Pude ver la cara entre sorprendida y confundida de Dereck, no fue nada adecuado lo que hice, pero… no lo sé, solo quería decirlo, algo me dijo que tenía que decírselo. Dereck suspira un poco y yo miro a mis pies muy avergonzado mientras juego con mis manos.
-Ale, no entiendo, dices que te gusto pero que no te gusta el sentimiento ¿A qué te refieres con eso? –muchos dicen, que el amor es lo mas maravilloso que puedes sentir, hasta ahora solo sé que me gusta Dereck, pero no creo estar enamorado. Y eso es un alivio, porque no es una opción enamorarme ahora.
-es que… siento que esto fue muy forzado, como si no tuviera otra opción más que hacer que me gustaras, tal vez… si se hubiera dado de otro modo… podría haberte aceptado sin ningún problema, pero justo ahora no me gusta que las cosas se hayan dado de esta manera. – pude sentir la mirada decepcionada de Dereck sobre mí y en seguida me siento muy triste, no se lo merece. –perdóname. –empecé a caminar en dirección al estacionamiento de nuevo, siendo seguido por Dereck, claro que a una distancia mínima de metro y medio.
Ahora todo se pondrá mucho más incomodo, o igual que al principio, se irá a trabajar súper temprano y regresará hasta altas horas de la noche, yo me quedaré solo en la casa de nuevo. La distancia se pondrá entre nosotros de nuevo y poco a poco podré olvidar ese pequeño sentimiento hacía él. Todo va a salir mejor de lo que imaginé, no quiero sentir amor hacía él, y tal vez hacía nadie, no puedo evitar sentirlo con mi familia, pero hacía otras personas puedo hacerlo, puedo evadirlo. El amor es muy difícil, es posible que no sea para todos, y no porque no lo merezcan, simplemente a veces no se puede soportar.
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El camino de regreso fue más silencioso que el de ida. No hubo contacto visual en ningún momento, Dereck estaba muy concentrado viendo a la ventana y yo a la mía, ambos muy pegados a nuestra puertas con una gran distancia entre nosotros, al llegar nada es muy distinto, cada quien se va a encerrar en su cuarto, ni siquiera tengo ganas de ver la computadora, solo quiero dormir, dormir y olvidarme de lo que le dije.
Es curioso, no sé porque se lo dije en primer lugar, solo sé que en cuanto me di cuenta quise decírselo de inmediato. Quizá en el fondo… sabía que algo como esto pasaría y por eso lo hice.
El sonido de la puerta abriéndose me hace levantarme rápido de la cama, me sorprende un poco ver a Dereck parado terminando de cerrar la puerta, trae su pijama puesta, igual que yo. Creí que no querría verme, después de todo le rompí el corazón. No decimos nada durante unos segundos pero después el empieza a caminar y se sienta al pie de la cama y estira su brazo para alcanzar mi mano, la cual no aparto.
-Ale, pensé en lo que dijiste y tienes razón, no te di otra opción más que hacer que te enamoraras de mí, fui un tonto. –aprieto un poco su mano y me paso un mechón de cabello por detrás de la oreja.
-yo… lo siento. –digo y me acerco un poco más a él. –tú… no mereces esto, mereces a alguien que te pueda aceptar, que no esté tan confuso en todo. –él toca mi mejilla y me hace mirarlo, el contacto me gusta, tiene manos suaves.
-Está bien, yo no soy alguien perfecto, después de todo, hice todo mal. –volteo los ojos hacia otro lado, no quiero verlo a los ojos. –no es como si esperara que me aceptaras muy fácil. Solo quiero saber cuándo te diste cuenta. –vuelvo un poco los ojos y puedo ver su sonrisa, está es distinta, con cierta tristeza, aunque tranquila. Sé que él no se va a enojar conmigo, puedo confiar en él, no ve a exigir nada.
-Fue hoy mismo. –digo y me dejo caer en su hombro y entrelazo mis dedos con los suyos.
-Entonces no puedes estar seguro. –eso me sorprende un poco y volteo a verlo encontrándome con sus hermosos ojos, que me miran sin cristalizarse ni nada, solo con una melancolía disfrazada de felicidad. –Eso fue muy rápido, tal vez, solo te dejaste llevar por el momento, nada más. Tú tranquilo. –dejo que pase un brazo por atrás de mi cabeza pegándome un poco más a él.
Es posible, me cuesta mucho trabajo saber lo que siento o lo que quiero. Por el momento solo quiero disfrutar de su compañía. Aunque… la distancia entre nosotros se hace más corta, cuando debería estar siendo más larga, lo más larga que se pueda.
-Bueno, deberíamos irnos a dormir. –dice y me suelta de su abrazo, aunque no de la mano. Debo decirle, decirle que necesitamos un tiempo separados, lo más separados posible.
-Dereck. –él me voltea a ver y yo aprieto su mano, antes de que la suelte, porque lo que diga cambiará mucho las cosas entre los dos. –Puedes… ¿dormir conmigo está noche? -¡¿Qué?! ¡No! ¡No iba a decir eso! ¡Fue algo completamente distinto! Algo… algo que yo…
Quería.
Siento calor en toda la cara y me da pena mirar hacia arriba, mirar a Dereck.
-¿Do-do-dormir contigo? –lo oigo tartamudear, debe estar igual de nervioso que yo.
-si… solo eso… dormir. –digo de lo más incomodo y lo suelto de la mano. Rayos, no quería que esto terminara de este modo, se supone que lo aleje. Quizá no acepte, no creo que lo haga.
-Lo haré. -¡demonios!
-Estupendo.
Nos acomodamos en la cama, yo del lado izquierdo, muy cerca de la orilla, Dereck igual pero del lado derecho, ambos nos damos la espalda. Intento dormir pero estoy muy incomodo, estoy seguro de que él no intentará nada pero sigue siendo raro. Tal vez ya se durmió, debería hacer lo mismo.
-¿Evans? –eso me sorprendió un poco, no sé si deba contestar debería hacerme el dormido. -¿estás despierto? –preguntó, entonces, me giré y aun en la oscuridad podía distinguir su figura.
-Sí. –contesté reteniendo el impulso de esconderme debajo de las sabanas.
-Esto es… muy extraño, debería irme a mi cama. –parece que tenía la intención de levantarse, así que estire mi brazo y lo tomé de la camisa. Debí dejarlo, pero no quiero estar solo, no quiero.
-Quédate. –no hay ninguna razón en particular, solo quiero que este conmigo, así que invente una excusa. –si estás aquí el bebe está tranquilo. –dije metiéndome un poco más a las sabanas. Puedo distinguir un su sonrisa un poco y se acercó más. Y me tocó la panza, me puse nervioso, porque la verdad es que cuando Dereck lo toca se pone más activo.
-Eres un mentiroso. –me dice riendo sonoramente, no me puedo contenerme más y me pego a su pecho, quiero estar con él, me gusta estar cerca.
-Me gustas. –siento como se tensa un poco y después puedo sentir como me envuelve entre sus brazos, lo cual me hace sentir más seguro.
-Te amo. –y por una vez… estoy feliz de escuchar eso, no entiendo porque. Por una vez no me siento culpable, realmente estoy feliz.
Me gusta estar entre sus brazos. He besado a Dereck solo en tres ocasiones, pero aunque sus labios son suaves prefiero los abrazos; me hacen sentir tan seguro, cómodo y calientito. Pero hay unos abrazos que superan a los de Dereck: los de mi mamá. La extraño mucho, quiero estar con ella, me ha hecho falta todo esté tiempo, no me importan sus regalos, quiero que ella esté conmigo, que me abracé y me diga que todo va a salir bien. La extraño demasiado.
-No llores Ale. –por un segundo olvide donde estaba, levanté la vista y siento la mano de Dereck pasar por mi cara limpiando mis lágrimas. –Estoy aquí. Contigo. –me calma un poco eso, y un pequeño pensamiento me hace reír.
-mira quien lo dice, la persona que me hizo llorar en primer lugar. –digo lanzando una sonrisita en lo que Dereck me sigue pasando la mano por la cara. –está bien, por hoy ya no lloraré. –Digo en lo que tomo su brazo con el mío para medio corresponder a su cariño.
Ojala pudiera corresponder a todo su cariño, pero no soy de ese tipo de personas, soy muy inexperto en esta clase de emociones. Ni siquiera me gusta ver a las personas todas cursis y acarameladas. Por lo que voy a hacer sé que esto que empiezo sentir por Dereck no puede avanzar más, pero al menos por hoy es bonito imaginar que podemos tener algo más.
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Abrí los ojos lentamente, primera vez que despierto y no tengo esa sensación de un montón de frio recorriéndome todo el cuerpo, debe ser gracias a Dereck, es muy calientito, la transferencia de calor fue muy benéfica. Se supone que por el bebe tengo la temperatura corporal algo elevada, pero sigo teniendo frio por las noches. Bueno, esta noche no lo tuve. Como pude escape de los pesados brazos de Dereck y me dirigí al baño.
Mi rutina no es muy interesante, eso es algo aburrido, pero preferiría que todos los días de mi vida fueran aburridos con tal de no hacer la parte más vergonzosa de ella. Verán: no es secreto que desde el día de la boda empecé a soltar calestro, es muy incomodo, me mancha la ropa, me inflama y parece que tengo busto (bueno, no lleno ni la copa A, pero ese no es el punto), así que para que eso no suceda tanta tengo que… bueno, hacerme lo mismo que un granjero a una vaca llena de leche.
Si, muy penoso.
Al menos no es muy difícil, es como… exprimir un barro… uno grande… y usando toda la mano en lugar de solo tus dedos índices. Suspiro y me quito la playera, luego agarro algo de papel, y empiezo, con una mano presiono mi pecho mientras que la otra limpio las gotas que se resbalan.
-Esto es horrible. –bufé.
Y en eso uno de los momento más vergonzosos de toda mi existencia nace Escuche como giraba la perilla y al voltearme encuentro a Dereck que me mira con una cara roja de vergüenza, no estoy seguro de cómo luzco yo, pero por la sensación de sangre subiendo a mi cara diría que igual o peor.
-¡PERDON! ¡PERDON! ¡PERDON! –me dice cerrando la puerta de golpe. Después de eso me cuesta continuar, sin embargo logro recuperar un poco de mi compostura y sigo. Cuando ya termino salgo con la cabeza mirando a mis pies, sin querer mirar a Dereck a los ojos, igual que él. –L-lo siento.
-s-solo olvídalo, bórralo de tu mente. –digo poniendo mis manos en mi cara, no soporto la vergüenza.
-eso será difícil. –aparto mis dedos para verlo pasándose la mano por el cabello de lo nervioso que esta.
-al menos inténtalo. –me quito las manos y miro a otro lado evadiendo cualquier contacto con sus ojos. Me rasco el abrazo sin saber que más hacer o decir. –no me gusta eso de mi. –me doy cuenta de que lo dije en voz alta y me encojo de hombros.
-Es algo natural. –escucho que se acerca a mí y solo quedo frente a él, pero aun con la cabeza gacha, viendo sus sandalias. –que no te de pena. –claro, hace un rato él también estaba igual a una cereza.
-tantos cambios en mi cuerpo… ¿dan miedo, sabes? Y saber que ya no soy el único que lo usa es muy raro. –Me armo de valor para mirarlo cara a cara, encontrando su cara de “no sé qué decir”. -¿qué pensarías si te dijera que nunca pensé en tener hijos? –veo su mirada muy sorprendida y algo dolida. –n-no es reclamo ni nada, me refiero a… en que realmente no creo tener ese deseo maternal, no lo pensaba, creí que si algún día usaba mi “naturaleza” no iba a ser para esas cosas, tal vez para ayudar a una mujer con óvulos saludables pero con un útero algo defectuoso… ¿s-si me entiendes?
-creo que sí. –pero sigue algo dudoso.
-él punto es… que todo lo que he visto y leído sobre el tema de los bebes… realmente no le hacen justicia a lo que sucede. –bueno, al menos me siento mejor al saber que no la paso tan mal como las señoras de la clase de maternidad.
-¿Qué fue lo que más te sorprendió? –me dice sonriendo. Y sin ninguna duda respondo:
-cuando lo sentí moverse. Fue muy emocionante y sorpresivo. –fue cuando menos me lo esperaba. Dereck me dirige esa mirada suave y tierna, cuando él lo sintió también debió ser emocionante. Estoy seguro que para él significo mucho más que para mí. –lo segundo fue cuando se me botó el ombligo. –dije alzándome un poco la camisa para dejar ver como ahora has una pequeña montaña encima de otra montaña mucho más grande, esa pequeña montaña del tamaño de una moneda de dos; es mi ombligo. –se ve raro. –digo ladeando la cabeza sin dejar de verlo, luego observo como la mano de Dereck se pone encima de ambas montañas, me sorprende un poco el tacto, no es muy común que algo a parte del gel para el ultrasonido o la esponja a la hora de bañarme la toquen.
-Pues yo pienso que es lindo, muy, muy lindo. –me dice con sus labios curveados. Gesto que yo imito. –Oye, hay algo que quiero mostrarte.
Me toma de la mano y me lleva por el pasillo hasta ese cuarto al que nunca me dejaba entrar hace unos meses. Y hasta el día de hoy no he visto nada, ni un centímetro de ese cuarto. Con su mano libre gira la perilla y antes de empujarla me susurra un “¿listo?” y yo asiento un tanto emocionado.
La abre y tengo que parpadear unas cuantas veces por toda la luz que salé al abrir la puerta.
Y al entrar dejo este mundo y me voy a bebe-landia, todo un cuarto llenos de animales de peluche, muebles delgados y nada toscos, para ropa pequeñita, en una esquina del cuarto hay uno de esos columpios para bebes que en realidad son para que los bebes brinquen en lo que ejercitan sus piernas para pararse y en el medio una cuna, pero no las clásicas de madera, es como de tela, esas son más seguras. Todo se ve hermoso, algunos peluches son de colores como naranja, café, beige… pero hay un color que predomina en todo el lugar; desde las paredes, muebles, cuna y muchos de los otros peluches: es blanco. Un hermoso blanco.
-¿qué te parece? –camino paso a paso acercándome a la cuna, donde encuentro al peluche que escogí esa vez que fuimos al centro comercial. Todo es tan…
-Hermoso. –digo girándome y sonriendo. Fue muy ingenioso, no sabemos con seguridad lo que será el bebe y eligió un color neutral el cual no es amarillo. –Que listo eres. –digo sonriendo y después él se me acerca y me abraza otra vez.
Un abrazo más.