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El Corazón Mentiroso por Jesica Black

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Capítulo 6: Por el amor más puro.

 

¿Cuánto habían pasado? ¿Cuatro semanas? Y había vuelto al inicio, una habitación normal, pero las pastillas que consumían era el doble de pisa cráneos que las que solía tomar. Su hermano lo visitaba más a menudo sólo para gritarle y Dégel lo miraba desde su espacio a un costado con cierta tristeza.
Por un lado los entendía, iban a perder a una persona a la cual querían o apreciaban, pero no era un funeral, él se había recuperado con el paso del tiempo, lo que resultaba bastante alentador, pero su corazón se debilitaba muy rápido y el consumo de aquellas drogas no ayudaba en nada a que se vuelva más lento dicho deterioro.
Esa tarde, Dégel le fue a ver como todos los días, llevaba su carpeta de archivo y su mirada era desalentadora, le desgarraba por dentro tener que ver cómo le suministraban tanta medicación al chico que amaba y como los resultados de los exámenes médicos que le hacían daban cada vez peor con el paso del tiempo.
¡Maldición! ¿Por qué no encontraban un corazón compatible? ¿Por qué?! Habían llegado muchos de ellos en los últimos días, pero en la prueba de compatibilidad siempre le ganaban de mano, o pasaba a ser de otro de los pacientes, pero nunca de Kardia.

Comenzaba a doler el hecho de no poder encontrar la cura: ¿Y si Kardia moría antes? No lo había pensado, no quería pensarlo.

—Buen día —saludó Dégel acercándose al joven, se sentó en la cama, preparado como siempre para la toma de temperatura.

—¿Cómo estás? —Preguntó Kardia, el chico solo afirmó con la cabeza sin decir nada—. ¿Alguna novedad?

—Llegaron tres corazones, ninguno compatible contigo —apretó fuertemente la carpeta con las manos trasformando sus nudillos en blancos—. Ya llegará, pronto.

—Diablos, tenía la certeza que esta vez sí ocurriría —miró por la ventana que tenía junto y observó a varios niños jugar en el patio delantero, el que daba a los estacionamientos—. ¿Qué se puede hacer? Si hay que morir, moriré.

—¡No digas eso!

—¿Por qué no? —preguntó girando su rostro para verlo con una sonrisa.

—No me obligues a decirlo.

—Me gustaría escucharlo…. —Kardia sabía que era lo que quería decir, pero Dégel era demasiado tímido y orgulloso para poder aceptarlo.

—Me….me gustas…

—¿Dijiste que estás enamorado de mí?

—¡Dije que me gustas! —enrojeció del coraje, pero inmediatamente se dio cuenta que éste muchacho de cabello azulado había hecho eso para que gritase que le gustaba—. Estúpido.

—Me gusta cuando me llamas así, luces aún más atractivo —el peliverde suspiró y sonrió de costado para acercarse y sentarse en la cama junto a él—. ¿Sabes que te extraño cuando no estás?

—Yo también, pero tengo otros pacientes.

—Espero que a ninguno le hagas ojitos como a mí —se burló, para seguir la broma el menor prosiguió:

—Pues, hay uno en la habitación 250….

—¿Qué? —se separó ofendido, a lo que su compañero respondió riéndose—. ¡No juegues con mi corazón!

—Disculpa, Kardia….—se le abrazó, apoyando su cabeza en el pecho, el mayor aprovechó para acariciarle el cabello—. Es tan cálido aquí —susurró—. Te quiero.

—Yo también te quiero….—se agachó para darle un beso en el cabello—. ¿Dégel, puedes hacerme una promesa? —Preguntó, el peliverde se separó un poco arqueando la ceja—. Permíteme antes de morir, hacerte el amor…

—¿Eh? ¿Estás bromeando, Kardia? Dime que estás bromeando…

—Creo que no estoy bromeando…—susurró algo ofendido, Dégel se separó completamente.

—Kardia, cuando una persona tiene sexo su presión sanguínea sube muchísimo, ¡tu corazón, que ya de por si es débil, no lo soportaría! —intentó hacerle entender, pero Kardia negó.

—¿De qué me sirve vivir si no puedo darle placer al chico que amo? —Dégel se sonrojó violentamente—. Nos conocemos desde hace ¿Cuánto ya? ¿Cinco meses?

—Kardia, no puedo prometerte algo que va a matarte….

—¡Prométemelo! —Le tomó del rostro—. Por favor, prométemelo…

—No puedo…

—Prefiero morir y haber experimentado el verdadero amor contigo, que vivir así, enchufado en máquinas y sin poder tocarte la piel.

—¡Casi te mueres por salir conmigo! ¡Definitivamente no!

—Dégel, te lo estoy pidiendo, y si pudiera me desengancho de todas estas mierdas que tengo en el cuerpo y te lo pediría de rodillas. Morir, vivir ¿qué importa? Quiero estar contigo, quiero irme sabiendo que amé tanto a alguien….que moriría por él…—Dégel se paró, dejando la cama y le miró con lágrimas en los ojos.

—¡No te lo puedo prometer!

—Pe-pero..

—¡Cállate! No voy a sacrificarte por eso, no….prefiero no tener contacto contigo nunca más, a vivir sin ti ¿Oíste? —respiró profundamente, Kardia bufó y tomó el tubo con sedante—. ¿Qué haces?

—No tomaré más las medicinas hasta que lo hagas.

—¡Puedes morir, Kardia! Por amor de dios…no es un juego, es algo que alterará tu cuerpo…yo no me perdonaría si por mi culpa hiciera….

—Tú harás el trabajo, yo sólo me acostaré y tú te pones encima de mí y…

—¡Cállate, cállate! —Se tapó los oídos—. Por favor, cállate —sollozó—. No más, no más muertes por mi culpa, no más….

—Dé-Dégel….—murmuró, el muchacho se fue encogiendo en el suelo, llorando suavemente—. Dégel, perdóname…..yo…

—No digas má-más….por-por favor….—sollozó. Kardia salió de la cama como pudo y se agachó.

—Te amo…..

—Yo también te amo…. —le abrazó—. No me obligues a hacer algo que te haga daño, por favor, no me obligues.

—Sólo te pedí que lo hicieras cuando ya no haya opción, prefiero morir sabiendo que hice esto contigo, antes que morir deseándolo haberlo hecho….—Dégel levantó la mirada—. Por favor, cúmpleme el deseo….

—…..Ka-Kardia…

—Por favor….cúmplemelo….—susurró muy bajo y le abrazó. Dégel le afirmó con su cabeza enterrada en su hombro.

 

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 Aún tenía los nervios de punta por DeathMask y Afrodita, que aún lo miraba desde la última fila. Daba gracias que hoy no vería a sus alumnos del segundo año de preparatoria, porque estaba con los de tercero. 
Tenía dos alumnos particulares en tercero: Minos Grifón y Radamanthys Wyvern, ambos amigos de la niñez y bastante difíciles de tratar con la mirada. Radamanthys medía al menos un metro ochenta y era corpulento, tenía un tatuaje muy notorio en el brazo, cabello rubio y potentes ojos amarillos, además de ser uniceja. Y Minos era demasiado atractivo y elegante, llevaba una cantidad de aretes impresionantes en la oreja, en la lengua y un tatuaje en la espalda que nadie podía ver, llevaba el cabello de un color claro al igual de sus ojos y le llegaba hasta la cintura, naturalmente suelto. A pesar de ser amigos desde antaño, Minos se sentaba en la punta de la derecha en un banco solitario dado que su acompañante se fue del colegio hacía pocos días por un intercambio y vendría un chico de Nepal que aún no estaba allí.

Comenzó la clase cuando la puerta es golpeada y Milo giró para ver entrar al director junto a un muchacho bastante alto, cabello negro y ojos rojizos, se sorprendió del parecido que el joven tenía con él, pero no mencionó nada en lo absoluto.

—Bien alumnos, él es su nuevo compañero de intercambio —a pesar del barullo que se escuchaba, todos prestaron atención, inclusive el joven Grifón, quien arqueó la ceja—. Es Aiacos Garuda y estará en esta clase con ustedes lo que queda del año.

—¿De dónde viene nuestro compañero? —preguntó Lune levantando la mano.

—Nepal. ¿Alguna pregunta más? —Los chicos comenzaron a hacer murmullo—. Bien, lo dejo con usted, profesor.

—Mucho gusto, soy Milo Onasis y soy el profesor de literatura —miró a los alumnos—. Un banco libre, ah, el que está junto a Minos está libre, ponte con él. Minos, levanta la mano —el joven levantó la mano y le sonrió muy sensualmente, Milo negó con la cabeza, estos chicos de hoy son muy pasionales.

—Me llamo Minos Grifón, si quieres te enseñaré la escuela….—murmuró mientras apoyaba su rostro en sus manos, con los codos en la mesa.

—No es lo único que quiero que me enseñes, Minos…—susurró también y prestó atención a la clase mientras Radamanthys le observó arqueando la ceja.

Usualmente Minos siempre estaba solo o con sus amigos —incluyendo a Rada—, pero esta vez había puesto el ojo en el chico nuevo. Milo continuó con su discurso mientras observaba a sus alumnos haciendo ojitos entre ellos o tomándose la mano, le gustaría tener varios años menos para sentir y hacer lo mismo con Camus, con tener la edad de esos muchachos era suficiente para no creerlo pederasta, pero tenía que nacer antes, la cigüeña vino con demasiada anticipación.

Salió de su curso directo a la sala de profesores donde se encontró con otros, entre ellos Julián Solo y Hades Mireit, quienes daban clases de educación física e historia antigua respectivamente, habían rumores que decían que eran amantes pero nadie sería capaz de admitirlo. Hilda de Polaris también era profesora de artística, y Crystal Benedict era profesor de matemáticas.

Milo tomó un café y se sentó para corregir un par de exámenes, no pasó mucho tiempo cuando entró el director con una mirada de pocos amigos y lo miró directamente a Milo, lo que causó terror en el muchacho y detrás de él venía justamente Camus.

—Quédate aquí con el profesor Onasis, y piensa en lo que hiciste —habló el director y miró al rubio—. Golpeó a un compañero.

—¡Él me llamó puta! —contestó, el director lo silenció.

—Quiero que le des un trabajo práctico o algo para hacer ¿de acuerdo? Estos adolescentes. Por cierto, dos alumnos de tercero están en los baños y no quieren salir, me parece que tienen sexo ahí, estos chicos…. ¡qué vergüenza! Ve tú, Hades, tienes ahora con ellos.

—¿Sabes quiénes son? —preguntó el muchacho de largo cabello oscuro, ¿quién sería capaz de tener sexo en un baño de colegio secundario?

—Creo que el estudiante nuevo y Grifón, ese chico, sino golpea a un compañero está follando con otro….

—Es la primera vez que Grifón hace algo así, creí que se mantenía virgen hasta la muerte, por su personalidad, nadie se acerca a él —habló Hades.

—Bueno, parece que ya hubo alguien que se le acercó muy de cerca….ve Hades, ve a frenarlos —bufó—. Esta escuela me volverá loco.

—Bien, iré contigo Hades —dijo Julián mientras salía con el muchacho, Hilda se fue a los pocos minutos quedando completamente solos Camus y Milo.

—Así que…..golpeaste a alguien.

—¿No me escuchaste? ¡Me llamó puta!

—¿Quién fue? —preguntó mientras comenzaba, en un pedazo de papel, hacer unas preguntas para que el chico trabaje.

—Deathmask.

—¿Valentino? Ese chico, ¿y por qué te dijo eso, qué hiciste? —Camus se cabreó, levantándose del asiento.

—¡Yo no hice nada! Estaba leyendo un libro y me dijo: ‘Así que ahora eres fanático de la poesía y las novelas, puta’, me levanté y le di un cabezazo en la nariz —gruño, Milo abrió los ojos y empezó a reírse—. ¿Qué es tan gracioso?

—Yo le hubiera dado otro golpe por ti —le tomó la mano—. No eres una puta.

—¡Eso ya lo sé! —gritó y se vuelve a sentar—. Sólo que…..me gustaría más saber que lo hago con una persona que me ama.

—…. ¿cómo dices?

—Desde que volvimos, no me has dicho ni una vez que me amas, eso me pone algo nervioso.

—No te pongas nervioso, Camus.

—¡Aun cuando dices eso no eres capaz de decir que me amas! —volvió a levantar la voz, Milo lo silencio con un beso.

—Hmm….no hace falta decir que te amo —se separó lentamente—. Pero si quieres oírlo, te amo.

—¿Lo dices en serio?

—Más enserio que nunca….—le tomó de las manos y cuando están a punto de volver a besarse se abre la puerta, se separan como si su vida dependieran de ello al ver entrar al director nuevamente con Minos y Aiacos.

—Siéntense ahí, el profesor Milo les dará tarea…..qué vergüenza

—¡Estábamos repasando para un examen! —gritó Minos.

—¿Un examen de qué? —preguntó el docente.

—Física, química, biología y lenguas extranjeras —afirmó Aiacos—. Sólo me estaba ayudando a hacer un repaso.

—¡Que graciosos son!, pónganse a repasar literatura….—cerró la puerta de un golpe.

—Bueno, creo que el nombre especifico es ‘lengua’ y literatura —explicó Minos, Aiacos sonríe con lascivia y se acercó a él.

—Chicos, recuerden que estamos aquí —intentó informar Milo, Minos arqueo la ceja.

—Ustedes también pueden hacerlo si así lo prefieren, no nos molestan —pasó sus manos por el rostro de su compañero y se acerco.

—¡Como se atreve a decir eso! —se enojó el docente, Aiacos le miró de costado y Minos se separó—. Ahora, les daré tres preguntas y las harán como trabajo práctico.

—Sí, profesor.

—Bien, callados y mantengan sus manos encima de la mesa por favor —Milo tomó tres hojas de papel y comenzó a escribir preguntas para cada uno, luego se las extiende y le da un tiempo límite—. Deben hacerla antes del final de las clases, así que no se distraigan.

—Pero nos perderemos historia….

—Debieron pensarlo antes de manosearse en los baños….

—Técnicamente no me manoseaba —dijo Aiacos—. Estaba chupándome la…

—No hace falta descripción señor Aiacos, no sé si en Nepal suele pasar, pero acá tenemos algo llamado ‘Pudor’.

—Ya sé que existe —bufó molesto el nuevo y comenzó a escribir—. En realidad, no nací en Nepal, mi madre era de allí pero nací en Paris, luego que mi padre nos abandonó a mi madre y a mí.

—¿Tú padre los abandonó? —preguntó Minos, el chico afirmó—. Mi madre es una drogadicta golpeadora, pero mejor vivir con ella que con mi padre, que es mucho más violento.

—¿En serio? —preguntó Aiacos, Milo los escuchaba—. Mi mamá es sobreprotectora, ven a casa, seguramente te caerá bien.

—Me haría bien conocer a alguien que ame alguna vez en mi vida —masculló—. Hasta el momento, solo he conocido odio y oscuridad, quería conocer el sexo pero el director aguafiestas me lo bajó.

—Aun puedes conocerlo —sonrió el pelinegro.

—Mi madre también es violenta —aclaró Camus, todos le miraron (inclusive Milo) —. Ella bebe mucho, casi nunca está en la casa y ha vuelto embarazada, hizo tres abortos al menos, que yo sepa.

—¿Y cómo llevas eso? —Cuestionó Minos arqueando la ceja.

—Como se puede….—murmuró, Milo cerró los ojos y decidió hablar, luego miró a los chicos de frente:

—Yo he tenido una vida complicada, para los que no conocen, mi mujer e hijo fallecieron…—bufó—. Mi hermano está enfermo y mi madre muerta, es horrible cargar con tanta tristeza ¿no? Pero lo que nos hace humanos es poder enfrentar esas adversidades y vivir, comenzar a vivir chicos.

—Es un buen consejo profe —le dijo Aiacos y le extendió su hoja de tareas—. Aquí está, gracias.

—No hay de qué y Aiacos, luego quisiera hablar contigo —afirmó el más joven y se fue junto a Minos cuando éste entregó su hoja, cerrando la puerta tras de sí — ¿Sucede algo?

—¿Aun la extrañas? —preguntó Camus.

—Me carcome la conciencia saber que ella pudo saber lo nuestro, es todo —se tomó las manos—. Camus, no sé si esto está bien, estoy tan confundido….

—No te confundas, yo te amo y…

—El amor no es la respuesta a todos, a veces hay cosas dolorosas, como por ejemplo.¿ Viste que el otro día fuimos a ver a Kardia? —Camus afirmó—. Ese chico, Dégel, mi hermano está enamorado de él.

—¿Y eso….? —Camus no entendía la lógica de su novio, Milo bufó y se puso las manos en la cabeza.

—Hay amor ahí, mucho amor y muy romántico, cosa que nosotros no tenemos…..me gustaría ir contigo tomados de la mano, besarnos, pero es prohibido aunque pasen tres años más seguirán mirándonos raro, cuando yo tenga arrugas tú aun estarás en la cúspide de tu juventud; cuando a mí ya no se me pare, tú tendrás un terrible apetito sexual…

—No me importa, no me importa no tener sexo nunca más en la vida ¡Yo te amo! —le tomó las manos pero Milo las apartas.

—Tú necesitas a alguien más en tu vida, me doy cuenta cada momento que pasa, al principio dije “es divertido” tener sexo, desinhibirnos, pero cada vez que lo hacemos me siento más culpable.

—¿Culpable de qué?

—¡Culpable de esto! De esto que sientes…

—¡No soy un niño, Milo!

—Si lo eres, lo eres por donde quieras que te mire, lo eres….—se levantó de sopetón del asiento y Camus hace lo mismo—. Esto no puede seguir así…..yo no puedo seguir.

—¡No puedes dejarme ahora! —gritó.

—¡Te dejo antes de hacerte más daño!

—¡No puedes porque estoy esperando un hijo tuyo! —gritó, Milo se detuvo en su hablar y le miró con los ojos abiertos para caer en la silla como si fuera un cadáver. Se tapó el rostro para intentar pretender que no había escuchado.

—No……—susurró—. No…. ¡Mientes!

—¡No miento!

—Mientes para que me quede contigo, mentiroso, VETE, LARGO DE AQUÍ —le indicó la puerta evitando mirarle.

—¡Me iré, pero ya perdiste un hijo, intenta no perder otro! —prácticamente arañó la puerta de furia y salió azotándola. Milo quedó allí, sentado, pálido como un fantasma.

 

Camus estaba fingiendo, claro, es un niño, estaba fingiendo todo eso para quedarse con él, jamás caería en ese truco barato…..no. Pero ¿y si lo estaba? Justamente la generación de Camus había nacido con una formación genética diferente a la de los mayores de treinta, dado a una reciente medicina podían optar inhibir el factor de procreación o aceptarlo. Entonces ¿Camus ya había decidido? No, eso ocurría a partir de los veinte años, Camus no podía, era casi un delito.

Pero ¿y si lo estaba? Miró la puerta con ansias buscando respuestas.

 

No, estaba mintiendo….

……definitivamente mentía ese niño…..

………………………………………………………. ¿O no?

 

Continuará.

 

Notas finales:

Este fic es porque me hicieron muy feliz sus reviews

 

TAN TAN TAAAAAAAN! ¿Mentirá? ¿No mentirá? ¿Y qué pasará con Dégel y Kardia? Yo particularmente no dudo que le haya puesto algunas semillitas a Camus, pero quien sabe, ¿no tuvo puntería en todo un año y viene a tener ahora? Ya verán en el próximo capítulo.


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