—Kai-sensei— llamó Zane. El mencionado volteo a ver al peli-blanco, intrigado.
—¿Pasa algo, Zane-sensei?— preguntó, dandole un sorbo al vaso de café que tenía entre manos.
—¿Dónde estabas en la mañana? Te vi salir del departamento muy temprano, cuál rayo.
—Ahhh, eso. ¿Eh? ¿No te lo dije?— Zane negó con la cabeza. Kai suspiró pesadamente y, dejando el vaso en la pequeña mesa que tenía a su lado, junto con la cafetera y el bote azúcar—. ¿Recuerdas a Garmadon, no es así?
—El íntimo amigo de nuestro padre, sí. ¿Qué tiene que ver?
—Pues bien, ¿conoces a Lloyd Garmadon?
—Tu alumno "favorito". ¿Cómo olvidarlo?
Kai enrojeció.
—¿Cómo es posible que digas las cosas tan fácilmente, Zane-sensei?— suspiró otra vez—. Pues bien, Garmadon me pidió que le diera clases de Matemáticas a su hijo, es decir, a Lloyd Garmadon.
—Ohhh. Ya veo, ¿entonces querías llegar temprano a la cita?
—Repito, ¿cómo dices las cosas tan fácil? A veces me intrigas— dijo, ahora totalmente rojo, igual que su camisa.
—Naturaleza.
—¡Nada de eso!
Se echaron a reír. Kai retrocedio un poco, hacia la mesa y, con un moviento descuidado, derramó, sobre el suelo y sobre él, el café.
—Menudo despistado— se burló Zane.
—Calla. Ahh... Estoy empapado, menos mal que el café estaba frío.
—¿Tomas café frío? Ahora quién es el raro.
—Olvidate de todo eso. Enseguida vengo, voy al baño.
—Yo iré a avisarle al conserje sobre este tiradero. ¿A quién le echo la culpa? ¿A ti, a mí, o a ambos?
—Ambos, por favor.
Volvieron a reír. Zane abrió la puerta, dejando que Kai pasarå primero. Éste giró hacia la derecha, directo a los baños y el primero, Zane, a la izquierda, ha buscar al conserje.
Kai iba a paso rápido, no quería terminar todo pegajoso después de la ducha que se había dado esta mañana, eso sería horrible. Al igual que bañarse y sudar, dios, eso si trauma.
Giró por un pasilla y, sin tiempo a reaccionar, chocó contra alguien.
—Oh, perdón.
—¡Kai-sensei!
—Oh, Cole-kun. ¿Qué hace aquí? ¿No debería estar en clases?— inquirió Kai. Cole enrojeció.
—Eh... Yo... Bueno, venía a buscarlo a usted.
—Vaya. Bueno, aquí me tiene. ¿Qué necesita?
—No, no, está bien. Se veía bastante ocupado, además... está empapado.
—Oh, se dió cuenta— rió Kai. Ante esto Cole no pudo hacer otra cosa más que volver a enrojecer. Estaba que echaba humo por las orejas.
—¿Hacia dónde iba, Kai-sensei? Si me permite acompañarlo...
—A los baños. Y, claro, ya que quiere hablar conmigo.
—V-vale— dijo Cole.
Empezaron a andar por los pasillos, Cole sacaba alguna que otra cosa de interés y Kai respondía ante ellas o reía.
Llegaron a los baños, al fin, y, cuando Kai lavó su camisa, quedo peor que antes. Soltó un suspiró de resignación.
—¿Pasa algo, Kai-sensei?
—Hum-hum. Es sólo que he empeorado la camisa. Sirvo para maestro, salvo no para lavandero.
—Ehh... Puedo prestarle mi chaqueta. No es ningún problema para mí.
—¿Está seguro, Cole-kun? Por las noches hace mucho frío, y por lo que sé, usted vive apartado de aquí.
—Muy seguro, por favor, tomela.
—Muchas gracias— dijo Kai, sonriéndo.
Cole se quito su chaqueta negra, dejandolo sólo con su camisa blanca de botenes, perteneciente a lo que antes era un uniforme. Se la entrego en las manos a Kai. Éste se quitó la camisa y, Cole, avergonzado, dió media vuelta para evitar ver cualquier cosa.
Kai dobló la camisa en cuatro y se pusó la chaqueta, que, por alguna extraña razón, le quedaba grande.
—Gracias otra vez, Cole-kun— dijo una vez que ambos estaban fuera de los baños, camino a la sala de Maestros.
—No es nada, Kai-sensei.
—Por cierto, ¿de qué quería hablar conmigo?
—Oh. Eso, bueno. Sobre la otra clase. De ayer, cuando llegue tarde. Ahh. La explicasión— estaba nervioso.
—Ya veo. ¿Y cuál es la excusa del día de hoy?— preguntó, sonriente y divertido.
—Me quedé dormido, sin más— soltó Cole. Kai se echó a reír y, Coe rió nervioso, rascando su mejilla.
—Vale, vale. Así pasa, Cole-kun. Ahora vuelva a sus clases, seguramente el profesor estará molesto. Si gusta, lo acompañaré. Está más cerca su salón que la sala de Maestros.
—Por favor.
Kai abrió la puerta del salón, sorprendiéndo a los estudiantes que estaban en él y al maestro de turno. Pero, sobre todo, a Lloyd. Quién no le quitaba la mirada de encima. "¿Y esa chaqueta?", se preguntó. La respuesta llegó segundos después. Y no fue agradable. Hundió sus uñas en su palma de la mano, tan fuerte que casi sangraban. "Maldito Cole...".
Cole entró al salón y, por orden de Kai, fue a su lugar respectivo.
—El alumno Cole estaba conmigo, sensei. No tiene de que preocuparse— dijo Kai, sonriéndole.
—Vale, gracias por traerlo, Kai-sensei.
—No es nada. Ahora, si me permite— hizo una leve inclinación de cabeza, y, antes de cerrar la puerta del salón, miró a Lloyd, guiñandole un ojo. El menor, ante este acto, se relajo y sonrió, aliviado. Kai se marchó.
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—Kai-sensei...— susurró Lloyd al oído de Kai.
—¿Lloyd-kun?— dijo éste—, ¿para esto me llamó?— preguntó juguetonamente, moviendo su dedo índice en círculo en el pecho del menor.
Lloyd tomó de la nuca a Kai y lo atrajò hacia él, para besarlo, ruda pero cálidamente. Las lenguas de ambos danzaban juntas, haciendo del beso uno humedo y más íntimo. Más personal. Más de los dos.
El oxígeno no tardo en desaparecer y ambos se separarón para recuperarlo, volviéndo, después de unos segundos, a uniser de nuevo.
Lloyd acariciaba la espalda de Kai con una mano, mientras que con la otra jugaba con un pezón de éste último, haciendolo jadear en medio del beso y, a veces, hasta gemir. Fue sino cuando Lloyd rasguñó el pezón cuándo Kai se separó de él para soltar un gemido sonoro y caer de rodillas al suelo, pues sus piernas flaquearon.
—Kai-sensei...— susurró Lloyd, nuevamente— lo amo.
—Yo también, Lloyd-kun... ¡Ahh!— Lloyd, en tiempo récord, había bajado sus pantalones y los de Kai hasta las rodillas, para juntar sus miembros totalmente erectos y frotarlos en un excitante vaivén, que los hacía jadear, gemir, gruñir, llamarse el uno al otro.
—Lloyd-kunnn... ¡Ahh! ¡AH! Me, ¡mgh!, me vengo, ¡AhHH♥!
Kai se corrió en la mano de Lloyd, igual éste.
Se abrazaron buscando recuperar su respiración habitual.
Se dieron un último y tierno beso antes de quedar dormidos en la cama de Lloyd.