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Ella es mi mejor amiga por Alexander Bold

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Notas del capitulo:

Aquí dejo la continuación, espero que la disfruten, es en esta parte donde las cosas se ponen un poco más Dramáticas. 

Sin más ni menos y agradeciendo que lean: 

 

Disfrútenlo.

En aquella ocasión voltee a mirar a Andrew, y vi en su rostro una expresión inusual, una felicidad muy extraña. Como una combinación de satisfacción, sorpresa y euforia. Grito animado:

—¿Qué…? ¿Un hijo…?

—Sí.

Ella estaba igualmente feliz por la reacción que tenia Andrew. Se levantó en un solo impulso y la abrazó por sobre la mesa. Le repetía incesante:

—¡Te amo! ¡Y amaré de igual forma a mi hijo!, ¡te amo tanto! ¡Te amo!

Y aunque yo no podía evitar sentirme agradado por la noticia, mi mente también se plago de otras ideas…

«Son tan jóvenes…»

Solo me atreví a pronunciar:

—¡Muchas felicidades!

Julieth me miró. Y sus ojos se veían tan extraños, tan ilusionados, brillantes como la aurora, inundados de anhelo. En aquel instante, como si un fuerte viento disipara la neblina de la imagen de una imponente montaña, visualice la de ellos como padres.

«No importa… Ellos son los mejores —pensé inundado por el jubilo.»

—Gracias Peter, para mí es muy importante que ustedes… —una lagrima, diáfana y radiante salió de aquellos mismos ojos—, me den su apoyo.

Esa semana fue, y no exagero, exhaustiva y llena de impresiones mortales.

Lucían tan enamorados, felices.

Yo los acompañe a la casa de Julieth a avisar a sus padres. Ellos se decepcionaron, mucho, en su mirada pareció extinguirse en aquel instante el orgullo y un poco del amor que sentían por ella.

Dijeron cosas que no me atrevo a recordar, pero Andrew estaba ahí prado frente a July, tomando su mano en cada momento, y yo soy fiel testigo de que la defendió a capa y espada, con su tacto la mantuvo fuerte ante aquellas palabras.

—¡La amo!

—Ustedes son tan jóvenes, aun ignoran tantas cosas, sobre el amor y la vida. No seas tan apasionado Andrew, si estamos molestos es porque imaginábamos que tendrían cuidado, ¡que serian responsables! —regañó la Sra. Wolf.

—No soy apasionado, y sí, tal vez soy joven, tal vez sea ignorante pero… —contestó y volteó a ver a July—. ¡Solo sé que la amo! Como a ninguna otra cosa en este mundo y prometo que estaré a su lado pase, lo que pase.

—Joven Logan —la voz resonó en la habitación con fuerza, era espesa y parecía cortar el aire a su poso—. ¡No creó que entienda las complicaciones que llegaran a su vida en este instante! Eres un joven muy estúpido, no digas cosas de aquella naturaleza con tal ligereza. Ve a casa, dile a tus padres, les llamaré en la tarde, tendremos que hablar con ellos.

—Sera lo mejor Andrew. Habla con ellos, y nosotros ya arreglaremos el resto —agregó la madre de July ante el comentario del Sr. Wolf.

—¿Qué hay de July?

—Ya sabremos qué hacer con ella. Por ahora vete.

—Pero…

—¡Largo! —gritó el padre de July fúrico—. Peter, por favor acompaña al Joven Logan, y asegúrate de que vaya a casa.

Me sentí atrapado, el Sr. Wolf siempre fue tan amable, tan agradable, y bien podría ser porque no tenía miedo de que yo fuera a pervertir a Julieth. Pero en aquel instante que me ordenó hacer aquello, dude, entre obedecer o dejar que Andrew se mantuviera junto a ella.

Él me miró con resignación y asintió un poco.

Dejamos a Julieth y salimos de la casa. Sabía que su padre era un hombre con un carácter fuerte, pero no le haría daño, al menos no físico.

Caminábamos en las cercanías de la casa de Andrew, había permanecido intranquilo todo el camino. De pronto de la nada, me sobresalto diciendo:

—¡Debo regresar, no debí dejarla ahí sola! —dio la vuelta.

—¡Espera! Espera… —dije tratando de detener su caminar, era bastante fuerte.

—¡Suéltame! Déjame regresar… —me gritó y comenzó a llorar—. No me perdonaría si algo malo le pasa.

Me tomó de la playera con ambas manos y recargo su cabeza en mi pecho, continuaba lagrimeando. Yo solo pude pasar mis brazos por sobre su cabez y su espalda en un intento por reconfortarlo.

—¡Tranquilízate! Lo mejor ahora será hablar con tus padres, pide su consejo y espera, espera a que puedas hablar con ella, a que puedas verla. Tan solo espera, ella estará bien. ¡Te lo prometo!

—¿Cuidaras de ella verdad? —me dijo levantando el rostro para mirarme. Sus ojos estaban rojos y en su rostro vi pánico y súplica.

—Lo haré. Intentaré que me dejen verla y te avisaré con detalle. Pero por ahor debes esperar a que todo se calme.

Aquella vez lo lleve hasta la puerta de su casa, me pidió que lo dejara solo con sus padres, no quería que yo saliera, de alguna manera, agraviado por el asunto.

Ese día se me hizo eterno.

Lo siguiente, de lo que pude enterarme cuando visite a July, fue que sus padres acordaron una boda, ella estaba feliz, y él lo esperaba ansioso. Sobré el bebé harían una visita al ginecólogo de la familia Logan para llevar un seguimiento del embarazo.

Después de una semana de visitar a July y llamar a Andrew para darle noticias y mensajes, privados, por fin los dejaron verse. Estábamos a punto de terminar la preparatoria, y nunca los vi más comprometidos con lograrlo.

Pero…

Una noche, ya pasadas unas cuatro semanas desde que nos enteramos del incidente, recibí una llamada.

Cuando llegue al hospital, estaban todos ahí con rostros deformados por la preocupación. La madre de Julieth se acerco a decirme.

—¡Oh Peter! ¡Qué bueno que estas aquí ella necesita apoyo!

—¿Qué sucedió?

—Durante la noche se levanto y noto que estaba sangrando, gritó desesperada y de inmediato la trajimos aquí… Ella perdió al bebé.

—¡Por dios! No puedo creerlo.

—Es muy lamentable, ya me había hecho a la idea de un nieto —intervino el Sr. Wolf—. Por eso te pedí que vinieras. Ellos están muy mal.

—Se veían tan felices…

—Deberías entrar… —mencionó una mujer muy bonita, que reconocí de inmediato por esos ojos, tan extraños.

Cuando por fin estuve dentro de la habitación, quede muy lastimado por la escena. Julieth lloraba, mientras acariciaba el pelo de un Andrew destrozado, en cuclillas, con la cabeza sobre la camilla, sosteniendo la mano de ella.

El doctor dijo que era una posibilidad en el primer embarazo y sobre todo en mujeres jóvenes.

Tal vez había sido lo mejor, de esa forma tendrían más tiempo para planear mejor las cosas. Para pensarlo mejor…

Tomó tiempo, pero pronto ambos empezaron a recordar esos días con amor, pero sin remordimientos o pena. La boda se cancelo, y las cosas se tranquilizaron entre las familias, volvía verlos juntos como siempre. July me comentó que se cuidarían para que un día cuando fueran más estables intentaran tener un hijo.

Andrew ya anhelaba con gozo el día en que se cumpliera su sueño de casarse y tener una familia, se le veía realmente enamorado y desesperado.

Terminaron los días de prepa, y todos elegimos qué camino seguir: Andrew decidió estudia medicina, quería convertirse en un ginecólogo. Julieth siguió los pasos de su padre y fue a la misma Universidad de Economía. Tuvimos que sepáranos de ella, pero estábamos convencidos de que regresaría. Por mi parte inicie mis estudios en ingeniería química.

Pasaron cinco años, y en ese tiempo fueron muy pocas las ocasiones que tuve para ver a Julieth o Andrew. Me hice a la idea de que habíamos tomado caminos distintos y que tal vez jamás nos volveríamos a ver como antes.

A la mitad de mi carrera me…, aburrí. No por eso deje mis estudios, yo continúe yendo hasta terminar, pero no podía dejar de pensar que aunque disfrutaba de la química, mis otras pasiones como las matemáticas, lo administrativo y el sueño que tenía desde pequeño: Convertirme en un hombre importante que siempre se vistiera con trajes elegantes, en una oficina con un diseño moderno, llena de cristales, y con un escritorio que tuviera un lapicero, lleno de plumas, ¡oh lo añoraba! Se habían esfumado.

Así que en un arrebato fui y comencé los trámites para estudiar Economía Industrial con un profundización en el comercio internacional.

Termine Ambas carreras con un trabajo inimaginable. Jamás me arrepentí, pero admito que quedarse en la biblioteca hasta la hora de cerrar, haciendo tareas de dos áreas distintas de trabajo, fue agotador.

Cuando July y Andrew terminaron de estudiar se casaron, fui requerido a la boda de una forma peculiar, un día mientras tomaba un ligero descanso en el pasillo de la biblioteca sobre derecho mercantil, comencé a sentir que me cargaban. Desperté somnoliento en mi dormitorio de la facultad. Y me sorprendí al ver que no estaba rodeado de libros, me levante y en mi intento por pararme resbalé.

Vi como una sombra se acercaba a mí apresurada. Me ayudó a sentarme, lo veía borroso y me sentía mareado. Escuché entre mis revueltos pensamientos y visión nublada:

—Debes reposar, al parecer no has dormido ni comido bien. Tranquilo.

Caí rendido, y no sé cuánto tiempo pase dormido, hasta que escuche voces, que estaban cerca.

—¡Te envié para llevarlo a casa, no para que lo dejaras así! —susurraban.

—¡Como crees…! Estaba en la biblioteca, lo encontré así.

—¿Hace cuanto?

—Desde ayer en la noche.

—Ya casi un día. Debió haber estado muy presionado, por suerte ya solo es una carrera, no me imagine como se le metió la idea de hacer esto, cuando me aviso hace dos años.

—Bueno Peter siempre hablo del «lapicero».

Ella río.

—El vendito «lapicero».

Abrí los ojos con lentitud y logré, claramente, vislumbrar el rostro maduro de Julieth, atrás de ella estaba un joven muy atractivo, que no veía con mucha claridad debido a la cegadora luz de la ventana tras él.

—¡Hola dormilón! —dijo ella muy apacible—. Quién diría que serias uno de los primeros pacientes de Andrew.

—¿Qué?

—¿Cómo crees que llegaste aquí? Andrew te encontró en la biblioteca, y te estuvo cuidando todo este tiempo.

—¿Andrew…? —pregunté mientras me incorporaba con dificultad.

Él se acercó y sentó en la cama, a mis pies.

—¿Acaso no me recuerdas?

Lo miré sorprendido, se había convertido en todo un hombre, había crecido, seguramente era un poco más alta que yo y embarneció. Pero seguía con esos ojos.

—¡No! Claro que no. A ninguno. Pero… ¿Qué hacen aquí?

—¡Veo que no has revisado tus mensajes últimamente! —regañó.

—Tuve que enviar a mi caballero en tu búsqueda.

Ambos reímos ante el, un tanto infantil comentario de ella.

—¿Para qué? —cuestioné sin entender nada.

July me propino un coscorrón.

—¡Espera mi amor! Aun no está bien, del todo… —intervino Andrew.

—¡Se lo merecía! —articuló firme.

—¡Pero yo qué…! ¿Qué sucede? Explíquenme.

Ella me lanzó una mirada fulminante, y él se limitó a explicar:

—¡Nos vamos a casar! —yo lo miré con un rostro muy extraño, porque de inmediato preguntó con angustia—: ¿Te sientes bien?

—¡No!… Es decir sí… Oh perdonen, pero es algo sorprendente.

—¿Qué es sorprendente? —preguntó indignada.

—¡No me golpees!

—¡Tranquilos! Estoy seguro de que Peter solo quiere decir que es una noticia que no esperaba.

—Más le vale.

—¿Cómo crees qué tu mejor amigo no estaría feliz porque su hermana de otra madre va a compartir la vida con su más grade amor? —pregunté con ánimo.

Ella me miró con inocencia.

—¡Es una gran noticia! Muchas felicidades. Y ¿Cuándo será la boda?

—Dentro de tres semanas. En diciembre.

—¡Tan pronto!… —July se abalanzó contra mí furiosa—. ¡No me golpees!

Andrew la detuvo. Se calmó un momento.

—Bueno es que lo estamos planeando desde hace un año, cuando yo acabe mi servició.

—¿Por qué no me avisaron? —curiosee.

Julieth se lanzó, y Andrew ya no pudo detenerla comenzó a agrdirme gritandó.

—¡Tratamos de comunicarnos contigo! ¡Te mande cartas,…! ¡Mensajes, llamé! ¡Y tú ni tus luces! ¡Y me preguntas por qué…! —él hacía un esfuerzo sobre humano por quitármela de encima—. ¡Y así te atreves a decir que eres mi mejor amigo! ¡Cuando ya ni siquiera nos hablas! ¡Hipócrita! —yo trataba de liberarme, pero seguía lanzando manotazos.

Así pasamos un buen rato, ella se calmaba, y ante un comentario que tuviera hasta la más insignificante relación con el hecho de que había estado demasiado ocupado como para haberme comunicado, ella explotaba en cólera.

Me ofrecieron que fuero el padrino de Andrew, ya que una buena amiga que estudió con July accedió a ser la madrina. Cuando escuche aquello vino a mi mente una pregunta que irónicamente dije en voz alta:

—¿Entonces planeabas que yo fuera la dama de honor?

—¡Lo hubieras sido si no hubieras estado ocupado!

—¡Pero soy hombre!

—¡Yo no le veo problema!

—Qué bueno que estaba ocupado… —musite, y ella se lanzó a golpearme, de nuevo.

Andrew nos miraba resignado y cansado de tanto tener que cargar a July.

Las vacaciones habían comenzado desde una semana atrás, así que me llevaron a casa, más por fuerza que por que yo quisiera. Intenté convencerla de que llegaría puntual a la boda el día que ellos me dijeran dado que aun tenía que estudiar para mis exámenes de primavera.

Ella alegó que yo era muy inteligente y que sabría superarlo. Aparte de que tendría todo enero para estudiar. Me resigné.

En realidad me la pase muy bien los siguientes días. Mi madre está feliz de que la visitara, y pasaba mi tiempo con July como antes, a Andrew lo veíamos por la tarde cuando terminaba de dar consulta en un hospital de centro, en donde ganaba el sueldo que todos desearíamos tener.

Julieth había comenzado una empresa, llamada Cronos, que producía wisky, brandy, ron, y demás. Me dijo que esperaba que pronto comenzaran a producir vinos en el extranjero.

Ellos se habían vuelto exitosos y maduraron, bueno, un poco, con rapidez, y yo continuaba estudiando, no me arrepentía pero ya anhelaba sentir esa satisfacción de triunfo.

Cuando llegó el gran día, todos estaban extrañamente felices y nerviosos, recuerdo bien que entre al cuarto donde Andrew se preparaba y lo vi sentado aun sin haberse puesto el saco ni el moño. Una sonrisa se podía apreciar en su rostro.

—¿Feliz? —pregunté.

—¡Peter! —reaccionó sorprendido—. ¡Por supuesto! Como no estarlo si estoy a punto de cumplir mi más grande sueño.

—Pues eso no pasara si no te apresuras.

—Es que… —dijo con cierta vergüenza.

—¿Qué pasa?

—Creerás que soy un idiota.

—Vamos a volver a pasar por eso.

Él soltó una carcajada melancólica.

—No sé cómo ponerme en nudo.

—Y me volví a equivocar.

—¡Qué grosero!

Ambos reímos.

Hice y acomode con ánimo el nudo de su moño. Cuando termine y le di el saco para que se lo pusiera, no pude evitar expresar:

—¡Eres el novio más sexy que jamás he visto! ¡Julieth es muy afortunada!

Se puso realmente rojo con mi comentario, a lo que pensé que había cometido un error.

—¡Sabes que no lo digo con…!

—¡Gracias! —musitó apenado.

—…, malicia! —terminé más calmado—. Anda, que tu novia es un poco…

—¡Lo sé, lo sé! ¡Vamos! —interrumpió con mucha alegría.

—Lo digo con sinceridad, Julieth no pudo haber elegido mejor.

—Siento lo mismo por ti.

—¿A qué te refieres? —rebusque.

—Julieth no pudo haber tenido un mejor amigo a su lado. O como lo dices tú… —se detuvo a pensar mientras ponía su mano derecha en mi hombro y se llevaba la izquierda a la barbilla—. No pudo tener un mejor hermano de otra madre.

Ahora el sonrojado era yo.

—Eso te convierte en mi cuñado, y es algo que apreció mucho.

—Gracias…, pero basta de cordialidades, vamos a cumplir tus sueños —dije.

—Sueño —corrigió.

Fue una boda hermosa, no en balde todo lo que me obligaron, supuestamente, a trabajar por ello.

Julieth se veía realmente hermosa en aquel vestido blanco, tal como si por un instante el serafín más cercano a Dios abriera sus alas para mostrar aquella belleza que solo el padre de todo tiene la gracia de ver. Miré a los padres de ambos, quienes seguían a sus hijos con unos ojos llenos de alegría y orgullo.

Y después de la gran ceremonia que los unió en un solo ser, festejamos en un jardín hermoso, llamado The Crystal Palace que yo mismo conseguí, aunque era prácticamente imposible. Fue uno de mis regalos a los novios, y todo gracias a Griselda una amiga de la facultad quien era una conocida muy importante para el creador de aquellos vellos jardines llenos de rosas inmaculadas.

Ella también había accedido a acompañarme al evento, ya que por esos días yo carecía de un amigo íntimo o un novio. Y al parecer July y Griselda coincidieron mucho, porque pasaron la mayor parte disponible del tiempo que tenía la novia, platicando muy alegres.

—Ella se ve realmente feliz —me dijo Andrew después de sentarse a mi lado.

—¡Y como no estarlo!

—¡Y dime! ¿Quién es ella? «Picarón».

—¡Por favor! Bien sabes que no tengo esas preferencias.

—Ella parece muy agraciada al estar contigo. Hasta me atrevería a decir que siente algo por ti —me insinuó.

—Pues te aseguró que estas muy equivocado.

—¿Por qué? ¿Qué acaso no te das cuenta como se ve a tu lado?

—¡No es lo que parece! Ella está muy enamorada de una sola persona… Pero es complicado.

—¿Complicado?

—Él cometió el error de no decirle algo muy importante porque creía que ella lo sabía. Y cuando ella se entero de que él no había dicho nada, se sintió traicionada. Se separó de él, aunque tiene que verlo casi todos los días. Y yo se que aun lo ama profundamente.

—¿Por qué lo dices?

—Es como July…

—No entiendo.

—Era muy obvio que te amaba… Por cómo se transformaba su rostro al decir tú nombre o hablar de ti. Aun se inunda con ese brillo peculiar al verte. Y Griselda se ve de la misma forma —contesté y voltee para mirarlo. Tenía una expresión muy amigable—. Y yo se que ese amor no ha muerto, al menos eso espero. Griselda es muy hermosa. En todos los sentidos.

—Lo es.

—¡Cuidado! Ya eres un hombre casado.

—Eso no evita que pueda admirar la belleza que implica la feminidad.

Lo miré muy sorprendido.

«¿Acaso?»

El me miraba con una sonrisa entre diabólica y maliciosa.

—Una vez mientras estaba en tú casa leí una libreta de hojas rojas… La que compraste en aquella tienda —lo miré sorprendido.

—«Curiosidades y Regalos de Ms. Jane.» —dijimos al unisonó.

Yo me sonrosé… Él podía haber leído muchas cosas que quería mantener personales, me enfade.

—¿Por qué…? ¡Eso era muy privado! —dije molesto.

«¿Y si…?»

—¡Tranquilo! Yo no sabía que era «tan» personal. Fue inercia. Lo lamento, se que no debí…

—¿Qué tanto leíste? —cuestione muy intensamente.

—¡No mucho!… Un momento… ¿Qué había ahí que no quería que yo viera?

—¡Muchas cosas! Todo era muy priv…

—¡No claro que no! —interrumpió mirándome, se había vuelto más intensa y acusadora, no la recordaba así—. Si fuera tan solo un diario o escritos intimos te hubieras molestado, ofendido, tal vez reído, pero no te hubieras interesado en saber lo que leí. ¿Qué escondía aquella libreta? —preguntó y me sentí extraño, cuando adolecentes el siempre era sumiso a mis interrogatorios, pero ahora era al contrarió.

Me sentí incómodamente agredido, superado por su imponente masculinidad. Incluso tartamudee.

—Yo…, yo… No… Olvídalo ¿quieres?

—¡No!

—Está bien… Ahí había muchas descripciones, de cosas.

—¿Qué cosas?

—A… ¿Acaso…, eres policía o qué? —evitaba mirarlo.

—«¡Habla ya!»

Me quede callado, no podía decirle nada. Pero el siguió insistiendo.

—¡Habla!

Negué con la cabeza.

—¿A no? —me sujetó del cuello de la camisa—. No me hagas tener que hacerte hablar por la fuerza Peter.

Me aterré y tomo la decisión.

—De mis…, fantasías con…, algunos muchachos de la escuela —mentí.

En realidad en aquella libreta había una lista de todas las características de Andrew y una descripción de sus ojos, anotada en el borde de muchas hojas, trazado con pluma negra que resaltaba en el papel de rojo salvaje.

El se quedo boquiabierto mirándome.

—¡Creo que no lo habías visto!

Me soltó y permaneció en silencio por unos momentos hasta que me cuestionó:

—¿Yo estaba en alguna de ellas?

El calor subió desde un agitado pecho hacía mis mejillas que se encendieron de inmediato ante tal pregunta.

—¡Claro…, que no!

—¡Me estas mintiendo!

—¡No, no es cierto! —dije negando con la cabeza.

«¡Por qué dijiste eso! —me regañé—. ¡Idiota!»

En ese instante llegó July y se llevo a Andrew sin que él pudiera seguir hostigándome. Me relaje por un momento y reflexione sobre lo que le había dicho, y lo que había pasado. Me sentí estúpido al pensar que ahora él creería que yo me imagine teniendo una fantasía…

«¡Estúpido! Debí haberle dicho la verdad.»

Más tarde después del brindis y la cena ya a punto de acabar la fiesta él volvió a acercarse, yo no pude haber estado más temeroso.

—¡Siento lo que paso hace rato! Fui un imbécil, debí creer en ti.

—Debiste.

—Pero debas admitir que actuaste muy extraño.

—Tú también.

—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento!… —gritaba sin parar.

—¡Basta! ¡Ya cállate!

—¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento! ¡Lo siento!…

Tuve que ponerle la mano en la boca para intentar callarlo y siguió diciendo que lo sentía aunque no se entendía.

—¡Esta bien! Te perdono ¿sí? Pero solo lo haré si te callas.

Guardo silenció.

—¡Te odio!

—«Soy muy persuasivo»

Lo miré lascivo.

—Y dime, ¿ya tienes pareja? —me interrogó.

—Pues que te diré… He tenido mis romances. En la facultad de química, no lo negaré, fue divertido y lleno de nuevas experiencias, pero todos eran como las reacciones que estudiaban, todas exotérmicas —lo dije muy exaltado. Él tocio haciendo entender que no quería tantos detalles—, pero fugaces. Y en economía, todos eran tan fríos, querían mantener todo bajo control, creo que incluso horarios estrictos. —imite la voz de un robot y agregué—: 9:30 Fin de la cena; 9:35 Tener sexo; y si era como el último amante que tuve; 9:40 Dormir; 10:05 Comenzar a hablar dormido.

El se carcajeaba como nunca lo había visto.

—Eso no sonó muy bien.

—Pero era tierno y considerado. Lamentablemente…

—…, uno tiene necesidades —completó.

—¡Exacto!

Al final del día después de una serie de discursos de algunos familiares indecentes y ebrios, después del último vals, después de haberme despedido de ellos se marcharon hacía su luna de miel.

Yo regresé a la escuela y termine mis estudios, tan solo un par de años más tarde.

Cuando por fin regresé a casa fueron muchas las sorpresas que me encontré.

Julieth se había vuelto muy rica y exitosa. Grupo Cronos, se convirtió en una de las tres marcas líderes en venta de licores y tenía planes de expansión en el extranjero.

Ella y Andrew crearon una fundación para la mujer llamada Women’s House, que tenía como propósito brindar a las mujeres toda una gama de tratamientos y revisiones en paquetes económicos. Buscaba reducir la incidencia de embarazos precoces, así como el apoyo a jóvenes embarazadas que no tenían los medios para dar continuación a su gestación. También tenía una campaña para la prevención del cáncer de mama y su tratamiento.

La fundación se había extendido a lo largo del país con unas 20 o 30 sucursales que eran subsidiadas por las grandes empresas que buscaban deducir sus impuestos mediante donaciones a la caridad. July había utilizado sus conocimientos de finanzas para asegurar que su fundación sin fines de lucró prosperará.

Pero aunque las intenciones que tenían eran las mejores, creo que el trasfondo era diferente: Andrew y Julieth intentaron tener hijos después de unos meses de casados, pero ella tuvo problemas. Era muy complicado y en cada ocasión fue un falso positivo o tuvo abortos naturales. La había destrozado el hecho de no poder tener hijos, así que él realizo estudios cuyos resultados corroborarían el porqué de dichas tragedias.

Según Andrew el día que recibieron los resultados el observo el informe, debió haber puesto un expresión insólita pues ella se soltó en llanto y le pidió que no dijera nada, que no quería escucharlo, creía que no podría soportarlo.

Y así lo hizo, él jamás volvió a tratar el asunto, pero todos sabían que ella no podía tener hijos, o al menos todos tenían esa impresión pues nunca nadie lo confirmó.

Cuando hablé con ella no pude evitar sentirme extremadamente triste por todo aquello, lloraba con grácil, como si ya lo hubiera hecho tanto tiempo que se empezaban a agotar las lagrimas.



Omisión.




Comencé a trabajar para ella… Bueno para ellos.

Pronto decidieron convertirme en vicepresidente de relaciones internacionales y comercio exterior. Yo estaba muy feliz, y ellos se encargaron de cumplir mi deseo de tener un lapicero, aunque lo hicieron sin sutileza alguna, los cristales de mi oficina estaban biselados con la imagen de un lapicero, y el que estaba en mi escritorio fue un regalo del mismísimo Sr. Wolf, de oro, lleno de plumas fuente francesa, Tibaldi, Omas, Caran d’Ache, Visconti. Pero mi favorita era un obsequio de Andrew: Una autentica Prince Rainier III Limited Edition 81 Pen.

Sigo sin poder imaginar en donde consiguió esa pluma. Y al principio no quería aceptarla, es decir: yo no podía recibir algo como eso y menos siendo que me habían dado un trabajo excelente y…, no es correcto, quien acepta un regalo se compromete. Pero él me convención, dijo:

—No quiero ser el único con una pluma especial.

Compró, para él, una pluma igual a la mía, y para Julieth una pluma Aurora Diamante de oro blanco.

Cuando July preguntó el porqué los tres no teníamos plumas iguales, él respondió: “Peter y yo somos dos caballeros que han amado con locura a la misma dama, tal vez sí, de formas distintas, pero con la misma intensidad. Y esto será el símbolo de que ambos estaremos ahí cuando tú lo necesites, y podrás confiar en nosotros de la misma forma. Mi amada esposa, mi gran amiga, mi más grande tesoro.”

Era un romántico, no lo duden. Julieth fue quien termino por convencerme con una frase: “¿A caso no coincides con Andrew?”

No tuve opción yo la adoro, es mi…

Y la protegería… Por lo menos trataría… En aquellos días la hubiera defendido de cualquier amenaza, pero no puedo evitarlo, hoy parece tan extraña y falsa aquella idea.

Él dijo que todo eso formaba parte del festejo de que los tres volvíamos a estar juntos. Además agregó que yo le había dado muchas ganancias y utilidades el último mes.

Y aunque eso era cierto, el costo por esos regalos nos llevó a retrasar la expansión en el extranjero un año entero.

Nunca había sentido más culpa al firmar un documento que cuando usaba esa pluma y recordaba las consecuencias, pero no era como si por ella hubiéramos cometido un fraude, o hayamos dejado sin trabajo a miles de empleados. Nos esforzamos por todo lo que teníamos, pero era inevitable sentir culpa.

Recuerdo que aquellos días él fue más veces a la oficina, y pasaba más tiempo atendiendo los deberes que tenía como Director. Incluso comenzó a asistir a las juntas y reuniones para la elaboración de campañas publicitarias y las ideas para nuevos productos.

Cuando retomamos el proyecto, sugerimos una serie de empresas que se podrían encargar de la construcción de las nuevas naves industriales y oficinas.

Así que en el otoño reunimos en un evento a las empresas competidoras y a una serie de nuevos inversionistas extranjeros que tenían interés en comprar acciones del grupo. Julieth seguía sin creer que fuera una buena opción, él la apoyaba aludiendo a que Cronos había permanecido en un pequeño conjunto de personas, el permitir la entrada de nuevo capital no le daba confianza.

Aunque podíamos cubrir los gastos de todo el proyecto, arriesgaríamos una cantidad de dinero que podría dejarnos en la ruina, y si aceptábamos a los inversionistas el riesgo seria menor y no causaría daños importantes. Todo, claro está, viéndolo desde puntos de vista en que todo fracasara.

Ella tenía muchas dudas, pero no quería poner en riesgo los trabajos de miles de personas por un capricho, así que aceptó, con ayuda de la intervención de Andrew, a revisar las propuestas con los posibles nuevos socios. Si alguna la convencía accedería a permitir la entrada de nuevas personas, todo con la convicción de que el Grupo prosperara.

Confieso que convencí a Andrew de apoyar la idea de la inversión extranjera. No fue nada sencillo, tuve que explicar muchas cosas para convencerlo. Le repetí una y otra vez que: “Si les propongo tal idea, lo hago porque estoy seguro de que nos beneficiaria, jamás haría algo para dañarlos”.

Funcionó, y en ocasiones me arrepiento de haber hecho todo eso a espaldas de July. Pero nunca la hubiera… Ahora suena muy hipócrita, incluso podría parecer una mentira pero, jamás pensé en lastimarla, nunca podría…

Es muy difícil saben, a veces las ideas son contradictorias y causan un conflicto al aplicarlas pero en realidad son sinceras, aunque no lo paresca.

Fue ahí. Ahora sabrán, que yo soy un hipócrita.

Ya habían pasado cinco años desde que empecé a trabajar para Grupo Cronos.

Todo había sido maravilloso, me sentía excelente en mi oficina, y a veces por hábito me paseaba por las destiladoras como parte de las revisiones sanitarias que se realizaban.

Julieth y Andrew me habían dado tanto…

A decir verdad no lo noté, simplemente creí que se acercaba porque éramos amigos, pero si soy sincero, en esos últimos días estuvo más amable de lo normal, más confianzudo, más cerca.

Y yo lo dejé, permití que todo aquello ocurriera porque me sentía cómodo.

Todo comenzó una tarde de otoño, un lento, amarillento y huidizo otoño que parecía escaparse cual viento por la ventana llevando consigo a la hojarasca en arremolinadas sensaciones, tibias y difusas.

La fiesta se realizo en una casa en la playa que se rentaba para eventos ejecutivos.

Era una casa blanca, con decoraciones en un acabado de madera natural. Una hermosa construcción que tenía un maravilloso toque ecológico en toda su existencia.

La fiesta iba excelente, Julieth, Andrew y yo hablamos con cada uno de los candidatos y recibimos las ofertas de los inversionistas en el despacho de la casa. Justamente después de atender al último, July fue al tocador.

Él y yo nos quedamos solos, estaba sentado tras el escritorio leyendo una de las propuestas, mientras Andrew se sentó en el diván.

—Sabes… —interrumpió el silencio, voltee a mirarlo—. Estos últimos días me ha invadido una idea extraña…

—¿Cuál?

—Julieth ya no me ama… —afirmo serio, me exalté, y ante eso cambio un poco la idea—: Al menos no como antes.

—¿Cómo puedes decir algo como eso? ¡July te ama, y mucho!

—Se la pasa fuera de casa, en cada posibilidad huye para que no estemos juntos, me ha abandonado, incluso creo que ya no me desea —enlistó. Yo lo miraba perturbado.

«Por eso estaba más presente en la oficina, quería estar cerca de ella.»

—Hace ya mucho tiempo que no hemos hecho… el amor.

Comenzó a llorar, se llevó las manos al rostro. Me levanté y avance hasta él, me senté a su lado y trate de reconfortarlo dándole un pequeño abrazo.

—Sé que esto solo es un periodo, tal vez ella…

Se levantó abruptamente, y me miró directamente.

—…, está muy confundida —completé.

—El problema no es ese… —dijo con voz templada—. Es…

—¿Qué sucede? Dímelo, puedo ayudarte.

Me besó.

Yo estaba en shock. No podía entenderlo, no creía lo que estaba pasando. Mantuve bien cerrada mi boca, tan solo pude sentir sus labios sobre los míos y un calor inusual.

Intenté… Bueno, no puedo decir que fue un intento pues no lo hice con mucha fuerza, pero puse mis manos en su pecho y presione un poco.

Él se separó y me miraba, yo no sabía qué hacer, me quede inmovilizado y sin duda puse una cara que provoco en él la reacción de separarse y levantarse rápidamente, me daba la espalda cuando dijo:

—¡Lo siento! Perdóname… Yo estoy muy confundido.

—¿Por qué?… ¿Por qué yo? ¿Por qué no una mujer? —pregunté ofendido—. A caso ¿era el único que no diría nada? O es ¿por qué crees que ser gay me convierte en un cualquiera?

Volteó a verme, tenía en su rostro una mirada de confusión.

—No digas esas cosas, yo jamás pensaría eso de ti.

—¿Entonces?

—¡No lo sé! No lo sé. Yo solo estoy confundido…

—Y me utilizas para desacerté de ella.

—¿Por qué piensas que quiero hacerte daño o usarte de una forma tan… baja?

—¿Que más podría pensar? ¡Acabas de besarme! ¡Besaste al mejor amigo de tú esposa! ¿Qué quieres que pase por mi mente? —le grité, levantándome.

—¡Ya me disculpe! —gritó molesto.

—¡Esto no está bien! Debes reflexionar…, mucho. —le sugerí mientras salía.

En el pasillo me encontré con ella. Yo estaba llorando.

—¿Qué sucede?

—Es que recibí malas noticias, me tendré que ir. Lo lamento.

—¿Qué pasa? ¿Puedo ayudarte?

—No esta vez…

Me fui. Y cuando llegue a casa aquella tarde no pude evitar pensar en aquel beso, esa acción que me condenó. Lo peor es que yo lo había disfrutado, había anhelado que él siguiera, que no se hubiera detenido, pero al mismo tiempo entendía que estaba mal que eso latinaría a Julieth, y no podía permitirlo, no podía…

Falte al trabajo por una semana, no me hacía a la idea de mirar a ninguno a la cara después de haber hecho lo que hice, después de haber sentido todo aquello…

Pero Julieth insistió mucho, me llamó una y otra vez, preguntaba qué es lo que había pasado y si tenía que ver con Andrew pues lo encontró de la misma forma en que yo lo estaba.

Comprendí que superarlo y ocultarle la verdad a ella sería lo mejor, algún día todos superaríamos esta escena, yo aprendería que lo que sentí fue el resultado de una confusión, esperaba que él entendiera lo mismo, y que ella aceptara la primera mentira que estaba dispuesto a decirle, para que todo fuera como antes…

Pero no lo hizo.

Cuando regresé le dije a July que algo en aquella playa me hizo recordar a mi padre pescando y que no pude evitar sentirme mal por ello.

Andrew le había dicho que yo había comenzado a llorar y que él en su desesperada impotencia no pudo hacer otra cosa que acompañarme, pero que no sabía que lo había provocado.

Todo se calmo por un breve instante.

July me dio una plática motivándome a evocar el recuerdo de mi padre con alegría.

Unos días después de haber regresado, llegué a la oficina y en mi escritorio había un pos tic rojo, encima había una figurilla de metal con forma de caballero y su espada desenvainada.

«¿Cuando…? Será qué…»

Lo recordé al instante y me dio tanto miedo levantar aquella figurilla.

Cuando lo hice, me di cuenta de que era la misma que había visto en aquella tienda.

La nota tenía escrito en un mensaje pequeño y con letras hechas con lentitud y calma:

“Tenemos que hablar.”

Al voltear el pos tic se leía una dirección, una fecha y una hora.

«El próximo viernes a las tres… ¿En que estas pensando?»

Asistí puntual. Cuando llegué me encontré con un edificio de departamentos muy bonito y moderno. Recodé de inmediato el numero que no había comprendido al leer:

«Doce…»

Maqué el timbre. No habló por la bocina, tan solo se escucho el timbre de la puerta, cuando se desactivo el seguro.

Subí hasta llegar al apartamento. Toqué con reservas.

Se escuchó:

—Pasa, está abierto.

Entré y me guie hacia el lobby, era de un ambiente abierto, así que pude verlo en la cocina.

—¿Tienes hambre? —preguntó.

—Un poco, ¿estás cocinando?

—¿Te sorprende?

—Un poco.

—Cuando estaba solo en el servicio de medicina tuve que aprehender a cocinar. Era eso o morir en la ingesta de comida chatarra.

—¿Qué es lo qué quieres? ¿qué planeas con esto?

—¡Veo que te volviste impaciente! —dijo con una tenue molestia.

—¡No quiero estar desprevenido como la ultima vez!

—Solo quiero disculparme. Darte una sincera disculpa, dije e…, hice cosas que no debí.

—¿Y para eso teníamos que vernos aquí? Bien pudiste habérmelo dicho por teléfono.

—No… No creí que sería lo más indicado. Quisiera explicarte…

—Yo ya sé que fue una confusión, un error. Dejémoslo en el pasado. Si es todo, yo no creo que deba seguir aquí.

—Estas siendo muy grosero.

—¡Perdóname por no quedarme sentado a escuchar lo que sé que sería una magnifica y bien planea explicación de lo que ya estamos de acuerdo en que fue ese… beso!

—¿Cómo me puedes tratar así cuando estoy haciendo un esfuerzo para disculparme de la forma correcta… contigo?

—¡Pues no creo que esta sea la forma! ¿Julieth sabe que estamos aquí?

El no contestó.

—¿Ya le dijiste la verdad? ¿Te disculpaste con ella por… nuestra traición? ¡Por qué te juro que no puedo evitar sentir culpa cada vez que la miró! ¡Y todo lo que estoy haciendo es por ella…, y…

—¿Por mí?

—Sí, eres mí…, amigo. Y sé que sería algo que los perjudicaría.

—¿Seguro que no lo hiciste por ti?

—No negaré que me beneficia pero…

—…, querías hacerte un mártir —completó mientras salía de la cocina.

—¿Qué quieres decir?

—Admite que no dijiste nada porque sabías que tú relación con July se vería afectada.

—¡Jamás! ¡Si lo hice fue porque era lo mejor para ti…!

—¡Lo sabía! Sabía en el momento en que note que July no tenía idea de lo que había pasado, que tú también sentiste lo mismo.

—¿Pero de que hablas? ¡Yo no sentí nada!

Se acercó rápidamente, yo solo me quede parado sin moverme un centímetro, aunque estuviera tan cerca y respirándome en la cara, no caí en su juego de intimidación.

—¡No me mientas y acéptalo! —ordenó.

—¡Que yo no sentí nada!…

Sin esperarlo me había besado, me resistí esta vez con mucha fuerza pero no me soltaba. Me había tomado por sorpresa y con la boca abierta, así que paseaba su lengua por ella intentando convencerme de que…

«¡Suéltame! ¡Suéltame…! Suéltame…, suelta…»

Me estaba empujando hacía la sala, sentí como su agarre se debilitaba, yo deje caer mis cosas. Termine en el sofá con él sobré mí besándome apasionadamente.

Mis pensamientos eran un vaivén de remordimientos y placer.

Fue la primera vez que alguien me hizo sentir de aquella forma, la primera vez que había cometido una acción tan baja.

Desperté con él a mi lado, me miraba, con mucha extrañesa, como si contemplara un… 

Continuara.

Notas finales:

Espero lo hayan disfrutado. Acepto todo tipo de sugerencias y críticas. Nos leemos pronto.


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