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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

Se darán cuenta que una vez más me tardé mucho en actualizar. Se los he dicho -creo-, entre más tiempo tengo escribiendo una historia, más rápido pierdo la concentración en ella. No veo la hora en terminarla...Pero tampoco quiero que termine :'( 

Y bueno, el archivo es muy pesado. Antes sólo batallaba para abrirlo en mi celular, ahora también se tarda mucho en abrirse en mi laptop Dx Debería borrar todas las notas que tengo agregadas, para volverlo más ligero, pero ahí es donde tengo los borradores de los capítulos :c 

Ya, dejo de quejarme y les dejo leer ^u^ 

Taesung miraba con atención como Minho dormía. Le parecía muy gracioso como Minho podía dormir por largos periodos, pero realmente no eran seguidos. De su parte, él dormía en periodos cortos, pero muy seguido. Esas diferencias entre ambos le hacían sentir que estaban hechos para embonar, como piezas que se complementan. Ah, le encantaba ver el ligero gesto fruncido de Minho, mientras soñaba; no era la primera vez que lo notaba, así que suponía que Minho, simplemente, hacía ese gesto al dormir, independientemente de lo que soñara. Además, la respiración del mayor era tan suave, que no podía estar teniendo un mal sueño, sino todo lo contrario. Minho se veía tan guapo durmiendo, que Taesung se avergonzó de sus propios pensamientos. No pudo remediar ese sentimiento, así que –quizás de manera infantil- los escondió tras su deseo de molestarle, hasta hacerle despertar. Incluso, hacerle enfadar un poco. Mordió su labio inferior, mientras su mano se aventuraba a acariciar la nariz de Minho, desde donde iniciaba aquel gesto, hasta la punta.

 

-Minho~- Canturreó, sonando dulce. –Despierta, amor.- Rio un poco, volviendo a deslizar su dedo a lo largo del puente de la nariz de Minho. –Min, cariño, tengo sed.- Insistió. –Tráeme de beber algo.- Se acomodó más cerca aún de aquel hombre, sabiendo que le escucharía. –Anda, se bueno, tráeme algo de beber.

 

-Mmm…Ya sabes dónde está la cocina.- Minho se giró, cubriéndose de nuevo bajo las sábanas.

 

-¿Le haces esto a todos tus invitados?- Se quejó. –Que terrible anfitrión eres, Minho.

 

-¿Invitado? Bebé, estoy seguro que hace mucho dejaste de ser catalogado como invitado en mi casa.- Minho se quejó, regresando a su antigua posición, mirando de frente a Taesung.

 

-¡Já! Que grosero.- Frunció los labios, fingiendo indignación. –Si no me quieres aquí, sólo tienes que decirlo.

 

-Yo no dije eso.- Rio, agarrando al menor por la cintura debajo de las mantas. –Pero, estoy seguro que, dejaste de ser un simple invitado, cuando llegaste a mi casa sin avisar, y te metiste a mi cama sin requerir, precisamente, mi compañía.- Se explicó.

 

-Minho, tengo sed.- Insistió, escondiendo su rostro en el cuello de Minho.

 

-¿Qué remedio?- Rodó los ojos, sonriendo. -¿Qué es lo que su majestad desea beber?

 

-Jugo de uva.- Se arremolinó más contra Minho, sonriendo de esa manera tierna con la que termina de convencer a Minho de cualquier cosa.

 

-Está bien. Ya vuelvo.- Minho se levantó de la cama, abandonando por completo cualquier rastro de estupor que le quedó tras estar durmiendo. Salió de la habitación, bajando las escaleras con pasos lentos y sonoros.

 

Taesung sonrió, recostándose de nuevo en la cama. Tal vez sí era muy infantil, pero lo encantaba hacer que la gente hiciera lo que él pedía. Se giró, rodando en la cama. Estaba tan cómodo ahí, sabiendo que era el hogar de Minho, que incluso a veces se tomaba la libertad de soñar que algún día ese podría llegar a ser su hogar también. Suspiró, incorporándose en su lugar. Tal vez soñaba muy alto, o se apresuraba con las cosas. Negó con la cabeza, rápidamente deshaciéndose de esos pensamientos. En cambio, se fijó en su alrededor. Minho siempre tenía todo tan bien arreglado, y en su lugar, que parecía una bonita habitación de revista, o de alguna de esas películas poco realistas. Echó un poco de lado el rostro, el armario de Minho estaba ligeramente abierto.

 

Su curiosidad ganó, haciéndole levantarse de la cama, e ir a revisar en aquel armario. La ropa de Minho olía a él, llenando ese pequeño espacio de aquel aroma. Estiró la mano, revisando las prendas se encontraban colgadas ahí. Minho realmente tenía mucha ropa de color azul. Rio por lo bajo, aun rebuscando en lo que veía. Encontró aquel suéter que hacía tiempo le había regalado por navidad y año nuevo. Se dio cuenta que sólo había pasado un año de eso, y que esas fechas se encontraban más que cerca, de nuevo. Sonrió, sintiendo como el calor se subía a sus mejillas. En ese entonces apenas empezaban a demostrar que se gustaban. Su vida había cambiado mucho con la aparición de Minho en ella.

 

Tras revisar la ropa, miró la parte de arriba del armario, donde había una tabla dividiendo el espacio, donde Minho tenía guardadas otras cosas. Ninguna le llamó la atención, excepto por una cámara fotográfica también guardada ahí. Taesung se tuvo que parar de puntillas para poder alcanzarla. Cuando logró bajarla, corrió a la cama, sentándose con las piernas cruzadas. Era una bonita cámara, quizás de hacía un par de años, pero era profesional. La estuvo examinando por un rato, hasta que escuchó los pasos del mayor subir por las escaleras.

 

-Oye, Tae, estaba pensando en la cena…- Minho entró al cuarto, con el vaso de jugo de uva para su novio, cuando le encontró curioseando el artefacto. -¿Qué estabas haciendo, hada traviesa?- Rio, sentándose a un lado del menor.

 

-Tu armario estaba abierto.- Murmulló de manera infantil, excusándose de responsabilidad. -¿Me permites?

 

-Adelante.- Concedió, bebiendo del jugo que supuestamente debía ser para el contrario.

 

Taesung sonrió, encendiendo la cámara. La pequeña pantalla se iluminó, debelando la marca y después el menú. Taesung no tardó en explorar cada sección de este, descubriendo que sabía más cosas de las cámaras, de lo que recordaba. Pero no le dio importancia. Su curiosidad le había atontado lo suficiente, como para sólo estar centrado en ver las fotografías que Minho aún no vaciaba de la memoria de la cámara. Observó cada una de ellas, con meticulosidad, entendiendo el poco contexto que tenía, detallando todo. El trabajo de Minho era bueno, aunque obviamente no era el de un profesional, aún.

 

-Me gusta tu técnica.- Lo dijo como un cumplido, quitándole el vaso con el jugo de uva de los labios. Le dio un gran trago a su jugo, y dejó el vaso en la mesa de a lado. –Pero quizás quieras practicar un poco más.

 

-¿Pero qué dices?- Minho rio, tomando la cámara de las manos del menor. –No estás capacitado para decir eso.- Le picó la mejilla. –Aunque…Si quieres que practique…- Le retó.

 

-¡No me vas a fotografiar!- Se cubrió el rostro. –No sé qué cosas raras harás con la foto.

                                                                                      

-Oh, vamos bebé.- Rio. -¿Qué tan pervertido me crees?

 

-No. ¡Mejor mira por la ventana!- Señaló, siendo precedido por el sonido de la cámara. -¡Minho!- Se coloreó de rojo inmediatamente, por la molestia. –Te dije que no.

 

-No pude evitarlo.- Volvió a sacar una foto, de la cara enfadada de su novio.

 

-¡Minho!- Se cubrió con una almohada. -¡Déjalo ya!

 

Minho rio, le encantaba verle hacer rabietas. Le sacó algunas fotografías más, antes de quedarse mirando a través de la cámara. Había pensado en algo, pero no sabía si sería buena idea. Taesung jamás se quitaba los lentes de contacto, ni para dormir. Sin embargo, quería ver ese pequeño rasgo, tan maravilloso de aquel chico, que le deba tantas esperanzas de volver a tener lo que perdió.

 

-Amor…- Le llamó. -¿Podrías…podrías quitarte los lentes de contacto para una foto?- Rogó, esperando que el chico accediera.

 

-¿Ah?- Taesung echó un poco de lado el rostro, mirando de una manera extraña al mayor. -…Sí, seguro…- Jadeó, moviéndose lentamente de la cama. A pesar de haber accedido, no se veía muy entusiasta con la petición que el mayor le había hecho. Y Minho logró entender que la incomodidad no se debía a la foto, sino a los lentes de contacto.

 

Taesung buscó en su bolso su par de gafas, entrando un segundo al baño continuo de aquella habitación. No tardó mucho en quitarse las lentillas, saliendo del baño con sus gafas puestas. Se las reacomodó sobre el puente de su nariz, haciendo una ligera mueca mientras miraba a Minho.

 

-¿Puedo quedarme con los lentes?- Esbozó una pequeña sonrisa, tratando de disimular su incomodidad.

 

-Por supuesto.- Minho le sonrió, extendiendo su mano para que el menor la tomara. –No quisiera que te pasara algo de ahí a la cama, todo porque no puedes ver los veinte pasos que tienes que dar.

 

-Tonto.- Rodó los ojos, acercándose hasta tomarle de la mano. Tomó asiento a su lado y le miró con algo de seriedad. Las cosas se habían puesto raras súbitamente. Él, realmente, no se sentía cómodo con el color de sus ojos. Pero Minho se lo había pedido, y sentía que no había nada que no pudiera hacer por él. Mordió su labio inferior, mirando al vacío, en lo que terminaba de desenredar lo que sentía. Por otro lado, se había prometido no quitarse las lentillas de color café frente a Minho, para evitar verle con aquel gesto triste que suele poner al recordar a aquel novio que tuvo. Sólo quería hacer feliz a Minho, y eso, en este momento, implicaba un gran dilema para Taesung.

 

Mientras maquineaba si había sido buena idea el aceptar la petición de Minho, no se dio cuenta del gesto de abstracción que hacía. Sus pensamientos sólo fueron interrumpidos tras el sonido que hizo la cámara de Minho. Alzó el rostro, ganando un ligero sonrojo, Minho le había tomado la foto durante su indecisión. No supo que decir, simplemente se encontraba pasmado con eso.

 

-Tae…te amo.- Minho dejó la cámara de lado, para así poder colocarse sobre el muchacho y ahogarlo en un largo y profundo beso.

 

-…Yo también te amo…- Alcanzó a jadear cuando el beso terminó. Subió su mano, tocando el rostro del mayor. Adoraba a Minho, pero, algunas veces, le miraba como si sintiese añoranza por algo. Jadeó, juntando su boca una vez más con la contraria. Se dejó llevar por ese beso, entregándose para de ese modo poder sacar a Minho de ese estado aletargado, darle de su alegría, su energía. Volverle feliz de estar solamente a su lado.

 

-…Tus lentes son incómodos.- Minho hizo un ruido de succión al separar su boca de la de Taesung, para expresar su incomodidad.

 

-Por eso no suelo besar gente con mis gafas puestas.- Soltó una risilla, sin soltarle.

 

-Espero que por gente, sólo te refieras a mí, bebé.- Le retó, volviéndole a besar.

 

La tarde se les escapó entre besos, acariciándose con cariño. Taesung estaba poniendo todo su empeño, por borrar toda la melancolía en la mirada de Minho. No era la primera, ni la única vez que se sentía tan agobiado por esa mirada. Pero ahora Minho era su novio, quería curar cualquier herida que le fue hecha en el pasado. Minho cargaba con un peso que tenía que dejar atrás.

 

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Taesung miró la casa de Chaerin. Había tenido ganas de visitarla antes de irse de la ciudad; así que ahora que Minho se encontraba en la escuela, había aprovechado su tiempo libre para darle una visita a aquella mujer amable. Escondió sus manos dentro de su blazer, mientras se acercaba a la puerta. Tal vez debía de empezar a adoptar la costumbre de llamar a las personas, antes de ir a visitarlas, porque no sabía si importunaría a Chaerin con su visita.

 

Tocó el timbre, esperando con paciencia a que alguien atendiera a la puerta. Esta vez no hizo amago de querer fijarse en las flores, sabía que ese color peculiar que tenían le mareaba de sobremanera. Se balanceó sobre sus talones, mientras escuchaba que alguien desde adentro le avisaba que en segundo iría a atender la puerta. Sonrió, sintiéndose alegre de saber de la amabilidad de Chaerin.

 

La puerta se abrió.

 

-Oh, Taesung ah, que gusto de verte.- Chaerin sonrió, siendo tan cordial como siempre con él.

 

-Espero no importunar, yo quería pasar a visitar y…

 

-¡No importunas, muchacho!- Le interrumpió rápidamente. –Pasa, no te quedes afuera.- Le invitó a entrar, cerrando la puerta rápidamente. –Vamos a la sala principal, tengo un invitado, te encantará conocerle…

 

Chaerin empezó a explicar, sin darse cuenta de la pequeña incomodidad en el chico. Entonces sí estaba importunando. Taesung realmente se lamentó no haberle pedido a Minho el número de Chaerin, para poder llamar y preguntarle cuándo era un buen momento para visitarle. Sin embargo, no pudo seguir lamentándose, al notar al invitado de Chaerin que la esperaba en la sala. Una sonrisa vaga se escapó de su boca, totalmente asombrado de las coincidencias del destino. Esta extraña ciudad, sí que propiciaba las coincidencias.

 

-Taesung ah, te presento a Kim Jonghyun, un amigo de la familia.- Chaerin le presentó, con singular alegría.

 

-Sí…- Alcanzó a jadear, observando con mucha curiosidad al hombre de baja estatura que por segunda vez se cruzaba en su camino.

 

-¿Oh? ¿Se conocen?- Chaerin les miró algo confundida.

 

-No.- Jonghyun sonrió, también mirando con curiosidad a Taesung. -¿Encontraste la tienda de regalos?

 

-Sí.- Rio. –Tenía razón, el oso de felpa enorme era imposible de no ver.

 

-¿Me estoy perdiendo de algo?- Chaerin miró directamente a Jonghyun, exigiéndole respuestas.

 

-No realmente.- Jonghyun rio. –Este joven me preguntó si sabía de alguna tienda de regalos, hace un par de días.

 

-Neh. Gracias por eso.- Taesung sonrió. –Supongo que ahora debo de presentarme formalmente.- Arrugó la nariz en un gesto gracioso. –Me llamo Jung Taesung.- Hizo media reverencia. –Me alegro de poder volverle a ver, para agradecer por su ayuda.

 

-No es necesario, joven Jung.- Jonghyun rio, encontrando encantador la manera tan formal del joven.

 

-Oh, no. Dígame Taesung, o Sung. Las personas terminan diciéndome Sung, eventualmente.- Rio. –Bueno, excepto Minho. Para él soy Tae.- Se sonrojó, sin notarlo.

 

-¿Minho?- Jonghyun cuestionó a Chaerin.

 

-Oh, sí, Sung es el nuevo novio de Minho.- Chaerin explicó. –Oh, Sunggie, toma asiento, te traeré un café.- Comentó con entusiasmo. Abandonó rápidamente la sala, para entrar a la cocina.

 

Taesung infló las mejillas, haciendo un puchero en lo que buscaba donde sentarse. Escogió el sofá que quedaba frente a donde estaba sentado el hombre de baja estatura. Sonrió un poco, pensando en qué decir, a pesar de sentirse totalmente sorprendido por las coincidencias de la vida.

 

-Esto es increíble…- Murmuró, soltando una pequeña risa. –Incluso conoce a Minho.

 

-No sabía que Minho saliera con alguien, últimamente…Realmente, hace mucho que no sé de Minho.- Explicó.

 

-Minho no pudo deshacerse de mí.- Rio. –Hasta que terminó por ceder, y se enamoró.- Cubrió su rostro, sabiendo que se estaba colorando. -¿Es usted amigo de Minho?

 

-Oh…No exactamente.- Hizo una mueca. –Yo lo conocí, cuando él no era bien recibido por esta familia.- Hizo una señal con su cabeza, apuntando el camino por donde Chaerin se había ido. –Claro que de eso, han paso muchos años.- Murmulló.

 

-…Perdón…- Susurró. –No tenía idea…

 

-No, era obvio que no supieras.- Le sonrió. –Taemin era muy cercano a mí, así que cada vez que quería escaparse para verse con Minho, terminaba diciendo que iría a mi casa a pasar la tarde, o la noche.- Sonrió, recordando aquellos tiempos. Entonces subió la vista, fijándole en el hombre que tenía enfrente. –Jung Taesung, ¿puedo preguntar de dónde eres?

 

-¿Disculpe?- Taesung se desconcertó ante esa pregunta.

 

-Chaerin te habla con una familiaridad, pero jamás te había visto por aquí. Y, aquel día te encontrabas perdido en una de las calles principales. Supuse que no eres de aquí.- Puntualizó.

 

-Ah, no, no soy de aquí.- Sonrió, achicando sus ojos. –Me gusta decir que soy de ningún lado. Me gusta viajar por todos lados, y gracias al trabajo que tengo voy de aquí para allá, todo el tiempo. Minho es de las pocas personas que logran hacerme quedarme en un lugar quieto, por tanto tiempo.

 

-¿En qué trabajas, Taesung ah?- Echó el rostro de lado.

 

-Rastreo, arreglo y vendo libros a coleccionistas, librerías antiguas, o cualquier persona que requiera de estos servicios.- Si no fuera una plática fuera de la formalidad del trabajo, fácilmente Taesung podría parecer que quería un nuevo cliente en su bolsillo.

 

-¿Libros?- Jonghyun preguntó con asombro.

 

-Sí, libros.- Rio descaradamente. -¿No le parece?

 

-Oh, no, no quise decirlo en ese tono.- Se excusó. – Es que…No lo sé, no tienes aspecto de alguien que tiene la nariz metida dentro de un libro todo el día.

 

-Oi, no esperé eso.- Se cubrió la boca, escondiendo una risa. –Adoro leer, así fue como aprendí a no juzgar libros por su portada.

 

-Aunque las portadas ayudan mucho a decidirte por comprar un libro.- Le miró con una sonrisa de medio lado.

 

Chaerin regresó, ofreciéndole a Taesung la taza con café

 

-Gracias, Chae.- Le sonrió, haciendo una ligera reverencia con su cabeza al momento de recibir el café. –Entonces, Jonghyun ssi, ¿usted en qué trabaja?

 

-Jonghyun trabaja en una revista de gran prestigio.- Chaerin se apresuró a contestar con cariño. Era obvio que tantos años de conocerle, y con la amistad que Jonghyun representó para Taemin, ella terminara viéndole con ese cariño de madre.

 

-¿En serio?- Taesung le miró.

 

-Soy editor de una columna en la revista Brand-New Star.- Admitió. –Es una columna de crítica, lo cual sorprende mucho para una revista de estilo comercial.

 

-Es bueno tratar de abrir las mentalidades de las personas más difíciles de alcanzar.- Taesung habló, aprobando el trabajo de aquel hombre. –Es igual que con mis libros.

 

-¿Qué tipo de libros te gusta leer, Taesung ah?- Chaerin se llevó una galleta a la boca, había puesto un plato con galleta en medio de la mesa que adornaba la sala.

 

-De temas específicos. Cuando tengo temas de interés, los estudio hasta el fondo. Últimamente he leído sobre sociedades utópicas. Me gusta creer que algún día se podrá vivir en una sociedad igualitaria, donde todos tengan lo mismo por igual, sin necesidad de que se reclamen posesiones.

 

-Mmm…¿Marx? O ¿quizás Locke?- Jonghyun pensó en voz alta.

 

-Algo de ambos.- Admitió. –Fantástico ¿no? Personas pensaron en cómo sería algo tan perfecto, cuando el ser humano está condenado a ser una criatura imperfecta.

 

-Esa es otra temática,- Chaerin señaló. -tratada por varios filósofos, Taesung ah.

 

-Sí, más de los que han podido decir algo verdaderamente significativo.- Torció los labios. –Es agradable saber que al menos esa manera de pensar tan idealista, nos hace menos daño que el quedarnos fijo en la zona segura.

 

-Entonces estás de acuerdo con el progreso.- Jonghyun le observó, analizándole. –Eres una persona interesante.

 

-¿Lo soy?- Sonrió, dándole un trago a su café. –He conocido a muchas otras personas mucho más interesantes que yo.- Jadeó. –En este momento podría decir que ustedes dos son mucho más interesantes, que yo. Sólo necesitan decir algo que los caracterice como persona, y no terminaré reducido a un simple comerciante de libros.

 

-Estoy segura que eres mucho más, que eso, Taesung ah.- Chaerin sonó algo preocupada al escucharle hablar así de sí mismo. –No es bueno el reduccionismo, sino todo lo que nos conforma como un ser total.

 

-¿Lo ve? Bastante interesante, a decir verdad.

 

Jonghyun rio, siendo algo fuera de la imagen.

 

-Chaerin, ¿dónde está Dara?- Preguntó cortésmente.

 

-¿Dara?- Taesung cuestionó. Sabía que Chaerin estaba casada con otra mujer, la había visto un par de veces, pero no conocía su nombre. Aunque, si estaría encantado de conocerla, si ella era como Chaerin.

 

-Debe de estar en Francia.- Chaerin exhaló. -Le es imposible quedarse quieta.

 

-Ella siempre estuvo viajando, sin importar qué.

 

-Es su forma de liberar estrés.- Chae se encogió de hombros.

 

-Ella suena a que es una persona parecida a mi.- Taesung rio. Le gustaba viajar, para olvidarse de lo demás.

 

-Sí, a ella le encantarías, Sung.- Chaerin sonrió.

 

La conversación siguió, un poco menos cargada de esa sensación tan fuerte y apesumbrada que sobra tras hablar de lo que la sociedad es a comparación de lo que uno puede llegar a ser. La mañana pasó entonces rápidamente, entre pláticas sobre cómo estaba la economía afectando el empleo de cada uno, hasta vagos recuerdo que Chaerin decía acerca de la época en que había conocido a Jonghyun gracias a Taemin.

 

Taesung escuchaba atento, aprendiendo un poco de aquel chico perdido. La añoranza de Chaerin se sentía diferente a la que Minho llegaba a tener en su mirada; Taesung no encontraba punto de partida para poder saber cómo sanar el dolor que Minho debía de tener dentro de sí. Pero estaba más que seguro que se esforzaría en ello.

 

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En cuanto Taesung dejó la casa de Chaerin, la inminente pregunta tuvo que hacer aparición en la conversación que ahora quedaba entre Chaerin y Jonghyun.

 

-El parecido es extraordinario…Casi increíble.- Jonghyun cruzó una pierna sobre la otra, mirando a Chaerin. Al contrario que los demás, no había demostrado más sorpresa que aquella primera vez que le vio de la misma manera en que lo hacía cuando Taemin iba a su casa a jugar videojuegos. No se inmutó cuando lo tuvo nuevamente en frente, hablándole como lo haría con alguien a quien acabase de conocer.

 

-¿También lo has notado?- Chaerin jadeó, sobándose la sien. –Es tan parecido, pero no es igual. Tan doloroso…

 

-Explícame, entonces, ¿por qué él no es nuestro Taemin?- Demandó, sin sonar imperativo. Quería saber qué había pasado con su pequeño amigo.

 

-Por lo poco que sé, él tuvo un accidente cuando joven. Quiero creer que eso sucedió después de que se fue de aquí.- Se cruzó de brazos. –Realmente espero que haya pasado así, para que no sufriera en ningún momento.- Suspiró. –Ha perdido la memoria, Jonghyun. Él tiene una nueva familia, que le ha criado desde entonces, y a quienes él considera su familia de sangre.- Torció los labios, sintiendo recelo de eso. –Es feliz, tal y como vive, sin una madre, sin pasado.

 

-Entonces, él es una persona totalmente diferente.- A pesar del físico, Jonghyun logró entender que Taemin y Taesung no eran lo mismo, y no podían llegar a serlo. -¿Hay manera de que recupere la memoria?

 

-No lo sé.- Se encogió de hombros. –Minho se ha encargado de investigar eso, y hasta donde sé, está tratando de llevarle a lugares que le gustaban, y ese tipo de cosas, para tratar de despertar algo en él. Pero nada surte efecto.- Con eso último, le tembló la voz. –A veces…A veces he llegado a pensar que jamás le recuperaré.

 

Jonghyun le miró, sabiendo que las esperanzas de Chaerin eran tan imposibles, como esperar que un olmo diera peras.

 

-Aunque recupere la memoria, sabes que él jamás volverá a ser nuestro Taemin ¿cierto?- Le cuestionó, sintiendo la decepción en el ambiente.

 

Chaerin asintió, siendo muy consciente de la situación. Taemin no volvería, pero si lograban devolverle sus memorias, entonces tendrían aunque sea un vestigio de ese chico que fue. Ambos entendían que, tener poco, era mucho mejor a tener nada.

 

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Minho bajó del auto, corriendo a abrirle la puerta a Taesung, que sólo pudo rodar los ojos y decir un altivo <<gracias Charles>>, a modo de burla por la constante queja de Minho de que le trataba como un chofer. Sonrió despampanante, al ver la fachada del restaurante al que habían ido. Hacía tanto que no iban a cenar a un restaurante lujoso, ya que solían tomar el desayuno en casa de Minho, o alguna cafetería, mientras que las comidas y cenas las hacían en restaurantes familiares, o de nuevo la casa de Minho. Taesung no se inmutó al momento de que al entrar al lugar le pidieron su nombre para verificar su reservación. Lo dijo, y después sonrió al garzón que les guio hasta la mesa que habían reservado.

 

Taesung de nuevo se veía como pez en el agua, alegre de tener una comida seria y formal, aunque él no se viera tan serio con la enorme sonrisa plasmada en su rostro. Tomó la mano de Minho, sobre la mesa, entrelazando dedos rápidamente. Le adoraba, por completo. Había caído tan profundo y tan rápido por Minho, que le era prácticamente doloroso el imaginarse tener que dejarle algún día. Por eso era optimista, jurando que su amor con Minho sería eterno. Tenía qué serlo.

 

-¿Puedo saber qué te tiene tan alegre?- Minho rio con la actitud de su chico, apretando el agarre de sus manos.

 

-Estar aquí, contigo.- Sonrió travieso, abriendo la carta del menú.

 

-Hada malcriada.- Masculló, mirándole de soslayo, en lo que también revisaba el menú.

 

-Está bien.- Rio. -Me acaban de llamar, los libros que estaba esperando han llegado.- Sonrió como lo haría una caricatura al ver algo que le gusta.

 

-Eso sí me lo creo.- Soltó una corta carcajada, bajando al menú. -Conozco cada sonrisa que tienes, mentiroso niño travieso.

 

-Yah, no me llames niño.- Le miró con fastidio. -¿Por qué no me crees que estoy feliz de estar contigo? Me gustan las citas que tenemos.- Le sonrió sugerentemente. -Pero si no me vas a creer, entonces...

 

-Te hubiese creído, si no hubieras tenido esa mirada de mentiroso. Y tu sonrisilla típica.- Le explicó, sin inmutarse por la amenaza del menor. -Sé que te gusta salir conmigo, sobretodo cuando venimos a lugares así. Sé también que cosas te gusta hacer cuando acabamos de cenar.- Buscó enredar sus dedos con los del menor al tomarle de la mano por encima de la mesa. -Y que no cambiarías eso por ningún berrinche.

 

-Aish, ¿por qué nunca me dejas estar enojado contigo aunque sea por un minuto?- Rodó los ojos, sonriendo. -Pero sí, estoy muy feliz de estar contigo, ahora.

 

-Lo sé.- Le guiñó, de manera sensual.

 

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Taesung bufó, golpeando su escritorio con algo de aburrimiento. No le gustaba pasar horas en su oficina, cuando fácilmente podría  estar trepado en un autobús yendo directo a alguna ciudad pequeña, o pueblito, dónde andar curioseando las librerías. Se desperezó, poniéndose en pie, mientras se recargaba un poco en su escritorio, mirando por la ventana. El día afuera se veía tan bien.

 

-Pies en la tierra, Sung.- Una voz le despertó de su estupor.

 

-¿Oh? Hola, hyung.- El chico giró un poco el rostro para ver quién estaba en la puerta.

 

-¿Sólo un hola hyung? Esperaba algo más efusivo.

 

-Lo lamento, Yesung hyung.- Rio. -Pase, tome asiento.- Le indicó. -Me alegro de verle por aquí, ¿qué se le ofrece?

 

Yesung se rio, sentándose frente al menor. Se encogió de hombros, avisándole que iba a tocar un tema que parecía repetitivo y que a Taesung le hacía rodar los ojos.

 

-Pues, vine a la junta que hubo hace poco, ¿por qué no estuviste presente, por cierto?- Le cuestionó, recibiendo una sonrisa irremediable a cambio. Rio, haciendo una mueca ante la actitud de su amigo. -Te decía estaba en la junta, las cosas no han cambiado drásticamente, así que estaba empezando a ser algo tediosa. Naturalmente empecé a divagar. No pude evitar tratar de imaginar cómo serán las cosas cuando estés al mando y...

 

-Ugh, basta hyung. ¿Te envió mi padre?- Se alejó de su propio escritorio, cruzándose de brazos mientras le miraba reprobatoriamente.

 

-No...- Yesung rio. -No sé qué tan loco te tienen en tu casa con eso; pero no vengo de parte de Taekwoon, sino del consejo. Ellos están tan entusiasmados, como yo, de que te conviertas en nuestro presidente.

 

-No lo entiendo,- Apoyó los brazos en el escritorio, dejando su cabeza entre sus propias manos. -los consejos así usualmente están en contra de los cambios.

 

-Ellos admiten que tienes un don para esto.- Por su parte, Yesung se veía más que divertido con la contrariedad de su amigo. -Los negocios son lo tuyo, lo llevas en la sangre. No por nada Taekwoon fundó esta enorme empresa él sólo, haciendo que muchos se fusionaran en ella.

 

Taesung sonrió, mirando a la nada. Vaya que estaba orgulloso de su padre. Él se había esforzado tanto en su vida, y le había dado todo. Lo menos que podía hacer era seguir con ese enorme monstruo empresarial, guiándolo desde el frente. Era su herencia, el patrimonio que le habían dado. Y, entendía que tenía que dejar de renegar de ello.

 

-Lo sé...- Jadeó. -Es tan sólo que, sé que debo de esperar a que algo me indique que es mi momento. De otro modo, estaré confiando en que si me equivoco, estará mi padre ahí para arreglar mi desperfecto. 

 

-Entiendo...De cualquier modo, vine a visitarte por otra cosa.- Se destartaló de risa al ver en ceño fruncido de Taesung. -¿Te acuerdas de ese favor que me debes?

 

-...¿Sí?

 

-¿Te gustaría pagármelo ahora?

 

Taesung frunció los labios, en un gesto pensativo. Si aquel favor implicaba salir de la oficina, estaría más que dispuesto y encantado. No tardó en asentir, mientras su mirada se escapaba por la ventana.

 

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Minho marcó el número de Taesung, esperando a que el chico contestara rápidamente la llamada. Le extrañaba terriblemente, y sólo tenía una semana de haberse ido. Frunció los labios al escuhcar cómo el tono de llamada se repetía por segunda ocasión. Se levantó de su lugar, dirigiéndose a la cocina, necesitaba preparar café.

 

No fue hasta el tercer timbre, cuando Minho logró escuchar que el menor respondía a su celular.

 

-¡Minho!- El joven le saludó con entusiasmo. –Eres muy paciente, pude escuchar cuánto tiempo estuviste marcando.

 

-¡Yah! ¿Por qué no contestaste antes?- Le reclamó, riendo. Sabía que ese chico no tenía remedio alguno, pero le encantaba. Se recargó contra la barra de trabajo, mientras esperaba a que su cafetera terminara con el trabajo.

 

-Lo siento, no pude.- Se excusó. –Por eso creí que colgaría. Me alegro de su insistencia.

 

-¿Qué estás haciendo, Taesung ah?- Frunció los labios, preguntándose qué mantenía tan ocupado a su novio.

 

-Ah…Trabajo…- Dijo de manera distraída. -¡No! ¡Abajo! Sit! Sit!- Exclamó. –Y estoy de niñera.

 

-¿Niñera?- Minho abrió sus ojos por completo. -¿Y le estás hablando así al niño?

 

-No es un niño, Minho ah babbo.- Se burló. –Son mascotas.

 

-¿Por qué cuidas mascotas, bebé?- Rio. –No puedo imaginarte haciéndolo.

 

-Discúlpame, pero soy mejor cuidador que muchos.- Soltó como berrinche. –Además, son bastante tranquilos, hasta que me ven haciendo algo importante, y se acercan a molestar, como hace rato.- Exhaló. –Los estoy cuidando como favor, a un hyung que me lo ha pedido. Él salió de viaje, y se preocupa mucho por ellos.

 

-¿Qué tipo de mascotas son? – Debían de ser animales de mucho cuidado, si se los encargó al chico. Pero de nuevo, ¿quién deja a sus mascotas a cargo de Taesung? Eso no hace mucho sentido.

 

-Dos tortugas y dos perros.- Dijo alegremente.

 

-¿No los perros pueden comerse a las tortugas?- Se preocupó. ¿Qué clase de persona tiene tal combinación de animales? –Digo, he sabido de algunos casos…

 

-Ah, estos están acostumbrados a estar juntos.- Explicó. –Por eso no es tanto trabajo, así que me he tomado la libertad de trabajar en unos reportes que tengo que hacer.

 

-Que trabajador, mi lindo bebé.- Se burló, sonriendo ante la imagen mental que tenía del chico.

 

-¡Yah! Usted, en serio...- Masculló. -Oh, Minho, ¿quieres ver a una tortuga comer? La tengo aquí a mi lado.- Dijo divertido, como si nunca hubiese visto aquel animalito en su vida.

 

-Está bien.- Minho rio, escuchando rápidamente como su celular sonaba con el timbre de que recibió un archivo. Lo abrió, encontrándose con la foto de una tortuga comiendo una variedad de verduras y comprimidos que debían ser su alimento. Además podía ver un poco de las piernas de Taesung. Él debía estar sentado a lado de la tortuga. -Vaya, no es tan pequeña como lo imaginé.- Comentó.

 

-No...He aprendido bastante cosas sobre tortugas, gracias a estas dos.- Rio, mientras de fondo se escuchaban sus dedos tecleando en la laptop.

 

-¿A sí? Dime qué has aprendido, amor.- Le molestó.

 

-Pues, en realidad ellas son muy rápidas...Oh, cielos...

 

-Déjame adivinar, la que tenías a tu costado ha desaparecido.- Rodó los rojos, aguantando la risa. Se giró, notando que el café ya estaba listo. Sacó una taza y se sirvió, agregando dos cucharadas de azúcar.

 

-No sé cómo pasó, sólo tecleé dos palabras.- Chilló. -Estaba comiendo tranquilamente y ya no se encuentra aquí...- Jadeó.

 

-Deberías de buscarla.- Le sugirió, dando un sorbo a su bebida.

 

-Sí...¡Ya la vi!- Se escuchó alivio en su voz. -Está por entrar a la cocina.

 

-Explícame Tae, ¿por qué estos animalitos no pueden quedarse en su casa?- Le cuestionó. Sabía que si les dejas comida suficiente y agua, podrían estar dos o tres días por su cuenta.

 

-Ah, mi amigo tiene plantas. Si se quedan sin vigilancia, estos traviesos harán un desastre en su casa. Por eso accedí a cuidarlos aquí.

 

-¿Tu amigo acaso no tiene nombre?- Frunció el gesto.

 

-Oi, ¿para qué quieres saber santo y seña? ¿Acaso son celos?- Rio, travieso.

 

-No.- Gimió. -Mera curiosidad, amor. Es normal que quiera saber todo sobre la vida de la persona que amo.

 

-No intentes chantaje conmigo, Minho.- Le advirtió. -Yo debo de ser el único que use esa artimaña.

 

-Tsch, que malcriado.- Le regaño. -Déjame ser un poco celoso, me gusta demostrarte cuánto te quiero de esta manera.

 

-Ya, ya, entiendo.- Exhaló. -Si tanto te interesa, mi hyung se llama Yesung. Bueno, ese no es su nombre, pero no tiene cara de algo más excepto Yesung.- Rio. -Ha salido de viaje, por varios días. No se ha atrevido a dejar a sus mascotas solas en casa. Ciertamente, yo tampoco podría.

 

-Dudo mucho que puedas mantener a una mascota. Te la pasas de viaje, no sería tuya, sino de quien le cuidara.- Le molesto.

 

-¡Yah!- Estaba enfadado. -Minho, ¿qué tipo de animales te gustan?- Preguntó, dejando un ligero silencio después.

 

-¿Yo?- Se sorprendió. Soltó una suave sonrisa al saber del interés que el menor tenía en sus gustos. -Yo prefiero a los gatos, bebé.

 

-Mmm, qué lástima.- Jadeó. -A mí me gustan los perros.- Minho no le vio, pero pudo adivinar que Taesung estaba haciendo un puchero. -Bueno, no importa. Eso no evitará que tú y yo nos casemos en un futuro.

 

-Me alegro saber que algo tan trivial no logrará cancelar nuestra aplazada boda.- Rio.

 

Sin embargo, Taesung no lo hizo. Se había quedado callado, e incluso había dejado de teclear en su computadora. Minho alzó una ceja, preguntándose qué había pasado. Estaban teniendo una charla tan amena, y ahora el silencio se sentía algo pesado y asfixiante.

 

-Minho...- Le llamó, con la voz en un hilo. -¿Por qué me has llamado?- Gimoteó en voz baja.

 

-Bueno, te extraño y...

 

-¿Es insoportable?- Le interrumpió.

 

-...¿Ah?- Se consternó ante la actitud desesperada del menor. -Por supuesto que es insoportable. No hay momento alguno en el que no piense en ti, y lo mucho que te extraño. Quisiera tenerte conmigo todo el tiempo; y el día que te dejes te aseguro que no te dejaré volver a irte de mi casa.

 

Una vaga risa se escuchó del otro lado. Obviamente Taesung estaba esperando una respuesta así, puesto que el silencio sonaba mucho más calmado. El menor exhaló, dejando escapar en aquel aliento una respuesta sarcástica por si no obtenía lo que quería.

 

-Minho, te amo.- Murmuró, procurando que su voz expresara por completo lo que quería decir.

 

-Yo también te amo, Tae.- Cerró los ojos, tratando de comprender qué había pasado, porque estaba seguro que se había perdido de algo.

 

-…Claro...- Jadeó, sonando algo decepcionado. -Minho, no iré de visita en un rato, así que no me importaría si me llamaras todas las noches...- Rogó suavemente.

 

-Sin dudarlo. Te estaré llamando todo el tiempo, quiero saber qué hiciste, y cómo estas.

 

-Estaré ansioso esperando tus llamadas...

 

-Taesung ah, ¿qué es lo que ocu...

 

-Minho, tengo trabajo que hacer y los perros me miran con ganas de salir a dar un paseo.- Se excusó. -Iré a pasearlos. Tengo que irme.

 

-Está bien, amor. Te llamaré mañana.- Minho suspiró. -Diviértete en el paseo.

 

-Neh...Te amo.

 

-Yo te amo más.

 

Entonces la llamada se terminó. Minho miró su café, había dejado de estar caliente. Se sentía extrañamente confundido, Taesung se escuchaba algo acongojado, cuando segundos antes hablaba tan alegre sobre mascotas y su boda idealizada. ¿Habría mencionado algo que le hizo enfadar? Si ese era el caso, no tenía idea de qué pudo haberle dicho, para que se pusiera tan mal. Y mucho menos, sabía cómo arreglar las cosas. Desear que sólo fuera un malentendido era lo único que le quedaba por rezar.

 

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Jaehwan abrió la puerta tras escuchar el largo timbre. Se encontró con que Taesung estaba a punto de volver a tocar el timbre con algo de prisa.

 

-Sunggie ah, ¿qué tienes?- Le cuestionó, dejándole pasar de inmediato. -¿Te sientes bien?

 

-No.- Jadeó. -Necesito dejar de pensar tanto, siento que ya ni puedo respirar.

 

Jaehwan abrió la boca, pero evitó comentar algo. Simplemente asintió, señalándole la sala, para que buscara un lugar dónde sentarse.

 

-Te prepararé chocolate.- Le sonrió, dejando que Taesung se sintiera cómodo en aquella habitación, mientras él iba a la cocina.

 

No tardó en volver, ofreciéndole una caliente y humeante taza de chocolate al chico. Se sentó a su lado, mientras Taesung le daba un sorbo a su chocolate, poniéndolo a un lado de inmediato. El chico se recostó, dejando su cabeza sobre las piernas de Jaehwan, que instintivamente empezó a desenredarle en cabello.

 

-Deberías tener hijos.- Taesung sonrió a medias, mirándole de frente.

 

-¿A mi edad?- Se sorprendió, riendo.

 

-Eres menor que mi padre.- No veía el inconveniente en ello.

 

-No por tantos años, Sung.- Sonrió. -Me basta con mis sobrinos, y contigo.

 

-Ugh, no deje que mi padre escuche eso. Últimamente se le ha metido en la cabeza la idea de que usted está robando mi atención.- Se quejó, perdiendo la fuerza a lo largo de su reclamo.

 

-Bueno, él se preocupa mucho por ti, y está algo dolido de que ya no vayas a decirle todo, como solías hacer. Claro que entiendo por qué no le has contado lo de tu...novio.- Torció los labios al notar que Taesung se ponía incómodo con eso. -Cariño, ¿qué ocurre? ¿Han discutido, acaso? O ¿se ha...

 

-No, no es nada de lo que pueda pensar.- Negó con la cabeza. -Tan sólo he estado sobre pensando las cosas, siento que ya no puedo detenerme.- Exhaló.

 

-Puedes contarme, cariño. Te escucho.- Empezó a hacer círculos en el cabello de Taesung, haciéndole relajarse.

 

-Minho...Él perdió a alguien a quien quería. Eso fue hace muchos años.- Inició. -Y aunque no entiendo lo que siente, trato de hacerlo. Imagino que debe de ser doloroso.

 

-Perder a alguien es el peor dolor que se puede sentir.

 

-¿Lo es?- Jadeó. -No me siento mal por no experimentar ese dolor. Pero, sí sé qué si encuentras la manera de salir de ese hoyo, te aferras a ello.

 

-No siempre es así. A veces, lo único que quieres es quedarte ahí, en silencio. Y necesitas que alguien te ayude a salir.- Explicó con paciencia.

 

-Entonces...- Se levantó de golpe, mirándole con ojos acuosos. -¿Acaso yo no soy suficiente? ¿No puedo ayudarle?- Se escurrieron lágrimas por su rostro. -No lo entiendo, ¿por qué no le puedo hacer lo suficientemente feliz como para que deje de ver el pasado y sólo vea el presente? Él ahora está conmigo, y aun así siento que si yo me fuera, no me extrañaría tanto como lo hizo con ese chico. ¿Por qué no logro robar su corazón por completo?

 

-Oh, cariño...Esas son cosas que sólo puedes preguntarle a él.- Trató de reconfortarle. -Te aseguro que él te quiere mucho, no cualquiera espera por la persona a quien quiere todo el tiempo. Y, sí aún tiene ese recuerdo en su corazón, debes de entender que no es más que un recuerdo. No te dejes vencer por algo así. Tienes que hablar con él, dile cómo te sientes. Lo importante es que arreglen esto, y si no tiene remedio: lo siento, pero no te gustará vivir así, detrás de una sombra.

 

Taesung asintió suavemente, limpiándose el rostro con el dorso de su mano. Sabía que debía de discutirlo con Minho, pero le aterraba pensar en que quizás sus miedos eran reales. Mordió el interior de su mejilla, dudando un poco de su propia decisión. Después de todo, Jaehwan sólo le había aconsejado, no tenía que necesariamente hacerle caso. Buscó su taza de chocolate, dándole un gran sorbo, para calmar su respiración. Se sentía exhausto, y estaba seguro que se debía a tanto darle vueltas al asunto. Hizo un puchero, regañándose por seguir pensando en el tema, a pesar de saber que le ponía tan mal. Trató de dejarlo de lado, concentrándose en su bebida.

 

El timbre sonó, obligándole a distraerse por un segundo. Jaehwan se apresuró a abrir la puerta, diciéndole que se quedara sentado. Taesung se hundió en el sofá, con la taza pegada a sus labios. Quería por un momento sentir que había dejado de existir, así nada complejo pasaría con su vida. Sólo sería un ente, formado por materia pura. Exhaló, tratando de consolarse con su propia respiración.

 

-Jaehwan, ¿mi hijo está aquí? Vi su auto afuera, pero no está en la casa.- Taekwoon sonaba preocupado.

 

-¿Papá?- Taesung asomó su cabeza, observando la puerta.

 

-¿Qué haces aquí, cariño?- Entró a la casa, cruzándose de brazos.

 

-Vine a darle una visita a Jaehwan.- Habló tranquilo, como si no hubiese llorado hacía rato. -Me ha dado de beber chocolate.

 

-¿Chocolate?- Alzó una ceja. -Jaehwan, deja de comprar a mi hijo.

 

-Yo no necesito comprarle, él me quiere.- Se quejó. -Sunggie, deberías hablar con tu padre.

 

Taesung se atragantó al escuchar eso. ¿Hablar con su padre? ¿Jaehwan estaba loco? Le miró con ojos enormes, acusándole de traidor. Le había metido en un obvio problema, que esperaba poder salir rápidamente.

 

-¿Hablar sobre qué, Taesung?- Le miró, notando el silencio de su hijo. -Ken, ¿de qué es lo que mi hijo tiene que hablar conmigo?

 

Taesung tembló al escuchar su nombre largo pronunciado por su padre. Normalmente era Sunggie, o cariño, como muestra de afecto. Además, había llamado Ken a Jaehwan, como chantaje. Estaba decidido a saber la verdad. Miró a su amigo, rogándole que no dijera nada, él era su salvación.

 

Jaehwan rodó los ojos. Le hizo una mueca molesta a Taesung, girándose rápidamente para responderle a Taekwoon. No tenía más opción, callaría por ahora.

 

-Nuestro Sunggie dice que está harto de ir a la oficina. No quiere estar encerrado ahí todo el tiempo, pero está considerando ya madurar y aceptar la presidencia.

 

-¿Qué?- Se le escapó de los labios a Taesung, cubriéndose la boca automáticamente.

 

-¿En serio?- En cambio, Taekwoon no notó el pequeño desliz que su hijo había hecho.

 

-Sip, nuestro Sunggie ya es un niño grande.- Rio.

 

-Y ¿por qué no me lo dijiste directamente a mí, cariño?- Se descruzó de brazos, cuestionando a su hijo.

 

-Yo...Bueno...- Debía pensar algo rápido. Al menos se alegraba de que su padre no estuviera molesto. -Pensé que le iba a molestar, ya que me ha dicho que hay que sacrificar muchas cosas por tener éxito. Y a mí no me gusta sacrificar...

 

Taekwoon le miro por varios segundos, haciendo que para el joven el tiempo fuera insufriblemente largo. Asintió en silencio, pensando bien en qué decir acerca del tema.

 

-Qué lo hayas pensado, ya significa un avance.- Murmulló. -Entiendo que no quieras sacrificar nada aún, tal vez deba dejar de presionarte tanto con esto de la presidencia. Aún eres joven, y te encanta viajar, no pienso amargarte la vida al obligarte a dejar eso de lado.

 

Taesung abrió la boca sorprendido. Jamás había escuchado a su padre decir algo así. Sí, le consentía, y de más. Pero, cuando se le metía una idea a la cabeza, era muy difícil -prácticamente imposible- hacerle cambiar de opinión.

 

-Gracias, papá.- Le abrazó en un impulso. Estaba feliz, sentía que le habían quitado un peso de encima.

 

-Ves, Sunggie. Debías de hablarlo con tu padre.

 

Taesung soltó a su padre, para dirigirle una mirada asesina a Jaehwan, después le cobraría el susto que le hizo pasar. Por ahora, que se encontraba más tranquilo, no quería arruinar lo bien que empezaba a sentirse de nuevo. 

 

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Minho no entendía muy bien cómo había terminado en la cama de esa habitación de hotel, con Taesung besándole desesperadamente. El chico le tenía apresado debajo de su cuerpo, repartiendo besos en sus labios, mejillas, cuello, y cada lugar que encontrara libre para besar. Y no mentiría, le encantaba saber que el chico estaba desesperado por amarle, pero…Había algo que simplemente no se sentía bien. Le tomó por la cintura, afianzando el garre mientras devolvía el beso que el menor le daba. Definitivamente había algo; a pesar de que le estaba besando, el chico parecía no notarlo, ya que seguía buscando ese algo como si la vida se le fuera a ir en ello.

 

-Tae...- Le trató de llamar, apartándole a penas lo suficiente.

 

-Minho, ¡te amo!- Le enredó los brazos en el cuello, besándole apresuradamente. -Te amo, te amo, te amo.- Sus manos buscaron la orilla de la camisa del mayor,  quitándosela rápidamente.

 

-Yo también te amo, Tae.- Trató de detenerle, pero notó que nada haría desistir al menor. Así que le permitió continuar con su tarea, sin poner resistencia.

 

Los besos siguieron, repartidos por el menor, aceptados por el mayor. La ropa desapareció de ambos cuerpos, mientras se rozaban. Taesung pocas veces llevaba el mando, pero esta vez estaba renuente a dejar de demostrar su punto. Amaba a Minho, hasta el fondo de su ser, necesitaba hacérselo saber, para que el mayor entendiera que estaba ahí a su lado. Y, aunque no siempre estaban juntos, eran una pareja. Era su pareja.

 

Taesung se sentó sobre la cadera de Minho, moviéndose sutilmente, pero haciendo amago de su poder de seducción sobre el mayor. Le tenía totalmente atrapado, no quería soltarle por ningún motivo. En todo lo que le había llevado desnudarle, y desnudarse, no le había dejado de repetir a Minho que lo amaba. Cuando consideró adecuado, buscó la intromisión del miembro de Minho dentro de su propio cuerpo. No se detuvo a sufrir en ningún momento, sólo suspiró reclamando aquel acto de amor puro.

 

-Te amo.- Juntó su frente con la de Minho, deseando haber logrado transmitir su cariño y desasosiego. –Te amo tanto, y no sé si lo sepas…- Su voz se cortó. Sólo podía sentir a Minho tomándole por la cadera, mientras los movimientos de los cuerpos se sincronizaban naturalmente. 

 

Estaba tan absurdamente enamorado de Minho, que le molestaba no poder ser más. Sólo quería escuchar eso, que Minho le dijera que realmente era el único, y nadie más. Unas cuantas lágrimas se escurrieron por su rostro, pero no le importó. Quería el consuelo de Minho, quería su amor, de manera ciega y absoluta.

 

Minho no tardó en notar aquellas lágrimas, limpiándolas con suavidad. Habías escuchado al menor repetir lo mucho que le amaba, hasta que la voz se le acabó en un quejido. Su voz era tan preocupante, desdichada. Supo que, lo que fuera que estuviera haciéndole sentirse así de mal, sólo lo podía arreglar él mismo. Tenía que darle lo que pedía, y Taesung pedía su amor a gritos. Le besó suavemente, robándole un poco de su atención. Taesung lloraba, sin embargo trató de controlarse con aquel gesto de Minho.

 

-Tae, te amo.- Comentó, agarrándole con más precisión de la cadera, para así poder girarse y dejarle bajo su cuerpo. Le gustaba tenerle así, porque podía imaginar que le protegía de todo lo que había ocurrido, y de lo que podría llegar a ocurrir. –No tienes idea de cuánto te amo. Te convertiste en lo que más quiero.- Le acarició la mejilla. –Sé que de verdad me amas, no tienes por qué preocuparte por eso. Y, no sé si lo diga lo suficiente, pero te amo más de lo que cualquiera podría llegar a amarte jamás.- Le abrazó, moviendo su cadera con suavidad al momento de hacerle el amor. –Lo que sea que te preocupe, olvídalo ¿sí? Aquí me tienes, amándote como un loco. Te amaré por el resto de mi vida…- Susurró. –No te olvides de eso.

 

Taesung asintió, dejando que aún varias lágrimas se escaparan de sus ojos. Minho le quería, no podía dudar de eso. Tenía que dejar de ser débil, no podía lloriquear todo el tiempo por inseguridades. Se volvió a aferrar al cuerpo del mayor, soltando leves jadeos. Se aferraría a Minho, jamás le dejaría a ir; sería fuerte, seguro de sí mismo, para así poderle mantener a su lado, sin importar qué. No dejaría que nada le hiciera tener miedo. Y, más que nada, haría feliz a Minho. Ese era su único propósito ahora: hacer completamente feliz al hombre que amaba.

 

Siguieron haciendo el amor toda la noche, con suaves caricias, y besos que se colaron por todos lados. Minho le sostuvo entre sus brazos todo el tiempo, asegurándole que estarían así lo que les restaba de vida, diciéndole que no se preocupara por nada de lo que le estaba atormentando. No se enteró, que Taesung por sí mismo, había decidido dejar de atormentarse, se había puesto una nueva meta, que cumpliría costara lo que le costara. Se devoraron, se abrazaron hasta el final, durmiéndose enredados el uno con el otro.

 

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Taesung guardó su libreta con anotaciones dentro de su bolso. Le agradeció al dueño de la librería, con una suave reverencia. Había hecho una excelente inversión con aquel hombre, y gracias a eso había ganado algo de tiempo que le obligaría a estar más tiempo junto a Minho. Se despidió de manera correcta, saliendo de aquel edificio, buscando automáticamente a Minho con la mirada.

 

Se suponía que no debía estar lejos, él se había entretenido con uno de los escaparates de una tienda de deportes. Así que le había dicho que se quedara ahí, en lo que él iba y hacía aquel pedido. De hecho, ni siquiera se había tardado, como lo hacía con otros clientes. Le parecía inverosímil no poder encontrar a Minho fácilmente, cuando él le había dicho que no se movería de aquel lugar. Frunció el ceño, ¿dónde rayos se había metido Minho?

 

Caminó una cuadra hacia el norte, imaginándose que Minho siguió viendo los escaparates (ya que ellos venían caminando del sur). No le gustó lo que vio. Minho se encontraba hablando con alguien, lo cual era normal. Lo que no le agradó de aquel panorama era que Minho se veía totalmente familiarizado con la persona con la que estaba platicando. ¡Ahora incluso reían! Taesung realmente no supo dónde dejó su raciocinio, porque, antes de darse cuenta, ya se encontraba caminando a zancadas directo a Minho, con un ideado plan en mente.

 

-¡Minho! ¡Minho!- Endulzó su voz lo más que pudo. Sabía que llamaría su atención de inmediato. –No me ha gustado ningún pastel de aquella panadería.- Se colgó del cuello del mayor, haciendo un lindo puchero. –Te dije que debíamos ir a una pastelería especializada en bodas.- Lloriqueó, como si de verdad sólo fueran él y Minho, ignorando por completo a la otra persona.

 

-Minho, ¿te vas a casar?- La persona en cuestión se sorprendió de escuchar (y ver) a ese chico hablando de una boda.

 

-¿Ah? Sí, al parecer…Eso creo…- Murmuró, mirando a Taesung. El chico se encontraba sonrojado por completo, mirando por encima del hombro de Minho.

 

-Perdóname, Minho. No vi que estabas ocupado…- Se disculpó, abrazándole por el torso posesivamente.

 

Minho perdió las palabras, impresionado por las habilidades histriónicas de Taesung. Si no supiera que el chico sólo se sonrojaba de verdad cuando estaba totalmente enfadado, o que la boda de la que estaba hablando era un sueño lejano entre ambos, realmente hubiese creído que Taesung estaba avergonzado de no haber visto a su amigo. Pasó su mano por la cintura del menor, también sosteniéndole, sólo para darle gusto; aunque no entendía muy bien a que se debía tal despliegue actoral del joven.

 

-Supongo, Minho, que tienes muchas cosas que hacer con esto de tu boda. Hablamos luego.- Aquel hombre se despidió, con un gesto de mano.

 

-¡Siempre dices eso!- Minho le reclamó, riendo. Después de ver que su amigo se había ido, giró el rostro observando a Taesung.

 

Él chico se veía enfurruñado por completo. Quiso reír, pero supo que no era prudente en lo absoluto hacer eso. Le tomó por el rostro, dándole una tierna caricia, mientras le miraba con algo de severidad.

 

-¿Me puedes decir qué fue eso?- Le ordenó de manera suave.

 

-¿Quién es él?- Taesung le soltó, cruzándose de brazos con mala cara.

 

Minho alzó una ceja, esbozando una ligera sonrisa. Así que había sido eso. No pudo evitar sentir el gran cariño que le tenía al chico que estaba enfrente. No había duda de que los celos del menor le hacían ver que sus sentimientos se encontraban a flor de piel.

 

-Él- Imitó el tono de voz que Taesung usó. –es un amigo, excompañero de trabajo. Gil Sunghoon. Hacía tiempo que no le veía, así que nos detuvimos a platicar un segundo.

 

Taesung apretó más su puchero, entrecerrando los ojos. Giró el rostro, no tenía ganas de escuchar las explicaciones de Minho. Sí que estaba enfadado. Pero, Minho abrazándole hizo que se dejara de tonterías. Subió la mirada, haciendo un suave gesto con sus labios, lo único que quería era ser mimado por Minho. Necesitaba su absoluta atención.

 

-Amor, ¿estás molesto?- Minho le tomó por el mentó, obligándole a responder.

 

-No…- Jadeó, descruzándose de brazos. –Pero sólo debes de verme a mí, ¿entendiste?

 

-¿Sólo a ti?- Le cuestionó, riendo al ganarse otra mirada mala del chico. –Bien, entendido. Mis ojos sólo mirarán a ti. 

 

Entonces siguieron haciendo su recorrido. Normalmente visitaban un par de tiendas, y después iban a comer a algún lado. Siempre disfrutaban al máximo de los fines de semana, cuando Taesung visitaba a Minho en los periodos escolares, porque eran los días en que podían estar pegados como muéganos a todas horas.

 

Sólo cuando se cansaron de pasear, decidieron irse a la casa de Minho. Taesung parecía pulpo, aferrándose por completo a Minho. Faltaba poco para que le salieran ventosas y empezara a dejarle marcas por todos lados. Cuando entraron a la casa, Minho le agarró por la cintura, regalándole y largo y complaciente beso.

 

-Ven, vamos a la recámara.- Le besó en el cuello, subiendo por la mandíbula, hasta robarle otro en los labios.

 

-Llévame.- Jadeó, malcriado. Sin avisar, había enredado sus piernas en las caderas del mayor, abrazándole por el cuello. -¡Consiénteme!

 

-No creo que necesites ser más consentido, bebé.- Rio, agarrando el trasero de Taesung con firmeza para poder sostenerle propiamente. –Estás consentido de más, ya eres un malcriado.

 

-Malcriado o no, así te gusto.- Se quejó, escondiendo su rostro en el cuello de Minho, mientras subían las escaleras.

 

-¿Sabes, Tae? Hay una duda que me quedó de hace rato.- Comentó, mientras entraba a la habitación, con el menor aún en brazos. –Después de eso, me di cuenta que, si seguimos así, yo podría ser el último en enterarme de nuestra boda.- Le reclamó. –Por favor dime que me avisarás de cuando nos casemos. ¿Al menos me dirás en dónde será?

 

Taesung soltó una risilla en el cuello de Minho, sin moverse. Le gustaba estar totalmente encaramado en el mayor.

 

-Si seguimos así, oficialmente la gente podría llegar a pensar que nos casamos una vez por semana.- Rio.

 

Minho entornó los ojos, mirándole acusativamente. Taesung prácticamente le había declarado que le haría más escenas de celos si se daba la oportunidad. Se sentó en la cama, dejando que Taesung se acomodara entre sus piernas, obligándole a abrazarle. No se negó, envolvió sus brazos alrededor del chico, que ahora usaba su pecho como respaldo.

 

-Entonces, tal vez deberíamos planear la boda.- Le molestó, besándole en la mejilla.

 

-Lo dirás en broma, pero…Creo que es buena idea.- Lo meditó. –Sí, así cuando nos casemos de verdad, no perderemos tiempo en saber lo que queremos.- Se acomodó mejor, descansando su cabeza sobre el hombro de Minho.

 

-Bien, claro, si así lo quieres ver.- Rio. –Entonces, supondré que quieres una fiesta.

 

-¡Sí!- Rio. –Una gran fiesta, con muchos invitados.- Frunció los labios, mientras calculaba cuántos serían. –Tendría que invitar a todos los miembros del consejo, y obviamente a los trabajadores del edificio principal, porque me conocen. Además de mis amigos. ¡Oh! Minho, ¿cómo cuántos invitados serían de tu parte?

 

Minho rio, callándole con un beso. No tenía que ser un genio para imaginarlo, eran opuestos.

 

-No muchos…Aunque, de mi parte, yo preferiría un fiesta pequeña.- Le besó en la sien.

 

-¿Pequeña?- Aflojó los labios. –Pero…

 

-Sí, entiendo, eres importante, debes aprovecharte de eso, pequeña fee verte.- Rio.

 

-No…Más bien, si se llegan a enterar que me casé, y que no fueron requeridos, todo el mundo se sentirá muy ofendido.- Jadeó, mordiendo la punta de su pulgar. –Eso es lo malo de que me conozcan de siempre. Es como si todos fueran una gran familia, y todos son el familiar que se ofende si no lo invitas.

 

-…Está bien, por ahora te concederé el número de invitados.- Terminó por aceptar. –Pasemos a otra cosa, ¿a qué hora del día sería? ¿Temprano, o noche?

 

-Medio día.- Sonrió, sin dudar.

 

-Me parece bien, bebé.- Le volvió a besar, esta vez en el cuello. –Supongo que no habrá flores, me has dicho que no te gustan.

 

-No me gustan…Pero quiero que haya flores.- Sonó caprichudo, pero no podía imaginarse una boda sin flores. -¡Que sean de color blanco!

 

-¿Blanco?- Minho chilló. -¿No podrían ser durazno?

 

-Es mi boda, Minho. No te metas.- Se quejó.

 

-Yah, es nuestra boda.- Le hizo voltear el rostro, mirándole. –Y yo quiero que sean naranja, ¡anda! Déjame escoger algo.

 

-Puedes escoger el sabor del pastel.- Lo dijo en tono travieso, ganándose una mirada severa de parte del mayor. –Ah, está bien. Flores naranja. Pero, ¿podemos tener un fotógrafo profesional?

 

-Yo podría tomar las fotos, Tae.

 

-No…Eres malo.- Se burló, mirándole directamente. -¡Se supone que es nuestra boda! No tendrás tiempo de tomar las fotos. Debemos de contratar a uno.

 

-Si no hay remedio…- Jadeó. –Ahora hablemos de los anillos.

 

-¿Qué tanto hay que hablar de un par de anillos, Minho?- Rio. –Aunque…Nunca he entendido por qué los anillos de los hombres no traen joyas.

 

-Claro que sí. ¿Qué no has visto los anillos que usan los mafiosos en las películas?- Le molestó. –Están llenos de joyas.

 

-¡No es lo mismo! Esos anillos obviamente no son de compromiso.- Chilló. –Los anillos de compromiso de los hombres también deberían de tener joyas.- Se cruzó de brazos.

 

-¿Así que te gustaría un anillo con una joya? ¿Plata u oro?- Le susurró al oído, jalando con los dientes el arete que Taesung usaba.

 

-Plata.- Rio, sintiendo cosquillas con esa mordida. Minho lo sabía, y por eso le seguía mordiendo todo el tiempo. –Me gusta la plata.

 

-Puedo verlo.- Rio. -¿Quieres que sea un diamante?

 

-No gastaremos dinero en un diamante, Minho. ¡Puedo perderlo tan fácilmente!- Se quejó. –Una zirconita es mejor.

 

-¿Piensas perder tu anillo de compromiso?- Le cuestionó, aunque en el fondo se encontraba más que feliz de escucharle hablar, como si ya fueran una pareja casada y consolidada.

 

-…No…- Se sonrojó, mirándole con un gran puchero. –Pero…Si lo pierdo, no me perdonaría saber que perdí un diamante. Mucho menos si es algo que tú me diste.

 

-Entonces...Hasta ahora tenemos, una boda grande, con flores, camarógrafo, y anillos costosos.- Recapituló. –Y todo esto, para complacer a la gente expectante de tu boda.

 

-Bueno…Primero debo de decirles que tengo pareja…- Masculló.

 

-¿No saben de mí?- Se movió, mirándole.

 

-Sólo mis padrinos y el vecino de mi padre…- Habló entre dientes, algo avergonzado de su actitud.

 

-¿Tu padre no sabe que tienes novio?- Preguntó, algo sorprendido por ello.

 

-No…Pero, aunque no sepa de tu existencia, deberías de saber que te odia en un sentido bastante subjetivo.- Alertó.

 

-¿De qué estás hablando, bebé?- Minho rio al escuchar eso. -¿No sabe de mi existencia, pero me odia?

 

-Mira, antes hacía seis meses de viajes y seis meses quedaba en casa a hacer negocio en la empresa.- Taesung explicó. –Ahora viajo cuatro por trabajo, estoy en casa otros cuatro meses, y vengo a estar contigo los otros cuatro meses.- Completó.

 

-¿Sólo nos vemos cuatro meses al año?- Le sorprendió escuchar eso. No se sentía tan poco porque el chico lo repartía entre días y una o dos semanas. Pocas veces lograba el mantenerlo un mes seguido a su lado.

 

Pero, lo que más le sorprendía, era saber que Taesung no le había contado de su noviazgo a muchas personas. Era casi como…como si Taemin aún quisiera mantener en secreto un noviazgo prohibido. Le abrazó con ahínco, besándole la nuca. Le adoraba tanto.

 

-Eres el amor de mi vida, Tae.- Susurró, poseyéndole con aquel abrazo.

 

-¿Lo soy?- El frío modo de preguntar del menor, hicieron que Minho le apretara más entre sus brazos. Había cosas que aún no entendía, pero se encargaría de desentrañar todo.

 

-Nos casaremos, en una inmensa boda, porque así lo quieres.- Le aseguró. –O, podemos seguir así, y casarnos a escondidas, sin que nadie se entere.- Le ofreció. –Nos desaparecemos un par de meses, que serían nuestra luna de miel.

 

-Eso suena romántico, Minho.- El chico no le miró, simplemente colocó sus manos sobre las de Minho. –Aunque…Tal vez podríamos no casarnos.

 

-¿Por qué dices eso?- Se sorprendió; tras haber planeado su boda, ahora el chico ofrecía como opción, el no casarse.

 

-Pídeme que me case contigo.- Taesung le exigió, ajeno al dulce y divertido momento que habían tenido antes.

 

Minho abrió la boca, sin saber exactamente qué hacer. El tono de voz del menor era quizás algo lejano, como si estuviera pensando en algo que no le agradaba, o le estaba atormentado demasiado.

 

-¿Quisieras casarte conmigo, Tae?

 

-No.

 

-¿Por qué no?- El corazón de Minho se detuvo al escuchar esa respuesta.

 

-Cuando te pedí que te casaras conmigo, no me aceptaste…- Jadeó. –Ni siquiera me respondiste.

 

-Tae…

 

-Minho, tengo sueño.- Se giró, quedando prácticamente recostado sobre el mayor. -¿Podríamos dormir?

 

Minho le miró, acariciando con cuidado el rostro del muchacho. Taesung se veía algo triste, pero lo escondía muy bien con una linda sonrisa. El joven se acomodó sobre el pecho de Minho, usándole como almohada. No tardó en quedarse dormido, bajo la confundida mirada de Minho. No, Minho no podía dormir después de haberle escuchado hablar así. Parecía que él le hubiese hecho algo terrible, cuando no le había hecho, o dicho, nada. No sabía que hacer, pero estaba dispuesto a ahogarle en amor, para que se olvidara de todo, y volviera a sonreír de la tan característica manera en que lo hace.

 

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Minho había aprovechado un momento libre que tenía, sabiendo que Chaerin y Dara estarían en su casa. Había terminado de comprar algunas cosas, y luego había conducido hasta aquella casa. Bajó del auto, tomando una bolsa consigo. Ahora que Taesungse había ido de nuevo, él había tenido tiempo suficiente para pensar exactamente lo que iba a hacer ahora, como siguiente movida para devolverle un poco de aquellas memorias perdidas.

 

Tocó el timbre, sabiendo que alguna de las dos mujeres abriría la puerta rápidamente. No se equivocó al ver a Chaerin, como siempre, ya arreglada para ir a trabajar, aun cuando faltaran horas para que fuera a su oficina. Minho miró adentro de la casa, encontrándose con el saludo de Dara. Ella, por otra parte, aún llevaba la pijama puesta, siendo totalmente opuesta a Chaerin. Le regresó el saludo, agitando su mano. Le agradaba mucho verlas juntas.

 

-¿Qué haces por aquí, Minho ah?- Chaerin preguntó, mirando con curiosidad la bolsa que Minho llevaba.

 

-Vine a traerte un regalo.- Suspiró, sacando de aquella bolsa una foto en un portarretratos. –Debo admitir que, mi plan original era quedármela…- Jadeó. –Pero, sé que tú, que ustedes la apreciaran tanto como yo.

 

Chaerin recibió aquella fotografía, mirándola con algo de asombro. Era Taesung, distraído, pero como sólo una vez le había visto, con sus ojos de manera natural, adornados por unas gafas. Minho le había regalado la foto que le había tomado al chico cuando le pidió quitarse sus lentillas de color castaño.

 

-Minho, ¿qué…- Se había quedado sin palabras al ver aquella foto. Obviamente ese había sido un momento intimo entre Minho y su hijo, puesto que sabía que como Taesung, él jamás se dejaría ver de ese modo, si no era alguien más que Minho quien le viera.

 

-Sé que es difícil…- Le sonrió desgañitado. –No ha servido nada de lo que he tratado. Las personas, los lugares, su mente simplemente no quiere recordarlo. Y ya no sé si eso es debido al golpe, o la forma en que se protegió de este gran lío.- Explicó. –Así que por favor, no estés mal. Te prometo que haré todo lo que esté en mis manos, para que él nos recuerde.

 

-¿Y qué piensas hacer, Minho?- Gimió, preocupada, y desesperanzada de esa promesa.

 

-Lo empujaré un poco más fuerte hacia el recuerdo. Le mostraré las fotos que Taemin alguna vez se tomó conmigo.

 

Chaerin le miró, con sus ojos abiertos por completo, sin decir nada. Simplemente asintió, sintiéndose impotente de poder hacer más por recuperar a su hijo. Sólo le quedaba confiar en que, el plan de Minho funcionara.

 

-Mira, Dara, lo que Minho nos trajo.- Se giró un poco, mostrándole a su pareja la bonita fotografía de su hijo. 

Notas finales:

*Ssssmeeeeell* ¿Pueden olerlo? ¿No les gusta el aroma a inseguridades y problemas? Admito que a mí me encanta♥ 

Cambiaré de tema drásticamente >x) ¿Notaron el jugo de uva en este capítulo? Estaré mencionado mucho al jugo de uva dentro de unos capítulos, así que quería preguntarles si sabían/recordaban en qué capítulo se insinuó que a Taemin le gustaba el jugo de uva, y por quién e.e Me pregunto si irán a buscarlo, o sólo ignorarán esto y se enfrascarán con lo que escribí arriba :C ¡Deberían prestarle atención al jugo de uva! Es importante para la historia >:C 


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