Capítulo uno. Guerra de miradas.
Como toda vida fuera de su alcance, Jinyoung está a punto de firmar un papel, como cualquier otro. Bueno, no tan común y mucho menos corriente, el papel que unirá su vida con Mark Tuan, el hijo prodigio de la corporación contraria a la de su padre.
-Es bueno saber que mi hijo no se casará con un bueno para nada.-la voz del padre de su ahora esposo llena la habitación y también llega al límite de su paciencia; toma el plumón y lo aprieta entre su mano sin levantar la cabeza, puede que llegase a ver el rostro triunfador del otro y llegue la innecesaria pero deseosa actividad de encajarle el bolígrafo en la yugular. Con la buena puntería que tiene…
-Eso debería de decirlo yo, ¿no cree, señor Tuan?-firma y levanta el rostro triunfante, da unos pasos hasta la familia contraria y le ofrece la pluma con cierto odio y vanidad, casi soltándoselo antes de que pueda cogerlo el otro.
-Jinyoung, no estamos aquí para pelear…-le percata su padre quien sigue sentado frente al gran escritorio.
-Sino para hacer las paces, lo sé, lo sé.-vuelve a su lugar con los brazos cruzados y con la mirada sigue el camino que recorre el único con el cabello teñido de rojo como si un balde de pintura la haya caído encima. Jinyoung ríe por sus pensamientos.
En todo el rato, su novio/esposo/loquesea no ha dicho palabra alguna, empieza a creer que es mudo, pero esa idea se retira en cuanto lee de la boca de Mark un idiota, esa palabra tan perfectamente delineada por sus labios y guiada en un leve susurro hasta sus oídos. Hace una mueca de disgusto y frunce el ceño dando a entender que quien va a llevar los ‘pantalones’ en la relación va a ser él.
Antes de que se vaya el padre de Mark, se acerca al suyo y comparten unas cuantas palabras junto con unas sonrisas cómplices que no puede definir como algo bueno o algo fuera de lo normal. Aunque esa actividad se le hace imposible cuando Mark le sigue sosteniendo la mirada con una media sonrisa y una ceja en arco.
-Te odio.-susurra y camina hacia su padre para discutir de nuevo el asunto del contrato, sin embargo, sabe de antemano que nada va a sacar, no podrá hacer que se anule o si quiera cambien ciertas clausulas.
-… una sola llamada de mi hijo con una queja sobre el suyo y el contrato se anula.-alcanza a escuchar esas palabras de su suegro (já, como si a esa cosa la fuera a considerar su nueva familia) y sonríe, ya tendrá más tiempo para su plan.
Salen por la puerta de entrada Mark y su padre, en cuanto la puerta se cierra, voltea a ver a su progenitor con los brazos cruzados por su pecho.
-¿En serio “Contrato de amor”? Suena tan gay que quiero vomitar arcoíris.-se sienta en el sillón más cercano con los papeles entre las manos.
Vuelve a leer sin importarle el suspiro cansado contrario. Lee el primer apartado y se concentra en él:
1.1. Hacer feliz.
Siente un revoltijo extraño en su estómago y mejor deja las hojas a un lado. La tortura suena tan explícita con esa única frase. ¿Feliz? Feliz su trasero. ¿Cómo podría ser feliz con alguien con quien lo han casado por conveniencia? Y que no niegue su padre con eso de que es para el bien de la empresa, suena tan estúpida la excusa que no hace más que ahogar una risa acolchonada de burla.
Es obvio que su padre se quiere deshacer de él lo más pronto posible.
No quería decir que estaba en su derecho, pero lo está. ¿En qué cabeza cabe que el ser feliz lleva consigo las palabras ‘matrimonio forzado’? El forzado ya lo arruina todo y si de por sí la cosa ya está perdida con semejante persona vanidosa.
-Se cree el único oasis en el desierto.-se levanta del sillón asustando al señor que sigue sentado frente al escritorio revisando el contrato que él realizó.
-¿Qué tiene de malo Mark Tuan?-se quita las gafas poniendo toda la atención posible.
-Es un idiota.
-Jinyoung, no tengo tiempo para tus confesiones sin bases.
-Claro, tú nunca tienes tiempo para mí. Pero que no se te ocurra meterme en tus contratos porque vas corriendo a buscarme.-Jinyoung camina a la entrada con el corazón descolocado.
Nunca le ha dolido que su padre nunca esté ahí para él y esa vez se siente diferente en distintas maneras.
-Yo no hice el contrato. Y el nombre de éste se lo puso Mark, ¿contento?-su mano queda en la perilla sin quererla abrir, decide al final hacerlo y cerrar detrás de sí dando un portazo que lo más seguro es que se escuchó por todo el edificio.
Al carajo con Mark.
Al llegar a su departamento propio, encuentra a BamBam sentado en su sillón viendo la tele. Deja sus zapatos en la entrada y entra estirando su cuerpo sintiendo todos sus huesos tronar.
-¿Porqué llegas tan tarde?-el menor pregunta y se hace a un lado para dejar a su amigo lugar.
-¿Por qué estás aquí?-Jinyoung deja caer su cabeza en el hombro contrario y cierra los ojos, se siente tan pesado. Tal vez porque el día ha sido igual de con un toque de poco sentido.
Recuerda el rostro de Mark, hace una mueca de asco sacudiendo la cabeza pensando que las cosas pudieron haber sido diferentes, si hubieran ocurrido ciertas cosas como una oportunidad de conocerse antes de firmar, una cita, un picnic, lo que fuera con tal de que ahora esa persona no le cayera tan mal.
-Jackson volvió a pedirme perdón y ya sabes…-la voz de su amigo suena tan perdida a pesar de que su sonrisa está tan alegre. Le creería pero lo conoce tan bien que no caería.
-Dile a ese idiota que si se vuelve a cruzar por tu camino, le presentaré a un amigo mío que es el doble de su altura e impone más miedo que él.Ambas risas se hacen presentes.
Después de eso, pasan la noche viendo la tele y compartiendo de vez en cuando algunas palabras. Jinyoung no sabe si está listo para decirle a BamBam sobre su ahora esposo.
Con 20 años recién cumplidos, Jinyoung nunca pensó que se casaría a esa edad y mucho menos sin amor.
Antes de cerrar los ojos, vuelve a ver el rostro de Mark, sus ojos, sus labios, su cabello alborotado junto con ese tono de rojo que te llama a verlo todo el rato; muerde su labio inferior con una tonelada de mariposas revoloteando en su estómago, una sonrisa traviesa se cuela en su boca. En cuanto se da cuenta de lo último, vuelve a hacer un sonido de asco y cierra los ojos tratando de dormir lo antes posible sin quererse enterar de nada, ni siquiera de que Mark está indeciso de si marcar y darle las buenas noches o no.
De cualquier modo, su teléfono está apagado.
En la mañana, después de arreglarse, tiene una cita programada con su loquesea en la cafetería más conocida del centro.
Pobre humano, como si eso fuera a comprar su amor.
Cuando llega, no ve por ningún lado a Mark así que se va a sentar en el lugar más alejado del bullicio de la gente mañanera. Toma el menú y mira cada promoción y cada cosa que venden con el menor interés posible.
Pide su café frío sin que le importe que afuera se esté congelando la ciudad entera. Pasan unos minutos y con su orden llega Mark, bufa por lo bajo y le da un sorbo a la bebida.
-¿Café frío?-observa la sonrisa sarcástica de su loquesea y separa el vaso de sus labios con el mismo gesto divertido del otro, apoyándose un poco más en la mesa.
-¿Cabello rojo?
Mark ríe alegre y pide un capuchino bajo la atenta mirada de esa tortura disfrazada de sensualidad, pues así percibe al menor que ahora tendrá que tratar lo mejor posible.
-¿Porqué tan temprano?-sin embargo, Jinyoung ya se tomó la molestia de hacer las cosas a su manera y más con ese tono despectivo que casi le hace salir de sus casillas.
-¿Tan malo es querer ver a mi recién esposo?-su mueca de fastidio le alegra el día aún así. Mark se divierte con cada gesto que deja salir su lindo azabache. Niega mentalmente pero aún con una sonrisa plasmada. ¿Su? Está seguro de que el tipo que tiene enfrente no podría ser nunca suyo con tal temperamento.
-Ni una palabra más, Mark.-Jinyoung se acaba el café en ese último sorbo y se dedica a mirar fijamente el cuerpo atlético del pelirrojo.-Entiendo que no he sido la mejor persona contigo…-de pronto siente esa necesidad de excusarse. Al carajo con eso.-pero así soy.
-Estoy seguro de que no eres un ángel.
Ambos se miran por varios segundos hasta que el camarero interrumpe esa tensión que construyen cada que unen sus miradas desafiantes. Están de acuerdo en que no son la pareja del siglo y que muy a su pesar tendrán que aprender a sobrevivir dentro del departamento.
-Vaya nombrecito el del contrato.
-Quería ser romántico con mi esposo.-Mark le guiña y no le queda más que levantarse dando un manotazo a la mesa, aunque éste no está realmente sorprendido y por eso sigue con esa sonrisa sarcástica.
-Te odio.
-El sentimiento es mutuo.
-Lo que sea.
Hay una sola cosa en la que están de acuerdo: es la vida más larga y tediosa que les tocará vivir.