Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

[Reviews - 340]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

La siguiente parte del capítulo pasado ya llegó xD 

Ahora que los veo, creo que la mejor decisión que pude haber tomado fue separar en dos el capítulo. 

Espero les guste, está muy acaramelado y tierno dfhjakksdsbnbghdf. ♥

Taemin rio después de un rato, Minho le hacía cosquillas en el cuerpo. De pies a cabeza, el mayor se encargaba de recorrerle, tocando con esas manos que siempre sabían lo que hacían, repartiendo amor en forma de mariposas mágicas.

 

-Minho…Basta…- Se retorcía en ese placer de ser avivado por los dedos ajenos. –No…cosquillas…no.

 

El mayor soltó una corta risa, besando la mejilla del chico. Le abrazó, provocando que ambos rodaran en la cama de un lado a otro repetidamente, para terminar deteniendo al chico entre su regazo. Le acarició las mejillas con los pulgares, era la cosa más bella que pudo jamás haber conocido. Y precisamente por eso, Minho se preguntaba de las muchas libertades que Taemin poseía.

 

-Cariño, tu familia…¿Dónde creen que estás?- Porque obviamente Taemin no les había dicho que había ido a su casa. No quería que el chico estuviese en problemas, y tampoco quería que por un descuido, las cosas se fueran al desastre.

 

El menor rio, traviesamente, como suele hacer en la escuela.

-Ellos creen que dormiré en casa de Jonghyun-hyung.- La manera tan angelical en que lo mencionó fue suficiente para entender, que por muy bonito que el chico fuera, también podía hacer cosas malas, la pregunta era ¿hasta qué punto?

 

-Otra vez has estado mintiendo…- Le tocó la punta de la nariz con un suave movimiento. –Tengo que ser un terrible novio como para fomentar en ti el arte de la mentira.

 

Taemin infló las mejillas, haciendo un puchero. No solía mentir, porque no tenía la necesidad, pero eso no significara que no mintiera. Había ciertas cosas que su familia no sabía, y Minho era una de ellas. Se escondió en el cuello del mayor, haciendo un lindo mohín, para evitar ser regañado por quien causó la mentira que había dicho.

 

-No…Usted es bueno.- La dulce vocecita resonó en los oídos del mayor, sintiendo su propio corazón derretirse ante tal encanto.

 

-Oh, Tae, quédate esta noche, por favor.- Le rogó, porque no soportaría pasar sin el menor esta noche, después de este preciso momento. Taemin era un gran caramelo que endulzaba todo, y lo necesitaba, como un loco adicto.

 

-Tengo hambre.- No dijo más, sólo usó una rabieta, cruzándose de brazos para explicar la nueva sensación dentro de su vientre: el hambre. Provocó que el mayor riera ya que se había cruzado de brazos, fingiendo un gran puchero.

 

-Por supuesto que has de tener.- Le mimó. –Deberíamos de vestirnos y bajar a la cocina.- Le guiñó un ojo. Taemin brincó de la cama, y de los brazos de Minho, buscando su ropa, alistado para vestirse de inmediato. Tras deslizarse de nuevo en sus pantalones, y tomar su camisa, encontró la liga con la que se había estado sujetando el cabello durante el día.

 

Fue un rápido movimiento, algo automático que hacía desde hacía mucho; sujetarse el cabello, lo había aprendido gracias a Chaerin. Pero, ese movimiento, que fue captado por Minho con el rabillo de su mirada, fue lo que causó otra de las preguntas en el mayor.

 

-Tae, ¿por qué te sostienes el cabello?- Realmente, fuera de la escuela no tenía sentido que Taemin lo siguiera haciendo, a menos de que al menor le molestara el cabello largo; pero no era así el caso. Taemin adoraba su cabello largo.

 

El menor se sonrojó, escondiendo de inmediato el rostro. ¿Por qué seguía haciendo esto? Minho se acercó, una vez más sentando al chico en su regazo, no quería que Taemin se alejara más allá que esos escasos centímetros de distancia.

 

-Mi cabello llama la atención, y yo sé…Yo sé que a usted no le gusta eso.- Alzó un poco la mirada, tratando de explicar porque había adoptado la costumbre de traer sostenido el cabello casi siempre.

 

Minho suspiró, recordaba aquella vez que mientras el menor dormía, él pensaba que desearía que Taemin tuviese su cabello corto. No sabía que el menor podía leerle así de bien. Eso era algo nuevo. Había hecho sentir mal al chico, y sólo con acciones, y quizás pensamientos que jamás salieron a la luz.

 

-¿Por qué dices eso?

 

-Desde el primer día, usted me vio mal porque yo llevaba el cabello suelto…

 

-Llegaste tarde…- Le interrumpió.

 

-Pero después, días después, usted comentó que mi cabello había resaltado en esa ocasión. Y puedo ver como las personas me miran, y que a usted no le gusta eso…- Esbozó una ligera sonrisa, en definitiva, Minho se ponía celoso fácilmente.

 

-Conejito.- Le calló. –No tienes por que cambiar por mi culpa. Sé que puedo ser muy celoso, pero no debe de afectarte. Me gustas tú, tal como eres…- Pasó una mano por detrás de Taemin, soltándole el cabello. -…y yo sé que te gusto a ti; así que por más celos que me den, no importa. Tengo la suerte que nadie más puede llegar hasta ti. Tu cabello es hermoso.

 

-Minho…- Alcanzó a susurrar antes de que su boca fuera totalmente abducida por la boca ajena que le calmaba con ese beso de compensación. A Minho le gustaba su cabello, y prácticamente le estaba diciendo que le gustaba verlo suelto. Sonrió cuando el beso terminó, devolviendo el amor en un abrazo acaramelado.

 

-Anda Tae, ¿no se supone que tienes hambre?- Le susurró, en broma, sabiendo que el menor ya no iba a soltarse. Bueno, realmente estaba dispuesto a llevarse cargando al joven, no sería nada nuevo. Le picó las costillas, provocando la risa del menor, y después se puso de pie, decidido a llevarse a Taemin entre los brazos, directo a la cocina.

 

Minho sentó al menor en la barra que se encontraba a lado de la estufa, dándole un último beso antes de empezar a buscar ingredientes para ver qué podrían comer. Dispuso todo sobre la barra, a un costado del menor, mientras pensaba qué podría preparar para la cena: dios, se les había hecho tan tarde sólo haciendo el amor. Suspiró, no tenía ni idea de qué cocinar. Se giró, tomando al chico por el mentón, haciéndole mimos.

 

-Conejito, ¿qué deseas cenar?- Preguntó, acariciando cada cacho de piel en su camino.

 

-¡Hot cakes!- No lo pensó, el chico quería esos pasteles de sartén. Dio ligeros brinquitos en su lugar, suplicando con unos enormes ojos brillantes de una luz entre infantil y consentida.

 

-Me temo, cariño, que eso es demasiada azúcar para ti.- Minho se opuso, de manera suave, porque entendía que el menor iba a hacer un puchero e incluso una rabieta.

 

-Pero…- La enorme mueca de decepción que formó en su rostro fue suficiente para tentar el corazón del mayor. Sabía cómo manejarle, aunque no lo hiciera a propósito. -¿Para qué me preguntó, entonces?

 

El hombre alto sólo pudo poner los ojos en blanco; Taemin tenía razón, ¿para qué le preguntaba? Respiró profundo, accediendo a prepararle al niño lo que le estaba pidiendo. Le regaló un beso en la mejilla, para que dejara de hacer mohines y sonriera con esa amplia sonrisa que tiene y tanto le gusta lucir.

 

Taemin estuvo ayudando, con las pocas cosas en las que podía ayudar, después de todo preparar hot cakes no es algo fuera de este mundo como para requerir ayuda. Sirvieron la cena en la mesa, y tomaron asientos. Taemin a lado del mayor, entrelazando manos por debajo de la mesa. Taemin empezó a contar cosas, memorias graciosas, que sacaban risas al hombre maduro.

 

-Minho, veamos una película.- El menor propuso, después de haber acabado la cena. No era lo bastante tarde como para volver a la cama, y obviamente Taemin no se iría a dormir tan rápido, no después de haber comido azúcar.

 

-Apuesto a que te dormirás a mitad de ella.- Parecía querer negarse, pero de nuevo, los ojos del chico le suplicaban por un sí. Exhaló, no se podía resistir, por más que quisiera. Taemin lo tenía a sus pies, y sólo era un adolescente experimentando su primer amor. No se sentía débil, pero entendía que el chico era alguien con una fuerte impresión en los demás.

-No…- Alargó su “o”. –Prometo no hacerlo, por favor, Minho, veamos una película.- Juntó sus manos en una súplica, aflojando su labio inferior. –Así podremos estar abrazados y acurrucarnos…

 

Minho rio, esa era una idea muy romántica de ver películas. Le tomó por los hombros, acercándolo a su cuerpo, para poder verle más de cerca. Asintió, aceptando ver una película con el chico, ya que no se atrevía a decir que no. Le besó en la frente, terminando de comunicarle su respuesta. ¡Adoraba a ese niño!

 

Terminaron arrumados en el sofá, Taemin atento en el televisor, Minho depositando besos en el cuello del chico. Era increíble como Taemin realmente no se distraía con aquellos ósculos cuyo único propósito era rogarle por un poco de atención. Minho bajó un poco la camisa del menor por su hombro, para seguir besando y tirando algunas mordidas de vez en cuando. Sólo fue hasta la mitad de la película cuando el menor decidió hacer caso de ese obvio intento de captar su atención.

 

-¡Minho!- Reclamó. –Quiero verla…- Volvió a aflojar su labio inferior.

 

-Yo quiero que me beses.- Le susurró al oído, mientras el chico seguía mirando la película que había pedido.

 

-No.- Fue infantil, quitó más el rostro, sin percatarse que el mayor pensaba fijarlo en su lugar al tomarle el rostro con una mano. Le obligó a voltear a verle y robó un profundo y bastante oscuro beso de sus labios. Taemin se dejó llevar, suspirando ante aquel tacto. Los labios de Minho eran suaves y le volvían loco, su lengua le tocaba sin pudor alguno, obligándole a olvidarse del resto del mundo.

 

Se escuchó el sonido de succión al momento de separarse. Taemin se ruborizó rápidamente, escondiéndose detrás de sus manos, logrando escapar la mirada de nuevo al televisor. Su corazón latía rápido, empeorando sus intentos de calmar el rubor en sus mejillas.

 

-Qué bonito…- Con una sonrisa a medias, Minho se burló del sonrojo del menor. Recorrió con sus dedos el hombro desnudo, subiendo hacia el cuello, rozando su nuca, para provocarle cosquillas. –No tienes idea de cuánto quiero que esa película acabe ya.- Le susurró al oído.  

 

Taemin simplemente tembló ante el escalofrío que sintió recorrerle la espalda. Decidió ignorar a su novio, que insistía en distraerle. Volvió a acurrucarse en el pecho del mayor, sintiendo las manos de Minho enredarse en su cintura. Suspiró, las manos del alto tenían un efecto en él. No sabía cómo describir esa sensación; ¿felicidad? ¿Paz? Sólo le quedaba sonreír cuando esas manos le dedicaban cariño como nunca nadie más lo hizo.

 

El resto de la película fue más tranquila, Minho se limitó a darle besos y ligeras mordidas en los hombros, el cuello y las mejillas. Era divertido, especialmente para el menor, ya que nunca había experimentado una situación tan romántica como esta. Disfrutó de ese momento, Minho y sus besos, estar acurrucado en él, una película boba, todo era como si lo hubiesen sacado de una novela rosa. Se abrazó al mayor en cuanto la película terminó, sabía que no había otra salida más que dejarse hacer por su loco enamorado.

 

-Tae, ¿ya podemos ir a la cama?- No es que fuera tarde, pero en realidad lo era. Minho pretendía llevarse al chico y llenarlo de mimos, en la intimidad.

 

Taemin rio, cubriéndose delicadamente la boca. Le gustaba ser consentido, y más cuando se trataba de Minho. Le besó en la boca, accediendo a hacerle caso a su novio, para así poder recibir más mimos y cariños. Se sentía tan chiflado, pero le encantaba la idea de Minho amándole con cada parte de su existencia. Se puso en pie, tomó la mano del mayor y caminaron hacia la escalera.

 

-Creo que es la primera vez que subiré esas escaleras yo mismo.- Murmuró. Era cierto, Minho siempre le había subido cargando por su desespero en hacer las cosas rápido.

 

-Podemos evitar eso.- Minho le habló al oído, jugueteando con el lóbulo del chico.

 

-No gracias, me encanta caminar.- Sonrio, con esa bella sonrisa que logra conseguir lo que quiere.

 

Subieron las escaleras, sin soltarse de las manos. Taemin iba al frente, debes en cuando volteando a ver con miradas coquetas al hombre que caminaba por detrás de él. En cuanto llegaron al segundo piso, Minho le tomó por la cintura, encaminándole hacia la habitación. Fue tan fácil dirigirle de nuevo a la cama, mientras susurraba palabras de amor al oído del menor, logrando provocar sonrisas en la boca del chico. Se abrazaron mientras Minho sentó a Taemin en su regazo, porque adoraba tenerlo ahí, cerca lo más posible, donde el menor podía acomodarse sobre su pecho. Despejó el rostro del chico, ya que el cabello podía fácilmente cubrirle los ojos, esos ojos que tanto amaba. Mordió el interior de su mejilla, quería comerlo de nuevo, por más que fuera excesivo; necesitaba de Taemin, locamente.

 

-…- Gruñó, provocando que el menor diera un respingo entre sus brazos.

 

-¿Pasa algo malo?- Taemin acercó su rostro hasta quedar suspendido justo unos centímetros encima del mayor.

 

-Tengo que quitarte la ropa de nuevo.- Masculló entre dientes, molesto de tener que repetir su tarea. Taemin rio, no esperaba que ese hecho fuera a provocarle un disgusto a Minho. Mientras se destartalaba en risa, decidió pegar sus labios a los del hombre, recompensándole con un largo y complejo beso.

 

-No tienes que hacerlo.- Le retó, porque sabía que Minho no iba a aceptar eso. Decidió jugar, rozando sus labios con los ajenos, sin dejar que el mayor alcanzara a besarle. Sonrió, traviesamente, mientras llenaba de besos las mejillas del hombre alto, sin atreverse a tocar su boca.

 

-Yah, comer azúcar te pone travieso.- Le recriminó. –Acabo de entender por qué no te dormiste viendo la película.- Taemin había comido demasiada azúcar en la cena, por supuesto que iba a comportarse infantilmente. Siempre era lo mismo.

 

-No.- Dijo malcriado, inflando las mejillas como niño pequeño. -¿Me quiere?

 

-Te amo.- Susurró tras una sonrisa, volviendo a atraer el rostro del menor, obligándole a darle ese beso que estaba evitando. Recorrió el torso del menor, subiendo la camisa color rojo tinto a su paso. Se separaron por un segundo, mientras Minho lanzaba la camisa del chico en algún lado; ahora Taemin se negaba a terminar los besos, volviendo a consumir su boca. Tuvo que hacer una nota mental, no volvería a dejar en manos de Taemin la cantidad de azúcar que debían ingerir en los alimentos.

 

Entre caricias, y gran cantidad de besos, Minho logró también deshacerse de los pantalones del chico, junto con su ropa interior, por fin dejándolo con su desnudes de nuevo. Acarició cada centímetro de la espalda del chico, de abajo hacia arriba, para después tomarle de la nuca y juntar más los labios. Dejó que Taemin deslizara un poco su lengua dentro de su boca, así pudo tomarle y succionarla para no dejarle ir. Esta vez sí se separaron, Taemin estaba sonrojado, con uno de los muchos matices que tiene para cada tipo de sonrojo que podía padecer. Se dejó caer en el hombro del mayor, acurrucándose ahí, abrazado a él. Descubrió que odiaba sentir la ropa de Minho. Sus dedos corrieron para desabrocharle la camisa, mientras su mente divagaba en intentar hacer algo que tal vez se le antojaba. Minho no podía ser el único con permiso de fantasear con los labios ajenos, a Taemin le encantaba lo abultados que eran los labios del mayor. Le mordió el labio inferior, primero suave y con algo de temor de hacerlo mal, pero las manos de Minho aferrándose a su cintura, y la fantástica sensación, le dieron paso que siguiera intentando ese nuevo –y quizás algo extraño- beso.

 

-Minho…- Gimoteó en un segundo que tuvieron separados, era muy difícil quitarle el pantalón, y el adulto realmente no estaba cooperando, a manera de venganza por las travesuras del adolescente.

 

El mayor rio, permitiendo que el chico sacara sus pantalones con un fácil movimiento. Todo era mucho más personal cuando estaban desnudos y abrazados. Taemin lo prefería así, podía escuchar tranquilamente el corazón del mayor, siempre latiendo así de alebrestado. Se preguntaba si su presencia era lo que causaba eso en el latido de Minho, como Minho causaba las mariposas dentro de su estómago. Sonrió para sí mismo, estúpidas mariposas, sabía que nunca se iban a ir ya de su cuerpo.

 

-¿En qué piensas, conejito?- Caminó sus dedos por el brazo de Taemin, llegando a su hombro para echar el cabello del chico hacia atrás. Taemin sonreía, perdido en algo, su mirada lo decía.

 

-Usted me gusta mucho.- Esta vez no lo susurró, ni se sonrojó, contestó de manera automática, aun estando dentro de su mente, sin darse cuenta que de hecho había dicho lo que pensaba sin dudar ni un poquito.   

 

Escuchar esas palabras, la manera firme en que lo decía, Minho sabía que de ningún modo alguien podría hacer que dejara a ese niño. Taemin jamás se iría de su lado. Le besó el cuello y las mejillas, mientras buscaba hacerle cosquillas por todos lados. No tenía idea cuántos minutos llevaban sólo en el proceso de desnudarse, jamás le había dedicado tanto amor al momento de hacer el amor, pero amaba a Taemin, porque cada parte de ese chico era descubrir una sección de un mundo nuevo que él realmente estaba más que dispuesto a conocer.

 

Más roces, entonces los jadeos iniciaron. Siempre era Taemin el primero en jadear, su inexperiencia lo llevaba a ser más sensible ante el tacto del contrario. Minho lograba hallar zonas erógenas, aprovechándose de esa inexperiencia en el menor, para poder tener provecho de esos momentos. Taemin era todo lo que alguna vez pudo caber dentro de sus fantasías. Sólo con verle desnudo le bastaba, pero cuando tenía tanto tiempo para tocarle y consentirle, no iba a detenerse a sí mismo. No le bastaba sólo con pervertirle, quería mantenerle a su lado para siempre. Se detuvo a suspirar, cuando el mismo Taemin también quiso hacer algo. Tocaba con curiosidad el pecho del mayor, bajando por sus abdominales, lentamente cambiando el tacto a uno más concupiscente. Era tan fácil detectar esa inocencia en Taemin, que pocas personas tenían.

 

Minho le hizo cambiar de posición, Taemin recostado en la cama, con los labios semi-abiertos, esperando por que el mayor hiciera algo de las muchas cosas que podía llegar a hacerle, que le iban a causar sentirse tan bien. Acarició el rostro del chico, podía detenerse un segundo, congelar el tiempo, sólo para quedarse a contemplar ese rostro. No era lo mismo que verlo en fotografías, cuando lo tenía de cerca, podía ver cada detalle de ese rostro que le gustaba a más no poder.

 

Rozó sus labios sobre la piel del menor, buscando memorizarse el aroma y el tacto de aquella piel blancuzca. ¿Por qué se había vuelto loco por ese adolescente? Se lo había preguntado tantas veces, y aunque respondiera siempre, no podía dejar de preguntarse. Ninguna de esas respuestas le terminaban de satisfacer, quería llegar hasta el fondo de sus sentimientos, descubrir por qué le amaba tanto. Repartió besos por todos lados, saboreando su esencia, mientras, sin darse cuenta, lograba desesperar al chico debajo suyo.

 

-Minho…- Fue un jadeo, pidiéndole por el amor de dios, que dejara de cavilar en su mente, que regresara al ahora. Taemin alcanzó el rostro del mayor, tocando la mejilla de Minho. Le sonrió, rogándole con la mirada, rogando por algo más; no se trataba en cuanto a lo carnal, sino que le pedía por atención, esa atención que sólo Minho le daba.

 

-¿Te he dicho lo lindo que eres?- Le susurró con una sonrisa en los labios, entendía por qué Taemin era tan caprichudo, y le gustaba alebrestarlo con ese tipo de cosas. –Me gustas tanto, cada parte de ti es belleza.

 

-Agh, Minho…- Se derretía ante él. Taemin gimoteó, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas. No habían pasado de las caricias, pero ya estaba llegando a su límite, Minho en sí era su límite. Buscó la boca del mayor, demostrándole su desespero.

 

El mayor sonrió, por cosas como esa, su corazón daba tropezones por Taemin. No podía hacerle sufrir más. Bajó lentamente su mano, disponiéndose a prepararle. Suave, no tan lento, deslizó sus dedos dentro del menor, liberándose el paso para momentos futuros. Taemin era suave, por dentro y por fuera. Entonces los segundos dejaron de ser eternos, todo se volvió fluido y automático. Minho se deslizó dentro del menor, haciéndole el amor con suma suavidad. Gemidos susurrados, esas pequeñas lágrimas de dulzura en el rostro del menor, y toda la parafernalia. Dieron un par de vueltas en la cama, besándose, tocándose, mientras se negaban a separar ese enlace que estaba compartiendo, y disfrutando en ese preciso momento. Se cansaron, sólo de ese modo decidieron detenerse, porque era más fácil externarse el amor así, que encontrar las palabras para explicarlo.

 

Sorprendentemente, el primero en hablar después de haber hecho el amor, fue Taemin. Se encontraba sentado sobre la pelvis de Minho, recargado sobre su pecho, mirándole con ojos entre somnolientos y coquetos. Se irguió, tratando de darle un poco de seriedad, pero se veía tan tierno, que el mismo aceptaba que no había seriedad a la vista, más que en sus palabras. Tomó la mano derecha del mayor, obligándole a abrirla. Acarició cada línea en ella, guiándose por los dedos, las marcas. Lo diría cuantas veces fuera necesario: las manos de Minho le volvían loco cuando le tocaba.

 

-Me gustan…- Susurró, con esa mueca alegre en la boca, decidido a no sonrojarse, aunque fuese caso perdido. –Tus manos.

 

Minho no dijo nada, dejó que el menor siguiera explorando la palma de su mano. Taemin llevó la mano de Minho hacia su mejilla, y acuno su rostro en ella, como si el mayor le estuviera acariciando. Sólo que no le soltó, se quedó ahí, sosteniendo la mano del mayor.

 

-Siempre me tocas de manera diferente.- Explicó, admitiendo que se daba cuenta de todo. –Sabes cómo tocarme en cada ocasión. Cuando estoy triste y necesito consuelo, cuando estoy emocionado y excitado, y debo ser tranquilizado. Cuando tengo miedo…Siempre has hecho sentirme mejor.- Le miró a los ojos. –No me dejes de tocar…Por favor…- Rogó, con la voz a medias, porque se había dado cuenta que simplemente ya no quería renunciar a eso.

 

El mayor suspiró, Taemin siempre encontraba el momento perfecto para confesar un trozo de sus sentimientos. Quería descubrir todo de él, ya no le bastaba con saber el fondo de sus propios sentimientos, también quería conocer los de Taemin, a profundidad. Acercó el rostro del menor, dejándole un pequeño beso sobre los labios, para darle a entender, que por nada del mundo pensaba dejarle de tocar, de amar. Tal vez, él también debería de empezar a explicarlo con palabras.

 

-Tae…- Se abstuvo de llamarlo conejito, porque entendía que aunque no se palpara, esto era serio. –Yo…- ¡Era increíble! Tenía 32 años, ¿por qué no podía confesar sus sentimientos? Se supone que ya lo había hecho, y le decía todos los días que le amaba, pero era más difícil explicar por qué, que dar la respuesta. –Desde que te conocí me llamaste la curiosidad.- Sonrió, por el pequeño puchero que hizo el menor. –No en cuanto a lo físico, cariño.- Le regresó el gesto, en algo menos burlesco. –Amo tus ojos, lo sabes. Me gusta mucho tu cuerpo, te lo he dicho. Tu cabello, tu voz, cada parte de ti me gusta, pero…Ah~ Creo que la razón por la cual me interesé tanto en ti, fue porque eres alguien indescifrable.- Cortó su respuesta, pensando en cómo decir las cosas. –Eres abierto con todos, ciertamente, te llevas bien con personas mayores a ti, por ejemplo los maestros. –Rio. –Incluso creo que, no te limitas en ello. Sin embargo, una vez que alguien decide conocerte, se puede dar cuenta, que eres una gran sorpresa. Dejas que la gente conozca lo que quieres que ellos conozcan, escondiendo lo que más atesoras de ti mismo.- Se sentó, tomando al menor por la cintura, para que no perdiera el equilibrio. –Tengo el honor de saber que me has dejado entrar a conocer eso, y aun así siento que me falta mucho por recorrer.- Le besó la nariz. –Cada día me sorprendes más, y me haces sentir más dichoso de saber que puedo robarme tu atención y amarte.

 

Taemin rio, bajito, como estúpido enamorado, escondiendo su rostro bajo sus manos. Minho era el único que le había visto desnudo, y no se refería a su cuerpo, sino a su alma. Le abrazó, escondiéndose en el cuello del mayor. No le iba a soltar, aunque eso implicara que pasaran una mala noche. Dejó que Minho se semirecostara de nuevo en la cama, entonces se acomodó, apegándose lo más posible al cuerpo del mayor.

 

 

 

 

 

 

 

 

Hubo entonces silencio en la habitación, hasta la mañana siguiente. Taemin brincó encima del mayor, llenándole de besos, por todos lados: las mejillas, la nariz, los labios. El hombre simplemente se negaba a despertar. Hizo un mohín, apretando los labios. ¿Cómo podía despertar a Minho? Se acercó, susurrándole palabras melosas, sabiendo que Minho aunque no lo demostrara tanto, también era un romántico perdido. Lo mejor de haber despertado a lado de Minho, era que se sentía tan bien, estaba tan lleno de energía, que contrariaba toda la actividad física que estuvieron haciendo el día pasado. Taemin rebotó un par de veces en la cama, ya dándose por vencido, Minho no quería despertar.

 

-Conejito…- Le escuchó murmurar. Después, Minho se cubrió el rostro con la almohada. –Sé que suelo exigir que llegues a tiempo a mis clases…- O todas las clases, en general. -…, pero los domingos me gusta levantarme tarde.

 

-¡Minho!- Le sacudió con ambas manos. –No suelo batallar para despertarme, ¡vamos!- Rogó. –Si llego tarde a todos lados, es porque me distraigo.- Rio tontamente. -¡Vamos! ¡Despierta!- Parecía tan activo, tan sonriente, efectivamente distraído, que no se dio cuenta del par de manos que se acercaba peligrosamente a su cintura, anclándolo a un lado del mayor. -¡Yah!

 

-A mí me gusta dormir.- Minho comentó con gracia. –Y yo llego a tiempo. ¿Ironía?- Le besó la nariz. –Buenos días, conejito.

 

-Buenos días, Minho.- El menor sonrió. -¿Cómo durmió? ¿Soñó algo? Yo estoy seguro que soné algo, pero no recuerdo qué.- Gimoteó.

 

-Soñé contigo, Taemin ah.- Le calló, porque sabía que Taemin podía seguir hablando, se le veía el brillo en los ojos. –Soñé que te llenaba de besos, y me comía tu boca.- Sostuvo al menor por las mejillas. Un corto beso en los labios, moviéndose rápido, para ver como el chico se coloraba. –Y luego te hacía muchas cosquillas.- Tal y como lo contaba, lo repetía, haciendo que Taemin se retorciera entre sus manos, escuchándole reír.

 

-¡Ah! No, ¡no! Suelta, suelta...- Rio hasta que sus ojos se llenaron de lágrimas. Buscó retorcerse para poder salir del agarre de Minho y logró subirse de nuevo al pecho del mayor. -¡Minho ah!- Resopló, tratando de sonar molesto.

 

-Conejito...- Le concedió la palabra.

 

-Yah...No sea malo...- Escondió su rostro, haciendo un puchero. Se veía tan mimado, pero ese era su propósito.

 

-Conejito tonto.- Se burló. -Ven acá Tae.- Le besó de nuevo. -Entonces, ¿soñaste algo?

 

-Mmm...Neh...- Taemin sonrió alegremente. -Recuerdo que había un monstruo gigante, pero no causaba miedo...Y, edificios enormes. Estaba nevando, y sólo unas pocas personas habían quedado atrapadas por la nieve en los edificios.

 

-Recuerdas mucho para no saber qué soñaste.- Le tomó por el mentón.

 

-Usted también estaba ahí.- Arrugó la nariz habiendo un gesto divertido. -No me deja solo en ningún momento.

 

-Nunca lo haré, Taemin ah.- Se lo prometió, con voz firme, y gran determinación.

 

Taemin volvió a abrazarse de él, de esa manera mimada y tierna, que le hace ver mucho menor de lo que en realidad es. Se quedaron en la cama, por un par de minutos más, tonteando y besándose, dejando que dedos traviesos tocaran en cualquier lugar, con tal de hacer reír al contrario. Taemin se escondió en el cuello del mayor, suspirando, cuando ya estuvo cansado de tanto reír. Repartió ligeros besos en la mejilla del hombre, sintiendo como una sonrisa se formaba en aquel rostro.

 

-Minho, tengo hambre.- Esas palabras, que eran tan comunes en su boca, causaron que el mayor se riera. Taemin podía estar comiendo todo el tiempo, y jamás sentirse satisfecho.

 

Minho le tomó por la cadera, sentándolo sobre su regazó. Le besó la nariz y le picó las mejillas. Le encantaba consentirlo, más cuando sabía que con eso, Taemin sonreiría de manera tan brillante. Le ordenó que se fuera a bañar, mientras él buscaba se dirigía a la cocina, y preparaba el desayuno. Tras largos minutos, Taemin bajó, con su cabello mojado, pegado a su espalda. Buscó sentarse en la barra, justo donde Minho le había colocado la noche anterior, para así poder observar lo que Minho estaba cocinando. Estiró la mano, para tomar una manzana del frutero y darle una sonora mordida.

 

-Minho.- Le llamó, el mayor seguía cocinando sin reparar mucho en el chico. -¿Podemos ir a pasear?

 

-¿No te extrañarán en tu casa?- Se burló, dejando las cosas de lado para acercarse al menor. Se posicionó entre sus piernas, tomándole por el mentón para que Taemin le mirara a los ojos.

 

-Si llego demasiado temprano, ellos sabrán que mentí.- Rio. –Suelo quedarme hasta tarde con Jjong, así que no me conviene estar en casa ahora.

 

La sonrisa de Minho se volvió inmensa; entre más tiempo pasaba con el menor, le era más difícil querer dejarle ir. De hecho, ansiaba por las cortas vacaciones de primavera que estaban a la vuelta de la esquina, aprovecharía ese tiempo para encontrarse con el menor cuantas veces fuera posible. Le acarició con cuidado, jadeando ante su propia desesperación. ¿Cómo no tomarle a cada rato, si tenía el rostro más bonito del mundo?

 

-¿Sabes lo que dicen de los chicos que comen manzanas?- Le quitó la manzana para darle una mordida. Taemin le miraba con los enormes, negando con la cabeza, se notaba curioso por saber qué era lo que decían de los chicos que comían manzanas. –Bueno, te diré lo que dicen entonces.- Se acercó lo suficiente para susurrar en el oído. –Dicen…que besan muy bien.- Alcanzó a besarle los labios rápidamente.

 

-…¡Yah!- Tardó en reaccionar, siendo el rubor lo primero que se marcó en el rostro del menor. Taemin frunció el ceño al darse cuenta que Minho lo había hecho apropósito. –No juegue conmigo.

 

-Es cierto, cariño, eso dicen. Y yo lo he comprobado.- Le guiñó un ojo, coquetamente. –No te enojes, te ves tan adorable así, sólo me provocas querer hacerte enojar más seguido.

 

El menor se cruzó de brazos. Odiaba rendirse tan fácilmente ante el mayor. Hizo un puchero, queriendo bajarse de la barra, pero Minho le estorbaba para eso. Quiso golpear el pecho del mayor, con tal de moverlo, pero la risa del alto lo único que hizo fue debilitarlo. Se rindió, aceptando que los brazos del hombre le envolvieran tan tiernamente. Subió el rostro, aún algo enfadado, pero más que nada, buscando el amor de Minho.

 

-Aún no me ha contestado.- Le miró con ojos enormes, infantiles. Minho adoraba verse reflejado en ese gris, y perderse en el azul de su mirada. -¿Iremos a pasear?

 

-…- Suspiró. –Por supuesto, Tae. Iremos a donde quieras ir.

 

Taemin lo sabía, era un consentido, caprichoso, que lograba tener todo lo que quería. Sólo bastaba con aflojar su labio inferior, para hacer ese puchero que lograba enamorar a cualquiera. Pero con Minho no era así, con él, sólo tenía que pedírselo, y sabía que lo tendría de inmediato. Conocía de lo muy peligroso que era eso, podría pedirle una locura, y Minho la haría. Pero, a pesar de eso, estaba consciente que en realidad jamás le pediría cometer esa locura. Cuando estaba con Minho, solamente le bastaba con que él le quisiera. Sonrió, escuchando como el mayor suspiraba ante ese gesto; Minho debía estar muy enamorado de su sonrisa.

 

-Minho, ¿me quieres?- Le encantaba preguntarlo, porque sabía que siempre obtendría esa respuesta que tanto amaba.

 

-Te amo, conejito.- Le picó la nariz. –Ahora dilo tú, me encantaría que lo dijeras.

 

-Te amo, Minho.- Rio suavemente. –Te amo, te amo, te amo.- Repartió entre besos y risas suaves.

 

 

 

 

Estuvieron un par de horas paseándose, Taemin se había subido a la espalda del mayor, obligándole a que le cargara. Le regaló un beso en la mejilla, antes de recostar su rostro en el hombro del mayor. Iban en silencio, cómodos. Mientras que las demás personas iban y venían con pláticas hasta cierto punto audibles para el resto, ellos guardaban un silencio más preciado que nada.

 

-Minho…- Susurró, aun con los ojos cerrados y el rostro sobre su hombro. –No quiero separarme de ti nunca.

 

Si Taemin lograba hacer que el corazón de Minho diera vuelcos, ahora había logrado detenerlo por completo. Y Minho se quedó de pie, en seco, sosteniendo al menor en su espalda. El aliento se le cortó, Taemin lo había dicho, lo que él siempre pensaba, que no quería separarse de él nunca. Jadeó, sabía que era el primer amor del chico, y que eso significaba que tal vez el chico lo tenía en un pedestal, pero no podía evitar sentirse alebrestado con eso.

 

-Yo tampoco, conejito…

Notas finales:

Me pregunto si alguna vez se cansan de que les diga "la siguiente semana" "la próxima semana" T.T Maldigo no poder terminar las cosas a tiempo; en realidad no sé cómo le hago para entregar los trabajos de la escuela :C 

*no me dejen, por favor*

¿Les gustó? He decidido hacer que este par de tórtolos disfruten de su relación antes de que la realidad les caiga como balde de agua fría >:) 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).