Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

[Reviews - 340]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Antes de hablar del capítulo, permítanme fangirlear acerca del cabello gris de Minho sdhfjslka,dhbfj,dz.knfxzmfx.zc,fv.mcvbnc ♥ Dirán un montón de cosas, pero a mí me fascinó que se atreviera a ponerse tal color ^w^ 

Ahora sí, regresando a la historia. Me he dado cuenta que les asusta que haya demasiado amor y paz x'D Piensan que pondré mucho drama después. Esta vez no seré así de mala, sí habrá drama, pero estará suavizado con muchas escenas de cariño y amor. Por favor, no se preocupen :)

Y bueno, dado que me dijeron que sí querían lemon, aquí se los dejo         ¬u¬

-¿Por qué tanto ímpetu?- Minho rio, tomando al menor por la cintura, mientras caían en la cama.

 

-Porque te extrañé mucho, y realmente me estuve conteniendo durante la cena.- Contestó sensual, acomodándose a horcajadas sobre el mayor. –Ya quería llegar al postre.

 

Minho jadeó, robándole un beso. Después de haber cenado, apenas habían empezado a conversar, para cuando Taesung le había insinuado que fueran a la habitación, y ¿cómo negarse? Realmente no podía decirle que no. Le volvió a sostener, obligándole a quedar debajo, mientras él se acomodaba arriba, atrapándole una vez más con su boca. Quería besarlo hasta el cansancio, y acariciarle por todos lados, saber que estaba ahí, aprovechar cada segundo a su lado.

 

-Minho…- Taesung jadeó, siendo callado de nuevo por la boca de Minho. –Min, Min, amor…

 

-Hoy vienes muy insistente para todo.- Minho le miró, mordiendo el labio inferior del menor antes de soltar su boca. –Te escucho.

 

-No vas a encontrar a otra persona como yo; yo no encontraré a alguien como tú en otro lugar. Casémonos.- Comentó risueño, dejando que Minho le besara el cuello.

 

El mayor ahogó una risa, había olvidado que a veces podía a hacer esos comentarios algo egocentristas. Se alzó observándole, definitivamente quería absorber cada rastro de él, hasta volver a estar tranquilo. Un beso más en los labios, antes de empezar a debatir aquel comentario.

 

-¿Quieres que nos casemos?- No fue sardónico, hizo la pregunta de manera sensual, buscando con sus manos entrar debajo de la ropa del chico.

 

-Sí.

 

-Vaya, debes de tenerlo muy bien pensado entonces. Y dime, ¿cómo viviremos?- Le retó, hablándole al oído, calentándole el cuerpo. -¿Dejarás de viajar por todos lados y sentarás cabeza a mi lado? ¿Esperarás que te siga? O ¿Qué te espere como ahora? En ese caso, ¿cuál sería la diferencia?

 

-Umm…Tienes razón.- Se quejó. –Mejor no nos casemos.- Rio, dejando que su cuerpo se moviera con ligeros espasmos ante el toque de las manos de Minho.

 

-¿Acabas de cancelar nuestra boda? Jo, eso es deprimente.- Le mordió con suavidad detrás de la oreja, delineando con su lengua aquel camino hacia el hombro del chico.

 

-No, la pospuse por un tiempo indefinido.- Volvió a reír, aferrándose a la camisa de Minho, mientras sentía con placer como el mayor jugaba con sus pezones. –Pero,…ah…Lo dije en serio. Te quiero para mí. Eres mío.

 

-También eres mío, bebé.- Subió la mirada, observándole como un depredador. –Sácate la camisa.

 

Taesung asintió, desaferrándose de la camisa de Minho. Se quitó la camisa que llevaba puesta, dejando su torso desnudo. Jadeó en cuanto sintió aquella boca atacarle una vez más, sobre su hombro, con mordidas, moviéndose a su clavícula. Ahí. Minho se entretuvo en ese hueso por un rato, dejando claramente varias marcas de color rojizo que pronto cambiarían de color. Entonces, con suaves besos, bajó hasta llegar a uno de los pezones atrapándolo entre sus labios con ligera fuerza. Le escuchó gemir, retorciéndose de placer. Eso hizo que Minho sonriera. Siguió besándole, moviendo sus besos en varias direcciones, escuchando atentamente como jadeaba y suspiraba. Quería seguir escuchándole, robarle más gemidos, hasta volverle loco. Le miró con sorna, mordiéndole sobre el vientre, dejando una marca definida.

 

-Agh, Minho…Sigue…- Taesung enredó sus manos en el cabello del mayor, obligándole a seguir con los ósculo.

 

Para Minho no le fue difícil complacerle. Besó, mordió y succionó, disfrutando de esa piel salada como si no lo hubiese hecho nunca. Siguió bajando, hasta llegar al filo del pantalón. Acarició la cintura hasta poder alcanzar el botón. Lo pasó por el ojal, seguidamente bajando la cremallera. Se irguió un poco, deslizando con facilidad los pantalones del menor hasta quitárselos por completo, tirándolos a un lado de la cama. Le acarició las piernas, volviendo a acomodarse sobre la cadera del menor. Le besó, jalando el elástico de la ropa interior con los dientes, sin dejar de mirarle a los ojos. Quitó la ropa interior, con bastante parsimonia, dejándole totalmente desnudo, y algo vulnerable. No dudó en acariciar la semi-erección del menor, escuchando claramente como el chico se deshacía en gemidos, retorciéndose bajo su tacto. Sonrió de lado, delineando una vez más la ahora completa erección de Taesung, momentos antes de llevarse a la boca, sin dar aviso alguno.

 

Taesung se arqueó, dejando escapar un jadeo sordo. Buscó enredar su mano en el cabello de Minho, sin saber si le quería detener, o alentar a que siguiera haciendo eso con su boca. Empujó sus caderas hacia adelante, sintiendo como el mayor succionaba con fuerza, mientras una de sus manos le acariciaba los testículos con avidez. No, Taesung no podía con tal cantidad de placer, sentía como se derretía debido a la boca de Minho, debido a todo él en general. Sus manos, su boca, su cuerpo, su presencia. Lo tenía en claro, no iba a poder aguantar mucho más, no con Minho siendo así de insistente con aquella felación, y sus manos buscando y tocando cada punto erógeno que encontraba.

 

Solo fueron unos instantes más, sólo eso bastó, para que Taesung terminara de deshacerse, llegando al orgasmo rápidamente, sin oportunidad de advertirlo. Minho no se detuvo, no le dejó descansar, hasta haber tragado todo lo que salió. Le lamió, limpiando por completo cada rastro desperdigado, subiendo con besos a lo largo del cuerpo desnudo, hasta llegar a la boca desahuciada, donde dejó un largo beso, consumiéndolos a ambos.

 

Se separaron, dejando un pequeño rastro de saliva compartida. Sus respiraciones estaban agitadas; no obstante, sabían que apenas estaban comenzando. Hacían el amor más allá de lo físico, se devoraban con la mirada, sonrisas concupiscentes en labios, susurrando cortas y jadeantes palabras de amor.

 

-Tae, ¿lo harías para mí?- Minho no ordenó, rogó como un favor, provocando que Taesung se fijara en la muy notoria erección que el mayor tenía. Se había estado conteniendo.

 

-Yo…sí…- Mordió su labio inferior, incorporándose lentamente. –No es justo, aún llevas la ropa puesta.- Se acercó, besándole suavemente, sólo presionando sus labios sobre los del mayor. Sus manos buscaron la orilla del pantalón de Minho, encontrando el botón que no dudó en desabrochar. Minho se sacó la camisa, mientras el menor terminaba de deshacerse de sus pantalones y calzoncillos.

 

Taesung se relamió los labios, fijando su mirada en la polla latente de Minho. Jadeó, colocando su rostro entre las piernas del mayor, dispuesto a comenzar con la felación. Tan sólo si no estuviera nervioso. Debía olvidarse del hecho de que era su primera vez en cuanto al oral, y que Minho le había hecho sentir fantástico. Oh, dios, tenía más que claro que iba a ser un desastre. Aun así, no pensaba retractarse, quería que Minho se sintiera complacido, y si no lo intentaba nunca aprendería. Envolvió el glande con su lengua, cubriéndole de una humedad ajena al preseminal, deslizando su boca sobre aquel trozo de carne, hasta donde consideraba peligroso para sí mismo. Escuchó al mayor jadear, ocasionando que subiera la mirada. Minho le miraba, con unos ojos llenos de lujuria, oscuros, alentándole a que siguiera con tal acto.

 

Se sintió tan deseado, tan poderoso, con aquella mirada sobre de sí. El simple hecho de complacer a Minho le hacía sentir que era un experto en el tema, y que podía mandar sus nervios a la basura. Llevó una de sus manos a la base del pene de Minho, bombeando lentamente, a la par de los movimientos de su lengua sobre la parte superior del miembro, llevando su otra mano a los testículos de Minho, masajeando en círculos. Lo hacía lento, de manera sensual, sin despegar sus ojos de los de Minho. Le parecía excitante que Minho le observara de tal manera, atento a cada uno de sus movimientos. Podía sentir el éxtasis de Minho, delirante. Lamió y chupó a lo largo del falo, sólo sacándolo de su boca para concentrarse en la base y los testículos, besando y succionando todo lo que su boca alcanzara.

 

Se dedicó a masturbarle por un rato, mientras con su lengua dibujaba círculos en el perineo, escuchando como el mayor gemía guturalmente con eso. Se detuvo un instante, sonriendo, le encantaba escuchar a Minho gemir y gruñir de ese modo, con su voz ronca por la excitación. Se detuvo, lo suficiente como para saber que Minho le reclamaba con su respiración alebrestada y sus jadeos entrecortados. Apenas logró relamerse los labios, para cuando volvía a tener esa polla caliente dentro de su boca. Minho le tomó por el cabello, decidiendo que esta vez sería más rápido. Taesung en ningún momento dejó de observar las reacciones de Minho, lo oscuro de su mirada. Sólo con eso bastaba para saber que su noche apenas estaba empezando. Se dejó guiar por las manos de Minho, dejando que su boca fuera follada de tal manera. Entendía que Minho estaba por correrse, y quería hacer todo lo posible por hacerle llegar cuanto antes.

 

Sólo bastaron unos momentos, demasiado efímero para ambos. Minho eyaculó dentro de la boca del menor, vertiendo su semen por su garganta. Todo había sido tan excitante, tan caliento, que no podía terminar así. Taesung se irguió, alcanzando los labios de Minho en un largo y profundo beso, dejándose caer al momento en que el mayor le empujó y apresó contra la cama de nuevo. Se besaron, rozando sus lenguas una contra la otra en una violenta guerra por saber quien mandaba en el beso. Las manos no se quedaron atrás, buscaban acariciar, tocar, arañar todo lo que encontraban a su paso, marcando territorio de lo que era suyo, y que tanto atesoraban.

 

-Mmm, Tae…- Minho mordió el labio inferior del chico, llamándole. – Te deseo mucho.- Suspiró sobre el cuello del chico, colocando múltiples besos mariposa.

 

Pasó su mano debajo de la cintura del menor, alzándole lo suficiente para acomodarle y penetrarle de un solo movimiento. Taesung jadeó, aferrándose a los brazos del mayor, mientras echaba el rostro hacia atrás, en un puro acto de placer. El vaivén no fue lento, el menor no estaba preparado, y tal grado de estrechez terminaba de desquiciar a Minho. Los gruñidos, el ruido del roce de sus cuerpos, llenaban la habitación. Se deshacían ante aquel acto que inundaba todo del aroma a sexo. Minho tomó las manos de Taesung, elevándolas sobre su cabeza, atrapándolas contra la cabecera de la cama. El movimiento de caderas se volvió más salvaje, terminando de desatar la pasión que se tenían.

 

-M-minho…Agh, sí…- Jadeó, rogándole por que siguiera tocando ese punto específico que le hacía quebrarse por completo. Se movió todo lo que pudo, buscando la boca de Minho para volver a unirla con la propia.

 

No tardaron mucho en ello. Minho sintiéndose cerca, buscó el miembro de Taesung, estimulándole hasta hacerlo correrse entre sus cuerpos. Escucharle gemir, verle llegar al clímax, todo aportó para que Minho pudiera también llegar a completar su orgasmo.

 

Entonces se quedaron inmóviles, con las frentes juntas, respirando alebrestadamente sus alientos. Minho le soltó suavemente, besando las mejillas del menor repetidamente. Taesung abrió sus ojos risueñamente, riendo debido a las cosquillas que los besos de Minho le provocaban. Cuanto se adoraban, y no encontraban mejor manera de demostrarlo. No se dieron cuenta de cuando se abrazaron, pero rodaron en la cama, intercambiando posición. Minho observó la mirada traviesa que Taesung le dio momentos antes de robarle un beso; beso que se volvió en varios, repartidos por todo el rostro y cuello del mayor, mientras que las manos del menor jugaban a rozar con particular alegría el pecho de Minho, su abdomen, en movimientos circulares, rasguñando con cariño. Taesung se sentó firmemente sobre la cadera de Minho, tomando una muy clara posición. No habían terminado aún.

 

Ni siquiera tenían que hablar para entenderlo, sus cuerpos lo decían todo. El menor movió sus caderas, rozando su trasero sobre el miembro de Minho, excitándole de nuevo. Se le escapó un gemido, la mirada de Minho le quemaba por completo. Amaba las mil maneras en que Minho le miraba, siempre con tanto cariño. No dudó en autopenetrarse, sintiendo a Minho arquearse de placer de nuevo. Taesun sonrió, apoyándose en el pecho del mayor mientras movía sus caderas lentamente. Disfrutaba de eso, hacerlo lento, escuchando a Minho jadear, susurrándole suavemente que siguiera. Las manos de aquel hombre le tomaron por la cintura, acompañándole en esos suaves movimientos. ¿Cómo podía hacerlo tan diferente y de manera seguida? Primero había sido pasional, desesperado. Ahora era tranquilo, cariñoso.

 

Las manos de Minho, su mirada, sus palabras. Algo dentro de la cabeza de Taesung se debió de haber roto, porque antes de poder darse cuenta, se encontraba llorando. Realmente se asustó de eso, pero no podía parar. Lloraba, en silencio, sosegado, cubriéndose el rostro para evitar que Minho le observara, aunque eso fuera imposible.

 

-¿Qué ocurre, Tae?- No, Minho no se asustó.

 

-Nunca me había pasado, lo siento…- Se disculpó, deteniendo sus movimientos. –No sé por qué he empezado a llorar, pero…Es tan sólo que me di cuenta que me haces sentir tan amado…

 

Una sonrisa se coló a los labios del mayor, sentándose, con el chico aún sobre su regazo. Recordaba perfectamente a aquel adolescente que lloraba al momento del clímax. No debía de ser otra cosa diferente a eso. Le besó en la frente, abrazándole, retomando con suavidad aquel movimiento entre sus cuerpos.

 

-Llorar durante el sexo es normal.- Le explicó, para que no se avergonzara de ello. –Se liberan hormonas que provocan el llanto.- Le acarició el cabello. –Te amo, y quiero que lo notes todo el tiempo. Te amo, te amo, te amo…- Susurró al oído del menor, acariciándole la espalda con parsimonia.

 

Taesung le abrazó, escondiendo su rostro en el cuello de Minho. Se sentía bien, amado de esa manera. Siguió llorando, más calmadamente, mientras ambos terminaban de volver a alcanzar el orgasmo. Sus cuerpos vibraron, el uno contra el otro, en ese bello momento de conexión.

 

-Te amo mucho, Minho. No me dejes de amar.- Le rogó, apenas separándose de él para poder mirarle apropiadamente.

 

-Nunca, mi amor.- Le sonrió, acariciando su mejilla. –No lo haré, ni aunque las estrellas se caigan del cielo.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Minho miraba el televisor, mientras Taesung se encontraba recostado sobre su regazo, leyendo un libro. Fuera de eso, todo estaba tan extrañamente silencioso, que resultaba inusual. Ni siquiera cuando el chico tenía trabajo que hacer, y a Minho le tocaba esperarle pacientemente, había tanto silencio. Usualmente platicaban, si necesidad de verse, porque los matices en sus voces eran más que suficientes. Pero ahora todo estaba tan tranquilo, que no lo era.

 

-Tae, ¿qué vas a hacer mañana?- Minho tuvo la necesidad de romper el silencio, de escucharle hablar aunque fuera algo trivial. –Digo, al menos hasta las tres de la tarde, que es cuando salgo de trabajar.

 

-Neh…No lo sé, no tengo libros que arreglar por ahora.- Jadeó. –Supongo que estaré en la habitación del hotel, leyendo…O…- Bajó su libro, mirando a Minho. –Tu amiga dijo que fuera a visitarla de nuevo, ¿crees que podría ir a verla?

 

Minho sonrió, alegre de saber que Taesung planeaba hacerle una visita a Chaerin. Tal vez no la recordaba, pero demostraba un interés en ella. Asintió, confirmando la pregunta que el menor le había hecho. Sabía que la pasaría bien, y que Chaerin estaría más que emocionada de saber que él decidió visitarla.

 

-Sí, por supuesto. Sólo que tienes que ir temprano, ella empieza a trabajar a la una de la tarde, y considerando que tú no siempre te despiertas a las siete de la mañana, amorcito.

 

-Yah.- Taesung se quejó, haciendo una rabieta. –No es mi culpa que mi reloj biológico esté roto.

 

-Claro que sí, bebé. No tienes horarios para nada, y te trasnochas a diario.- Le corrigió. -Es totalmente tu culpa.

 

-Grosero.- Frunció los labios, molesto.

 

-Hey, amor, no te molestes.- Minho le picó la mejilla, tratando de hacerle reír. Sólo logró que Taesung se cruzara de brazos y alejara el rostro para no caer en la tentación. -Oh, vamos, no seas así.- Le sostuvo el rostro, robándole un beso. -Te compraré un helado, sólo tienes que decir que no estás molesto.

 

-Pero sí estoy molesto.- Se quejó. -Y quiero ese helado. Cómpramelo.

 

-¿Perdón?- Le miró rogante.

 

-Aish...- Rodó los ojos, terminando por reír. -Está bien, ya no estoy molesto.- Sonrió, juntando sus labios sólo un breve instante. -Ahora cómprame ese helado.- Demandó.

 

-Como ordenes, mi amor.- Accedió.

 

No les tomó mucho tiempo llegar a una heladería. Minho era quien iba conduciendo, y fue él el que decidió a qué heladería ir. Vaya que sabía a cuál ir.

 

Taesung observó el pequeño edificio, sonriendo. Le parecía bastante pintoresco y cómico, perfecto para una heladería. Caminó detrás de Minho, entrando a aquel lugar, que por dentro olía a caramelo y vainilla.

 

-¡Profesor Choi!- Un grato saludo.

 

-Hey, Wonshik.

 

-¿Profesor?- Taesung miró a Minho, sorprendido de que alguien le llamara de ese modo.

 

-Taesung ah, te presento a Kim Wonshik. Él fue mi estudiante durante el primer año que estuve aquí.- Lo introdujo rápidamente, esperanzado de que tal vez a él si lo reconociera.

 

-Oh, ya veo…- Sonrió, haciendo una ligera reverencia. –Es un gusto conocerle, soy Jung Tae Sung.- Sonrió de manera amable, sin notar aquella gran extrañez que había en el rostro de quien le miraba.

 

Ravi no podía decir palabra alguna. Choi Minho acaba de entrar a la heladería con alguien que físicamente era la copia perfecta de Taemin. Incluso la manera en que estaba parado era idéntica a la forma en que Taemin se paraba. Abrió la boca, dispuesto a decir algo, lo que fuera.

 

-¿De la empresa Jung?- Su mirada cambió de una de sorpresa a una confusa cuando observó el gesto de silencio que Minho le había hecho.

 

-¿Conoces la empresa de mi familia?- Sonrió, alegre de escuchar su apellido en boca de alguien más.

 

-Sí, digo, trabajo en una empresa que es afiliada de la toda la corporación.- Explicó riendo.

 

-Oh, nunca he supervisado esa área.- Admitió. –Sólo trabajo con algunos clientes…

 

-Veo, Wonshik, que conoces a mi novio.- Minho intervino, antes de que esa conversación llegara a su fin y diera paso a que Ravi preguntara algo que todavía no era seguro preguntar.

 

-¿Él es su novio?- Ravi le miró sin palabras.

 

-Neh, Minho es mi novio.- Sonrió. –Me ha prometido un helado.

 

-Naturalmente.- Ravi rio, de cierto modo dando por obvio el por qué estaban en la heladería. -¿Me permites adivinar?

 

Taesung le miró, con una brillante mirada infantil, expectante de saber si aquel chico sería capaz de adivinar el sabor de helado que deseaba comprar. Asintió rápidamente, sin esconder esa sonrisa de emoción al momento en que el otro miraba las opciones en el menú.

 

-Ya sé, helado de menta.- Le señaló, siendo amigable por completo…Como en aquellos días.

 

Taesung abrió aún más sus ojos, sorprendido. No podía creerlo, él había adivinado que sabor iba a pedir. Asintió, afirmando el sabor de helado, alegre como lo estaría un niño pequeño que acaba de ver el primer acto de un circo.

 

-Eres bueno en esto.- Lo dijo como cumplido, alzando su pulgar izquierdo como gesto.

 

-He trabajado aquí desde que era niño.- Rio. –Estoy acostumbrado a tratar con gente, y cuando no se deciden, sugerir un sabor.- Y no tenía nada que ver con que el helado favorito de Taemin siempre fue el de menta. No tenía duda alguna, aquel profesor iba acompañado por Taemin. Taemin. Miró a Minho, esperando algo, una respuesta, ¿por qué le había introducido como alguien más?

 

-Bien, entonces será un helado de menta con…

 

-Cubierta de chocolate.- Complementó, aún sin dejar de reprochar a Minho con la mirada. No cabía duda alguna. Ese era Taemin.

 

-Wow, sí. Eso quiero.- Rio, esperando su helado.

 

Ravi no tardó en dárselo, feliz de poder ver de nuevo esas reacciones de felicidad que aquel personaje hacía con respecto a la comida. No había dudas, en absoluto. Era él, era él, era él.

 

-Tae, amor, ve al auto. Pagaré el helado y nos iremos.- No lo dijo como una orden, pero le sugirió al menor que regresara al auto, para que pudiese comer su helado. Este aceptó, haciendo una ligera reverencia como despedida a aquel que le había servido el helado. Entonces retomó el camino que había hecho desde la puerta hasta el aparador, ahora saliendo del establecimiento.

 

Minho suspiró, una vez que le vio afuera. Regresó la mirada hacia Wonshik. Se sentía tan defraudado, había tenido la esperanza que llevándole con uno de los que fueron sus mejores amigos, algún recuerdo emanaría. Pero no sucedió. Taesung le había tratado como a un desconocido, alegre de conocerle por primera vez, sobretodo con aquella actitud tan graciosa que Wonshik podía llegar a tener.

 

-Profesor, ¿podría explicarse?- Ravi fue serio, mirando por encima del hombro de Minho para poder observar como ese chico idéntico a Taemin, entraba al automóvil en el cual había llegado.

 

-Sé que tengo mucho que aclarar.- Jadeó. –Créeme que lo sé y lo haré, pero es una historia larga.- Torció los labios. –Ahora, lo esencial: no nos recuerda. Él ya no es aquel Taemin de entonces, y por más que pueda parecérsele, faltan esos recuerdos.

 

-Entonces, ¿no sabe…

 

-No recuerda a nadie, ni nada.- Afirmó. –Sinceramente, pensé que si volvía a la heladería, que si te veía, recordaría algo que tuviera que ver contigo, o con aquella época.- Se quejó. –Puedes ver que no fue así.

 

-¿Qué hay de Chaerin?- Ravi se preocupó, pensando en todo lo que ella había sufrido.

 

-Tampoco; él la conoció hace tiempo, y aunque le agradó, sigue pensando que simplemente es una amiga mía.- Esbozó una sonrisa irónica. –Te puedo asegurar que muchas cosas han cambiado, pero sigue siendo igual. Después de tanto tiempo, volvió, y las cosas son un poco como él prometió que serían.

 

-Oh, esto es complicado. ¿Qué le diré a Kai?- Cuestionó.

 

-No se lo puedes decir aún.- Se precipitó a responder. –Sonará inverosímil, pero me preocupa la salud mental de JongIn.- Aclaró. –Si pasa lo mismo, si no lo recuerda, ¿qué crees que pasará con JongIn? Se va a romper en pedazos. Además, conociéndole, probablemente lo primero que haga sería brincar sobre Tae. Y si no le recuerda, sería como un extraño brincándole encima.- Explicó. –Lo he pensado, JongIn todavía no lo puede saber.

 

-No puedo ocultárselo. Señor, ¿entiende que Kai se desvivía por él? Cuando se entere que está aquí, y que yo lo sabía, me matará. Cuando menos me dejará de hablar.- Se cruzó de brazos. –Entiendo su preocupación. Obviamente no quiero que pase algo malo. O que las cosas se vuelvan incómodas si no es capaz de recordarlo, pero ¿es necesario que no se lo diga?

 

-Por ahora sí, Wonshik.- Asintió. –Se lo diremos, lo prometo. Pero primero debo de intentar de otras maneras que recuerde algo…antes de darme por vencido.

 

Ravi asintió, entendiendo implícitamente lo que Minho había querido decir. Ese chico era Taemin, pero si no recordaba algo, entonces nunca lo volvería ser. Se negó a que Minho pagara aquel helado, después de todo jamás le había cobrado algún dulce a su amigo. Entonces también observó como Minho se subía al automóvil, haciendo compañía a aquel chico, que ahora parecía ser el fantasma de alguien más.

 

-·+·-·+·-·-·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·+·-·+·--·

 

Taesung tocó el timbre de aquella bonita casa. Le parecía algo adorable la fachada principal. Esperaba a que alguien atendiera la puerta, mientras se quedó distraído observando las flores. Eran colores tan brillantes, que casi pudo jurar que el color empezaba a moverse, cambiar y tornarse en otros colores. Le dolió ligeramente la cabeza, haciendo un gesto vago. Pocas veces los colores le causaban dolor.

 

Para cuando la puerta se abrió, ya había logrado colocar su usual sonrisa en su rostro, saludando a la mujer que se veía muy alegre de verlo ahí.

 

-¡Joven Sung!- Chaerin exclamó, más que sorprendida de encontrarle ahí.

 

-Buenos días, Chaerin.- Sonrió. –Pasé a saludar, espero no interrumpirla.- Señaló, ya que podía notar que ella ya estaba arreglada como para salir.

 

-Oh, no, no, no, llegaste a tiempo. Me gusta estar arreglada desde antes, por si hay inconvenientes.- Explicó. –Pasa, por favor.- Le invitó, indicándole con un sencillo gesto de su mano.

 

-Gracias.- Hizo una media reverencia, terminando de pasar a la casa. –Perdón si vine sin avisar, pero como usted dijo que podría visitarla otro día, y yo no tenía trabajo por hacer, pensé que…Pensé que visitarla estaría bien.- Explicó.

 

-Sung…- Chaerin sintió como su corazón tembló. Ese era su niño, eran sus palabras. Realmente tuvo que hacer de tripas corazón, y fingir que sólo se sentía halagada por ello. –Gracias, realmente me agradó tu presencia, y si tenemos tiempo para conversar, entonces ¿qué mejor?

 

Taesung asintió, mordiendo su labio inferior. Sabía que quería visitarla, pero ahora que estaba frente a ella no tenía idea qué decir. Aun así, no lo consideraba incómodo. Le parecía algo absurdo, un poco tonto, puesto que había muchas cosas de que hablar, solamente no se le ocurría ninguna por mencionar.

 

-Sung, ¿quieres café? Lo hice en el desayuno, pero aún sigue caliente.- Le ofreció aquella mujer, siendo totalmente amable. Taesung asintió, siguiéndola hasta la cocina, en donde tomó un asiento en la pequeña mesa, mientras ella tomaba un par de tazas y servía el café.

 

-Entonces, Chae, ¿en qué trabaja?- Preguntó, ya que ella se veía tan bien arreglada, que Taesung empezó a especular un millón de puestos en un millón de trabajos. –Oh, perdón, no quiero sonar como un impertinente.

 

-Está bien, hijo.- Le sonrió; ella sin darse cuenta de la manera en que le llamó, y él también pasándola por inadvertida. –Soy CEO en una fábrica empaquetadora de artículos.

 

-¿Prefiere el papeleo al trabajo manual?- Cuestionó, tomando con ambas manos su taza de café y haciendo una ligera reverencia con la cabeza.

 

-Mmm, tal vez.- Ella respondió, sentándose a su lado. –Realmente fui escalando puestos, hasta encontrar uno que era lo suficientemente cómodo económicamente como para mantener a mi familia…- Entonces se calló, porque “cómodo económicamente” no significaba que fuera cómodo en cuanto horarios…Y eso había llevado a que se perdiera la comunicación entre ella y su hijo.

 

-Ya veo, eso es importante al momento de obtener un trabajo.- Afirmó. –Debió haber trabajado bastante como para ahora ser CEO.

 

-Sí, y me tomó su tiempo.- Sonrió a medias, mirando con dulzura la manera en que el chico daba pequeños sorbos al café, para evitar quemarse, antes de atreverse a darle un trago normal. –Pero supongo que, al final se acomodaron las cosas, ¿no?- Eso esperaba, que todo ahora realmente volviera su lugar.

 

-Sí…- Taesung sonrió, siendo totalmente él, sin darse cuenta que esa imagen era lo único Chaerin necesitaba para pensar que no había pasado el tiempo en absoluto.

 

-Y ¿tú, Taesung ah? ¿En qué trabajas?- Preguntó, dejando su café de lado.

 

-¿Vendiendo libros?- Rio, por su respuesta. –Ciertamente, estudié la carrera de negocios internacionales, y ayudo a mi padre con algunos de sus clientes…De hecho, la única razón por la que aún no soy presidente de la compañía, es porque todavía no acepta el cargo.- Torció los labios.

 

-¿Qué te detiene en aceptarlo?

 

-No lo sé…- Se encogió de hombros. –No…No me siento preparado aún, para tanta responsabilidad. Ni siquiera sé cuidar a mis plantas, ¿cómo me encargaría del negocio familiar?- Suspiró. –No suelo pensar a futuro, muy seguido, eso me hace darme cuenta que no estoy listo, ni seré buen jefe, mucho menos un líder. No aún.

 

-Te entiendo…- Le tomó de la mano cariñosamente, dándole apoyo. –Cuando tomé mi puesto de CEO, tampoco me sentía preparada, pero poco a poco gané esa confianza en que haría las cosas bien. Sí, a veces las cosas salen mal, y te sientes horrible, pero saber que tantas personas confían en ti, y que las cosas salen debido a que ellos fueron bien coordinados, hace que valga la pena.

 

-¿En serio?- Le miró, con sus ojos abiertos por completo, buscando una verdadera respuesta. –Como quiera, por ahora me tomaré mi tiempo en adaptarme a esa idea.

 

-Cada quien trabaja a su propio ritmo, Sunggie.- Le alentó.

 

Continuaron hablando, cada vez más desviados del primer tema. Discutieron algo de política y la manera en que afectaba sus trabajos, después el menú de las cafeterías respectivas, a donde preferían ir a comer en vez de ir a sus cafeterías, hasta incluso su preferido de pastel.

 

Antes de que se dieran cuenta, ya faltaba media hora para que dieran la una de la tarde, hora en que Chaerin debía irse a trabajar. Se había sentido tan corto el tiempo, que ella se encontraba insatisfecha de no poder seguir platicando con su hijo. Era casi, como si tener que redescubrirle, volverle a conocer, fuera ahora más necesario, que cuando vivía con ella. Tan sólo no quería sentir que le volvería a perder.

 

-¿No quieres comer algo, Taesung?- Se precipitó a preguntar, tal vez a ofrecerle que se vieran más al rato para comer una comida adecuada.

 

-No, gracias.- Declinó la oferta. –Quedé con Minho para ir a comer después de que él saliera de la escuela.- Explicó.

 

-Por supuesto…- Hizo una mueca; tantos años compartiendo dolor casi le habían hecho olvidar aquel terrible problema en el que Minho se había osado enamorar de su hijo. Ahora no era tanto ese problema, sino que la atención del muchacho obviamente estaba toda volcada sobre Minho. Y no podía hacer nada para evitarlo. Ni quería evitarlo. -Le quieres mucho, ¿no es así?

 

-Sí…- Mencionó entre un gritillo cortado, como si hubiese resistido empezar a parlotear de lo muy enamorado que se encontraba de Minho. –No sé por qué, pero tengo esa necesidad de amarle tanto. Y se me da de manera natural, aunque quisiera evitarlo, ya no puedo detener mis sentimientos hacia él.

 

Chaerin le miró con añoranza. Cuando era joven, él se veía tan enamorado, que ella llegó a pensar que sólo era un capricho por llamar la atención. Ahora, años después, terminaba de darse cuenta que nunca fue un capricho. Él realmente se había enamorado, perdiendo la cordura en ello.

 

-Estoy segura que Minho se encuentra en la misma situación.

 

-Todos dicen eso.- Mordió sus labios, escondiendo una sonrisa. –Me emociona mucho saber que él me quiere tanto como yo lo quiero.- Incluso movía su pierna en un insistente golpeteo contra el suelo, para liberar toda esa energía que sentía al hablar de Minho. –Y ya no puedo recordar cómo se sentía mi vida antes de él, y ni quiero imaginarlo. Minho se ha vuelto mi todo, y no pienso compartirlo. 

Notas finales:

Y bueno, ¿qué creen que se viene ahora? ê.e 

Les daré un pequeño adelanto: Tae recordará algo :B


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).