Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

[Reviews - 340]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Me aterra saber que pasó casi un mes entre el capítulo pasado y este. Por suerte ya volví a mi rutina, y eso implica que mis actualizaciones sean más seguidas. 

Por otro lado, ¡ya se cumplió un año desde que empecé a publicar esta historia! 41 capítulos, en 52 semanas, eso es un muy buen ritmo de la historia :D 

Espero poder seguir así, ya falta poco, pero aún hay tantas cosas por descubrir ^-^ 

Taesung se giró, enredando sus brazos en el cuerpo de Minho. Le agradaba despertar por la mañana y saber que él estaba ahí, durmiendo a su lado. Sonrió, aún sin abrir los ojos, buscando acomodarse mejor contra aquel cuerpo. Debía admitir que le encantaba el aroma de Minho, le parecía tan cálido, quizás algo familiar, y un poco añorable. Delineó una sonrisa en sus labios, escondiendo su rostro en el cuello del alto, depositando cortos besos ahí, hasta cansarse de intentar despertarle. Sabía que no podría despertar a Minho tan fácilmente.

 

Le besó la mejilla, moviéndose para quedar encima de Minho. No era tan tarde, así que podría tomarse su tiempo, y jugar a despertarle. Le besó en la boca, disfrutando de aquellos labios carnosos. Mordió el labio inferior, escuchando un ligero gemido de parte de Minho. Eso le gustaba. Se movió, besándole la mandíbula, mientras sus manos se escabullían al pecho de Minho. Ese hombre tenía que aprender a dormir con camisa, o Taesung perdería la cordura. Le tocó, caricias que fue dispersando por todas partes. Minho podría decir que ya no era atleta, pero mantenía su cuerpo en buena condición. Eso también le gustaba. Su boca llegó al cuello del mayor, dejando marcados besos ahí. Le gustaba besar en el cuello a Minho, entretenerse con su doble manzana de Adán, incluso bajar a las clavículas de aquel hombre. Sí, Minho definitivamente le volvía loco. Caricias, besos, era suave, sin pretensión de ser tosco, quería despertarle de la mejor manera, lentamente. Se tomó algunos minutos acariciando el pecho de Minho, bajando después a su abdomen, donde volvió a perder tiempo.

 

Tras un rato acariciándole, bajó más sus manos, llegando a la entrepierna de Minho. Se detuvo, sin saber si debería seguir o no.

 

-Sabía que ahí te detendrías.- La voz ronca y matutina de Minho le hizo subir la mirada.

 

-¿Eh?- Encontró los enormes ojos de Minho sobre sí.

 

-No eres partidario de hacerlo en la mañana, amor.- Minho se incorporó, haciendo que el chico perdiera un poco el equilibrio, teniéndole que sostener de la cadera.

 

-Eh...no realmente.- Se sonrojó. Con Minho había descubierto varias cosas, y una de ellas era que no le gustaba el sexo matutino. -Yo sólo quería que...despertaras.

 

-Entonces lo lograste.- Murmuró con una vaga risa. –Ven aquí, me encantan tus besos por la mañana.- Le tomó por el mentón, acercándose lo suficiente como para robarle un corto beso.

 

-Me gustan los besos en la mañana.- Sonrió. Sin pensarlo se acercó de nuevo, buscando cubrirle de besos por todos lados. –Buenos días, Minho.

 

-Buenos días, Tae.- Le abrazó por el torso. –Dime, amorcito, ya que me has despertado, ¿qué quieres que hagamos el día de hoy?

 

-No lo sé, ¿desayunar?- Preguntó inocentemente.

 

-Eso suena excelente. ¿Qué desayunaremos, bebé?- Le picó, la mejilla haciéndole rabiar.

 

-¿Por qué no te rindes con eso?- Rodó los ojos. -Ah, tenemos tres opciones: pedir room service, salir al restaurante del hotel, o pasear por las calles hasta que encontremos algo que nos parezca apetecible.

 

-La opción tres suena mejor.- Sonrió. -No niegues lo que eres, bebé, adorable, lindo, tierno, bello...- Le besó el cabello. -Así que acostúmbrate, no dejaré de llamarte así.

 

-...Loco...- Bufó molesto. -Bésame.

 

-Como desees.- Minho accedió a aquella demanda.

 

Taesung rio caprichosamente, juntando ambos pares de labios. Podía perder tanto tiempo en la mañana, entre besos, caricias y mimos, sólo disfrutando de ellos mismos, llenos de dicha y felicidad. Tras tomar un rápido baño, ambos ya se encontraban dejando aquella suite, caminando directo al auto –esta vez- del menor.

 

-Minho, ¿podrías dejar de mirar mi auto de ese modo?- El menor se cruzó de brazos, frunciendo los labios de manera molesta.

 

-¿De qué modo, Tae?- Rio, el joven se veía tierno así.

 

-Como si lo desearas más de lo que me deseas a mí.- Se quejó.

 

Minho rio, abrazándole por los hombros. Tan solo a veces, aquel joven hombre realmente se comportaba como un niño pequeño encaprichado. Con una mano aún abrazándole, y con la otra tomándole del rostro le robó un corto beso.

 

-Sabes que me gusta mucho tu auto, es un sueño, pero ¿en serio crees que me gusta más de lo que tú me gustas?- Le retó.

 

-No lo sé…Puede que me quieres convencer nada más…- Gimoteó.

 

-Vamos, qué desconfiado amor.- Rio. –No hay nada que me guste más que verte.

 

-Si así lo pones…- Entonces rio, como si no hubiese estado molesto en ningún momento. –No me siento de ánimos para manejar.- Extendió sus llaves hacia el mayor. –Hazlo tú.

 

Minho sonrió, el chico había hecho toda esa escenita para nada. Era sólo su juego. Tomó las llaves de aquel auto rojo, haciendo un ruido molesto. No podía dejarle ganar, así que buscaría vengarse a lo largo del día.

 

-Malcriado…- Bufó, escuchándole reír.

 

Iban a tener un día de flojera, sólo compartiendo su presencia. Taesung ya no tenía más trabajo que hacer, aunque eso significara que dentro de poco terminaría el viaje, pero en lo que llegaba esa fecha, ambos se disfrutaban el uno al otro.

 

Así, mientras iban de un lado a otro, visitando las tiendas extravagantes que al menor le gustaban, o los museos sobrios que el mayor recomendaba, pasaron el día, haciendo cosas que les gustaban. Y, era que, no sólo se trataba de pasar el tiempo juntos porque sí, sino que cuando estaban separados se daban cuenta que en lo único que podían pensar en era en qué estarían haciendo si estuviesen juntos.

 

El día se les escapó, junto con las posibilidades de más actividades. Pronto estuvieron de nuevo en la suite del hombre joven. Mientras Minho se dejó caer en la cama, cerrando los ojos, el menor se estiraba lentamente, con una mueca en el rostro.

 

-Hace calor, Minho.- Gimoteó. –Tomaré un baño…

 

-Neh…- No le prestó mucha atención, estaba cansado. Taesung le había hecho recorrer caminando un largo tramo, y en lo único que podía pensar era en que quería estar recostado, y preferentemente con aquel chico bonito a su lado.

 

Se escuchó como el ligero chorro de agua empezó a llenar la bañera, mientras el hada tarareaba una canción, probablemente desnudándose. La sonrisa que esbozó Minho era inevitable, podía imaginarle perfectamente. Más allá de lo erótico y pervertido en la situación de imaginarle desnudándose, le admiraba. Admiraba su cuerpo, sus movimientos exactos y fluidos, admiraba el poder tenerle tan cerca el tiempo que quisiese, su voz repitiendo el mismo verso, de la misma canción que había estado cantando ya por horas. Le admiraba tan desesperadamente, que no tenía otro remedio más que seguir admirándole.

 

-Minho…- El menor le llamó con un ligero canturreo en su voz. -¿Te bañas conmigo?

 

Rio, poniéndose en pie para poder dirigirse al baño. Al entrar le pudo ver ya dentro de la tina, disfrutando realmente de poderse deshacer del calor que hacía en la ciudad.

 

-¿Quieres que me bañe contigo?- Cuestionó, con voz grabe, en tono bajo y suave, provocándole.

 

-Sí. Anda, quítate la ropa y entra aquí conmigo.- Taesung se apoyó en la orilla de la tina, sonriéndole de manera suplicante.

 

Minho sólo pudo bufar y alcanzar a rodar los ojos antes de empezar a desabotonarse la camisa que llevaba puesta. No podía decirle que no, no sabía cómo. El chico le esperaba expectantemente, con su bella sonrisa colocada en labios. Para cuando Minho terminó de quitarse la ropa, ya se notaba la impaciencia en el contrario, urgiéndole con la mirada y su lenguaje corporal.

 

-Está bien, te haré compañía.- Molestó, adentrándose en la bañera, justo en frente del chico para poder verle la cara.

 

-Gracias, Minho.- Sonrió, deslizándose suavemente por el agua, hasta quedar recargado sobre el cuerpo del mayor. Pecho contra pecho, abrazado a él, Taesung se acomodó entre los brazos del mayor alegre de tenerlo prácticamente comiendo de su mano. –Nunca sentí el deseo de bañarme con alguien, hasta ahora.- Comentó tras soltar un ligero bostezo. Se sentía tan relajado con Minho cerca, que llegaba a pensar que era él mismo quien comía de la mano de Minho.

 

-¿Sabes? Es gracioso que dos hombres adultos quepan en esta bañera.- Soltó una suave risa, cerrando sus brazos sobre el contorno de su lindo novio.

 

-Calla y disfrútalo, Minho. No lo cuestiones.- Le regañó.

 

-Está bien, amor.- Rio, apoyando su mentó sobre la cabeza del chico. -Por cierto, debemos hablar.

 

Taesung rodó los ojos, girando hasta quedar dándole la espalda al mayor, aunque aún recostado sobre él. Sólo quería estar ahí, cómodo, sin preocuparse por el mañana, que siempre volvía loco a Minho.

 

-Hey, no me ignores.- Minho rio, entendiendo que Taesung no iba a hablar a menos que le obligara. -Es importante para mí saber por cuánto tiempo no te veré.

 

-Voy a volver, eso es lo único que debería importar.- Masculló el menor. -Me iré en un par de días, pero volveré para verte y estar contigo.

 

-No seas ambiguo, sabes bien que no estoy tranquilo cuando no estás cerca.

 

-Y por eso me llamas todo el tiempo.- Rio, acariciando uno de los brazos que le tenían aferrado. –Ah, veamos ¿cuánto tiempo será suficiente para hacerte sufrir?- Meditó en voz alta.

 

-¿Cómo puedes decir eso? Es lo único que necesitas para hacerme sufrir.- Se quejó, hundiendo su rostro en la nuca del menor. –No te vayas por mucho tiempo, no me dejes.- Rogó, esforzándose por darle a entender su punto al contrario.

 

-No lo haré, Minho.- Fue sincero. –Estaré de vuelta en un mes.- Sonrió. –Te prometo llegar directamente a tu casa y cenaremos juntos.

 

-¿Estás pidiéndome una cita?- Rio. –Más te vale, a no te dejaré ir.- Le apretó, estampándole un beso en la mejilla. -Eres mío, mío, mío. Así que no escaparás.

 

-No escaparé.- Rio. -Eres demasiado cómodo, como para querer escapar de aquí.- Se arrellanó contra aquel cuerpo caliente.

 

Minho río, acariciándole los brazos. Estaban tan bien de ese modo, que casi olvidaban que deberían estarse bañando. Pero no lo olvidaron. Disfrazaron sus caricias con jabón, tocando cada parte del cuerpo, de la manera más sencilla e inocente. Uno que otro beso  también se unió a la batalla, entre risas y mimos.

 

Se terminaron de bañar, saliendo sin premura de aquel lugar, caminando enredados, colocándose besos en todo el rostro.

 

-Hey...- Minho ciñó al menor por la cintura. -Aún es temprano, podríamos hacer algo para divertirnos.- Susurró, mordiéndole el cuello.

 

-Ah~, no Minho.- Soltó una risilla. -Descansemos, tengo sueño.- Bostezó.

 

-Claro, duérmete temprano hoy.- Jadeó. -Entonces, vayamos a la cama.- Rodó los ojos, sonriendo.

 

-Anda, durmamos un rato.- Se dejó caer en la cama, con el mayor tomado de la mano. -Y, tal vez, considere mañana consentirte.- Puso su mejor sonrisa, sabiendo que convencería a Minho.

 

-Mentiroso.- Masculló. -Muévete y dame espacio.- Le obligó a acomdarse en la cama, recostándose a su lado. -Buenas noches, bebé.

 

Taesung rio, apagando la lámpara que se encontraba de su lado, dejando la habitación en penumbra. Sus manos automáticamente se enredaron en el torso del mayor, encontrando el mejor lecho para dormir.

 

-Buenas noches, mi amor.- Contestó entre risillas, burlándose de la manera tan cursi que se le ocurrió responderle.

 

Minho sonrió, también buscando un lugar en el cuerpo ajeno dónde colocar sus manos. Cuando dormían, sentían la absurda necesidad de juntar sus cuerpos lo más que se pudiera. Con las piernas enredadas, y el menor acunando su rostro en el cuello de Minho, lograban tener una noche más que tranquila.

 

Pero ésta vez fue algo diferente. Taesung le daba ligeros besos al mayor en el cuello, aprovechándose de la oscuridad. Sus manos se paseaban por el pecho de Minho, delineando cada centímetro. Era obvio que no se trataban de caricias para tranquilizarle antes de dormir.

 

-…Creí que querías dormir.- Minho masculló entre dientes, evitando reír. ¿Qué estaba pensando su loco novio?

 

-Sí…tengo sueño…- Jadeó. –Pero tú no quieres dormir. Además, recordé que odio levantarme temprano, y que tú también te despiertas tarde.- Se excusó, siguiendo con las caricias traviesas.

 

-¿Estás tratando de ser complaciente conmigo?- Ahogó su burla. El chico sólo pensaba en hacer lo que él había sugerido.

 

-Neh. Usualmente hacemos lo que yo quiero. Ahora hagamos lo que tú quieres.- Susurró, juntando sus labios con lo ajenos en un suave beso.

 

-Está bien, Tae.- Minho le alejó a penas lo suficiente como para no rozar su boca. –Me gusta hacer lo que tú quieres; otro día podemos encargarnos de lo que yo quiero.

 

Escuchar la suave risa del menor hizo que Minho se sintiera ligero, muy ligero, capaz de lograr cualquier cosa que se propusiera en cuanto al hombre joven. Oh, lo amaba tanto, que quería apretarle contra su cuerpo lo más posible, para fundirlo consigo y no dejarle ir nunca.

 

Le hizo girar hacia el otro lado , abrazándole por la cintura, acurracándose en aquella posición que estadísticamente era la más cómoda para dormir en pareja. Taesung colocó sus manos sobre las de Minho, ronroneando con placidez segundos antes de quedarse dormido. El silencio entonces reinó en la habitación, más no en la cabeza de Minho.

 

Su cabeza daba vueltas una y otra vez  sobre el mismo tema. Ese viaje que había hecho el chico había sido inicialmente para confesarle su condición, y había terminado como cualquier otro viaje, lleno de besos y arrumacos. Y ahora, que el chico estaba a nada de irse de su lado -como siempre-, tenía tanto miedo de volver a perderle. Eso era lo peor de todo, saber aquel volver en sus pensamientos, cuando obviamente aquel chico no era Taemin.

 

Lo era, era su Taemin; pero no era Taemin. No, era Taesung, con pensamientos diferentes, sentimientos diferentes, que probablemente no entenderían todo lo que estaba pasando, y pasó, con respecto a él. Amaba a quién tenía abrazado, lo amaba tanto, que tenía miedo de también perderle. No era posible, deseaba que recuperara su memoria, que volviera a ser Taemin, dulce, tierno, y atento. Pero, absurdamente, también quería que se quedara así, ajeno a los problemas de los cuales fue sustraído de joven, libre, único. Le ciño más por la cintura, tratando de espantar esos fantasmas en su cabeza. Lo tenía aquí, ahora, y cuál fuera su nombre, no iba a soltarle, no le volvería a perder.

 

 

 

 

Después de también quedarse dormido, la noche fue mucho más fácil de llevar. Abrazados, ninguno de los dos padecieron de pesadilla alguna. Solo necesitaban estar así, juntos, enredados, para disfrutar.

 

-¡Ven acá, hada mentirosa!- Minho jaló al chico que reía, tratando de escapar del mayor. -Tú hiciste una promesa anoche.

 

-Neh...- Le miró risueño. -¿Cómo quieres que te consienta?- Buscó sentarse en el regazo del mayor. Después de todo, una promesa era una promesa, e iba a cumplirla sin objetar.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Taesung jadeó, escondiendo el bostezo que le invadía. Tenía sueño, y no era precisamente por haberse levantado temprano. Tomó las escaleras eléctricas, bajando dos pisos hasta llegar a las oficinas donde tenía que dejar unos papeles recién firmados. Entonces retomó su camino, ahora dirigiéndose al elevador. Marcó planta baja, escuchando como se cerraban las puertas, llevándole hacia abajo. Tenía tanto sueño, que aquel instante en que cerró los ojos se sintió como diez minutos durmiendo. Volvió a abrir los ojos cuando el timbre del elevador le informó que ya había llegado y la puerta se abría. No tuvo más remedio que bajar de elevador, con pereza, encaminándose a la salida de aquel enorme edificio.

 

Para su suerte, su padrino estaba saliendo de otro elevador. Él no tardó en acercarse a su ahijado, saludándole con afecto.

 

-¿Qué haces aquí, Sunggie?- Preguntó con curiosidad, ya que Taesung extrañamente se paseaba por la empresa.

 

-Buenos días, daebu.- Bostezo una sonrisa. -Ah, hay unos clientes que realmente le temen a papá, así que yo me he encargado de hacer negocios con ellos.- Sonrió como niño pequeño ante la idea de que las personas le temieran al inofensivo (pero muy atemorizante) de su padre. 

 

-Entiendo.- Hongbin rio. -¿Has almorzado ya?- Observó a su ahijado negar con la cabeza. -Vamos, te invito a almorzar.- Le hizo una seña cariñosa para que se acercara.

 

Taesung sonrió, siguiendo el camino que su padrino le había señalado. Después de todo, su padrino también había sido una figura paterna, y estaba más que acostumbrado a salir con él, sobretodo porque conocía cuando quería hablar seriamente de algo.

 

No tardaron en llegar a ese pequeño restaurante cerca de la empresa, recibiendo casi de inmediato la carta menú, y sin tener que verla por mucho puesto que conocían de memoria todo el contenido. Ordenaron rápidamente, evitando perder más tiempo en absurdas formalidades.

 

-Y bien, ¿me vas a contar?- Hongbin recargó sus codos por encima de la mesa, entrelazando sus manos y apoyándose sobre ellas, de esa manera tan profesional que le hacía verse justo lo que era, un prestigioso abogado atento al caso que estaba a punto de escuchar.

 

-¿Siempre ha sido así de suspicaz?- Taesung se quejó, manteniendo sus propias manos por debajo de la mesa, y contestando a una pregunta con otra. Ambas, señas muy notorias para el abogado.

 

-Sunggie…- Comentó con aquel tono paternal que había desarrollado con su hija, y que no dudó en también usar con su ahijado. -¿Crees que no he notado que viajas mucho más seguido a aquella pequeña ciudad, que a otros lugares?- Alzó una ceja, haciendo un ademán para que él continuara hablando.

 

-Ah…Supongo que iba a ser obvio eventualmente…- Sonrió, agachando un poco el rostro para disimular su sonrojo. –Yo, tengo novio.

 

-Así que un novio, ¿eh?- Examinó lo que su ahijado había dicho. -¿Por qué no has dicho nada?

 

Taesung le miró, encogiéndose de hombros; realmente, fuera de su padre, no tenía idea por qué no le había contado a los demás. Él único que sabía era Jaehwan, y porque realmente necesitaba a alguien con quien hablar de todas sus dudas y temores con respecto a su relación a larga distancia con Minho. 

 

-No lo sé…- Susurró, mientras un mesero dejaba ambos platos frente a cada uno. –Es mi pequeño secreto, y me gusta atesorarlo…Aunque, no pude evitarlo contárselo a Jaehwan ssi.

 

-¿Se lo contaste a Ken y no a mí, que soy tu padrino?- Hongbin frunció el ceño, molesto por haber quedado en segundo lugar de confidencialidad (y porque prácticamente le había obligado a confesarlo).

 

Taesung rio, de esa manera tan única y traviesa que había conservado a lo largo de los años. Esa risa refrescante que hacía que todo el mundo volteara a verle, fascinados por esa declaración de una inocente maldad.

 

-Jaehwan es un poco más confiable que usted, daebu. Después de todo, usted es abogado del diablo.- Rio, haciendo referencia a su padre.

 

-Te equivocas, cariño. No es el diablo, sólo el rey de las hadas enojadas.- Señaló, riendo. –Entonces, cuéntame, ¿quién es este ente misterioso a quien llamas novio?

 

Se volvió a sonrojar, maldición. Taesung miró su comida, pensando en qué poder decir. Tenía muy en claro que primero tenía que mencionar la diferencia de edades, puesto que eso podría ser un tema algo debatible, y quería dejarlo por sentado desde el inicio: no le importaba en absoluto la diferencia de edades que había entre ambos. No obstante, ahora que alguien le había preguntado acerca de Minho, tenía tantas ganas de hablar todo lo que sabía de él, todo lo que sentía por él, y todo lo que había hecho juntos y planeaban seguir haciendo. Se sentía como un joven adolescente pensando de esa manera, pero realmente no podría llegar a contenerse si empezaba a hablar del amor que sentía por Minho.

 

-Minho…- Sonrió, jugando con la comida en su plato, como solía hacer cada vez que se ponía nervioso. –Él se ha metido debajo de mi piel, tan profundo, que si intentara sacarlo, moriría.- Jadeó, admitiendo que estaba vuelto loco por él. –El tiempo que llevamos de conocernos puede que suene bastante, pero, considerando que no todo el tiempo nos podemos ver, es absurdamente poco. Y en tan poco tiempo hemos llegado a sentir cosas tan fuertes el uno por el otro que…Lo amo. Como sé que él también me ama a mí.- Subió el rostro, mostrando lo sincero que estaba siendo.

 

-Nunca te vi siendo tan serio en algo.- Comentó Hongbin, señalando la actitud del chico. –Así que he de suponer que es una relación formal.

 

-Sí.- Asintió. –Estoy seguro que él jamás jugaría con algo así…- Esbozó una ligera sonrisa. –Minho es lo suficientemente mayor como para seguir siendo un jugador.

 

-¿Qué tan mayor, Sung?

 

-14 años mayor…- Hizo una mueca, esperando el regaño de parte de su padrino.

 

-14 años…Cielos, deben de amarse demasiado como para no sentir esa brecha de edades.- Se quejó.

 

-¿Eso es todo?- Taesung tildó un poco de lado la cabeza, sorprendido (en serio, muy sorprendido) de no haber sido regañado por su padrino.

 

-¿Qué si es todo? ¿Qué esperabas que te dijera, cariño? ¿Qué me opusiera?- Frunció los labios. –No soy tu padre, como para dignarme a decirte algo. Además, eres un adulto, toma cualquier decisión que quieras tomar. Lo que sí podría hacer es juzgarte, pero…- Le sonrió, condescendiente. -¿qué clase de familiar sería, si te juzgara por algo absurdo?

 

-Gracias…- Definitivamente, Taesung no pudo ocultar su sonrisa. –Tal vez Minho y yo sí estamos ciegos de amor, porque no se siente la diferencia de edades. Podemos pasar horas platicando de lo mismo, o estar cambiando de tema seguido, sin cansarnos.- Suspiró. –Nunca me sentí así por nadie, y que me corresponda de la misma manera, sólo me hace pensar que realmente es el indicado, que no quisiera volver a querer a alguien más que no sea él.- Hizo un puchero, algo ofuscado por la intensidad de sus sentimientos.

 

-Debe ser difícil estar separados la mayor parte del tiempo…- Comentó, señalando que a pesar de los viajes del chico a esa ciudad, la mayor parte del tiempo no se veían, dejando muchas cosas al aire.

 

-Sí…Lo es…- Gimió. –A él no le agrada mucho, que digamos…Pero tampoco me reprocha que no esté a su lado todo el tiempo. Eso es algo que le agradezco.- Torció los labios. –Cuando…Cuando estamos juntos, sabe agridulce. Estamos felices de podernos ver, y de poder hacer todo lo que usualmente no podemos hacer en pareja…Pero, a su vez, vivimos con el recuerdo constante de que al final de determinado lapso de tiempo nos volveremos a separar, y si no aprovechamos el tiempo, la espera siguiente será insufrible.- Explicó. –No creo que haya consuelo alguno para esto.

 

Sí lo había, pero probablemente aún era muy pronto como para que el joven hombre lo vislumbrara entre sus opciones, y eso fue algo que Hongbin notó. No le dijo nada, dejaría que el mismo Taesung se diera cuenta de las cosas a su propio ritmo.

 

-Minho es maestro, así que supongo que por eso es tan paciente con esta situación.- Susurró. –Espera a que yo vuelva a la ciudad, y entonces continuamos con nuestra vida de pareja; a pesar de su trabajo, o del mío, siempre hay tiempo para nosotros dos.

 

-Imagino que deben de hacer todo tipo de actividades que una pareja podría hacer.- Rio.

 

-Tal vez…- Taesung murmulló con una ligera sonrisa en los labios. –Realmente, lo que más hacemos es dormir…Oh, dios, ¿por qué vuelvo perezoso a todo aquel que me rodea?- Descubrió aquel detalle de su propio ser. Le gustaba el ocio, y la pereza, era más que obvio que terminaría arrastrando a Minho a ese mundo de la flojera.

 

Hongbin rio, observando al menor quejarse; no se reprimió, lo veía como la primera vez que le vio en casa de Taekwoon. Seguía siendo un niño ante sus ojos, a pesar de la edad que tuviera, y de las velas que se iban agregando en su pastel con cada año.

 

-Nunca vas a cambiar, Sunggie.- Le molestó. –Desde joven has sido así.

 

El menor bufó, escuchando como su padrino una vez más le trataba como a un niño. Cómo le fastidiaba eso, que su familia le siguiera tratando así. No se los podía negar, pero tampoco podía seguir permitiéndoselos sin terminar volviéndose loco.

 

-¡Yah! Daebu, no sea así conmigo.- Se cruzó de brazos, enojándose.

 

-Niño engreído, ¿cómo te atreves a hablarme así?- Le regañó, riéndose por la actitud de Taesung. –No vas a cambiar, hijo, ni aunque lo intentes. Por más años que tengas, seguirás siendo el mismo.

 

-Aigo.- Rodó los ojos, sabiendo que esa era una batalla perdida. -¿Qué remedio?- Exhaló, aceptando que realmente no tenía nada qué hacer contra aquella situación.

 

-Entonces, Sung…- Hongbin volvió a ponerse serio. –Tú y tu novio, ¿van a verse pronto?

 

-Algo así.- Mordió el interior de su mejilla. –Tengo que ir antes a otras ciudades, así que de regreso pasaré por ahí. No pretendo quedarme mucho…Aunque quisiera.

 

-Podrías quedarte un poco más.- Le concedió. –Yo te cubro.

 

-¿En serio?- Los ojos de Taesung se abrieron por completo, alegre de escuchar lo que su padrino estaba dispuesto a hacer. Tras ver el travieso guiño de su padrino, no evitó saltar de alegría en su lugar, ansioso por contarle a Minho que estaría con él pronto. –Oh, gracias daebu, no sabe lo mucho que me facilita las cosas…

 

-Apuesto a que ahora estás alegre de haberme contado tu secreto.- Le reprochó una vez más quedar en segundo lugar de confidencialidad, por debajo de Jaehwan. ¡Eso le sacaba de quicio!

 

-Neh…- Sonrió. –Gracias, gracias, gracias…Ah, pero por favor, podría…¿podría mantenerlo así? ¿Cómo un secreto?

 

-Está bien, Sung, puedes confiar en mí.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Minho terminaba de explicarle a Kibum todo lo que había sucedido, y había descubierto acerca de Taesung. Y, si bien, Key parecía sorprendido, también había evitado hacer preguntas, escuchando atento a cada detalle de la historia.

 

-¿Qué piensas hacer, Minho?- Cuestionó, sabiendo que Minho no podría quedarse de brazos cruzados. -¿Estás totalmente seguro que es él?

 

-Lo estoy.- Lo dijo de manera determinada. -Es él, no me cabe la menor duda.-

 

-Pero él no lo sabe…

 

-Sí, lo sé. Es frustrante, llevarlo a sus lugares favoritos, sin que los conozca. Las cosas que antes amaba, ahora muchas de ellas ni siquiera pasan por sus pensamientos.- Exhaló. –Incluso, no reconoció a Chaerin.- Jadeó. –Aun así, cuando habló con ella, la manera en que la miró, te lo puedo asegurar: esa era la mirada de Taemin cuando hablaba de lo mucho que quería a su madre.

 

-Entonces Minho, tienes mucho que hacer.- Le miró preocupado. -¿Qué piensas hacer?

 

-Por ahora…- Jadeó su respuesta.- Investigaré su accidente, si pasó como me lo contó, o si le contaron algo totalmente diferente…Si tan siquiera ocurrió.

 

-Entiendo…Pero, no te conviene ir a la biblioteca ahora. Siguen pasando todos los archivos físicos a electrónicos, y películas de videocasetes a discos. Si tienes suerte de que no esté todo revuelto, por lo menos estará traspapelado, o erróneamente etiquetado.

 

-…Agh, ¿qué puedo hacer entonces?- Se quejó.

 

Kibum rodó los ojos, chasqueando la lengua. Había veces en que a Minho se le cerraba el mundo y no podía ver más allá de su nariz. Buscó en su maletín, sacando su laptop, sólo para ayudar a su amigo que justo ahora debería de tener un lío en la cabeza pensando por si ningún lado algo absurdo para recabar información. Tecleó el nombre del novio de Minho, encontrando rápidamente como salían varios links bajo ese nombre. Vaya, el chico trabaja en una gran empresa transnacional…No, no sólo eso. Era hijo del presidente. Key parpadeó sorprendido, realmente le parecía ilógico que si quieres esconder a alguien, no le das una personalidad tan conocida en el mundo de los negocios. Salió de esa página, buscando algún otro lado dónde buscar información. Omitió varios links de revistas de negocios, o el de la universidad a la que asistió, donde fue reconocido varias veces. Encontró hasta abajo el link de un periódico electrónico. Lo abrió, leyendo por encima la nota.

 

-Minho…- Le llamó. –Tu novio tiene suerte de no estar criando malvas en este momento.

 

-¿Qué?- Se acercó a revisar la pantalla. La nota en sí, hablaba del terrible día que había sido. Con aquella tormenta de verano, la carretera principal había sido un desastre total. Pero, ver las imágenes que habían sido tomadas, fue lo que le provocó perder el aliento. Las primeras eran de otros accidentes, y hasta abajo una colección de fotos de aquel terrible accidente que le había ocurrido a su hada.

 

¿Cómo era que cuando Taesung le dijo del accidente sonaba tan tranquilo? Si, había dicho que fue el peor de todos, pero aun así su voz era tranquila, obligándole a no preocuparse. Las imágenes, en cambio, contaban algo terriblemente diferente. El auto había quedado casi compactado; entonces la pequeña cicatriz, las migrañas, y pérdida de memoria, sonaban a pequeños rasguños a comparación de cómo pudieron haber terminado las cosas. ¡Oh, no! Sintió un escalofrío recorrerle la espalda, sólo de imaginar que Taesung estuvo envuelto en un accidente fatídico.

 

-Al menos ahora sabemos que el accidente fue real.- Kibum torció los labios. –Sólo tienes que investigar que pasó antes de eso. Por qué se encontraba en la carretera.  

 

-¡Es obvio! Fue secuestrado por ese acosador que tenía.- Se cruzó de brazos.

 

-Minho, no. No es obvio. Si no estuviste ahí, no puedes afirmar eso.- Key, como maestro de ciencias, le hizo darse cuenta que no podía dar por sentado algo sin tomar en cuenta las demás variables. –La policía determinó que fue secuestrado porque tú declaraste que tenía un acosador. Tal vez eso fue lo que pasó, y tal vez así fue como terminó envuelto en el accidente. Tal vez logró escapar de ese acosador, y alguien le llevaba a casa. Pasó el accidente, y como no se sabía nada del chico se le dio una nueva personalidad. Tal vez fue trata de menores, y el accidente fue más que conveniente para la situación. O tal vez, él mismo decidió irse con esa persona, y así terminó en el accidente. Hay muchos escenarios, tienes que descartar cada uno de ellos hasta saber la verdad.- Le miró serio, siendo muy claro en su punto. Minho no podía ir culpando a diestra y siniestra a alguien que tal vez ni siquiera existiera.

 

-Tengo mucho que hacer.- Minho jadeó, frustrado, cubriéndose el rostro en reacción.

 

-Somos muchos los que te ayudaremos, sin duda.- Le apoyó.

 

-Gracias, Key.- Se descubrió el rostro, para sonreír.

 

-Idiota.- Key le propició un golpe en el hombro. –Para eso somos los amigos.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Taekwoon entró a su casa, dejando a un lado sus llaves y sacándose los zapatos. Sabía que no estaba sólo, el auto de su hijo estaba afuera, así que no se molestó preguntar quién estaba maldiciendo en la cocina. Simplemente caminó derecho hacía el lugar, encontrando a su niño haciendo un desastre, y molesto.

 

-¿Qué ocurre cariño, qué haces aquí?- Preguntó con ese tono de voz suave y templado de siempre.

 

-Tenía los ingredientes que me hacían falta.- Cortaba descuidadamente rodajas de lima y naranja. -¡Maldición!- Quitó la mano, llevándosela a la boca.

 

-¿Te cortaste? Hijo, te ves frustrado, deja eso.- Rápidamente intercedió, moviéndolo de la tabla de picar. -¿Qué intentas hacer?

 

-Postre de limón, gimoteó. Pero no me sale. ¡No me sale! Ya lo intenté tres veces.- Chilló, aún con el dedo en su boca, deteniendo el sangrado.

 

-Mmm...- Taekwoon bufó. -Algo debes estar haciendo mal. ¿Cuántas veces has leído la receta?

 

-Una vez...Appa, necesito ayuda.- Rogó. Poniendo ojos lagrimosos y carita tierna.

 

-No conozco la receta, hijo.- Frunció los labios. -¿Para qué quieres cocinar postre de limón?

 

-Kwonnie va a cumplir años, quería regalarle comida. En realidad, Kwonho es extraño.- Rio. -No supe que regalarle.

 

-¿Cómo puedes hablar así de uno de tus mejores amigos?- Se quejó, rodando los ojos.

 

-Kwonho es tierno.- Se encogió de hombros. -Es fácil molestarlo, más cuando Moonkyu y yo estamos cerca.

 

-Ustedes no tienen remedio.- Se quejó, recogiendo todos los platos sucios. -Aunque me pese decirlo, sé a quién le puedes pedir ayuda. Jaehwan siempre le cocina a su sobrino.

 

-¡Cierto!- Brincó en su lugar. -Iré a pedirle ayuda, y le diré que usted me envió para que se emocione.

 

-¿No puedes omitir eso?- Volvió a rodar los ojos. 

 

-Nop.- Recogió todo su material, poniendo orden en la cocina de su padre. -Por cierto, dentro de dos semanas saldré de viaje.

 

-¿De nuevo?- Gruñó. -Recuerda que tenemos una junta con el señor Park y...

 

-Sí, me iré después de la junta. Es importante, tengo los libros localizados, y ya le avisé al cliente.- Sonrió, apenas despidiéndose con un gesto de mano.

 

-Qué remedio, siempre haces lo que quieres. ¡Adiós, hijo! Y no propicies que Jaehwan esté rondando por aquí.

 

-¡Tal vez!

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Minho miró su teléfono, tenía una llamada perdida de Taesung. Le había regresado la llamada varias veces, pero el menor no había respondido. Maldecía el haber dejado descuidado su celular, no se había percatado de aquella llamada hasta hacía poco, y ahora no encontraba manera de comunicarse con el menor.

 

Se dejó caer en el sofá, ¿qué más podía hacer sino esperar? Estaba seguro que en algún momento le devolvería las llamadas. Pero, mientras tanto, se encontraba intranquilo. ¿Para qué le había llamado? Eran pocas las veces en que el chico le llamaba, casi siempre era Minho el que se desesperaba por la distancia, y le llamaba todo el tiempo, con preguntas tontas y comentarios inútiles. Tamborileó sus dedos contra el brazo del sofá, escuchando como los segundos corrían sin cesar.

 

Definitivamente estaba perdiendo la cordura, ¿qué podía estar haciendo Taesung como para no responder su teléfono? ¡De seguro se encontraba manejando! Varias veces el chico le había dicho que a veces apagaba su celular, con tal de no distraerse. Sí, tal vez era eso. Esperaba que fuera eso.

 

El timbre de la puerta sonó, escuchándose por toda la casas, provocando que Minho se alzara de un brinco de su lugar. Corrió a la puerta, abriendo de inmediato. Frente a él, el hada traviesa le sonreía inocentemente. Entonces si había apagado su celular por estar manejado. Al menos, eso, le tranquilizaba.

 

-Hola, mi amor.- Taesung saludó, recargándose en el marco de la puerta con los brazos cruzados.

 

-Tae…Tu cabello.- Alzó su mano, deslizándola por el cabello del chico.

 

Taesung rodó los ojos, descruzándose de brazos.

 

-Yo también te extrañé, Minho. No podía estar sin ti ni un minuto más, y por eso decidí volver.- Comentó con sarcasmo.

 

Minho rio ante tal gesto de molestia. Se lo merecía; en vez de saludarle, había hecho notar el corte de cabello que ahora Taesung tenía. Diferente, a como lo había conocido.

 

-Lo siento. Sí, yo también te extrañaba mucho. Todo el tiempo.- Fue sincero. –Es tan solo que tu cabello.

 

-¿No te gusta?- Bajó un poco la mirada, haciendo una ligera mueca con los labios que probablemente no notó.

 

-Eobbseo. Me gusta, pero es diferente.- El chico prácticamente parecía otra persona. Su cabello largo y rizado se había ido por completo. Su cabello estaba corto, definitivamente corto. A penas lo suficientemente largo en la parte de arriba como para tener un flequillo que le cubría con gracia las cejas y algo de los ojos, pero el resto era corto. –Pasaste de ser cipselas a un humano.

 

-No soy una planta, Minho.- Frunció el ceño, alejando el rostro indignado.

 

–No, no lo eres. Eres un hada malcriada, que sólo busca burlarse de mí.- Sonrió. -¿Por qué apagaste tu celular? Me tenías loco llamándote.

 

-Oh…Lo siento, lo apagué en el camino.- Se disculpó. –Te llamé para avistarte que ya estaba en camino; supuse que se había olvidado de que le había dicho que esta vez vendría directo a su casa.- Rio. –Así que le marqué; pero, como no contestó, decidí llegar sin avisarle.

 

Minho chasqueó la lengua, evitando reír. Esa espontaneidad del chico era algo totalmente adorable, y que le encantaba ver.

 

-Bueno, Minho. ¿Me vas a invitar a pasar?- Le escuchó quejarse.

 

-Sí, lo siento.- Se acercó al menor para besarle, invitándole a pasar dentro de la casa. –Entonces…¿qué te hizo cambiar el corte?- Preguntó, interesado en saber el porqué del cambio en la apariencia de su novio.

 

-Ah, es todo un caso.- Rio, tomando la mano de Minho, mientras se sentaban en el sofá. –Estaba viendo un partido de futbol con mi padre y mi padrino. No sé en qué momento de estupidez a mi padrino y a mí se nos ocurrió apostar en contra de mi padre.- Suspiró. –Él siempre acierta. No sé cómo lo hace, pero siempre acierta.- Se encogió de hombros. –Fue por una apuesta, como entenderás. Hacía tanto que no veía a mi padre con tal satisfacción. Demasiado tétrico, para mi gusto.

 

-¿No le agradaba que usaras el cabello largo?

 

-En absoluto, él también lo ha llegado a usar largo. Mi padre sólo quiere molestar a mi daebu.- Rio. –Así que terminé envuelto en aquella disputa.- Jadeó. –Ni modo, supongo que ya necesitaba el cambio.- Se encogió de hombros, recargándose sobre Minho.

 

-¿Sabes?- Le tomó un mechón de cabello. –Me sorprende que ya no esté tan rizado como antes.

 

-Ya no tiene el largo suficiente para rizarse.- Arrugó la nariz. –Lo prefiero así.

 

-Extrañaré que parezca león por las mañanas.- Rio, susurrándole al oído.

 

-Qué molesto es, Minho.- Se quejó. –Por cierto, cambiando de tema: hoy cocinaré la cena, así que se tendrá que dejar consentir por mí.

 

-Adoro cuando me conscientes, Tae.- Le besó en la mejilla. –Te dejaré hacer lo que quieres, sólo sígueme consintiendo.

 

Taesung rio, alejándose del mayor para lograr ponerse en pie. Tras ordenarle que no se moviera de su lugar, y que si deseaba fuera a ver el televisor, o se pusiera a leer un libro, desapareció tras las puertas que le llevaban a la cocina.

 

Minho no protestó los primeros minutos. Sin embargo, media hora después, su curiosidad le hizo asomarse por la puerta, recibiendo un gran regaño de parte del menor, que le ordenó que regresara al salón principal, y que dejara de husmear hasta que la cenara estuviera terminada.

 

Minho resopló, volviendo a escuchar como corrían los segundos. Odiaba el paso del tiempo, tan lento, tan letal, y a su vez, corría de una manera peligrosamente rápida. Sabía que aunque el chico estuviera ahí, si no estaba a su lado, pronto se iría, y habría desperdiciado tan valioso momento. Sin querer, las ansias le invadían, haciendo que se debatiera entre hacer caso de su novio, y perder tiempo en cualquier cosa, o volver a molestarle en la cocina, recibiendo por ende más regaños del joven.

 

Para su suerte, escuchar a Taesung llamándole le hizo volver a la tranquilidad. Siguió esa voz hasta el comedor, donde todo ya estaba listo. Realmente la cena se veía muy bien hecha, y olía demasiado bien como para no sentir hambre.

 

-Minho, ¿tiene vino?- Le preguntó el menor, de manera casual.

 

-¿Para qué lo quieres? Se supone que tú no bebes.- Le molestó.

 

-Minho tonto.- Rio. –Usted si bebe, y esto se acompaña de vino. No lo voy a privar de tal placer.

 

-¿No será que me quieres embriagar?- Le tomó por la cintura acercándole contra su cuerpo. –Es eso, ¿no, hada malvada?- Susurró sobre la boca del contrario. –No tienes por qué, mi habitación está arriba, no necesitas de un plan malvado.

 

-No te quiero ebrio, yeobo.- Le besó rápidamente. –Te lo dije, quiero consentirte.

 

-Entonces, buscaré el vino.- Sonrió. –Te amo, bebé.

 

-Yo también te amo, Minho. 

Notas finales:

La pregunta del día: ¿quieren lemon? 

Estoy considerando poner lemon en el capítulo siguiente :P 

Hasta luego n.n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).