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MY ANSWER [CHENMIN] por Selu95

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Notas del fanfic:

Holaaaa.... ¿Recuerdan la lista que les puse en mi pagina sobre mi siguientes proyectos?

 

Pues... ¡Aquí esta el primer Three-shot de la serie EXODUS!
Esta serie estara compuesto de One-shot, Three-shot y quizas Two-shot... dependientemente de si les va gustando...

Y el Primero es MY ANSWER.... EN CHENMIN.

 


Espero que les guste ;)

¡ChenMin Rules!

Notas del capitulo:

En esta primera parte me inspire en el comienzo de un libro que me gusta mucho...

NO MOLESTAR DE ANNA CLEARY


Pero apartir de la segund parte, sera absolutamente de mi auditoria ^^

MY ANSWER [Parte 1]

 


El hombre alto de pelo oscuro vestido de traje entró en la sala de juntas de Inversiones Kim’s Place y el murmullo de conversaciones se transformó en silencio.

 

Kim Minseok estaba sentado muy recto en su silla con el pulso acelerado. Todos los demás iban vestidos de negro o en tonos grises. Confiaba en que el pantalón violeta no fuera demasiado llamativo para el trabajo.

 

—Buenos días. —Saludó Kim Jongdae sin molestarse en mirar a sus analistas de mercado allí reunidos.-

 

Estaba demasiado concentrado en comprobar que el equipo informativo estaba listo para su presentación.

 

—Buenos días Jongdae. —Las respuestas se escucharon por toda la sala, algunas alegres y con deseo de agradar, otras más contenidas.

 

Aquella mañana, Jongdae parecía estar un poco alterado, había algo en su actitud que creaba más tensión de la habitual. Como había cambiado en diez años. Resultaba difícil de imaginárselo ahora engrasando su moto antigua.

 

—Ah, ya está. —la sonrisa infantil que hacía babear a las mujeres hizo una breve aparición en su rostro y luego desapareció.

 

Un brillante gráfico multicolor hizo su aparición en la pantalla. Un montón de líneas subían hacia arriba, apuntando al infinito.

 

—Miren esto. —los ojos marrones y fríos de Jongdae se entornaron ligeramente. —Tienen adelante el futuro, pinta bien ¿verdad? —Miró hacia sus empleados.-

 

Todos incluido Minseok, se unieron al coro de asentimiento.

 

—Y estará bien. Creo que se los puedo prometer. Lo estará, pero solo si estamos  dispuestos a aprender de los errores del pasado. —frunció el ceño. —Como saben, mañana volaré a Europa para asistir al seminario. Antes de irme quiero estar seguro de que todos tiene claro cuáles son los factores que influyen en la actual dirección.

 

Volvió a pulsar la tecla y otro gráfico iluminó la pantalla. Las proyecciones que mostraba éste no eran tan brillantes.

 

—Estoy dispuesto a escuchar sus ideas. ¿Puede alguien sugerir…?-

 

Se detuvo a mitad de la  frase, y frunció todavía más el ceño. Se giró hasta que su sagaz mirada oscura se clavó en Minseok, que estaba al final de la fila.

 

—Ah señor Kim… Esta usted aquí ¿Tiene intenciones de quedarse?.-

 

Minseok sintió una punzada en el estómago. Sintió su nuca caliente bajo el peso de su cabello pelirrojo.

 

—Sí, por supuesto. —miró a su alrededor. Los demás analistas de mercado tenían sus ordenadores preparados.—Esta es la reunión de proyecciones futuras ¿no?-

 

Kim Jondae se rascó la oreja con expresión pensativa.

 

—Sí. Pero tenía la impresión de que… me pareció escuchar a Yifan mencionar que había algo que quería que hiciera usted esta mañana ¿No es así Yifan?

 

Wu Yifan, que estaba al lado de Minseok, se estiró.

 

—¿Ah sí? Sí, es verdad. Jongdae. Lo siento Minseok se me olvido comentarte lo del informe Park.-

 

Minseok soltó una carcajada breve y alegre.

 

—Ah, el informe Park. Eso sí que es un error del pasado.

 

Todo el  mundo se unió a su risa, incluido Yifan. Todo el mundo excepto Kim Jongdae, claro. Tenía la mirada entornada, como si le doliera mirarlo. Minseok cambio ligeramente de posición y cruzo las piernas.

 

—Resulta que ya he acabado el informe Park, Jongdae; está hecho y con las cuentas cuadradas.-

 

Hubo un instante de silencio asombrado y luego los demás analistas rompieron a aplaudir y a felicitarlo. Minseok no pudo evitar sentirse satisfecho. El informe Park era famoso y llevaba mucho tiempo dando vueltas. Era el material perfecto para que un analista de mercado nuevo le hincara el diente. Sobre todo si el jefe necesitaba algo para mantenerlo ocupado y a distancia.

 

Jongdae también sonrió, pero Minseok sintió cómo su mirada abrazadora le provocaba chispas en las piernas.

 

—¿Ah sí? Buen trabajo. Pero ¿ha escrito las cartas para el viejo Park y sus hijos para hacerles saber el resultado?-

 

Minseok se sonrojo, pero dijo  en el más dulce de sus tonos:

 

—Bueno como tú sabes, la secretaria de Yifan volverá la semana que viene y sospecho que a ella le gustaría tener ese placer.-

 

La mirada entornada de Jongdae fulminó a Minseok desde el otro extremo de la sala, pero le dijo con extrema suavidad.

 

—Creo que no entiende cómo trabajamos aquí, señor Kim. El informe no estará completo hasta que esas cartas se hayan echado al correo. No creo que usted quiera dejar el trabajo a medias para que otros lo terminen.-

 

Minseok sintió cómo le hervía la sangre pero se controló. Aceptó la orden y se levantó de la silla con elegante frialdad.

 

—¿Trabajo a medias? —esbozó una sonrisa burlona. —Por Dios, eso nunca. Tú no sabes lo que es eso. ¿Verdad Chen?-

 

Les dedico una sonrisa brillante a Yifan y a los demás y luego salió de la sala sintiendo como la mirada de Jongdae le atravesaba la tela del pantalón.

 

—¿Puedes ya dedicarnos tu atención, Yifan?-

 

Tardó un par de horas recuperarse del último golpe, pero lo consiguió a tiempo. Estaba decidido a no volver a casa aquella noche con lágrimas en los ojos. De hecho se las habría arreglado para olvidarse de todo al final si Wu Yifan no le hubiese encontrado algo más que hacer al final del día.

 

Pero lo había encontrado, e irónicamente allí estaba, acercándose en medio de la tarde a la residencia privada de Kim Jongdae.

 

Piso veintidós. Apartamento cuatro. Las instrucciones que Yifan le había dado consistían en que dejara los papeles en la mesa del vestíbulo, donde Jongdae podría encontrarlas fácilmente, y que volviera al trabajo a toda prisa para llegar a la revisión del crédito de las tres en punto.

 

Las instrucciones que no le había dicho pero que asomaban a la superficie como cocodrilos eran que no se entretuviera allí con la esperanza de coquetear un poco. Que no dejara ni una pista de sí mismo que pudiera intrigarle. Nada de mechones de su cabello incendiario ni rastro de su perfume. No era bueno para un chico como él. Lo utilizaría sin pensarlo dos veces y le rompería el corazón en el proceso.

 

Como si Minseok no lo supiese ya. Tenía experiencia personal. Si los ojos eran el espejo del alma, los de Kim Jongdae indicaban que era un gran mentiroso. Aquel marrón celestial ya lo había engatusado una vez para dejarlo luego tirado, pero ya no era un niño de dieciocho años ingenuo y dispuesto a escandelar por un joven rebelde con nada que perder y mucho que demostrar.

 

No se habría dejado convencer para poner un pie  en el  exclusivo edificio apartamentos de          Jongdae si hubiera habido alguien más disponible, pero todo el departamento estaba trabajando en la preparación de su gran viaje a Francia.

 

2204. Minseok se detuvo frente la potente puerta. A pesar de tener la llave de tarjeta en la mano se sentía como un intruso. La introdujo en la ranura, se encendió la luz verde, entró y…

 

Oh, Dios.

 

La luz. El espacio. Y a través de las puertas dobles del salón… las vistas.
Así que era ahí donde vivía ahora. Por puesto, si su naturaleza brillante y rebelde le había catapultado a la cima más alta de una empresa de inversionistas, ¿Por qué no iba a vivir en un palacio situado a la altura del puente Banpo?

 

Hipnotizado por la grandeza del lugar, cruzó las puerta dobles sujetando todavía los  informes y se acercó de puntadillas para observar la vista a través de la cristalería. Seúl parecía una postal desde aquella altura, con el mar azul, los brillantes tejados y los rascacielos bajo el luminoso cielo.

 

Se dio vuelta y miro atrás de reojo, inhalando la atmósfera del lugar. Olía a rico. Los muebles eran caros pero de buen gusto. Caoba y cuero, una colorida alfombra persa, un par de cuadros…

 

Aquel exclusivo apartamento estaba a años luz del piso de dos habitaciones en el que pasaban las tardes durante aquel verano tan lejano en el que Jongdae inicio las delicias de la pasión.

 

Minseok deslizó la mirada hacia una foto congelada en el tiempo en un prisma de cristal. Mostraba una moto decrépita apoyada contra un muro. Era la antigua moto de Jongdae antes de que él la rescatara y la hiciera brillar. Su orgullo y su alegría.

 

Sintió una oleada de tristeza al pensar en aquel verano lejano, y como el tonto sentimental que era, se le llenaron los ojos de lágrimas mientras sonreía al recordar. Durante un instante se trasladó de nuevo a aquel tiempo mágico, en el verano en que cumplió dieciocho años. Las jacarandas estaban en flor, formando una alfombra púrpura por todo Daejeon. Tan vivido era su recuerdo como si hubiese sucedido ayer, Minseok se vio bajo las jacarandas en el patio de la iglesia tras el servicio matinal, recién salido del colegio y enamorado tras su único y arrebatador encuentro. Allí estaba escuchando soñador cómo la tía Min charlaba con sus amigas mientras que su padre, el reverendo del Ejército Cristiano de Daejeon, seguía despidiendo a sus fieles en la puerta de la iglesia.

 

Minseok podía ver a su antiguo yo enamorado hasta las trancas. Asintiendo. Sonriendo. Fingiendo que escuchaba, ocultando su secreto en el corazón hasta su adquirido radar para el amor escucho el sonido de una moto detenerse de un frenazo.

 

Subido al aparato estaba el hijo rebelde de Kim Jae-wook, Jongdae, que escudriñaba con su mirada café a los grupos de amigos y familiares vestidos con sus trajes de domingo. Unos vaqueros oscuros le marcaban las poderosas piernas y llevaba un chaleco de cuero que dejaba al descubierto los brazos bronceados y musculosos ligeramente marcados y resaltaba el brillo  de su incipiente barba de dos días y de su pelo negro como ala de un cuervo.

 

—¿Qué estará haciendo aquí?-la tía Min frunció el ceño. —¿Qué puede andar buscando?-

 

Aunque Minseok se había fijado en él. Como todas mujeres y hombres de Daejeon, habían hablado por primera vez el día anterior, cuando él lo ayudo a recoger los libros que  se le habían caído en un charco a la entrada de la biblioteca.

 

Tras años leyendo las sagas románticas y las grandes pasiones que se desarrollaban en las llanuras de Yorkshire, Minseok supo instintivamente lo que quería. A quien.  Y para su intensa felicidad y terror, la mirada marrón de Jongdae ilumino la suya con una sucesión de descargas eléctricas que atravesaron el patio de la iglesia.

 

Se sintió arrebatado por la emoción más profunda que había experimentado jamás. Durante un segundo, vaciló. Por un lado estaban sus amigos, su padre, la tía Min, la iglesia entera allí reunida, y por otro estaba el chico de la moto grande.

 

Entonces Kim Jongdae ladeó su hermosa cabeza y le sonrió. Un deseo primitivo y tan profundo e irresistible como una fuerza cósmica cobro vida dentro de él. Dio un paso en su dirección, se tambaleo, dio otro y luego, entregándole el libro de himnos a la tía Min, jadeo:

 

—Creo que yo sé lo que busca, tía. Viene en busca de la salvación.-

 

Entonces cruzó el patio.

 

—Vaya, hola Chen.-dijo como él educado hijo del pastor que era, aunque tenía el pulso acelerado. —¿Por qué no vienes con nosotros?-

 

Kim Jongdae miro hacia la atónita congregación y luego hacia él con una sonrisa.

 

—O podrías venir tú conmigo a dar una vuelta.

 

Era la segunda vez que tenía la oportunidad de disfrutar de su rostro tan de  cerca y no fue capaz de apartar los ojos de él. Tenía una nariz fuerte, recta y sexy. Una boca cincelada y una mandíbula poderosa. Era delgado y fuerte y tenía unas pestañas larguísimas y oscuras.

 

—Ah.-vacilo sintiéndose un dilema. —No creo que… bueno, están todos mis amigos… y también mi tía…

 

Jongdae esbozó una sonrisa gatuna que le eliminó todo el rostro y lo volvió todavía más guapo.

 

—No he venido por tu tía.

 

Minseok no vacilo más. Despidiéndose precipitadamente de su tía, subió detrás de él  y dejo que sus dedos se hundieran en sus costillas de Jongdae antes de salir a dar la vuelta más emocionante de su vida.

 

Sí, había sido emocionante. Agarrarse de las costillas de Jongdae en la moto había sido el contacto  más íntimo que había tenido con un hombre de verdad.

 

Su experiencia con los chicos se reducía a un primer beso  para presumir a un torpe y a un pequeño magreo en el baño del instituto  con Lee Jinki. Pero aunque resultara increíble para un delgaducho pelirrojo como él, Jongdae le había llevado a su apartamento y lo había besado hasta que se fundió por dentro como el chocolate caliente y se le derritió el cerebro.

 

Luego le desabrochó delicadamente pero con firmeza la modesta camisa con sus preciosas manos y le acaricio el pecho hasta que tembló con deliciosa fiebre. Y luego le bajo la cremallera del pantalón de los domingos  y con maña viril le enseño cosas que Minseok había leído en revistas sucias.

 

Sí, había sido un tiempo dorado. Jongdae se burlaba de cosas serias como  la iglesia, pero era tierno y cariñosos con él. No se burlaba de él cuando tocaba la flauta dulce los sábados por la mañana con la banda de la iglesia, aunque a Minseok le daba tanta vergüenza que fruncía constantemente el ceño.

 

Cada día con él era una aventura. Jongdae le había enseñado a escuchar canciones, escucharlas de verdad, y entre sus estudios  universitarios y el trabajo a tiempo parcial le mostró ideas y escritores de los que nunca había escuchado hablar.

 

Era un apasionado de la música, sobre todo del rock, y también de los animales. Podía sentirse tan fascinado por el encanto de una abeja como para obligarla a permanecer quieta durante varios minutos para que no se asustara.

 

Todavía podía escuchar su voz urgiéndola a tomarse su tiempo.

 

—Mira.-le decía. —Pero mira de verdad.-

 

La madre de Jongdae era pintora, le contó, y le había enseñado a mirar de verdad los pájaros y naturaleza desde que estaba pequeño. Y él también era un artista a su manera. En una ocasión se encontró en el apartamento con algunos de los poemas que escribía. Pequeños cuadros pintados con unas cuantas y brillantes palabras.

 

Se suponía que Minseok iba a entrar a la universidad, pero ¿Cómo iba a concentrarse con algo tan mundano como su futuro cuando estaba embriagado de amor? Así que atraso la matrícula y les dijo a su padre y a la tía Min que necesitaba un año sabático para vivir la vida.

 

Min no se mostró en absoluto impresionada.

 

—Nunca llegara a nada. Ese chico es una fuente de problema ¿Por qué no puedes buscar a un chico bueno y sano de la iglesia?-

 

Le sorprendió ser capaz de  ver la belleza de las cosas sencillas. Que muchas veces, que cuando Minseok corría el peligro de dejarse llevar excesivamente por la imprudencia, era la mano de Jongdae quien lo sostenía.

 

Cuando Jongdae no estaba arreglando motores se llevaba a Minseok a pescar en el viejo barco de su padre al estuario de la bahía. Como recordaba aquellas tardes indolentes tumbados en el barco soñando con el futuro. Jongdae con su vieja camiseta azul que siempre olía ligeramente a aceite por mucho que la lavara.

                           

Y él le amaba. Dios, como le amaba.

 

Lástima que todo tuviera que terminar de un modo tan triste. Pero Minseok había aprendido la lección. Como decía la canción, la vida es una sinfonía agridulce. Y cuando superó el horrible dolor de haberle perdido, llegó a la conclusión de que su felicidad dependía de sí mismo, no de otra persona.

 

Echo un vistazo al lujoso apartamento. ¿Existiría todavía aquel irreverente y burlón Kim Jongdae en alguna parte, bajo capas de trajes italianos?

 

Se detuvo frente a un mueble mar antiguo en el que había una licorería de cristal entre la selección de las botellas de aspecto letal. Unas cuantas etiquetas familiares. Whisky, ginebra, y allí estaba el Vodka. Su antiguo favorito y su primer contacto con aquel producto maligno. Minseok estuvo a punto de echarse a reír al recordar cómo era entonces. Lo fácilmente que había sucumbido en nombre de la sofisticación.

 

Cualquier cosa con tal de impresionar a su amante, que tanto habían vivido sus ingenuos ojos, era seis años mayor que él, y más mayor todavía en pérdidas de dolor.

 

Tras una vida dedicada al cuidado de los sin techo y encargándose del comedor social de la ciudad, no le impresionaría más de los que le impacto cuando diez años atrás recogió al padre de Jongdae de la acera y lo llevo a casa porque se había jugado el ultimo dólar y no podía pagar el auto bus.

 

A Minseok se le paso por la cabeza que si Jongdae supiera que estaba ahora, allí, invadiendo su terreno privado. Tendría todo el derecho del mundo a estar furioso.

 

Fue consiente entonces de una vaga sensación, que no había experimentado desde que era pequeño y su padre la dejo una vez solo en casa mientras iba a atender a una persona con una urgencia. Un deseo inconsciente y casi irresistible de aprovechar al máximo la libertad y hacer algo perverso como asaltar la nevera y acabar con todo el helado.

 

No, por supuesto que no haría algo así ahora.

 

Pero Jongdae iba a pasarse el resto de la tarde reunido con la junta y su asistente, Taehee. Así que tal vez tuviera tiempo para hacer un pequeño tour…

 

…Y quizás, solo quizás… revivir viejos recuerdos.         

 

 

Notas finales:

¿Que les parecio? es mi primer ChenMin y estoy emocionda ;u;

 

Espero que les guste nos leemos en la siguiente parte byeee <3

aaaaaaaaaaaaaaah la portadita gay aquí xD
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