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The fox and the wolf - Jongkey por dinohyun

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Notas del fanfic:

Kitsune: aquel espíritu del bosque con forma de zorro, cuya función clásica es la de proteger bosques y aldeas. Según la mitología japonesa, el zorro es un ser inteligente que posee habilidades mágicas, las cuales ve incrementadas con la edad y la adquisición de conocimientos. Por lo demás, la edad, la sabiduría y el poder de un kitsune son también mayores a medida que aumenta el número de colas, siendo el más poderoso el kitsune de nueve colas.

Aquella tarde otoñal de 1941 el sol estaba dándole su paso a la noche, mientras la pequeña población en su mayoría japonesa, se comenzaba a instalar en la dependencia de Eichen House, al cargo del gobierno de Estados unidos.

 La mayor de las mujeres, una adulta fémina con pelo tomado y un leve tomate al lado derecho de su nuca no dejaba de chocar sus largas uñas  color morado contra la caja de su dama china. Se paró en medio de la sala médica que le habían asignado a su grupo, hizo sonar su garganta con un sonido muy seco y a su lado llegó un joven muy lindo, su piel tersa y blanca que le jugaban a favor de sus felinos ojos, los cuales parecían estar delineados por una leve sombra.

—     Satomi-San, ¿este lugar traerá muchos problemas?— Preguntó Kibum viendo a la adulta mujer,  al tiempo que le colocaba un banquito junto a una pequeña mesa.

—     Creo que ya conoces esa respuesta, los zorros son astutos y tu mi Kibum, eres el Kitsune más hábil que he conocido.

—     Algunas veces siento que me odias— Dijo cruzándose de brazos.

—     No causes problemas Kim, sólo eso te pido— Agregó la morena mujer mientras comenzaba a jugar.

La miro con indiferencia, desde hace años cuando Kibum llego a la comunidad de Japón había tenido cierta rivalidad con la vieja Satomi, aun así en todo momento parece ser su aliado, como si algo los conectara, siendo ese algo una gran incógnita, pues la jugadora de dama china invertía su mayor parte del tiempo en dicho juego, limitándose a entablar una relación muy cercana con cualquiera de la comunidad. —Vieja loca— Musitó antes de retirarse hasta la litera que le habían asignado.

Comenzó hacer su cama, colocando sabana por sabana, cobija por cobija hasta llegar a una gran frazada que le había regalado su última pareja de hace casi cien años. Acomodo su cabecera y dentro de la funda metió una barra de chocolate que logró pasar por la revisión de los militares.

—     Kibum Hyung— Dijo un niño con corte de hongo sobando sus manos maliciosamente al ver como el mayor ocultaba tan delicioso dulce.

—      ¡Tae! —Lo pegó contra su pecho con mucho afán, no dejaba de abrazarlo como si el pequeño fuera parte importante de su vida— Pensé que no quedaríamos juntos.

—     Por poco nos mandan a la otra sala, pero hay uno de verde que no parece ser tan malo—Agregó mientras tomaba asiento a un borde de la cama— Pero dime Hyung, ¿Cómo lograste entrar ese chocolate?, también, ¿Podrías darme?, muero de hambre— Sus gestos eran muy tiernos, cada palabra la gesticulaba al máximo.

Kibum no dejaba de mirarlo con mucho amor. Taemin era el único hijo de Kumicho, un hombre profundamente dolido tras la muerte de su esposa en el antiguo internado del cual provenían. Esa era la razón por la que Taemin era muy unido al joven con mirada de felina, en cierta parte este había pasado a ocupar el rol de madre en el menor.

—     Te daré solo un pedacito, tendrás uno por día y si mis cálculos no fallan, podrás tener el dulce sabor en tu boca por al menos un mes.

Se disponía a introducir su mano en la cabecera cuando el sonido de un vidrio roto lo alarmó. Al igual que el antiguo internado, se comunicaban de esa forma entre los diferentes grupos de la comunidad.

—      ¡Tres militares se acercan! —Gritó el hombre que estaba más cerca a mirar quien venía. Comenzaron a ordenarse, parecía que lo tenían por inercia, si hasta en filas quedaban las familias por fuera de sus literas.

Tal como lo había anunciado el hombre, tres militares muy bien uniformados entraron en la sala. Caminaron hasta el centro del lugar con su mirada recta y mirando en horizonte. El del centro se detuvo y así los otros dos sonando fuertemente sus zapatos se pararon tras él, quedándose estáticos en el lugar y formando una gran confusión en los encerrados, pues los otros dos fácilmente le ganaban por unos diez centímetros al supuesto guía y aparte de su baja estatura, poseía rasgos asiáticos, lo cual era muy raro.

El líder, se dirigió hasta el final, sacó un gran afiche y lo pegó con rápidamente hasta volver a su posición anterior.

—     Dos normas— Dijo rompiendo el silencio temeroso que podía palparse en el aire— Si cumplen bien esas dos normas no habrán problemas, por lo mismo permanecerán más tiempo en un lugar estable con la esperanza de que prontamente la guerra termine.

Adjuntó el muchacho a lo que parecía un discurso muy bien practicado, pero la perspicacia del joven zorro iba más allá de lo que cualquier mortal podía poseer. Notó ansiedad, y pudo oler en su esencia el miedo y la inexperiencia.

—     Les contaré un poco, pues sé que durante el viaje no pudieron apreciar nada. Están en la ciudad de Oak Creek, al gran apartado de un hospital clínico.

—     Hospital clínico le llaman ahora, que gran basura…— Dejó escapar de sus labios Kibum, siendo mirado con odio por los más altos de atrás— Como no te calles la boca recibirás una paliza— Dijo al tiempo que iniciaba su caminar hasta el joven.

—     ¡Hayes! —  Interpuso su brazo a la altura del pecho del militar— Vinimos a informar, no a causar problemas tan tempranamente­— Agregó sentenciándolo con la mirada— Pero si quieren saber la verdad, se las daré — Dijo regalándole una mirada de ironía al Kitsune— Eichen House, es el nombre de esta institución la cual hasta hace unos meses atrás se ocupaba de la sanación mental de pacientes lógicamente enfermos graves, no simple patologías…gente loca si así quieren entenderlo.

La gente comenzó  a mirarse con susto, la idea de pensar que estaban en un hospital mental donde en la mayoría de sus pacientes eran locos de patios sin remedio alguno.

—     Para pasar al punto más importante, las raciones de comidas serán repartidas una vez al mes, el mismo tiempo que tardará en llegar las provisiones hasta Eichen House. Estos alimentos serán los básicos para el consumo humano. No sodas, no postres, no chocolate…lamentablemente estas cosas no llegarán por obvias razones— Dijo mostrando algo de humildad y compasión — Habrá un solo médico el cual pasará día por medio, ya que debe estar asistiendo también a las instalaciones vecinas. Cualquier otra consulta pueden dirigirse al área administrativa, y como les dije, si se cumplen las normas podremos llevar esta fiesta en paz.

Fue lo último en agregar cuando ya estaba retirándose de aquel lugar. Kibum lo miró detenidamente, casi en cámara lenta. Le causaba gracia ver su no tan alta estatura metida en uniforme militar, la corbata casi asfixiándole y su botas casi más grande que sus tobillos. Aun así, no pudo evitar pensar que el líder era muy apuesto, sus rasgos sumamente llamativos. Unos pómulos marcados juntos a unos ojos de cachorros y su mandíbula un poco especial, pero bonita.

La puerta aún no se cerraba por completo y la gente estaba reunida al final de la sala, justo donde el militar había colocado el letrero.

“Regla N°1: Se prohíbe robar alimentos, medicamentos y armas traídas por los camiones.

Regla N°2: Se prohíbe relaciones de cualquier tipo entre militares y residentes.”

 

—     Tanto escándalo para esto— Bufó el zorro.

—     Kim, ya leíste bien. ¿Verdad? —Cuestionó Satomi tomándole del brazo— Nada de robos— Sentenció la mujer.

—     Jamás he robado, solo abastezco a mi gente de lo que considero necesario y un derecho para nosotros— Respondió tomando de la mano al pequeño Taemin.

Salió hasta afuera de la sala, donde había un pequeño pabellón que les daba acceso al baño común que tendrían con los habitantes de esa ala hospitalaria. Se sentaron en el suelo, quedando pegados espalda con espalda. El mayor partió el chocolate a la mitad dándole la parte justa a su amigo.

—     Pero Hyung, dijiste que sería un cuadradito por día— Preguntó curioso.

—     Come pequeño, sólo come que yo encontraré la forma de hacerte sentir dulce dentro de esta mierda.

—     Hyung, ¿Por qué Satomi-San te llama zorro algunas veces? — Indagó al tiempo que derretía el delicioso chocolate en su boca.

—     Es algo que no puedo contarte…— Respondió siendo interrumpido por el menor.

—     Hyung, yo no soy estúpido, tu eres un Kitsune. ¿Verdad?, no tengas miedo, mamá siempre me leía de criaturas antiguas japonesas.

—     Es verdad— Dijo suspirando— Soy un Kitsune de trueno, tengo muchas habilidades entre las cuales puedo manejar la energía eléctrica a mi antojo, incluso puedo crear un poco de corriente. ¿Quieres ver? — Preguntó y el joven no pudo responder, tenía su boca llena, pero si asintió con la cabeza.

El mayor levantó su mano y sin mucha dificultad hizo que el pabellón oscuro se iluminara por completo. Era una luz hasta un punto cegadora de tan resplandeciente que lograba ser. Ese era solo una parte de su inmenso poder. Kibum era un Kitsune de trueno, conocidos como los zorros de nueve colas que pueden dominar la energía y también crearla.

—     ¡HYUNG! — Gritó fuertemente el menor abrazado a la cintura del zorro, el cual no había notado el gran poder puesto en su maniobra dejando así sin luz al ala de su grupo.

—     Ven Tae, date prisa­— Dijo tomándole del brazo hasta lograr meterlo en la sala— Quédense dentro y no salgan.

El joven corrió hasta el lugar donde estaban, con su aguada visión busco los grandes interruptores de esa zona y se quedó ahí esperando hasta que los pasos que amenazaban con llegar, lo hicieran. No pasaron cinco minutos cuando una luz débil le alumbro. Era el joven, el bajo asiático que llegaba con una linterna.

—     Eres tú…— Dijo mirando a Kibum con sus manos metidas en la caja de los controles eléctricos.

—     Las luces estaban fallando y pensé que podría arreglar todo esto, pero creo que puedes notar que no lo logré— Se encogió de hombros y pasó sus brazos a la espalda.

Se acercó hasta la caja y con mucha precisión dejo el lugar nuevamente iluminado. Avanzó los pocos pasos que los separaban y se ganó frente a frente del que se suponía menor. Le miró con una sonrisa juguetona y al momento que enarcó una de sus cejas le sustrajo el poco chocolate que le quedaba.

—     ¡Pero que delicia! — Decía son sus ojos muy apretados como si gozara al máximo cada parte que saboreaba  de aquel chocolate.

—     ¡OIE!­— Gritó enfadado mientras sus ojos se ponían de color naranjo y muy iluminados. Gracias al cielo el otro estaba fascinado con su dulce o de lo contrario lo hubiera visto.

—     ¿Qué?, ¿acaso prefieres que llame a los demás y hagamos fiscalización? — Dijo mientras sustancia café salía por la comisura de sus labios.

Kibum lo miro con gracia y comenzó a carcajearse muy fuertemente, generalmente la gente alrededor de Kibum solía reírse de su risa más que de sus propios chistes. Si tú estabas cerca de él, no podías pasar por alto su reír.

—     Ti…tienes baba con chocolate­— Agregó entre risas. Pasó su dedo índice por el lugar y retiro todo indicio de chocolate para luego saborearlo lentamente.

—     Tú…eres raro— Dijo mirándolo extrañado al mismo tiempo que una extraña corriente le recorría el cuerpo. No podía entender como aquel desconocido había probado sus babas sin sentir un poco de asco.

—     Ni te imaginas cuanto— Volvió a sentarse en el piso— Lamento lo de la luz, no volverá a pasar.

El militar lo miro con compasión, le era muy difícil creer que aquel irónico chico que conoció en la tarde pudiese pasar de una risa tan exagerada a un estado de tanta paz. Se colocó a su lado y estableció una conversación.

—     Soy Kim Jonghyun, el militar a cargo de Eichen House— Dijo estirándole la mano.

—     ¿Entonces no eres general o algo así?, ya me parecía raro que con tu estatu…digo, con tu edad fuera alguien tan importante. Espera, no quiero decir que no seas importante…ASH! Ya ni sé que debo decir.

—     Tu nombre, generalmente cuando alguien se presenta el otro responde con su nombre— Por alguna extraña razón le agradaba el joven con mirada felina, quizás estar con un compatriota le era agradable.

—     Soy Kim Kibum, tengo casi novecientos años­— Esta vez le estrechó la mano, sin darse cuenta de la reacción del ahora menor al escuchar su edad.

—     ¡Tú!, acaso estás loco o quieres que esto vuelva a ser una institución mental y tu rostro sea el sello de los locos— Dijo al tiempo que abría muchos sus ojos.

Notas finales:

¿Les gustó?, si es así dejen un review para continuarlo o si no dejarlo hasta aquí ;-;

Saludos!


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