado para él.
Jugaría el cuello que ahora estaba en manos de ese desgraciado. Turles.
No quería seguirle el juego pero eso era demasiado importante para él, debía recuperarlo. Debía ser astuto, el olor de ese hombre le excitaba interiormente de forma extraña.
Velozmente partió en vuelo hacia el norte, dirección en la cual Turles se había ido.