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Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

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Notas del capitulo:

Me tardé un poco con este capítulo. Como ya no hago notas en el archivo, para que no se vuelva muy pesado, empecé a enredar este capítulo con el siguiente, y al final tuve que ponermis ideas en orden para poder terminarlo.

 

Taesung leía un libro, mientras el mayor trataba de hacerle enfadar, mordisqueándole la oreja en el área de sus perforaciones. Al menor sólo le quedaba ignorarlo, riendo con lo que leía en su libro. Pasaban la tarde juntos, como cualquier día, aprovechando que afuera caía una tupida lluvia que no les permitía conducir a ningún lado, y mucho menos pasear.

 

-Amor, ¿qué es eso?- Minho le soltó, para señalar una pequeña caja que se encontraba en la cómoda con espejo que había frente a la cama. Como siempre, Taesung desperdigando todas sus cosas en la habitación del hotel.

 

-Mi caja de objetos personales.- Sonrió, cerrando su libro y dejándolo de lado. –Es bonita, ¿verdad?- Se puso de pie, tomándola para rápidamente volver al hueco (en las piernas de Minho) que había dejado. –Es de Hungría.- Explicó. –Me gustan mucho las cosas antiguas, así que siempre estoy viendo qué puedo comprar. Tuve suerte de encontrar esta, y no quise perder mi oportunidad.- La abrió. –Mira, aquí tengo el collar de ranita que me diste en mi cumpleaños.- Lo sacó, mostrándolo. –Lo atesoro mucho, por eso está aquí.

 

-Y ¿esto?- Minho sacó una pluma antigua de color rojo borgoña, con un grabado en lo que él supuso que era francés, aunque no supiera qué decía.

 

-Oh, mi estilógrafo.- Lo tomó. –Es un regalo de mi padre, él sabe que me gustan estas cosas, así que procura buscar objetos antiguos y dármelos en mi cumpleaños.- Comentó. –Tiene tinta de oro. Présteme su mano.- La tomó, sin dudar en usarla como un lienzo.

 

-Auch.- Minho se quejó, terminando por acostumbrarse a la punta de aquella pluma. -¿Qué haces, Tae?

 

-No te quejes…Espera…- Murmulló, sacando la lengua mientras dibujaba. -¡Listo!

 

Minho alzó una ceja, mirando el dibujo en su mano y parte de su brazo. Era una planta…No, logró ver sobre las hojas y cipselas. Era un hada. Sonrió, encontrando encantador aquel dibujo.

 

-¿Por qué el auto retrato?- Le cuestionó. Era un hada bonita, las hojas fungía como ropa, y las cipselas eran idénticas al cabello que Taesung llegó a tener, revuelto y esponjado.

 

-Para que cuando vuelvas a casa, pienses en mí.

 

-¿No me dejarás quedarme a dormir contigo?- Le tomó por la cintura, abrazándole.

 

-Mañana vas a la escuela, y yo tengo que regresar.- Rio, recargando su cabeza sobre el hombro de Minho. –Será mejor que no nos entretengamos mucho.

 

-¿Te tienes que ir ya?- Exhaló. -Quisiera despedirme de ti, adecuadamente.- Hundió su rostro en el cuello del menor, dejándole un suave beso. -No me gusta cuando te vas así, sin despedirnos, sin...

 

-Realmente quieres quedarte a dormir, ¿no es así?- Rio. -Pero no puedes retrasarte por las mañanas. Y yo, debo de llegar temprano esta vez.- Normalmente le daba un par de horas más a Minho, propiciando que siempre llegara tarde a casa.

 

-Vamos, sólo esta vez.- Le rogó, abrazándole más contra su cuerpo. No quería dejarlo ir, nunca era así, pero ahora ante la idea de que el chico se iría a la mañana siguiente sin poder ir a despedirle, estaba más que desesperado.

 

-No...- Susurró, acomodándose mejor sobre el cuerpo de su novio. -Aunque serías una excelente almohada.- Masculló entre risas, buscando acomodarse. -Mm, yo tampoco quiero que te vayas...Sólo trato de hacer las cosas más fáciles.

 

-No esta vez.- Le besó de nuevo. -No cederé, no me iré, quiero quedarme.

 

-¿No harás lo que yo quiera? Ah...Supongo que ya superamos esa etapa donde haces todo lo que yo disponga.- Gimoteó.

 

-¿De qué hablas, bebé? Siempre hago lo que me pides.- Rio. -Déjame ganar una sola vez, es lo único que pido.

 

-No.- Sonrió. -Todo o nada. Aunque corres el riesgo de saber lo que implica esa nada que estás escogiendo.

 

-¿Por qué me amenazas?- Se quejó. Sabía que las amenazas del chico a veces podían ser atemorizantes. -Sólo quiero estar contigo, aunque sea inevitable que nos separemos. Déjame estar contigo el tiempo que nos queda.

 

Taesung frunció los labios, revolviéndose entre los brazos de Minho. Se giró, mirando de frente al mayor, mientras posaba un beso en los labios del alto.

 

-Está bien, quédate.- Jadeo. -Pero, te advierto: mañana vas a llegar tarde a la escuela, y no me importa.- Lo dijo serio, aun cuando se trataba de hacer el amor antes de separarse.

 

-No tengo que dar clases las primeras dos horas.- Sonrió, volviendo a enredar sus brazos en el cuerpo del menor. -Bebé, te amo.

 

Taesung sonrió, subiendo su mano al rostro de Minho. Asintió, acomodándose de nuevo entre las piernas de Minho, cogiendo su libro de la encimera en que lo había dejado y volvió a abrirlo en la página en la que estaba momentos antes.

 

-Yo también te amo, Minho.- Jadeo. -Pero prefiero cuando haces lo que yo te pido.

 

Minho rodó los ojos, riendo. No iba a dejarle ganar esta vez. Pasó sus manos por el marco de la figura del menor, hasta lograr colarlas debajo de la camisa del chico. Le acarició, deslizándolas hacia arriba. No tardó en volver a atrapar la oreja del chico con su boca, concentrado en disfrutar el tacto de la piel de Taesung.

 

-...Minho.- Le escuchó reír. -Basta.

 

-Me niego.- Le susurró en el oído. -Me niego, por completo. Déjame ganar esta vez. Déjame quedarme contigo, y demostrarte lo mucho que te amo y lo mucho que me desespera que te vayas de nuevo. Déjame tocarte, besarte, decirte cuánto te quiero hasta que se acabe el tiempo.

 

Taesung volvió a reír, colocando una mano sobre la mano debajo de su ropa. Le detuvo, logrando poder tomar un aliento de alivio al no sentir más caricias y cosquillas que le dejaban sin aire.

 

-No es justo, el que siempre debe salir ganando soy yo.- Se quejó. -Pero, te quiero tanto, que...Podría hacer lo que me pidas, por más idiota e impulsivo que sea.

 

-Ah, hoy ninguno de los dos quiere perder.- Minho rio. -Eso sí que es un problema.

 

-Yo siempre debo de tener la razón, Minho.- Rezongó. -Soy más joven que tú, la mitad de las cosas que sabes están probadas como equivocadas.

 

-Discúlpame, pero ¿qué edad crees que tengo, amor?- Fingió ofenderse. -No es como que aún hubiera dinosaurios cuando yo era niño.

 

-¿A no?- La mirada que le dedico era como si de verdad creyera eso, aun cuando era totalmente disparatado creer eso.

 

-Eres un hada malcriada, ¿lo sabes?- Rio, abrazándole con fuerza. -Malcriado y grosero.

 

-Lo soy.- Gimió una risilla. -Soy tu hada malcriada, y sí, puedo llegar a ser grosero. Pero, por eso me quieres, ¿no?

 

-No sólo por eso, bebé.- Minho le susurró al oído. -Pero sí. Es cautivador lo malcriado que puedes llegar a ser.- Comentó con algo de ironía.

 

-El grosero aquí eres tú.- Se quejó, soltando las manos de Minho de su cuerpo.

 

-Oh, no bebé. No te enfades.- Le tomó de nuevo por la cintura. -A mí sí me cautiva que seas malcriado. Porque también eres muy educado. Y eres lindo, adorable.

 

-¡Minho!- Taesung le regañó.

 

-Esa es mi opinión, bebé. No me harás cambiarla.- Le molestó. -Tierno, lindo, adorable.

 

-Al menos di que soy guapo, o atractivo.- Se enfurruñó, de brazos cruzados.

 

-Muy sexy.- Le jadeó en el oído. -Más de lo que me gustaría. Robas muchas miradas, Jung Taesung, y pretendes no darte cuenta de eso.

 

Taesung rio, volviéndose a girar para poder mirar a Minho con una sonrisa traviesa. Le besó rápidamente en los labios, colocando su mano en el pecho del mayor.

 

-Nunca me has hecho un gran escándalo por eso.- Suspiró sobre los labios del mayor. Bajó su mano, hasta llegar a una de las piernas de Minho y se apoyó sobre ella. -Así que supuse que no te molestaba tanto.

 

Pero vaya que le molestaba a Minho. Que el chico fuera sexy y coqueto era una gran tortura, como podía llegar a ser lo más bello del universo. No obstante, Minho había procurado aprender de su error. Después del problema que hubo tenido con Taemin hacía muchos años, no se había atrevido a hacerle una escena de celos a Taesung. Sobretodo, porque si en aquella época, Taemin no le quería ni mirar, ahora Taesung era un poco más severo con sus decisiones. El chico definitivamente había crecido tomando una personalidad imponente y quizá severa en ciertos puntos.

 

-Me molesta.- Aceptó. -Pero mientras me mires sólo a mí, puedo controlarme.- Dijo con voz ronca.

 

-Sólo te miro a ti, Choi Minho.- Confirmó. -Podría ser sólo sexy para ti, si así lo deseas.- Habló bajo, arrastrando sus palabras con sensualidad. -Pero privaríamos al mundo de algo muy bueno, ¿no crees?

 

-Descarado.- Minho soltó, atrapando la boca del menor en un beso, profundo, largo. -Si así pretendes que te deje ir mañana, estás equivocado. No te pienso soltar.

 

-…No me sueltes, amor…- Rio, buscando esconder su rostro en el cuello del mayor.

 

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Taesung miraba con aburrimiento como el autobús que había tomado pasaba las diferentes áreas de su ciudad. Había una librería ahí cerca que le gustaba visitar, aunque normalmente no veía a los dueños. Sólo iba a perder tiempo, puesto que los últimos días nadie le requería, ni siquiera en la oficina. La verdad se estaba enfadando un poco de no hacer nada, porque tampoco podía ir a visitar a Minho, ya que sabía que estaba en la época del año un poco apretada, antes de las vacaciones de invierno.

 

Todavía faltaba bastante para las vacaciones de invierno, pero ya estaba ansioso por ellas. Quería comprarle regalos a todos, y buscar algunas recetas de la época, porque estaba más que decidido a obligar a su familia a comer galletas hasta que se hartaran. Además, también quería cocinar algunos dulces para Minho.

 

Suspiró, al bajar del autobús, caminando un par de metros antes de llegar a la librería. Sonrió, al menos no tener nada qué hacer, le daba mucho tiempo en descubrir nuevos libros que le gustaría agregar a su vasta colección. Entró con parsimonia, observando los libros que aparecían a primera instancia. Normalmente esos eran los de corte comercial, así que solía pasar de ellos. Sin embargo, si uno le llamaba la atención, podía quedarse ahí observándolos en busca de alguna grata sorpresa. Quién diría que su tiempo de ocio estaba contado. Una llamada le interrumpió, haciendo que pusiera una mala cara. Tras bufar y salir de la librería (para no importunar con lo que sabía se volvería una discusión) contestó aquella llamada. ¿Por qué siempre la gente se pone rejega conforme el final de año se acerca?

 

Rodó los ojos, exhalando con desesperación; no importaba que tan claro intentaba ser, o si tenía que ser imponente –como su padre-, simplemente la época vuelve necios e idiotas a las personas. Colgó la llamada, más le valía volver a casa donde su laptop esperaba. Tenía que ponerse a trabajar, si quería ahorrar tiempo en los problemas que solían aparecer por estas épocas.

 

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Minho logró ver a Taesung donde se suponía que se iban a encontrar. El chico tenía pocas horas de haber llegado y le había dicho que le estaría esperando con impaciencia. Minho pudo ver impaciencia en el rostro del menor, pero sabía que no era debido a su casa. Taesung se encontraba totalmente colorado, con los labios hechos un gran puchero –imperceptible para la persona con quien discutía al otro lado del teléfono- y la mano izquierda sobre su cintura. Minho se compadeció de la persona al otro lado de la llamada telefónica, puesto que su novio se encontraba totalmente enfadado, y eso era algo a lo que incluso él le tenía miedo por no saber cómo salir de esa turbia situación.

 

Echó un poco de lado el rostro al verle suspirar fuerte y terminar con la llamada. Mentiría si dijera que no notaba lo cansado y frustrado que Taesung se llegaba a notar. Sonrió, quizás con algo de añoranza, al darse cuenta que su novio tenía 29 años. Era por completo un hombre, con la cabeza totalmente perdida entre negocios y cuentos de hadas que provenían de sus libros.

 

Caminó hacia el menor, aprovechando que el viento frío hacía que el color rojo en las mejillas de Taesung se disminuyera un poco. Le sonrió, abrazándole por la cintura para así poderle regalar un beso en los labios. Taesung logró colocar la sonrisa más bonita que pudo hacer, escondiendo su rostro en el cuello de Minho, disfrutando del abrazo en el que se encontraban inmersos. Era notorio lo mucho que se querían, y necesitaban. Una vez apartados, Minho recogió un mechón de cabello de Taesung detrás de su oreja, acariciando su mejilla de paso.

 

-¿Difícil día?- Le preguntó, volviendo a enredarle en un abrazo.

 

-¿Lo notaste?- Taesung soltó con preocupación.

 

-Bebé, te sonrojas más cuando estás enojado, que cuando estás avergonzado.- Minho explicó, soltando una vaga risa al final.

 

Taesung abrió los ojos con sorpresa, tocando su rostro rápidamente. Sí, podía sentirlo caliente, debía de estar sonrojado por completo.

 

-No tenía idea…- Jadeó, mirando a Minho con algo de desconcierto. –Nadie se había tomado la molestia de decírmelo.

 

-Supongo que…- Minho chasqueó la lengua. –Les daba miedo decirte. Cuando te molestas asustas, bebé.

 

-…Sí…Tal vez…- Infló las mejillas, dejando escapar un jadeo. Se sentía menos tenso que antes.

 

-¿Quisieras ir a mi casa?- Le acarició la mejilla. –Podemos descansar.

 

-No, está bien.- Le sonrió. –Vayamos a cenar; te extrañé.- Susurró cerca del oído de Minho, besándole rápidamente en la mejilla.

 

-Yo también te extrañé, Tae.- Le tomó de la mano, para así poder tomar rumbo hacia el restaurante. –Así que esta noche serás mi consentido.- Le aseguró, regalándole un beso en los labios. -¿A cuál restaurante prefieres ir?

 

Taesung sonrió, dejándose querer y mimar por aquel hombre. Le gustaba cuando Minho le demostraba lo mucho que le amaba, y haría lo que fuera con tal de hacer que esos momentos pasaran más seguidos.

 

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Minho tomó el sobre con fotos reveladas que tenía y el viejo álbum que guardó en una caja que solía mantener en el cuarto de invitados. Aprovecharía que Taesung se encontraba ahora a su lado, para mostrarle las fotos que tenía con Taemin, cuando al chico le dio por fotografiar todo lo que hacían con aquella cámara que Dara le regaló. Sabía que era una forma muy directa de acercarse a ese pasado, pero realmente estaba dispuesto a arriesgarse con tal de tener un poco de ese pasado que se perdió cuando el chico desapareció. Exhaló, adoraba al ser que tenía ahora, pero realmente quería que el dulce niño de antes volviera aunque fuera en una pequeña parte.

 

Entró a su habitación, donde Taesung sonreía como tonto ante un video que estaba viendo en su celular. Se acercó, dejando las cosas de lado para poder tomar asiento y envolver al menor en un brazo lleno de necesidad. Le besó en la coronilla, acomodándose mejor en la cama con el menor entre las piernas. Sólo le quedaba esperar a que las cosas salieran del modo correcto.

 

-¿Qué tienes ahí, Minho?- Taesung señaló el álbum y el sobre con las fotos recientemente debeladas. Su curiosidad le llevó a estirar la mano (por sobre el cuerpo de Minho) y agarrar el paquete. Sacó las fotos, empezando a curiosear entre ellas.

 

-Son las que te tomé, bebé.- Minho murmuró, haciendo una ligera mueca, aprovechándose de que el menor no le estaba observando. –Eres muy bonito.

 

-Yah…- Se quejó, pasando de foto en foto. –Ese día no me veía bien.

 

-Por supuesto que sí.- Recargó su mentón en el hombro del joven, tratando de seguir firme en la decisión que había tomado.

 

-Minho, ¿no debelaste la foto que me tomaste sin los lentes de contacto?- Se giró, observando a Minho con algo de confusión.

 

-…Realmente no querías esas fotografías, ¿para qué debelarlas?- Le mintió, no había necesidad aún de decirle que esas fotos sí fueron debeladas. Y las tiene Chaerin. Si las cosas salían bien, se lo diría después…Claro que sabía que en ese escenario perfecto que imaginaba, Taesung se enfadaría y gritaría, pero al final bajo sus recuerdos perdidos, sonreiría.

 

-¿Lo dices en serio?- Taesung sonrió, acomodándose mejor entre las piernas de Minho.

 

-Hey, ¿me ayudas a colocar estas fotos en el álbum?- Le sugirió, pasándole la carpeta. –Aquí tengo todas las fotos que me gustan.

 

-¡Sí!- Sonrió con emoción. –Me halaga saber que estoy en tu álbum.- Rio con algo de coquetería.

 

-Eres demasiado perfecto como para no estar ahí.- Asintió.

 

Taesung rio, totalmente halagado por aquel comentario. Cuando Minho le daba cumplidos, realmente le hacía sentir como la persona más deseada de todo el planeta. Y le gustaba sentirse así. Le gustaba saber que alguien le quería, y que no le señalaba por los acontecimientos que habían pasado en su vida. O por el color de sus ojos. Realmente detestaba sus ojos, y apreciaba que Minho se esforzara en hacerle sentir cómodo, pero a la vez no le forzaba en hacerle amarlos. Jadeó, dejando escapar el profundo cariño que sentía por Minho.

 

Abrió el álbum, pasando rápidamente las fotografías que había puestas en él. Luego se fijaría en ellas, ahora quería colocar las bonitas fotos que Minho le había tomado. Encontró la siguiente página en blanco y acomodó dos fotos en ella, dejándolas dentro de la mica. Hizo lo mismo con las demás fotos, en las siguientes páginas. Sabía que era bastante ególatra por enorgullecerse de tener varias páginas de sus fotos. Suspiró con alegría al terminar de posicionar cada foto. Ahora, con un poco de su mucha y típica curiosidad, hojeó las páginas de aquel álbum, yéndose rápidamente al inicio. Minho no había dicho nada, así que supuso que tenía permiso de ver las fotos. Realmente eran buenas; podría decirle a Minho que su técnica era mala, pero sólo lo hacía por molestar. Minho ponía bastante de sus emociones en cada foto. Le agradó saber que prácticamente todas las fotos eran paisaje, algunas llegaban a tener personas, pero no pasaban de ser desconocidos que se cruzaron frente a la cámara en el momento indicado. Todo era perfecto. 

 

Siguió observando las fotos, sin decir nada. Empezaba a preocuparle que Minho no hiciera comentario alguno, así que tampoco se atrevía a mencionar algo. Dio un largo suspiro al ver que ya había llegado de nuevo hasta la parte donde estaban colocadas las fotos que Minho le tomó. Eso debía ser todo el álbum; pero no. Logró notar que hasta atrás las hojas se encontraban más separadas, como si el espacio ya estuviera ocupado por fotografías. Titubeó un poco, ¿debería de verlas? Minho no tendría ningún motivo de ponerlas hasta atrás, a menos que no quisiera que nadie más las viera…¡Pero Minho no decía nada! Mordió su labio inferior, atreviéndose a brincarse las páginas hasta llegar a aquellas fotos. Con un suave tirón separó las hojas sin usar de las que contenían esas misteriosas fotos.

 

Sintió una ligera punzada al ver que eran fotos de Minho junto a un adolescente. Él debe de ser su antiguo novio. Minho se veía tan feliz. No pudo evitar recordarle cuando le conoció; Minho se veía tan mal y triste…Debió haberle dolido por años esa pérdida. Se giró un poco y observó a Minho, quería saber si estaba bien si seguía viendo esas fotos.

 

-…Él era Taemin…- Minho mencionó a media voz, dejándole seguir viendo las fotos. –Solía llevar una cámara que le regaló Dara a todos lados, y cuando no la llevaba, tomaba fotos con su celular…Él siempre me obligaba a quedarme con las fotos, incluso antes de que fuéramos novios…

 

Taesung mordió el interior de su mejilla. Se sentía algo molesto, y a la vez podía palpar perfectamente el dolor de Minho al momento de hablar. Quiso, entonces, deshacerse de esas fotos, tirarlas a la basura, abrazar a su pareja y hacerle olvidar a ese niño desaparecido. Sin embargo, no pudo externar sus deseos. Algo lo detenía. Volvió a mirar las fotos, pasando sus dedos por encima de ellas. Ese niño, tenía algo que no sabía descifrar…Se sentía cada vez más incómodo con esas fotos, con la felicidad que demostraban, con saber que Minho estaba perdidamente enamorado de él. Él…Lo odió.

 

-¿Lo puedes ver?- Minho habló con calma. -¿El parecido?

 

¿Qué? Taesung dio una larga calda de aire. No estaba entendiendo. Miró las fotos…Parecido…Sí, ciertamente había un parecido entre ese adolescente, y él; eso sólo contribuyó a que le odiara más. Porque sabía que ese parecido incidía en que Minho le recordara, y si Minho le estaba recordando todo el tiempo, entonces nunca sería verdaderamente suyo. Y lo único que quería era que Minho fuera suyo, sólo suyo.

 

-Minho…- Jadeó, cerrando aquel álbum, y rogando internamente por olvidar esto.

 

-Lo he pensado, y las coincidencias son tantas, que incluso no verlas sería absurdo…- Comentó, con calmada, dejando que el menor le mirara con una obvia confusión. –Amor, he llegado a la conclusión de que él eres tú.

 

Taesung le miró, con los ojos fuertemente clavados en él. Minho se dio cuenta rápidamente que el menor estaba entrando en modo de defensa, ya que había apretado la mandíbula sutilmente y se había alejado un par de centímetro de su cuerpo.

 

-N-no digas tonterías, Minho. ¿De dónde sacas eso?- Su voz sonaba seca, siendo bastante retador por la manera en que le miraba.

 

-No son tonterías, amor.- Trató de acariciarle, pero el menor se alejó instintivamente de manera sutil. No hizo amago de acercarse más, el chico estaba defendiéndose, y eso era natural. Era obvio que las imágenes no le habían hecho recordar nada, así que quizás debería de empujar un poco más y ver si lograba llegar al fondo del asunto. –El parecido físico está ahí, no lo puedes negar. Tu rostro, la forma de tus labios...Tus ojos.

 

Taesung gruñó por lo bajo, mirando instintivamente el álbum, por una fracción de segundos. Ese, simplemente, era un tema, que no se debió haber tocado.

 

-Minho, dices sinsentidos.- Jadeó totalmente convencido. -¿Cómo puedes creer que ese niño soy yo?- Su voz seria, y quizás un poco amarga, era señal de una demandante convicción. -Sí, hay rasgos parecidos. Pero, estás hablando de fotos que tienen años. No tienes idea de cómo luciría ese niño hoy en día; probablemente él hubiera cambiado tanto que no se parecería en nada a como me veo yo ahora.

 

Minho se abstuvo de rodar los ojos, si bien tenía sentido, seguía siendo absurdo. Nadie podría cambiar tanto. Y, dios, eran iguales. Entendía que esta forma de reaccionar era normal, pero le urgía tanto hacerle entender qué se trataba de él, que no se iba a limitar. Diría su rebuscada hipótesis.

 

-No son sinsentidos, Tae.- Exhaló. -Está bien, tienes un buen punto con lo de la apariencia física, pero las coincidencias no terminan ahí amor. Escucha, Taemin desapareció poco antes de cumplir dieciocho años. Tú no recuerdas la primera mitad de su vida. Hay una enorme área gris en dónde cabe la posibilidad de que seas tú.

 

-¡No hay una enorme área gris, Minho!- Se exaltó. -Mi padre se encargó de que no me olvidara de quién soy después del accidente.

 

-Y ¿cómo sabes que él es tu padre?- Subió el tono de su voz. -¿Cómo sabes que él es quien dice ser? ¿Que tú eres quién él dice ser?

 

-Tú no conoces a mi padre.- Por su parte, Taesung no imprimió emoción alguna en su respuesta. Él había vuelto a ser el chico poco expresivo que Minho hubo conocido en la calle. -No voy a seguir escuchando esto.- Se puso en pie sin miramientos y dejó la habitación.

 

¿Qué había ocurrido? Minho sabía que no había ganado la batalla en lo absoluto. Pero tampoco la había perdido. Era como si hubiese quedado suspendida. No obstante, no iba a ganar nunca si dejaba que Taesung se fuera. Corrió detrás del chico que bajaba las escaleras con premura. Taesung estaba mucho más que enfadado, no podía dejar las cosas así.

 

-Tae, amor, ¿a dónde vas?- Se detuvo al ver que el menor estaba en la entrada, colocándose sus zapatos. Taesung ni siquiera le contestó, se puso de pie y tomó su chamarra que colgaba del perchero en la pared.

 

-Me voy Minho…- Ni siquiera le miró, se colocó su chamarra y se giró, disponiéndose a abrir la puerta. –En este momento estoy haciendo un gran esfuerzo para no molestarme contigo y…Ugh, realmente me tengo que ir.- Soltó, reprimiendo un poco de rabia en el fondo de su garganta.

 

Minho asintió, sin decir nada. Había llegado al límite de Taesung tan rápidamente, y todo resultó mal. El chico no había recordado nada, y se había colocado a la defensiva de manera automática, protegiéndose de las palabras de Minho. Esto podía pasar, Minho sabía que por más que deseara que las cosas salieran bien, también podía suceder esto. Taesung se protegía de la verdad a un nivel bastante inconsciente. Si tan sólo pudiera hacerle ver que las cosas no eran como él creía que habían pasado. Suspiró, cubriéndose el rosto con ambas manos. Le había hecho enojar, tan mal, que Taesung prefirió irse. Era el peor resultado de todos, ¡Taesung se había alejado sin dudarlo! Tenía que disculparse, cuánto antes; sin embargo, sabía que si llamaba ahora lo único que obtendría sería un télefono apagado al cual le estaría llamando insistentemente.

 

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Minho golpeó la mesa con fuerza, era la cuarta vez que intentaba llamar a Taesung, y no lograba localizarlo. Dios, se encontraba a un par de segundos (los que duraba el tono de llamada) de tomar sus llaves y conducir hasta el hotel donde Taesung regularmente se hospedaba. No le había vuelto a ver desde la desastrosa tarde pasada, en la que el menor se había ido enfadado, antes de seguir discutiendo. Así que temprano por la mañana había decidido llamarle para disculparse, aunque no se arrepintiera realmente. Lo único que quería era saber que el menor ya no estaba enojado, y que le seguía queriendo del mismo modo que siempre.

 

Exhaló con alivio al escuchar el típico chasquido de que se contestó la llamada. Taesung al fin había respondido. Cerró los ojos, relajándose sobre el respaldo de la silla en la que se encontraba sentado, podría ofrecer su disculpa y con suerte lograría tratar de convencer un poco a su novio de que lo que había dicho no eran disparates totales.

 

-¿Bueno?- Probablemente Taesung no había mirado el identificador de llamadas, se escuchaba un poco distraído.

 

-Amor…- Minho frunció los labios, podía escuchar la radio en el fondo.

 

-…Minho…- Jadeó algo quedo.

 

-Tae, ¿dónde estás?- Se preocupó, ¿qué estaba haciendo su pareja en este momento?

 

-Lo siento, Minho. Me llamaron en la mañana, tuve que regresar de improviso.- Jadeó.

 

Minho se heló al escuchar eso. ¿Taesung se había ido? Había dejado la ciudad, sin siquiera avisarle. Lo sabía era por su culpa, de otro modo a pesar de lo muy urgente que aquel llamado hubiera sido, se hubiese tomado el tiempo de despedirse.

 

-¿Era urgente?- Trató de esconder la gran decepción que sintió sobre sí mismo. Le había orillado a alejarse. –Normalmente no te llaman más que para hacer consultas rápidas.

 

-Sí…- Soltó vagamente. –Entre más se acercan las fechas festivas, la gente se vuelve estúpida.- Comentó. –Hacen cualquier cosa por salir antes de trabajar, sin darse cuenta de los errores que cometen. Tengo que arreglar esto, Minho.

 

-Lo entiendo…- Apoyó su cabeza sobre la palma de su mano. –Espero que puedas arreglarlo pronto, y que no te cause tanto dolor de cabeza.

 

-Gracias, Minho.- Susurró.

 

-Tae, te amo.- Exhaló.

 

-Yo también te amo…Ah, me tengo que ir. Te llamaré luego, Minho.

 

-Está bien. Adiós, amor.- Le dejó colgar la llamada, porque sabía que por más que se esforzara, no lograría hacer que el menor siguiera hablando al teléfono, mucho menos si se encontraba conduciendo.

 

Definitivamente las cosas habían resultado tan mal. Y ni siquiera podía disculparse adecuadamente, porque Taesung no se encontraba cerca. Y de igual modo, sabía que él no se lo permitiría. Pero, sabía que tenía que seguir con su plan. Taesung tenía el derecho de saber quién realmente era.

 

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Taesung se bajó de su auto, caminando con algo de cansancio hasta el punto de arrastrar los pies ligeramente. Algo dentro de su cabeza le seguía haciendo mella acerca de lo que Minho le había dicho sobre ese niño. Estaba molesto con Minho, demasiado, pero ya no quería estarlo. Entendía que ese había sido un gran (y lamentablemente desastroso) suceso en la vida de Minho; y que era natural que él tuviera un poco de esperanza, por más descabellada que fuera. Él simplemente no podía ser ese niño, porque él era alguien totalmente diferente. Tenía una familia, quizás algo pequeña, pero demasiado dulce y amorosa. Tenía amigos, recuerdos (actuales, y los que juntó gracias a su familia). Así que sin darse cuenta había terminado pensando en encontrar algo que probara que Minho estaba equivocado.

 

Entró a la casa de su padre, sabiendo que este estaría en la empresa. Lo había visto ahí hacía una media hora, después de la tediosa junta que habían tenido, y por la cual se encontraba tan cansado. Se sorprendió bastante al darse cuenta de que, sin embargo, la casa no se encontraba sola. Como solía hacer normalmente cuando estaba aburrida, Zinni se encontraba leyendo una revista de recetas, buscando algo que preparar a la hora de la comida. No era de extrañar, Taesung sabía que su padrino se encontraba con su padre en la empresa, y que de cualquier modo terminarían todos comiendo juntos. Sonrió por lo bajo, sus padrinos siempre importunaban en casa de su padre, como si fuera su propia casa. Realmente le hacía feliz lo muy unida y amorosa que era su familia.

 

-¡Sunggie ah!- Su madrina le saludó. –Espero que tengas hambre, empezaré a cocinar en unos minutos y te aseguro que será un banquete.

 

Taesung rio, no habría nada que cambiaría en lo absoluto de su familia.

 

-Estoy muy hambriento.- Le aseguró. –Disculpe, daemo, pero ¿cómo entró a la casa?

 

-Oh…Le he quitado la llave a Hongbin.- Rio traviesamente. –Tu padrino ha tenido tanto trabajo últimamente, que perdería la cabeza si no la tuviera pegada al cuerpo.

 

-Ya veo…- Jadeó.

 

-Sunggie ah, no le digas a tu padre, por favor.- Le rogó. –Él detesta que entre a la casa cuando no hay nadie, desde que dejé pasar a Jaehwan mientras él no estaba.- Murmulló con fastidio. –Sigo sin verle lo malo, Jaehwan después de todo sólo quería buscar pistas de algo que podría gustarle para su cumpleaños.

 

-Esa vez si estaba muy molesto…- Sonrió, recordando la gran rabieta de su padre. –No se preocupe, no diré ni pio.

 

-Gracias, gatito.- Sonrió enormemente. –Prepararé tu postre favorito.

 

-Mmh…- Asintió. –Eh, madrina, estaré un momento arriba, luego bajo a ayudarle con la comida.- Le aseguró.

 

-No te preocupes, hijo. Tómate tu tiempo.

 

Taesung hizo una reverencia, disculpándose con su madrina. Subió las escaleras, llegando al segundo piso. En el pasillo, una puerta que se desplegaba del cielo raso dejaba caer unas escaleras que le llevaban al ático. Subió, comprobando que como siempre, la bombilla estaba fundida. Rodó los ojos, su padre sólo amontonaba las cosas ahí, sin miramientos, así que no había cambiado esa bombilla en mucho tiempo. Exhaló, tal vez en la primavera le obligaría a limpiar ese lugar. Abrió, mientras tanto, la ventana que ahí había para que un poco de luz de fuera entrara, y que también ventilara el lugar. Definitivamente el ático necesitaba una gran limpieza.

 

Exhaló, observando las cajas que había. ¿Por dónde empezar? Ciertamente podía descartar las cajas llenas de adornos navideños. Necesitaba buscar algo que no fuera normal que hubiese en casa –específicamente esa casa, porque su padre era bastante extraño-, como una fotografía. Si tan solo su padre no fuera alérgico a las fotografías. Aun así, no pudo haber escapado de todas las veces en que le quisieron tomar una foto. Era imposible; por eso mismo había una foto de ellos en la sala, que había sido tomada hacía menos de un año. Claro que eso pasó, después de haberle insistido tanto que necesitaban una foto familiar. Chasqueó la lengua, empezando a mover varias cajas. Estaba seguro que su padre tenía algunas fotos en algún lado, recordaba que una vez Zinni le había regalado una caja para que pusiera ahí las fotografías y no se maltratara.

 

Movió un viejo baúl con algunas cosas que debieron pertenecer a su madre, y que su padre simplemente no pudo deshacerse de ellas, encontrando al fin la pequeña caja abandonada. La abrió, ciertamente tenía pocas fotos. Casi todas de antes de la muerte de su madre; su padre había adoptado ese odio a las fotografías después del deceso de su madre. Se veían tan felices…Sonrió de medio lado, su padre probablemente era muy diferente antes de que naciera. Una vez más no pudo evitar sentirse responsable por la muerte de su madre, después de todo ese suceso le había cambiado por completo la vida a su padre. Y él mismo ni siquiera podía tener sentimientos de añoranza por ella. Debería de extrañarla, y mucho, era consciente de eso. Pero no lo hacía. La llegó a necesitar, tal vez. Probablemente antes del accidente sí era capaz de extrañarla. Pero ahora no lo hacía. La quería, de eso no había duda alguna, era su madre. Tan sólo…Las cosas no eran como en una situación donde hubiese convivido con ella, dándole margen para tener algún otro tipo de sentimiento.

 

Rebuscó en las fotos, encontrado una muy peculiar. Era su padre, mucho más joven, cargando un bebé. Sonrió suavemente, su padre tenía una gran debilidad por los bebés. Se sintió mucho más tranquilo al tener esa prueba en sus manos. ¿Qué otro bebé podría ser ese? Se dirigió a las escaleras, mucho más relajado, y alegre. No tenía idea de la existencia de esa foto, pero le emocionaba saber que su padre había conservado una foto de cuando él era un bebé. Definitivamente no renunciaría a esa fotografía, le haría una copia y la pondría junto a la copia de la fotografía de su madre que conservaba en su casa.

 

-Daemo…- Entró a la cocina, aún observando la foto. -¿Así se veía mi padre de joven?

 

-¿Ah? ¿Qué tienes ahí, cariño?- Se acercó, tomándola. –Oh por dios…- Jadeó. –Yo lo conocí después, te lo aseguro. Pero sí. Así se veía tu padre.- Rio.

 

-Entonces ese soy yo…- Masculló tranquilamente.

 

-A ti te conocí cuando eras mayor, gatito. No me cabe la menor duda de que seas tú. Sigues teniendo la misma boquita de bebé que antes.- Comentó amorosamente, provocando un sonrojo de vergüenza en su ahijado. –Incluso se puede ver tus ojos de diferente color…Vaya, que bien conservada está esta foto. No tenía idea de que tu padre tuviera una foto así.

 

-Yo tampoco…

 

-Bueno, así es él. Las cosas que le gustan realmente las esconde.- Se encogió de hombros, devolviéndole la fotografía al joven. 

 

-Sí...Le sacaré una copia antes de devolverla a su lugar.- La guardó en la bolsa interna de su saco.

 

-Oh, Sunggie, yo también quiero una copia. Estoy segura que tu padre no volverá a verse tan adorable. Tú eras tan bonito de bebé, que muero por ponerte junto a las fotos de Dasom.

 

-...Si, daemo.- Rio con simpatía ante la respuesta tan maternal de Zinni. -Le daré una copia en cuanto las tenga.

 

Esa tarde, cuando su padre y su padrino llegaron a casa. Taesung confirmó una vez más que realmente tenía la mejor familia que jamás pudo haber deseado. Ellos le habían brindado todo lo necesario, e incluso un poco más como para consentirle lo suficiente. Y eso nadie se lo iba a quitar.

 

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Jaehwan miraba con desaprobación a Taesung, mientras hacía esa pose de estar esperando claras explicaciones con sus manos sobre cintura. Taesung simplemente rodó los ojos, recostándose en el sofá donde estaba sentado, sin pronunciar palabra alguna. Y no se trataba de ser descortés, porque Jaehwan le ganaba en eso. Taesung apenas pudo despedirse de su padre, para cuando el vecino de este ya le estaba jalando hacia su casa con aquella pesada mirada de haber hecho algo terrible. Simplemente no quería hablar.

 

-Y bien, ¿qué haces aquí?- Torció los labios en una mueca. -Me dijiste que estarías con tu novio hasta fin de mes. ¿Ha pasado algo?

 

Taesung dejó escapar el aire haciendo un vago jadeo. Sabía que Jaehwan le regañaría por su impulsiva conducta, y bien que se merecía aquel regaño. Miró por encima del brazo con el que se cubría el rostro, encontrándose con la aún desaprobatoria mirada de Jaehwan.

 

-Discutimos...- Exhaló. Sabía que eso implicaba tener que explicarle las cosas a su amigo; realmente no tenía ganas de eso.

 

-Y ¿esa es razón para volver antes?- Se cruzó de brazos, sabiendo que si no era firme, el chico simplemente no hablaría. –Eso no suena a una simple discusión. ¿Qué pasó? ¿Acaso la discusión fue por lo que me contaste?

 

-No exactamente…- Se incorporó, sentándose en el sofá. –Pero tiene mucho que ver.- Mordió su labio inferior, sabía que terminaría contándole. Pero eso implicaba un alivio a tantas vueltas que le había dado al tema. –Minho realmente no le ha superado. No estoy seguro si es porque él no pudo hacer nada para impedir que las cosas pasaran como pasaron, o…porque aún le ama…- Jadeó.

 

-Oh, cariño.- Jaehwan corrió a su lado, tomándole de la mano como señal de apoyo. –¿Qué pasó después?

 

-Me fui.- Lo dijo sin escrúpulos. –Yo…Estaba tan enojado que…No pude controlarme.- Mordió su labio inferior. –Estaba molesto y quería estar solo.

 

-¡Claro! Y más de tres horas de viaje en auto es el mejor lugar para estar solo.- Le retó. –Tienes el mismo carácter que tu padre. Nada más se fastidian de las cosas y se recluyen en sí mismos…- Empezó a despotricar.

 

-¿Qué tiene de malo? Al menos así no terminamos a golpes con algún desconocido en un bar.- Se cruzó de brazos, alzando el rostro con altivez.

 

-¡Por dios! ¡No es sano!- Le regañó. –Guardan todo, en vez de decir lo que les molesta, hasta que explotan. Te puedo asegurar que no has hablado nada de esto con tu novio, ¿no es así?- Le señaló rudamente. –Escucha, Taesung, me preocupo por ti cariño. ¿Lo entiendes? Sé que estás muy enamorado, me lo has estado repitiendo desde que él empezó a pedirte que volvieras más seguido a esa tonta ciudad. Es tan solo que hay algo que no me agrada de esto, ¿sí? Tal vez no deberías salir con alguien que tiene como bagaje ese tipo de recuerdo fuerte.

 

-A él le sobran los recuerdos…A mí me faltan…- Los ojos de Taesung se aguaron por completo. –No puedo, no podría dejar de quererle ni siquiera por algo que me moleste. Nunca me había enamorado así. Por eso sé que se trata sólo de Minho. No quisiera tener que alejarme de él.

 

-¿Tan mal estás por él, que ya no tienes solución?- Jadeó. –Si de verdad le quieres así, entonces no servirá de nada lo mucho que trate aconsejarte, terminarás haciendo lo que tú quieras. No quiero sonar como el típico padre que avienta a sus hijos al ruedo sólo para poder decir “te lo dije”, sabes que te seguiré escuchando cuando lo necesites. Sé que no eres un descerebrado, pero estás enamorado, sin ofender.

 

-No…Está bien.- Le sonrió, no de alegría, pero sí autoconsolándose. –Lo he pensado y, nunca antes había deseado algo como ahora. Deseo que él me ame de la manera en que yo lo amo. No me pondré a llorar; me esforzaré en hacerle ver que ahora soy yo el que está a su lado. Que no necesita ver hacia atrás, ni preocuparse por el futuro. Yo soy su presente, sólo me puede mirar a mí.

 

-Te ves muy decidido, Sunggie ah.- Le sonrió, subiéndole el ánimo. -¿Qué piensas hacer para lograrlo?

 

-¿Por ahora?- La mirada de Taesung se iluminó. –Voy a monopolizar a Minho. Él es mío, debo de estar a su lado.

 

-Espera, ¿de qué hablas? Dices que debes de estar con él, pero ahora te encuentras aquí.- Frunció el ceño. Realmente este chico estaba cayendo ante las estúpidas inclemencias del amor.

 

-Sí, estoy aquí…- Jadeo. –Pero, he decidido que si quiero que sólo me mire a mí, debo de empezar a estar presente en su vida como lo que soy, su pareja. No sólo cuando voy a visitarlo, sino también en fechas importantes, como su cumpleaños. Por eso, estas festividades pienso pasarlas junto a él.

 

-Bueno, eso tiene sentido…- Comentó, procesando lo que había escuchado. Súbitamente se giró para observar a Taesung con los ojos abiertos por completo. -¿Y cómo vas a hacer eso? Digo, primero tendrías que decirle a tu padre que no pasaras esta parte de año con él y tus padrinos, y hasta donde yo sé todavía no le dices que tienes novio. Así que simplemente no puedes llegar y decirle: “hola papá, déjame decirte que no pasaré navidad y año nuevo aquí con ustedes, por estar con mi novio”.

 

-Ugh, tiene razón. No lo había pensado.- Meditó en voz alta. –Supongo que le diré algo convincente.- Murmuró. –No dejaré que nada arruine mis planes.

 

-Ay, corazón, realmente te perdimos.- Jaehwan le revolvió el cabello. –Si lo tienes todo tan claro…Entonces adelante.

 

-Gracias por apoyarme, Jaehwan.- Le sonrió.

 

-No es problema, para eso estamos los casi-padrastros.- Le guiñó un ojo, haciéndole reír.

 

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Taesung respiró hondo, repasando el guión mental que se había fabricado los últimos días para poder hablar con su padre. Sabía que tendría que hacer amago de su don natural de negociador, para lograr que hacer que su padre entienda que no estaría durante un largo tiempo, sin que llegue a sospechar de nada. Tras repasar todo, y tachar una cosa más en su lista mental, decidió al fin tocar la puerta del estudio de su padre. Probablemente hubiese sido mejor idea hablar con él, así se hubiese controlado frente a sus subordinados; pero ya que era un tema que no tenía que ver con la empresa, prefirió hablar con su padre una de las tardes que pasaba en casa.

 

-¿Papá?- Preguntó, abriendo la puerta de esa habitación.

 

-Oh, hijo, pasa.- Le hizo entrar, mientras revisaba un par de carpetas que obviamente había traído del trabajo. -¿Ocurre algo?- Entonces dejó sus cosas de lado y se enfocó en su hijo; porque eso es lo que los padres hacen. Darlo todo por sus hijos.

 

-Sí…Quería hablar contigo, papá.-Se sentó en uno de los sillones individuales que había en el estudio. –Se trata de un viaje que debo de hacer, a principios de mes, para ser más exacto.- Lo dijo con confianza, mirando a su padre. No debía de mostrar ningún signo de debilidad, o su padre sabría que era mentira.

 

-Oh, uno de tus muchos viajes.- Taekwoon rodó los ojos. –Cariño, ¿hasta cuándo seguirás haciendo esto por ti mismo? A estas alturas ya eres capaz de contratar gente para delegar tareas.

 

-Siempre quieres convertir todo en una gran empresa.- Sonrió. Su padre no tenía remedio, era un hombre de negocios.

 

-No puedo evitarlo.- Se encogió de hombros. –Bueno, supongo que tu viaje será corto, ya que este año vamos a…

 

-Papá, escucha.- Le cortó rápidamente. –El viaje durará poco más de un mes.

 

-¿Qué? ¿No pasarás las fiestas con nosotros?- Le miró más que sorprendido. Su hijo no era así, siempre corría a casa cuando sabía que era hora de estar con su familia. -¿Por qué?

 

-Bueno, encontré los libros que busco, pero no he negociado aún con el dueño de ellos. No sé en qué condiciones están, y si puedo hacer que los baje del precio, créeme que podría tardarme una semana entera con tal de convencerle. También tendría que contactar al comprador, decirle una fecha, obviamente ya estimada tras las reparaciones que tendría que hacer y también estimar un precio.

 

-¿Pero qué hay de tus padrinos y Dasom? ¡Incluso Jaehwan pasará navidad, este año, con nosotros.- Reclamó. -¿Pondrás el trabajo antes que ellos?

 

-No es eso, papá.- Trató de suavizar las cosas. –Créeme que si pudiera evitarlo, lo haría. Es tan sólo que se trata de una oportunidad de oro. No puedo desperdiciarla.

 

-Pero…

 

-Por favor, appa.- Rogó, haciendo un ligero mohín. –Entienda que debo de hacer esto.- Junto sus manos, moviéndolas en ese gesto de ruego. –Estaré de vuelta para el año nuevo lunar, lo prometo.

 

-Ah…A Dasom le molestará que su primo favorito no esté en casa.- Exhaló.

 

-Dasom está muy consentida. No le hará daño que las cosas no salgan como lo desea.- Dibujó una corta mueca burlesca. -¿No está molesto conmigo, appa?- Frunció los labios adorablemente.

 

-¿Qué remedio?- Exhaló. –No, no puedo. Lo dijiste, es trabajo importante. Y yo soy el que te enseñó eso.- Le miró severo. –Pero vuelve a casa exactamente en el plazo que dijiste, nada de tus usuales mentiras traviesas ¿de acuerdo?

 

-¡Si, señor!- Rio, haciendo el saludo militar. –Te amo, papá.

 

-Yo también te amo, Sunggie.- Lo dijo con un tono de obviedad. Era su único hijo, no habría forma en que no le quisiera ni un cuarto de lo mucho que le quería.

 

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Minho estaba revisando exámenes, o bueno, eso se suponía que hacía en la sala de maestros hasta que su teléfono había sonado. No se molestó, puesto que pasaban de las tres, usualmente a esa hora ya estaba en casa. Ahora sólo se había quedado un poco más para poder concentrarse en los exámenes que tenía que revisar. Pero su concentración se había ido al caño cuando vio que en la pantalla de su celular marcaba el nombre de Taesung y su fotografía de contacto. Aguantó el aliento, no había hablado con él desde que el chico le había dicho que se fue debido a cosas del trabajo. Y no es que no hubiese querido hablar con él; simplemente cada vez que marcaba al celular del chico, después de un largo tono de llamada, lo mandaba a buzón de voz. ¿Debería contestar? ¡Por dios! Estaba actuando como sus estudiantes, y no tenía edad como para eso.

 

-¿Bueno?- Respondió la llamada, encontrándose con la alegre voz de Taesung. –Hola, amor…- Exhaló con alivio al escucharle tan relajado. –No, estoy en la escuela. Pero no te preocupes, estoy solo, así que la llamada no importuna a nadie…Sí, revisaba exámenes, ese es mi trabajo, bebé.- Rio. Taesung realmente sonaba alegre, y al parecer con muchas ganas de hablar. Así que le dejó, le agradaba escucharle hablar, y que no estuviera molesto. -¿Ya terminaste de trabajar?- ¿Entonces sí se había ocupado en el trabajo? Bueno, al menos eso explicaba porque el menor no había respondido a sus múltiples llamadas. –Espera, ¿vacaciones? Eso suena bien, sobretodo en esta época del año.- Comentó. Su chico era realmente lindo, sobretodo cuando le decía repetidamente que quería verle. Pero…-¿Quieres venir? No sé si eso sea adecuado, bebé…Sí, ya sé que es mi cumpleaños.- Se apoyó en su escritorio. Taesung le decía que pasaría desde su cumpleaños, hasta año nuevo con él. –Pero, sabes que no quiero que te ocurra algo, bebé. Probablemente nieve, y no quiero que sufras de un accidente por eso.- Dio sus motivos, escuchando a cambio regaños. –Entiendo, mi cumpleaños…¿Tengo que hacerlo?- Dejó escapar una corta risa ante la exigencia de su amado. –Está bien, lo diré: mi cumpleaños es tan importante como el tuyo.- Rodó los ojos, recordando lo mucho que a Taesung le gustaba celebrar los cumpleaños. -¿Contento? Vaya, me alegro que eso te ponga de tan buen humor…Eres un mimado, amorcito…Bien, lo entiendo. Yo también te amo, bebé. Adiós.

 

Colgó esa llamada. Si bien, había sido un poco raro no escucharle molesto, le tranquilizaba bastante lo muy amoroso que su novio había sido, como normalmente lo era al momento de hablar por teléfono cuando no estaban juntos. Dejó su celular de lado, dispuesto a seguir con su trabajo.

 

-Espero…realmente que, ese “bebé” con el que hablaba, no sea un bebé.

 

Minho se giró rápidamente, hacía algún largo tiempo que no escuchaba tal hastío. Donghae. Instintivamente empujó su celular hasta el fondo de su escritorio, para que de ese modo Donghae no pudiera ver la foto de Taesung que tenía como fondo de pantalla en su celular.

 

-¿Qué haces aquí, Donghae?- Le gruñó.

 

-¿No lo sabes? Eso no me lo creo.- Se cruzó de brazos, apoyándose en el marco de la puerta de la sala de maestros. –Sé cuánto le gusta hablar el director sobre mí, después de tantos años que trabajé aquí, y las excelentes calificaciones que proporcionaba al instituto.

 

-Que yo sepa no hay ninguna plaza libre aún.- Minho masculló. Lo sabía, Key le había dicho que Donghae regresaría a dar clases a la escuela, pero no pensó que fuera a ser tan pronto. ¡Dios! No podía ni imaginarse lo que era tener a Donghae de nuevo en la ciudad, ahora que estaba tratando tan duro de que Tae tuviera sus memorias de vuelta.

 

Definitivamente no quería a Donghae ni remotamente cerca de Taesung, y ahora que él estaba aquí, significaba un gran peligro. No quería compartir de Taesung con él, Donghae no lo merecía. Le haría llorar, como lo hizo cuando era joven.

 

-Tsk…Minho, el siguiente semestre estaré como suplente, pero…Cuando el siguiente año escolar inicie, yo tendré la misma plaza que tenía antes.- Comentó con algo de burla. Le estaba retando, por completo.

 

-Entonces todavía puedo evitarte por un semestre más.- Le hizo fastidiar.

 

-La persona con la que hablabas, ¿es tu nuevo novio?- Entrecerró los ojos, acusándole con la mirada.

 

-Lo es. Pero eso es algo que no le incumbe, sunbaenim.- Trató de cortar la plática, alejarla por completo de Taesung.

 

-Por supuesto que no…Es tan sólo que veo que has superado muy bien a mi primo.- Torció los labios en una mueca desagradable.

 

-Sí, lo hice.- Le calló. –Fue sugerencia de Chaerin, de hecho. Insistió en que rehiciera mi vida.

 

Eso debió haber encabronado a Donghae lo suficiente como para golpearle, aunque se contuvo. Minho pudo ver como los músculos del cuello de Donghae se tensaban haciendo que algunas venas se saltaran. Sabía que estaba mal deleitarse con la furia que le había hecho sentir, pero simplemente no terminaría de soportarle, no cuando por su culpa las cosas con Taemin se fueron cuesta abajo.

 

-Eres un hijo de puta, Choi Minho. No te bastó con pervertir a un adolescente, tampoco te importa su desaparición.

 

-¡Qué te hace creer que no me importa su desaparición!- Le exigió. –Tú te mudaste de esta maldita ciudad después de que cerraron el caso de Taemin, ¡cobarde! Yo, en cambio, lo busqué por diez años. Hasta donde yo sé, aquí el poco interesado eres tú.- Le señaló con rudeza.

 

-Es mi primo, ¡por supuesto que me interesa! Yo también lo he buscado por mi cuenta.- Gritó. –Espera, ¿has dicho que lo buscaste por diez años?- Le miró, como si hubiera pillado algo que Minho no hizo. –Eso significa que dejaste de buscarle después de conocer a tu novio, ¿no? Sabía que eras sólo apariencias.

 

Minho gruñó, poniéndose en pie a la defensiva. Detestaba a más no poder a Donghae, le detestaba aunque supiera que a Taemin eso no le hubiese gustado; porque, a pesar de que en aquel entonces la relación entre Donghae y Taemin era delicada, Taemin realmente siempre adoró a Donghae.

 

-Aléjate de mí.- Le exigió. –Tú le hiciste más daño a Taemin, de lo que yo jamás podré entender cómo es que te seguía queriendo. No me importa lo que pienses, yo sé bien lo que me atañe. Y si sucede algo con respecto a Taemin, lo hablaré con Chaerin.

 

-Vete al diablo, Minho.- Le empujó lejos. –Hablas como si fueras un santo, cuando no eres mejor escoria de lo que yo soy. 

Notas finales:

Se avecina una batalla de supervivencia. Minho luchará por recuperar las memorias perdidas de Taemin; y Taesung luchará por seguir existiendo en su mundo perfecto, ¿quién será el vencedor? é.ê Quisiera ver sus apuestas. 

 


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