Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ojos Bonitos -En Edición- por Ari_123_love

[Reviews - 340]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

No iba a haber capítulo hoy, pero como es el día del padre en México, y Taesung es papá, decidí apurarme y subirlo ahora ^u^

Taesung reajustó a Yoogeun en su brazo, apoyando la mayor parte del peso sobre su cadera para poder seguir caminando sin tener que bajar al pequeño. No es que tuviera inconveniente alguno con que Yoogeun caminara, es tan sólo que estaban en una tienda de discos y no se sentía tan seguro de dejar esas pequeñas manos a la altura de todo. Además, su pequeño hijo había aprendido todo de él, incluida la flojera, el niño realmente prefería seguir gateando o en brazos que el caminar. Sólo cuando se cansaba de estar en brazos pedía de vez en cuando ser bajado y caminar de la mano con Taesung. Mientras tanto, no había nada mejor que un agradable paseo en brazos de papá.

-¡Ahhh!- Señaló un disco, que se encontraba en el área infantil de la tienda.

-Oh maldición…- A Taesung se le escapó exhalar al ver lo que su hijo estaba pidiendo. El disco de colección de canciones de la caricatura favorita de Yoogeun, con la que Taesung ya incluso había tenido pesadillas de tanto que el bebé la veía.

Para suerte de Taesung, el timbre de mensaje nuevo se escuchó en su celular, aprovechándose de eso.

-Yoogeun amor, hay que responder a la llamada.- Indicó, sacando su propio celular del bolsillo de su pantalón y revisando el mensaje.

Yoogeun tenía su celular de juguete en la mano. Uno de los juguetes que siempre viajaban con él. Era de tapa, así que lo abrió y se lo pegó a la oreja, hablando con una persona imaginaria al otro lado de la línea. Taesung rio, observando a su hijo, mientras disimuladamente se alejaba del área donde estaba aquel disco que no pensaba, ni quería comprar, y entre más rápido se olvidara Yoogeun de él, mejor.

Sólo hasta que Yoogeun terminó la llamada, Taesung habló.

-¿Quieres ir a comer Yoogeunnie?- Le sacudió un poco, haciéndole reír. Ambos salieron de la tienda, caminando hacia el restaurante que Taesung ya conocía. -¿Eh? ¿Qué dices? ¿Es hora de comer?

-Am am.- Yoogeun alzó sus brazos, indicando que estaba de acuerdo en comer.

-¿Qué es lo que Yoogeunnie quiere comer?- Le picó la barriga, haciéndole cosquillas para que riera.

-Topa.- No lo dudó, pidió lo que quería.

-¿Sopa? Oh cielos, no puedes comer sopa todo el tiempo amor.

Sabía que no tenía manera de convencerle que no podía comer sopa todo el tiempo. Además, era la única palabra que podía decir correctamente con respecto a la comida, así que también llegaba a nombrar los demás platillos que comía como sopa. Siguió platicando con el bebé, acercándose hacia aquel lugar en donde habían sido citados.

-¡Tae! ¡Taesung ah!

Escuchó que le llamaban, provocando que se detuviera y se girara. Sonrió como no lo había hecho en un largo rato al ver aquella alta figura caminar con el sol por detrás, dándole ese halo tan birllante y maravilloso.

-Minho.- Exhaló, sintiendo un ligero escalofrío recorrerle el cuerpo.

-Logré salir antes, así que me apuré en llegar.- Minho explicó, notándose algo ansioso. Fue sólo un momento en el que se notó algo nervioso, solucionándolo cuando se atrevió a tomar al hombre joven por el rostro, acariciándole con su pulgar. Le fascinaba ver que Taesung tenía su color natural de cabello, y que incluso volvía a estar ligeramente largo y voluminoso. –Fue muy larga mi espera por poder verte.- Admitió. –Pensé que la junta iba a ser eterna, y que no podría llegar a tiempo.

Taesung se sonrojó, pero no se alejó del toque de Minho, ni bajó la mirada.

-Me siento feliz de volver a verte.- Admitió. Todo se sentía distinto, quizás un poco más ligero, casi como si fueran muy viejos conocidos.

Minho se aclaró la garganta, fijándose en el niño que Taesung cargaba. Yoogeun le miraba con curiosidad, preguntándose quién era aquel que hablaba y se acercaba tanto a su padre. Nadie más lo hacía.

-Vaya, está enorme.- Señaló. -¿Qué edad tiene?

-Quince meses y contando.- Una ligera risita se escapó de los labios de Taesung. –Juro que cada vez que parpadeo, es un poco más grande.

-Cielos…- Minho se pasó una mano por el cabello, pensando. –No puedo imaginarlo usando tu celular.

-¿Quieres verlo?- Ofreció de manera juguetona. –Yoogeunnie, ¿qué tal si le llamamos a Jaehwan?

-¡Hwannie!- Yoogeun rio alegremente, abriendo su celular y picando los botones de juguete justo antes de ponerse el celular en la oreja. –Hwannie koko beoji ada tola no suwi…- Empezó a platicar con su lenguaje inentendible para todo aquel que no fuera cercano a él.

Minho miró con asombro como el niño de hecho había demostrado ser muy capaz de realizar una llamada, aún y cuando no supiera el fin de una llamada, él imitaba la conducta a la perfección.

-De acuerdo, ahora lo puedo ver. Él definitivamente es capaz de llamar por teléfono.- Miró a Taesung, observando la sonrisa orgullosa que el chico tenía en su rostro.

Yoogeun terminó su llamada, frunciendo el entrecejo en una mueca seria. Colocó sus manos sobre el rostro de Taesung, obviamente diciéndole algo serio.

-Topa.

Taesung rio, cubriéndose la boca ante el dramatismo que su hijo había aprendido en su casa de locos.

-Sí, tienes razón. Me disculpo por la demora, a eso vamos.- Le besó en la mejilla cariñosamente, después mirando a Minho. -¿Te parece si entramos?- Señaló al restaurante. –Aquí el señorito empezará a enojarse si no comemos pronto.

No pudo ocultar su asombro, ¿cómo había sido Taesung capaz de entenderle cuando Yoogeun no había dicho más que una sola palabra?

-¿Topa?- Cuestionó, adelantándose para abrir la puerta del restaurante y permitirles el paso.

-Sopa, Minho.- Corrigió cantarinamente. –Es la hora de la comida, y sólo sabe decir esa palabra.

-Oh, ya veo…- Exhaló, siguiéndole por las cabinas hasta encontrar una donde tomaron asiento y esperaron a que les atendieran. –Realmente entiendes todo lo que él dice.

-No siempre.- Rio, negándolo. –Pero puedo defenderme en la materia.

-Supongo que sí.- Minho exhaló, sonriendo un poco.

-Hablando de materia, ¿cómo te ha ido en la escuela?- Taesung pregunto genuinamente interesado.

Minho exhalo, riendo por lo bajo.

-Bien, dentro de lo que cabe.- Admitió. -Me di cuenta que pronto podré jubilarme, y entonces creo que entré en una crisis de mediana edad.

Taesung cubrió su risa con sus manos, disimulando que le había parecido gracioso aquel comentario.

-Te he dicho que no eres tan mayor, ¿por qué habrías de tener una crisis de mediana edad?- Se recargó en su asiento.

-¿Qué no escuchaste? En unos cuantos años podré jubilarme.- Minho recalcó. -He estado considerando tomar cursos de algo nuevo, ciertamente quiero seguir trabajando. No me imagino estando todo el día en casa sin nada que hacer.

Fueron interrumpidos brevemente por el mesero que colocó el servicio a cada uno, además de dejar un mantel en blanco junto con crayolas a Yoogeun, que ya había sido sentado en la sillita alta. Taesung no se demoró mucho en leer la carta, pidió su comida que consistió en pescado al vapor con una gran variedad de verduras. Además de un tazón de fideos en salsa de frijol. Claramente todo eran cosas que Yoogeun podía comer, y Minho se dio cuenta de eso. Taesung había cambiado su vida  para adaptarla a la etapa de vida que su hijo estaba pasando. Se sintió un poco orgullo de ver lo muy responsable y centrado que Taesung podía ser.

-Podrías ser entrenador personal.- El chico regresó al tema, después de haber ordenado su comida. -Yo definitivamente haría ejercicio si mi entrenador luciera como tú.- Sonrió en una mueca un poco más que traviesa.

-¿Sigue sin gustarte hacer ejercicio?- Minho rio.

-Hay muchas cosas que siguen sin gustarme.- Comentó despreocupadamente. Dibujaba con una de las crayolas de Yoogeun una enorme margarita en el mantel en blanco, para que el bebé pudiera colorear los pétalos. -Aunque tengo que admitir que me he tenido que volver un poco más tolerante.

-¿A sí? ¿Por ejemplo?- Se inclinó hacia adelante, sólo un poco más cerca de Taesung. El chico fruncía sus labios mientras dibujaba, sacando un poco su lengua.

-Flores…- Taesung suspiró. -A Yoogeun le gustan, y le gusta llenarse de lodo mientras ayuda a plantarlas.- Sonrió, dejando la crayola de lado para acariciar la cabeza de su hijo. -He tenido que ser un poco flexible, y conceder el pequeño huerto de flores que ahora hay en mi casa.

-¿Plantaste flores?- Asombro llenó la voz de Minho al ver el panorama. -¿Cómo supiste que a Yoogeun le gusta plantar flores? Digo, es sólo un bebé, no creo que pueda decírtelo.

La sonrisa suave que cubrió los labios del hombre joven mostró todo el cariño que podía sentir por su hijo.

-Fue gracioso, en realidad.- Explicó. -Estaba en casa de una amiga, se casó hace poco. Así que está amueblando y decorando su nueva casa. Ella estaba plantando flores cuando llegamos de visita.- Relató. -Yoogeun se volvió loco cuando vio las flores, y nunca lo vi divertirse tanto que cuando estuvo ayudando, dentro de lo que cabe decir,- explicó entre comillas que dibujó con sus dedos al aire- a plantarlas. Claro que tuve que evitar que se comiera la tierra, o los insectos…- Jadeó, cerrando los ojos al reír. -Así que pensé que esa podría ser una bonita actividad para los fines de semana. Plantamos flores de vez en cuando, y arreglamos el jardín. Yoogeun ayuda en todo lo que puede.

-Guau yo…No sé qué decir…- Minho apoyó su cabeza sobre sus manos. Taesung sólo tenía ojos para Yoogeun. -Sólo tiene un año y tres meses, y parece que ya sabe muchas cosas.- Sabía que en cualquier momento sentiría el punzón de los celos, aquel sentimiento que le había llevado a ser tan grosero y precipitar su separación en el pasado. Y hubiese vuelto a suceder, si Taesung no hubiese agregado ese pequeño detalle.

-Nos gustan las flores naranjas, Minho.- Su cabeza estaba ligeramente agachada, mirando a Minho a través de sus pestañas.

Flores naranjas. Las flores que Minho quería para la boda que planearon entre bromas.

-¿Flores naranjas?- Su voz se apagó un poco, sin saber qué más decir. Taesung recordaba los detalles de esa boda soñada que nunca se materializó.

-Color durazno, para ser exacto.- Taesung subió su mano sobre la mesa, acariciando la mano derecha del mayor, sin sentir vergüenza de hacerlo. -Son las que a ti te gustan, ¿cierto?- Suspiró.

-Me encantan…

Hubo más ligeros coqueteos entre ambos, a lo largo de toda la comida. E incluso, cuando pidieron el postre, no fue más que un platillo que decidieron compartir. Así que cuando llego el momento de retirarse del lugar, Minho no dudó en tomarle la mano que tenía libre, invitándole a dar un paseo para alargar lo más posible esa tarde.

Taesung aceptó, ofreciendo ir al parque estaba cerca de donde habían comido. Un lugar extenso, lleno de árboles cuyas sombras propiciaban que fuera un lugar agradable el estar caminando bajo sus ramas.

Su charla fue ligera, sólo resaltando las cosas que habían hecho en este tiempo que no estuvieron en contacto. Y aun así, el tiempo corrió rápido, demostrando que aún podían hacer eso, charlar hasta el cansancio de los tiempos, y no sentir que se acaban sus temas de conversación.

-Creo que es hora de que vuelva…- Taesung miró la hora en su reloj. Yoogeun había pedido que lo bajara, para poder arrastrarse por el césped. Así que ahora se encontraba con la difícil tarea de convencerlo que era hora de regresar a la habitación.

-Te acompaño.- Se ofreció, tomando la mano de Taesung en cuanto él se irguió tras recoger al bebé del césped. -¿Dónde está tu hotel?

-No estamos en un hotel, encontré una posada dónde alojarnos, y la dueña es realmente amable.- Taesung indicó, señalando con su cabeza el camino. –Realmente es cerca de aquí, pero si gustas acompañarnos no tendré inconveniente con eso.

Minho rio, tomando de nuevo la mano del joven, afirmando que le acompañaría, aunque sólo tuvieran que dar diez pasos para poder llegar.

-Así que…¿una posada?- Cuestionó, cruzando a la acera de enfrente. –Pensé que te gustaban los lugares lujosos.

-Me gustan.- Taesung sonrió. –Pero, el lugar de la posada se parece más a casa. Quiero que Yoogeun no se sienta tan perdido. Siempre que salimos de viaje, busco lugares así, que se parezcan a casa. Y seamos sinceros, los hoteles lujosos no son lugares para niños. En varios en los que he estado, de hecho están prohibidos los niños.

-Puedo ver tu punto.- Concordó. –Supongo que vas a todos lados con Yoogeun.- Exhaló.

-Si puedo, sí. A veces tengo que salir a reuniones importantes, y no puedo llevarlo conmigo pero…Me gusta ser un padre presente.- Apoyó su cabeza sobre la del niño, quien poco a poco se estaba quedando dormido sobre el hombro de Taesung. –Me gusta pasar por él a la guardería, y llegar a casa a preparar la comida. Bañarlo, jugar con él, contarle cuentos para dormir. No me gusta perderme nada de eso. Es muy importante para mí, Minho.- Se detuvo, mirando al mayor. La convicción en su mirada era inamovible, si no podía aceptarlo con Yoogeun, entonces no había necesidad de más citas.

Y Minho lo sabía, le quedaba claro. Le había quedado claro desde el momento en que Taesung terminó la relación, sólo que ahora lo podía llegar a ver bajo otra luz. Taesung estaba aquí, después de todo, teniendo una cita con él, cuando fácilmente pudo haberse alejado y evitarse cualquier posible problema a futuro. El chico estaba poniendo de su parte, y era momento de que él dijera si tomaba eso, o lo dejaba.

-Lo sé.- Acto seguido, se cernió sobre el hombre, juntando sus labios por primera vez en poco más de cinco meses. Se sentía como si hubiese pasado toda una vida desde entonces, y no quería detenerse nunca.

Entonces un lloriqueo molesto. Yoogeun no estaba dormido aún, y no le gustó para nada ver a su papá recibiendo cariñitos de alguien más.

-¡No!- Chilló, manoteando para lograr separarlos. -¡No!- Se enfurruñó, con el ceño y la boca fruncidas.

-Oh cielos, parece que a mi bebé no le agradas.- Taesung rio, cubriéndose la boca. –Al parecer nunca es tarde para tener chaperón.

-¿Eh?- Minho estaba realmente sorprendido y confundido. –¿No puedo besarte?

-Supongo que tendrás que hacer más méritos, para ganar ese derecho.- Pero volvió a tomarle de la mano, recorriendo el último tramo antes de llegar a la puerta de la posada. –Así que…

-Gracias.- Minho se apresuró a decir. –Por acceder a venir, quiero decir. Por la cita, y dejarme verte de nuevo.

-Yo también quería verte de nuevo, Min…- Exhaló. –Y tengo que admitir que te extrañé.

-Entonces, ¿podemos tener otra cita?- Se cuestionó, tragando duro en la espera de una respuesta.

-¿Te parece el lunes?- Taesung sonrió. –Mañana tengo que hacer unas diligencias en varias librerías, pero el lunes ya estaré desocupado.

-Me parece perfecto.- Casi gritó, feliz de obtener una nueva cita.

-Nos vemos el lunes, Min. Yoogeunnie, dile adiós a Minho.- Pidió que el niño se despidiera, dejando que sacudiera su mano en un movimiento de adiós.

Fue cuando se giró, para entrar al lugar, que Yoogeun gritó, señalando hacia atrás.

-¡Ahh! Dada.- Apuntó a Minho con su celular de juguete, quién miró extrañado a Taesung esperando por una traducción.

-¿Qué no es obvio?- Rio. –Yoogeun quiere que le des tu número de celular.

¿Ah?

-Claro…

-Sólo pica los botones, Minho. A él le gusta tener contactos.- Taesung rodó los ojos, divertido con la cara de confusión en el hombre mayor. –Él realmente te quiere como un asociado.

Minho tomó el celular de juguete, mirando los botones que chillaban al picarlos, y los dibujos que adornaban todo el plástico. Picó unos cuantos, sonriendo ante la acción tan tonta y simple que estaba haciendo.

-Supongo que para él esto fue una cita de negocios.- Rio, devolviéndole el celular a Yoogeun.

-Siempre he sabido que será el Jung que lleve al corporativo a su máximo esplendor.- Se encogió de hombros, mirando a su hijo.

-Me asombra su madurez, si es capaz de separar los asuntos personales con los negocios…- Entonces dio un paso más cerca, para poder revolver el cabello del bebé. Después de todo, Yoogeun era quien los había vuelto a unir, ahora no sentía esa absurda aversión que sintió antes, ahora se daba cuenta qué era lo que Taesung veía al mirar a su hijo. –Es asombroso.

-Lo es…- Concordó el menor.

-Los veré el lunes, entonces.- Minho se despidió.

-Hasta el lunes, Minho.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).