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Paranoia por gns

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Notas del capitulo:

 

Os les dejo el segundo capitulo, espero que sea de su agrado, gracias por su comentarios tan positivos. Nos vemos!!

 

 

 

Paranoia

 

 

Capítulo 2

 Interacciones

 

 

 

Sin lugar a dudas, su día no le había prometido grandes cosas, todo era la misma rutina. Bueno excepto las miradas que se lanzaba con Tauro, el caballero de la segunda casa era tosco,  con una fuerza descomunal pero su actitud, este siempre había sido amable pero el día de hoy superaba por mucho el agrio carácter de Cáncer, hasta ese provocador egoísmo de Piscis; hasta Acuario era más encantador en esos momentos y eso que, sostenía una discusión amable con Escorpión.  Aioria, no le entendía muy bien, hasta donde recordaba no le hizo nada que lo ofendiera, el agredido fue él.

Sin embargo el hombre se hacía la víctima, dejando el clima denso hacia los presentes. Y como siempre, seguía alado de Mu, el león ya se imaginaba que cosas estaría contándole a este, donde de seguro él terminaba siendo el ogro del día.

En una mala jugada, Leo termina siendo el oponente de Tauro, sin lugar a dudas Aioria se arrepintió haberle juzgado mal. Sus golpes eran fuertes y certeros, sin duda lo físico era lo suyo pero el León no se iba a quedar en segundo plano, por supuesto que no. Sacando fuerzas desde lo más profundo de su ser, logra asestar sus puños en el abdomen del más grande, hasta derribarlo. Con lo que no contaba al igual que los demás, era que aquello solo provocará más la ira del derrotado. Aldebaran se levanta de golpe, a pesar de ya haber terminado el encuentro, retándolo, logrando nuevamente el mismo resultado; solo que esta vez llevándose a casi todos los dorados en esa rebelión.

Con una fuerte patada del León y el Toro se dirige hacia Milo, que hundido en sus indiferencias con Camus ignora lo que iba a sucederle, por suerte el guardián de la aurora actúa rápido, sucumbiendo con un puñetazo la espalda del grandote, lo que enfada al agredido, llevándose las negativas de Shura y Mu, este último tratando de persuadirlo, pero Afrodita y  Mascara no paran de llenar de burlas el lugar. Enfrascándose todos en una discusión poco convencional, Cáncer reta a Tauro mientras Afrodita saca de quicio a Shaka por su indiferencia “inmaculada” de mártir, Mu sigue gritando que no era correcto mientras Shura se lidia a golpes con Milo, ante un Camus parlanchín con Libra y Kanon. Hasta cierto punto  iba algo tranquilo, hasta que Piscis resulta ser sacado de sus casillas y le lanza una bofetada a Virgo, para que este fuera empujado por Tauro, quien ahora discutía con Leo, siendo defendido este por Aioros, un cosmos arde y el guardián de la segunda casa termina por el suelo, arrastrando consigo al viejo maestro junto con el ex marina, mismo que caen sobre un Aries, ya bastante magullado.

Pero al final, después de un silencio, al notar todo el desorden y ellos mismos como muñecos de basurero, se hunden de hombros, al ser reprochados por Libra, quien este último solo tenía raspones de la caída. Aioria se levanta como el ganador, a pesar de las críticas de los presentes  y el mal perdedor de su rival, siendo llevado por su hermano casi de la oreja, puesto tenía una apertura en el lóbulo derecho.

 

-Era un entrenamiento- le grita el mayor una vez en su templo, arrojándole un paquete de verduras congeladas en el rostro- peleaste como si la dignidad de Athena estuviera en juego –pausa- a lo que me refiero es que no tenía que ser hasta los extremos –recuperando la calma

-Díselo a él –se defiende el menor –apretando el paquete sobre su rostro- si hubiera sido un buen perdedor, no habría acabado todo esto de esa forma

 

El mayor solo bufa, no tenía caso dialogar con su hermano menor, ya lo había aprendido en ese corto tiempo, si alguna vez se le cruzo por la cabeza que mejoraría, se había equivocado. Lo mejor era preparar algo para comer, y conociendo a su hermanito, este debía estar muriéndose de hambre, así que el arquero deja las cosas en paz para empezar con la comida. Aioria ríe entre dientes, sabía a lo que iba a su hermano y agradecía ese gesto, sino tendría que bajar al pueblo y realmente estaba ya harto de hacerlo, no conocía nada mejor que lo hecho en casa.

Aioros era todo lo contrario a Leo, era tan irresponsable que pecaba por hacer cosas tan bien, como la comida que cocinaba para su hermano pero era tan leal y valiente en los momentos más oportunos, que parecía otro. Una vez  ya satisfecho, el arquero se dispone a levantar los platos siendo ayudado por el menor, con un gesto de solidaridad, ambos caminan entre silencio solo cambiando miradas amables. Siendo este roto por unos estruendos.

El sonido del metal golpeando el suelo de piedra a toda prisa, interrumpe la cordialidad del templo de Sagitario. Una melena azul cabizbaja cruza en esos momentos, llevando el casco de los siameses, en su regazo; hundido en sus propios pensamientos, sus labios se mueven con susurros solamente para sí mismo, su rostro confuso que se llena en cólera haciendo brillar sus pupilas de un color rojizo, solo mueve negativamente la cabeza, sacude la molesta capa, que en un arranque jala de su espalda, dejando la tela caer en dicho lugar. El sonido del cubierto impactado en el suelo, hace que las esmeraldas se levanten en aquel pálido rostro y choca contra los orbes azules del dueño de la casa y las esmeraldas del acompañante. Los tres en rotundo silencio.

 

-Saga… -susurra el mayor de los hermanos, sacando por un breve momento el trance del mencionado- ¿Has vuelto? –Pregunta el que una vez fue su mejor amigo

 

Pero el mencionado, luciendo su típica mirada triste, solo aprieta con más ahínco su casco para apresurar su paso fuera del templo; no desea hablar con nadie, la plática con Shion no fue nada de lo que esperaba, su luz se extinguía por el camino de la frustración. Además la presencia de Leo no le era nada cómoda, sin mencionar que aun portaba, sus remordimientos hacia el de ojos azules.

Pero aquello solo llena de enojo al menor de los hermanos, que tuvo que contenerse, por la presencia de su hermano, para no arrojar los platos y correr hacia el gemelo, arrastrarlo de los cabellos para tenerlo a su pies, su sangre le hierve por la ofensa  pero sobre todo por el insulto de ser ignorado; no una vez sino dos veces en el mismo día y por la misma persona. No solamente eso, a él le debía los golpes que ahora le costaba respirar, cortesía del Toro que se hacía buey. “Podrá ser lindo pero no le da ningún derecho a…” un momento, los brazos de Leo se debilitan soltando la porcelana sencilla de Sagitario, había pensado eso “Saga era lindo”, sus orbes parecen medirse de vergüenza, mientras que su rostro moreno se tiñe de un rojizo oscurecido.

Aioros frunce el ceño al ver la actitud reciente de su hermano menor, no comprende pero si sabe que ahora tiene menos platos en su vajilla, por alguna razón a Aioria le agradaba romper los platos, a lo que el mayor solo suelta una carcajada, por la actitud de Leo. Lo que en sí molesta aún más al menor. Sentir vergüenza, no era unos de sus dones.

 

 

 

……………………………………………………………

 

 

 

Dohko respiraba el aire del templo patriarcal, mientras Shión llevaba un buen rato mirándolo detenidamente, la pulcra armadura dorada tenía polvo, lo que desconcierta al carnero mayor, sin mencionar que en los dedos de su amigo lucen rasguñados,  quiere preguntar pero tampoco quiere entrometerse.

 

-¿Hablaste con Saga? –Pregunta sacando al patriarca de sus pensamientos

-Si… creo que no le dije nada  de lo que ya ignoraba –corrobora el de cabellos lima-,  temo que vuelva a caer en sus psicosis –el otro sonríe, no podía creer en las palabras de Shion

-Temes morir… ¿De nuevo? –Se arriesga a preguntar siendo ferozmente mirado por el otro- ¡Oh, vamos! Géminis ha estado controlándose muy bien, la meditación le ha asentado, hasta el mismo Shaka te lo confirmo

 

Shion dibuja una mueca de inconformidad, la palabra de Virgo no le era muy acertado sino como fue el alcahuete de Saga años atrás, aunque tenía que admitir que para ser cercano a un dios era lógico, y bastante que optara para los fines de uno; puesto que la diosa no le prometía semejante justicia como el otro.

 

-Debo de poner un… remedio…

 

Ambos compañeros ponen su atención en un punto, libra es el primero en localizarlo mientras Shion corre a su dirección, ambos se miran por unos segundos para dirigir nuevamente sus ojos en una de las doce casas, una que se encontraba entre las primeras del zodiaco.

 

 

 

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Toda su vida fue una crisis de identidades, justo cuando tuvo un punto de apoyo, una motivación y se fue al caño en el mar más cercano. De cierta manera cumplió con sus metas; gano la armadura dorada de Géminis, encero a su hermano por considerarlo un traidor profano, mato a su ilustrísima, y si no le basto con ello, Aioros fue el tiro de gracia, ese mismo día cuando Shura le dijo que había completado su misión, su corazón se destrozó. Dejándole a Ares el total dominio, no solo de su cuerpo sino de todo el santuario; se rindió sin luchar más. Tal vez fue su falta de atención hacia la realidad, y no a esa soledad que te infundían, era como cuando te otorgaban un trabajo, nunca te mencionaban las horas extras, y sin pago.

Cuando al fin pudo ser consciente de sus acciones, decide suicidarse, poco le importo si era cobarde pero realmente y desde su punto de vista, fue algo valiente. Fue hecho por voluntad propia. Pero al parecer el mundo jamás estaba satisfecho con nada de lo que hace, y la prueba era que nadie le preguntaba con respeto a su vida; Hades no le importo regresarlo y como traidor, nada raro en él, y ahora Athena, pero a esta no podía restregarle su odio, ella no lo merecía, le concedió el perdón y una nueva vida. Y vaya vida, con todos los lujos de su corrompida alma, sin mencionar las culpas, remordimientos y cargos de conciencia adicionales.

Por un instante Saga derramo lágrimas, lágrimas mismas que fueron sinceras para después despotricar  a los cuatro vientos su desgracia, Ares. Ese dios lo tenía metido entre ceja y ceja, nunca lo dejaría en paz. Era increíble de comprender, pero él era la ofrenda de ese dios con este mundo y ni Athena siendo la hija predilecta de Zeus, podía hacer nada en contra de ello. Solo tenía que vivir con ello, compartir su cuerpo en tal caso.

Un grito desgarrador resuena por su templo, el que llevaba suprimiendo desde que había sido regresado a la vida, una nueva oportunidad  para seguir viviendo la misma maldición, hace arder su cosmos de manera violenta, dejando atrás las enseñanzas de la meditación, al que fue sometido pero, deseaba gritar hasta desgarrarse sus propias entrañas, sentir ese dolor para al menos, sentirse vivo, ausente a todo ello.

 

Sus esmeraldas se ahogan, sus puños golpean el suelo, por suerte Kanon no se encuentra, no lo odia lo ama como hermano, y se culpa de cada desgracia que tuvo desde que lo abandono en aquella prisión. Su armadura hace un ligero ruido al dejar caer sus rodillas en el suelo, su casco descansa aun lado de él, su respiración se calma con cada segundo. La ira de Géminis ha caído, se ha aplacado, por ahora.

 

-No sé qué problemas hayas tenido – escucha la voz de Leo a sus espaldas, alarmándolo drásticamente- pero no te da ningún derecho a ser grosero con nadie –dice con voz firme pero sincera

 

No había sentido su presencia y en su estado era demasiado penoso para su gran orgullo, tenía el rostro bañado de saladas lágrimas, sus ojos algo irritados por el llanto, sus cabellos algo revueltos, una digna imagen para Aioria de Leo, una de la cual podría sacarle provecho y restregárselo en la cara. Saga dibuja una sonrisa de ironía mientras hace sus cabellos azules hacia atrás, despejando su frente por breves instantes. Quería decir algo pero las palabras las tenía atorradas en la garganta, Leo se arrodilla a su lado, toma su rostro aturdido en un movimiento rápido, que Géminis no ve venir y sus labios se topan en un brusco beso, las orbes verdes se abren de golpe por la sorpresiva acción, no corresponde al gesto pero tampoco lo rechaza. Cuando un sonido le hace sentir sus labios vacíos, ve lentamente el rostro de Aioria caer de su lado mientras un rostro similar al suyo luce con el ceño fruncido y con el puño levantado. “Kanon” y unas lágrimas fluyen nuevamente por su rostro triste.

 

 

 

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-¿Habrá sucedido algo? –Pregunta Mu, con el rostro serio mientras su mirada se clava en la casa de Géminis-, no es común todo esto- dice el carnero con la nariz enrojecida por un golpe

-¡Bah! –Reclama Tauro- no sé de qué hablas –sin apartar la mirada  del tercer templo – es su cosmos, es normal, siempre ha sido Saga así de esplendoroso, no por nada es uno de los más poderosos –“Y atractivo” piensa en sus adentros pero capta la mirada de su compañero hacia su persona- ¿Qué?

-Sino deseas contarme no te obligare, pero –pausa – al menos finge mejor – sonriendo

 

Su compañero comprime sus dientes y molares, lleno de frustración; si ese Leo no hubiera interrumpido, Saga no se hubiera escapado, no teniendo más remedio que aceptar su propuesta. El grandote cierra sus puños con violencia, para a continuación marchar a zancadas enormes en dirección a su templo, dejando solo al ariano.

Mu baja la mirada, su maestro no le había querido decir nada pero él lo intuía, y no era ciego tampoco, como para no ver la atención que Tauro ponía en el gemelo. En el fondo suplicaba que su amigo no sufriera, Géminis podría ser bondadoso pero igual de terrible sino se le ponía los límites necesarios, era un signo doble, con doble moral, una más poderosa que la otra pero ambos tan difíciles de manejar, en pocas palabras era un torbellino que te arrastraba, así como el canto de las sirenas, seres mitológicos que te enganchaban y luego, conducían a una terrible muerte.

 

 

 

 

 

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Notas finales:

 

 


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