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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

¡Capítulo de la semana! :D

-¡Jung Taesung!- Minho le llamó la atención. –Llevas caminando veinte minutos sin sentido alguno. Sólo admítelo, estás perdido.- Rio. El chico le había pedido ayuda, para variar, pero en algún punto del camino Minho había insinuado que le era demasiado tedioso tener que darle instrucciones de cómo llegar a lugares. ¡Era obvio que el muchacho se iba a enfadar! Había tomado el rumbo, y no respondía a los comentarios que Minho le hacía.

 

-Usted, sin embargo, sigue siguiéndome.- Se detuvo, girándose para mirarle, de brazos cruzados. –Usted sabe a dónde va, pudo haberse ido hace rato.

 

Minho sintió como si hubiese chocado contra un muro de piedra. Sí había sido algo desconsiderado su comentario, pero no pensó que le fuera a molestar tanto a Taesung. Se notaba tan enfadado, ¿por qué no consideró peligroso lo molesto en su voz? Tenía que resolver esto, se sentía extraño saberle enojado, ¿qué pasaría si no le perdonaba? ¡Había sido un simple comentario!

 

-Tae…

 

-¿Ahora qué?- Se arrebató. –Si va a decir otra cosa, ahórreselo. Sólo váyase, yo seguiré por mi cuenta.- Jadeó, para después girarse y seguir con su camino. Realmente estaba más que dispuesto a hacerlo, si Minho no le hubiese detenido por el brazo.

 

Incluso ahora, enfadado, él se veía adorable. Minho recogió uno de esos rizos cobrizos en la frente de Taesung, moviéndolo a un lado, para poder ver ese rostro que le hacía sentir tantas contradicciones. Su mirada realmente calaba, más ahora que estaba molesto. No, el chico se negaba a dejar ir esa molestia. Rencoroso. Minho supo que no debía seguir descubriendo trozos de la personalidad de aquel hombre, pero le era inevitable. Se había controlado por un rato, pero después de aquel beso, era como si hubiesen cortado la red que evitaba que cayera por un negro abismal que no le decía cuándo iba a terminar. Caía, caía sin control alguno de lo que estaba haciendo. Gimió, ¿por qué le seguía mirando de ese modo? No había pretendido ofenderle, sólo fue un comentario que creyó conveniente al momento. Definitivamente, no podría decir qué era pertinente o no cuando se trataba de este chico…Así que tomaría el riesgo.

 

Le tomó por el mentó, alzándole el rostro, lo suficiente para hacerle ver un poco más altivo. Definitivamente, el autocontrol del chico era mucho mejor que el propio. Colocó su boca sobre la ajena, en un suave ósculo, que esta vez tomó por sorpresa al de menor edad. Minho lo notó, el chico se había desconcertado con eso, así que terminó por sonreír sobre aquellos labios.

 

-Usted…realmente me hizo llegar a mi límite…- Taesung jadeó, con las mejillas ruborizadas por completo, esbozando una ligera sonrisa.

 

-Aigo…- Minho suspiró. Aún enojado, el chico sonreía. ¿Cómo lograba hacerlo? Esa hada, disfrazada de hombre, lo único que tenía que hacer era sonreír, y todo el mundo sería destruido ante el encanto que exhalaba. -…No lo hice apropósito, aunque probablemente no me creas.- Le soltó, dejando que el chico diera un paso hacia atrás y volviera a cruzarse de brazos. –Debimos haber dado vuelta a la derecha hace dos cuadras.- Confesó. –Aún podemos retomar camino.

 

Taesung rio, relajándose. Enojarse le era tan fácil, algo heredado de los adultos que le rodearon desde siempre. Pero en este momento, el hombre que le acaba de besar le había hecho perder las ganas de seguir enojado. Le tomó de la mano, tomando el camino que les llevaría de regreso a donde debieron de haber llegado originalmente.

 

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Hacía un par de días que Taesung no le llamaba, así que Minho esperaba, atento, a que su celular sonara. Frunció los labios, ¿por qué no sonaba? Deseo que sonara, aun cuando también se regañaba por estar deseando eso. Sólo por un momento, no pensaba, ansiando que su celular sonara.

 

El aparatito sonó, encendiendo la luz lateral que anunciaba la llamada entrante. Minho brincó para tomarle de inmediato. Ni siquiera tuvo tiempo de revisar de quién se trataba. Sólo respondió, imaginando aquella voz que debía estar al otro lado.

 

-¿Si?...No...Lo siento, está equivocado...- Vaya decepción. Había esperado tanto esa llamada que el que no lo fuera había sido desquiciante.

 

Minho hizo una mueca, dejando de lado el celular. ¿Por qué Taesung no le llamaba? ¿Acaso no tenía que salir a algún lugar? Bueno…El chico podía estar metido días en esa habitación de hotel, sólo durmiendo y hojeando libros…Aunque ese era su trabajo, efectivamente. El chico reparaba los libros que le pedían que consiguiera. Bufó, ¿estaría ocupado con alguno de esos libros? Tal vez no debía interrumpirle…O tal vez dormía, lo cual sería peor si le despertaba. Resopló, dudando qué hacer. ¿Debería de seguir esperando? O ¿debería llamarle él mismo y terminar con el suspenso?

 

No lo resistió. Volvió a tomar su celular y buscó rápidamente en la lista de contactos. Le llamaría. Marcó, escuchando la llamada completar su proceso. El timbre que el chico tenía como tono era aterrador, pero considerando su extravagancia, debía ser lo más normal en él. Suspiró, esperando a que contestara, no había algo peor que tener que esperar.

 

-¿Yuh-ba-sae-yo?- Contestó.

 

-Ah…Tae…- Minho pudo escuchar la música de fondo que el chico traía. Debía ser la radio. -¿Estás manejando?- Preguntó, antes de causarle algún problema.

 

-Ah, sí…Espere, estacionaré el auto en un segundo…- Comentó rápido, para dejar la línea silenciosa por demasiado tiempo. -¡Listo!- Volvió. -¿Qué se le ofrece, Minho?

 

-No, nada…Es que…- ¿Qué le diría? ¿Qué había estado especulando un montón de cosas acerca de por qué no lo había llamado en días? –Quería saber si no habías muerto…- Gimió.

 

-Vaya…Se ha preocupado por mí.- Rio. –He estado ocupado, lamento haberle preocupado.

 

-Entiendo…- Tan ocupado que no le había dado señal alguna de vida. Torció los labios, eso le molestaba, y no terminaba de entenderlo. El chico sólo se encontraba trabajando…Eso le hizo darse cuenta, el chico se encontraba manejando. Iba a un lugar. ¿Por qué no le había pedido ayuda para llegar? Siempre lo hacía (hasta donde llegaba su conocimiento, aunque eso no significara que el chico no salía si él no le acompañaba). A menos que siguiera enojado por su comentario. Minho echó la cabeza hacia atrás. ¿Tanto le había hecho enojar? Le recordó molesto, y su mirada rencorosa. Una de las miradas más serias y adherentes que jamás vio. Podía aún sentir esa mirada. -¿Vas a algún lado?- Se atrevió a preguntar, esperando por una respuesta a todas las dudas que tenía en la mente.

 

-Sí…Es algo rápido.- Respondió. –De último momento me llegó la petición de un libro fácil de ubicar, y estaba en buen estado, así que iré a entregarlo.

 

-¿Tienes la dirección?- Le incitaba, queriendo descubrir si seguía molesto.

 

-Neh…Oh, ¿piensa que me voy a perder?- Se escuchó una vaga risita. –No debe de preocuparse. Me han dado instrucciones detalladas.

 

-¿Quién hace eso?- No era por desconfiar,

pero todo el mundo es un peligro. ¡Este chico debía ser realmente ingenuo! Al menos no seguía enojado. –Y tú ¡inconsciente! Realmente…- Se estresó de imaginar diferentes escenarios.

 

-Minho…- ¿El chico reía? –Tranquilo. No soy lo que parezco. Mi padre ama las artes marciales y el boxeo. Sé defenderme. No obstante, usted no debería de desconfiar de todos; las personas no son malas.- Le sermoneó de manera suave y tranquila.

 

-¿Seguro que estarás bien?- Tal vez el chico realmente estaría bien. Tal vez no debería de asustarse por él. Pero ¿por qué era tan difícil aceptar eso?

 

-Neh…¡Ya sé! Para que se sienta tranquilo, mañana comamos juntos, ¿le parece? Así le probaré que sigo con vida.- El optimismo de su voz era el mismo de todos los días, provocando esa sensación de constancia y estabilidad que no cualquiera tiene.

 

-Sí, está bien. Sólo mantente a salvo, ¿ok?- Le era difícil terminar con todo ese rollo sobreprotector. El chico actuaba como un niño, cualquiera podría pensar en hacerle daño. Se estresaba tan fácilmente.

 

-Minho…Gracias por preocuparse…

 

Entonces lo volvía a hacer, Taesung le proporcionaba algo para hacerle sentir mejor. El chico había dicho que las personas no eran malas, seguro de ello. Deseaba poder pensar de ese modo, volver a ver el mundo de manera más amable, pero le era imposible. La llamada terminó, y como siempre, cuando dejaba de hablar, o de ver, al chico, sentía como un remolino de culpa y bruma le envolvía. No debería de sentirse bien, la felicidad era algo que había dejado atrás. Sabía que tampoco debería de preocuparse por alguien de la manera en que lo hacía por este chico. Esas eran cosas que sólo debía haber hecho con una sola persona…Pero a estas alturas, sentía que no podía controlar sus sentimientos y propias acciones.

 

Jadeó, buscando asiento. ¿En qué momento perdió el control de su propia vida? Tal vez nunca lo tuvo. Ni siquiera cuando Taemin estuvo a su lado. Desde un principio, fue todo una serie de impulsos que escribieron la historia tal y como estaba ahora. ¿Por qué no podía dejar de sentir? ¿Por qué no podía simplemente dejar de existir?

 

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Minho ordenó una rebanada de pay, mientras esperaba a que Taesung llegara. Supuestamente habían quedado en comer, pero a mediación de mañana, Taesung había llamado, rogando por mover la comida, a la hora de la merienda. Al parecer tenía que volver a salir, y no lograría llegar a tiempo. Sinceramente, se encontraba algo decepcionado, el chico súbitamente había empezado a salir, sin pedirle ayuda de cómo llegar a lugares, dejando de frecuentarse…¡No! No debería de decepcionarse, no debería sentir nada. ¡Ahora todo era mucho más confuso!

 

-¡Lamento la demora!- Taesung llegó, haciendo una reverencia como disculpa. –He tenido un día ajetreado.

 

-Puedo notarlo, Tae…- Minho hizo una mueca, ofreciéndole que se sentara.

 

-¿Ya ordenó?- Taesung le sonrió, con una de las muchas muecas bonitas que tenía. Minho realmente deseaba que el chico no le sonriera por una vez, que no le hiciera interesarse más.

 

-Sí, yo no sabía…cuando ibas a llegar y…

 

-Oh, está bien. No debería de esperarme.- Llamó a un mesero, que de inmediato le trajo el menú. El chico rápidamente señaló algo en el menú, mostrándole la imagen al mesero, quien lo anotó y se retiró de inmediato. –Me he vuelto loco con tantas vueltas…- Suspiró. –Es bueno tomar un momento para descansar.

 

-No deberías de trabajar demasiado, ni siquiera cuando es tu placer.- Minho fue serio. –Puedes lastimarte.

 

-No puede seguir aconsejándome, si usted ha dicho que trabaja tanto como yo.- Rio.

 

-Conozco bien los riesgos y las consecuencias.- Sonrió de lado. -¿Aun tienes trabajo por hacer?

 

-Vine a trabajar señor Choi, cuando termine entonces deberé irme.- La mirada que le dio era singularmente interesante. Minho no supo cómo procesar esa mirada.

 

-Ya veo...- Jadeó, sabía que eso significaba que no iba a verle, probablemente hasta un día antes de que el chico se fuera.

 

-A menos que...- El chico jugaba con la cordura de Minho. -Usted me invite a salir a algún lado.

 

-...Estás buscando alguna excusa para perder tiempo, ¿no es así?

 

-Tal vez.- Se encogió de hombros.

 

El mesero volvió, sirviéndoles un café a cada uno. Taesung tomó su taza, y el hecho de que bebió el café amargo pasó totalmente desapercibido por Minho, ya que él se distrajo con la sortija que el chico usaba en el dedo medio de su mano derecha. ¿Siempre lo usó? No sabría decirlo, cada vez que el chico le tomaba de la mano, lo hacía con la mano izquierda. O dios, ni siquiera sabía si el chico era derecho o zurdo. ¿Por qué no lo notó antes?

 

-¿Qué es eso?- Señaló la alianza que el chico portaba.

 

-Un anillo, Minho.- Respondió con tono burlón.

 

-Supongo que sí, obviamente...- Torció los labios en una mueca. -Me refiero a que...Tal vez es el recuerdo de algún...¿prospecto?- Minho no supo cómo llamarlo. Taesung coqueteaba con chicas, pero también lo hacía con hombres, y a él lo había besado.

 

-No, no. Ningún prospecto.- Aclaró tras una sonrisa. -Ha estado tanto tiempo conmigo...- Miró su mano.

 

-¿Tal vez sea de graduación?- Sí, tendría demasiado sentido que el chico tuviera un anillo de graduación.

 

-No lo sé...No recuerdo...- Subió la mirada, bajando su mano, como si quisiera esconderla de Minho. -Me lo dio alguien que me quiere, de eso estoy más que seguro. Me siento bien cuando lo traigo puesto, me da seguridad...Debe ser alguna reliquia familiar...- Jadeó.

 

-Oh...- Minho se dio una bofetada mental. Era sólo un anillo. Muchos de esos se hacían al año. Miles de personas portaban el mismo diseño, sobretodo cuando se trataba de una sortija sencilla.

 

-¿Usted ha regalado algún anillo?- Se veía tan interesado, ansioso de escuchar una respuesta. ¿Qué esperaba escuchar?

 

-Hace muchos años...- Se encogió de hombros. - Lástima que no se pueda regresar el tiempo.- Entonces le ofreció su mano, pidiendo que Taesung sacara de su escondite la suya. Lo notó, cuando la escondió fue porque el chico se sintió intimidado por la manera en que miraba su mano. -Sin embargo, considero tierno que uses algo como un amuleto. Más aún, si dices que es de tu familia. Eso lo vuelve adorable.

 

Taesung rodó los ojos, dejando que su mano quedara atrapada por la de Minho. Nunca le molestó ese tipo de contacto, y al parecer a Minho tampoco.

 

-¿Por qué me llama adorable?- Preguntó, serio.

 

-¿No lo sabes, en verdad?- A Minho eso le parecía más que sorprendente. Pensaba que el chico simplemente lo negaba, no que desconociera su rara característica. -Tienes actitudes que no van conforme a tu edad. -Se ganó una mala mirada del hada. -No me malinterpretes, no dije que seas inmaduro. De hecho, eres la persona más madura que conozco, para sólo tener 28 años. Pero...eres bueno, realmente lo eres. Confías en desconocidos, crees que los humanos somos buenos...Como la inocencia de un niño. Me recuerdas tanto a la ingenuidad y la inocencia...Ojalá nunca corten tus alas, hada...

 

Taesung le miró, atento a sus palabras. Batalló, súbitamente para respirar. La mirada de Minho era pesada y triste, le abrumaba, provocándole un nudo en la garganta. Quitó su mano de la de Minho, no le gustaba esta conversación.

 

-El mundo no es malo, Minho.- Dictó, quitando la mirada. Estaba seguro que aquel hombre tenía una conceptualización errónea del ser humano.

 

Minho lo notó, entonces. Su forma de pensar, sus sonrisas. Eran parecidas a Taemin. O al menos eso quería creer, lo cual sabía que estaba mal. Quería convertir a este chico en Taemin, dentro de su cabeza, para poder sentir paz.

 

Al fin llegaron los postres, cortando el tenso ambiente que se había formado en la mesa. Cada uno pensaba en su propio mundo, mientras el silencio les envolvía.

 

-¿Qué pidió?- Taesung cortó el silencio, ofreciendo una tregua.

 

-Pay de manzana.- Minho sonrió. Aquel postre se había vuelto su favorito desde aquel día en que Taemin lo cocinó para él. -¿Gustas?

 

-Oh no, no puedo.- Se precipitó a responder.

 

-¿Alérgico?- Tildó la cabeza, preguntándose si Taesung padecía de alguna alergia.

 

-No...Pero...- Jadeó. -No me gustan las manzanas...- Se avergonzó. -Cuando las como, su sabor y textura me provoca esa sensación incómoda en la nariz que viene antes de un dolor de cabeza. Como si se tratara de un mal recuerdo que quisiera olvidar.

 

Entonces esos pequeños detalles, le recordaban a Minho que este chico no era Taemin, y que nunca lo sería, a pesar de su parecido. Le miraba, y se preguntaba si avanzar era una buena idea.

 

-Lo entiendo…¿Tú que comes?

 

-Pastel de moras y queso.- Sonrió. -¿Quiere?- Empujó su plato hacia Minho, rogando con su mirada, para que el mayor aceptara.

 

-Está bien…- Suspiró, tomando un trozo. -…¿Te gustan las moras?- Comió el bocado.

 

-Sí, bastante. Pero, diría que mi sabor preferido es la menta.- No lo pensó, el chico tenía bien definido su sabor preferido. –Amo el chocolate con menta.

 

-¿Chocolate con menta?- No solía tener en su haber esa combinación.

 

-Lo amo…Mi madrina lo odia, supongo que por eso me autoimpuse el comerlos. Para tener siempre en casa y molestarla.- Rio. –Terminé amándolo, y a otras combinaciones.

 

Cuando por fin creía que aclararía sus sentimientos. Minho encontraba rasgos naturales de Taesung que también le gustaban. Los que no tenían parecido alguno, se le hacían tan fascinantes, desconocidos, y temía de las ansias que tenía por terminar de conocerle.

 

-Entonces eres un malcriado que le da a su madrina el dulce que detesta.- Repitió.

                                                                                                                                                                     

-En mi defensa, jamás se los di, directamente. Yo ofrecí chocolates, jamás especifiqué de qué tipo, ni para quién eran.- Sonrió recordando su travesura. -…A veces extraño esos tiempos…- Jadeó. –Regresar de la escuela, a mi casa, con mi familia, y pasar el tiempo.

 

-Tu vida suena fantástica.- Trató de hacerle sentir mejor. En efecto, el chico había llevado una buena vida, y aunque tuvo pérdidas, sabe cómo manejar esas situaciones, evitando el dolor. Si tan sólo Minho supiera cómo deshacerse del dolor.

 

-¿En serio?- Le miró, entonces ¿por qué sentía que ni en su propia vida había cabida para él?

 

Minho le observó a profundidad. El chico no conocía muchas cosas acerca de su propia manera de ser. Como si jamás se hubiese visto en un espejo. Tal vez por eso era tan educado, tenía mucho valor, pero le gana su manera modesta de ser.

 

La conversación siguió, siendo un poco más relajada. Taesung hacía comentarios graciosos, absurdos, acerca de lo que había pasado en este día tan complicado, o sobre su vida, y los muchos incidentes que había provocado. Minho escuchaba, mientras un torbellino cada vez más complejo se formulaba en su cabeza.

 

Al acabar la tarde, Minho acompañó de regreso al chico al hotel. Taesung ahora era el callado, mientras Minho buscaba hacerle hablar con espontaneas preguntas. ¿Acaso se turnaban para perderse en sus propios pensamientos?

 

-Llegamos…- Minho señaló al hotel, mientras Taesung detenía su paso. –No trabajes demasiado, ¿de acuerdo?

 

-Lo haré…- Masculló, mordiendo su labio inferior. -…¡Minho!- Le detuvo antes de que aquel hombre se fuera. –Yo…- Se acercó, robándole un beso. –Tal vez dentro de dos días ya no me encuentre trabajando…- Susurró, sonrojándose.

 

-Entonces…te llamaré…- Sonrió. El chico le hizo un espacio, para que volvieran a salir.

 

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-¡Espera!- Minho tomó a Taesung por la mano. El chico siempre estaba corriendo, alebrestado como colibrí en primavera. –También quiero llegar, pero no por eso hay que correr.

 

-No…- Taesung rio. –Debemos correr, o nos perderemos el inicio.- El chico había estado investigando en su laptop cosas de sus libros, y así descubrió una puesta de escena que se iba a montar en el centro de la ciudad, al aire libre. Era entrada libre, así que había invitado a Minho a ir.

 

-Vamos con veinte minutos de antelación, ¿cuál es la prisa?- Le detuvo por los hombros, fijando sus pies en el suelo, y servir como ancla para que Taesung dejara de moverse.

 

-Suelo llegar temprano, no me haga retrasarme.- Rio. –Por favor, jebal, jebal, jebal…- Rogó.

 

-Agh, está bien.- Puso los ojos en blanco, dejando que el chico volviera a su apresurado paso.

 

Llegaron al lugar, y en efecto apenas estaban empezado a promocionar, atrayendo a algunos transeúntes. Taesung tomó asiento en una de las sillas que habían dispuesto, esperando alegremente a que terminaran de prepararse y empezaran con la puesta. El aplaudía al ritmo en que los demás lo hacían, divirtiéndose. Minho le observaba, desviando su mirada de vez en cuando a la obra. Sonrió, aceptando que tal vez era divertida esta salida. Escuchaba al chico reír, y podía darse cuenta que tenía que relajarse, esa risa le relajaba.

 

El invierno no era, exactamente, la mejor estación del año para hacer una puesta en escena al aire libre. Y aunque Taesung se había vestido para la ocasión, no evitó temblar ante las ligeras ventiscas heladas. Minho lo notó, y no lo dudó. Se quitó su saco, poniéndolo sobre los hombros del chico. Taesung rápidamente se giró, sosteniendo el saco que ahora se encontraba en sus hombros. Susurró un ligero gracias, agregando una reverencia sutil con la cabeza.

 

Al acabar la corta obra, decidieron caminar, paseándose por las calles. Taesung lentamente enredó su brazo con el de Minho, riendo traviesamente. Sabía que implicaba caminar más lento, pero le gustaba la compañía de Minho.

 

-Tae, ¿qué piensas hacer mañana?- Minho preguntó, antes de que el chico hiciera uno de sus comentarios absurdos.

 

-Pues...- Jadeó. -Debo empacar.- Mordió el interior de su mejilla, sin ver el camino. Minho era quien decidía a dónde iban.

 

-¿Te vas tan pronto?- Sin querer, su voz había sonado tan decepcionada.

 

Taesung se tuvo, un segundo, obligando a que Minho también se detuviera y se girara a verle. ¿Qué le ocurría al chico? Hacía rato estaba tan alegre, y ahora callado. ¿En qué pensaba?

 

-Me iré dentro de poco...- Confirmó. -Quiero pasar las fiestas con mi familia.

 

-Y ¿cuándo vuelves?- Le preguntó, notando el ligero nerviosismo en el chico.

 

-Tal vez después de año nuevo...

 

-Eso implica un tal vez no.- Minho no quiso acusar, pero a eso sonó.

 

-Neh...Tal vez vuelva hasta finales de abril, principios de mayo...

 

-¿Principios de mayo?- Se exaltó. -¿Por qué tanto tiempo?

 

-Yo...Lo siento...- Agachó el rostro.

 

-Ah...Mayo...- Repitió como tonto. -En mayo se cumplirá un año de habernos conocido. -Ni siquiera tuvo que hacer cuentas. Lo sabía, había pasado tanto desde que se conocieron.

 

-Un año...- Jadeó. -Usted se ha vuelto tan importante en un año...

 

Minho sonrió, acariciando con su mano libre la mejilla del chico. Taesung siempre siendo tan sincero. Eran estos sencillos momentos en los que dejaba su mente atrás y dejaba que su inconsciente tomara el control.

 

-¿Qué tan importante?- Coqueteó.

 

-No lo sé...aún...- Gimió momentos antes de que Minho le consignara un beso. -...Agh...- Respiró de golpe.

 

-¿Piensas descubrirlo?- A penas y se alejó, observando el sonrojo en el rostro de Taesung.

 

-...Sí...

 

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Minho llegó a su casa, sin mucho ánimo. Había despedido a Taesung, el chico se acababa de ir y no pensaba volver hasta dentro de otros cinco meses.

 

-¿Qué estoy haciendo?- Jadeó en voz alta, mientras se dejaba caer en el sofá.

 

No sabía por qué hacía lo que hacía. A veces disfrutaba de pasar el tiempo con el chico, sin darse cuenta de que el tiempo pasaba. Otras veces, imaginaba que el chico podría parecerse en exceso a Taemin, y eso precedía a sentirse mal e imaginar que Taemin no estuviese de acuerdo con esto nuevo que estaba diciendo.

 

-¿Qué debo de hacer?- Cubrió su rostro con sus manos, preguntándose si realmente Taemin hubiese estado de acuerdo en que a él le gustara alguien más. Que siguiera adelante.

 

-Esto es tan difícil...

 

Su cabeza dolía, tratando de discernir entre lo que estaba bien y lo que no. Y el ruido no era de mucha ayuda. ¿Huh? ¿Ruido? Minho se puso en pie y caminó hacia la puerta, el timbre sonaba entre largos lapsos, como si le dieran tiempo de acercarse a la puerta.

 

-¿Quién es?- Abrió la puerta, cansado de la interacción con humanos. Sería más fácil si la tierra se lo tragaba, terminando con su vida.

 

-¡Ves! Aún se viste como civil, está bien.- Ese par de mujeres locas discutían justo en la puerta. –Buenas tardes Minho.

 

-¿Qué hacen aquí?- No era por ser grosero, pero Dara y Chaerin yendo a visitarlo no era precisamente lo más normal en su vida.

 

-Hace tanto que no molestas, que Chaerin empezó a creer que te habías vuelto ermitaño.- Dara rio. –Pero aun tienes pinta de seguir en tus cabales.

 

-No por mucho…- Masculló. –¿Así que sólo vinieron a ver si no he perdido la cordura?- ¿Qué tan aburridas deberían de estar como para ponerse a pensar en quién y quién no se ha vuelto loco?

 

-Deberías de estar agradecido.- Chaerin torció los labios. -¿Por qué nos miras así? Estamos haciendo un bien.

 

-Cierto…- Sacudió su cabeza, no debía ser grosero con sus visitas. –Pasen…Lo siento, me es raro verlas juntas…

 

Dara y Chaerin se sentaron en el sofá, dispuestas a responder ante aquella observación.

 

-Tengo que aprovechar el tiempo con mi adorada Chaerin mientras estoy en la ciudad.- Dara pellizcó la mejilla de su esposa, molestándola.

 

Era cierto, Dara siempre se encontraba de viaje. Minho sabía (lo supo después) que el sueño de Taemin de viajar y conocer el mundo, había sido debido a Dara y su trabajo.

 

-Es una mentirosa.- Chaerin puso los ojos en blanco. –Sólo me usa para tener una casa a dónde llegar a dormir cuando viene de visita.

 

Minho rio, era extraño verlas juntas porque nunca lo estaban, pero cuando lo hacían se la pasaban quejándose y haciéndose reír. Ellas eran la prueba de un buen amor, puesto que se habían mantenido juntas a pesar de las circunstancias.

 

-No miento, pero tampoco niego que me gusta llegar a casa después de un largo viaje.- Dara fingió bostezar.

 

-Sin embargo vuelves.- Minho se cruzó de brazos, observándolas. –Tu trabajo implica estar de viaje todo el tiempo.

 

-Bueno, yo jamás me sentí parte de algún lugar. Hasta que conocí a Chaerin. Ella me hizo sentir que debía quedarme, y que podría volver si en el dado caso tuviera que irme.- Se encogió de hombros.

 

-¿Cómo puedes vivir así?- Minho ahora cuestionó a Chaerin, quien también se encogió de hombros.

 

-Por amor, uno acepta vivir en las más precarias situaciones.- Jadeó. -¿Cómo has estado, Minho?- Cambió la conversación, notando el cambió de expresión en el rostro de Minho.

 

-Estoy tan confundido.- Jadeó con la cara escondida entre sus manos. –Se trata del chico que conocí. Se llama Taesung, y juro que es la persona más fantástica que he conocido en años…-Admitió, nadie había logrado hacerle sonreír de la manera en que este chico lo hacía.

 

-¡Omo!- Dara se emocionó. -¿Es a quien le regalaste eso de las hadas?

 

-Sí…Está un poco loco por las hadas…- Exhaló una risa. –Está un poco loco, punto. Cualquier cosa que hace, cuando está en la ciudad, es capaz de hacerme cambiar mi humor y eso me estresa. Porque aunque trate de ignorar su existencia, yo…simplemente no puedo.

 

-¿Te gusta?- Dara realmente se encontraba en su mundo de ensueño.

 

-Me gusta, pero no sé cuál es el verdadero motivo…- Suspiró. –Siento que lo quiero convertir en Taemin, y sé que eso no puede ser.

 

-Minho…- Chaerin le llamó.

 

-No, Chae. No entiendes, se parece tanto, que me vuelve loco. Pero…Es diferente, totalmente diferente.- Jadeó. –No sé qué hacer.

 

-Y ¿le gustas a él?- Dara cuestionó algo realmente importante.

 

-Sí…supongo…- Esbozó una ligera sonrisa. –De otro modo sería un chico excesivamente coqueto.

 

-Creo que debes segregar tus motivos.- Chaerin se cruzó de brazos. –Analiza lo que te gusta de este chico, lo que llamas diferente. Y si es suficiente motivo, entonces sigue adelante.

 

-Pero…Taemin…

 

-Minho, Taemin estaría de acuerdo con tu decisión de seguir adelante…- Trató de animarle.

 

-No es como si se tratara de nuestro Taemin, a quien le prohibimos verte por la diferencia de edad…- Dara comentó, ganándose una mirada de desaprobación de parte de Chaerin. –Está bien…- Se disculpó. –Minho, Taemin te quiso como no quiso a nadie más. Era joven, pero contigo pasó lo más lindo que pudo haber vivido. Quédate con ese recuerdo, pero es sólo eso. Un recuerdo. No se puede volver el tiempo atrás. Tienes que disfrutar del ahora. Y si ahora hay alguien más, que te hace sentir como desquiciado con tan solo poner un pie en la ciudad, y no puedes dejar de pensar en él. Entonces disfruta de este momento.

 

Minho se quedó callado, meditando. Aun dolía saber que Taemin era sólo un recuerdo. Entonces estaba Taesung, él había perdido a su madre, y no se encontraba adolorido por ello. Quizás si continuaba con esto que sentía, si terminaba de conocer a Taesung, aprendería a no sentir dolor como él. Tal vez podría aprender tanto de él.

 

-E-este chico me gusta mucho…- Gimió con voz trémula.

 

-¿Se lo has dicho?- Chaerin cuestionó.

 

-No…Se acaba de ir de la ciudad…Siempre que lo hace me deja con la sensación que no va a volver…- Lo sintió desde aquella vez, su mirada lo decía. Taesung no quería volver, no le agradaba…Si lo hacía era por él…

 

-¡No es excusa!- Dara animó el ambiente. -¿Tienes su celular?- Esperó a que Minho asintiera. –Entonces puedes decírselo.

 

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Taesung se dejó caer en la cama, bajo la mirada inquisidora de Jaehwan. Una vez más le había llevado corriendo a lo que solía ser su habitación en casa de su padre. Necesitaba hablarlo, pero la enorme sonrisa en su boca le impedía soltar prenda de lo que estaba sucediendo dentro de su cabeza.

 

-¿Esto tiene que ver con el hombre del cual me hablaste aquella vez?- Jaehwan terminó por romper con la ensoñación del chico.

 

-¡Sí!- Se irguió rápidamente, rebotando un poco en la cama. -¡Sí! Oh dios, me gusta. No tengo duda alguna, él me gusta.- Confesó.

 

Desde que le había conocido, algo en Minho le atraía. Empezó con esas simples salidas a las que Minho le invitaba, y entonces él dijo que fueran amigos. Eso le había motivado a seguir frecuentándole, a pedirle ayuda y consejos. Cuando decidió no volver a la ciudad, Minho rogando que regresara, aunque fuera una vez más, y confesando su curiosidad, había sido la gota que derramó el vaso de sus sentimientos. Minho también se sentía atraído, y aunque no sabía exactamente si era de la misma manera, por lo menos tenía una gran ventaja al saber eso.

 

-¿Qué es lo que te puso así?- Jaehwan no quería verse curioso, pero Taesung sabía que realmente se moría de ganas por saber toda la historia.

 

-Puede que…- Se mordió el labio inferior. -…Lo haya besado.- Rio absurdamente, apenado de su acto.

 

-¡Bwoh!- Los ojos de Jaehwan se abrieron a más no poder. Se sentó rápidamente a lado de Taesung, atento a cualquier otro detalle.

 

-No lo resistí…Él me gusta mucho…- Suspiró. Pocas veces había sentido sentimientos hacia alguien, pero indudablemente jamás se sintió como se sentía con respecto a Minho.

 

-Y ¿qué pasó?- Rogó por saber más.

 

-Nada…- Se encogió de hombros, aun sonriendo. –Después nos volvimos a besar…y nos volvimos a besar…y a besar…

 

-¿Cuántas veces se besaron?

 

Taesung se encogió de hombros de nuevo, perdido en las nubes. Jaehwan entrecerró los ojos, el chico no quería dar detalles, tendría que buscar una manera de hacerle hablar. Mientras tanto sólo podía zangolotear al chico enamorado.

 

-Dejé de contar después de cinco…- Taesung al fin habló. –A veces él iniciaba el beso…Otras veces yo…Me besaba cuando yo me encontraba molesto…- Rio. –Y yo le besaba cuando se distraía.- Volvió a reír.

 

-Oh, eso suena a que también le gustas.- Jaehwan chilló.

 

-Eso creo…- Suspiró.

 

-¿Cómo que crees? Si te besó tantas veces, sólo puedes gustarle, o que sea un jugador. En dado caso, Sunggie ah, por favor no pongas tu corazón en algo que terminará doliéndote.- Aconsejó. Súbitamente había dejado de parecer el confidente de Taesung, y se había vuelto el adulto responsable que era.

 

-No…No tiene la pinta de ser jugador…- Ciertamente no podía defenderle, no lo conocía lo suficiente aún. Quería conocer a Minho, descubrir cada secreto de su ser. –Se trata…Es la manera en que me mira. Hay veces, cuando me ve, que quita la mirada, y me hace sentir como si me aborreciera…- Exhaló. Desde que le conoció había sido así, pero no le había molestado tanto hasta que decidió que la atracción que sentía por él era el principio de un enamoramiento.

 

-¿A qué te refieres, Sunggie ah?

 

-No lo sé…- Cruzó los brazos sobre su cintura. –Es como si cambiara de decisión de un momento a otro, como si decidiera detenerse y no darme una oportunidad…

 

-Oh, cariño…- Trató de reconfortarle con un suave abrazo.

 

-No sé qué haré si al final, termina por no corresponder mis sentimientos…- Jadeó, tratando de no imaginar ese escenario.

 

-Si no te corresponde, se estaría perdiendo de la mejor persona que algún día se enamorará de él.- Le apretó por lo hombros, obligándole a sonreír.

 

-Yo no diría eso…- Susurró, terminando en un suave jadeo. Jaehwan estuvo a punto de volver a replicar, cuando tuvieron que interrumpir la conversación debido a que el celular de Taesung sonaba. El chico revisó el identificador antes de contestar. -…Es él…

 

-Anda, contesta.- Jaehwan le urgió, agitando sus manos para que se apurara.

 

Taesung asintió, tomando un respiro antes de poder atender a la llamada que seguía esperando por ser respondida.

 

-¿Diga?- Fue quizás demasiado formal como para ser informal; no había sabido cómo responder. –Buenas tardes, Minho…- Automáticamente sonrió. –Neh…Ocupado en trabajo…- Cubrió su boca para evitar reír. -¿Huh? Ah, sí entiendo…Un libro…- Exhaló. –Deme un segundo, buscaré donde anotar.- Le hizo una señal a Jaehwan para que le pasara algo y pudiese anotar. Jaehwan miró a su alrededor, corriendo al escritorio para pasarle una libreta y una pluma. –Listo, dígame cuál libro…- Taesung definitivamente estaba alegre. –En cuanto lo consiga, se lo llevaré…Adiós, Minho.

 

Colgó, dejando escapar un gran suspiro. Volvió a tomar asiento en la cama, regresando a las ensoñaciones que momentos antes había pausado por contarle esta historia a su amigo.

 

-¿Qué fue eso?- Jaehwan molestó con cierta burla.

 

-Un…acto de desesperación.- Exhaló.

 

-¿A qué te refieres?

 

-Le dije que no volvería hasta principios de Mayo…- Hizo una mueca, algo inconforme con su propia decisión.

 

-¿Por qué hiciste eso?- Jaehwan abrió sus ojos por la sorpresa, el chico se veía absurdamente enamorado como para mantenerse alejado por mucho tiempo.

 

-Ah~…- Suspiró. –Es de lo que hablaba. No sé qué ocurre en su cabeza, y si terminará correspondiéndome. Tal vez él termine por decidirse en ser sólo amigos, o alejarse. Su mirada dice cosas tan contradictorias que…Supongo que hui.- Se encogió de hombros. –Quise darle tiempo a esto, que él lo pensara…Y darme tiempo para descubrir qué hacer, si las cosas no resultan como deseo.

 

-Sunggie…- Jaehwan sonrió, entendiendo. Tal vez no había sido lo más sensato, pero el chico había usado algo de lógica. –Después de esa llamada, no creo que él ocupe tiempo.

 

-No. No debo de ilusionarme.- Se puso serio. –Tal vez realmente sólo quiere el libro.

 

-Tal vez, tal vez, tal vez.- Jaehwan puso los ojos en blanco. –Hoy has dicho esa frasesita demasiado. Por dios, Sunggie, ¡mírate! Le has gustado a muchas personas, ¿por qué ahora que te gusta alguien, no te ha de corresponder?

 

-¿Ironía?- Dudó. –No puedo, Jaehwan. No sabría qué hacer si sólo son ilusiones mías…

 

-Estás cavando tu propia tumba, cariño.

 

La discusión hubiese seguido, si no se hubiese escuchado los pasos de alguien subiendo las escaleras.

 

-Hijo, ¿estás ahí? Vi tu auto afuera y…- Taekwoon entró a la habitación, esperando ver a sólo a su hijo. Torció la boca al ver a su vecino, también. -¿Por qué lo dejaste entrar?- Gimoteó. –Jaehwan es como los vampiros, una vez que lo dejas pasar, no volverá a salir.

 

-Yo también te amo, amor mío.- Jaehwan rio, alzándose para abrazar alegremente a Taekwoon.

 

-No sea grosero, padre. El día de hoy, Jaehwan es mi invitado.- Taesung se puso de pie, guardando la página arrancada en la que había anotado el libro que ahora debía buscar.

 

-¿Por qué lo invitas a mi casa?- Recuperó la compostura que usualmente tenía, pareciendo demasiado serio como para estar en su casa. Además, alejó al hombre que se colgaba de su brazo.

 

-Me gusta más esta cocina, que la de mi casa. Pensaba hacer la cena.- Sonrió, alegre como su costumbre. Padre e hijo se veían tan distintos, opuestos en la escala. –No haga una rabieta, appa. Jaehwan me prometió portarse bien.- Entonces salió de la habitación, rumbo a la cocina.

 

-Yo no prometí nada.- Masculló, saliendo también de la habitación para ayudar a Taesung en la cocina.

 

-¡Claro! Adelante, esta tan sólo es mi casa.- Taekwoon rodó los ojos, quedándose por unos momentos solo, antes de también hacerles compañía.

 

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Taekwoon había tenido una larga junta de trabajo, que le había dejado con un terrible dolor de cabeza. Así que llegar a casa había representado un alivio. Dejó las llaves en su lugar, quitándose el saco y los zapatos en la entrada. Giró su cabeza, buscando hacer que su cuello tronara. Los últimos días en la empresa habían sido tan tensos…

 

Por suerte, la navidad se acercaba. Aunque tuviera esa pequeña desventaja. La fiesta siempre se celebraba en su casa. No lograba entender por qué nunca podía tener el control de su propia casa. Todos hacían de ella lo que quisieran. Se dejó caer en el sillón, buscando un momento para descansar, antes de seguir trabajando. Miró la pared, donde varias pinturas se hallaban colgadas. Y por supuesto, una foto reciente de él y su hijo. Quizás la única foto en toda la casa. Se limitó a apenas esbozar una mueca, intento de sonrisa. Se sentía orgulloso de su hijo.

 

Suspiró, cuando escuchó las llaves de alguien haciendo ruido en la puerta. Sabía perfectamente que su tiempo para descansar se había terminado. Estiró el cuello, para alcanzar a ver desde el pasillo la puerta principal, donde su hijo estaba también descalzándose, y atrás de él al irritante de Jaehwan.

 

No lo entendía, ¿por qué su hijo se había vuelto tan cercano a él? Ni siquiera cuando seguía viviendo en la casa, y siendo su vecino, eran tan cercanos. Bufó, debía admitir que se estaba sintiendo desplazado como padre. Jaehwan fácilmente pudo haber sido un padre amoroso, lo demostraba con sus sobrinos. Y él…Bueno, había sido lo más amoroso que pudo con Taesung, a pesar de ir contra su propia personalidad.

 

-¡Appa!- Taesung saludó, cuando le halló en la sala. Como pocas veces, llevaba sus gafas puestas, lo cual llamaba la atención. -¿Cómo estuvo el trabajo?

 

-Debo despedir gente…- Su tono de voz siempre era igual.

 

-Oh, qué mal.- Hizo una mueca linda.

 

-¿Por qué mi amado Leo debe despedir gente?- Jaehwan se unió a la conversación.

 

-¿Qué hace él aquí?- Miró a su hijo, esperando una respuesta.

 

-¡Cierto! Debe de sentirse orgulloso de mí, dejé de negarme y fui al médico.- Rio. –Vine a buscarlo, para ver si me acompañaba, pero se encontraba en el trabajo.- Aflojó su labio inferior. –En cambio, Jaehwan se encontraba en su casa, así que se ofreció a acompañarme.

 

-¿Por qué no me dijiste con tiempo? Hubiera cancelado la junta.- Su voz seguía igual, pero quienes le conocía notaban que se hallaba exaltado por eso.

 

-Está bien. Sé que el trabajo es más importante…

 

-Leo, ¿qué clases de cosas le enseñaste a tu hijo?- Un reclamo justo.

 

-¡Yo no le enseñé eso!- Y por primera vez en un largo rato, no pudo mantener su temple, y se consternó, alterándose. –Sunggie ah quedó mal después de tantos golpes que se dio cada vez que se caía jugando con Moonkyu y Kwonho.

 

Taesung rio, haciendo que la discusión se detuviera, su risa era lo suficientemente fuerte como para llamar la atención.

 

-Papá es importante en la empresa, por eso digo que no puede estar interfiriendo su trabajo, por acompañarme al médico. Después de todo, fue lo mismo de siempre. Los mismos medicamentos, y una nueva graduación.- Se encogió de hombros. –Con un poco de suerte, no tendré que declararme legamente ciego en muchos años.

 

-¿Qué tan mal debes de ver para ser legalmente ciego?- Jaehwan interrogó.

 

-No lo sé.- Se encogió de hombros, risueño. –Muy mal.

 

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Minho suspiró, abriendo y cerrando sus manos en el aire. Estaba algo nervioso, pensó que Taesung se tomaría demasiado tiempo buscando el libro, pero no había sido el caso. Sólo mes y medio, que era poco a comparación de los cinco meses que se iba a tomar. Realmente era muy obvia la actitud del chico de no querer volver a la ciudad, así que se encontraba excitado, nervioso, feliz, por saber que le volvería a ver.

 

Exhaló. No estaba totalmente seguro si era el momento indicado para seguir adelante, pero estaba más que seguro que no dejaría ir la oportunidad que estaba teniendo con Taesung.

 

El chico le había llamado hacía veinte minutos, diciéndole que había llegado con ese libro, que honestamente, no era tan necesario, sólo una excusa. Sí, le había tomado desprevenido la llamada de aquella hada, pero así era él. Y había empezado a encontrar esa actitud, graciosa.

 

Ahora, esperaba, en el lugar indicado, a que el chico llegara con ese libro. Esa había sido la única forma de hacerle volver, con libros. Sonrió, el chico se encontraba en la esquina, saludándole con su usual energía. Le vio acercarse, sonriendo, como siempre hacía. ¿Por qué le gustaba tanto verle sonreír todo el tiempo? Ese chico realmente era una luciérnaga en la oscuridad.

 

-¿Cómo ha estado, Minho?- Saludó Taesung. -¿Pasó bien año nuevo?

 

Tan amable como siempre; Minho rio, dispuesto a responder, lo que fuera, con tal de seguir la plática, y seguir cerca de su presencia.

 

-Sí, un buen año nuevo.

 

-Me alegro…- Y entonces el silenció reinó por unos segundos. –Traje el libro.- Lo sacó de su bolso, entregándoselo. –El precio está dentro de la portada.

 

-Ah…- Minho jadeó. El chico moría por los libros…Con algo de decepción abrió el libro, buscando el precio.

 

Qué mayor sorpresa la suya al ver una pequeña nota pegada, con las palabras: Una cita.

 

-…- Sonrió, leyendo y admirando la pulcra letra. -¿Te parece mañana, en la noche?- Alzó la mirada, encontrando la atención del chico sobre él. Lo sabía, acaba de llegar, debía de estar cansado, además, quería hacerlo quedarse lo más posible en la ciudad.

 

 

-Perfecto.- Taesung sonrió, achicando los ojos. Esa iba a ser una cita muy interesante. 

 

Notas finales:

¿Qué creen que pasará en el siguiente capítulo? ^-^ 

Ahora que se estan dando una oportunidad, es momento de que los secretos salgan a la luz e.e


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