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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

Espero no haber tardado tanto en actualizar :C He estado haciendo muchas vueltas últimamente. 

En el capítulo pasado se supo lo más importante de la historia. A partir de aquí, quiero que las cosas lleven un ritmo un poco más lento y familiar :) 

Por cierto, ¿han notado que en los últimos capítulos el tiempo, en la historia, transcurre más rápido? 

-Chaerin…- Minho había marcado el teléfono de esa mujer, que tras los años no le quedaba de otra más que llamarla amiga, esperando a que al menos esta vez se dignara a contestar.

 

-…¿Qué quieres, Minho? No estoy de humor y no…- Había contestado tras dejar la llamada timbrar varias veces.

 

-¡Chaerin!- La interrumpió, sabía que esto iba a cambiar por completo su humor. –Se trata de mi novio…

 

-¿Qué tiene que ver tu novio con…

 

-Es él, Chae. Es Taemin.- Jadeó. –Tienes que verlo por ti misma, no hay duda alguna de que sea él.

 

-¿Qué? Minho, eso es imposible. Sabes bien que Taemin no volverá.

 

-Pero lo hizo, volvió. Sin saberlo, claro. Él regresó, está aquí, conmigo.

 

-No entiendo, Minho. Si está aquí, ¿por qué no ha venido a su casa? Pensé que…

 

-Chae…Tae no tiene memoria alguna de este lugar…- Exhaló. Sabía que tenía que contarle todo detalladamente, pero realmente difícil hacerlo por celular. -¿Estás en tu casa?

 

-Neh.

 

-Voy de inmediato, te explicaré.- Sonrió. –Nuestro Taemin ha vuelto.- Murmulló, alegre de saberle de regreso, sano y salvo. ¡Estaba vivo! ¡Estaba bien! Había crecido de la mejor manera, y no podía estar más que agradecido por las circunstancias de eso, y de poder reencontrarse con él.

 

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Chaerin corrió a abrir la puerta, aún algo aturdida por lo que Minho le había dicho al teléfono. Dejó pasar a Minho, escudriñándole con la mirada, buscando algún detalle que le dijera que él ya había terminado de perder la cabeza.

 

-¿Has bebido recientemente?- Le interrogó de manera ruda, para lograr a entender las tonterías que Minho había estado balbuceando en el teléfono.

 

-No.- Fue sincero. Extrañamente no había ni siquiera tomado una cerveza en días; y era qué, desde que Taesung…Taemin estaba de visita, no bebía. Como el menor no podía beber, se había acostumbrado a tomar las mismas cosas que el menor.

 

-Entonces, ¿quisieras darte a explicar?- Se cruzó de brazos, mirándole con seriedad. A pesar de los años pasados, y de las precariedades, ella seguía viéndose tan firme y demandante, como lo era en los primeros años de su trabajo.

 

-Mira…- Minho sacó su celular, mostrando la foto que tenía con aquel muchacho. -…Es él…- Suspiró. –Lo juro, es él. Quise convencerme que no, ya que él usa lentes de contacto con los que cubre el color de sus ojos. Traté de darle una oportunidad, pensando que podría, y estaba enamorándome de alguien más, pero al final no tuve qué. Es él.

 

Chaerin tomó el aparato que Minho sostenía, mirando aquella foto que demostraba a Minho en su nueva relación con…El parecido era casi inverosímil, su corazón dolió sólo de pensar en su hijo, ahí, feliz. ¿Era él? Sí, lo sabía, su corazón de madre lo decía. Pero necesitaba verlo, saber que era real. Sus ojos se llenaron de lágrimas.

 

-¿M-minho?- Le miró, abnegada en lágrimas que se aglomeraban en sus ojos.

 

-Tuvo un accidente…- Explicó. –Perdió la memoria, cada uno de sus recuerdos.- Sonaba tan fantástico, que era difícil de creer. Sin embargo ahí estaba, el chico estaba vivo, estaba bien…Era feliz…

 

-¿No sabe de nosotros?- Le miró, escéptica de la situación. -¿Entonces cómo fue a dar contigo? ¡Anda! Dime.

 

-Yo me acerqué a él en la calle.- Cerró los ojos, aun recordando ese día. –No, no sabe de nosotros. No tiene idea, escuchó su propia historia, como si fuera un espectador desde afuera.

 

-No lo puedo creer…- Gimió, buscando un lugar dónde sentarse. Todo era tan abrumador. Su hijo, su único hijo, estaba con vida. Una vida ajena a la que debería tener, siendo alguien más, con otra familia. -¿Cómo se llama?- Subió la mirada, buscando una respuesta.

 

-Taesung…- Minho sabía lo siguiente que Chaerin diría, así que se adelantó. –Lo traeré. Le diré que quiero que te conozca para que sepa que no es el único con heterocromía, y que no le disgusten tanto sus ojos.- Explicó el escenario. –Mañana, él tiene que salir, aprovecharé para traerlo aquí.- A su casa~.

 

-Gracias, Minho.- Susurró, esperando lo mejor de aquel plan.

 

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Minho abrió los ojos, se sentía algo perdido. Había estado dormitando por quince minutos…No, sería mejor que no se trata de engañar, se había quedado dormido por completo, esperando a que su Taesung, terminara de estar listo. Pero el chico, al principio, parecía no tener mucha prisa, y en cambio estar muy enfrascado con algunos pedidos.

 

Enfocó la mirada, desperezándose. El menor ya se había cambiado, de usar su pantalón de pijama y una camiseta azul, ahora traía puesta una camisa de lado derecho negra, y de lado izquierda roja, abotonada, junto con unos pantalones igualmente negros. Sonrió, se veía realmente bien. Si no fuera por el bostezo que se le escapó, el chico no le hubiese volteado a ver.

 

-Ya despertaste.- Comentó con alegría. –Me tardé mucho, ¿verdad?- Hizo una mueca. –Perdón, tenía que terminar de poner ese pedido en orden, o todo se volvería un caos.- Se subió a la cama, arrastrándose hasta quedar acomodado a un lado de Minho.

 

-No te preocupes, amor.- Le sonrió. –No te tardaste tanto, yo estoy desvelado.- Le picó la mejilla, haciéndole reír.

 

-¿Se encuentra muy cansado?- Fue condescendiente. -¿Qué tal si no hacemos nada, y nos quedamos a dormir un rato?- Susurró, algo travieso.

 

-No creo que quieras perder la cita con ese cliente, amorcito.- Le tomó por el mentón, subiendo su rostro. –Debemos de ponernos en marcha.

 

-Aún es temprano…- Frunció los labios. –Sí, no me gustaría perder al cliente, es tan solo que…Estoy muy cómodo contigo a mi lado.- Le abrazó, acomodando su rostro en el hombro de Minho.

 

-¿Cómodo? Espero que esto no sea el principio de un fuerte caso de flojera.- Rio, girándose de lado para abrazarle por la cintura.

 

-Al menos podríamos dormir media hora…- Rio, regalándole un corto beso.

 

-Está bien. Sólo media hora…

 

 

 

 

Media hora después, Taesung intentaba cepillar su cabello con las puntas de sus dedos sin terminar pareciendo un león debido a su esponjado cabello. Retiró la mirada del espejo del auto, era caso perdido, su cabello no se volvería a acomodar en todo el día.

 

-Ríndete, me gusta cómo se te ve así.- Minho rio, había visto de reojo con cierta fascinación el empeño que el chico había puesto por arreglar lo que se había desarreglado mientras estuvieron dormidos.

 

-Patrañas.- Se quejó. –Habla así, sólo porque su cabello se ve perfecto siempre.- Frunció los labios. –No es justo…- Hizo una mueca, mirando por la ventana. Minho había insistido tanto el ser él quien manejara, que no pudo decirle que no. Ahora tenía que atenerse a sólo poder usar el espejo de su lado.

 

-No me creas, aunque es cierto. Siento que te da un aire un poco más de…hada…- Se burló, escuchando de nuevo un bufido proveniente de parte del joven. –Aigo, tan malcriado como siempre.

 

Taesung suspiró, recostándose un poco sobre el hombro de Minho. Podía seguir discutiendo por el resto del camino, pero eso era algo que podía hacer cualquier otro día. Sin embargo, ahora, Taesung tenía más ganas de preguntar por qué Minho se estaba tomando la molestia de hacer todo esto. Había escuchado su historia, y también sus intenciones, aun así no lograba terminar de comprenderlas.

 

-Minho…¿por qué haces esto?- Preguntó, a media voz, subiendo la mirada para verle.

 

-Yo…- Minho miró la carretera, buscando las palabras perfectas para su excusa. De cierto modo no era una excusa, después de escucharle hablar sobre sus ojos de una manera tan despectiva, quería hacerle sentir que tenía la mirada más bella del mundo. Pero no era sólo eso. También quería que conociera a Chaerin, que platicara con ella…Si Taesung no era capaz de recuperar su memoria, entonces sería bueno que conociera de nuevo a las personas que más le aman en el planeta. –Tan sólo quiero que te veas de la manera en que te veo.

 

-Estoy seguro, Minho, que eso es imposible.- Taesung frunció el ceño. –He notado últimamente que estás algo loco.

 

Minho rio ante tal comentario, sin poder contenerse. No era algo que le molestara, al contrario, le hacía feliz saber que su adorado le hablaba con tal libertad, sin temor a expresar nada de lo que pensara, o sintiera. Además, ¿quién quitaba que si estuviera algo loco? Después de todo, estaba enamorado de un loco, ¿no sería lo más razonable que tuvieran el mismo grado de locura?

 

-Al escucharte hablar de esa manera…Supuse que no estás a gusto con tus ojos porque no conoces a nadie más que comparta tu rasgo, ¿cierto?- Espero un segundo. –Debes de sentirte solo, y odiar esa diferencia porque es lo que te hace estarlo…Pero, amor, no estás solo. No eres el único, eres bello.

 

-Aigo, no digas esas cosas.- Taesung reprochó, escondiéndose detrás de sus manos. Sonrió un poco, preguntándose cómo había dado a parar con un hombre como Minho.

 

El resto del camino fue un poco más silencioso, exceptuando el constante cambio de canal de radio que Taesung hacía. Una vez llegaron a la casa de Chaerin, Minho corrió a abrirle la puerta al menor, para después enredar brazos y guiarle. Tocó el timbre, imaginándose que seguramente Chaerin estaba como desesperada pegada a la puerta para poder abrir de inmediato. No erró, puesto que sólo bastaron tres segundos antes de que la puerta fuera abierta.

 

-¡Minho ah!- Chaerin saludó, sin poder esconder la emoción y las demás emociones que le consumían. Su mirada se dirigió al joven que acompañaba a Minho. Reprimió las lágrimas que sabía le amenazaban. Ahí estaba, su bebé. El niño que había sido la única razón de seguir progresando en su vida. Ya no era un niño, obviamente, ni siquiera un adolescente. Era un hombre, bastante alto a comparación de la última vez que le vio. Sus rasgos no habían cambiado mucho, aunque ahora se veían un poco más masculinos. –Pasen…- Les invitó a entrar, sin poder armar alguna oración muy larga o su voz se cortaría.

 

-Chaerin, quiero que conozcas a mi novio, Jung Tae Sung.- Minho le presentó formalmente. –Tae, amor, ella es Chaerin, la amiga de quien te estaba platicando.- Terminó de presentar, observando la enorme sonrisa que Chaerin tenía.

 

-Mucho gusto en conocerla.- Taesung hizo una reverencia, sonriendo con aquella sonrisa tan natural que tenía, y que no era la misma que ponía cuando quería disfrazar la frustración o la rabia.

 

-El gusto es mío, joven Jung.- Chaerin se acercó, mirándole detenidamente. Su rostro, su cabello, la manera en que se ponía de pie. Todo eso era él, pero ya no era el mismo, lo podía notar.  –Veo que tienes heterocromía.- Señaló, haciendo un ligero movimiento con su cabeza. –Mi hijo también la tenía, aunque…eso era inevitable…- Jadeó.

 

-Neh, Minho me ha contado la historia, cuanto lo siento señora…- Trató de expresar buenos sentimientos hacia aquella historia que había escuchado de la boca de Minho. Debía ser doloroso para ella, ya que era su madre.

 

-Yah, ¿por qué a él lo llamas Minho, pero yo soy señora?- Chaerin se cruzó de brazos, desconcertando por completo al joven que probablemente esperaba una reacción triste hacia tema delicado del cual estaban hablando, no un cambio de tema.

 

-Yo…eh…bueno, Minho realmente se enojaba cuando lo llamaba señor Choi.- Giró ligeramente su rostro, observando a Minho y su sonrisa de haber ganado una victoria. Era cierto, había ganado sobre cómo le llamaría, con detalles y su manera de ser. Eso había sido parte de lo que le enamoró de Minho.

 

-Minho es un cascarrabias, no deberías de hacer caso a lo que dice.- Exhaló. –Llámame Chaerin, si quieres Chae, por mí no hay problema.- Se sentó en un sillón, ofreciéndole asiento. -¿De quién lo heredaste?- Moría de ganas por escuchar la historia de la nueva vida de su hijo, de saber todo acerca de él.

 

-De mamá…

 

Minho y Chaerin dieron un respingo al mismo tiempo. Eso era cierto, bueno, al menos dentro del marco donde este chico respondía ante el nombre de Taemin, pero…¿Qué había acerca de Taesung? ¿Quién era su madre? ¿En realidad tenía heterocromía?

 

-¿Ella tenía los ojos así?- Chaerin sintió que su garganta se cerraba.

 

-No…No lo sé…- Dudó en responder. –Mi madre murió al darme a luz, así que no puedo asegurar nada con respecto a ella. A papá no le gusta hablar de mamá…y tampoco tomar fotos. Sólo tengo una foto de ella, algo vieja. Está tan decolorada, que no puedo suponer algo.- Exhaló, cruzando una pierna por sobre la otra. –Y aunque no los tuviera…Pudo haberse saltado una generación. Por parte de mi padre, nadie ha tenido ese defecto, así que debe de ser de mis abuelos maternos.

 

Minho carraspeó su garganta. Nunca había escuchado hablar al chico por tanto tiempo sobre su madre, y de cierto modo se le hacía algo irónica la situación. Taemin no tenía idea alguna de su padre; Taesung no tiene idea alguna de su madre. Negó con la cabeza, sentándose a lado de su novio, para así tomarle de la mano y entrelazar dedos. A pesar de todo, de la falta de conocimiento, de sentirse mal con respecto a su apariencia, él sonreía, veía las cosas buenas, se divertía. Minho sonrió, sintiendo que no había nada mejor en el universo, que estar sentado justo al lado de la persona que más amaba en el universo.

 

-Ya veo, así que debiste sentirte un extraño…- Chaerin murmulló, ella al igual que Taesung, no había tenido a alguien que compartiera ese rasgo, conocía de lo que él estaba hablando.

 

-Eventualmente dejas de darle importancia a los dedos que te señalan en la calle, ¿no?- Sonrió, encogiéndose de hombros. –Sin embargo, cargar con la conciencia, es lo que más me hace odiar esto…Saber que debido a mi existencia, mi madre ya no está…

 

-No digas eso.- Chaerin le cortó. Nunca imaginó llegar a ver a su hijo de esta forma, como un desconocido, con sentimientos desconocidos hacia alguien que obviamente no podía ser ella. Sintió una enorme tristeza embargarle, destruyéndole. –No es tu culpa, no podías evitarlo.

 

-Lo sé…- Gimoteó. –Pero saber todo…La mirada de mi padre…Él nunca me lo ha reprochado, claro. Él sabe que no es mi culpa, y está más que agradecido en tenerme, en saber que no morí junto a mi madre. Aun así, su mirada…Yo sé que esta marca en mis ojos le recuerdan a ella…- Cerró los ojos suspirando. –Por eso cubro mis ojos con lentillas de colores…

 

-Oye.- Chaerin se acercó al joven, tomándole de la mano que tenía libre. –Yo tampoco conocí a alguien que tuviera esto, hasta que tuve a mi hijo.- Le sonrió. –Tal vez jamás tuve a alguien a quien reclamarle el síndrome, pero si tuve a alguien que pudo haberme reclamado. No hay necesidad de que cargues con esa culpa solo, podemos compartirla.

 

Taesung subió la mirada, sonriéndole. Una sonrisa cálida que se compartieron. Ahí estaba, una obvia interacción entre madre e hijo, y aunque los años habían hecho casi invisibles los detalles físicos que les hacían parecidos, su manera de pensar no había cambiado tanto. Taesung no lo sabía, y tal vez no lo sabría pronto, pero tampoco podía evitar que se sentía demasiado bien hablando con ella.

 

-Lamento la pérdida de su hijo.- Exhaló suavemente, como un bálsamo para sanar una herida. –Desde que conozco a Minho he podido notar que a él realmente le entristece que ese chico ya no esté aquí. No puedo imaginar cómo se ha de sentir usted.- Susurró.

 

-Duele, joven Jung, realmente duele.- Le acarició la mejilla, observando su reacción.

 

-Yo nunca conocía a mi madre, no la extraño. Y siento que jamás lo haré.- Tildó un poco la cabeza, sintiendo compasión por los sentimientos de Chaerin y de Minho, unos sentimientos que él ciertamente no conocía.

 

-Eso es bueno, has de ser mucho más feliz así…- Le soltó, sonriendo un poco. Al menos, era un consuelo, saber que su hijo era feliz.

 

-Tal vez…Por cierto, llámeme Sung. Así me dice mi familia.- Sonrió, hasta casi cerrar los ojos.

 

-Vaya, sí que eres un encanto.- Chaerin exhaló una vez más, girándose hacia Minho. Era obvio la preocupación que sentía, la tristeza, la felicidad. Necesitaba hablar con Minho, después, pedirle muchas más explicaciones que sabía no podía pedírselas a Taesung de buenas a primera. –Minho tiene suerte.

 

-Creo que el de la suerte soy yo…- Sonrió, sonrojándose un poco, buscando la mirada de Minho. –Él respondía a todas mis llamadas, aun cuando sólo se trataba de instrucciones para cualquier cosa.

 

-Algo totalmente adorable en ti.- Minho aprovechó el momento, sabiendo que el muchacho no iba a reclamarle enfrente de alguien más. Sin embargo si se ganó una mirada mala. –Eventualmente me acostumbré a esas llamadas, y me asustaba cuando no las hacías.

 

Taesung rio, buscando pegarse más a Minho. Se sentía muy cómodo ahí, con su novio, y con aquella amiga de él. Chaerin era cálida, obviamente su instinto materno le ayudaba mucho a eso, pero era algo más. Taesung de inmediato se sintió en confianza con ella, sin temor a decir algo demás, fuera de lugar, que estuviera mal.

 

Dejaron que la conversación siguiera su curso, lentamente pasando de tema en tema, totalmente más amenos. Fue hasta después cuando Taesung observó su reloj de pulsera lo tarde que se había hecho. ¡Todavía tenía que ir con aquel cliente!

 

-Minho, ya es tarde.- Habló bajo, para no ser descortés con la amiga de Minho.

 

Minho hizo una mueca, revisando su celular para corroborar la hora. Era cierto, era tarde, y el chico se veía realmente comprometido en entregar aquel pedido. Asintió, poniéndose de pie, y ayudando a ponerse de pie a Taesung de paso.

 

-Lo siento, Chae, es hora de irnos.- Fue amable, indicando que esa breve reunión lamentablemente había llegado a su fin.

 

-Entiendo, sólo pensé que…

 

-¡Oh por dios!

 

Los tres se giraron hacia el pasillo, de donde había venido aquel grito de sorpresa. Justo en el marco de la puerta, que conectaba la sala con la cocina, se encontraba una Dara más que sorprendida por ver a aquel chico parado junto a Chaerin.

 

-Yo…eh, lo siento, el correo me asustó.- Se excusó, agachándose rápidamente para recoger los sobres que sin querer había dejado caer. Entonces sonrió, dio media vuelta, y desapareció.

 

-Sí que debió asustarle.- Minho se burló, obviamente entendiendo a qué se debía la sorpresa de Dara. –Bueno, como te decía, nos tenemos que ir. Tae tiene que ir a trabajar, y no le gusta llegar tarde.- Le señaló, obteniendo un ligero asentimiento de cabeza por parte del chico.

 

-Ya veo…- Chaerin mordió su labio, pensando. –Sung, puedes venir cuando quieras, me agradaste.- Le sonrió, rogando porque el muchacho aceptara.

 

-Por supuesto.- Achicó sus ojos en una sonrisa. –Usted también me agradó, Chaerin.

 

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Chaerin cerró la puerta, tras haberse despedido, ahora quedaba con una extraña sensación de felicidad y melancolía. Caminó hasta la cocina, encontrando a Dara esperando por una gran explicación, y con justa razón.

 

-¿Quién es él?- Dara ni siquiera fue demandante. Suplicó por aquella respuesta, para saber que no había sido una alucinación, que aquel hombre…

 

-Es el nuevo novio de Minho…- Jadeó, tomando asiento a lado de su esposa. –Minho me lo explicó todo, es él. Mi bebé, es él.

 

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-¡Minho!- Taesung se acercó justo después de acabar con aquella transacción. –Listo, ¿nos vamos?

 

-Sí, sólo quiero comprar este libro.- Minho alzó el libro que traía en manos. Mientras el chico había estado haciendo toda la parafernalia, él se había quedado revisando algunos ejemplares que había en esa librería.  

 

-Mmm, por supuesto.- Asintió. –Te esperaré afuera, ¿está bien?- Y con una sonrisa, dejó un corto beso en la mejilla de Minho, saliendo de la tienda rápidamente.

 

Minho sonrió, alegre por esas pequeñas muestras de afecto que el chico nunca se limitaba a dar en público. A él, ciertamente, no le molestaban las miradas encima de ambos cuando se trataba de besarse o abrazarse mientras eran rodeados por otras personas. El sentimiento que tenía, de saberse invencible por eso, era mil veces más gratificante, que saberle de vuelta consigo.

 

Terminó de pagar el libro, saliendo de la tienda rápidamente. Frunció el ceño al ver como Taesung reía animadamente con un desconocido. Sintió un extraño calor en su sangre. Sabía que él sonreía todo el tiempo, reía todo el tiempo, pero llegar a ver textualmente el cómo reía con alguien más, por un momento le fue doloroso. Agitó la cabeza, no era momento para ponerse celoso. Tal vez Taesung se había topado con algún conocido –imposible-, y tal vez estaban intercambiando recuerdo.

 

Dio largas zancadas, llegando hasta el menor, para rápidamente pasar su brazo alrededor de los hombros del chico.

 

-¡Minho!- La manera tan dulce en que fue saludado le hizo respirar con alivio. –Ya saliste, que bien. Este chico está perdido, y me ha preguntado por una dirección.- Rio. -¿Podrías ayudarle?- Le miró, con ojos muy abierto, y las gafas ligeramente caídas.

 

-¿Qué calle buscas?- Miró a la persona que se había atrevido a hablar con su chico bonito.

 

-La 12…

 

Minho chasqueó la lengua, haciendo una mueca. Tras dar las instrucciones, y ver como aquel chico desaparecía, tomó de la mano al chico.

 

-Minho, tú siempre ayudando a los perdidos.- Taesung rio, recargando su cabeza en el hombro de Minho.

 

-Y tú no eres capaz de no sonreírle a la gente.- Farfulló. Le gustaba esa sonrisa, pero ahora que la tenía de vuelta, no quería compartirla con nadie más. Sin embargo, sabía que no podía ser así de egoísta, mucho menos ahora.

 

-¿Eh?- El chico le miró desde abajo. -¿Le molestó?- Tildando un poco el rostro dejó escapar una risilla. -¿Se puso celoso de que hablara con alguien mientras no estabas presente?

 

-Yo…

 

-Minho, no juegues a los celos conmigo.- A pesar de ser un tema tan serio, la sonrisa en el rostro del menor aligeraba las cosas. –Porque yo también sé jugar, soy un excelente jugador, y un terrible perdedor.- Le regaló un beso en la mejilla. –Ahora, cómprame helado.

 

Minho exhaló, ¿había sido eso una amenaza? De cualquier forma había sido aterrador. Al menos le tranquilizaba un poco saber que a aquel chico no se había molestado por los celos. Sonrió, soltándole de la mano para así poder apretarle por la cintura en un abrazo.

 

 

 

 

 

 

Tras el largo día que habían tenido, estar metidos en la cama se sabía a gloría. Minho observaba con cautela al chico que se encontraba semi-recostado sobre su pecho, tranquilamente. Taesung, se repitió dentro de su cabeza, él era Taesung, así se hacía llamar, a pesar de que su naturaleza fuera la de Taemin. ¿Qué tenía que hacer? Eso era algo que sabía perfectamente, lo que no sabía era el cómo.

 

Después de haber llevado a Taesung con Chaerin, se había dado cuenta que probablemente él nunca recordaría nada. Y Minho simplemente no podía dejar las cosas así. Iba a investigar todo, buscar la verdad, tenía que hacerle saber quién era él. Pero…¿no sería eso inmiscuirse demasiado? Tal vez él no recordaba porque no quería recordar, su vida de este modo era cómoda, perfecta. Era tan diferente.

 

Acarició con suavidad el brazo libre del chico, él probablemente no podría llegar a imaginar lo que su presencia significaba. Sonrió, físicamente no había cambiado tanto en casi once años, a pesar de que el color de su cabello oscureció, y también se rizó. Ahora era más alto, aunque era obvio, Taemin era alto a sus diecisiete años, era natural que hubiese seguido creciendo. Recordó a ese niño que tenía que ponerse de puntillas para alcanzar su boca, ahora aquel niño sólo necesitaba ponerse de puntillas para igualar el rango de sus miradas.

 

Había durado tanto tiempo enamorado de él, que todo esto parecía un gran sueño. Un dulce sueño que se permitió tener después de tantos años de pesadillas. Suspiró, pensando claramente que no le soltaría jamás, no dejaría que se le escapara entre los dedos.

 

Entonces sintió la boca del menor jugar contra su pecho. Un beso que se volvió una lamida, convirtiéndose en una mordida. Taesung le mordía con ansia, mirándole atentamente. Aún no se había puesto de nuevo sus lentillas, así que Minho podía disfrutar de aquel par de ojos bicolor observarle en aquella tenue oscuridad.

 

-Auch.- Se quejó.

 

-¿En qué piensas?- Taesung separó su boca del pectoral de Minho.

 

-En que te creía dormido, y eres realmente bello dormido.- Susurró, sonriendo a medias mientras acariciaba la mejilla del menor.

 

-Tsk…¿Qué clase de perversión es esa Minho?- Rodó los ojos, omitiendo aquel bello en la oración de Minho. -¿Quieres saber en qué estaba yo pensando?- Se acomodó a horcajadas sobre Minho, volviendo a besar el pecho desnudo de su pareja.

 

-Dim-e…- Minho gimió al ser mordido de nuevo.

 

-Nunca pensé en encontrar a alguien que pudiera soportar mi ritmo de vida. Que nunca este fijo en un lugar, que no sea muy serio en cuanto al futuro, en fin…- Intercalaba besos con mordidas, sonriendo de manera traviesa. –Yo…ni siquiera me esforzaba en buscarle…- Suspiró. –Así que encontrarte ha sido lo más maravilloso que me ha pasado.- Buscó entonces la boca del mayor, besándole lentamente. –Admito que al principio temía que no sintieras lo mismo que yo, y aun así un día me armé de valor y te besé. Tú me correspondiste, y ahora estamos juntos…Te amo, Minho.

 

Volvió a besarle, delineando con su lengua el labio inferior de Minho segundos antes de morderle.

 

-Auch, Tae…basta con las mordidas, me dejarás marcas.- Le indicó, acariciándole la espalda con parsimonia.

 

-…Entonces…creo que seguiré con las mordidas…- Rio algo burlesco, bajando los besos por la mandíbula, hasta llegar al cuello. Entonces se deleitó con sus labios, hallando el lugar perfecto para morder. Lamió sin cuidado aquel lugar, para después succionar a penas lo suficiente como para dejar una ligera marca rojiza en donde enterraría sus dientes.

 

-…Tae…- Jadeó, disfrutando con los ojos cerrados de aquel inusual comportamiento por parte del menor.

 

-Me gusta que me llames así.- Sonrió, buscando acomodarse de nuevo a un costado de Minho, encontrando cómodo el pecho del mayor como para recostar su cabeza ahí. –Sin importar qué, todos los que me llaman Sung, terminan tratándome como a un niño. Pero, no tú. Eres el único que me llama así, Tae. Y me tratas de una manera única…- Con su mano derecha hacía ligeros círculos en el área abdominal del mayor. –Eso me gusta.

 

-Es porque te amo.- Sonrió.

 

Estaba mal pensar que después de todo, la desaparición del chico tenía ventajas. Pero, eso no sería más que hallarle el lado bueno a las cosas. Ahora, tras haber vuelto, siendo un adulto, podían ser libres de hacer lo que se les viniera en gana. Minho se encontraba tranquilo de también saber que al chico no le interesaban las apariencias; si quería tomarle de la mano, o besarle en la calle, era algo que podían hacer. Nadie les reprobaría de monstruos, ni de enfermos. Ambos eran adultos, y las cosas ciertamente habían mejorado.

 

-Amor…- Le llamó, antes de que Taesung cambiara el ritmo de su respiración.

 

-¿Sí?

 

-Tu medicina.- Le recordó. Se había puesto esa tarea, no dejar que nada le pasara estando a su lado, y pensaba cumplirla.

 

Taesung murmuró algo, probablemente quejándose, después deslizándose fuera de la cama. Caminó hasta la pequeña cómoda a lado de la puerta que iba hacia el baño, y sacó de ahí su pastillero. Tomó aquel par de pastillas junto con un trago de agua, haciendo una cara desagradable por culpa del sabor.

 

-Ahora no te podré besar, mi boca sabe amarga.- Se quejó cruzándose de brazos.

 

-¡Ven aquí!- Minho le jaló de regreso a la cama, atrapándolo entre sus brazos. –Hay muchos lugares donde podemos besarnos y…- Se acercó a la clavícula del menor. –Yo también sé morder.- Advirtió, imitando ese comportamiento, hundiendo sus dientes en aquel lugar que provocó gemir al menor. 

Notas finales:

¿No creen romántica la última escena? ^u^ Espero poder poner más escenas así en los siguientes capítulos.  

¡Y se vienen más sorpresas! Dentro de unos capítulos alguien nuevo en la historia :D Esperen por ello. 


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