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Rayos de sol por AleXx

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Cazadores de Sombras no me pertenece. 

No debo ser la única que se irrita con Clary, así que medio en broma decidí escribir un fanfic en donde emparejaba a sus dos pretendientes, ¡imaginen cómo flipé cuando me di cuenta de que su relación molaba mucho! 

No creo que haya spoilers. Actualmente estoy leyendo 'Ciudad de Cristal'. 

 

 

Simon le mira como si realmente le pareciera desagradable, indispuesto a volver a probarlo. Frunce el ceño y arruga la nariz, decidido a no olfatear su característico aroma a jabón y rayos de sol.

— ¿Demasiado encantador para ti, vampiro? —Le suelta Jace, atento a sus reacciones. Incluso se toma la molestia de destaparse un poco más el cuello y dejar destapadas sus runas. Como lazos negros enrollándose en sus clavículas y sujetándose a su cuello.— ¿Cansado ya de la sangre de animal? 

Es una costumbre entre ellos el tratarse como si estuviesen a punto de asesinarse. Colmillos descubiertos, cuchillo serafín en mano. Armas en forma de insultos.

— En realidad me preguntaba cómo es que podías oler y saber tan mal. Si hablamos de sangre de animal, la tuya servirá.

Jace le sonríe de lado, como aceptando que le ha jugado una buena broma. Simon no lo ha tratado tanto como Clary lo ha hecho, no conoce sus manías y, sin embargo, es capaz de ver cierta vacilación en sus labios a la hora de replicarle. Como si le hubiera herido el orgullo de verdad.

— Por mucha sed que tengas no deberías tratarme así. Soy el único que estaría dispuesto a hacer esto por ti.

Y el único al que Simon le clavaría los dientes sin pensarlo.

Existe cierto placer en enterrarle los colmillos en la piel y succionarle la sangre. Besar frascos con sangre espesa y medio oxidada de animales no es tan asqueroso como parece, pero definitivamente no hay nada mejor en el mundo que alimentarse de líquido rojo, fresco y caliente.

— Si pudiera...

— Pero no puedes. Muerde antes de que me arrepienta y te trate como un mosquito. Hasta podría golpearte en la cabeza para hacerlo más creíble. Aunque tal vez eso te mate, con lo débil que debes de estar. 

El vampiro no responde, con lentitud avanza hacia Jace y los colmillos se le alargan con la cercanía. No necesita apartarle la cabeza para inclinarse sobre el cuello, el contrario ya la ha ladeado, así que Simon se hunde sobre el hombro del rubio y bebe. Piensa en los sonidos del corazón del cazador de sombras. Como una batería que se va acelerando poco a poco. A destiempo.

Extrae una buena cantidad antes de retirarse y cubrirse la boca con el dorso de la mano. Tiene los labios rojos, se los lame. Jace está pálido, pero aún así sonríe. — ¿Tan asqueroso soy como para que me lamas?

— Déjate de bromas. —Medio aturdido con el sabor se echa hacia atrás. Tratando de conseguirse unos segundos para volver a odiarlo y no pensar que en realidad su gusto lo ha disfrutado bastante. Que ha encontrado a alguien a quien quiere dejarle marcas y acabárselo desde adentro. La sangre del rubio lo hace sentir mucho mejor que sólo vivo. Una metáfora interesante porque técnicamente está muerto.— Pudo ser mejor.

— Nunca probarás algo mejor, Simon.

— Nunca se sabe. Tal vez debería ir por allí mordiendo chicos rubios. Rubios teñidos, quiero decir. Quizás encuentre a uno más insoportable que tú. 

— Lamento decirte que nadie me superará jamás en ser insoportable. Tengo un récord en ello.

Cierra los ojos para sentir la luz del sol en su garganta y no sabe si considerarlo una bendición o una maldición. Es incapaz de sentir la calidez del astro solar, tampoco es bienvenido entre los demás vampiros (esos que jamás volverán a sentir algo tan brillante como el Sol sin quemarse y morir), pero aún así, Simon sí que puede ser iluminado, puede vagar como cualquier ser humano normal. 

Lo único que le importa ahora es que puede sentir. Puede sentir la presión del torrente sanguíneo de Jace y oler su aroma a cuero, sangre, sudor y rebeldía; la que desprende cuando se considera en peligro o está a la defensiva.

¡Cómo si fuera a hacerle daño adrede! Sabe controlarse. No lo mataría ni por muy sediento que se encuentre. No hay razón para que se sienta tan inseguro, si él mismo se ha ofrecido.

— No vayas ofreciendo tu sangre a otros. —Dice, medio en broma, medio en serio. Limpiándose las comisuras de los labios con una de sus mangas. Sus colmillos ya han dejado de ser visibles. 

Todos los amores que ha tenido (el único que ha tenido) le han causado tanto malestar que ya no puede separar dolor de cariño. Está bastante seguro de que Jace es igual a él, en ese sentido, que piensa que amar a alguien es destruirlo, que cree que mostrarse vulnerable ante alguien es ser destruido. Con sus malas maneras y sus mil ideas para romper las reglas se descubre a sí mismo. Grita a los cuatro vientos que no sabe cómo tratar a personas que se rompen por primera vez y se tira al suelo para intentar reconstruirlas cuando nota que les ha hecho daño. 

Es una suerte que él ya esté roto y sepa cómo construirse de nuevo usando las piezas rotas de Jace. Es el idiota que lo regresó a la vida y el único al que le pediría que lo mantenga vivo.

— ¿Celoso?

— Sí, mucho. —Contesta con sarcasmo.— A ti te hará mucha gracia cuando te vacíe por la sed. A ver si así piensas que me importas. 

— No suena tan mal. Hay muertes peores que ser asesinado por un vampiro. Eso sí, si me matas, quiero que le digas a todos que un demonio me asesinó. Sería ridículo que tú me mataras. 

— Lo sería. Pero se me ocurren muchas maneras ridículas de acabar contigo. —Muchas que lo matarían a él también. Después de todo, Dios cree que los rayos de Sol no están hechos para personas como él. Y Jace está hecho de rayos de Sol. Así es como huelen y saben los cazadores de sombras. 

— No esperes que muera por ti, Lewis.

— No espero que mueras por mí. Nunca lo he esperado. 


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