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Autumn City por PanquequeS

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Notas del fanfic:

Disclaimer:

 
Ninguno 
de los hechos acaecidos en este relato ha ocurrido en la realidad; todo es puro y completamente ficticio.
La autora de este relato no posee ninguna clase de derecho ni propiedad sobre los artistas citados en él, ni está vinculada en modo alguno con ellos, sino que utiliza sus nombres sin su consentimiento explícito. Con su trabajo, no pretende ofenderlos o causarles perjuicio alguno, sino, simplemente, crear una forma de entretenimiento para ella y quien quiera disfrutarla, sin obtener beneficio económico de ninguna clase.

Notas del capitulo:

Bien, estoy una vez por aquí y traigo conmigo un pequeño oneshot Hunhan. Escrito para el reto de autoras propuesto por Confesionesbuenasdefanfics basado en alguna de las cuatro estaciones del año. Elegí otoño porque-no hay razón pero tenía ideas para un OS Spring y OS Winter también, sólo que terminé eligiendo Autumn. No estoy segura de lo que he escrito pero espero que les guste tanto o más que a mi que disfrute escribiéndolo a pesar de que me llevó horas y horas terminarlo, Laura esta como testigo orz, fue una experiencia buena pero complicada, en fin, enserio espero que les guste este oneshot. Sin más que añadir, me retiro. Enjoy!!

Pd: Gracias a Lau aka rookiemonster por la portada (que solo pueden ver en mi LJ) . Es preciosa, gracias.

Autumn city

Sometimes giving up seems easier

 

 

 

La luz del sol se cuela en la ventana de su habitación, haciéndolo gruñir por la luz no deseada que se deja ver. Él se remueve entre toda la maraña de cobijas que cubre su delicado cuerpo para luego abrir lentamente los ojos. Sus ojos castaños miran alrededor y suspira, porque sabe que cada mañana, cada día despertará en la soledad de su habitación, echando de menos la presencia de aquel joven que había conocido hace unos años atrás y que ahora–ahora él ya no estaba más.

A veces se preguntaba qué habría pasado si él hubiese conocido mucho más antes a Sehun. ¿El final sería el mismo que el de ahora? O ¿Algo hubiese cambiado? Eran preguntas que frecuentaban la cabeza de Luhan, atormentándolo día tras día.

Luhan se puso de pie perezosamente, estirando su delicado cuerpo para luego caminar al cuarto de baño e ignorar la fotografía de su mesa. Aún le dolía el recuerdo, pero a pesar de ello él no se iba de ese país, donde en cada otoño veía caer las hojas de los árboles y donde el recuerdo lo acechaba cada momento, pero a pesar del dolor que sentía su corazón, la añoranza de los momentos vividos, los días que pasó en compañía de Sehun no se iban y él por su parte no quería dejarlos ir, a pesar de todo.

Hay cosas que hasta hoy día no puede lograr comprender, como por ejemplo las razones que Sehun había tenido en ese entonces, pero tampoco lo juzga. No podría hacerlo. Para un niño de dieciséis años, tomar esa decisión debió ser realmente duro, agobiante y destructora, y él con tan sólo diecisiete años tampoco hubiese comprendido esos pensamientos. Sólo eran unos niños. 

Fue en Noviembre del dos mil doce cuando Luhan y sus padres decidieron ir de vacaciones a Vancouver. Luhan no estaba muy contento sobre ello, porque maldición, él no habla inglés y estará completamente aburrido en la casa que sus padres alquilaron para su estadía en ese país. Estar en otro país era apabullante para Luhan, agregándole el cansancio por las horas que tardó el viaje y el constante Luhan mira esto, es hermoso que soltaba su progenitora mientras viajaban en el auto, camino a la casa donde se quedarían.

Luhan se dedicó a observar en silencio durante el viaje en auto, mirando todo a su alrededor y admitiendo silenciosamente que el lugar era muy hermoso además de que era otoño. Mirar el mar de marrones, amarillos y naranjas de las deshojadas hojas del suelo era fascinante para el adolescente. 

—Ciudad del otoño.-Murmuró. Luhan no iba a negar que está fascinado pero tampoco negaría que no estaba completamente feliz. Estar en un país desconocido, con una lengua que él no puede hablar, rodeado de sus padres, sin conocer a nadie, iba hacer una experiencia bastante difícil de llevar, pero tarde que temprano tendría que acostumbrarse. 

—Cariño,-La dulce voz de su madre llamó su atención —la casa de ahí es donde estaremos viviendo por el momento.-señaló la mujer.

—Es preciosa, mamá.-Susurró Luhan, maravillado con la casa que sus padres habían conseguido. Era de dos plantas, separando las casas con cercas y un pequeño jardín delantero. Sencilla pero preciosa en toda la extensión de la palabra. Cuando el auto se estacionó, Luhan bajó rápidamente y miró con ojos ilusionados el lugar. De todo lo que el adolescente pensó que sería el viaje, jamás creyó que las residencias donde sus padres habían alquilado estarían rodeadas de vegetación, y una vista divina y única. 

— ¿Qué te parece, Luhan?-Cuestionó su padre —Este lugar fue sugerencia de unos amigos.

—Es muy hermoso, papá.-Contestó el adolescente, mirando alrededor. Los padres en compañía de Luhan entraron a la casa y si el exterior era divino, el interior era inigualable. El joven corrió por las escaleras, admirando todo el lugar y para finalizar, observó cada unas de las tres habitaciones de la casa, escogiendo la que tenía un amplio balcón con vista a la vegetación. Luhan pensó que, después de todo, algo bueno había salido al venir a este viaje.

 

 

Dos días más tarde, desde su llegada, Luhan se había quedado dormido. Habían estado saliendo para conocer los alrededores y llegaban hasta muy tarde, dejando agotado al adolescente. Por ello los padres de Luhan lo habían dejado dormir, colocando una nota en su mesa donde le explicaban que iban a salir y no lo verían hasta la noche. Eso mismo leyó Luhan cuando despertó de su reparador sueño, poniéndose en sus dos pies para luego dirigirse a la puerta corrediza y salir al balcón; donde el aire frío azotó contra el rostro y cuerpo de Luhan, haciéndolo temblar. 

—Para ser otoño está haciendo mucho frío.-Murmuró Luhan, tallándose con las manos sus delicados brazos. Miró los árboles y escuchó el cantar de los pájaros. El sol en su total resplandor y–Luhan desvió la mirada del paisaje para dirigirlos al auto que se había estacionado en la casa vecina. Una corriente de aire pasó, agitando las ramas de los árboles con sus hojas de color marrón-amarillezco, haciéndolas caer al instante y entonces una figura de un adolescente bajó del auto que recientemente había llegado. Alto, de complexión delgada, cabellos rubios cenizos, guapo y con una musculatura promedio. Rostro serio, mirada penetrante, pequeños labios rosas, ojos rasgados, piel nívea, porte elegante e imponente.

Luhan intuía que el muchacho era tal vez un poco mayor que él, no lo podía asegurar. Observó en silencio desde su balcón como el recién llegado cargaba unas maletas y tras él iba una pareja con más equipaje, caminaban por el pequeño sendero para llegar a la puerta de la casa. Por un segundo Luhan creyó ver que el muchacho lo miró por escasos segundos, pero no, sólo había sido su imaginación. 

Después de que los recién llegados entraran a la casa vecina, Luhan volvió a mirar el paisaje por unos segundos antes de que su cuerpo temblara ligeramente por el aire que corría. Él continuaba en pijama y debía vestirse, desayunar y salir a caminar cerca de la casa. Al menos tendría algo que hacer, ya que sus padres lo habían dejado solo en casa y él sabía que si no se ponía hacer algo se terminaría muriendo del aburrimiento. Aburrimiento más Luhan era una pésima combinación. 

Cuando el adolescente se había duchado, alimentado y arreglado su cama, cogió su chaqueta y bufanda, colocándoselo para luego salir de la casa. El atardecer estaba en su apogeo; la luz brillante y fuerte, pero el frío seguía ahí, tan intenso como el aire que azotaba las ramas de los árboles, que en el proceso tiraban sus hojas. 

Luhan se acomodó su chaqueta y comenzó a caminar. Él aún admira las estructuras de las casas del vecindario, con estilo rustico, tan parecidas las unas con la otras pero diferenciándose de alguna manera. Lo bueno de vivir por esa parte era que tenía un pequeño bosque, un rio y mucha vegetación; flora y fauna. Luhan nunca se caracterizó por ser ambientalista pero el lugar le parecía un lugar maravilloso, perfecto y bastante cuidado por sus habitantes. 

Luhan se introdujo en el pequeño bosque, caminando lentamente mientras observaba el tranquilo paisaje. Las hojas en el suelo se miraban, de alguna forma, preciosas, con el contraste de sus colores. Sus padres habían decidido viajar cuando la estación del año era otoño. Luhan antes no se había detenido a pensar que esa estación del año fuese tan magnífica, como lo pensaba ahora que estaba en un país extranjero y donde por todos lados se podía apreciar que el otoño estaba en su momento más reluciente.

Luhan, quien miraba todo a su alrededor, llegó hasta el rio y no se había percatado de la presencia de alguien más hasta que miró al frente, encontrándose con esa familiar figura. Lo que si caracterizaba a Luhan es lo sociable y hablador que podía ser en ocasiones–en muchas ocasiones en realidad–y entonces eligió acercarse hasta donde el otro adolescente estaba; acuclillado cerca del rio, mirando el agua en completo silencio.

—Hola.-Saludó tímidamente, utilizando el idioma coreano. Después de todo llevaba viviendo en Corea más de dos años a pesar de ser chino. El otro chico giró lentamente su rostro, entendiéndolo, para que al final ambos se miraran en un sepulcral silencio —Me llamo Luhan.-se presentó el pelirosa. 

—Sehun.-La voz del chico era suave y tenía un siseo encantador. Luhan sonrió.

—Un placer, Sehun-ah.-Luhan le dedicó una suave sonrisa antes de continuar —Te vi llegar esta mañana junto a tus padres.-comentó alegremente —Somos vecinos, vivo a lado.

—No son mis padres.-Luhan escuchó claro y fuerte —Son mis tíos. Mis padres están muertos.-el pelirosa maldijo silenciosamente. Recién lo conoce y ya la esta jodiendo. 

—Uh–lo siento, no lo sabía.-Se disculpó.

—Sí, nadie lo sabe.-De las cosas que Luhan se dio cuenta en cuestión de nada es que Sehun tenía un semblante bastante serio, ojos apagados y silencioso. Luhan no tenía la menor idea de cómo iba a llegar hasta Sehun sí él se comportaba de esa manera.

—Bueno,-Comenzó —ahora yo lo sé.-sonrió conciliador Luhan — ¿Vienes de vacaciones?-curioseó un poco más, sentándose al lado de Sehun.

—No te importa.-Murmuró cortante y Luhan hizo un pequeño mohín, en disgusto.

—Bueno, no tienes que ser tan cortante, Sehun-ah.-Soltó Luhan, sin dudarlo —Estoy tratando de llevarme bien contigo. Me siento aburrido y solo aquí. Mis padres han planeado este viaje por mucho tiempo y aunque yo no quería venir, mírame, aquí estoy. Además, tú eres joven, yo también lo soy, podemos llevarnos bien, ¿no crees?

—Bueno sí.-Contestó Sehun —Pero eso no signifique que yo quiera, ¿cierto?

— ¿Y?-Luhan se encogió de hombros —No te cuesta nada. Salimos ganando los dos. 

— ¿Exactamente que gano yo con todo esto?-Preguntó Sehun, rodado los ojos al terminar de hablar.

—Me ganas a mí.-Contestó con diversión el pelirosa —Así no estamos solos y nos hacemos compañía.

— ¿Y si no quiero?-Luhan pensó en ello por un segundo pero luego una divertida sonrisa surcó sus labios.

—Creo que trataría de convencerte.-Contestó sin más Luhan, dirigiéndole una mirada al otro joven.

—Bueno, entonces inténtalo.-Sehun dijo, sorprendiendo a Luhan, quien después de unos segundos se echó a reír.

 

 

De acuerdo a lo que sus pequeños oídos escucharon, su familia y él estarían en Vancouver alrededor de tres meses así que tenía bastante tiempo para conocer los lugares turísticos del país, disfrutar de la gastronomía, comprar cosas que le parecieran interesantes y, lo más importante, tratar que Sehun le sonriera algún día.

Había pasado dos semanas desde que había llegado y una semana desde que había conocido a Sehun. Luhan descubrió que Sehun era un año menor que él, cosa que le sorprendió muchísimo dado que el más joven se veía más mayor–sólo un poco–y además que nunca sonreía, ni siquiera con sus tíos. En realidad, Luhan sabia muy poco de Sehun, el chico hablaba muy poco sobre él y su familia pero el pelirosa no insistía porque, de alguna manera, podía ver que a Sehun le ponía incomodo tocar el asunto de su familia. 

¿Lo bueno de todo esto? Sehun comenzaba hablar más con Luhan. Al principio era renuente, como un hueso duro de roer pero Luhan era persistente y dedicado con lo que hacía, y el pelirosa se había propuesto hacer sonreír a Sehun, le costará lo que le costará, no podía ser tan difícil ¿cierto? Bueno, pues si era difícil. El chico apenas mostraba algún cambio de expresión en ese cincelado rostro. 

—Entonces eres coreano, ¿no?-Preguntó aquella tarde Luhan.

—Llevamos una semana hablando, Luhan.-Murmuró el más joven — ¿Qué crees tú?-Luhan rodó los ojos y luego golpeó ligeramente el hombro de Sehun.

—Sólo trato de hacerte hablar, ¿sabes?-Suspiró —Además, por si no sabias yo soy chino y hablo fluidamente el coreano.

—Oh.-Murmuró el rubio cenizo, mirando a Luhan por varios segundos —No lo sabía.

—Ahora lo sabes.-Rió el mayor, encantado con ver la sorpresa pintada en los oscuros ojos del más alto. En ese momento, sin que Luhan lo supiera, un sentimiento comenzaba a crecer lentamente desde lo más profundo de su corazón.

**


El tiempo pasaba rápidamente pero Luhan lo sentía lento y agradable. Sehun comenzaba abrirse a él, hablaba más y hubo una tarde, tres semanas más tarde, cuando ellos caminaban por el vecindario, charlando de cosas triviales cuando Luhan había recitado una frase de uno de sus libros favoritos, provocando la risa de Sehun por la seriedad que había usado en su tono de voz el pelirosa. 

— ¡Por Dios Sehun-ah, te has reído!-Exclamó Luhan, sonriendo ampliamente. El nombrado rodó los ojos antes de hablar.

—Eso es porque sonaste demasiado idiota.-Soltó Sehun, provocando que Luhan se llevara su mano al pecho, dramatizando todo.

— ¡Eso es denigrante, Sehun-ah!-Gimoteó lindamente. Sehun giró su rostro porque, maldición, incluso a él le pareció tierno y lindo el gesto del mayor.

—Sólo cállate.-Contestó Sehun, después de unos minutos, donde el sonrojo que había adquirido ya no estaba más. Luhan estaba demasiado feliz como para hacerle caso al menor, así que ignorando completamente a Sehun, continuó hablando y hablando, riendo de vez en cuando y provocando que el corazón del rubio cenizo se agitara por ratos.

 

 

Casi dos meses habían pasado desde que Luhan y Sehun se conocieron. Continuaban saliendo, compartiendo tiempo juntos, creando recuerdos agradables, riendo por alguna que otra cosa, yendo al rio a la misma hora, sentándose a disfrutar de la tarde del día, sentir el aire frío, mirar como el otoño hace estragos en los árboles, provocando que hojas tras hojas cayeran y donde el marrón-amarillezco se mezclaba con el color café claro de la tierra del bosque. 

Luhan pensó que haber conocido a Sehun en sus vacaciones fue la cosa más maravillosa que le pudo haber pasado. Y es ahí cuando decidí colocarle una etiqueta a aquellos sentimientos que con el pasar del tiempo fueron surgiendo. Estaba enamorado de Sehun. Lo supo cuando miraba aquellas fotos donde salían él y Sehun–que por cierto le costó horrores conseguirlas porque Sehun era un amargado de lo peor–, pero cada vez que llegaba a pensar en amor más Sehun lo negaba con fervor, porque no podía amarlo. Había dicho que era imposible, pero nada en esta vida era imposible.

Ese día, Luhan había decidido confesarse. El tiempo se estaba yendo y no le importaba si Sehun lo rechazaba pero él quería decirlo porque no quería vivir con resentimientos por el hecho de nunca confesar sus sentimientos por el menor. Luhan era un adolescente directo y decidido ante lo se proponía. Por eso, esa tarde, antes de despedirse, cogió el brazo de Sehun.

—Espérame en el rio dentro de una hora.-Musitó Luhan.

— ¿Para qué?-Quiso saber el menor.

—No preguntes.-Sonrió Luhan —Pronto lo sabrás de todas formas.-se encogió de hombros, agitando su mano en señal de despedida y giró sobre sus talones para luego entrar a la casa. Luhan nunca conoció lo que era vergüenza ni nerviosismo. Él estaba bastante normal para lo que planeaba hacer más tarde, en realidad él estaba demasiado feliz a pesar de que no podía imaginar la respuesta de Sehun.

Cuando Luhan terminó de cenar y tomar un baño, cogió un abrigo color mostaza, se calzó y se despidió de sus padres, saliendo de la casa. La luz del atardecer atravesaba los árboles del bosque mientras él caminaba lentamente. Cuando llegó al rio, Sehun ya se encontraba ahí; sentado a la orilla, mirando el agua correr y lo más gracioso para Luhan fue el gorrito que traía puesto el más joven.

—No digas nada.-Murmuró Sehun cuando sintió a Luhan —Es un regalo de mi abuela e insistió en que lo usara.-se encogió de hombros —Es una anciana terca y determinada.-Sehun rió, extrañando a Luhan.

— ¿Qué es tan gracioso?-Cuestionó el pelirosa.

—En realidad, mi abuela y tu son parecidos.-Rió más —Supongo que fue eso lo que me hizo repelarte desde el inicio. Suficiente tenía con mi abuela como para lidiar contigo, Luhan.

—No es gracioso, Sehun-ah.-Luhan chocó su hombro contra el del más joven y luego sonrió.

— ¿Qué tenias que decirme?-Preguntó Sehun y Luhan rodó los ojos.

—Tan desesperado.-Contestó y suspiró —Como sabes,-comenzó Luhan—soy muy directo con las cosas que digo así que decidí confesarme.-Sehun lo miró confundido unos segundos, asimilando las palabras del mayor, y cuando entendió lo que significaba las palabras de Luhan, sus ojos se abrieron en sorpresa.

— ¿Qué estás diciendo?-Preguntó tontamente el menor.

—Es bastante obvio, Sehun-ah.-Dijo Luhan —Me gustas y mucho.-rió —No estoy tan seguro cuando empecé a sentir esto por ti pero no quiero guardar estos sentimientos, mi forma de ser no me lo permite.-el pelirosa se encogió de hombros y un silencio cayó encima de ellos. Sehun no habló después de que el más bajito había terminado de hablar y Luhan le estaba dando el tiempo necesario. 

—Gracias.-Luhan despegó su mirada del paisaje y giró su rostro, dejándolo plantado en la figura de Sehun —Gracias Luhan.-el nombrado inclinó su cabeza a un lado para luego sonreír dulcemente. No entendía mucho la forma de expresarse del más joven pero él piensa que eso es lo que caracterizaba a Sehun y le encantaba.

—Bueno, no es nada.-Respondió Luhan. Planeaba decir algo más pero entonces sintió aquella calidez proveniente de una mano ajena y miró desconcertadamente a su acompañante. Luhan necesitaba respuestas verbales pero a cambio recibió una respuesta de Sehun demostrándoselo de una diferente manera. Un beso. Sehun le había dado un efímero pero encantador beso — ¿Eso qué significa, Sehun-ah?-suspiró el pelirosa, sintiendo la calidez de la respiración de su acompañante.

— ¿Qué crees tú?-Sehun lo miró por unos segundos para luego volver a unir sus labios en un beso más profundo y largo. Entonces Luhan descubrió, por primera vez, lo que significaba amar a alguien.

 

 

Luhan siempre fue un niño bastante risueño y alegre. Sus padres notaron que algo bueno había sucedido porque Luhan no paraba de sonreír como un bobo, según palabras del padre del adolescente. No tardaron en descubrir cuál era la razón y para Luhan fue esplendido cuando sus padres le desearon lo mejor en su nueva relación con Sehun. 

Al igual que la felicidad, la preocupación llegó. No faltaba para que el regresara a Corea. ¿Cuál era el problema? Sehun no regresaría a Corea, él lo había dicho una noche que, para buena suerte de Luhan, se había quedado a dormir en su casa. Ese día habían hablado de muchas cosas y entre ellas salió el porqué Sehun no volvería a Corea. 

—Mis padres murieron, Luhan.-El pelirosa asintió, mientras acariciaba las hebras de cabello rubio de su acompañante —Ellos murieron en un accidente donde el único sobreviviente fui yo.-el mayor sintió una punzada en su pecho.

—Lo siento, Sehun-ah.-Murmuró Luhan.

—Yo también lo siento, Luhan.-Susurró el menor —Créeme que lo siento mucho.

— ¿Qué pasó?-Pregunto y luego agregó: —Claro, si quieres hablar de ello.-Luhan continuó acariciando los cabellos del más joven, con lentitud y cariño.

—Papá, mamá y yo habíamos ido al parque de diversiones.-Comenzó el rubio cenizo —Mis padres no solían estar muy seguido en casa y no salían conmigo, entonces insistí para que me llevaran al parque de diversiones y ellos aceptaron.-Sehun hizo una pausa y suspiró —Salimos tarde ese día; estaba oscuro y tranquilo, papá y mamá charlaban y yo los escuchaba porque era agradable oírlos,-sonrió con nostalgia—pero nadie se dio cuenta del camión, Luhan. Fue muy tarde cuando papá se dio cuenta y no pudo evitar el impacto. Quedé inconsciente y sólo cuando desperté encontré a mis tíos ahí, a mi lado y el dolor en mi cuerpo fue un recordatorio de lo que había pasado. Me dijeron que mis padres murieron en el acto y fue un milagro que yo me salvara, ¿entiendes? Fue mi culpa y los únicos que murieron fueron mis padres, Luhan.

—No cariño.-Interrumpió Luhan —No fue tu culpa, nada de lo que pasó fue tu culpa.-Sehun rió amargamente.

—Fue hace un año y yo no podía continuar viviendo en corea, por lo tanto mis tíos decidieron mudarse y vivir con la abuela. 

—Lo siento tanto, Sehun-ah.-Arrulló el mayor. Después de estar en silencio, acariciando y mimando al adolescente más joven, después de que Sehun trató de borrar las imágenes del accidente, Luhan rompió el silencio, cambiando el tema rápidamente porque el mayor sabía cuánto dolor le traían los recuerdos a su pequeño novio —No quiero volver a Corea.-murmuró —Quiero quedarme contigo.

—Hay cosas que no se pueden evitar.-Susurró Sehun y Luhan gimoteó pero no tomó en cuenta el valor y significado que tenían esas palabras que el menor había dicho. Eran unas fuertes palabras con un gran significado para Sehun que Luhan no pudo notar el peso de ellas.

 

 

 

Existe un proverbio chino que Luhan había escuchado hace mucho tiempo de sus abuelos y nunca le dio importancia a aquel proverbio hasta que experimentó una situación que fue y continua siendo difícil para él.

El otoño estaba llegando a su fin y aún podía observar las hojas que caían con lentitud de los árboles, donde los colores marrón-amarillezco  se mezclaban y crean una imagen para apreciar. Día tras día, desde que Sehun y Luhan habían iniciado su relación pasaban más tiempo juntos, el menor dejaba al descubierto sus sentimientos por Luhan pero aparte de eso, el pelirosa podía distinguir otra cosa en el más alto pero tampoco tomó carta en el asunto y eso era algo que detestó, porque si él hubiese intervenido, quizás y solo quizás, el rumbo de las cosas hubiese sido otro. 

Luhan aún recuerda esa noche. Tan clara, como si hubiese sido ayer pero no, en realidad ya había pasado tres años desde entonces y él continuaba recordándolo una y otra vez.

Sehun se encontraba acostado en la cama del mayor, aferrándose fuertemente a la cintura del pelirosa mientras repartía besos por sus mejillas, frente, ojos, nariz y para finalizar en los labios. Esa noche Luhan recibió completamente el amor de Sehun en formas de actos. Y entonces Luhan podía asegurar que mientras Sehun estuviese a su lado todo estaría bien, lo creía ciegamente. 

La mañana siguiente fue el tormento de Luhan, quien despertó sólo en la habitación. Cuando sus pequeños ojitos estuvieron abiertos buscó a Sehun por la habitación pero él no estaba ni siquiera en el sanitario ni en la casa. Luhan encontró una nota en su chamarra, la que se había quitado la noche anterior y leyó. 

No decía mucho pero el simple lo siento. Te amo de Sehun provocaron una gran opresión en su pecho. Desesperado se calzó, se colocó su chaqueta y bajó corriendo las escaleras. No sabía porque ni porque razón corrió por el bosque hasta llegar al rio. Entonces, su peor pesadilla apareció frente a sus ojos y el proverbio chino que sus abuelos recitaban surgió de lo más recóndito de sus recuerdos. 

Se conoce la cara de una persona, pero no su corazón.

El cuerpo inerte de Sehun se encontraba a orillas del rio. Desesperadamente Luhan corrió hasta quedar hincado a su lado para luego comenzar a moverlo mientras que gruesas lágrimas corrían por las mejillas del pelirosa.

—Sehun-ah, por favor.-Pidió Luhan entre lagrimas —Por favor Sehun.-sollozó fuertemente. Luhan estaba rogándole al cielo para que no le quitaran a Sehun, él no quería eso, no, no, no, no, él no lo quería.

Luhan no recuerda claramente como fue lo siguiente a eso. Tiene imágenes vagas de él corriendo una vez más por el bosque, yendo a su casa, despertar a sus padres entre lágrimas y susurrar sin parar Sehun, Sehun, Sehun, Sehun. Llamaron a la familia de Sehun, a la ambulancia también y entonces Luhan se volvía a ver hincado al cuerpo pálido de su pequeño novio mientras continuaba susurrando por favor, por favor, por favor, por favor. Cuando la ambulancia llegó y los paramédicos miraron la escena; se acercaron y revisaron el inerte cuerpo para que al final los oídos de Luhan escucharan lo que más temía.

—Está muerto.-Por favor no me lo quiten pidió desesperadamente Luhan —Murió de una sobredosis.

Duro pero real. Ese fue el golpe que recibió Luhan. Recuerda con cariño, añoranza y tristeza ese otoño del dos mil doce, en la ciudad del otoño–como Sehun había dicho una vez y donde él, cuando recientemente había llegado a Vancouver, había susurrado lo mismo–, recuerda que fue en ese momento, en ese lugar, en aquel tiempo que terminó perdidamente enamorado de Oh Sehun. También recuerda que fue ese lugar, que hoy día no puede dejar, donde perdió a su primer y único amor.

 


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