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Asesino Encadenado por Suicide room

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Notas del capitulo:

Aquí les dejo el segundo capítulo; ésta vez creo no hay mucho que explicar o advertir… Así que los invito a leer. 

→Adicción mortífera.

 

La ansiedad calaba cada vez más hondo en su fuerza de voluntad, Luhan sentía que necesitaba la heroína tanto como respirar, odiándose por ello. Lo que había comenzado como una inyección forzada por Sehun hacía ya algún tiempo, ahora se había convertido en su mayor necesidad. Las sensaciones que experimentaba cuando estaba sedado/drogado, eran sin duda mucho más atrayentes que estar lúcido y soportar su jodida realidad, Sehun le proporcionó el mejor escape a la frustración, angustia y desolación. En la droga encontró la manera más eficaz de olvidar la depresión que le acechaba cada día; lamentablemente, quien abastecía su adicción era el ser que más repudiaba, su hermano, sentirse tan dependiente del maldito era algo que detestaba aún más… “Depende de cómo te comportes, te premiaré”, le decía con aquel tono sardónico típico de él.

Sus clases habían terminado, iba de camino a casa y lo único que podía pensar era en cómo podría persuadir a Sehun de que le diera aunque fuese un poco de heroína, después de lo ocurrido con su padre, no le había buscado como acostumbraba, ni siquiera le había visto en casa, aunque era muy probable que sólo no se haya percatado de su presencia debido a la amplitud de ésta.

Habían pasado dos semanas desde lo ocurrido en su habitación, tiempo suficiente para que se le acabase sus “provisiones” de aquella sustancia.

Una vez en casa fue directo al despacho de su padre –el que por cierto, ahora pertenecía a Sehun –sabía de antemano que el cuarto estaría asegurado con llave, pero definitivamente se las ingeniaría para abrir la puerta; ciertamente, tenía la esperanza de que en aquel lugar podía encontrar algo, tal vez el número de teléfono de algún camello, cualquier cosa servía en tales momentos de desesperación.

Con una ganzúa Luhan forzó la cerradura del despacho, logrando adentrase exitosamente dentro de éste. Cuando por fin estuvo dentro, decidió poner el seguro desde su lado por si llegaba Sehun, así tendría tiempo de esconderse antes de que le encontrase infraganti.

Estaba nervioso, no lo podía evitar, la adrenalina se apoderó en absoluto de todos sus sentidos, por lo que con rapidez se dirigió directamente al imponente y pulcro escritorio. Con cuidado abrió el primer cajón de éste encontrándose de lleno con un centenar de papeles que, ante la ansiedad, comenzó a revolver. Entre ellos, algo llamó su atención, era un sobre común y corriente, pero por alguna razón, sintió curiosidad de lo que contenía, y lo abrió. Dentro había más papeles, nada que no se esperase, pero también muchas fotografías… Todas de la misma persona en diversos escenarios. Era un joven, Luhan calculó que no sobrepasaba los veintidós años, su interés creció inevitablemente olvidando la razón por la que estaba allí, al menos momentáneamente.

Una vez comenzó a leer la información de las hojas pudo notar que eran datos exclusivos del muchacho de las fotografías, no pudiendo evitar preguntarse: qué clase de obsesión tendría Sehun con ese hombre, pero sobre todo, qué tenía que ver con un mercenario. La duda indagó en su mente.

Luhan seguía fisgoneando en los cajones, cuando repentinamente sus oídos captaron unas voces del otro lado de la habitación, con los nervios a flor de piel, corrió a esconderse tras uno de los sofás que adornaban la estancia.

Justo en el instante que se acurrucó en su escondite, la puerta se abrió.

–¡¿Cómo es posible que ese cabrón se salga con la suya?! –escuchó la muy conocida voz de Sehun retumbar con furia en el despacho. –ha matado a todos los investigadores que he puesto a la siga suya… Sólo he conseguido información inservible y poco relevante que tú me has traído sin la necesidad de seguirlo –gritaba iracundo, completamente dominado por la ira, o más bien, frustración.

–No puedo permitir que el hijo de puta este gozando de la vida habiéndosela quitado a mi padre… Tiene que pagar. –Luhan no creía lo que escuchaban sus oídos, aquel joven había matado a su padre… Ahora ataba cabos, todo tenía sentido.

No podía evitar sentirse agradecido con aquel sujeto, haber cumplido con lo que muchas veces pasó por su propia mente, pero que por cobardía nunca logró llevar a cabo, eso sin duda, le hacía admirarlo de cierta forma aún sin conocerlo.

–¿Y qué piensas hacer? –preguntó una voz que, siendo sincero, Luhan desconocía. Sus oídos estaban realmente centrados en la conversación, tanto, que se le olvidó un detalle: había dejado el sobre abierto encima del escritorio.   

–Tranquilo, hay que tener paciencia, ya encontraremos su punto débil –un escalofrió recorrió su espina dorsal cuando escuchó la sentencia dada por su hermano, cuánta maldad podía albergar un ser humano.

Luhan estaba atónito en sus pensamientos, cuando la voz se Sehun vuelve a hacer eco dentro del cuarto.

–Pero qué demonios… –Alcanzó a escuchar, y como si el tiempo hubiese comenzado a transcurrir en cámara lenta, reaccionó cuando se vio descubierto por Sehun, su verdugo.

Le hizo ponerse de pie jalándole de los cabellos, un jadeo ahogado se escapó de entre los labios de Luhan, no pudo evitar maldecir el momento en qué decidió entrar al jodido despacho. Pero sin duda maldeciría mucho más cuando sintiera la ira de su hermanastro ser desahogada.

–¿Quién te creer que eres para entrar aquí y fisgonear entre mis cosas? ¿Qué buscabas? –preguntó Sehun cabreado. Luhan más que nervioso, no contestó de inmediato, sólo trataba inútilmente zafarse del agarre ajeno, cosa que encabronó al mayor por sentirse ignorado

–¡Responde puta! ­–gritó Sehun con evidente cólera. Luhan pegó un respingo a causa del susto.

–Sólo vine a buscar droga, hace muchos días que no me das nada y necesitaba algo, y pensé que aquí podría encontrar, sólo eso, lo juro –respondió sincero el de menor edad, odiaba sentirse tan vulnerable e impotente. Por alguna extraña razón, cuando se trataba de Sehun, nunca podía hacer las cosas “bien”, siempre terminaba siendo golpeado o brutalmente violado.

Cuando Luhan se preparaba para recibir la hostia de su vida, percibe como los ojos del mayor ahora miraban hacía la puerta, como por instinto ladeó cuanto pudo la cabeza en la misma dirección, sus ojos se abrieron en demasía al ver la figura de madre en la puerta del despacho, observando aquella lamentable escena con evidente confusión.

–¿Qué sucede aquí? ¿Por qué lastimas a tu hermano Sehun? –cuestionó con voz autoritaria la recién llegada. Luhan volvió la mirada a su hermanastro cuando notó que el agarre en su cabello había cedido. –Dame una buena explicación jovencito. –reiteró la mujer, ésta vez, cruzándose de brazos. El menor sintió real temor cuando divisó una sonrisa mórbida plasmándose en el rostro del mayor, nada  bueno vendría de ello.  

–¿Qué te dé una explicación? ­–repitió Sehun socarrón, caminado hacia su escritorio –¿Y quién te crees para venir a exigirme? Nunca fuiste más que una arrimada –agregó con total desprecio hacia su madrastra.

Luhan con los nervios hecho un caos, temblaba sin saber qué hacer, sólo observó como el sujeto abría uno de los cajones del escritorio sacando un arma. Sintió como su respiración se detuvo, el adolescente sabía nada bueno sucedería, y como si fuese adivino, el miserable de su hermanastro apuntó a su madre con dicha pistola.  

–¡Sehun no te atrevas! Me prometiste que jamás le harías daño –habló Luhan con evidente desesperación, estaba notablemente acojonado. Éste sólo atinó a observar la reacción de Sehun, y lo único que divisaron sus ojos, fue como una sonrisa altiva se apoderaba del semblante ajeno. Recién ahí comprendió que realmente pecaba de ingenuo al tener la esperanza en que el maldito cumpliría su palabra.

–Y tú eres tan estúpido que creíste cumpliría una puñetera promesa –respondió sarcástico. Luhan sintió el miedo invadir cada parte de su cuerpo, en ese instante, por primera vez, experimentó el terror real de perder a su madre.

Con el rostro descompuesto miró como su madre temblaba de temor y desconcierto.

–Vamos Sehun, tranquilízate –escuchó la voz indiferente del sujeto que había entrado con su hermanastro hacía momentos atrás, del cual, ya había olvidado su presencia por completo debido a lo inquietante de su situación.

Luhan creyó ver un atisbo de esperanza ante la intervención, pero su verdugo abriría la boca para hacerle reaccionar.

–Tú no te metas basura, si no la segunda bala irá hacía tu cabeza. –respondió el aludido cabreado.

En ese instante, el menor perdió todo tipo de buena expectativa. Cayó en resignación absoluta.

Luhan no pensó sentir tal dolor atravesar su pecho como cuando vio a su madre siendo asesinada por el hijo de puta que había odiado casi toda su miserable vida, quedó en completo estado de shock, sólo podía observar el cuerpo de su madre en el suelo, sin vida.

Frunciendo el ceño, Luhan se acercó al cuerpo de su madre sin prestar atención a nada más, estaba completamente absorto en un estado de completa angustia reprimida. Se arrodilló a su costado, y con cuidado, la acomodó en su regazo.

–Que escena tan más conmovedora –se burló Sehun. Sin embargo, Luhan no prestó atención.

–Por fin me deshice de ese estorbo, ya me tenía harto la muy puta –seguía destilando veneno con cada palabra que escupía de su boca. –Chanyeol, encárgate de ese cadáver antes de que comience a destilar mal olor –ordenó al sujeto que le acompañaba mientras caminaba hasta posarse justo alado de su hermano menor, lanzándole un pequeño sobre plástico –Ahí tienes estúpido drogadicto, es lo único que tengo acá, cuando necesites pide, la próxima vez que te encuentre husmeando en mis cosas, te irá mucho peor. –sentenció finalmente saliendo de la habitación.

No había explicación para cómo se sentía, humillado como tantas veces, iracundo como otras tantas, pero en cada una de aquellas veces, el causante siempre era el mismo: Sehun y su maldito padre. Esos malditos habían acabado con su vida. En su repertorio de palabras simplemente no existía una que describiese lo que sentía por ellos, odio era demasiado banal para denominarlo, lo único que tenía bastante claro en ese momento, era que deseaba morir, ya no había nada ni nadie por lo que valiese la pena vivir ese infierno, su angustia era tal, que sólo deseaba desaparecer, morir una y otra vez hasta tranquilizar su dolor.

 

 

–Eres tú… –se limitó a decir mientras su iris se movía observando cada detalle del rostro ajeno. El moreno seguía impasible.

Luhan estaba seguro que era el joven de las fotografías que había visto en el despacho de Sehun, no podía equivocarse, el recuerdo de su rostro en las imágenes seguía intacto, aquella mirada fría y misteriosa la reconocería en el mismo infierno, simplemente imposible de olvidar.

–Kim Jong In, veintiún años, mercenario… No puedo equivocarme, eres tú –reiteró Luhan completamente embelesado al tenerle frente a sí; empero, el contrario le hizo salir de su trance.

Con fuerza inhumana, tomó su antebrazo haciéndole jadear del dolor, y por ende, soltar el agarre en su brazo. La fuerza de aquel individuo no tenía comparación, Sehun parecería un niño si de comparar fuerza se tratase, lo que no comprendía, era cómo podía almacenar tanto poder en un cuerpo tan esbelto, una pregunta que en un momento como ese, sólo pasaría por la cabeza de Luhan.

–Te advertí que no osaras tocarme –habló el moreno con calma, pese a la fuerza descargada sobre el brazo ajeno, sus palabras no expresaban enfado o molestia.

Luhan ciertamente no asimilaba cómo era posible que un ser humano controlara de tal forma sus emociones. Jong In estaba siendo todo un enigma para el joven.

Una vez Kai se vio liberado del audaz agarre contrario, se dedicó a observar cautelosamente la figura ajena, un osado escrutinio sin duda, recorriendo con su gélida mirada cada trazo del cuerpo adverso a la vista, hasta cruzarse nuevamente con los luceros lagrimosos del muchacho.

–Mmm… Así que tú eres uno de los tantos sujetos que me sigue ¿No? –la voz de Kai sonaba indiferente, cualquiera pensaría que su pregunta era más por entablar conversación que por interés en la respuesta.

–Qué extraño no haber notado tu presencia… ¿Deseas hacerme una entrevista? –ironizó sin apartar la mirada del contrario, aunque su estado de defensa era imperceptible, sus sentidos estaban muy atentos.

Luhan a esas alturas ya había olvidado la angustia que agobiaba su alma, al menos de momento.

–Yo no te he seguido, hasta hoy en la mañana no tenía conocimiento de tu existencia –comenzó explicando Luhan. –Quien te busca es mi hermano –confesó con evidente aversión en sus palabras. Se detuvo unos segundos tratando de calmar la avalancha de emociones negativas que llegaron a su mente una vez se refirió a Sehun como su hermano. Suspiró por lo bajo, y volvió a hablar. –Quiere vengarse de ti porque mataste a nuestro padre. –concluyó con serenidad, realmente se sentía bien cuando recordaba aquello, era un alivio.

Jong In alzó una ceja al escuchar las últimas palabras expresadas por el recién conocido, le resultó curiosa la actitud ajena ante dicha confesión.

–Oh… ¿Y tú no sientes deseos de vengarte de mí por haber asesinado a tu padre? –cuestionó divertido con la charla.

El menor sonrió al notar el cambio de actitud en el moreno procediendo a negar.

–Para nada, era un hijo de puta, merecía morir hace mucho… De hecho me siento muy agradecido contigo –Kai sonrió ladino ante tal respuesta, el muchacho a simple vista lucía indefenso e incluso vulnerable, una víctima cualquiera; sin embargo, había algo que lo hacía diferente, pero de momento, no podía estar seguro de qué era.

–Mmm… En fin, creo que ya es hora de que me largue, así puedes seguir en lo que estabas. –se despedía el mayor de ambos, dándole la espalda a un Luhan que sin duda, ya había olvidado la idea de suicidarse, pero que sobre todo, no quería quedarse solo.

En un acto impulsivo, el menor estiró el brazo hasta alcanzar con su mano la muñeca adversa, logrando detenerlo y que éste voltease hacía él.

–Espera… –habló Luhan apenas audible, no comprendía del todo el porqué de lo que quería decir, apenas y acababa de conocer al joven frente a él, estaba enterado de lo peligroso que era, pero no podía evitar sentir necesidad de su compañía.

Luhan meditó unos segundos antes de hablar, su conciencia le decía que era una locura, pero una locura que sin duda anhelaba cometer. –Llévame contigo. –habló finalmente con total seriedad. Jong In sólo le observó silente.

–Lo siento, no estoy interesado en tener mascota –respondió secamente.

–Por favor, sé quién eres, tienes acceso a muchas cosas; dinero, drogas, putas… Estoy enterado de los muchos antros nocturnos que están a cargo de ti y tu familia, puedes llevarme, como me imagino has hecho con muchos otros. –comenzó a hablar impulsivamente, sólo estaba expresando lo que deseaba en ese momento, no podía rendirse tan fácilmente, no quería volver a casa con el puto de Sehun.

Aquel sujeto que se hacía llamar Kim Jong In parecía la manera más fácil de escapar de Sehun, como siempre anheló. Sentía que si no aprovechaba la oportunidad que se le estaba presentando, no volvería a tener otra como esa.

–No sabes lo que dices… Yo soy el lucifer del infiero al que quieres ir. –advirtió con una sonrisa lúgubre adornando su rostro vacío.

–Te equivocas, tu infierno es el paraíso que anhelo, y tú, el dios que lo gobierna –respondió con voz temblorosa, su ansiedad por persuadir al moreno lo hacía sonar desesperado. –Por favor… No quiero volver a mi infierno, no quiero volver a las manos del maldito de Sehun. –concluyó Luhan exasperado. Era su última oportunidad, si Kai se negaba, prefería morir… De todas formas, ya no tenía nada que perder. 

Jong In se limitó a indagar en los luceros acuosos del joven recién conocido, y sólo podía ver la angustia reflejada a través de ellos, percibía la melancolía de su alma. Él, que precisamente era un ser completamente alejado de las emociones, sobre de la empatía, estaba sintiendo cada jodida emoción transmitida en la mirada ajena. Tanta fue su extrañeza al percatarse de ello, que simplemente se deshizo de la mano que le detenía y siguió con su camino.

Luhan al ver cómo el contrario hizo caso omiso a sus palabras, se sintió derrotado, perdido, desorientado y solo en un mundo que parecía no conocer, la confusión volvía a su mente que, claramente, estaba llena de mierda.

Justo cuando veía todo borroso y poco claro en sus diversos pensamientos, siendo incapaz de centrarse en uno, escuchó la voz ronca del moreno llamando su atención, Luhan alzó la mirada encontrándose de lleno con los voraces ojos de Kai.

–Está bien –dijo mientras esbozaba una sonrisa maliciosa. –Pero desde ya te advierto… En mi infierno, nada es gratis. –concluyó finalmente, y como si Luhan no hubiese escuchado, asintió emocionado sin reflexionar sobre las palabras que el moreno le dirigió. Aquello parecía estar haciendo un trato con el mismo demonio, pero ya nada importaba, era un infierno por otro, pero para él sonaba a paraíso mientras no estuviese Sehun en el. 

Notas finales:

 ¿Qué les pareció la fugaz aparición de Chanyeol? xD La verdad es que no se me ocurrió nadie más, fue la primera imagen mental que tuve mientras iba escribiendo(?)

Bueno, creo que en éste capítulo quedaron muchas cosas claras, y se podría decir que desde ahora comenzará lo que es en sí la historia KaiLu, o al menos eso creo, mi mente es impredecible(?) 

En fin, espero les haya gustado, y como siempre digo, por favor háganme saber sus reacciones, opiniones, sentimientos, todo a través de comentarios, me gustan mucho los review, lo reconozco T^T

PD: Trataré de actualizar mañana, pero si no alcanzo, tal vez sea hasta el domingo, debo viajar a un sitio donde no hay señal de internet u.u Creo que es necesario decírselo, ya que siento tengo un compromiso con ustedes, y por supuesto con ésta historia.

Sin más que agregar, gracias por leer. c:


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