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Estoy bien... por Sherry_801

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Notas del capitulo:

Pues hola, aquí está la segunda parte de la historia, espero que la disfruten como yo lo hice escrbiendola. 

en este capitulo aparece el antagonista quien es rudo, pero cuando me dediqué a hacer una imagen mental de él, me pareció bonito, como el típico chico malo, así que descarté esa idea y lo hice un poco más agresivo fisicamente ( despues de todo es el malo...)

bueno espero que les guste

 

Capítulo dos:

 

Misaki ingresó con timidez en la atestada sala de clases, encogiendo sus hombros al percatarse de la mirada agresiva de algunos de sus compañeros de clases, en especial de la de los hijos del director, los hermanos Naito. Se dirigió a su pupitre, reprimiendo su miedo bajo una careta de indiferencia. Observó a su alrededor, muchos charlaban alegremente con sus amigos, otros estudiaban, y los irresponsables iban de un lado a otro consiguiendo las respuestas de sus deberes incompletos. Llenado la sala de un sofocante bullicio. Como siempre Nakahara sensei, se había atrasado. Por lo que nadie pondría un apropiado orden a los presentes.

 

-¡TAKAHASI, AMIGO!- Dijo un chico alto de voz altanera, cuyo pálido rostro denotaba el consumo excesivo de sustancias prohibidas y alcohol.

 

-“Mierda”- pensó.

 

El joven llamado Jou Naito extendió su mano a la vez que sonreía con satisfacción. Misaki en cambio le observaba con desgano, sin ánimo de responder al gesto que tenía por significado “Dame tu dinero o te golpearé”, desvió su mirada hacia el reluciente pizarrón blanco, no le regalaría algo que con suerte podía ahorrar.

 

-Sabes que no es una pregunta, además tómalo como una compensación por huir de una paliza.

 

-No…

 

Sostuvo el cuello de Misaki, levantándolo del suelo, obligándolo a mirarlo a los ojos, no hacia intento alguno por ocultar su deseo por golpear al castaño.

 

-No tengo-respondió Misaki.

 

-Basura mentirosa, sé que tu hermano te da 2000 yenes a la semana.

 

Misaki se soltó del agarre de su agresor, quien sin darle tiempo a respirar, lo atrapó nuevamente contra la pared, golpeándole con todas sus fuerzas. No podía forcejear, no poseía fuerza ni menos el físico como para intentar algo. Se sentía como un muñeco de trapo intentando escapar de las fauces de un hambriento perro que lo sacudía incesantemente.

 

-No quiero…

 

El cuello de Misaki fue comprimido aún más, retorciéndolo de dolor, mas no gritó, no dejaría que Jou ganara y obtuviera lo que deseaba.

 

-N…no dejare…que mi di…nero…se malgaste…- masculló intentando zafarse

 

-¿Malgastar?, yo creo que es “invertir”- Se burló el chico

 

En la sala de un momento a otro todo se hizo silencio, que era la única forma de poder llamar la atención y a la vez encubrir lo que sucedía, lejos de eso, nadie se atrevía a hacer más, conocían muy bien las consecuencias de hacer algo o ayudar a uno de sus compañeros, muchos preferían ignorar el matonaje que ocurría frente a sus ojos, por lo menos para mantenerse a salvo. Algunas chicas observaban con misericordia como el rostro de Misaki lentamente se tornaba violeta por la falta del precioso oxígeno.

 

-Jou kun, suelta a Misaki kun- La autoritaria voz del profesor hizo eco por toda la sala de clases.

 

 

El aludido hizo una mueca, que reemplazó al instante por la maniaca sonrisa que nacía de su sin razón e incontenible ira, volteó a vez. Lo que había oído no calzaba con la voz del profesor de ciencias, sino que con el de literatura. Soltó cruelmente a Misaki, dejándole caer sobre las mesas, jadeando por aliento.

 

-Jou kun, ve a la oficina del director…-ordenó furioso el profesor

 

Naito chasqueo su lengua, camino a través de los pupitres, maldiciendo al profesor con cada paso, abandonó la sala, con supuesto rumbo a la oficina del director…

 

-Misaki kun

 

 

Akihiko se acercó rápidamente a Misaki, que permanecía inmóvil en el piso de piedra pizarra, seminconsciente, con los ojos fijos. Extendió su mano hacia este para levantarlo, mas no reaccionaba.

 

-¿Usami sensei…?- Susurró sin levantar la mirada

 

-Debes ir a enfermería.

 

Misaki sonrió ligeramente al oír la voz de la persona que lo había salvado dos veces en una semana, quería levantarse, pero su cuerpo se encontraba inmovilizado por un extraño peso, como si estuviera hecho de plomo, cerró despacio sus ojos, creyendo que Tánatos u otro dios de la muerte era el responsable y reclamaba su alma, si era así, ¿podría reencontrarse con sus difuntos padres?

 

-¡Oye!, responde…

 

*…*

 

 

Misaki miró  la marquesa de la cama superior de su litera con los ojos entornados por la luz, ¿acaso había soñado todo eso? Se levantó, dirigiéndose al baño, su cabeza daba vueltas y su cuello y espalda dolían. Se miró al espejo, todavía  usaba el uniforme, abrió su camisa, algo le inquietaba…

 

-.”No puede ser…”- pensó.

 

La prueba de que todo había sido real estaba grabada en su cuello en forma de moretón, las grandes manos estaban impresas en su blanca piel. Era doloroso como para pensar que seguía dormido. Por lo que salió del baño. Miró el reloj, era poco más de las 3 de la tarde; suspiró resignándose a que había perdido la mitad de la valiosa jornada escolar, arregló su arrugado uniforme, por lo menos este aún estaba limpio, observo la puerta que daba al pasillo, ¿debía volver a continuar con sus accidentadas clases?

 

“Jou kun suelta a Takahashi” recordó, sin darse cuenta estaba sonriendo, cosa que no hacia hace ya mucho tiempo. Aun sin saber por qué Akihiko sensei había estado en ese preciso momento, se sentía agradecido por la puntual coincidencia, antes que nada debía agradecerle, ¿ya habría terminado de dar clases?; ¿debía acercarse a él aun cuando le había besado?, -“¿se disculpó cierto?”- pensó; sin saber si el maestro había sido sincero, salió de la habitación con rumbo a la oficina de este…

 

*…*

 

Akihiko divisó la silueta del muchacho tas la ventanilla de vidrio martillado de la puerta, desconcertándole, bajó rápidamente sus pies del escritorio y alisó su camisa con las manos, miró el cenicero mientras apagaba su humeante cigarrillo para no molestar al estudiante con el pesado aroma de este.

 

Aun cuando era el profesor a cargo de un curso, era raro que los alumnos fueran a su oficina, sobretodo tratándose de Misaki a quien sólo veía en clases o en los recesos. Estaba sorprendido, sin embargo no lo demostraría.

 

-Pasa.- Dijo antes de que Misaki se atreviera a golpear la puerta.

 

El muchacho agacho su cabeza, entrando en absoluto silencio en la estrecha oficina, a pesar del reducido espacio su “con permiso”, fue casi inaudible para Akihiko. Se detuvo frente al escritorio, vigilando meticulosamente cada movimiento realizado por su maestro antes de que este le permitiera sentarse.

 

-Misaki kun ¿Qué sucede?

 

Cabizbajo, apenas mirando al profesor a través de las prominentes pilas de libros repartidas por todo el escritorio desordenadamente, Misaki murmuró algo con un bajo tono de voz, el cual el orgullo obligó a que fuera casi imperceptible y titubeara.

 

-g…gracias…

 

Akihiko sonrió, extendió su mano acariciando el sedoso cabello castaño de Misaki, que tembló ante la acción, se le veía intranquilo, por lo menos, más que de costumbre, seguramente la posibilidad de que el atrevidamente le robara otro beso, cosa que deseaba más que nada en el mundo, permanecía latente en su imaginación. Debía calmarlo, ¿pero cómo?

 

-…Pero no tenía por qué hacerlo…

 

-¿A qué te refieres?

 

Misaki sonrió descuidadamente, finalmente levanto su rostro hacia el profesor, dejando al descubierto su mirada esmeralda totalmente empañada por las lágrimas. De esas que tanto odiaba pero que no importaba como siempre fluían, y hacían más creíbles sus dolorosos sentimientos.

 

-…Mi vida es tan patética que no merece ser salvada…

 

El profesor golpeó la mesa con fuerza, haciendo que varios libros cayeran al piso. Lo único que deseaba en ese instante era abofetear a Misaki, hacerle entrar en razón, decirle que no pensara así y luego hacerle el amor. Pero no podía, solo su trabajo lo mantenía cerca de él, por ahora no podía arruinarlo.

 

-¿Pero qué dices, acaso eres idiota?

 

-Puede que sí, me lo han dicho tantas veces, que hay momentos en los que llego a creerlo

 

Akihiko enmudeció, no podía creer que su amado estudiante pensara de esa manera, es más se negaba a aceptarlo, volvió su mirada a los orbes esmeralda del castaño, secó sus lágrimas, con su fría mano, se acercó al muchacho, le abrazó y besó su frente-

 

-Misaki, por favor no digas eso…- Por primera vez en su trayectoria como profesor decidió mandar al demonio su formalidad. Dejarse llevar por sus sentimientos y amar a Misaki como nadie podía hacerlo. Le apretó con más fuerza y levantó su mentón mirándole fijamente con sus ojos desprovistos de brillo.

 

-¿Podría soltarme?- Intentó zafarse de los brazos de su maestro, pero fue en vano, era como luchar con una serpiente.

 

-No

 

-¿por qué?- No lo soportaba más, quería entender un poco las intenciones de Akihiko.

 

-Porque te amo…-

 

Notas finales:

Espero que les haya gustado <3


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