Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

[Reviews - 340]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Actualicé! 

En lo particular, creo que este capítulo da ciertos detallitos especiales para la historia e.e Espero los identifiquen ♥

-¿Diga?- Minho respondió a su llamada, por suerte estaba llegando a casa, y no tenía que desatender otra cosa.

 

-¿Señor Choi?- Escuchó al otro lado.

 

-Taesung ah…- Sonrió, ese chico había desaparecido hacía meses, era extraño saberle con vida. –Sigues llamándome de usted.

 

-Y usted suena muy rudo diciéndome Taesung ah. Mi familia sólo me llama como Sunggie~- Rio alegremente.

 

-¿Qué se le ofrece, joven Jung?- Porque sabía que si no le pedía llegar al motivo de su llamada, el chico podría olvidarlo por completo.

 

-Oh, cierto.- Su voz se escuchó como si hubiese recuperado la trayectoria de sus pensamientos. –Usted me pidió que le avisara cuando fuera a volver…Así que heme aquí…- Murmuró.

 

-¿Ya han pasado los tres meses?- Se sorprendió de haberse dado cuenta del paso del tiempo. Por primera vez en años no le pesó el pasar de los meses.

 

-Vaya, usted sí que se había olvidado de mí.- Probablemente hizo un puchero.

 

-No, para nada, Taesunggie~- Comentó, concediéndole el placer de llamarlo por una manera más suave.

 

-Me agrada más así, Minho ah.- Una cosa por otra, Taesung le llamó por su nombre, en vez de usar la formalidad de “Señor Choi”.

 

-¿Cuándo llegas?

 

-Ah ah…- Se negó. –Ya estoy aquí…- Entonces dejó escapar una risa traviesa. –Usted quería saber, ya se lo he dicho, así que creo que eso es todo…¡Adios señor Choi!

 

-¡Espera!- Le detuvo de colgar. –¿Hace cuánto llegaste? ¿Dónde estás? ¿Cuánto tiempo estarás?

 

-Son muchas preguntas, y estoy ocupado.- Volvió a reír, parecía burlarse. Minho chasqueó la lengua, definitivamente Jung Taesung era un malcriado disfrazado de niño educado.

 

-Tan siquiera dime cuándo estarás libre…Para devolverte la llamada…- Carraspeó su garganta.

 

-Deme dos horas…- Murmuró. –Nos vemos luego, Minho ah.

 

-Adiós, Taesung ah…

 

Dejó el teléfono abajo. Esa conversación lo había dejado extrañamente sin aliento, como si hubiese estado corriendo en vez de hablando por teléfono. Todo esto era extraño, nunca se había relacionado con alguien así, a pesar que su manera de haber conocido a sus amigos había sido poco ortodoxa. Definitivamente, este chico se llevaba un premio por ser tan extraño.

 

Mordió su labio inferior, se le hacía extraño que realmente ese chico sólo llamó para decirle que estaba en la ciudad. Definitivamente le devolvería la llamada, sólo para saber…las respuestas a sus preguntas.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Taesung miró su reloj. Se hacía tarde. Terminaría con la entrega del libro, y entonces ya tendría el resto de los días libres para poder buscar otro cliente, o rastrear otras de sus tareas. Escuchó su celular sonar una vez más. Rodó los ojos, no debía contestar, tan sólo ignoraría la llamada, después pediría disculpas.

 

-¡Joven Jung!- El señor Park al fin había llegado. Se acercó, haciendo una reverencia, después abrió la puerta de su tienda y le hizo pasar.

 

-Tengo el ejemplar.- Sonrió con mientras buscaba en su bolso. –Tuve que arreglar algunas páginas rotas, y está en su mayoría amarillo por el paso del tiempo…Pero está en buenas condiciones…- Explicó. –Así que es el precio original que habíamos concordado.

 

-Realmente le agradezco que me haya traído el libro, basé varios años de mi vida en este autor, y poder completar su colección es al fin la guisa.

 

Taesung rio suavemente. ¿Acaso algún día él llegaría a sentirse satisfecho con su propia colección de libros? Tras conversar un poco sobre el autor, y hacer otros arreglos sobre libros, se despidió. No era exactamente tarde aún, pero le gustaba ver cómo el cielo se pintaba de un esplendoroso rosa, pasando a morado para terminar en el cielo oscuro de la noche. Subió a su coche, dispuesto a ponerlo en marcha y regresar al hotel, cuando entró una llamada.

 

-¿Yuh-ba-sae-yo?- Respondió sin ver quién le llamaba.

 

-Taesung ah…

 

-Oh, señor Choi…- Se sorprendió. –Es usted.

 

-¿Esperabas la llamada de alguien más?- En cambio, Minho sonaba consternado por ello.

 

-Para serle sincero, sí.- Rio. –Pero, es más entretenido hablar con usted.

 

-Eso suena muy malcriado.- Murmuró. –Disculpa si te interrumpí, pero como me dijiste que dentro de dos horas te podía regresar la llamada…

 

-Y usted está muy bien cronometrado…- Volvió a burlarse. –Acabo de desocuparme.

 

-¿En serio?- Parecía incrédulo. –Quería saber sí…¿Estarás muy ocupado los días que estarás?- Jadeó. –La verdad es que sólo quiero una respuesta a las preguntas que te hice.

 

-Umm…Déjeme pensar, espero poder recordar las preguntas, y su orden.- Murmuró tras una risita. –Llegué hoy en la mañana…No quería arriesgarme y perder el plazo de los tres meses.- Explicó. –No estoy seguro cómo responder a dónde estoy…En este momento, en la calle…Si se refiere al hotel, es el mismo de la otra vez. Ah, y estaré dos semanas.- Terminó de responder.

 

-Tu memoria es excepcional.- Le felicitó. -¿Harás algo esta noche?

 

-Probablemente combatir mi insomnio.- Rio. -¿Ofrece un mejor plan?

 

-Sí…

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Minho estaba atento a la historia que Taesung le contaba. Parecía deseoso de terminarla, así que no le interrumpiría hasta que fuera necesario. Sin embargo, las cosas no querían suceder de tal modo. El celular del chico empezó a sonar, con una tonada bastante graciosa para ser sincero. Taesung, tras un movimiento rápido, colgó, para evitar que siguiera sonando. Minho observó por varios segundos lo que había sido ese movimiento. ¿Por qué había colgado sin siquiera mirar el número?

 

-Colgaste...¿No pensabas responder a la llamada?- Alzó una ceja.

 

-...No...- Rodó los ojos.

 

-¿Acaso no es la llamada que esperabas?- Cuestionó.

 

-Ah...Sí...- Exhaló.

 

-Esperabas la llamada y decidiste colgar...- Decir que eso era raro, estaba de más. Ya no sabía cómo preguntar el porqué de su decisión, sin sonar entrometido.

 

-...Esperaba la llamada, pero nunca fue mi propósito recibirla.- Explicó, como si fuese capaz de haber leído sus pensamientos.

 

-¿...Por qué?

 

-Mi familia no confía en mí...- Arrugó la nariz graciosamente. -Es mi padre, o mi padrino, o en su defecto: cualquiera de los dos, pero están juntos y si respondo, ambos empezarán a gritarme simultáneamente.- Jadeó.

 

-¿Tienen motivos para no confiar en ti?- Se interesó.

 

-...Tal vez...- Murmuró.

 

Minho frunció el ceño, ese chico realmente no era lo que la primera impresión dictaminaba. No obstante, era interesante escucharle hablar sobre las cosas que, y que no, hacía.

 

-No me mire así...- Se quejó haciendo un puchero. -Es tan sólo que...No me siento de ánimos para celebrar mi cumpleaños...- Admitió.

 

¿Su cumpleaños? ¿Era por eso que no respondía a las llamadas? Minho no supo que decir, en cambio dejó que el chico se siguiera explicando. 

 

-Solemos celebrar los cumpleaños en familia. No ha habido ni un cumpleaños en que no la haya pasado con ellos...Incluso cuando viví en  América, fueron a visitarme...- Jadeó. -Pero...Este año cumplo 28...Sé que aún es muy pronto para tener mi crisis de la adultez, pero no se siente bien. Simplemente ahora no se siente bien.

 

Oh, lo entendía. Claro que comprendía lo que le  estaba ocurriendo. Y entendía que en ese momento lo que él necesitaba era un consejo.

 

-Deberías ir a casa y celebrar tu cumpleaños.- Sugirió.

 

Taesung le miró escéptico, ¿qué acaso no había escuchado su explicación? Chasqueó la lengua, sintiéndose incomprendido.

 

-Hey, no lo tomes a mal. Entiendo esa sensación.- Le sonrió. -Tengo más años que tú, ¿recuerdas?- Le retó a contestar. -No importa cómo te sientas, tu familia siempre te hará sentir mejor.

 

Taesung suspiró, sabía que eso era cierto, pero también tenía la sensación de querer quedarse solo.

 

-Es tan sólo que no quiero que se preocupen si ven que no estoy disfrutándolo.

 

-Las familias deben de preocuparse, ese es su trabajo.- Le insistió.

 

-...Gracias...- Sonrió un poco. - Supongo que no me deja otra opción, iré a casa...

 

-Por supuesto.- Minho le regresó la sonrisa. Se sentía bien poder ayudarle, y saber que le había escuchado.

 

Tras varios minutos, se despidieron. Minho se quedó rezagado, observando al chico subirse a su fascinante auto. Jadeó, cuando le veía era relajador, le hacía sentir bien, pero a la vez era muy estresante. Había algo en él, extraño como nada, que le provocaba querer seguir conociéndole.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Dara abrió la puerta, Minho había ido de visita una vez más. Lo cual llamaba la atención, ya que él sabía, y estaba más que consciente, que Chaerin se encontraba trabajando a esa hora. Sin embargo, era demasiado amable como para no evitar sonreír mientras le saludaba.

 

-Buenas tardes, Minho ah…- Le invitó a pasar. -¿Qué ocurre? Chaerin no se encue…

 

-Lo sé, lo sé. Vine a buscarte.- Admitió.

 

-¿A mí? ¿Qué ocurre, Minho ah? Esto suena preocupante.- Dijo de manera graciosa.

 

-Sandara, eres la persona más entusiasta que conozco. Necesito que me ayudes a comprar un regalo.- Fue sincero.

 

-¿Un regalo? ¿Por qué no puedes comprar un regalo?- Soportó la risa, pero se le hacía demasiado gracioso que Minho hubiese ido a pedirle ayuda para comprar un regalo.

 

-Por favor…- Rogó.

 

-Está bien…- Rodó los ojos, tras sonreír. -¿Cómo es la persona a la que le darás el regalo?

 

-No…lo sé…- Sonó a excusa, y más tras la sonrisa que soltó, realmente no había nada más que hacer por él.

 

-Oh…um…¿No tienes idea de algo que le guste?- Insistió, no podía darse por vencida con este caso, Minho estaba haciendo algo fuera de lo común (en los últimos diez años) por alguien, valía la pena ayudarle.

 

-Los libros.- Susurró, de manera firme y solemne.

 

-Oh, bueno, eso es algo bueno.- Trató de continuar. –Puedes regalarle un libro.

 

-No sé cuáles son sus gustos en cuanto a los libros.

 

-Ya veo…- Se cruzó de brazos. -¿Seguro que no sabes nada más de esa persona? Si no le conoces, lo mejor es que no le regales nada, puedes ofender fácilmente a alguien si le regalas algo equivocado. O puedes incluso hacerle sentir que no te interesa, precisamente por tu falta de conocimiento…Aunque también puede parecerle tierno o gracioso…

 

-Necesito regalarle algo…Siento que es lo correcto…- Jadeó.

 

-Minho…- Dara estiró su mano, tocándole el brazo. -¿Para quién es este regalo?

 

-Yo…- Sintió que no podía decirlo, no aún. -…¡Las hadas! Le encantan las hadas.

 

-¿Hadas?- Dara le miró consternada. –Bien, puedes regalarle un libro de hadas.

 

-No.- Minho se negó. –Como dije, no conozco sus gustos, lo que para mí me parece ostentoso y caro, es algo que usa a diario…Pero ya sé que comprar. ¡Gracias Sandara!- Entonces hizo una reverencia, y salió corriendo.

 

-¡Adiós!...Minho ah…- Agitó su mano, extrañada de lo que había pasado.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

-Sunggie ah, podrías pasarme la sal, cariño.

 

-Claro que sí, daemo.- Taesung le pasó a su madrina la sal y terminó de llevar el resto de los platos a la mesa. Su padre y su padrino se encontraban colocando la decoración, mientras hacían malabares por ver a quién se le caían las cosas primero.

 

Taesung rio, por más serio que su padre sea, en el fondo se desvivía por él. Era demasiado buen padre, para haber sido padre y madre al mismo tiempo. Acomodó los platos en la mesa, soltando un suspiro, lo suficientemente bajo como para que los “adultos” no le escucharan. Ciertamente, ya se sentía un poco mejor, pero aun así desearía estar un tiempo a solas.

 

-Zinni, amor, ¿ya está la comida?- Hongbin se arrastró hasta la puerta que dividía la cocina del comedor.

 

-Sí, sólo un segundo en lo que termina de…- Zinni se acercó sólo para darse cuenta de lo que estaba sucediendo. –Taekwoon, ¿quisieras soltar a mi marido?

 

Taekwoon gruñó, soltando el cuello de Hongbin. No le gustaba que le dijeran que hacer.

 

-Hongbinnie era mi amigo antes de que tú llegaras…- Siseó.

 

-¿En serio? Aún recuerdo cuando preferiste a Hakyeon sobre mí en la escuela.- Se cruzó de brazos.

 

-Cierto…Tienes razón.- Taekwoon no tenía ninguna expresión al respecto. –Creo que ahora prefiero a Zinni noona.- Entonces rodeó el cuello de la mujer, en un abrazo como había sido antes con Hongbin.

 

Taesung alzó una ceja, ¿esos eran los mayores de edad que se atrevían a decirle todo el tiempo que él era el que actuaba de manera infantil? Estaba perdido, si su familia era así, no le deparaba de algo muy distante su futuro. Para su suerte, el timbre sonó, así que no le quedó de otra más que ir a atender a la puerta.

 

-¡Sunggie ah!- El vecino de su padre hizo acto de presencia.

 

-Gracias por venir, Jaehwan.- Le saludó, sabiendo que de inmediato correría a los brazos de su padre, a pesar de que este jamás le correspondiera.

 

-Podría asistir a todas las fiestas de cumpleaños de nuestro Sunggie ah. Ahora, ¿dónde está mi querido Leo?

 

-Appa se encuentra en el comedor, con mis padrinos.- Señaló.

 

-Por supuesto.- Entró a la casa. –Oh, por cierto, Sunggie, te traje un regalo.

 

-No debió, sabe bien que no es necesario.- Trató de disculparse por el detalle que aquel hombre había tenido.

 

-Pero también sé que te fascinan los regalos.- Rio. –Vayamos al comedor, esto se pondrá divertido.- Amenazó.

 

A Taesung sólo le sobró reír, Jaehwan definitivamente estaba loco por su padre, pero él mismo sabía que era un imposible. Era interesante verle luchar por algo que ya era una batalla perdida. Sin embargo, admiraba esa paciencia y perseverancia, que incluso podría llegar a clasificarse como tontas. Siguió a su viejo amigo hacia el comedor, donde los otros tres ya libraban otra pelea, o era la misma pero se había dirigido hacia otra parte.

 

-¡Leo!- Jaehwan corrió a lado del hombre que de inmediato ponía un gesto duro. –Yah, ¿por qué me recibes así? Deberías de abrazarme, o por lo menos darme un beso.

 

-Sigue soñando, Jaehwan, sigue soñando.- Jadeó severo.

 

-KEN.- Resaltó la ene final. –Soy Ken, ese y Leo, son nuestros nombres de amantes empedernidos.

 

-Jaehwan, sólo siéntate y ameniza el cumpleaños de nuestro Taesunggie.- Le ordenó.

 

-¡Já! A eso se le llama karma, querido Taekwoonnie.- Zinni se burló de inmediato.

 

-No haré comentario alguno.- Se cruzó de brazos. –Y tú, más vale que tampoco hagas comentarios.- Amenazó a Hongbin.

 

-¿Podrían dejar de discutir al menos una vez el día de hoy?- Taesung se quejó. –Llevan discutiendo todo el día, que si lo que preparará mi daemo de comer, que si la decoración, que si el césped se encuentra bien podado. ¿A quién le importa el césped?

 

-Perdónanos, Sunggie, ya sabes cómo somos.- Zinni se disculpó, tratando de ser un consuelo.

 

-No lo haría si no los quisiera.- Exhaló. –Ahora, ¿cuándo estará la comida?

 

-Concuerdo con mi ahijado, muero de hambre.- Al fin Hongbin fue capaz de alzar la voz sin salir regañado.

 

-¡Cierto! Iré por ella.- Zinni se levantó de su lugar, corriendo a la cocina.

 

-¡Yo te ayudo!- Jaehwan le siguió.

 

Mientras aquellos dos se encontraban en la cocina, Taesung tomó asiento. Su padre y su padrino le miraban peligrosamente emocionados. ¿Qué estaba pasando? Temió lo peor.

 

-Por favor díganme que no me compraron nada para mi cumpleaños.- Rogó. –Y si lo hicieron, ¿al menos Zinni daemo está enterada?

 

-Ella no sabe ni una palabra.- Hongbin sonrió por completo.

 

-Oh, no…- Jadeó, mientras empezaba a jugar con su anillo, una costumbre que había adoptado para liberar estrés. Los regalos de ellos solían ser de buena fe, pero eran excesivos. ¿Cómo decir que no a un departamento en Nueva York? Eso le habían regalado después de confesarles lo de su intercambio. O, el auto que ahora usaba, fue un regalo por ir a trabajar una semana entera a la empresa.

 

-No seas malo con nosotros, hijo, es tu cumpleaños, déjanos tirar la casa por la ventana.- Taekwoon rogó por un poco de comprensión.

 

Zinni y Jaehwan les interrumpieron con la comida. Por ahora, esa conversación estaba pausada, al menos hasta después de comer y de partir el pastel de cumpleaños que también había sido tema de discusión entre los tres adultos en cuestión. Realmente, era una celebración meramente familiar, pequeña, cálida. Hubiese sido casi imposible que Taesung no se sintiera mejor con ello, incluso no notó el ligero dolor de cabeza que le amenazaba. Ahora había algunos asientos vacíos, pero incluso así, disfruto de la reunión. Tras terminar la comida, y haber partido el pastel, llegó la hora de los regalos.

 

-¡Yo primero!- Jaehwan proclamó. –Para mi querido Taesunggie.- Le extendió la caja perfectamente envuelta en papel.

 

-Muchas gracias, pero…

 

-No repliques, ábrelo.- Demandó, como la figura de autoridad que le era.

 

-Está bien.- Taesung rodó los ojos, tratando de no reír. Quitó el envoltorio, observando las letras en rojo que indicaban que era una caja de una laptop nueva. ¡La que necesitaba! Se giró a verle con la boca abierta. ¡Ese hombre siempre sabía qué necesitaba! Y no entendía cómo. -¡Gracias!- Se alzó a abrazarle.

 

-Sabía que te gustaría.- Disfrutó ese momento, ya que su regalo claramente podría opacar a los demás.

 

-¡Sigo yo!- Zinni les obligó a separarse, clamando por atención. –Sunggie ah, sabes que el mío también es departe de Dasommie.- Sacó una caja por mucho más pequeña.

 

-No diga eso, me hará sentir mal por no poder haber hallado algo a tiempo para el cumpleaños de Dasom.- Gimió. –Gracias.- Entonces abrió el regalo. Discos, de sus bandas preferidas. Se mordió la lengua, para no gritar. Sabía que su música preferida no era bien recibida por los demás en esa familia tan extraña que tenía, pero que su madrina y Dasom hubiesen tenido el gesto de encontrar algo para él, le conmovía.

 

-Por cierto, hijo.- Taekwoon interrumpió el momento de emoción de su hijo. –Hace días, mientras no estabas, te llegó esto.- Sacó una caja, blanca, sin envoltorios, pero con una etiqueta.

 

Los ojos de Taesung se abrieron enormes. Conocía la poca delicadeza en ese presente.

 

-¡Es de Moonie!- Faltó poco para que brincara encima de la mesa a destartalar el paquete con tal de abrirlo. Levantó la tapa, descubriendo una gabardina negra que había sido comprada en Praga.

 

-Siempre me pregunté cómo esa relación de amistad sobrevivía estando tan separados.- Hongbin frunció los labios. –Ahora todo tiene sentido. ¡Moon te consiente!

 

-Moon no me consiente.- Taesung rio. –Él me compra. Sabe que si no tiene a un loco de atar, como yo, a su lado, entonces el que parecerá loco de atar será él.- Se rio, cubriendo su risa con su mano.

 

-Hablando de locura, ¿listo para nuestro regalo?- Taekwoon le advirtió.

 

-¿Ustedes le compraron un regalo?- Zinni habló entre dientes, ellos tenían estrictamente prohibido por Taesung y por ella comprarle algún tipo de regalo.

 

-Amor, nos es imposible no regalarle cosas.- Hongbin se excusó. –Después de todo lo que ha vivido…

 

-Esa no es excusa para ¡ustedes!- Le regañó.

 

-Está bien, daemo, con tal de que no me hayan comprado una isla, o algo así…

 

-¡Te dije que le compráramos una isla!- Hongbin golpeó el brazo de Taekwoon.

 

-Auch…- Se quejó. –Conozco a mi hijo, sé que una isla no le gustaría, serían al menos tres para complacerle.

 

-¡Yah! No soy así.- Taesung se quejó, provocando la risa de todos. Lamentablemente, sí era así.

 

-Sunggie ah, te compramos algo mejor. ¿Recuerdas ese viejo librero que viste en la tienda de objetos antiguos?

 

Las facciones de Taesung se suavizaron mientras asentía. Adoraba las tiendas de objetos antiguos, y ese librero le había enamorado, desde que le vio por primera vez. ¿Su padre y su padrino se lo habían comprado? Era por mucho el regalo menos ostentoso que le había hecho, pero rayos que le harían llorar si le decían que en efecto se lo habían comprado.

 

-Deberías ir a tu casa ahora.- Hongbin sugirió.

 

-No…~- Exhaló. ¡Sería hermoso! Ese librero combinaba tan bien, y le necesitaba para acomodar sus libros de ficciones. Se limpió los ojos, sin saber si lloraba o no. Debía ir a casa.

 

Se despidió de todos, guardando sus cosas en el coche. Maldición, se había sentido tan querido, que por un momento olvidó la crisis que pasaba. Realmente estar cerca de su familia era buen consuelo. Sonrió, mientras daba un último adiós con la mano. Quería llegar a casa y ver ese librero.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Minho se encontraba en el corredor se comercios, al centro de la ciudad. Buscaba, ahora, un restaurante donde comer, ya que había estado haciendo compras toda la mañana, bajo el sol.

 

Entró a una de esas cafeterías, demasiado modernas para su gusto. Sólo tomaría algo, sería mejor volver a casa y prepararse algo. Estaba a punto de hacer fila cuando notó esa mata de rizos cobrizos, varias personas adelante de él. ¿Taesung había regresado? ¿Por qué no le había dicho que volvió?

 

Se acercó a él, jalándole para sacarlo de la fila. Estaba molesto, y a la vez entendía que no tenía por qué. Sólo quería saber por qué no le había dicho que volvió.

 

-Yah, ¿quién se cr...- Taesung se quejó, apenas notando quién le había sacado de la fila. -Oh, señor Choi.- Sonrió.

 

-¿Qué haces aquí? ¿Cuándo volviste?- Le cuestionó rudamente. El chico no se veía consternado por la casualidad de encontrarse.

 

-Usted me pidió que fuera con mi familia a celebrar mi cumpleaños. No terminé mi trabajo aquí, tenía que regresar.- Se rio.

 

-¿Y por qué no llamaste?- Exigió una respuesta. No podía decir que se sentía traicionado, pero se lo había pedido, que le llamara. Quería ser su amigo, y el chico simplemente era demasiado distraído como para entender eso.

 

-Usted no me pidió eso.- Parecía burlarse, con ese ligero balanceo de su cuerpo y la manera en que mordía su labio.

 

-¿De qué estás hablando? Te lo pedí antes, ¿por qué no habría de ser igual ahora?- Jadeó. Estaba tan molesto con ese cabeza hueca.

 

-Lo siento, se me escapó.- Realmente no parecía sentirlo.

 

-Agh, claro, tú...tú...¡Hada malvada!- Se quejó.

 

-Yah, ¿por qué me llama así?- Se cruzó de brazos, haciendo un puchero.

 

-¿Y te atreves a preguntar? ¡No sé si en realidad eres así o te deleitas con confundir a la gente!

 

Le molestaba por dios, tenía tantas ganas de gritarle. ¡Que era un inconsciente! Que debería de decirle todas las veces que visitara la ciudad, que…¿Qué estaba pasándole? No había sentido esa desesperación en años, y esas ganas de querer regañar a alguien por hacer lo que se le viniera en gana. Entonces llegaba este chico nuevo, con su muy extraña manera de ser, y le sacaba de quicio a tal grado de quererle muy lejos, pero que no se alejara demasiado.

 

Taesung entonces giró el rostro, Minho casi juró que podía ver temblar su labio inferior, y no lograba atisbar si era de rabia o de llanto.

 

-Discúlpame.- Minho se apresuró a arreglar las cosas. -No era mi intención gritarte, me exalté y ahora parece que vas a llorar.

 

Taesung se giró a verle, cualquier emoción que había plasmado en su rostro ahora había desaparecido.

 

-No voy a llorar, yo no lloro.- Lo dijo serio.

 

-Claro, eso dices ahora, pero después...

 

-No. No lloro, en mi familia no tenemos la costumbre de llorar.

 

Minho alzó una ceja. Había visto el cambio en el chico, primero emociones muy fuertes abrumaban sus facciones, y después una seriedad que le templaba. Casi como si fueran dos personas diferentes con el mismo rostro.

 

-Yo...

 

-Lamento no haberle dicho que volvería.- Exhaló. -Usted se ha portado muy amable conmigo, y fui desconsiderado...

 

-No, tienes razón. No tenías por qué avisarme.- Jadeó.

 

-Es lo menos que pude haber hecho...¿Qué puedo hacer para compensarlo?- Preguntó.

 

-Podrías mañana comer conmigo...- Mordió el interior de su mejilla.

 

-Neh...- Descruzó sus brazos, sonriendo. -¿A dónde iremos?

 

Minho no pudo evitar sonreír, era absurdo. Habían discutido, sin embargo, concluyeron la discusión con una salida a comer. Agitó la cabeza, todo estaba mal, pero era inevitable.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Taesung llegó al lugar acordado. Minho se encontraba en una de las mesas en el exterior, de las que tienen enormes sombrillas haciendo sombra. Él se levantó haciéndole un gesto con la mano a manera de saludo. Regresó el gesto, acercándose.

 

-Disculpe mi demora...- Tomó asiento. -Ah...Hace mucho calor.- Se abanicó con la mano.

 

-Sí, no es un buen lugar para pasar el verano.- Minho esbozó una sonrisa.

 

-Me imagino, yo soy de más al norte, el calor nunca se ha sentido así.- Explicó.

 

-Oh, así que eso explica tu acento.- No trató de hacer burla, pero sonó gracioso.

 

-Mi acento, y mi manera de actuar...No crea que nosotros no sabemos que por ser del norte nos creen locos.- Rio, entre más al norte, más cerca de corea del norte, así que lo veían como una correlación con la locura.

 

-No es mi deber juzgar su forma de ser.- Se defendió.

 

-Oh, vaya, que amable.- Cubrió su boca, escondiendo una risilla.

 

Un mesero les interrumpió, ofreciéndoles la carta con el menú. Ambos tomaron las cartas y revisaron la lista. Para un día tan caluroso era difícil escoger algo que comer como plato fuerte. Tras varios minutos lograron ordenar algo, volviendo a quedar a solas.

 

-Taesung ah...- Minho le obligó a prestarle atención. -Yo ayer...Perdóname, me molesté porque...- Exhaló. ¿Cómo explicarle que quería saber cuándo iba a regresar para darle su regalo de cumpleaños? -Toma.- Le extendió una caja pequeña con un moño color verde.

 

-¿Q-qué es esto?- Taesung tomó la caja, arrastrándola sobre la mesa hasta tenerla consigo.

 

Era una caja pequeña. De colores y lunares, con ese adorable moño verde. Parecía infantil, pero le agradaba. Sonrió, mientras abría la caja con cuidado. Un separador de libros, pequeño, hecho de madera. Una lámina tan fina de madera, que no perturbaría las páginas de un libro. No obstante, lo que más impresionaba era la bella pintura a mano de un bosque con hadas. Se notaba cada pincelada, y la forma meticulosa en que fue hecho.

 

-Oh dios...- Jadeó. -...No debió...- Le observaba atento. Era tan sencillo y personal que le dejaba sin aliento.

 

Sacó del bolso que siempre le acompañaba un libro. Lo abrió, sacando un separador común, hecho de papel. En cambio, lo reemplazó por aquel bello separador. Cerrando con cuidado el libro y volviéndolo a guardar dentro de su bolso.

 

-Gracias...- Agachó el rostro, escondiendo un ligero sonrojo de alegría. -¿Por qué lo hizo, Minho?- Tras este regalo tan personal, no podía seguir llamándole de esa manera tan formal como lo era el decirle señor Choi.

 

-Hacía tanto tiempo que no celebraba un cumpleaños...Extrañaba esa sensación.- Miró sus cubiertos. -Te pedí que fuéramos amigos, así que el que hubieses cumplido años se me hizo una situación apropiada para dar un regalo .

 

-Me halaga...- Sonrió hasta achicar los ojos. -Gracias Minho, me ha fascinado.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Taesung miraba los aparadores de las tiendas. Minho le había hecho el favor de acompañarle mientras él buscaba una tienda en específico. Debía de comprarle algo a su madrina, ya que era la siguiente en cumplir años, y si no empezaba a buscar algo desde ahora, se conocía lo suficiente, como para decir que no lo compraría a tiempo.

 

-Oye, ¿y para quién es?- Minho le siguió a trompicones, ese chico iba demasiado rápido.

 

-¿Ah? Mi madrina.- Sonrió. –Además de cumpleaños, ha subido de puesto, entonces juntaré ambos regalos en este.- Unió sus manos, demostrando gráficamente lo que pensaba.

 

-Ya veo…Debes de quererla mucho…

 

-Neh…Estoy muy agradecido con mis padrinos.- Hizo una mueca. –Siempre que los hemos necesitado, han estado ahí para mi padre y para mí.

 

-¿Qué hay de tu madre?- Se consternó. No, nunca le había escuchado hablar de ella.

 

-Ella…ella murió en mi nacimiento.- Quitó la mirada, haciendo de menos el hecho. –Papá no habla mucho de mi madre, así que realmente jamás la conocí…

 

-Lo siento, no fue mi intención…- Trató de disculparse por haber cometido tal importunes.

 

-No se preocupe, lo dije, no la conocí, así que no la extrañó.- Le sonrió. –Mi padre ha hecho un buen trabajo como padre y madre.- Recogió su cabello por detrás de la oreja. –Me gustaría entrar a esta tienda, ¿me acompaña? O ¿prefiere esperar afuera?

 

-Yo…aquí me quedo…- Minho no supo qué más decir. La manera tan madura en que el chico hablaba de la muerte, y de dejar ir algo que no tuvo. A veces ni siquiera los adultos mayores podían actuar de esa manera tan seria.

 

Tras varios minutos le vio salir con el rostro disconforme. Obviamente no había hallado lo que buscaba. Se acercó a él, sin saber exactamente qué decir, pero de igual modo no fue necesario, ya que Taesung se quejó primero.

 

-Nada es bueno.- Colocó sus manos sobre su cintura, dando un aire de ser mejor que cualquier cosa. –Zinni es madre, espero que aún le gusten las cosas hechas a mano.

 

-Tenlo por seguro, Taesung ah.- Minho rio, ¿esa había sido su resolución? Ese chico realmente estaba loco.

 

Siguieron caminando, dejando que la gente y los comercios se quedaran atrás de ellos. No hablaban, incluso miraban en diferentes direcciones, pero no había necesidad de cambiar las cosas. Era cómodo.

 

Minho estaba guiándole, sin realmente saber a dónde le llevaba, y Taesung no pensaba mucho en ello. Hasta que llegaron a aquella calle. Le bastó un segundo para ver el nombre de la calle, y entonces se decidió. Lentamente deslizó su mano hasta tenerla cerca de la de Minho. Entonces no dudó en tomarle y salir corriendo hacia la dirección que él quería.

 

Minho se encontraba aturdido, pero no le fue difícil seguirle el paso y poder correr a su lado, en vez de ir corriendo de tras de él. Cuando Taesung al fin decidió detenerse, habían corrido al menos seis cuadras.

 

-¡Yah! ¿Por qué hiciste eso?- Minho frunció el gesto.

 

-Si me iba corriendo y lo dejaba atrás, usted iba a enfadarse mucho.- Comentó con gracia.

 

-Aigo, eres un malcriado. –Ese hada malvada realmente podría sacar de quicio a cualquiera.

 

-Quiero ir a un lugar por aquí cerca…¿Me ayuda a llegar?

 

-Agh~…Está bien, Taesung ah…

Notas finales:

No quiero decir algo que es muy obvio, pero Minho poco a poco está cayendo perdidamente por Taesung, ya verán que les depara el futuro >:D 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).