En vista de que el rubio no regresaba, Shinra se queda el mayor tiempo posible con Izaya. Al menos el suficiente para cambiarle los vendajes viejos y curarle las heridas nuevas antes de ir al colegio.
Por la tarde se escucha que llaman a la puerta.
-Ya era hora de que llegaras- renegaba el informante mientras se levantaba de su lugar- Mataku. Estúpido Shizu-chan te has tardado mucho. Tengo hambre. Hazme de cenar.-
Sin embargo al abril la puerta Izaya se congela, no era Shizuo, quien estaba frente suyo era ni más ni menos que Haruya Shiki.
-Yo.- saluda como si nada el yakuza.
-¿Q-Qué haces aquí- retrocede unos pasos.
-Estaba de paso y decidí saludar- sin ser invitado entra- Traje tu favorito, sushi.-
Con renuencia a Orihara lo único que le queda es ceder y aceptar.
Una vez dispuesto todo, ambos jóvenes cenaron en completo silencio. Concluido esto, Izaya retira los platos y trae un poco de café.
-Ahora dime- comienza el menor fríamente tomando su lugar nuevamente- ¿Qué es lo que quieres? Y no me vengas que a saludar. No por nada sales de tu gran y cómoda guarida Shiki-sempai.-
-En eso tienes razón, Izaya- toma un poco de café de su taza- Y sabes que detesto dar rodeos al asunto. Así que iré directo al grano- hace una ligera pausa para acomodarse el lujoso traje blanco- Shizuo no va a volver.-
-¿De qué estás hablando?-
Usualmente el informante se reiría ante tal afirmación (no era aquello novedad para él) si no fuera porque quien lo dice es aquel yakuza tan reconocido y temido como lo era Shiki.
-No me hagas repetirlo.- tomo otro poco de aquella sustancia oscura- Por la mañana le vi tomando el tren- al ver la cara de contrariedad del informante lanza una leve carcajada- ¿Tanto así te sorprende ése hecho, Izaya? Después de todo ¿por qué se quedaría? ¿Por ti? Ja- ante esto la cara del morocho se contraer levemente, proporcionándole un gran placer al mayor.- Tú mejor que nadie debes de saber que, excluyendo a su hermano, a Heiwajima Shizuo nada le ata. Mucho menos le retiene, su naturaleza no es esa.
Antes de proseguir el mayor le dio tiempo para digerir lo antes dicho.
-¿Y tú como lo sabes?- ataca Izaya.
-Porque Heiwajima Shizuo es mi protegido.-
Izaya estaba estupefacto, no lo podía creer. Así que fue Shiki quien prosiguió.
-Era de noche, y estaba lloviendo. El lastimero e incesante sonido de las sirenas de las patrullas y ambulancias sobresalían del murmullo de la gente que estaba ahí aglomerada.
>>Fue un accidente. Un tráiler de doble remolque cayó extrañamente del segundo nivel al primero ocasionando varias muertes y dejando varios heridos. Entre las llamas y las continuas explosiones yacían los restos de los padres de Shizuo. No quedo nada.- Caya repentinamente y su semblante ensombreció por un instante- Después del funeral la vida de aquel par no mejoro mucho, en especial para Shizuo.
Antes de ser reclamados por unos parientes lejanos tanto Shizuo como Kasuka fueron a diferentes orfanatos y consecutivamente a con diversas familias. Todas ellas mucho peor que la anterior y siempre el único que fue aceptado y en único en recibir un trato preferencial fue Kasuka.
A lo largo de su vida Shizuo sufrio. Y yo no podía hacer más que lo indispensable para mantenerlo con vida. Ya sabes lo orgulloso que es
“-Yo sólo protegeré a Kasuka- decía una y otra vez”<<
Izaya asiente con una leve sonrisa, él también escuchaba al pelirrubio diciendo aquello
-Así que lo deje hacer… Todo lo demás ya lo sabes.-
El morocho estaba cavilando al respecto. Aquellas revelaciones tanto de Shinra (que momentos antes le había conferido ciertos secretos del pasado del pelirrubio) como de Shiki eran demasiado, incluso para él.
( * * *)
Los días fueron pasando y no había rastro alguno de Shizuo. Y conforme iban pasando los días cierto pelinegro iba impacientándose cada vez más y perdiendo los nervios a cada minuto que pasaba.
Hasta que cierto día…
Recibe un mensaje.
“Ven a Shinjuku”
Fue todo lo que el desaparecido le proporciona para encontrarle.
-Tsk. ¡MALDITO PROTOZUARIO!-
Cerca del mediodía, Izaya arribo a Shinjuku y para su sorpresa, en la estación le estaba esperando ni más ni menos que el mismísimo Shizuo Heiwajima. Al verlo tan campante y contento dio rienda suelta a su ira contenida y como en los viejos tiempos empieza la caza de uno en pos de otro.
Recorrieron una gran distancia y llegado a un punto, pararon.
Cuando Izaya cobro conciencia del lugar en el que se encontraba, era demasiado tarde. Su cara se contrajo en un rictus de aversión y aflicción. Shizuo lo había llevado justo a las puertas de su hogar; las cuales fueron abiertas de par en par, dando paso a una pareja de figuras (para él) por demás conocidas.
-Así que ya apareció el gato- dice con arrogancia y sarna al rubio- Así que éste era tu plan después de todo- con sarcasmo le empieza a aplaudir.
-Izaya-kunn- a lo lejos le habla una de aquellas figuras con voz grácil, cálida y dulce, su madre.
Fue cuando el tiempo se detiene. Con media sonrisa llega a responder para luego clavarse en el pecho su propia navaja, de cuya herida manaba ríos y ríos de caliente escarlata.
Cuando despertó se encontraba en su antigua habitación, maniatado de pies y manos. Delante de él se encontraba Shizuo.
-Bien jugado- arrastra cada palabra con desprecio. –Ahora si no te importa… ¡Desátame de una maldita vez, estúpido Shizu-chan!- pierde todo auto control, luchando por liberarse de tus ataduras.
-Lo siento, Izaya-kun.- cabizbajo, su voz tenia dolo y agonía. Sabía lo mucho que significaba y amaba la libertad para el informante. El cortársela de tal manera era por demás desgarrador.-Pero es por tu bien.- Hace una leve pausa- Adiós, Izaya.-
Se da vuelta rumbo a la salida, pero es detenido por Orihara.
-¡No te atrevas a dejarme aquí! ¡Ni se te ocurra! ¡Desátame! ¡Maldito, desgraciado, malnacido, protozoario!- Se movía con rabia y fiereza. Sin embargo, el único resultado obtenido fue el surgimiento de hematomas. Era inútil.
Pese a los gritos de poseso, Shizuo cierra tras de sí la puerta del dormitorio dejando en su interior a Izaya.
-Gomene, Izaya-kun- murmura por lo bajo, marchándose.