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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

¡Volví! :D

Y me iré rápidamente xC Sólo quería dejarles este "corto" capítulo que no me demoró tanto hacerlo :V y pues, ojalá que lo disfruten ^-^

El calor que había entre ellos se había vuelto tan natural. Habían quedado en que esa tan esperada cita, en casa de Minho, sería un sábado, ¿cuándo? Aún no sabían. Debían de hablar de varias cosas antes; Minho estaba seguro que Taemin no diría nada, hasta que él le obligara. Por eso, cada vez que salían, procuraba llevarle a lugares donde podían estar con más privacidad. Pero Taemin simplemente lograba cambiar el tema tan fácilmente. 

 

Poco a poco, Minho empezó a renunciar a la idea de convencer a Taemin. Se dio cuenta que las cosas llegarían cuando tuvieran que hacerlo. Taemin podía ser tan callado, cuando para otras cosas nunca dejaba de mover sus labios y decir todo lo que no puede contener su pecho.

 

Ahora, dentro de ese silencio, Minho observaba como Taemin dibujaba algo para alguna clase. No podía dejar considerar adorable la manera delicada en que sacaba la lengua al momento de marcar sus trazos, y las muchas expresiones que hacía. Le miraba atento, como si en ese silencio del menor, el momento esperado aguardase.

 

-¿Por qué me mira así?- No tuvo que alzar la vista de su cuaderno para poder cachar al mayor observándole con ávidos ojos.

 

-Haces caras graciosas al momento de dibujar.- Murmuró vagamente, con una risilla contenida. –Te ves tierno.

 

Taemin alzó el rostro, con una seriedad total. Minho nunca había observado ese gesto en aquel chico, de tantas caras, era verle desde otra perspectiva. Por un momento casi juró que le había ofendido, pero no había manera en que lo pudiese hacer, muchas veces ya le había dicho a Taemin lo muy tierno que era.

 

-No lo vuelva a repetir…- Susurró. –Yo no me veo así al dibujar, porque no dibujo.- Su mirada interceptaba algo entre la nada, intangible, que podía ser destruido con esa seriedad.

 

-Entonces no sabrás cuánto me gustas.- Quiso seguir por la línea del juego, tratar de hacerle reír, o al menos sonrojarse.

 

Taemin regresó de esa abstracción perdida, mirando a su profesor. ¿Qué le había dicho? Minho estaba apoyado sobre sus manos entrelazadas, mirándole a la espera de algo, ¿una respuesta? Se quejó, en voz baja, como si le doliera el pecho. Retomó el lápiz, para poder terminar aquel mapa que trazaba con tanto ahínco en su libreta.

 

-Por favor…Sólo no lo vuelva a decir…- Gimió, perdido de nuevo en su trabajo.

Minho le siguió observando, preguntándose el porqué de esa extraña actitud. ¿Tendría que ver con que Taemin no tratara el arte? Todos siempre repetían eso ante cualquier circunstancias: cuando Taemin dejó el arte…Desde que ya no va a clases de arte…Abandonó el arte…

 

Ahora más que nunca quiso conocerle a fondo. Tocar cada parte de su ser, de manera un poco más simbólica, para poder llegar a entender que pasaba dentro de él. Taemin podía ser tan complejo, a pesar de ser sólo un adolescente, con aires de querer brincar ya a la adultez. Por eso mismo, Minho deseaba ser el barquero en esa etapa del muchacho, como si pudiese llevarle de la adolescencia a la adultez entre las aguas de lo incierto.  

 

Dejó que el tiempo siguiera transcurriendo, mientras grababa ese retrato mental del chico. Tocó su mano, sólo para verle alzar la vista, encontrando de nuevo esa dulzura en él. ¿Qué le había molestado hace rato? Quería beber de sus labios esa información. Se acercó a su rostro, obligándole a sostener esa mirada, que podía ser intensa cuando se trataba de curiosidad. Eran escasos dos centímetros los que les separaban. Nunca hubo problema con eso, el espacio personal no existía entre ellos. Juntó ambas bocas, sólo en un toque. Quiso que fuera el menor quien diera la iniciativa, y así fue. Un beso joven, lleno de curiosidad, algo trémulo y temeroso. Se sentía bien, porque era recíproco, los sentimientos que tenían empezaban a conectarse, y aunque faltara mucho por que conocieran el uno del otro, tampoco tenían tanta prisa.

 

Minho acarició el rostro del menor, mientras llevaba su boca a aquel cuello color blanco aperlado. Un beso suave, que se volvieron dos, y finalmente un tercer beso más profundo, con ganas de querer quedarse marcado ahí en su lugar. Escuchó una mezcla entre risa y gemido, Taemin acunaba su rostro en su mano, dejándose hacer por esa boca. Entonces Minho no quiso separarse de él nunca más. Vivían en esa corta etapa donde la intimidad aún no era más que el silencio entre ambos, cargado de aire dulce por lo erótico de su situación.

 

Taemin cerró los ojos, los labios del mayor recorrían su cuello hacia arriba, escalando por la quijada, para después atrapar momentáneamente sus labios, siendo liberados cuando esa misma boca siguió camino por las mejillas, ojos, incluso la punta de la nariz. Nunca en su vida había sentido tanto amor de parte de alguien, y lo creía maravillosamente imposible. ¿Cómo no querer entregarse ciegamente a ese hombre, si nadie nunca le había tratado así? Era algo en su presencia, que con una muy lejana voz le susurraba él es el indicado. Gimió, una vez más, Minho le había agarrado de la cintura, obligándole a ponerse de pie. Podía sentir su respiración volverse una bajo la del alto. Tenía algo de nervios, el silencio era mucho más cómodo de lo usual. Abrazó a Minho por los hombros, hundiendo su colorado rostro en el cuello del mayor. En definitiva, nunca se había sentido así; quería aprender todo con Minho, que le enseñara a querer como él lo hace.

 

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Mientras los días corrían, y la primavera llegaba a lo máximo de su esplendor, hasta el punto de casi morir prematuramente, cada parte de Taemin, su pensamiento, sus reacciones,... Cambiaron lentamente. El verle alegre era un alivio general para muchos, quizá excesivo para otros.

 

Sonreía mientras caminaba por la calle, haciendo que cada persona que le viera sonriera de igual manera. Era algo natural en él, el hecho de estar enamorado, le sentaba tan bien. Mientras las calles iban quedando atrás, podía sentirse de una manera indescriptiblemente invencible.

 

Hacía días que Jonghyun le había llamado. La verdad es que no había tenido tiempo de visitarle, ya que Chaerin le había pedido que la acompañara a muchos lados para arreglar cosas de la boda. Después de eso, se sentía mal por no haber ido con su amigo. Estaba de camino a su casa, esperando que Jonghyun también hubiese tenido un avance tan maravilloso en su vida. Y es que, tan sólo con esta nueva perspectiva, le daban ganas de ver todo de color de rosa.

 

Le sonrió, alegremente, su amigo simplemente cerró la puerta y le indicó que sería mejor que fueran a su habitación. Taemin miró de soslayo a su hyung, no se estaba volviendo loco, ni era su nueva visión rosa de la vida. Jonghyun estaba diferente. Le volvió a sonreír, mientras entraba a la habitación de su amigo.

 

-¿Qué es eso?- Señaló un bonche de flores; no podían ser de Jonghyun, él ni se acercaba a las plantas.

 

-Un regalo...- Admitió.

 

Taemin alzó una ceja, eso era obvio. Y sabía que podía ser un regalo de dos posibles personas. Se preguntó de quién seria. Jonghyun ya se veía relajado acerca de ese tema, tal vez ya había tomado una decisión; aunque siempre cabe la posibilidad de que estuviera equivocado, y que las flores fueran de otra persona. Pero eso ya era muy complicado.

 

-Y...- Incitó a que su perro amigo siguiera hablando sobre ese regalo.

 

-¿Cómo que y? Es un regalo, y ya.- Se encogió de hombros, tratando en vano quitarle la importancia.

 

-¿De quién es, ¡hombre!?- Taemin se desesperó, dejándose caer en la silla que acompañaba el escritorio. -No vas a mentirme y decir alguna tontería, ¿o sí?

 

-¿Yo? ¿Cuándo he hecho eso?- Fingió demencia. -La verdad es que...

 

-¿Si?- Taemin se encontraba muy ansioso por escuchar la respuesta.

 

-Son de Jinki.- Se cruzó de brazos. -Me las envió hace dos días, junto con una muy larga y cursi carta que nunca pensé él podría llegar a escribir.

 

-¡Kya! ¿Y qué opinas? ¿Qué dirás? Oh, que emoción. Espera...¿qué hay de Baekhyun?- Echó la cabeza de lado, cuestionando con la mirada.

 

Jonghyun suspiró, sentándose en la cama. Sabía que de cierto modo, Taemin iba a reaccionar así. Volvió a encogerse de hombros, con un extraño gesto en la boca.

 

-Tampoco voy a negar que trató de ganarme, con sus propios métodos.- Hizo una mueca. -Ahora que he pasado un tiempo sin hablarles, y sobretodo que he tratado de pensar fríamente...

 

-¿Ya te has decidido?- Taemin alzó una ceja. Su amigo se veía tan relajado hablando de eso ahora, no como hacía ya un rato.

 

-Sí...- Asintió. - Realmente no sé porque hice todo lo que hice, enredando las cosas.- Se dejó caer en la cama. -Me he dado cuenta que con uno nunca tendré la certeza de saber si es cierto o no. Y con el otro, jamás podré quererle como él lo desea.

 

-Entonces...- Taemin alzó una ceja, no podía llegar a comprender lo que pasaba dentro del pensamiento de su amigo.

 

-Tomaré el riesgo, Taemin ah. Prefiero la incertidumbre, con un poco de esperanza.- Suspiró. -Porque realmente me gusta Jinki.

 

Taemin sonrió, no podía decir nada, porque no entendía de eso. Sabía, de cualquier modo, que Jonghyun estaba tomando la mejor decisión.

 

-Basta de hablar de mí, mejor cuéntame algo manzanita.- El mayor jaló a Taemin, para que se sentara a su lado.

 

Inflando sus mejillas, hizo un ruido parecido a risitas, achicando sus ojos. No sabía que decir, quizás por vergüenza, o tal vez porque no sabía cómo iba a reaccionar Jonghyun.

 

-Pues...- Mordió su labio inferior, mientras enredaba sus dedos.

 

-Supongo que vas a hablar de tu profesor.- Remarcó la última palabra entre comillas hechas por sus dedos.

 

-¡Yah! Sí es mi profesor...- Gritó.

 

-Pero es tu novio.

 

Taemin se sonrojó, cuando alguien se refería a Minho como su novio, sentía mariposas en su vientre.

 

-Neh...Es mi novio...- La sonrisa de idiota, nadie se la quitaba. -Todo, ha sido muy divertido. Vamos a pasear a muchos lugares.- Echó el rostro hacia atrás, suspirando. -Me consiente demasiado.

 

-Eres un mimado.- Jonghyun se burló.

 

-Eh...eso no es todo...- Con una mueca, Taemin susurró.

 

-¿Qué es lo que pasa manzanita?

 

-Bueno, yo...él...han pasado cosas...ahh~- Suspiró.

 

-¡Taemin ah! ¿Acaso...

 

-¡No, no, no!- Usó sus manos para negarlo. -Esa es la cosa...Yo sé que él quiere, y pensé que tal vez podríamos. Pero...Creo que él piensa que no estoy listo, dice que debe ser consensuado por mi parte...

 

-¿ Y así es?- Miró a su amigo, Taemin tenía el rostro lleno de emociones encontradas.

 

-No lo sé...Realmente nunca me había sentido así. No sé lo que debo hacer, o cómo reaccionar.- Hizo una mueca de medio lado. -Aun así, estoy seguro que quiero que sea él.

 

-Debes de decírselo.- El mayor aconsejó.

 

-Lo sé.- Jadeó. -Minho me dijo que tenemos que hablar antes de hacer el amor, pero...No sé cómo hablar al respecto...- Frunció la boca en un gesto de desesperación.

 

-Y pensar que te conocí cuando tenías doce.- Rio. -Díselo así. Él debe de entenderlo.

 

Taemin agachó el rostro, ¿cómo hablar con Minho? Realmente la pregunta era qué términos usar. Nunca había hablado de hacer el amor, realmente nunca le había llamado la atención, hasta ahora. Se sentía algo cohibido, a pesar de querer hacerlo.

 

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Taemin ayudaba a limpiar su casa. Nadie se lo había pedido, pero prefería hacer algo, a sentirse inútil. Había recorrido hábilmente el piso inferior, barriéndolo y trapeándolo sin dejar rastro de polvo. El segundo piso era más fácil, Chaerin siempre tenía limpia su recámara. Nunca entraba a la habitación de Donghae si él no estaba, y la suya…Esa era historia a parte, la limpiaría otro día. Así que, exhortándose a no detenerse subió una vez más al ático.

 

Ese lugar siempre estaba lleno de polvo, no importara cuántas veces lo limpiara. Como si el olvido en que los adultos tenían ese lugar fuese un factor para que se empolvara tan seguido. Taemin subía ahí, desde que tenía diez años. Al principio, como cualquier niño con temor, pero al cumplir los diez, había hallado esa acta de divorcio entre las cosas. Su madre estuvo casada alguna vez…

 

Había soñado muchas veces desde entonces, alguna vez poder preguntarle a Chaerin acerca de ese hombre con quien estuvo casada. ¿Acaso era su padre? ¿Algún día le llegaría a conocer? ¿Qué había pasado con él? ¿Por qué se divorciaron? Muchas preguntas recorrían su mente, siempre que subía a ese lugar que guardaba tantos recuerdos prestados.

 

Se encontraba sentado cerca de la puerta en el suelo por donde subió. Ahí miraba las cosas, con ojos hambrientos de conocer sus historias. Ahora estaba enfocado en aquellos papeles de la antigua vida de su madre. No podía mentirse a sí mismo, anhelaba poder saber quién era su padre, tal vez reclamarle su falta, o llorar su presencia.

 

Suspiró cuando escuchó un ruido en la planta baja, probablemente Dara había regresado de comprar los ingredientes para la cena. ¿Es que acaso en esa casa siempre estaban comiendo? Taemin rio por lo bajito, poniéndose en pie y bajando. Ante se aseguró de poner todos los papeles en el mismo escondite de siempre, donde probablemente los adultos pensaron que él jamás los encontraría.

 

Algún día buscaría a su padre…Aunque cupiese la posibilidad de que ese hombre no lo fuera. Solamente se trataba del exmarido de su madre…Incluso, tal vez él mismo era la razón de ese divorcio. Muchas especulaciones en su cabeza. ¿Era un bastardo? ¿Su padre los había abandonado? ¿Había muerto?

No debía preocuparse, entendía que sólo debía enfocarse en ese nombre. Terminaría de estudiar, empezaría a trabajar, y entonces contrataría a alguien, un detective tal vez, que le ayudaría a ubicar la posición que aquel señor debiese tener. Le haría tantas preguntas, algunas que no le había hecho a Chaerin, otras que habían sido ignoradas o evadidas por ella. Siempre le contestó con “era alguien bueno…Te amaba…Otro día Taemin…”.

 

Llegó al comedor, donde su noona hacía cuentas, tal vez había gastado un poco de más, y próximamente haría un viaje, antes de la boda. Se notaba su cara de preocupación. Taemin rio, sentándose a su lado. En cuanto bajaba del ático, dejaba su nostalgia y preocupación, para ser el sol de otras personas. Hizo reír a la novia de su madre, sacándola de sus problemas. Pero, ¿quién sacaba a Taemin de los suyos?

 

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El sonido de la lata de cerveza abriéndose envolvía el ambiente en una tranquilidad tan familiar, que daba esa extraña sensación. tenerla cerca. Mientras Seohyun contestaba una llamada del trabajo, Suho intaba arrebatarle el control de la tele a Minho.  Parecían niños pequeños, disputando qué iban a ver antes de que el partido iniciara. Como si no supieran que al volver, Seohyun terminaría viendo lo que ella quisiera.

 

Y así fue, con autoridad, logró hacer que sus amigos dejaran el control en paz. Hablar entre ellos era divertido y fácil, más que nada sus pláticas se habían convertido en rememoraciones de lo ya vivido. Extrañaban esa liviandad que venía junto con la ignorancia de la vida. Ya eran francamente adultos, pensando que tal vez con esfuerzo podrían regresar a aquella época fácil de antaño.

 

-Minho ah, ¿cómo ha estado tu pequeño novio?- Seo sacó a flote el tema, haciendo que su amigo sonriera como el idiota enamorado que era.

 

-¿Minho tiene novio?- Suho cuestionó, girándose rápidamente para golpear a su amigo en el hombro. -¿Por qué no me dijiste que tienes novio?

 

-¡Yah!- Se quejó, sobándose el golpe. -¿Por qué habría de contarte?

 

-¡Soy tu mejor amigo, imbécil!- Reclamó.

 

-...Tienes un punto...- Fingió demencia, y tras un suspiro, continuó. -Sí, tengo novio. Es muy lindo, aunque ultimamente ha estado terco con que quiere ver escuelas en el extranjero.

 

-Pero creí que ya había decido...- Seohyun replicó, si bien cuando habló con él, el niño no se veía muy dispuesto a contestarle. Se veía seguro de querer irse a América.

 

-¿Escuelas?- Suho cuestionó con algo de asombro.

 

-Oh, Minho se ha vuelto un asalta cunas.- La chica rio suavemente.

 

-No es cierto.- El hombre en cuestión replicó.

 

-Catorce años de diferencia~- Ella volvió a corear.

 

-¡Minho!- Suho exclamó. -¿Eres un asalta cunas? ¡Estás saliendo con un niño!- Se exaltó. -Invariablemente, me asombra menos de lo que debería.- Admitió. -¿Dónde lo conociste?

 

-En la escuela, es alumno mío.- Chasqueó con la lengua. -Sí piensa irse a América, pero aún no sabe a qué escuela.- Contestó a la pregunta Seohyun. -La verdad, no quiero que se vaya. Hemos pasado tan poco tiempo juntos, y él es tan joven, que temo que me olvide.

 

-Taemin no haría eso, se nota que le gustas mucho.- Seohyun le quiso hacer sentir mejor.

 

Minho le miró, ella sólo podía basar esa respuesta en la vez en que fueron a cenar juntos. Entonces Taemin aún no era su novio. ¿Ya le quería entonces? Deseaba poder confiar en eso. No podría olvidar a Taemin, ni en mil vidas. 

 

Sonrió, tratando de sentirse mejor. Esperaba hallar una forma de mantenerse cerca de Taemin, aún cuando él ya había decidido irse al otro lado del mundo. Le dio un sorbo a su cerveza, tratando de imaginarse cómo serían las cosas sin él. Se volvería loco a la primera semana sin sus besos, parecería ante las ganas de ver sus mejillas sonrojadas.

 

Salió de su abstracción para poder seguir en esa pequeña reunión con sus amigos. Pero, muy en el fondo, lo que más deseaba era estar con Taemin, comiéndoselo a besos.

 

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Taemin corría por el pasillo, iba tarde a clases. Pero no llegó, antes de eso chocó contra una enorme pared de músculos. Alzó la vista para encontrarse con Minho. Le sonrió, pero no debía distraerse, debía llegar a su clase.

 

-Hey, ¿a dónde vas?- Minho le sostuvo por una muñeca.

 

-Clase, última, tarde.- No dijo más, había contractado toda la oración en esas tres simple palabras. Estaba concentrado en llegar, pero como siempre se dejaba sostener por Minho, evitando seguir con su camino.

 

El mayor rio, Taemin parecía un muñequito de cuerda al que no dejaba que se moviera. Le llevó a un lugar apartado, un pequeño cuarto que antes debió haber sido usado por los conserjes. Cerró la puerta tras de sí, y le pegó contra la pared, acorralándolo entre sus brazos.

 

-Emm…Minho, mi clase.- El menor insistió.

 

-No es la primera vez que faltarías a tu última clase.- Murmuró sobre su boca. –Tae…- Jadeó, había pasado los últimos días pensando en lo horrible que sería a partir del día en que Taemin se fuera. A penas había conseguido su corazón, ¿por qué empezaba a preocuparse tan rápido? ¿Por qué el tiempo corría así de mal? Buscó su boca, succionando el labio inferior, mientras que con dolo introducía su lengua dentro de la cavidad ajena.

 

Se inició un fogoso beso, mal acompañado en caricias y algunos deseos. Minho, por más que trataba, no se estaba controlando del todo. Deseaba a Taemin, tenían miedo de que pronto el chico se fuera y que eso que sentía no fuera lo suficientemente maduro como para crecer en la distancia.

 

Taemin logró separar las bocas, haciendo un ruido de succión, parecido al pop, al momento de liberarse. Los ojos de Minho ardían en algo oscuro, causándole escalofríos agradables y placenteros.

-¿Me hizo perder clase por esto?- Rio, no había asistido a clases por estar besuqueándose con su novio. Nunca imaginó que un día llegaría a decir algo así.

 

-Oh, Taemin. Me gustas mucho.- Apartó un mechón del rostro del menor. -Si por mí fuera, te haría saltarte muchas clases. Pero, tengo la política de no dejar que mis estudiantes pierdan el tiempo.- Explicó.

 

-Entonces...¿A esto lo llama perder el tiempo?- Lo dijo algo coqueto. ¡Estaban encerrados en un armario! El aire pronto iba a ser demasiado caliente como para su bien. -De cualquier modo, ya no puedo llegar a la clase. ¿Eoddeokhe?

 

-Ven conmigo.- Volvió a agarrarle, con prisa, casi arrastrándole a la salida. -Vayamos a algún lado, a donde quieras.

 

¡A tu casa! Gritó la mente de Taemin, obligando un sonrojo por su parte. Esta sería quizás la primera y única vez que Minho no vio un sonrojo de Taemin, y todo por querer tratar salir de la escuela, sin que les vieran. Rápidamente le subió a su carro, con una mirada algo cómplice. Manejó por unos minutos, dando vueltas por toda la ciudad, sólo para encontrar un lugar dónde poderse estacionar sin que les dijeran nada.

 

-¿Qué hacemos aquí?- Taemin miró a su alrededor, después de que Minho hubo detenido el automóvil. Era uno de esos barrios, que antes solía ser muy concurrido por estar de moda, pero ahora se hallaba solo. Obviamente no les dirían nada por estar estacionados, y realmente no había probabilidad de que alguien conocido les viera, menos a esas horas del día.

 

-Quería tenerte sólo para mí…- Suspiró. Estaba mal, se encontraba mal. Debía admitir que tenía miedo de que Taemin fuese algo joven e inmaduro para tener una relación como la que tendrían si el niño se fuera, y sabía que era su culpa sentirse así. Él había sido el primero en enamorarse, él había pedido una oportunidad, extralimitándose en su rol de maestro.

 

-Tonto.- Hizo una mueca. -¿No pudo esperar una hora?- Echó la cabeza de lado. -¿Qué es lo que tiene? ¿Por qué no me mira?- Minho nunca le quitaba la vista de encima, obviamente era notoria su actitud, la preocupación que sentía.

 

-Taemin, te amo.- Lo dijo serio, mirando a la nada.

 

Oír una risilla vaga como briznas de primavera, hizo que Minho se girara. Taemin hacía una mueca realmente linda al reírse de esa manera, parecía tranquilo, y alagado. El menor se estiró, para poder tocar con sus labios la mejilla del alto. Sólo fue un suave y casto beso, tal vez de agradecimiento, o quizás de recompensa. Terminó por mover todo su cuerpo, para quedar sentado sobre el regazo del mayor. Le miraba a los ojos, sabiendo que Minho se perdía tan fácilmente en su mirada. Entendía lo mucho que le gustaba a Minho ese par de ojos bicolor que tenía.

 

Taemin buscó juntar ambas bocas, en suaves y cortos besos. Después encontró un lugar en el pecho de Minho, y buscó refugio ahí, para esconderse y anidar cerca de su corazón. Minho siempre parecía ir varios pasos adelante en la relación, ¿no le haría mal tanto estrés? Sabía que debía nivelarle, hacer que se detuviera a disfrutar del ahora.  Se puso a jugar con el cuello de la camisa de su profesor, ignorando la atenta mirada del hombre que parecía no comprender sus reacciones.

 

-Usted me gusta mucho.- Lo dijo en tono mimado. –Me gusta lo mucho que me quiere, y me consiente.- Subió su mirada, encontrándose con los ojos del adulto. Minho era suyo, lo entendía a la perfección, a pesar de no haber amado antes. Del mismo modo, sabía que sería de él, porque tenía la iniciativa, las ganas de corresponder a eso tan extraño que era el amor. –Yo quiero estar con usted.- Indefinidamente, incluso, hasta que las estrellas se cayeran del cielo. Minho parecía no dejar de quererle nunca, no podría fallarle a esos sentimientos.

 

-Taem…No entiendes, yo…- Fue callado por la boca del menor. El chico había aprendido que la mejor forma de callarle era con besos.

 

-¿Qué es el amor?- Preguntó, mirándole con curiosidad. –¿Lo que yo siento por usted, y sé que usted siente por mí?- Sonrió. No sabía confesarse, nunca lo aprendería; pero haría cualquier cosa por escuchar todos los días a Minho diciéndole lo mucho que le quería, que le amaba.

 

-Es lo que más deseo…- Continuaría, pero Taemin ya se había propuesto interrumpirle, para que dejara de pensar tanto en el futuro.

 

-¿Acaso no es la forma en que me trata? ¿Cuándo me besa y acaricia? Cuando me sonríe, a pesar de que le hice enojar con alguna travesura. Cuando pretende que no ha visto mi sonrojo. Cuando me detiene de hacer alguna tontería…- Se sonrojó. –Minho, me gusta ser su novio, porque me gusta. Hay algo en usted que siempre me atrajo, y logró convertirlo en esta tonta sensación que no sé describir, pero que muchos las llaman mariposas. Cada vez que le veo, cuando me besa, o tan sólo con saber que está ahí, ellas bailan en mi estómago, haciendo que no pueda quedarme quieto…

 

Ahora fue Minho quien calló al parlante. Taemin no usaba la palabra amar, pero describía el sentimiento. Nunca había amado, ni siquiera había querido, sólo buscaba algo a ciegas. Ahora, sin proponérselo, había dejado que Minho entrara con fuerza a su corazón. Él lo había logrado, ser lo que Lee Tae Min tanto había buscado sin saber que era, una estabilidad desestabilizada, algo imposible, secreto. Una travesura, con propósitos buenos. 

 

-Minho…- Susurró. –Me gustaría que habláramos.- Dejó que el mayor enredara sus brazos alrededor de su cintura, quedando atrapado en ese abrazo.

 

-¿Acerca de qué, conejito?- ¿Cómo no sentirse tranquilo? Taemin le había dicho que le correspondería, y aunque tuvieran una relación no adecuada, entendía que podría llegar a darle estabilidad, y mantener eso sentimientos que tienen.

 

-Quisiera ir a tu casa…- Se hundió en el cuello del mayor.

 

-Conejito...- Suspiró. -¿Estás seguro?- No pudo evitar preguntar, Minho sabía que eso significaba ir más allá, a su vez, entendía que Taemin también sabía eso.

 

-Sí.- No alzó la vista, se quedó escondido ahí, porque necesitaba coraje para hablar de eso. –Quiero estar con usted. Sé que usted es el indicado.- No tuvo que decir más, su tono incluso algo calmado demostraba las muchas meditaciones y vueltas que le había dado al tema.

 

Minho tuvo que contenerse de no ahogarse con el aire de sus pulmones. Taemin era hermoso, al decir eso, al creer eso. Ese niño le amaba, aunque no lo dijera. Tomó el mentó de Taemin, haciendo que subiera su mirada. Le sonrió, acercando su boca a la ajena. Mientras ambos pares de labios se rozaban en un beso, Minho buscó entrelazar los dedos de su mano, con la que Taemin tenía libre.

 

Taemin pronto se soltó, para poder pasar ambas manos por el cuello del mayor, en una posición más cómoda. No quería que los labios de Minho dejaran nunca de besarle así, con esa necesidad, y algo más que desconocía. Gimió, derritiéndose cuando una de las manos de Minho se coló debajo de su ropa, tocando su piel. Sentía una corriente eléctrica nacer de ahí donde le había tocado, esparciéndose por todos lados. Tembló, estaba excitado, y no se sentía como nada más en la vida. Dejó que el mayor subiera un poco más la mano, mientras él mismo sentía como Minho empezaba a tener una dura erección.

 

-Agh...Minho...- Lo dijo en un suspiro.

 

-Tae, ¿será tu primera vez?- Ya no dudó en preguntarle, sabía que el menor le respondería.

 

-Yo...sí...- Un ligero sonrojo surcó su rostro, mientras admitía su inexperiencia en ese tema.

 

Minho sonrió, devorando esa inocencia con un lascivo beso. Tomó la mano del menor, dirigiéndola a su entrepierna, para que tocara ahí.  Taemin pareció dar un saltito, inesperado de eso, pero resolvió la inseguridad con curiosidad, mucha curiosidad. Minho estaba duro, podía tentar la erección a la perfección, delineándola a lo largo. No supo qué pasaba dentro de su cuerpo, pero esa sensación le quemaba. Le gustaba acariciar, aunque fuese sólo por encima del pantalón. Se ruborizaba al imaginar las muchas cosas que implicaban lo que estaban haciendo (y sólo para empeorar su sonrojo, bastaba recordar que se encontraban en un auto). Los labios de Minho recorriendo su cuello no ayudaban. El calor que quemaba en su vientre se expandía por todos lados, causando mayor efecto ahí, en su entrepierna. Gimió, soltando a Minho, su mano buscaba sostener la de Minho que estaba tocándole la cadera, provocando una extraña y muy placentera sensación.

 

Tras tomar algo de valor, no sólo dejó que Minho tocara su cadera y pecho, subió un poco su camisa, dispuesto a que Minho realmente hiciera lo que tenía en mente; lo podía leer en sus ojos, el mayor ya no podría resistir más.

 

Minho rio, Taemin de nuevo se estaba entregando, sólo porque se lo estaba pidiendo. ¿Acaso no entendía? Por supuesto que no, Taemin lo haría, porque también quería.

 

-Yah...¿por qué me mira así?- Hizo un mohín. -No soy un niño, sé que decisión tomé.

 

No pudo evitar volverse a reír. No, Taemin no era un niño, por mucho que le gustara llamarle así; sin embargo, era muy joven. Le encantaba esa inocencia e ingenuidad que tenía, y a pesar de querer cumplir sus fantasías, también le pesaba un poco corromperle de esa forma. 

 

-Me fascinas, Taemin ah.- Comentó, buscando quitar el espontáneo enfado de su novio. Tocó su cadera, su cintura, subió más, escuchando como algo parecido a un suspiro salió de la boca del chico. Le tocaba por debajo de la ropa, con caricias ligeras y amorosas.

 

Casi como un enfermo, volvió a tomar posesión de esa boca color rosa claro. Esta vez era suave, lento, tomándose la libertad de darse cuenta de cada uno de los detalles en ese sabor de labios que tanto le gustaba. Aun así succionó el labio inferior, mordiéndolo al final, para sentir esa sensación carnosa que bien escondida se encontraba en apariencia.

 

-Mmm...Taemin...- Le adoraba. Le tomó con dos dedos por el mentón, observando sus ojos. Los ojos más bonitos que jamás vería en toda su vida. Disfrutaba realmente tener esos momentos donde esos ojos le miraban con dulzura.

 

-¿Min-minho?- Jadeó el menor. -¿Qué hora es?- Fue un breve momento, que le hizo regresar a la realidad.

 

-¿Bwoh?- Se desconcertó. ¿La hora? Cierto, se habían ido de la escuela. –Deberíamos volver ya.

 

Taemin rio, con una risilla juguetona, escondiendo su rostro tras la palma de su mano. Se tranquilizó un poco, para después volver a mirar a Minho. No lo había notado, pero llevaba ya mucho tiempo sentado sobre su regazo, ¿Minho no se habría cansado ya?

 

-No creo conveniente que vuelva a la escuela. Será mejor que vaya directo a casa.- Hizo el ademán de moverse, pero las manos de Minho le sostuvieron con fuerza, no dejando que se moviera.

 

-¿Y no tendrás problemas?- Echó el rostro de lado, Taemin parecía tan confiado de su solución.

 

-Tal vez hyung esté enterado que no fui a clases.- Rio. –O tal vez no; en el caso en que no lo esté, podré decir que al salir fui directamente a casa.- Hizo un puchero. –Y si no, le diré que me sentí mal.

 

-¿Vas a mentir, Taemin ah?

 

-Nunca miento.- Era cierto, no mentía, así que si tuviera que inventar una excusa en estos momentos, no habría motivos para no creerle.

 

-Estás diciendo que soy una mala influencia para ti, conejito.- Soltó una risa gruesa, algo pesada y sensual. –Siendo tu profesor, eso no debería ser…Pero, como tu novio, me encanta.

 

-Minho…- Hundió su sonrojo en el cuello del alto. -¿Puede volver a decirme lo mucho que me quiere?

 

Minho acarició el cabello del chico, cepillándolo con sus dedos cuesta a abajo. Esa mezcla de sentimientos entre dulces y picantes hicieron que volviera a acercar su boca a la de Taemin, dejándola a sólo escasos centímetros.

-Te amo.- Susurró sobre los rosados dulces.

 

Taemin rio, risueño, alegre y consentido. Terminó de pegar sus labios a los del mayor con un suave toque. Sonrió, logrando hacer que el tiempo se detuviera, sólo bastaba con una mirada y esa sonrisa para poder hacer que todos voltearan a verle.

 

-Minho…- Le llamó. -¿Quisiera llevarme a mi casa?- Usó un tono de voz dulce y coqueta, parpadeando lentamente con aires de coqueteo.

 

-Aigo, Taemin ah. ¿Quieres que nos descubran?- Rio. –Parece ser así, cariño.

 

-Yo sólo quiera estar un poco más de tiempo con usted.- Aflojó su labio inferior, haciendo algo de aegyo.

 

Minho suspiró, esos pequeños detalles en su manera de ser, tan coqueto a veces, tan tierno otras, irritable, travieso, serio y responsable. Esos detalles eran los que le hacían amarle más profundo. No sólo era joven y con un maravilloso punto de vista sobre las cosas, o su bonito cuerpo (ni hablar de sus ojos), también su manera de ser lograba volver loco a Minho. Quería llevárselo ahora, a su casa, poder hacerlo suyo, y saber de una buena vez cómo reaccionaría Taemin ante tal situación, pudiendo completar con algunas de sus fantasías.

 

Pero, por ahora, debía ser responsable, controlarse. Le permitió apartarse, dejando que el chico se sentara en el asiento del copiloto, le dedicó una sonrisa, y se dispuso a llevarle a su casa. Taemin se dejó caer suavemente sobre su hombro, acurrucándose ahí, y hacer mucho más dulce y ameno el viaje.

 

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Taemin entró corriendo a casa. Le había dado un enorme y largo beso a Minho antes de bajarse del auto. Se había girado y despedido una vez más estando ya en la puerta; y ahora lo único que podía hacer era suspirar. Minho le amaba, y eso causaba el nacimiento de miles de mariposas y torbellinos más dentro de su estómago. Sin contar que ya habían hablado acerca de hacer el amor. Sabía que pronto lo harían y estarían muy felices como pareja. De imaginar que Minho era su pareja…Sonreía como idiota, sintiendo los colores subirse a su rostro. Era bello.

 

-¿Huh? ¿Taemin ah?- Dara le llamó desde el marco de la puerta de la sala principal. -¿Ya llegaste?

Taemin respiró profundo y recobró compostura. Al parecer su noona ya había regresado de su viaje, era bueno verla. Le sonrió cálidamente, sabiendo que tarde que temprano le contaría a ella su secreto –siempre lo hacía-, y entonces tendría un poco más de consejos y conocimientos prestados.

 

-Noona…- Saludó. -¡Ya está de regreso!

 

-Sí, bueno, no podía tardarme.- Se encogió de hombros. –El día del ensayo está cerca.

 

-¿El ensayo de la boda ya está cerca?- Lo había olvidado por completo, ignorando que el ensayo era a una solas semanas de la boda en sí. Vaya, el tiempo sí que corría rápido.

 

-Dentro de una semana, Minnie.- Sonrió, pero ¿cómo no hacerlo? Se trataba de su boda. Su primera boda, aunque no fuera la primera de Chaerin (aun así Chaerin era la que se veía más preocupada por los preparativos de la boda). -¿Qué haces aquí tan temprano?

 

-Emm…Yo me sentí mal, así que al acabar las clases me vine directo.- Soltó de inmediato.

 

-¿Te sentiste mal? ¿Qué te duele, Minnie? ¿Puedo hacer algo?- Se acercó al muchacho, preocupada.

 

-No. Me dolía la cabeza, tal vez por el sol.- Y por el calor, pensó descaradamente. –Le daré algo de tiempo para que se me pase.

 

-¿Seguro?- Tocó su frente, preocupada. –Si te sigues sintiendo mal, me avisas. ¿Ok?

 

-Neh…- Sonrió, Dara siempre era así con él. Por eso ella le agradaba tanto, bonita, divertida, y le quería.

 

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Su estómago estaba hecho nudo, tenía un extraño –agitado- buen presentimiento. El tener bastantes clientes no había sido de mucha ayuda; en vez de distraerle, hacían que él se sintiera más nervioso. Ese sábado se había despertado con tantas energías. Tomó un baño sin rezongar y buscó ropa bonita, a pesar de tener que cambiarla por el uniforme en sencillo de la heladería.

 

Había llegado a tiempo, saludó al padre de Ravi, y observó cuando se iba. Entonces empezaron a llegar los clientes, llenando el lugar con sus pláticas y murmullos, con pedidos y exigencias. Ahora estrujaba la basura de una pajilla, para contener esos nerviosismos que sentía.

 

Tal vez debía culpar al mensaje que Minho le había enviado la noche pasada, diciéndole que iba a visitarle en la heladería. Sabía bien que significaba, llevaban una semana hablando sobre hacer el amor. Sus entrañas volvían a retorcerse en un espasmo de placer y nervios. Quería que Minho ya llegara, y a la vez todavía no. Mordía sus labios cada tanto que miraba el reloj y veía que aún no era hora.

 

Al cuarto para la salida, Minho llegó, tan él. Saludó a Taemin y se acercó, pidiendo casualmente algo de la barra. Pequeño, porque la idea era invitar a comer a Taemin después de que él saliera de trabajar. Se sentó en un lugar donde podía ver claramente al menor, e interceptando su mirada se comió lentamente el vaso de helado que había pedido. Cuánto adoraba ver sonrojar a Taemin.  

Al marcar la hora, Taemin desapareció tras la puerta que llevaba a la parte de atrás. Se estaba cambiando de ropa. La forma en que Minho le miró, era obvio, le deseaba. Tomó su mano, para guiarle hasta donde había estacionado el auto, le abrió la puerta y le ofreció entrar primer.

 

Una vez que estuvieron ambos en el auto, para Minho fue fácil girarse y besar esa boca color fresa que tanto le gustaba. Una simple pregunta vino después, ¿vienes a comer conmigo? Ambos lo sabían, la respuesta era sí, la respuesta era ir a la casa de Minho, y no sólo comer, sino tener que dar un gran paso en su relación. Taemin no podía esconder su sonrisa, por más que quisiera. Estaba condenadamente nervioso, por no decir asustado. Le gustaba creer que no estaba asustado, porque había dado su consentimiento, sin saber que eran cosas totalmente diferentes.

 

-Tu casa es muy bonita.- Fue lo primero que dijo al entrar y ver la casa de Minho por dentro. Estaba observando un cuadro que colgaba sobre la pequeña mesa en el recibidor. Esa pintura parecía costosa. Quiso tocarla, acercando su mano hasta donde llegó su propio autocontrol.

 

Entonces su atención volvió a Minho, se encontraba en la cocina. Él había cocinado, en vez de haber comprado algo. Taemin amaba la comida de Minho, ya le había compartido muchas veces de lo que cocinaba, y él era simplemente magnifico. Así que verle cocinar era igual de fantástico que comer su comida.

 

-Taemin ah, ven acá.- Le llamó, porque no le bastaba ver ese par de ojos llenos de curiosidad. Le quería totalmente cerca.  -¿Me ayudas?- Lo colocó enfrente de la tabla de picar, posicionándose él por detrás, para poder rodear con sus brazos al chico y tomar con sus manos las manos del menor y enseñarle a moverse con el cuchillo. –Ahora…¿Podrías terminar por mí?- Le susurró al oído, sabiendo que le causaría un escalofrío. Con un beso curó el temblor que le provocó, permitiéndose ver cómo Taemin perpetuaba la tarea.

 

La comida era excelente, pero también era lo de menos. Taemin se encontraba encandilado con saberse invitado a la casa de Minho, con saberse así de querido. ¿Cómo esperaba comer con todos esos sentimientos en su estómago fingiendo ser mariposas? Batalló, pero no quería que Minho creyera que no le había gustado la comida. ¡Por dios! Amaba la comida de Minho.

 

Coqueteos simples, terminaron en el sillón, Minho ligeramente echado sobre Taemin. Le acarició la mejilla, sonriendo con gran paciencia, preparándose mentalmente para las muchas posibles reacciones de Taemin.

 

-M-minho…- Jadeó, sabía bien lo que Minho pensaba, lo podía ver en su mirada.

 

-¿Tienes idea de cuántas fantasías he tenido contigo?- Le echó en cara, ya no podía resistir ni una más.

 

-Agh…- Jadeó sensualmente, no imaginaba que tanto había tentado al mayor. –Usted…

 

-Tae, quiero cumplirlas todas.- Le susurró al oído, rozando con sus dientes el lóbulo izquierdo del chico. -¿Quieres irte, ahora?

 

-No.

 

Unos cuantos toqueteos por parte del mayor hacia el menor, dejándose llevar una vez más por la lascivia. Adoraba ese cuerpo, ardían en deseo el poder ya verle desnudo.

 

-Entonces, ¿me dejarás hacer lo que tanto deseo hacerte?- Le tentaba, usando palabras, que sabía excitarían a Taemin. Porque, a pesar de que le muchacho no fuera precoz, ante él parecía también reaccionar a los deseos carnales.

 

-Q-quiero…qu-que lo hagas…- Suspiró, tratando de liberar algo de tención. No pudo hacer más. Minho le había cargado, estilo princesa, llevándolo escaleras arriba. Iban a su habitación, de eso no había duda.

 

Le dejó sobre la cama, con una sonrisa seductora que logró hacer que algo dentro de Taemin ardiera como un fuego intenso.

 

Minho se quitó la camisa, haciendo que Taemin jadeara de inmediato, cubriéndose la boca por consecuencia. Siempre supo que su profesor tenía un buen cuerpo, atlético, pero verlo sin camisa le daba oportunidad de detallar los músculos que tenía, su pecho bien esculpido, y esa línea de vello que iniciaba desde su ombligo, y que se escondía más allá en su pantalón. Taemin se mordió los labios, mientras apretaba con sus puños las sábanas que se encontraban sobre la cama. Era rara la sensación que sentía en la boca de su estómago. Había sido su decisión, ir a lo siguiente, aceptar que Minho y él tuvieran relaciones. No sabía cómo actuar ante su decisión.

 

Minho se acercó, besándole con mucha ternura. Su lengua le rogaba por paso, y no pudo negárselo. Minho sabía cómo besarle, para hacerle sentir como si fuera besado por primera vez. Gimió al sentir las manos del mayor quitarle la camisa. Ya no había vuelta atrás, y no quería volver.

 

-¿Estás bien?- Minho le preguntó, acariciando el cuello del niño. Taemin había dado un pequeño brinco, cuando le quitó la camisa, como si estuviera asustado. –Te sentirás bien dentro de poco.

 

Taemin asintió, sabía que Minho decía la verdad, no tenía motivo para mentirle. Sintió cosquillas, las manos de Minho le recorrían todo el pecho, tomándole por la cintura. Abrió los ojos con gran mesura, Minho estaba lamiéndole un pezón. Jadeó, jamás había sentido esa sensación, era húmedo, frío, caliente, podía sentir como el mayor empezaba a usar sus dientes, mordiéndole con insistencia, jalando su trozo de carne. Quería más, pero le daba vergüenza pedirlo.

 

Minho le soltó, mirando de inmediato el rostro de Taemin. Estaba rojo, y se veía totalmente adorable. Besó los labios del niño, mientras bajaba sus manos hacia los pantalones que el menor usaba. Los pensaba quitar de inmediato. Los jaló, dejándole en ropa interior, Taemin quería esconderse tras sus manos.

 

No podía aguantar la vergüenza, Minho estaba prácticamente dejándole desnudo. Sólo quedaba en boxers. Taemin gimió, cuando notó que Minho se aventuraba a también quitar su ropa interior. ¡No! ¡Por favor, no! Le iba a ver desnudo, y sobre todo, iba a ver lo excitado que se había puesto. Jadeó, cuando Minho rozó por encima de la tela su miembro. Quería satisfacer esa necesidad, pero no quería que Minho le viera hacerlo. Volvió a apretar las sábanas, Minho no parecía detenerse, en cambio, terminó de bajar esos boxers que ya empezaban a incomodarle. Taemin se puso más rojo aun, cuando vio su propio pene rebotar por culpa del movimiento, estaba mucho más duro que cuando tenía un sueño húmedo, y debía masturbarse.

 

-Que delicia…- Minho murmuró entre risas traviesas. Taemin tenía un aparato sexual de buen tamaño. Quiso engullirlo, para saber cómo reaccionaría Taemin ante eso, pero no debía ser tan rudo, todavía, primero tenía que darle más confianza. Acarició sus piernas, mientras bajaba los boxers por completo, quitándoselos. Ese par de piernas blancas, eran también muy tentadoras.

 

Minho sabía bien que si quería más, tenía que dejar que Taemin se envolviera a su paso en la situación. Era joven, pero podía verlo en su erección, también tenía necesidad y curiosidad por tocar. Le obligó a abrir los ojos, el chiquillo los había cerrado por vergüenza. Le sonrió, tomándole una mano, llevándola hacia su pantalón.

 

-¿Quieres ayudarme? Quítalo.- Le susurró al oído. También le enseñó a cómo tocar adecuadamente, con movimientos largos y verticales.

 

Taemin echó el rostro hacia un lado. Podía sentirlo, Minho tenía una erección más grande que otras veces. Corrió sus dedos hacia el botón, mientras decidía desabrocharlo. Bajó la bragueta, lentamente, temeroso de hacer mal las cosas. Minho le ayudó, quitándoselos, mientras con la mirada le decía que siguiera tocando, ahora seguía la ropa interior. Taemin respiró profundo, mientras bajaba tan sólo un poco. Pudo ver de inmediato la cabeza del miembro del mayor. Ya, era mucho, no podía con su propia vergüenza, pero necesitaba continuar con lo que estaba haciendo, quería terminar de ver el pene de Minho. Jadeó, al quitar por completo la trusa. Minho era grande, ancho, y tener una erección lo hacía verse mucho más grueso. A Taemin se le secó la boca, sabía que se correría si seguía viendo el miembro de Minho. Alzó el rostro, buscando con qué distraerse.

 

-No tengas pena.- Minho rio. –Si quieres tocarlo, hazlo.- Le besó el cuello. –No te detengas.- Entre más le incitaba, le provocaba, podía ver como Taemin dejaba su vergüenza atrás, para entregarse a la lujuria que sentía. Tampoco pudo evitar gemir, Taemin sí le había tocado, le estaba masturbando, con curiosidad. Le obligó a soltarle, pensaba hacer otra cosa con el cuerpo del niño.

 

Taemin apretó sus labios, al sentir cómo Minho le tomaba de las manos y las llevaba por encima de su cabeza. Le estaba reteniendo; ¿para qué? Lo supo cuando sintió el miembro de Minho enterrarse en su vientre, el mayor se estaba masturbando con el cuerpo de Taemin. Suspiró, le gustaba esa sensación, el vello púbico de Minho le hacía cosquillas y le excitaba a la vez. Entonces el mayor le soltó, besó sus labios y bajó una mano, empezó a masturbar ambos penes al mismo tiempo. Taemin gimió, su miembro estaba siendo tocado por el de Minho, y su mano, ¡dios! Oh, se sentía tan bien, quería gritar, nunca pensó tener una sensación tan placentera al momento de ser masturbado por alguien más. Nunca imaginó que alguien más le masturbara, pero le encantaba esa sensación. Al cabo de unos segundos, se unió a los movimientos que Minho hacía, también masturbando. Era lo único que sabía hacer, y en lo único que podía ayudar.

 

-M-minho…- Le llamó, necesitaba gritar.

 

-¿Se siente bien, no?- El mayor le miraba con dulzura, y perversión. Iba a comerse ese lindo caramelito que tenía en la cama. –Taemin, te voy a comer.- Le advirtió, soltándole, y obligando a soltarle. Bajó su rostro, hasta el miembro del menor. Le tomó, con suavidad, para no asustarle. Primero acarició a lo largo, antes de meterlo todo en su boca, observando con cuidado la tan deseada reacción de Taemin. Al fin, su fantasía se estaba cumpliendo.

 

Taemin abrió los ojos por completo…N-no…No esperaba eso. Trató de quitar a Minho, puso sus manos en los hombros del mayor, para empujarle, pero Minho no le dejaba. Era extraño, sus labios, su lengua, su boca, estaban haciendo cosas que…

-¡Agh!- Se cubrió al escuchar su gemido, era totalmente diferente a los demás. -¡Agh! ¡Minho! Agh….A-ahhh….Ahhh…

 

Minho le miró, Taemin cerraba sus ojos y cubría su boca, a pesar de no evitar que sus gemidos salieran. Le soltó un segundo, para subir a la boca del niño, quitando sus manos e introduciendo tres dedos ahí. Podía sentir como Taemin, nerviosamente, lamía los dedos, no sabía exactamente para qué, y eso le causaba ternura. Taemin era tan tierno, sin saberlo.

 

-Tranquilo, conejito. Voy a prepararte.- Le advirtió, antes de volver a engullir el falo del menor, y con sus dedos, empezar a jugar alrededor del ano. Sintió como Taemin se sacudía, e insistía, queriendo alejarle. Le dedicó una mirada, tranquilizándole, Taemin perdía la confianza, tan rápido como la recuperaba. Introdujo el primer dígito, escuchando ese gritillo de horror hacia el placer que Taemin soltó. -¿Estás bien?- Le soltó, para poder preguntar.

 

-Mmmh…- No dijo nada, cerraba sus ojos con fuerza, sintiendo como Minho introducía su dedo dentro de él, molestándole. Pero la insistencia de Minho hacía que las cosas empezaran a sentirse mejor. Entre más segundos pasaban, se acostumbraba, permitiendo que el mayor pudiera moverse hacia dentro con más soltura. Abrió los ojos. -Se siente bien…- Los cerró de nuevo, alzando un poco el rostro, para seguir disfrutando de lo que Minho hacía. Podía sentir la lengua del mayor, recorrerle a lo largo, mordiéndole la punta, y jugando. Se sentía tan bien, que volvería a gritar dentro de poco. Además, esa sensación de ser corrompido. Gimió, Minho introdujo un segundo dedo, haciendo movimientos extraños, los podía sentir, abriéndole, cada vez más profundo. -¡M-Minho!- Se deshizo en un grito. -…Agh…Minho…- Entonces hubo un tercer dedo. -¡Agh! Por favor…D-detente…Minho, me siento e-extraño.- Gimió.

 

-Es porque te está gustando, dulzura.- Minho le susurró al oído, mientras le masajeaba, con algo de fuerza. -¿Quieres más? ¿O me detengo?

 

-M-más…Por favor, más…- Si Taemin apretaba un poco más sus labios, sentiría la sangre correr. Sentía calor, demasiado, Minho seguía jugando con su cuerpo, y eso le estaba llevando a la locura. Era esa mezcla de sensaciones, arremolinándose dentro de su estómago, esparciéndose por todos lados.

 

-Cómo desees.- Minho le sonrió con sorna, regresando al sur. Volvió a lamerle, jugando con el glande, donde soltó un par de mordidas, traviesas, escuchando la voz de su adorado, siendo consumida en placer y lascivia. Sintió al menor temblar, dando de nuevo ese pequeño brinco, mientras le empujaba, queriendo quitárselo de encima. A los segundos sintió el líquido viscoso brotar. Succionó, provocándole más placer, obligándole gemir, incluso ahora, sus gemidos sonaban diferentes.

 

Se movió, mirando el menor. Sus mejillas estaban rojas por completo, y había rastros de lágrimas en sus ojitos, con la boca ligeramente abierta y un hilo de saliva corriendo cuesta abajo. Era tan sensual verle así, quería tenerle siempre, obligándole a satisfacerle una y otra vez. Amaría poder mantenerle en esa posición, con esas sensaciones y sentimientos. Le besó, trasgrediendo esa boca con su lengua. Taemin se dejaba, dócilmente, entregado totalmente a la lujuria.

 

-Conejito, voy a entrar en ti.- Le jadeó, con lascivia, mordiéndole la oreja. –Aún puedo detenerme.

 

-N-no…Continúa.- Taemin dijo, más tranquilo, después de haber recuperado el aliento.

 

Minho sonrió, tomándole por la cintura. De nuevo ese suave y pequeño brinco, debía ser por ser la primera vez del menor. Estaba a punto de tomar la inocencia de su niño, dejo de sentir culpa, moría de ganas. Le abrió lo suficiente de piernas, acariciándole. Le miró a los ojos (antes de que Taemin los volviera a cerrar por culpa de la vergüenza), mientras se deslizaba, escuchando, y observando esa boca, quejarse con dulzura.

 

-¿Qué tal?- Le molestó, mordiendo con azorada desesperación los labios del niño. Quería moverse, y empezar a follarle.

 

-Mmm…Minho…Agh…- Abrió los ojos. –Se siente bien.- Sonrió, suspirando un poco, mientras se acostumbraba a esa sensación.

 

-¿Estás listo?- Se movió, lentamente, adentrándose en ese cuerpo.

 

-…Neh…- Miró hacia un lado, sonrojándose.

 

Minho le tomó de las piernas, doblándole un poco, para acomodarse mejor sobre él. Empezó a mover su cadera, sobre el cuerpo del menor, entrando con insistencia, primero lento, después aumentando el ritmo. Era la mejor sensación que hubiese sentido, Taemin era estrecho, y gemía de manera hermosa, cuando tocaba su interior. Buscó la boca del niño, besándole con dulzura, no dejaba de ser a quien amaba, le daría amor, a pesar de tener deseos carnales. Le escuchó gimotear, cosas, que parecían ser ruegos, pidiéndole por más, le sorprendía que Taemin se hubiese acostumbrado rápido. Le tomó por la cintura, cargándole, sentándolo sobre su regazo.

 

Taemin se sonrojó, hundiendo su rostro el cuello del mayor. Minho le tenía agarrado de la cadera, obligándole, enseñándole a mover su cuerpo. Sentía, con cada movimiento, como el mayor se enterraba en su cuerpo, como su cuerpo se acostumbraba al acto de copular. Se aferró a la espalda del alto, mientras jadeaba, con insistencia, Minho estaba tocando un punto, algo, que no sabía que tenía, pero se sentía jodidamente bien.

 

-Tae, bésame.- Minho le llamó, estrujándolo contra su cuerpo. Taemin se acercó a la boca del mayor, uniendo labios; había empezado a mover sus caderas con soltura, siguiendo el ritmo que le mayor le indicaba.

 

-M-minho…Ya no puedo…- Estaba cansándose, era demasiado esfuerzo físico, pero escuchar un ronco gemido del mayor, le daba fuerza, para seguir con eso.

 

-Un poco más, amor, ya falta poco.- Minho le mordió el hombro, buscando controlarse, ese cuerpo tan deseado estaba cumpliendo su fantasía en realidad. –Tae, ¿te gusta?

 

-Neh...- Volvió a juntar su boca con la ajena, no podía hablar por mucho, sentía sus entrañas contraerse por culpa de todas las sensaciones dentro de él.

 

Se agitó, las manos de Minho le recorrían el cuerpo, haciéndole el amor, con el tacto. Lloriqueó, cada vez se sentía mejor, estaba tocando ese punto que le hacía sentir electricidad por todo el cuerpo. No podía evitarlo, gritó, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, era una bella sensación, placentera.

 

Minho recostó al menor en la cama, había eyaculado, y se le veía cansado. Besó sus mejillas llenas de lágrimas, ahora comprendía porque hace rato también tenía lágrimas. Nunca había conocido a alguien que llorara al momento del orgasmo, pero Taemin lo hacía. Era demasiado sensible, como para llorar al momento de llegar al clímax. Le abrazó con fuerza, mientras llegaba sus últimas.

 

-Tae…Voy a terminar…- Le jadeó. –Lo haré dentro de ti.- Fue más una advertencia, que una petición de permiso.

 

-Sí…- Taemin cerró los ojos, esperando la tan anunciada (y extraña) sensación.

 

Minho le besó, hundiendo sus labios sobre los rosas del menor. Nunca imaginó disfrutar tanto de este momento, Taemin era su fantasía hecha realidad. Se corrió, jadeando de esa manera ronca, que lograba hacer temblar al menor. Le besó, con fiereza, recorriendo su cuello, bajando a sus hombros, esparciendo amor por la piel del chico. Salió de él, con cuidado, recordando, que después de todo, era la primera vez de Taemin, y tenían que hablarlo.

 

-Tae…- Le tomó por el rostro, observando ese bello sonrojo. Taemin estaba absorto en sus pensamientos, mordiendo su labio inferior. ¿Qué tanto habría ahí dentro (en su mente)?

 

-…Ya no soy virgen…- Susurró, para sí mismo, sin llegar a esperar que el mayor le escucharía.

 

Minho rio, ¿así que esa era su más grande preocupación? Le abrazó, pegándolo a su pecho. Taemin era hermoso, físicamente, pero aún más, en su manera de ser. Besó sus mejillas, más de la cuenta, sacando de su ensimismamiento al menor.

 

-Tranquilo, la gente no puede darse cuenta. Nadie lo sabrá.- Le habló, pegado a su sien, mientras acariciaba su brazo.

 

-Tú lo sabes…- Taemin le miró, con ojos enormes, llenos de una gran cuestión.

 

-Qué suerte tengo, ¿no? Conozco de ti todo, y seré tan egoísta, tan codicioso, que no dejaré que nadie más lo sepa. Te guardaré como mi más grande y atesorado secreto.- Le dio confianza, le tranquilizó, después de todo, adoraba a ese niño, ¡lo amaba! Se había enamorado de esa inocencia –ahora ya tomada-, de lo fácil que es hablarle, de su polifacética sonrisa, y de esa mirada bicolor, que daban carácter, personalidad a chico cuyo nombre era Lee Taemin.

 

Taemin se sonrojó, Minho era en definitiva, su primer amor. Él lo había logrado todo, a pesar de no haber sido su primer beso, con él sentía esa sensación en el estómago, parecida a mil remolinos. Con él, podía intentar cosas nuevas, y no temer a fallar. Con Minho, podía hablar de sus pensamientos, y saber que le escucharía, y que le tomaría en cuenta. Le abrazó, escondiendo su rostro en él, porque él, era alguien en quien confiar, a quien recurrir cuando todo es oscuro, o gris. ¿Cómo agradecer? Buscó la boca del mayor, mientras sus manos se cerraban sobre su cuello, estaba enamorado, perdidamente enamorado.

Trató de ponerse en pie, pero al hacerlo su mundo dio vueltas por completo. Escuchar la risa de Minho, y sus fuertes brazos sosteniéndole.

 

-Conejito, ha sido un gran esfuerzo para tu cuerpo. Creo que lo mejor es que descanses.- Le volvió a cargar, depositándolo en la cama, volviendo a estar a horcajadas sobre él. –Deberías de dormir.- Besó su frente.

 

-Minho…Usted…Sonó como todo un pervertido…- Quiso reír, pero era que ahora se daba cuenta que cada vez que Minho le había llamado (y las que le llamaría) conejito, y más tras haber hecho el amor, no volverían a escucharse igual.

 

-Conejito~ Soy un pervertido, que se enamoró de ti.- Confesó. Tantas fantasías con Taemin le habían confirmado que era un total pervertido, más porque el chico era de mucho menos edad que la suya. Pero no le importaba. Besó sus labios con un simple toque, y le obligó a cerrar los ojos, pegando su cuerpo al ajeno, para que Taemin encontrara un lugar donde refugiarse y poder descansar. –Duerme, conejito.

 
Notas finales:

¿Qué opinan, eh? ê.e Este par de pillines, ya hicieron el amor xDDD 

La verdad, les diré que de mi parte, este capítulo abre los primeros puntos de varias cosas que tendrán que salir pronto a la luz >:) 

Ya saben que me encantaría recibir un review con sus comentarios y/u opiniones :D 

Por hoy me despido ^-^¡Besos!


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