Miró através de la ventana del autobús, solo había vegetación.
El ruido del motor invadía sus oídos impidiendole escuchar los acelerados ruidos de sus pulsaciones, el olor nostalgico de los gastados asientos del automóvil no había cambiado en todos estos años, estaba nervioso, algo ansioso y sobre todo asustado.
Bien, tendría que vivir solo durante todo un curso, 4 de eso, en un pueblo muy pequeño a miles de kilometros de cualquier otra población donde existiesen humanos, después de acabarlo empezaría bachiller en su ciudad natal. No pasa nada es solo un curso, solo uno, después podría volver y empezar de 0, se repetía.
Preguntas como de qué van a decir, si le discriminarían, o si hiba a tener amigos, hacían eco una y otra vez en su mente.
- Chico ¿ No es aquí donde te tenías que bajar ?
Sorprendido,asintió rápidamente y salió. El sol se sintió cálido pero agobiante. Por lo que se dirigió rápidamente a su casa. A mediados de Julio, el calor le socofó, y le hizo sentir mareos.
En aquel pequeño pueblo de una monataña de japón, el tiempo parecía transcurrir con más lentitud que en Tokyo, o en cualquier otra ciudad. El aire se sentía limpió y las pequeñas calles con antiguas tiendas y casas, le hizo recordar un monton de cosas. Vino una vez cuando tenía nueve años de vacaciones de verano con sus abuelos que vivían aquí, sin embargo tiempo después de que se fuera los dos fallecieron en el mismo año, por lo que nunca regresó hasta el día de hoy, cuando ya tenía quince años.
En el momento en que llegó a su destino sintió ganas de llorar, no por ilusión sino por desesperación. ¡La casa estaba hecha un desastre!
¿ Querido Chanyeo, ¿en que maldito problema te has metido esta vez ? Se preguntó.
Casi por instintó llamó a su madre para decirle un par de cosas, pero no había cobertura. ¿ Es que en ese pueblo la gente no utilizaba los móviles ?. Guardo el aparato en sus bolsillo, se acercó a la casa y abrió la puerta a gran velocidad, para su sorpresa aunque por fuera el jardín estuviese hecho un desastre, y las ventanas estaban que se caían , por dentro estaba limpió.
- Hola, eres Chanyeol, ¿cierto? Soy tu vecina, era muy amiga de tus abuelos, así que he limpiado un poco la casa para ayudarte. Estaba un poco abandonada pero sigue siendo igual de bonita- Una mujer de unos cicuenta años apareció trás el pasillo, con varias arrugas, algo baja y con un aura cálida.
- Ehmm, sí y muchas gracias- Dijo haciendo una reverncia de 90º grados.
-Ay, que educado y que guapo, de seguro eres popular con las jovencitas- Se quedó mirandola, con una expresión entre sorprendida y algo vacía- ¿ Estas bien?
- ¡ Ah ! sí, por supuesto señora.
- Me alegro, en ese caso me voy, te he hecho la comida, sirvete tú mismo.
- Mu-muchas gracias- ¿ Acaso la gente de pueblo son así de amables siempre ? Llegó a escuchar un "como ha crecido" detrás de la puerta cerrada pero no hizo caso y se quitó los zapatos en la entrada, acto seguido los pusó en la estantería vacía que tenía a su lado.
Había un pasillo delante de la puerta que llegaba hasta la cocina, a sus derecha estaba el cuarto de baño, y al lado el cuarto del inodoro, a su izquierda estaba el salón, unas escaleras y otro cuarto vacío.
Cogió su equipaje y lo subió por las escaleras que conducían a su cuarto a partir de ese día. Dejó la maleta en el tatami verde, y se tumbó, al parecer la anciana se molestó por limpiar hasta su cuarto. Casi enseguida se durmió, pensando que podría precalentar la comida y utilizarla como cena.
Esa noche soñó con él en un cuarto oscuro, lleno de sangre, aquel líquido rojo empezó a aparecer en sus manos y poco a poco por todo el cuerpo, él se empezaba a hacer más y más pequeño, hasta convertirse en un niño. En ningún momento desde que empezó el sueño paro de gritar o llorar o pedir ayuda a la nada.