Hueco Mundo
Escaleras y pasillos interminables los conducían por un laberinto sin fin, o al menos eso les parecía a ellos, ya que no había luz y tuvieron la mala suerte de terminar en el sótano.
—Ptsss, Rukia… ¿Sigues ahí? —En seguida sintió una patada como respuesta—. ¡Ay, eso duele!
—Renji, cállate… nos van a oír. —Rukia materializó un pequeño Kido para iluminar su camino, Renji la seguía de cerca pero su altura rápidamente opacaba la escasa luz y volvían a caminar casi a ciegas.
—No hay nadie aquí abajo, no siento reiatsu. —Murmuró Renji, Rukia volteó a verlo y deshizo el kido, con lo que quedaron completamente a oscuras.
— ¿Sientes eso? —Rukia elevó un poco la voz—. Es el reiatsu de los hollows, aun estando aquí se siente el poder de cada uno de ello.
—Eso no me preocupa.
— ¿Entonces por qué no siento el reiatsu de Ichigo? Renji, algo anda mal.
—Sabes que estamos en una misión suicida. —Renji le colocó una mano en la cabeza y le despeinó el cabello—. Pero te agradezco que te hayas arriesgado a venir.
—Tenía que acompañarte, tu estupidez te hubiera llevado a correr por los pasillos gritando el nombre de tu futuro novio.
—Oe... No hubiera gritado... —El tono de voz de Renji se volvió sombrío al hablar —. Oye, ¿qué piensas del shinigami que encontramos?
—No lo entiendo, trataba a Ichigo con demasiado respeto. —Renji se contuvo para no soltar una carcajada y le respondió:
— ¿Y eso te confunde? Es posible que sea su forma de ser.
—No... Es una forma de hablar demasiado refinada para alguien que ha estado perdido, sin contacto con otro shinigami. —Respondió Rukia, Renji se quedó pensativo por un momento y dijo:
—A mí me quería cortar el cuello por pegarle a Ichigo.
—Exacto, no haces eso por alguien que acabas de conocer, y menos si ves que la persona conoce a tu... —Rukia dudó antes de terminar la frase—: protegido.
— ¿Protegido? ¿Un idiota como Ichigo?
—Sí, Ashido sabía de él. Además, ¿cómo es que pudo sobrevivir tanto tiempo en Hueco mundo? —Preguntó Rukia, incrédula.
—Puede que no haya estado solo, no todo el tiempo. —Agregó Renji, mortalmente serio, Rubia frenó en seco y Renji tropezó con ella—. Oe, ¿por qué te detienes?
—Hay alguien aquí abajo, y nos está siguiendo. —Respondió con un hilo de voz apenas audible; Renji la agarró de la cabeza y le dijo:
—Pelear o correr, tú decides.
Como respuesta, Rukia volvió a crear un Kido mucho más intenso que iluminó todo el pasillo. Ambos se giraron para encarar a su oponente, Renji desenvainó su espada y Rukia se preparó para disparar…
Renji soltó un alarido cuando tuvo enfrente al hollow de la máscara gigante, Dondochakka. Él se aterró al verlos en esa posición y les suplicó.
— ¡Esperen, no nos maten! ¡Ahhh, no saben!
Luego se tiró al suelo con las manos en la cabeza, el otro hollow llegó corriendo y se tropezó con él. Al caer se estrelló contra la pared, destrozándole una parte de los cimientos.
— ¡Ustedes! Par de idiotas, ¿qué hacen aquí? —Renji estaba furioso, Rukia resopló con cansancio.
— Adiós al elemento sorpresa… Renji, tenemos que irnos.
— ¡No saben, tenemos que encontrar a Nell! —Dondochakka seguía suplicando mientras Pesche se despegaba de la pared.
— ¿Nell, la niña que venía con ustedes? ¿Cómo se les pudo perder? —Preguntó Rukia, arqueando una ceja.
Antes de que pudieran responderle se escuchó un crujido y el suelo bajo sus pies colapsó, arrastrándolos a una trampa. Cayeron por un oscuro pasadizo, el cual se dividió en dos y provocó que nuevamente se separaran…
.
.
.
En esos instantes uno de los Espadas se encargó de transmitir una alarma a cada uno de los habitantes de “Las Noches”. Gin y Tousen escucharon con cuidado y luego se dirigieron a la terraza para encontrarse con Aizen, quien estaba acompañado por un par de jóvenes Arrancar que miraron con mala cara a los recién llegados; Tousen pasó entre ellas y tomó la jarra de té para servirle una taza a Aizen, él asintió levemente y despidió a las arrancar mientras Gin se sentaba cómodamente en un asiento cercano.
—Aizen-sama, ¿qué hacemos con los intrusos que entraron al palacio? —Quiso saber Tousen mientras servía el té, Aizen lo miró unos segundos y respondió, dirigiéndose a él y a Gin.
— ¿Quiénes y cuántos son en total?
—Se trata de Abarai Renji y Kuchiki Rukia. —Respondió Tousen; Gin sonrió con sorna y agregó:
—Además de ellos hay dos hollows de tipo adjuchas… ah sí, también hay un Vasto Lorde entre ellos. —Aizen entrecerró los ojos y arqueó una ceja.
— ¿Cómo es que no me habían informado? —Gin se levantó del asiento y empujó a Tousen para animarlo a responder, él lo tomó del brazo y lo obligó a regresar a su lugar.
—Bueno… —empezó Gin— Tousen no los pudo ver y yo estaba ocupado.
— ¿Te estás burlando de mí? —Tousen puso una mano en la empuñadura de su espada, Aizen se acercó para detenerlo.
—Gin, espero que seas más sensible la próxima vez. —Empezó Aizen, Gin lo interrumpió.
— ¿Y ahora qué dije? Ahhhh es cierto, se me olvidaba que es ciego.
Tousen se lanzó contra él y logró azotarlo contra la pared, Aizen los miró con curiosidad mientras uno trataba de zafarse y el otro intentaba golpearlo; miró de reojo el interior de su habitación y les habló con voz firme:
—Espero que me rindan cuentas de los intrusos, captúrenlos y manténganlos con vida. Los adjuchas no me sirven, quiero al Vasto Lorde. —Tousen soltó a Gin y giró para dirigirse a Aizen con una reverencia.
—Hay algo más que debería de saber: el Vasto Lorde es una Arrancar de rango Espada, el número 3 que había desaparecido hace tiempo.
—Creí que había muerto, perdimos el rastro de su reiatsu. —Agregó Gin, arreglando su ropa. Tousen le soltó un codazo en el abdomen y continuó.
—No tiene de qué preocuparse, Aizen-sama, aún con sus poderes recuperándose sigue siendo más débil que el último de los Espadas. No nos dará problemas.
—Entonces vayan por ellos, tienen cámaras, úsenlas para encontrarlos. —Aizen los despidió con la mano
—Yo personalmente le traeré a los shinigamis. —Respondió Tousen y jaló a Gin para dirigirse a la salida.
—“Yo personalmente…” ay cálmate Tousen, si quieres también se los puedes traer bañados y… —Tousen interrumpió a Gin y empujó a la salida en cuanto notó que el reiatsu de Aizen se alejaba, pero Gin dijo en voz alta antes de ser arrastrado a la salida—. Aizen-taicho, antes de que vaya con su niño recuerde que los Espadas lo esperan en el salón del trono.
Aizen frenó en seco; Ichigo no tardaría en despertar y él tenía asuntos pendientes con sus Espadas. Sonrió al desenvainar su espada y la enterró en el suelo, justo enfrente de la puerta de su habitación, luego se desplazó con shunpa al encuentro de sus Espadas.
—Mis Espadas... me gustaría conocer sus motivos para pelear en el palacio y arruinar la llegada del nuevo príncipe de Hueco Mundo.
Les dijo Aizen mientras se sentaba en el trono; los Espadas se limitaron a hacer una pequeña reverencia. Ulquiorra permaneció en esa posición y fue el primero en hablar:
—Aizen-sama, tomaré la responsabilidad por los daños al palacio, jamás debí de participar en un combate. —En cuanto terminó Ulquiorra, Starrk dio un paso al frente.
—No. Aizen-sama, yo soy el único responsable por los daños, presioné demasiado a Ulquiorra y lo hice enfadar. —Ulquiorra lo miró de reojo y espetó:
—4ta Espada para ti. —Grimmjow chasqueo la lengua y les dijo:
—Yo sólo me entretuve molestando a Starrk después de que Ulquiorra lo rechazara. Éste tipo no aguanta nada, se enojó y empezamos a pelear.
—Interesante, ¿así que ustedes empezaron la pelea? ¿Y Ulquiorra? —Aizen mostraba una ligera sonrisa, incluso se veía divertido por lo que decían sus Espadas.
—No estuve dispuesto a tolerar ese tipo de actitudes contra mí, así que decidí desenvainar en contra del 1er Espada. Las ridiculeces que decía la sexta eran un poco más tolerables, por lo que seguí ignorándolo. —Declaró Ulquiorra, Aizen escuchaba con calma y Grimmjow rodó los ojos, claramente irritado.
— Ulquiorra… ¿Cómo rechazaste a Starrk? —Quiso saber Aizen; Starrk respondió por él:
—Aizen-sama, quisiera su permiso para… yo… yo necesito… a Ulquiorra. — Aizen lo miró con curiosidad, Ulquiorra, por su parte, comenzó a emitir un fuerte reiatsu y éste empezó a materializarse a su alrededor, dándole un aspecto más siniestro. Grimmjow soltó una sonora carcajada y dijo:
— ¡Es como si le pidieras la mano de su hija! —Aizen respondió mientras Grimmjow seguía riéndose.
—Starkk, ese tipo de cosas no dependen de mí. Pero si vuelven a destrozar el palacio con ese tipo de peleas… —Aizen se levantó de su lugar y se aproximó a sus Espadas—. Ahora, sus acciones me provocaron un pequeño problema con su nuevo príncipe, y aunque ya lo arreglé, ustedes necesitan un castigo. ¿Qué sugieren?
— ¿Por qué nos deja elegir nuestro castigo? —Preguntó Starrk, incómodo.
—No te preocupes, el tuyo ya lo tengo decidido: te alejarás de Ulquiorra, cuyo castigo será quedar a cargo de Inoue Orihime.
— Aizen-sama, ¿no estaba Tsukishima a cargo de eso? Quiero decir, ¿de verdad tendré que cuidar a un ser tan irracional como un humano? —Preguntó Ulquiorra.
—No necesitaremos a Tsukishima en un futuro, y no confío en nadie más para ese cargo. En cuanto a ti, Grimmjow, tú buscarás a los intrusos personalmente. Acaba con los adjuchas y el Vasto Lorde, pero trae a los shinigamis con vida
— ¿Eso es todo? —Grimmjow sonreía y temblaba por la excitación de una futura pelea; Ulquiorra giró hacia él, diciendo:
— ¿Pelear contra un Vasto Lorde te parece poco?
—Ojalá te maten. —Pronunció Starrk con un dejo de desprecio.
—Grimmjow, cumple tu misión de inmediato; Starrk, permanecerás en tu habitación hasta que seas convocado; pueden retirarse, sus espadas los esperan en sus habitaciones. Ulquiorra, te daré más información de tu castigo, acompáñame.
Ordenó Aizen y dio la vuelta para salir del salón, Grimmjow salió con Sonido para reclamar su espada, gruñendo de genuino placer; Starrk se quedó parado, en completo silencio; sintió un profundo vacío y podría jurar que algo se quebró en su interior mientras observaba a Ulquiorra alejándose de él, fuera de su alcance.
Aizen se detuvo en un salón aparte y percibió reiatsu lejos de ahí, así que dio la vuelta y sujetó a Ulquiorra de un hombro, mirándolo fijamente en sus ojos verdes.
—Ulquiorra, necesito que me digas la verdad, ¿qué opinas respecto a mí?
—Disculpe, pero no entiendo su pregunta, Aizen-sama.
— ¿Quién o qué soy para ti? De eso estoy hablando.
—Usted es y será siempre mi señor, rey y líder de Hueco Mundo.
— ¿Estás completamente seguro, Ulquiorra? —Aizen se acercó a Ulquiorra, posando su antebrazo izquierdo en sus hombros; Ulquiorra permaneció fijo en su lugar—. ¿No significo nada más para ti?
—No sería capaz de hacerle perder el tiempo con algo tan absurdo como los sentimientos, no como lo hizo el primer Espada.
— ¿Eso significa que eres capaz de sentir algo? —Preguntó Aizen, Ulquiorra se quedó callado y desvió la mirada—. Ulquiorra, eres uno de mis Espadas más valiosos, no puedo dejar que cedas ante este tipo de situaciones.
—Aizen-sama, no…
—Leí tu bitácora... me impresionó el cuidado que imprimiste en plasmar tus ideas, pero me preocupa que no seas capaz de controlar tus nuevas emociones. —Ulquiorra volteó lentamente a mirar a su líder, incrédulo—. Ahora, necesito que suprimas toda emoción, cualquier sentimiento que pueda surgir en ti, este tipo de cosas pueden debilitarte y hacerte reaccionar de una manera autónoma, y en un imperio es fundamental seguir las órdenes.
—Yo… —Ulquiorra percibía cierta incomodidad en la boca del estómago y sus mejillas ardían con fuerza, así que realizó una marcada reverencia y proclamó—: Así será mi señor.
—Sabía que podía contar contigo. —Aizen colocó una mano en la tersa cabellera de Ulquiorra, quien no tuvo reacción alguna ante ese gesto de amabilidad, la vergüenza lo dominaba pero no sintió otra cosa… Era como si lo que alguna vez sintió por su líder se hubiera desvanecido…