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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

Y bueno...

Ya que estos capítulos son introductorios, no he puesto realmente mucho esfuerzo en que los fragmentos sean muy largos. Con el paso del tiempo, empezaré a desarrollar más los fragmentos, y todo cobrará sentido.


Hasta ahoria no sé cuántos personajes habrá; muchos supongo xB Espero que todos tengan algo importante que darle a la historia.

-¡Ya me voy!- Taemin se despidió, gritando desde la puerta principal del establecimiento. Había sido un buen día, bastante clientela, y propina. Sonrió, si seguía así, tendría un mes más a futuro ahorrado.

Caminó por las calles, opuestas a su casa, iría primero a la tienda de videojuegos. Desde el verano que no había visitado el lugar, ahora se sentía mal amigo, probablemente Jonghyun ya hubiese creído que había sido secuestrado, abandonado y hasta un par de lobos comieron su cadáver. Rio, su amigo a veces se ponía algo exagerado. 

Llegó al lugar, escuchando como al abrir la puerta sonaba esa campana que avisa que alguien había entrado. Hizo una mueca, el lugar estaba lleno de gente. Sin prestarle mucha atención a la gente, pasó del otro lado del aparador principal, sentándose cerca de la caja registradora, donde su amigo atendía a los demás. Sólo cuando el lugar se tranquilizó un poco, Jonghyun fue capaz de darse cuenta que Taemin le esperaba, pacientemente.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?- Le señaló, con una ceja alzada. -Uno suele saludar cuando llega, ¿sabes?

-Estabas muy atareado, no quería interrumpirte.- Se encogió de hombros, sonriendo. -¿Alguna mercancía nueva?- Sus ojos brillaron como los de un niño pequeño al ver un caramelo. Ser amigo de quien recibía los videojuegos nuevos tenía muchos pros, como conseguirlos antes.

-Muy bien gracias, yo también te extrañé. He estado algo enfermo, pero nada que sea de gravedad. Oh, no te preocupes, sigues tan bonito como el día que te conocí, claro que ya no tienes doce.- Jonghyun se cruzó de brazos, haciéndole una mueca mientras se quejaba dramáticamente.

-¡Oye! No seas tan sensible.- Rio. -Gracias por decirme bonito.- Picó sus mejillas haciendo un mohín. -¿Cómo ha estado tu madre?

-Bien, gracias por preguntar...Ya se siente mejor.- Suspiró, abrazando a Taemin por los hombros. -¿A qué has venido, Taemin ah?

-Quería verte.- Alzó la comisura de sus labios, en una sonrisa sincera. -Hace mucho que no hablamos...Ya sabes, me quedé con la duda.- Inquirió.

Jonghyun suspiró, haciendo una mueca.

-No tengas dudas...Lo que te dije es cierto. En estos momentos, no sé que hacer...

-Jjong...yo...

Entonces Taemin se quedó sin palabras, no sabía como ayudar a su amigo en el mal de amores, sobre todo, porque sabía que si se envolvía más, saldría perdiendo. Exhaló, cambiando la conversación para pasar un ameno día junto a su amigo.

                                       

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Minho alzó la vista al escuchar que la puerta se abría. Era Taemin. Sonrió, ese niño era realmente carismático. El viernes no había asistido a la clase, ya que tocaba a última y al parecer, él se había ido temprano. Le saludó con una mueca, tenía mucho trabajo por hacer, no debía distraerse.

-Hola..- Y sin embargo, Taemin se atrevió a interrumpir a su maestro. -¿Muy ocupado?

-Un poco, ¿se te ofrece algo?- No lo volteó a ver, siguió arreglando la presentación que estaba escribiendo desde hace un par de minutos.

-Maestro...- Terminó de pasar al aula, caminando hasta el asiento de su maestro. -Tenga.- Colocó una manzana acaramelada sobre la mesa.

Minho alzó una ceja, observando el dulce. Estaba envuelta en papel celofán color rojo, expectante de ser comida. La alzó, sonriendo; Taemin no había ido a clases, pero se había encargado de traerle algo para compensar su falta, que niño tan más excéntrico.

-Esto no te quitará la inasistencia.- Se giró a verle.

-Ya lo sé.- Taemin se sentó en el escalón que separaba el área del maestro del resto del aula, exhalando dramáticamente. -Pensé que quizás le gustaría la manzana. ¿Usted no hace otra cosa más que trabajar? Debería divertirse más.- Se volteó a verle, sonriéndole de oreja a oreja. -El viernes fui con una amiga de Hae, y él, a la feria. ¿A usted le gustan las ferias? A mi me gustan mucho.- Le miraba, impaciente por una respuesta.

-No lo sé... Hace mucho que no voy a alguna...- Suspiró. -¿Sería divertido ir a una, no?- Terminó por sonreír.

-Sí...- Y con su sonrisa de oreja a oreja, Taemin se incorporó de un brinco. -Maestro, ¿en qué le ayudo?- Observó los papeles a lado de Minho, haciendo un mohín.

-Gracias, Taemin ah 

                        

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Donghae llegó a casa, había tenido un día bastante ocupado, los deberes que le quedaban no eran tantos como para no delegarlos a otro día. Entró a la cocina, viendo como su Chaerin movía varias ollas, extrañamente, Taemin no se encontraba pegada a ella como solía hacer siempre que Chaerin se encontraba en casa. Dejó las llaves en su lugar, antes de sentarse en la mesa. Chaerin imitó su gesto, sentándose enfrente, apoyándose sobre sus manos, mientras hacía una mueca.

-¿Dónde está Taemin?- Preguntó el mayor.

-Dara vino de visita...- Exhaló. -Taemin la ha invitado a quedarse a cenar...Han ido a comprar los ingredientes que faltan.- Aflojó el labio inferior, haciendo que temblara débilmente.

-¿Qué es lo que pasa?- Hae se acercó, mirándola directamente. -No vayas a mentirme, Chae.

-Estoy cansada...- Se quejó. -Siempre es igual...- Señaló la puerta. -Sé que no debo de exigirle nada, no somos nada...Y eso es lo que más me molesta.

-Desde que la conociste has sabido que ella no pertenece aquí.- Él le resaltó la situación de las cosas. -Si vuelve, es por nosotros, por ti.

-Y eso me da esperanzas... Pero últimamente, ya no veo interés de su parte.- Giró su rostro, dejándolo de lado. Tal vez era hora de darse por vencida.

                                 

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-Taemin ah.- Dara reacomodó la bolsa que cargaba, su pequeño amigo de igual manera cargaba con varias bolsas. -¿Crees que esté enojada conmigo?

-¿Ah? No, mamá ha estado muy ocupada, desde que le dieron el puesto de gerente...- Taemin no se inmutó, debía mantener la concentración, o las latas terminarían rompiendo la bolsa que llevaba entre brazos.

-La noté fría.

-Tal vez este consternada, ya sabe, porque volvió sin avisar.- Se encogió de hombros.

-Taemin ah, ¿en serio no te molesta que me guste tu madre?- Le detuvo, preguntándole una vez más, como había hecho cuando el niño la descubrió.

Y de la misma manera en que preguntó, ella sabía cuál era la respuesta. Taemin la quería, porque confiaba en ella; él le había confesado primero a ella sobre su preferencia sexual, antes que a Chaerin, Taemin la apoyaba, se podría decir que estaba de su lado, aunque no fuera así. Le miró sonreírle, ya no era un niño, ese niño de seis años que había conocido cuando decidió regresar a Corea. Se había enterado que su tonto mejor amigo ahora vivía con su tía y su hijo, nunca llegó a sospechar que esa tía era menor que él, o que el hijo, era un niño de seis años, sin padre. Sintió ternura, por la situación, adoró al niño, como a la mujer que le había dado vida.

-Si puedes hacerla menos enojona, por mí está bien.- Le sonrió. -Ha de estar preocupándose, debemos apurarnos.

-De acuerdo...

                                               

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Dara dejó las cosas en la mesa, poniendo rápidamente a Donghae a ayudar a cocinar. Era curioso, ella era la invitada, pero también era su receta, así que no había otra opción que dejarla cocinar. Habían entretenido a Taemin con unos trozos de manzana bañados en miel; a él, era mejor no involucrarlo en la cocina, o probablemente algo explotaría. Chaerin miraba a Dara, ese tipo de miradas que quema la piel, buscando un poco de atención, pero la chica de cabello castaño, seguía haciendo lo suyo, lavando verduras, preguntándole cosas a Taemin que hablaba por ratos, con la boca llena. No, Chaerin no se atrevía a dar el primer paso.

Después de cenar, Taemin corrió al televisor, ganando el control remoto, antes de escuchar los reclamos de Donghae, pronto iniciaría una guerra. En la cocina, en cambio, el silencio era sepulcral. Chaerin lavaba los platos, mientras Sandara recogía lo que había quedado en la mesa. Ninguna de las dos hablaba, una preocupada, otra con una travesura en mente.

Dejó lo último de los platos en la tarja, haciendo que Chaerin le mirara. Le sonrió dulcemente antes de tomarle por la mejilla y robarle un beso. No era la primera vez que lo hacía, tampoco sería la última. Dara sabía que esa era la mejor forma de contentarla, de que no siguiera con esa actitud fría, que tanto le desagradaba. Quería de vuelta a esa Chaerin que la recibía con un abrazo, emocionada de verla de nuevo. Pero no parecía responder ante aquel gesto. ¿Por qué estaba tan molesta? Sí, no había regresado a Corea desde que Taemin tenía trece, ya habían pasado cuatro años de eso, pero tampoco podía cargar con toda la culpa, su trabajo implicaba estar fuera.

Chaerin suspiró, su mirada era triste, preocupada. No esbozó ninguna sonrisa, sólo se limitó a girarse a la dirección de donde provenían los gritos de Taemin y Donghae, ellos seguían sin ponerse de acuerdo por un programa específico.

-¡Espera!- Dara le detuvo, tomándola por la mano. -Sabes que te quiero, ¿no?

-...- La miró, de manera perdida. -...No...- No lo sabía, ¿cómo confiar en alguien que se va por mucho tiempo, y que vuelve sin avisar? Alguien que no le gusta sentar cabeza en ningún lugar. Aunque, por raro que pareciera, Dara siempre volvía, porque le gustaba ser parte de esa familia extraña, que nunca la ha rechazado, y sobre todo, que siempre espera por su regreso.

-Te quiero, tonta.- Sonrió, acercándose para poder abrazarle y dejar besos en su mejilla. -Taemin ah tiene razón, te enojas fácilmente.- Le hizo cosquillas. -Pero así te quiero.

Chaerin no pudo hacer más que reírse, lo hacía, la adoraba, porque Dara había implicado un cambio de ciento ochenta grados en su vida. Se había enamorado de ella, y le encantaba saberse querida por esa castaña.  

                          

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Era ese momento antes de que el segundo turno de las clases iniciara, y debido a las fuertes lluvias, los alumnos se habían quedado en sus aulas. Se escuchaba el murmullo de los adolescentes hablar de cosas que les incumbían a ellos mismos, cosas banales, triviales, que en un par de años probablemente ya no les interesarían en lo absoluto. No había nada que remediar, era algo tan común y corriente en una escuela, que si no fuera así, probablemente asustaría.

Taemin estaba sentado sobre la paleta de su banca, totalmente ajeno a lo que las reglas dicen sobre el protocolo de como sentarse. Había intentado explicarle a su compañero de asiento la clase que había perdido, pero por más que buscaba métodos diferentes, era totalmente frustrante. No servía para eso. Después de que Jongin terminara siendo el que explicara las cosas, el puchero en el rostro de Taemin era imborrable. Los demás no podían evitar reírse de él.

-¿Está Taemin?- Una voz le buscó desde la puerta corrediza. Taemin se giró, para sonreírle a Bang Min Ah. Esa chica era realmente bonita.

A Taemin le encantaba clasificar a la gente por cuán bonitos podían llegar a ser. Minah era de las más bonitas, definitivamente. Se bajó de la mesa, y se acercó a ella.

-¡Minah! ¿Ya escogiste que película iremos a ver?

-Taemin, no te busco por eso.- Hizo una mueca a medias. -Toma.- Le entregó un papel doblado en varios pliegues. Definitivamente, o era una carta, o una nota. -Creo que no es necesario decir de quién es.- Sonrió, antes de salir de ahí, sin nada más que decir.

Taemin se quedó en la puerta, con las mejillas ardiendo. No era bueno, no debía... Se giró suavemente, volviendo a su lugar, sentándose como se debe. Ya no prestó atención a sus amigos, ni hizo escándalo. Se limitó a sostener el papel entre sus manos, receloso de que alguien pudiera llegar a verlo, incluyéndose.

                            

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Minho echó una mirada al escaloncillo del salón. Taemin le hacía compañía como siempre, pero esta vez estaba más calmado que de costumbre. No había dicho nada, ni siquiera se había quejado de su primo, lo cual ya era bastante extraño. Hacía su tarea en silencio, como si estuviera meditando algo. Cada cinco minutos procuró mirarle, como si temiese que Taemin estuviera ocultando algo, ya que no actuaba según su muy característica actitud llamativa. Entonces le vio, entre las páginas de su cuaderno, escondía una nota, que releía cada cierto tiempo. Sonrió, Taemin tenía algo entre manos, que le hacía estar muy pensativo. Le hacía parecer un niño de menor edad.

-¿Está todo bien?- Le preguntó, haciendo que el menor diera un respingo en su lugar. -Te ves algo nervioso, y estás muy silencioso.

-Oh...Estoy bien...- Sonrió, una sonrisa que no había mostrado antes. -Debo de ir a ver a un amigo, y estaba pensando como distribuir mi día...

Minho alzó una ceja, había un cierto toque de falsedad en eso, pero no quería indagar más a fondo, no debía meterse en la vida del joven...Aunque, por otro lado, era un adulto responsable, quizás si debiese preguntar, después de todo era su maestro.

-¿Es algo importante? Pareces contrariado.

-Maestro...¿Es malo ser egoísta? O ¿tan sólo debería ver por los demás?- Se mordió el labio inferior.

-Ser egoísta de vez en cuando, no es malo, es prestarse atención a sí mismo. No siempre puedes poner a los demás por encima de ti mismo.- Le explicó. -Tampoco puedes pretender que eres el único que habita el este lugar, y todo gira alrededor de ti.- Explicó. -Algo te preocupa, ¿no? Sé que lograrás tomar la decisión correcta.- Le sonrió, apoyándolo.

-Gracias...- Escondió su rostro, Minho era, quizás, él único adulto con quien podía hablar así. No necesitaba explicar, sólo preguntaba lo que le necesitaba saber, decía lo que quería contar, incluso, hasta lo que no quería hacerlo, cuando su lengua decía más de lo que debiese. Sonrió, se alegraba de saber que su profesor era realmente paciente consigo, y que podía confiar en él.

                         

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Minho cargaba unas bolsas, mientras sostenía el teléfono entre su cuello y su cabeza. Vaya momento en que su madre había decidido llamarle. Peor imposible, pero no podía quejarse, después de todo, la llamada de una madre nunca se reniega.

-Sí, he estado bien. Las cosas siguen igual, deberían volver un día de estos.- Le invitó a visitar la ciudad. -No, de hecho estoy en casa de Seohyun...sí, la saludaré de su parte...Ella ya lo sabe...Está bien, yo le digo. Adiós mamá.- Por fin pudo terminar la llamada y llegar hasta la mesa, donde su amiga ya había dejado otras bolsas y empezaba a guardar la latería. -Mamá te manda saludos.

-Que amable de su parte.- Sonrió. -Gracias, Minho, no sé en qué momento dejé que la cocina estuviera tan vacía.

-No te preocupes.- Se encogió de hombros. -Ya sabes, los amigos, sirven para ser cargadores.- Se quejó de manera sutil, haciendo que Seohyun riera.

-No hables así, llegaste en el momento oportuno.- Le mostró la lengua. -Pero ya, ahora sí tengo que ofrecerte de beber, o de comer. ¿Quieres algo?

-De hecho sí, pero dudo que tengas.- Fingió estar pensativo. -¿Recuerdas esos dulces que solíamos comer?

-¿Las gomitas cubiertas de grajea?- La mirada de Seohyun se iluminó. -Tienes razón, no tengo...Hace tiempo que ya no las hacen.

-Es una lástima.- Minho se sentó a sus anchas en la sala, esperando a que su amiga terminara de acomodar las cosas. -A veces quisiera que todo fuera como antes...

-Vaya, hace tiempo que no te oía hablar así.- Ella se sentó a su lado. -En realidad pareciese que no han pasado los años.

-Pero han pasado muchos...

-Mejor dime, ¿cómo te ha ido en tu trabajo?- Preguntó curiosa.

-Es realmente gratificante, a pesar de los días en que termino hastiado, siempre hay algo bueno.- Sonrió. -Me gusta, no me cansaré de este trabajo en un largo rato.

-Y una, aquí, que odia a su jefe.- Seo resopló, era cierto, odiaba a su jefe, por completo. -Ese incompetente, ni siquiera debería estar en ese puesto.

Minho hizo una cara rara, evitando reírse. Era obvio, Seohyun no aceptaba el hecho de que se sentía ligeramente atraía a su jefe, y todos se podían dar cuenta de ello. Se quedó a cenar con ella, como cuando eran adolescentes, y debían estudiar para algún examen, contando los mismos malos chistes de entonces, haciendo las mismas muecas. Terminaron viendo películas hasta tarde, sin darse cuenta que las horas se iban más rápido de lo que deberían.

                                        

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Había mucho bullicio en el salón, los días de lluvia parecían alargarse cada vez más, haciendo que todos los estudiantes, sin importar su grado, estuvieran impacientes, molestos por no poder salir del edificio. El receso había terminado, todos volvían a sus respectivas clases, ya habiendo tomado los libros de sus casilleros. El fastidio en su andar era más que obvio, mantenían una aversión completa hacia el encierro que mantenían, casi como si no soportaran ni siquiera el asistir a clases. Pero claro, todo era en términos generales. Individualmente, los chicos seguían con sus actitudes normales.

Minho entró al salón, minutos antes de que en realidad comenzara la clase. Los estudiantes no repararon en su presencia, no tenía la responsabilidad de hacerle caso, al menos hasta dentro de cinco minutos. En las puertas, había estudiantes de otros salones, teniendo largas, amenas, conversaciones con sus amigos. Nada era tan llamativo, como el momento en que la risa de Taemin se escuchó. Llegó, acompañado de alguien, quien le tomaba por la mano con tanta familiaridad. Nadie le prestó atención a eso, nadie, excepto Minho. Frunció el ceño, ¿cómo permitían que personas ajenas al instituto entraran tan fácilmente? No era un estudiante, tampoco un maestro, de hecho, no distaba su edad a la de Taemin, pero de cualquier modo, no debía estar ahí.

Taemin se acomodó en la puerta, ignorando a sus demás compañeros, su mirada sólo se concentraba en quien le hacía reír. Parecía estar encandilado, en aquel desconocido, que ahora acariciaba su mejilla, sin pudor alguno de estar en una escuela. Taemin puso su mano sobre la de él, con las mejillas color rojo por completo. Era realmente increíble, como los adolescentes en realidad no prestaban atención a eso, porque, por su parte, Minho si se encontraba de cierto modo indignado.

Sonó el timbre, y Taemin logró despedir a su amigo, no sin antes recibir una manzana por parte de su acompañante. Taemin la guardó entre sus cosas, mientras tomaba asiento. Su sonrisa se pintaba en cada poro de su rostro.

Minho inició con la clase, hablando de manera seca, sin intención darle un poco de sabor a lo aprendido. Tampoco miró a su alumno favorito.

                               

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Las tardes empezaron a pasar más rápido de lo que pareciese, lentamente el clima cambiaba. Los árboles se pintaron de anaranjado y sus hojas dieron los primeros indicios de acumularse a sus faldas. Las lluvias habían terminado, y cada pequeño cambio en el ambiente, daba paso a también ligeros cambios en las personas.

-¡Maestro!- Taemin entró corriendo, con su usual sonrisa de oreja a oreja. -¡Maestro!

-¿Qué es lo que pasa, Taemin ah? ¿Por qué tu ajetreo?- Minho le detuvo, justo en la puerta. Él ya iba de salida.

-¡Mañana no habrá clases!- Parecía niño pequeño, denotando esa emoción en su rostro, y su cuerpo saltarín. -¿Acaso no es genial?

Minho rio, ¿qué edad se suponía que tenía? Le sostuvo por los hombros, para que dejara de moverse en su lugar, haciéndole estar quieto, por segundos, que con suerte se extenderían en minutos.

-Para mí no. Suspendieron las clases, por que hay junta. Ustedes tienen el privilegio de estar en casa, los maestros vendremos.- Hizo una mueca, explicando su situación.

-Ah...Vaya, eso no es divertido.- Taemin se cruzó de brazos, exhalando un puchero con su labio inferior. -Deberían darles el día libre...¡De seguro escucharé a Hae quejarse todo el día de hoy, y mañana por la mañana!- Hizo un bizco, que se vio extremadamente gracioso, sobre todo por los diferentes colores de ojos que poseía.

-Sólo será hasta medio día.- Le aclaró. -Anda, que no es tanto.- Le hizo dar media vuelta, encaminándolo a la puerta con un suave empujón. -Ve con Dongahe, ¿sí?

Taemin se paró en seco, sintiéndose abruptamente consternado. ¿Por qué su profesor le estaba sacando del salón? Nunca le había visto irse tan temprano del instituto, y era realmente extraño ese humor amable que tenía, porque no era el mismo que tenía para consigo.

-¡Espere! ¿Me está corriendo?- Se giró, para verle de frente. Simplemente no lo podía creer.

Minho rio entre dientes, Taemin se veía adorable.

-No, no es así, sólo que me tengo que ir, y no me gustaría dejarte aquí.- Respondió.

-¿A dónde va?- Era curioso, en demasía. Sin proponérselo, terminó hincándose más los talones en el suelo, resuelto a no moverse hasta saber por que su usual solitario maestro ahora mostraba tanto deseo por huir de su trabajo. 

-Iré a cenar con una amiga.- Minho admitió. -No me gustaría llegar tarde, es de las personas que recuerdan todo.- Dejó escapar una leve risa. -Y me lo recordaría por toda la vida.

Taemin frunció los labios, nunca había visto a su profesor así. De hecho, sólo lo había visto en el plano laboral, no habría creído que fuera capaz de tener amigos, y que saliera con ellos, menos amigas. Suspiró, mientras era empujado fuera del salón, no hizo esfuerzo alguno en moverse, dejó que Minho le llevara hasta la sala de maestro, y después se despidió con una muy burda reverencia. No le agradaba la idea de que tal vez su profesor anduviese distraído.

Notas finales:

¿Qué dicen, eh? La historia no parece tener mucho atractivo hasta ahora u.u Trataré de hacer que para el capítulo cinco, todo sea más rápido y que en realidad haya algo de trama que no sea de las periféricas.


Mi pregunta del día :B ¿Cómo es su cabello? x3 tengo curiosidad de saber cómo son :D

Ya saben, comentarios, críticas, saludos, pueden dejarlo todo en lindos reviews, que aunque me tarde en responder, prometo hacerlo ^u^ Hasta luego n.n


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