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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

Hace dos días prometí que TaeTae iba a recordar a alguien ♥ He cumplido ^-^ 

Además, anexé el recuerdo hasta abajo, espero que lo disfruten :D

-Minho no ha cambiado mucho desde entonces.- Taesung sonrió, observando las fotos que la madre de Minho le mostraba. Se lo había advertido al mayor, quería ver sus fotos de cuando era joven, y no había podido resistirse en lo absoluto, cuando su suegra lo sugirió.

 

-Minho siempre ha sido así.- Ella rio. –Aunque he de admitir, se veía más bonito de bebé.- Sacó otra foto del álbum.

 

-Se divierten mucho, ¿no es así?- Minho jadeó con resignación, viendo que su madre estaba a punto de señalar otra foto.

 

-Neh.- Taesung le sonrió, regresando la mirada al álbum de fotos. -¡Oh, esta es perfecta!- Se emocionó apuntando a una foto donde Minho se encontraba, probablemente, en la escuela media. Llevaba un balón de baloncesto y sonreía alegremente junto a su padre. -¿Eras jugador, Minho?

 

-Ah~, sí. Lo fui.- Sonrió. –No recuerdo algún club deportivo por el que no haya pasado.- Giró la página, encontrando más fotos de eventos deportivos. –Siempre fui muy competitivo, como podrás notar.

 

-Minho normalmente obtenía el primer lugar.- La madre de Minho agregó. –Detestaba que lo mejor de sí no fuera suficiente para un primer lugar.

 

-¿En serio?- Taesung se volteó a ver a Minho, sonriéndole. –Me gusta esa forma de pensar.- Estaba adorando cada rasgo, anécdota, cualidad que descubría de Minho.

 

Siguieron dándole vueltas a aquel álbum de fotos, señalando fotos, haciéndole saber al menor de momentos que hubieron pasado. Taesung encontró una foto de Minho en su graduación universitaria. La tomó, sacándola de su mica con cuidado. Minho se veía tan alegre ese día. La puso a lado del rostro del mayor, frunciendo los labios mientras detectaba las diferencias.

 

-Ahora estás más guapo.- Dijo abiertamente, escuchando como su suegra reía por eso.

 

-¿Te lo parezco, amor?- Le comentó con sarcasmo, tomándole de la mano que sostenía la foto. –Me temo que tus gustos se inclinan ligeramente hacia una dirección.- Le hizo una mueca.

 

-Tal vez. Ah, esta foto realmente es bonita.- La miró una vez más, haciendo una discreta mueca antes de volver a ponerla en su lugar.

 

-¿Te gustó mucho?- La madre de Minho la tomó. –Puedes quedártela.

 

-Pero…¿omma?- La miró sorprendido.

 

-No te preocupes, hijo. Es la graduación de Minho, tengo más.- Señaló las otras, que si bien no eran iguales, puesto que se encontraban en diferentes ángulos y diferentes momentos, eran del mismo evento. Aunque, ninguna era tan bonita como esa. –Quédatela.

 

-Gracias.- Sonrió, ganado un ligero sonrojo, tomando la foto con mucho cuidado para no causarlo daño alguno.

 

Pasaron una tarde agradable, disfrutando de más álbumes cuyo protagonista era Minho, y de alguna que otra anécdota de él cuando era niño. Taesung escuchaba con fascinación, sabiendo que de cierto modo Minho tenía que estar avergonzado, aunque no lo demostrara.

 

El sol empezó a caer rápidamente, logrando pintar el cielo de un agradable naranja, indicando que ya era momento de irse. Minho miró el reloj en su muñeca, sólo para corroborar la hora. Hizo una mueca, si no se apresuraban, no lograrían regresar con luz de sol a la ciudad.

 

-Tae, ya es tarde.- Le susurró, haciéndole notar la hora. –Discúlpanos madre, pero debemos de irnos.

 

-¿Tan pronto?- La señora se puso de pie, acompañándoles hasta la puerta. –Fue un gusto conocerte, querido Taesung.

 

-El gusto ha sido mío, Sayoung omma.- Sonrió, despidiéndose formalmente. –Gracias por dejarme comer con ustedes.

 

-Ni lo digas. Minho se ve enormemente feliz contigo.

 

Taesung rio, bajando la mirada ligeramente para disimular su sonrojo. Él hacía feliz a Minho, como Minho le hacía feliz. Se terminó de despedir, y tras escuchar la breve despedida de Minho, ambos se encaminaron al auto de Minho.

 

 

 

 

 

 

Realmente se les había hecho tarde al momento de irse de la casa de la madre de Minho. La noche les cubría por completo, dejando ver que en esa parte de la carretera el cielo era tan despejado como para permitir ver las estrellas.

 

-No me gusta manejar de noche.- Masculló Minho, observando que eran los únicos en la carretera. Si ocurría un accidente, probablemente no se sabría hasta temprano en la mañana.

 

-Podríamos parar en el primer hotel de paso que veamos.- Taesung señaló, logrando ver con las luces del auto cómo se iluminaba el señalamiento de que cerca había un lugar para hacer llamadas telefónicas, comer y pasar la noche.

 

-¿No perderías mucho tiempo?- Minho le miró, preguntándose si este cambio de planes no afectaba en algo el itinerario del chico.

 

-No te preocupes, Minho. No tengo tanto trabajo.- Le sonrió, guiñándole un ojo. -Prefiero pasar la noche contigo, en un lugar perdido de dios, a que nos pase algo por tratar de llegar antes.

 

-Si insistes.- Rio, siguiendo el camino hasta llegar a aquel pequeño hotel de paso.

 

Se bajaron del auto, caminando tomados de la mano hacia aquel lugar. Al entrar vieron un cálido recibidor donde una señora regañaba al que debía ser quien atendía la recepción; probablemente se había quedado dormido.

 

Taesung rio, inevitablemente, haciendo notar la presencia de ambos en el lugar. Se le había hecho gracioso la situación, riendo, porque comprendía lo que era quedarse dormido mientras se trabaja en la noche.

 

-Buenas noches, quisiéramos pedir una habitación.- Taesung sonrió angelical, saludando con un amable gesto de cabeza.

 

-¿Sencilla?- La señora preguntó, empezando a escribir en el registro.

 

-Sí, sólo pasaremos la noche.- Taesung se apoyó en el aparador.

 

-¿Nombre?- La señora escribía automáticamente, subiendo la mirada de vez en cuando.

 

-Ah, sí.- Taesung rio, dándole una mirada traviesa al mayor. -Choi Minho.

 

Minho rodó los ojos, conteniendo la risa. Al menos estaba seguro que esta vez el menor le dejaría pagar la cuenta, como pocas veces (casi nunca de hecho). Le dio un suave apretón en la mano, de manera cariñosa.

 

-Entonces una habitación sencilla, por una noche. Su habitación será la número 17- Les dio la llave. - que esta al fondo. Si ocupan algo marquen el número de la recepción, que es el 03. Y mañana en la mañana pueden desayunar aquí si gustan. Son 500 wons.

 

Minho pagó la cuenta, tomando la llave y haciendo media reverencia agradecieron por la habitación. Caminaron sin demora hacia la habitación, entrando rápidamente para dejar de escuchar los regaños que volvían a ser impartidos al chico que se había quedado dormido.

 

Minho vio sorprendido que había dos camas pequeñas en la habitación, separadas por una pequeña cómoda con una lámpara y un teléfono de alambre. Taesung dejó caer alegremente su bolso en una cama, dejándose caer en la otra. Él estaba tan acostumbrado a pasar las noches en hoteles, que lucía como pez dentro del agua. Por otro lado, Minho no solía salir mucho como para pasar la noche en hoteles, o lugares así. Sinceramente prefería su casa. Pero, si era un lugar donde podía pasar tiempo con su adorado Tae, entonces valía la pena.

 

-Espero que no me dejes ahí abandonado, como tu bolso.- Minho señaló la otra cama, mirándole con ojos suplicantes.

 

-No oh~- Canturreó. -Si estás allá, no podré comerte a besos.- Le extendió su mano, ofreciéndole que se acercara a la cama. -Anda, quiero besarte mucho antes de tener que tomar mis amargas pastillas.

 

-¿Quieres besos?- Se acomodó a horcajadas sobre el menor. -¿Cuántos?

 

-Muchos.- Rio, juntando su boca con la de Minho. -Te quiero tanto, tanto, tanto.- Le repartió besos hasta hartarse. -Gracias por haberme escogido.

 

Minho sintió que su corazón se saltó un latido. Sonrió, logrando colocar besos en el cuello del menor, llegando hasta su oído. Evitó entretenerse con aquel pendiente, para poder decirle lo que siempre había tenido claro.

 

-Tú me escogiste a mí. Me diste la oportunidad, me quieres, me haces sentir tan vivo.- Entonces le mordió la oreja, jugando con el arete que estaba usando el menor. -Me vuelves loco, ¿sabes? Me encantas, y me haces hacer cosas que tenía tanto sin hacer. Y por eso, por cada cosa que te hacen ser tú, te amo. Te amo, y lo haré por el resto de mi vida.

 

Sonrió, apoderándose de la boca del menor. Apenas y lograban terminar un beso para cuando ya habían iniciado uno nuevo. Rodaron, lo poco que podían, intercambiando varias veces posición, mientras se encontraban en su misión de devorar la boca del contrario. La bella danza entre sus lenguas indicaba quien iba ganando, aunque estuviera bien sabido que la victoria final era compartida.

 

Se besaron todo el tiempo que les plació. Sólo cuando era el sueño era más fuerte, entendieron que tenían que dejar de hacerlo. Taesung tomó sus pastillas, rápidamente volviendo a lado de Minho en la cama, enredando sus brazos en el torso del mayor. Se sentía tan cómodo así, a su lado.

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente, el primero en despertar -como casi siempre- fue Taesung, encontrándose con un cuadro diferente a lo usual. Normalmente Minho le abrazaba posesivamente toda la noche, manteniéndole contra su pecho. Ahora, Minho dormía dándole la espalda, y Taesung era quien le tenía agarrado por la cintura. Se sentía extrañamente cómodo. Le besó en la nuca, escuchando como se escapaba un adormilado jadeo de la boca del mayor. Eso hizo que Taesung sonriera, abrazándole firmemente; cómo le encantaba despertarse a lado de Minho.

 

-Hey, Minho, ya es hora de despertar.- Le susurró, sabiendo que nunca era tarea fácil despertarle. -Anda, vamos a retrasarnos de nuevo si sigues durmiendo.

 

Minho se giró, agarrándole de la cintura, y escondiendo su cara en el cuello de Taesung. Se negaba a despertar. Buscó acomodarse, alcanzando a callar al menor por varios segundos.

 

-Vamos, Minho.- Rezongó. -Debemos de darnos un baño.- Insistió, observando como el cabello de Minho se agitaba cuando este le decía que no con la cabeza. -Nos bañaremos juntos.- Pero el silencio no cambió las cosas. Minho no se movió ni un poco, volviendo a tener la respiración tranquila como cuando se duerme. -Anda, seré complaciente.- Taesung le sacudió. -Yo conduciré lo que queda de camino, para que puedas descansar.

 

Minho entonces alzó el rostro, besándole en la mejilla, con una gran sonrisa en el rostro.

 

-Te amo.

 

-Tonto.- Rio. -Anda, debemos bañarnos.

 

Tras un baño rápido, ambos salieron a la recepción, dándose cuenta que, lo que la noche pasada parecía ser una pared, en realidad eran puertas plegables que dirigían hacia otra habitación donde una gran mesa se alzaba al centro, y hasta el fondo había un bufetero con varias bandejas de comida y precedidas por pilas de platos y cubiertos. Así que eso era el desayuno que la señora en la recepción les había ofrecido la noche pasada. Ambos coincidieron que lo mejor sería desayunar ahí, para evitar paradas innecesarias a mitad de camino, ya que lo que les faltaba de tramo era relativamente poco como para seguir retrasándolo con paradas.

 

El camino fue tranquilo, Taesung manejaba atento al camino, tarareando una vieja canción que no recordaba haber escuchado; Minho dormitaba en el asiento de copiloto, abriendo los ojos de vez en cuando para asegurarse de que el chico seguía por el camino correcto. Para el medio día, ya se encontraban entrando la ciudad, Minho había encendido la radio, escuchando las noticias, que rápidamente fueron cambiadas por música acompañadas con la risa traviesa del menor por su osadía.

 

Llegaron a la casa de Minho, sin perder mucho tiempo en el auto. Minho tomó la mano del menor, arrastrándole adentro de la casa, dispuesto a besarle mucho, como la noche anterior. Taesung rio, enredando sus manos en el cabello del alto, juntando su boca con la contraria. Estaban conjugados  en aquel beso, sin prestar mucha atención a sus movimientos. Minho le empujó hasta hacerlo caer en el sofá. Se colocó a encima, besándole, pasando sus manos por el cuerpo del menor. Taesung le miraba, invitándole a que continuara. No pensaban mucho en qué lugar estaban acomodados. Se besaban con un pasivo desespero, rozando sus cuerpos en pos de conseguir más tacto. Sin darse cuenta de su súbito desenfreno, trataban de colar manos debajo de la ropa, acariciando todo lo que podía ser acariciado, buscando ese placer que sentían al estar juntos.

 

No obstante, lo que jamás pudieron advertir era que, el sofá en el que estaban no era el mejor lugar para ponerse calientes. Un movimiento en falso y ambos terminaron cayéndose. Taesung sobre Minho, ambos sorprendidos de haber terminado así. Sólo se rompió el contacto visual entre ambos cuando no soportaron más la risa. Se deshicieron en aquel alegre sonido,  haciendo mofa de su error.

 

-Ah~, cuando estemos casados me desharé de estos muebles.- Taesung se quejó, sentándose sobre la cadera de su novio, sin intención de dejarle ponerse de pie.

 

-Vaya, ¿puedo suponer, entonces, que viviremos aquí?- Minho le tentó, tratando de sonsacarle información.

 

-No importa dónde vivamos, amor.- Rio, negándose a decir algo más. -Estos muebles no vendrán con nosotros.

 

-Bah, dame algo a cambio, por favor.- Se quejó, riendo. Sabía que aunque fuera un tema serio, entre ellos era más como una broma interna.

 

-No oh.- Taesung negó con la cabeza, acercándose a la boca de Minho para darle un corto beso. -Harás todo lo que yo quiera, y no dirás que no.

 

-Demandas demasiado, bebé.- La acarició la mejilla con cariño. -No te puedo decir que no.

 

Taesung sonrió, juntando su frente con la de Minho. No lo pensó dos veces, le regaló un beso y después dispuso a continuar con lo que habían dejado a medias debido a su estrepitosa caída. Rozó su cadera contra la de Minho, sin darle oportunidad alguna de replicar debido a un demandante beso que les consumía.

 

-...Amor...- Minho le detuvo. -Espera, Tae, no podemos hacerlo en el suelo. Soy demasiado anciano como para hacer el amor en el suelo.

 

-No eres anciano, Minho. Ya te lo dicho.- Se quejó. -Podríamos ir a tu habitación...Si no eres demasiado anciano como para levantarte del suelo.- Rio, poniéndose de pie y huyendo directo a las escaleras.

 

-Ven acá, hada malcriada.- Minho se puso en pie y persiguió al chico que se encontraba a mitad de las escaleras, retándole con la mirada antes de escapar directo a la habitación de Minho.

 

Minho rodó los ojos, subiendo las escaleras brincando escalones para llegar antes. Podía escuchar la risa del menor, llenando todo el lugar de una alegría que no había tenido desde hacía muchos años.

 

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Taesung aparcó su auto. El viento ya empezaba a enfriarse, dando paso a un tranquilo otoño. Miró su reloj, aún era temprano, pero sabía muy bien que siempre había algo en que ayudar en casa cuando se hacían ese tipo de cenas familiares.

 

Entró a la casa de su padre, quitándose los zapatos y dejando su saco en el perchero. Camino por el pasillo, hasta ver la sala donde su padre y su padrino reñían, probablemente por alguna tontería. Les saludó efusivamente, luego dirigiéndose a la cocina, donde su madrina ya se había adueñado de ella.

 

-Sunggie ah, me alegro de que estés aquí.- Le sonrió, moviendo una cacerola de lugar.

 

-No podía faltar.- Rio, subiéndose las mangas de la camisa y tomando una patata para empezar a pelarla.

 

-No, por supuesto que no.- Habló suave. -¿Sabes, Sunggie? Desde que te conozco he siempre has sido una persona reservada.- Hizo aquella pequeña observación, mientras empezaba a picar ciertas verduras. –Incluso con Taekwoon, que es tu padre. Pero eso es comprensible.

 

-Daemo…

 

-Hongbin me lo ha dicho.- Le miró con los labios fruncidos; obviamente lo había tomado como una ofensa el que Taesung no le hubiese comentado a su familia acerca de su nueva relación.

 

-Yo…sabía que mi padrino se lo diría, tarde que temprano.- Jadeó despreocupadamente. Él seguía atento en su tarea.

 

-Obviamente, no le conviene esconderme algo.- Volvió a cocinar, siguiendo con la discusión. –No lo entiendo, cariño, ¿acaso te avergüenza decirnos que tienes pareja? ¿O no somos lo suficiente como para que nos digas?

 

-No piense así, madrina. No es el caso.- Taesung esbozó una ligera sonrisa. Si en toda su vida no hubo necesitado de una madre, se debía a ella. Ella era todo lo que pudo haber deseado como una madre. –Usted lo ha dicho, soy muy reservado. Además, no me gusta compartir lo mío.- Soltó una ligera risilla. –Siento que mi relación es algo que sólo me atañe a mí. Aunque a veces me encanta poder presumir de lo que estoy viviendo…- Exhaló. –Por otra parte, ¿qué cree que dirá papá cuando se entere?

 

-Esa es una reacción que no me perderé por nada.- Zinni rio. –Está bien, es tu decisión, gatito, pero…No creo que puedas esconderlo por mucho tiempo más. Las personas se irán dando cuenta poco a poco.

 

Después de que la comida estuvo lista, y que todos se hubieron sentado en la mesa, la sensación de familia terminó de invadir cada rincón de aquella casa. Empezaron a charlar acerca de por qué siempre era Zinni la que cocinaba, quejándose de que era ella quien les obligaba a callarse y comer lo que había preparado. Siguieron discutiendo otras cosas, riendo de vez en cuando con alguna anécdota graciosa (o al menos incidental) que había pasado en los juzgados Hongbin a lo largo de la semana.

 

-Oh, por cierto, déjenme informarles que hoy hablé con Dasom y ella estará aquí para las fiestas de fin de año.- Zinni interrumpió a su marido y cambió de tema.

 

-¿En serio? Perfecto, algo más de cordura en esta casa durante esas fechas.- Taekwoon rodó los ojos, sabiendo que sus amigos no se ofenderían por tal comentario.

 

-Soy yo, o ¿Dasommie ha estado teniendo más vacaciones últimamente?- Taesung frunció los labios, quejándose.

 

-Eso es lo que obtienes cuando subes de puesto.- Comentó Hongbin de buen humor.

 

-¿Quieres más vacaciones, cariño? Ya sabes lo que tienes que hacer para subir de puesto.- Taekwoon sonrió, una vez más trayendo a flote el insistente tema de la presidencia de la empresa.

 

Taesung se encogió de hombros, tratando de ignorar aquel comentario. No quería hablar de eso, no tenía ganas. Aunque le vendrían bien más vacaciones, así podría visitar a Minho más seguido. Bufó por lo bajo, jugando con la comida de su plato. No quería tener que sacrificar algo por otro.

 

-Deberías de aceptar la presidencia pronto.- Zinni señaló. -Entre más experiencia tengas, mejor te irá.

 

-¿Por qué estamos hablando de esto?- No quiso sonar hastiado, pero tan sólo segundos atrás se encontraban hablando de la hija de Zinni y Hongbin.

 

- Bueno, podríamos dejar de hablar de esto si tomaras la presidencia.- Taekwoon insistió.

 

-Gatito, entiende, no serás joven por siempre.- Zinni insistió.

 

-Es curioso que diga eso, porque no me deja de llamar gatito.- Taesung hizo una mueca, siendo algo acido con su madrina.

 

-Bueno, si lo hago es porque Jaehwan siempre llama a Taekwoonie como Leo.

 

-¡Hablando de Jaehwan!- Hongbin intervino, antes de que la discusión siguiera. -¿Por qué no vino a cenar con nosotros?

 

-¿Por qué habría de invitarlo?- Taekwoon rodó los ojos, volviéndose a fijar en su comida. –Es totalmente irritante.

 

-Estás tan enamorado de él.- Hongbin se burló, diciéndolo con algo de ironía. Ciertamente, Taekwoon debía de tenerle algo de cariño a Jaehwan, o no podría soportarle muchas cosas que le soportaba.

 

-Yo lo invité. Pero no pudo venir.- Taesung hizo un puchero. Él si adoraba la presencia del vecino de su padre. –Ha ido a la capital para resolver algo de su doctorado.- Gimoteó, enfadado por no tener a lado al único que probablemente le defendería en esa cena.

 

-Cada día ese hombre se vuelve más tu superhéroe, y dejas de lado a tu padre.- Zinni rio, sabiendo que se había ganado una mirada asesina de parte de Taekwoon.

 

Taesung rio, mirando rápidamente la mueca molesta de su padre. Cualquiera diría que el hombre mayor estaba haciendo un berrinche y reprimiéndolo en el fondo de su garganta. Su padre realmente se tomaba muy apecho los celos de padre, y odiaba a cualquiera que pretendiera tomar esa posición.

 

-Jaehwan es divertido, pero mi único superhéroe siempre será appa.

 

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Minho daba su clase, satisfecho de que al menos una vez en el día los estudiantes le estaban prestando atención a su explicación. No le duró mucho el gusto, ya que diez minutos antes de que terminara la clase, un estudiante de un grado inferior llamó a la puerta del salón donde se encontraba.

 

-¿Qué se le ofrece, señor Hong?- Soltó con resignación su libro, sabiendo que no volvería a tener la atención de sus estudiantes.

 

-El profesor Kim quiere hablar con usted.- Hizo una reverencia antes de hablar, quedándose bajo el marco de la puerta.

 

-¿Tiene que ser ahora?- Rezongó, considerando que Key no podía ser un poco más imprudente, sólo porque se tomaba muy apecho su puesto como profesor.

 

-Me temo que no, profesor.

 

-Está bien. Gracias, puede retirarse joven Hong.- Le indicó, girándose al salón de clases para ya dar por terminada la hora. –No olviden que el examen es dentro de dos días, y vale el treinta por ciento de la calificación.-

 

Tras terminar de dar las instrucciones tomó sus cosas y salió en busca de Kibum; ¿qué sería tan importante como para sacarlo de la última clase en vez de esperar a que la hora terminara? Lo que sea que fuera, pronto lo sabría. Key se encontraba fuera de la sala de maestros con el ceño ligeramente fruncido. Y no se notó aliviado cuando Minho se acercó.

 

-¿Qué es tan…

 

-Donghae va a regresar a la escuela.- Le interrumpió, respondiendo a la pregunta de Minho. –Él va a volver a dar clases aquí, Minho.

 

-¿Cómo sabes?- Frunció los labios, sin querer imitando el gesto que Key tenía minutos antes.

 

–Lo he escuchado del director. Está alegre de saber que tan excelente maestro regrese a dar clases al instituto.- Rodó los ojos, haciendo un gracioso tono de voz al imitar al director.

 

-Bueno, mientras me mantenga al margen no tengo por qué preocuparme.- Trató de encontrar algo bueno, aunque sería imposible. Donghae le odiaba, siempre le culpó de la desaparición de Taemin, aun sabiendo que había sido un acosador, para Donghae la culpa recaía completamente en Minho.

 

-¿Qué no entiendes? Minho, realmente eres lento.- Le regaño a voz baja, asegurándose de que no hubiese nadie en el pasillo. –Donghae estará de regreso en la ciudad, eso significa que tarde que temprano se enterará de tu nuevo noviecito.- Susurró claramente, dando a entender su punto.

 

Minho sintió como si un balde de agua fría le hubiese sido vertido por la espalda. Donghae no podía enterarse de la existencia de Taesung, no por ahora, que aún había una remota posibilidad de que no fuera Taemin. No, Donghae era un peligro para la situación ahora. Vaya, que Jongin se veía totalmente cuerdo a lado de Donghae, que eso ya era decir demasiado.

 

-No lo sabrá.- Masculló serio. –Él no debe de enterarse.

 

-Minho, ¡es su primo! No puedes ocultárselo.- Kibum le regañó. –Además, ¿crees que Chaerin no se lo dirá?

 

-Estoy seguro que si le explico las cosas, Chaerin sabrá qué es lo más prudente.- Mordió el interior de su mejilla, pensando. –Sé que Donghae es su primo, pero si yo a penas logro controlarme de hacer una estupidez con tal de hacer que Tae vuelva a tener sus memorias; sé que él no lo hará.  Además, si se entera, ¿cuál crees que será su primera reacción?- Se cruzó de brazos, torciendo la boca.

 

-…Obviamente dirá que todo ha sido maquiavélicamente planeado por ti.- Key jadeó, aceptando que simplemente no podían decirle a Donghae esta pequeña situación. –Pero, no puedes ocultárselo por siempre. El pobre hombre ha estado atormentado desde el día en que Taemin desapareció.

 

-¡Crees que no lo sé!- Minho se indignó, ¿por qué de repente Kibum le defendía? –Sé que Donghae adoraba a Taemin, y sé que lo único que quería era protegerlo. Sé que por eso me detesta, y sé que lo peor que podría hacerle es no decirle de la existencia de Taesung. ¡Pero no lo haré!- No, quería permitirse ser un poco egoísta por un momento, ser el único atesorándole. También, de cierto modo quería ser el primero en confirmar que era su Taemin, antes de dejar que cualquier otra persona corrompiera ese perfecto estado en el que se había mantenido después del accidente. –No quiero hacerlo, no aún. No voy a permitir que me lo vuelvan a quitar.

 

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El día no pintaba para salir mucho a pasear. Taesung había ido de visita, haciendo que Minho se encontrara mucho más alegre esos días, a pesar del terrible clima que estaba haciendo. Con una fuerte lluvia afuera, ambos se encontraban refugiados en aquel cuarto de hotel donde el menor se había hospedado.

 

Minho había notado que desde hacía unos minutos el menor sonreía, mirando a la nada. Él se encontraba en la cama, revisando alguno de los muchos libros que Taesung se había traído consigo; pero tenía ya tiempo sin verlos, porque se había quedado realmente perdido en la agradable sonrisa que el menor tenía en la boca. Taesung se encontraba sentado bajo la ventana, con un libro en las manos sin abrir. Lo que fuera que estuviera sucediendo dentro de su mente debía de ser demasiado fuerte como para evitar que su amor por los libros saliera a flote.

 

-¿En qué piensas?- Minho terminó por hacerle caso a su curiosidad, acercándose al menor, quitándole el libro de las manos y tomándolas bajo las suyas.

 

-¿Ah?- Taesung miró momentáneamente a Minho, volviendo a perder la mirada a lo lejos, con aquella tierna sonrisa. –Estaba pensando…Recordando algo.

 

¿Un recuerdo? Minho abrió los ojos, terminando de abandonar la cama para quedar acuclillado frente al chico. ¿Qué podría estar recordando como para que se pusiera así de feliz? ¿Sería algo actual, o de su pasado? Tenía que preguntárselo, saber si la memoria del chico tendría arreglo, o sería un caso perdido por siempre.

 

-Y ¿qué estás recordando?- Aun así logró manejar sus ansias y sonar lo más sereno posible ante eso.

 

-Unas manos.- Rio tontamente, sin quitar la mirada del aire. –Unas manos un poco más grandes que las mías.- Exhaló. –Aunque, considerando el tamaño de mis manos, cualquier par de manos son más grandes. Ah~, y esa risa escandalosa.- Rio.

 

-¿Entonces no estabas sólo?- Minho no tuvo que indagar mucho para saber que ese era un recuerdo perdido.

 

-No…No lo estaba.

 

-¿Quién es? ¿Lo sabes? ¿Ves su rostro?- Entonces ya no pudo más, preguntó, expectante, muy expectante, por saber si habían vuelto algunas memorias del menor.

 

-No. Sólo estoy enfocado en esas manos. No me importa el resto del mundo, sólo esas manos.

 

-¿Por qué?- Minho frunció el ceño, ¿qué tendrían de fascinantes un par de manos?

 

-Las estaba vigilando.

 

-¿Para qué?

 

-Para ver algún movimiento ilegal, por supuesto.- Miró a Minho con una determinación, que era imposible que el chico no supiera el contexto. Como si pudiese recordarlo, aunque ese no fuera el caso. –Estábamos jugando videojuegos.- Y después de decir esto, la expresión de su rostro cambió. Acaba de caer en cuenta que había logrado recordar algo, como pocas veces. Aunque, al igual que las otras, era un momento, situación, fuera de contexto, sin lograr recordar más a allá que esa risa, y un par de manos.

 

Minho entonces suavizó su mirada. Sabía que había dos posibilidades, el chico podía no recordar debido al golpe, o no quería recordar nada antes de aquel incidente. La mente es demasiado traicionera. Pero, si un recuerdo así había logrado escapar de aquella laguna mental, las cosas no podían ser malas. Tal vez Taemin jamás se recordaría, pero seguía existiendo, ahí, en el fondo de Taesung, resguardado de todo lo malo que sucedió.

 

-¿Sabes, Minho? Creo que…Nunca había tenido un fragmento de recuerdo tan alegre como este.- Sonrió, sin querer dejando que sus ojos se llenaran de lágrimas que no se atrevieron a correr libres. –Supondré que gané, entonces.- Rio, algo destartalado.

 

-Por supuesto que sí, amor.- Le sonrió de regreso. ¿Quién habría sido esa persona que le dio tan alegre momento? Sea quien fuera, Minho en este momento estaba más que agradecido con su presencia en la vida de Taemin.

 

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Taesung miró su reloj, Minho probablemente seguía en la escuela y eso no le hacía feliz en absoluto.

Estaba aburrido, vagando por las calles de la ciudad, esperando a que Minho terminara de dar clases y saliera de la escuela. Hizo un puchero, cruzándose de brazos para protegerse de la ventisca helada que había soplado. Adoraba al otoño, y sentir esos escalofríos recorrerle debido al frío aire que se colaba a través de su suéter. Miró el reloj de nuevo, sólo habían pasado dos minutos; estaba por jalarse el cabello de desesperación, moría de aburrimiento.

 

Frunció los labios, ¿qué podía hacer para distraerse por una hora antes de ir a casa de Minho? Exhaló, podría buscar librerías y bibliotecas, pero no quería embobarse en libros, o llegaría tarde con Minho. Miró su celular, tenía abierta la lista de pendientes –algunos ya acumulados. La recorrió con la mirada, hasta encontrar algo que probablemente le entretuviese sin que necesariamente absorbiera todo su tiempo. Encontró ese punto en la lista que sabía debía de cumplir, o ardería el infierno pronto.

 

Exhaló, guardando su celular, mientras alzaba la vista y buscaba con la mirada los comercios a su alrededor. Necesitaba comprar un regalo de cumpleaños, muy atrasado, para su prima, antes de que ella fuera a casa para las vacaciones, o si no se ganaría una rabieta muy grande de parte de ella. Frunció los labios, a pesar de estar en el corredor de comercio, no lograba atisbar ninguna tienda de regalos, y ciertamente no quería entrar a una tienda departamental donde se perdería buscando algo qué regalarle. Jadeó hastiado, mientras se ponía a buscar algún local interesante de dónde conseguir un regalo bonito, a lo largo de las calles.

 

Estuvo ojeando un par de minutos, hasta que, cansado de no saber a dónde se dirigía, decidió hacer lo que mejor sabía hacer: preguntarle a alguien que estuviera pasando cerca. Mordió la punta de su dedo índice, buscando a alguien que no se viera tan ocupado como para ser importunado con preguntas. A unos tres metros de distancia, un hombre algo bajo de estatura miraba con desconsuelo su celular, sólo para guardarlo después. Taesung le miró, tal vez no se veía de buen humor, pero en vez de decidir buscar a alguien más, sintió que debía acercarse a él y tratar de hacerle sonreír, aunque fuera con su pregunta boba.

 

Caminó hasta aquel hombre, sin dudar si era buena idea hablar con un desconocido, pero después de todo ¿hablar con un desconocido no le había llevado a conocer al amor de su vida? Sonrió, para no verse hostil, mientras se acortaba la distancia con aquel desconocido.

 

-Disculpe…- Le llamó, prácticamente obligándole a que le mirara. -¿Sabe de alguna tienda de regalos…por aquí cerca?- Taesung se desconcertó un poco al recibir una mirada de asombro tras haber formulado su pregunta.

 

-Encontrarás una dentro de dos calles, no la puedes pasar de largo, es bastante llamativa…Tiene un gran oso de felpa en la entrada.- La respuesta sonó tan suave, que Taesung se asombró de haber visto a aquel hombre demasiado ensimismado.

 

-Ah, gracias~.- Sonrió. –Realmente me encontraba muy perdido.- Entonces hizo una reverencia agradecida, dispuesto a retirarse.

 

-¡Espera!- Aquel hombre le detuvo. -¿No nos conocemos?

 

Taesung tildó un poco su rostro, observando con detenimiento al hombre. No debía ser muy mayor que él, a lo mucho tres o cuatro años mayor. Por el rostro que tenía, Taesung sabía que le sería imposible olvidarle. Además, su estatura tampoco era fácil de olvidar, el desconocido era algo bajo para su edad.

 

-No, no lo creo…Lo siento.- Se disculpó, notando que un dejo de tristeza quedaba en la mirada del hombre.

 

-Perdóname, probablemente te he confundido.- Aclaró. –Mucho gusto, Kim Jonghyun.- Se presentó, con una sonrisa que no le correspondía a su mirada.

 

-Jung Taesung.- Sonrió, tratando de reconfortarle. –Gracias por indicarme a dónde ir.

 

-No hay problema…

 

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Minho alzó una ceja, Taesung miraba el techo, perdido en sus pensamientos. Hacía rato que el chico se había recostado en su cama, sin invitación alguna, solamente a pensar. No le quedó de otra más que recostarse a su lado y observarle. Le gustaba verle desde la posición en la que se encontraba, porque podía ver el perfil del chico en contraste con la ligera luz que entraba por la ventana. Además, como ya era algo tarde, el chico no llevaba puesto tanto maquillaje, y podía ver ese lindo lunar que tanto le encantaba. Alargó su mano, acariciando a lo largo la nariz del chico, después regresando un poco hasta llegar a aquel lunar. Ese bello lunar era una prueba más de que el chico frente a sus ojos era a quien más amaba en todo el mundo.

 

-¿Sabes, Minho? Hoy hablé con un desconocido en la calle.- Lo dijo tan parsimonioso, que parecía que era una conversación que no llegaría a mucho.

 

No obstante, Minho le prestó mucha atención. ¿Por qué Taesung sacaría a flote tal cosa? Entonces cayó en cuenta que, si había hablado con él tan alegremente después de haberle seguido por varias cuadras como un loco, al menor no le molestaría hablar con otros desconocidos. Sintió entonces un temor que, aunque no estaba cargado de celos, se asemejaba mucho.

 

-¿En serio?- Quizás fue algo seco pero, no le atraía mucho saber acerca de alguien conociendo a su novio, y posiblemente descubriendo lo maravilloso que era.

 

-Sí…- Sonrió. –Lo gracioso es que…Me ha mirado de una manera parecida a como tú me miraste por primera vez.

 

-¿Qué?- Minho se incorporó de golpe, observando al chico. Estaba más que consciente que le había visto con mucha esperanza, y quizás con algo de amor por saberle de regreso…aunque después pensara que sólo había sido una simple confusión. Entonces si alguien más le había visto así, debía ser alguien que conocía a Taemin, y vaya que Taemin tenía muchos enamorados.

 

-Estoy empezando a creer que todos los de esta ciudad me miran así.- Taesung rio. –Varias personas que me has presentado me han mirado de esa manera, tan parecida a la tuya.- Se giró recostándose de lado para ver mejor a Minho. -¿Ah? ¿Qué ocurre?

 

Minho torció los labios, posicionando su cuerpo sobre el del menor, obligándole a que le mirara. ¿Entonces él se daba cuenta del asombro que causaba en todos? O era alguien muy suspicaz, o todos a su alrededor (incluyéndose) eran absurdamente obvios en cuanto a sus emociones.

 

-¿Que, qué ocurre?- Habló bajo. –Bebé, me acabas de decir que alguien te miró como yo lo hice. Ten en cuenta que, la segunda vez que te vi pasar no pude evitarlo y te perseguí por las calles.

 

-Ah, cierto…- Susurró, soltando una boba risilla al final. –Es diferente, Minho. Él me miró con algo de añoranza, como si estuviera viendo a su hermanito.

 

-Es diferente…- Masculló entre dientes, sonando infantil. –Agh, no tienes remedio.- Jadeó, rodando los ojos. –Contigo no sé quién está más loco, si el acosador, o el acosado.

 

-El acosado, por completo.- Sonrió, subiendo su mano hasta el rostro de Minho, para atraerlo y darle un beso. –No te preocupes, yo fui quien me acerqué, para preguntar por direcciones.- Le regaló otro beso. –Dudo mucho volver a encontrármelo por las calles.

 

Minho hizo una mueca de medio lado, ¿cuáles eran las posibilidades? Él le había visto pasar dos veces, y con eso bastó. Pero, no quiso verse tan obvio, ni sonar celoso. Así que, simplemente asintió, escondiendo su rostro en el cuello del menor, reprimiendo cualquier temor que tuviese de perderle.

 

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<< Un recuerdo olvidado>>

 

Taemin lloraba bajo la sombra de un árbol. Sabía que nadie entraba hasta el fondo de aquel inmenso parque, así que no le importaba mostrarse algo débil. Estaba fastidiado, cansado, sólo quería que las cosas fueran como antes, y dejarlas así por un largo tiempo. Respiró entrecortadamente, también se estaba cansando de llorar, pero una vez que había iniciado, le era difícil parar, ya que sólo solía acumular todo hasta que explotaba al final.

 

Pero, no pudo continuar con su amargo desconsuelo, llorando, ya que una mano se había puesto sobre su hombro, algo dubitativa a molestarle.

 

-¿Estás bien?- En cambio, una voz dulce y preocupada le hicieron sentir algo de consuelo.

 

Aunque, no por mucho. ¿Quién era tan osado como para acercarse a un chico llorando? Volteó a verle, limpiando sin nada de discreción su rostro de las lágrimas. La primera vez que le vio, podía jurar que aquel muchacho parecía un dinosaurio, pero tras ver la sonrisa que le dedicó, dudó un poco de seguir viéndolo como un dinosaurio.

 

-¿Por qué lloras?- Le preguntó con curiosidad. –Oh, no me mires así, no pienso hacerte nada malo.- El mayor le ofreció una treguas, tras haber sido fulminado por la mirada de Taemin. –Mira, vamos a la misma escuela.- Señaló su propio uniforme. –Así que no tengas desconfianza, no te haré daño.

 

-¿Qué haces aquí?- La voz de Taemin sonó áspera, cansado de tener que manejar con sus problemas.

 

-Me gusta este parque.- El chico comentó con singular alegría. –Ver los árboles, las mariposas, las ardillas.

 

Taemin volvió a mirarle, si antes le había parecido a un dinosaurio, ahora, aquel chico, le asemejaba un perro. Con esa sonrisa, y su parloteo. Poco le faltaba para poder imaginarle una cola que se agitaba de un lado a otro alegremente.

 

-¿Por qué llorabas?- Al muchacho no le importó, se sentó a su lado, como si hubiese sido invitado por Taemin.

 

-¿Qué te importa?- Taemin frunció el ceño, aún desconfiado de aquel muchacho.

 

-Cierto, no debería.- Rio. –Ah~ ¿quieres venir a mi casa?

 

-¡A qué!- Le miró sorprendido, ni siquiera conocía su nombre.

 

-A jugar videojuegos, por supuesto.- Se encogió de hombros, hablando con tal obviedad, como si aquella invitación no pudiese ser malinterpretada de ningún modo.

 

Taemin volvió a fruncir su ceño, mordiendo el interior de su mejilla. ¿Qué clase de loco estaba sentado a su lado? Aunque, no se veía como un loco.

 

-Sólo quieres a alguien a quien ganarle…- Arrastró sus palabras, aún a la defensiva.

 

-Tal vez.- Rio. –Pero, podría dejarme ganar un par de veces, para que tengas algo de ventaja.

 

Taemin entonces no soltó una carcajada con aquello. Él no necesitaba que alguien se dejase ganar, podía ganarle fácilmente en cualquier videojuego, sin esforzarse. Le miró, parpadeando para terminar de deshacerse de esas lágrimas que ya no tenían nada que ver con la situación. Le sonrió.

 

-…Está bien.- Accedió, sólo porque le había hecho reír, y porque momentáneamente no se acordaba de sus problemas.

 

-¡Perfecto!- Se puso de pie en un brinco, después halándole para que Taemin también se levantara. –Soy Kim Jonghyun.- Hizo una vaga reverencia.

 

-Lee Taemin.- Imitó el saludo, algo más confiado por ya conocer su nombre.

 

-¿Eres el dongsaeng de ese maestro de segundo año medio superior?- Tildó un poco la cabeza, preguntando.

 

-Ah, sí…Algo así.- Hizo una mueca, mirando a su nuevo amigo. No quería hablar del maldito de ese pez traidor. -¿Dónde está tu casa?

 

-Por aquí cerca, ven.- Le tomó de la mano, arrastrándole por el parque con singular alegría. –Tengo muchos videojuegos, así que puedes escoger el primero que jugaremos, aunque obviamente tendré que dejarte ganar, o te irás…- Rio, empezando a hablar disparatadamente mientras terminaban de salir del parque y cruzaban la calle.

 

-…Ugh, tengo hambre…- Taemin susurró al escuchar su estómago hacer ruidos.

 

-¿Tienes hambre?- Jonghyun se detuvo y le miró. –Tienes suerte, mi madre hizo pastel de manzana hace poco y aún queda lo suficiente como para que comas tres rebanadas.- Alzó tres dedos, sonriendo con suficiencia.

 

-…Me gusta la manzana…- Terminó por ceder ante la animosidad que Jonghyun estaba presentando.

 

-¡Por supuesto!- Le miró, picándole la mejilla. –Tienes cara de manzana.

 

-¡Qué!- Taemin también tocó su rostro, colorándose ligeramente. Sabía que tenía un par de kilos de más, y que eso hacía que su cara se viera algo rellena, pero ¿parecer manzana? ¡Estaba yendo a la casa de un loco! Y no cualquier loco, uno que fácilmente podría asemejar a un perro. Frunció los labios; sabía que podía irse, pero…Él se había tomado la molestia de acercarse y preguntarle por qué lloraba, y si se encontraba bien. Frunció los labios un poco, terminando por decidir ir a casa de aquel hyung.

 

-Ah, mira, mi casa es por ahí.- Señaló, reanudando la marcha hacia la casa que se encontraba a lo lejos en aquella calle.

 

Taemin le siguió, aún un poco confundido por la alegría que Jonghyun le estaba regalando, cuando prácticamente eran desconocidos. Entró a la casa del chico mayor, mirando con curiosidad a su alrededor; Jonghyun sin decir nada había caminado derecho hacia la cocina, siendo seguido por Taemin.

 

-Omma, traje a un amigo, para jugar videojuegos.- Jonghyun informó a su madre, ignorando la mirada de sorpresa de Taemin por haberle llamado amigo tan rápido.

 

-Oh, qué bien.- La mujer se giró un momento, observando a su hijo, y después a Taemin. -¿Vas a quedarte a comer, cariño?- Preguntó con una linda voz.

 

Taemin asintió, ante tal muestra de afecto no podía decir que no, se iba a sentir desagradecido. Así que solamente se quedó algo rezagado tras Jonghyun, con una pequeña sonrisa agradecida hacia la madre de este.

 

-A Taemin le gustan las manzanas, mamá.- Jonghyun le informó.

 

-¿En serio? Entonces el postre te va a gustar.- Le guiño un ojo. –Anda, vayan a jugar; yo los llamo cuando la comida esté lista.

 

-Mmh.- Ambos chicos asintieron, saliendo de la cocina rápidamente.

 

Taemin entonces volvió a seguir a Jonghyun, subiendo las escaleras hasta entrar a la habitación del mayor. No era una habitación fuera de lo común. Tenía un pequeño televisor sobre una cómoda, y a lado de la cama había un par de sillones puff. Jonghyun los movió, dejándolos cerca de la televisión. Sacó su consola de una gaveta y varios juegos, dejando que Taemin eligiera cuál jugar primero.

 

Taemin ya no se encontraba a la defensiva. Le fue fácil sentarse a lado de Jonghyun y empezar a jugar. Por supuesto qué, al notar que en efecto Jonghyun estaba perdiendo a propósito como había prometido, empezó a vigilar las manos de su nuevo amigo, esperando por ese momento en que dejara de hacerse el inepto en el juego, y le empezara a ganar.

 

Pero no pasó. La música final se escuchó, haciendo que Taemin volteara a ver el televisor. Había ganado, a pesar de no prestar mucha atención a sus propios movimientos. Jonghyun reía, con su mano sobre su rostro.

 

-Ah~, es la peor manera en la que perdido.- Exhaló, cuando pudo parar de reír.

 

Taemin le miró, sonriendo. Jonghyun se había interesado en él, pero sin preguntar de más. Había sido amable, y su madre ni se diga. Ambos le parecieron muy agradables.

 

-¿Así juegas?- Preguntó, con voz alzada. Había olvidado su molestia de hacía rato, o que hubo llorado. Se estaba divirtiendo, con alguien que acaba de conocer, y que estaba seguro quería seguir conociendo.

 

-No te creas, manzanita, te he dejado ganar.- Admitió, volviendo a iniciar el juego. –Pero no siempre lo haré.

 

-Yo tampoco…- Arrugó la nariz en una mueca graciosa, ahora ya prestando su total atención en el televisor, y en aquel distractor. 

Notas finales:

¿Qué les pareció? En lo personal, a mi me parece algo agridulce, sobretodo, porque Tae no fue capaz de recordarle por completo. 

Las cosas empezarán a definirise un poco más poco a poco, así que estén al tanto de eso C:


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