Capítulo 3
Esta vez ha sido una semana, una semana desde nuestra última pelea. Un nuevo record desde que llegamos aquí. Aunque pienso que debo darme absolutamente todos y cada uno de los créditos, pues si no hemos peleado ha sido porque he sido sumamente paciente, mucho más que anteriormente, porque él por su parte no veo que se esfuerce mucho, sigue sumido en sus planos y en sus juntas. Es como si permaneciera en estado automático, las cosas las hace más por rutina que porque le genere alguna emoción hacerlas, bueno, las pocas cosas que hace en la casa que no involucran su trabajo, y eso porque he tratado de facilitarle las cosas, para que este menos estresado y pueda avanzar más rápido con ese proyecto que cada día me harta más.
Hoy hago Bibimbap, los niños cenan y pocos minutos después bajó al ático a llevarle su comida a Jonghyun. Me da las gracias como es costumbre y estoy a punto de irme cuando recuerdo algo.
-Jong… ¿Qué día es mañana? –pregunto suspicaz.
-No sé Kibum, ¿qué día es? –dice sin mirarme, sin darle importancia. Así que me acerco y aporreo la mano en el escritorio, ahora sí, me mira, confuso, pero me mira, y siento que tengo tantito más de su atención.
-Jonghyun, voy a decirlo una vez y quiero que lo recuerdes bien, que lo apuntes en la agenda del celular, en una esquina de tus planos y en tu frente si es posible para que no se te olvide… mañana es la demostración de Taemin –digo lentamente para que se le grabe bien cada una de mis palabras. Taemin práctica natación y mañana es la demostración de fin de curso, los padres están invitados y desde que se lo dijeron a Tae, estuvo insistiendo una y otra vez a su papá para que lo vaya a ver, con esa emoción que todo niño refleja en la mirada. Tae es más chico que Sandara y por tanto pienso que le afectaría aún más que Jonghyun no esté en ese momento tan importante para él, es por eso que trato de asegurarme que Jong no falle esta vez.
-Y ahí estaré, amor. Esta vez no lo olvidaré, lo apuntaré justo como dices –dice tronando los dedos. Lo miro aún desconfiado, hasta que veo que saca el celular y teclea algo ahí.
-Ahora sí, ves, lo he apuntado –me muestra la pantalla, luego se inclina, me besa la comisura de los labios y sigue con su trabajo.
-¡¡Vamos Taemin!! ¡¡Rápido, rápido!! –grita Sandara una y otra vez levantando los brazos y haciendo muecas de exasperación.
-¡Date prisa, ya va a terminar! –digo con el celular en el oído mientras permanezco un poco alejado del griterío que hay alrededor de la alberca.
-Ya voy, ya voy, te juro que no lo olvidé.
-No me importa, sólo date prisa –digo cortante y cuelgo.
Diez minutos después veo a Jonghyun correr hacia la alberca justo en el minuto exacto en que Tae llega al borde de ésta, se impulsa y sale de ella.
-¡Bien hecho campeón! –dice Jonghyun en seguida, como si hubiese estado ahí todo el tiempo, mientras coloca la toalla que le he dado en la espalda de nuestro pequeño.
-Acabas de llegar, te he visto –Tae infla los mofletes y baja la cabeza. Yo me doy la sorpresa, creí que no estaba poniendo atención, nunca lo vi mirar hacia aquí así que pensé que no se daría cuenta de que su padre había llegado en último momento.
-No campeón, estuve aquí todo el tiempo.
-¡Mentiroso! –grita, corre hacia mí y me abraza, entonces tiro una bomba incendiaria hacia Jonghyun con la mirada. Lo hago sentir culpable inmediatamente porque baja un tanto la cabeza y se masajea la frente. Así que se acerca a nosotros, planta una rodilla en el suelo y queda a la altura de Tae. Escucho que le susurra algunas cosas, no alcanzo a escuchar que, poco a poco el pequeño se va virando hacia él y cuando Jong capta que lo tiene, lo alza y lo sube a sus hombros, sujetándolo de las muñecas. Y eso parece arreglarlo por el momento, porque Tae ríe sonoramente.
-Tengo que regresar Kibum, a la oficina, Park me ha llamado –me dice señalando el móvil justo después de bajar a Tae.
-¡Papá! No vendrás a celebrar con nosotros –pregunta Tae con los ojos medio aguados.
-Por supuesto que iré, estaré en casa en un rato, justo a tiempo para celebrar –Tae asiente conforme, luego deposita un beso en mi mejilla y se marcha.
Por la noche, llevo a los niños a su pizzería favorita en el centro de la ciudad y mando un mensaje a Jong para que sepa dónde estamos. Los chicos se entretienen un rato con los juegos que yacen ahí, mientras esperan a su padre. Pasa una hora y los detengo porque noto que ya han empezado a mojar las camisetas y no quiero que se enfermen, así que me dispongo a ordenar sin esperar un minuto más al cabezota que tengo por esposo. Comemos todos, los niños me preguntan sobre Jonghyun, les digo que a papá le ha surgido un problema en la oficina, ellos intentan comprender pero al final terminan enfadándose con él, sobre todo Taemin. Estamos a punto de terminar la pizza cuando llega, solo que se ve diferente, su boca forma una curvatura perfecta, un momento, parece… ¿feliz?, vaya hombre, llevo meses sin verlo sonreír de esa forma tan… radiante.
-Kibum, amor, niños, pidan todo lo que quieran, hoy pagó absolutamente todo –suelta apenas se sienta. Nuestros pequeños abren sus ojos sorprendidos y corren a pedir una sarta de chucherías tremenda. Por lo general, Jong no les permite comer mucha comida chatarra y cuando salimos yo me encargo de solventar los gastos, pues él se ocupa de absolutamente todos los de la casa y del pago de las tarjetas. Por lo tanto, yo también me sorprendo.
-¿Po… -no me deja terminar porque en seguida me jala del cuello y me ensarta un beso, al principio estoy confuso, no sé qué pasa, pero me dejo besar.
-¿Qué ocurre? –digo por fin, estupefacto y confundido aún.
-Park aprobó mi proyecto –suelta de golpe.
-¿Qué?
-¡Lo aprobaron amor, lo aprobaron! –dice emocionado, como si fuese un niño al que han regalado el mejor juguete del mundo. Entonces proceso lo que acaba de decirme y esta vez soy yo, soy yo el que lo toma de las mejillas y lo besa. Él pone sus manos en mi cintura y yo le permito el acceso al rincón más oscuro de mi boca. Nos besamos lento y profundo, como hace mucho que no lo hacíamos, hasta que ambos nos acordamos que estamos en lugar público y me suelta de a poco. Lo miro con ternura.
-Estoy tan feliz por ti, cariño –Y no es mentira, en verdad estoy tan feliz de que le hayan otorgado la oportunidad de su vida, de que se esté cumpliendo lo que él tanto anhelaba. Porque siento que todo lo que hemos estado pasando no ha sido en vano, que ha valido la pena las desveladas, las discusiones y el cambio tan drástico de ciudad y de vida. Siento que un peso enorme cae de mis hombros y que puedo respirar mejor el dulce aire de la tranquilidad cuando pienso en que por fin se acabaran nuestros problemas, pues todo empezó desde que Jong aceptó ese trabajo.
Cuando llegamos a la casa y me aseguro de que los niños estén bien dormidos, lo primero que hago es cerrar la puerta de la habitación con seguro y montarme sobre Jonghyun. Él al parecer no se lo espera porque abre inmediatamente los ojos.
-No me digas que vas a dormir –le suelto con mimo acariciando su pecho.
-La verdad es que si, amor, estaba a punto de entregarme a Morfeo.
-Oh vamos Jong, ¿desde cuándo prefieres dormir antes que hacerme el amor? –claro y conciso.
-Mañana es la junta donde me anunciarán como nuevo socio, necesito descansar amor, estoy muerto –dice mientras acaricia mis brazos.
-Vale, ya entendí –digo ofendido y me bajo de la pelvis de Jonghyun, tomo la sábana y me volteo hacia la pared dispuesto ahora sí a dormir. Bueno, en realidad me quedo mirando la oscuridad. No me la puedo creer, esto nunca había pasado y nunca lo creí posible. Desde que nos hicimos novios hace más de diez años Jong jamás había rechazado una oferta así, era de hecho el primero en abalanzarse sobre mí. Entonces pienso que tal vez tenga razón, en que estoy siendo egoísta, estoy pensando en mis necesidades antes que en las de mi esposo. Él en verdad necesita descansar, no lo ha hecho desde que llegamos aquí, sus ojeras son más grandes de lo normal. Estoy en ese rollo cuando siento los fuertes brazos de Jong rodearme la cintura y pegarme a él, entonces me volteo hacia él un poco avergonzado y escondo mi rostro en su pecho.
-Juro por el amiguito que Dios me ha regalado que cuando todo esto pase no te dejaré descansar, ni siquiera vas a poder levantarte de la cama –no lo veo pero sé que el muy condenado se está riendo.
-No la jodas, Jong –río y golpeo su pecho. Después de eso decido que no quiero seguir pensando, que sólo quiero que todo acabe, así que cierro los ojos y me duermo.
Al día siguiente las cosas parecen ir mejor. Cuando llegó a mi trabajo cargando los diseños que he terminado en casa, camino hasta mi cuarto de trabajo y en el trayecto saludo a todos de costumbre, pero en vez de devolverme el “Buenos días”, todos dicen “Felicidades” “Felicidades Kibum”, no sé qué sucede, hoy no es mi cumpleaños. Llego a mi centro de trabajo y escucho la voz de la diseñadora en jefe.
-Está hecho.
-¿Qué está hecho? –preguntó sorprendido de que este ahí a tan tempranas horas.
-Ya todos lo saben.
-¿Qué todos saben?
-Kibum me complace anunciarte que por fin, después de mucho trabajo… ¡tendrás tu propia línea de ropa!, incluso hemos dejado el nombre “Key’s” –Abro los ojos lo más que puedo, estoy que no lo creo. Esto sí que no me lo esperaba. Habíamos considerado la posibilidad y de hecho estábamos trabajando en ello, pero nunca imaginé que se daría tan pronto. Estoy que no aguanto la felicidad. No puedo esperar a contárselo a Jonghyun. ¡La vida por fin comienza a sonreírnos!
Continuara...