Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Paranoia por gns

[Reviews - 60]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

 

Es la primera ves que publico en esta web, así que espero que sea de su agrado este fic, me costo trabajo en especial estar checando los errores.

Solo lo continuare si recibo buenas aceptaciones.

Se lo dedico a Whitekaat, que es megafan de esta pareja.

Ningun personaje de Saint seiya me pertenece, pero si fueran propios: cobraría por cada credito de Saga de Geminis xD.

Disfruten!!

Notas del capitulo:

 

 

 

 

Paranoia

 

 

Cap. 1

 El obsequio

 

 

 

 

Lo habían dejado solo como siempre, vagando por las orillas de la playa, dejando humedecer sus pies con las suaves olas que llegaban hasta a él. Solo en su soledad, admirando el cielo azul claro y nostálgico, tal y como se encontraba su corazón. Los demás niños se encontraban ocupados, en sus propios juegos egoístas, del cual él no era invitado solo repudiado, entonces derrama unas cuantas lágrimas que se mezclan con el agua salada, solo se tenía a él mismo, en nadie más en quien confiar, nadie que lo defendiera. Limpia sus ojos con su brazo pero sus orbes se vuelven a inundar, oprimiendo el mentón por la fuerza de resistencia, aun es débil y lo sabe, le molesta aquello, sus ojos cambian de brillo; uno de rencor y odio, jurando no volver a caer en esa debilidad.

 

-¿Por qué lloras? –Pregunta una voz suave, mirando por todos los lados existentes, no nota a nadie más que a él- Responde ¿Por qué lloras?

-¿Quién eres? –Pregunta asustado pero tratando de ocultarlo, mirando fijamente una enorme roca, que se encuentra a distancia- ¿Por qué te escondes?

 

El pequeño de escasos siete años avanza con cautela hacia el lugar, su corazón se agita en su pequeño pecho, conforme más se acerca nota una cola sobre la arena que brilla por los rayos del sol en un tono agua marina, la mirada sube hasta el dorso desnudo, cubierto por una melena azulada, en un tono oscuro, le cubre por igual los hombros y el rostro. Una esbelta figura hermosa, de color perla con huellas lastimosas, los labios finos y resecos. Jamás en su vida hubiera imaginado ver semejante espécimen, solo en relatos había escuchado algo semejante, visto en libros pero sin duda; se quedaban cortos. Tenía frente a sus ojos, sentado en la arena a una… “sirena”.

 

-¿Te encuentras bien?- Pregunta el pequeño hipnotizado y preocupado

-Estaré bien –responde con su suave voz- el mar me acogerá pero primero debo alimentarme –dice mostrando sus finos labios, dejando ver lanzas feroces dentro de una sonrisa

 

El menor retrocede un paso, tiembla ante semejante y feroz imagen, las sirenas eran hermosas pero se alimentaban de marinos perdidos que ellas atrapaban en el mar, y él era su alimento. Ante aquello su cuerpo se llena de miedo, tiembla paralizado en su lugar mientras la creatura se remueve con dificultad y con ayuda de sus débiles  brazos, sin mostrar su rostro. El menor recuerda que no debe de tener miedo, no él, un futuro caballero no debe nunca de retroceder, a pesar que la misma muerte este frente a frente.

 

-Puedo ayudarte –sale su voz de su garganta sin temblar, algo que el mismo se sorprende al escucharse- Puedo llevarte de vuelta al mar –señalando la costa

 

La criatura levanta el rostro pálido, dejando ver una herida en la cien, sus orbes rojos se pintan de tono azul, con brillo de esperanza,  no se mueve por un momento, analiza su situación y mira con detenimiento al jovencito. Cierra los ojos y escucha las olas, asiente con la cabeza y vuelve a sonreír pero esta vez, su sonrisa no es mortal, es de agua dulce.  El jovencito  carga con fuerza el cuerpo escamoso, no muestra esfuerzo, aunque este fuera tres veces más grande que el suyo; los débiles brazos se enlazan alrededor de su cuello, y la cabeza azul descansa un momento en el hombro del castaño.

La distancia no era muy larga pero para el menor le parece una eternidad, una malla de sudor ya cubría su frente, la cola se mueve poco pero deja marcado un camino por la arena. Los pies tocan el agua fría, y comienza adentrarse en el mar, los cabellos azules se elevan por la leve corriente del agua, entonces el pecho queda desnudo. Los orbes azules brillan con un agradecimiento, mientras que la suave piel hace contacto con la mejilla morena, los labios fríos susurran al oído para después depositar un beso como despedida. Perdiéndose a lo lejano, al principio las escamas se reflejan en el agua hasta mezclarse y perderse como un sueño del próximo atardecer.

 

 

 

 ………………………………………………………..

 

 

 

 

Aioria se levanta de golpe de la cama, en medio de un molestoso rechinar, se rasca la nuca mientras se pone de pie, luce perturbado por aquel sueño. Noche tras noche había sido lo mismo, que llego a la conclusión que fue un recuerdo que al parecer su subconsciente había borrado. Ahora tenía esa imagen guardada en el cabeza, lo que le provocaba acaloramientos en el cuerpo, lo que en un principio no fueron problemas pero, era un hombre con necesidades humanas, algo en que nunca pensó de forma exigente, lo que fue extraño. Lo que tenía de vida lo había dedicado a entrenar, vivir por su diosa, su razón de existir fue la motivación de reestablecer la imagen de su hermano.

Cuando regreso a la vida y de nuevo a su hogar, al único que conocía, su tan amado santuario, el quinto templo, no tardo más que días en tener esa duda, esa curiosidad. La mayoría eran hombres en aquel lugar, existían amazonas pero, estas ya no guardaban la delicadeza ni el dulce aroma de una femenina, eran igual de rudas o más que ellos.

Camina por su templo para sentarse en el sillón, para sorber una taza de café, una sonrisa se dibuja en su rostro, aun recordaba cuando asistió con unos amigos al pueblo, a una “casa de citas”, no podía negar que la señorita era linda, hermosos bucles dorados y sus labios rojos, unos pechos frondosos que no dudo en acariciarle, aunque con el vestido puesto pero aquel escote, te invitaba a hacerlo; cuando termino con su “desahogo” se sintió vacío, no había sido lo que habría buscado, aunque la señorita lo halago por el buen desempeño, la única persona entre los dos que resulto satisfecha y espero por él, pero no asistió más a aquel lugar. Ya que él había resultado no solo sentirse hueco y sucio sino, esa sensación de insatisfacción que lo obligo a no volver a intentarlo. Más tarde aprendió otro arte.

Mira el Reloj y nota la hora, es tarde para el entrenamiento, apenas desayuna ya que no tiene los ánimos para hacerlo. Baja corriendo de su templo para cruzar los otros sin problema, al parecer ellos ya esperan en el coliseo, justo al llegar a Tauro, ve la figura de su guardián, acompañado de otra silueta, cubierta por un manto marrón, Leo se detiene en seco, nadie ha sentido su presencia.

 

-¿Es tu última decisión?- Pregunta Tauro tomándolo del brazo- Mira que podrías perder pero podrías ganar más

-Como decirlo, –soltándose con brusquedad, dejando caer la capucha que le cubría la cabeza, cayendo se sus hombros esa cabellera hipnotizadora- gracias pero no, Gracias

 

Aldebaran frunce su ceño molesto y justo cuando se disponía atrapar de nueva cuenta a Géminis, “Saga” interrumpe sus actos a espaldas del mencionado, Aioria había dicho su nombre en voz alta, sin ni siquiera pensarlo; Tauro recobra la compostura y se aleja del santo dorado de la tercera casa, quien solo levanta la fina ceja al notar al caballero de Leo. De cierta forma no tenían una buena cordialidad, su compañerismo era frío y rígido, así lo habían dejado en claro cuando todos estuvieron reunidos, después Saga simplemente se ausento, dejando a Kanon en el tercer templo. Pero ahora, al volver a tenerlo cerca, Aioria  no puede quitarle la mirada de encima, lo inspeccionaba de pies a cabeza, estaba cambiado, a pesar de la túnica se veía más delgado, su cabellera más lacia y larga.

De pronto cansado de esperar alguna interrogante, Géminis simplemente decide avanzar, dejando al santo de Tauro, con su última respuesta y al otro cruzándolo de lado. Mientras que el león mira de reojo la espalda larga del gemelo hasta perderlo de vista por los pasillos del templo. De forma precipitada siente los pies en el aire, unos ojos marrones lucen desafiantes frente a su rostro.

 

-Deja de mirarlo de esa forma hambrienta –escucha la voz ronca y directa de Tauro, nunca lo había visto de esa forma, soltándolo de golpe, cayendo al suelo sentado por la poca delicadeza de su compañero-, no digas que no te lo advertí, aleja tus garras de él

 

Aioria frunce el ceño molesto, él no necesitaba que alguien le dijera que debe y no debe de hacer, nadie excepto su diosa, quizá. Se levanta de golpe, sacudiendo un polvo imaginario de su armadura de entrenamiento, para salir detrás de Tauro. Pero aquel ya se le había adelantado demasiado, por lo que solo pudo darle alcance en la arena del Coliseo, allí se encontraban todos sus compañeros, a excepción de Géminis, que debería encontrarse en su templo o hablando con el Patriarca. Cuando las miradas de Tauro y Leo se cruzan, una descarga inunda los ojos de ambos; reto y rivalidad se respiran, lo que no sabían era no eran los únicos del santuario en hacerlo.

 

 

 

 

…………………………………………………………………………………………………………………..

 

 

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).