Había llegado el receso, todos salieron volando. ¿Qué tienen las personas contra los lunes? Sólo son el inicio de la semana y... Sí. Son una cagada los lunes. Hasta Lloyd tenía que admitirlo, pero lo bueno de esos días era poder ver, y a primera hora, al profesor Kai. Eso era suficiente para volver un lunes asqueroso un lunes lleno de felicidad.
Lloyd se había quedado en el salón, a leer, como casi siempre lo hacía, si es que Jayn no llegaba a joder. Y mejor no pensar en eso, o terminaría invocandoló y era lo que menos quería.
Una voz lo sacó de su máxima concentración.
—¿Lloyd-kun?— giró la cabeza rápido. Por poco y lo torcia. Era Kai.
—¡Kai-sensei!— gritó sorprendido, sentandose derecho de un salto. Su corazón se acelero de sobre manera que creía que sus latidos de podían escuchar hasta el otro lado del mundo. Kai sonrió y pasó al salón. Quedando en frente de Lloyd.
—¿Siempre se queda a leer, Lloyd-kun?— preguntó, inclinandose hacía adelante, quedando cabeza contra cabeza.
"Muy cerca, muy cerca, muy cerca", pensó Lloyd, sin apartar sus ojos del rostro de Kai.
—¿Qué libro es?
—El Arte de Amarte...— respondió, nervioso. Y sí, básicamente el nombre del libro era una indirecta.
—Ya veo... Excelente elección, Lloyd-kun— pasó un rato de silencio. Kai suspiró, alarmando un poco a Lloyd. Se dirigió a la puerta y azomó su cabeza por el pasillo, y, entonces, cerró la puerta. Lloyd se sorprendió ante esto, ¿qué haría Kai-sensei?
Kai se acercó nuevamente a él y se sentó en una silla contigua a la suya. Volvió a suspirar.
—¿No es fastidio?— preguntó Kai, sonriendo.
—¿E-el qué, Kai-sensei?
—Venir un lunes a la escuela. Si puedo ser sincero, hasta para mí es una lata— recargó su cabeza en la mano y miró por la ventana—. Lloyd-kun, si mal no me equivoco, su cumpleaños está cerca, ¿no es así?
—S-sí. Dentro de una semana...— susurró.
—Oh, tan cerca. Esto está prohibido, pero, ¿qué le gustaría de regalo?— preguntó, ahora dirigiendo su mirada a Lloyd. ¿Kai-sensei le regalaría algo? Eso era simplemente emocionante, aunque, si Lloyd dijera lo que quería de regalo... Kai saldría corriendo. Tampoco se puede decir "lo quiero a usted", y menos agregar "en mi cama". ¿Por qué? Porque no. Es tonto y alarmante.
—Ehhh... Y-yo... La-la verdad es que no pidó nunca regalos...— respondió nervioso, rascandose una mejilla.
—Supongo que la elección quedá a mi disposición, ¿eh?
—S-sí... Lo siento.
—No te disculpes. Bueno, creo que ya tengo algo en mente, pero— pusó su dedo índice sobre sus labios, y sonrio, sorprendiendo a Lloyd, pícaramente—, es un secreto. Y también tengo otra pregunta.
—¿C-cuál?— no podía dejar de pensar en miles de cosas que Kai le podía dar... Y todas eran guarradas. Mejor guardarse esos pensamientos para sí y muy, muy, en el fondo.
—¿Cómo está su padre?
—¿Eh? ¿Mi padre? Bien... Bastante ocupado. Pero, ¿por qué pregunta? Si puedo saber, claro...
—Hace tiempo que no le veo— respondió, soltandó otro suspiro.
—Un momento, ¿conoce a mi padre?— lo que se descubría un lunes por la tarde.
—Universidad. Compañeros de cuarto. Es bastante problematico, ¿no es así?
—Mucho— dijo, sonriendo. Kai también sonrió.
—Lloyd-kun, según escuché por ahí, tiene problemas con cierta clase de matemáticas...— empezó.
—¿Eh? ¿Quién le ha dicho eso?— ¿Quién abrió la bocaza de más?
—Justamente por el que acabo de preguntar.
—¿Ehhh?
Kai rió. Lloyd se sonrojo. Su padre era... era así. Que se le iba a hacer.
—¿Qué más le dijo mi padre?— se atrevió a preguntar.
—Me pidió que fuera su tutor.
—¿Qué?— vale. Su padre era genial.
—Y, bueno, considerando su reacción, tomaré el trabajo.
—¿L-lo hará?— trató de ocultar la emoción de su voz, sin lograrlo.
—Así es. Mañana empezaremos. Su casa, a las 10 de la mañana— se paró de la silla y estiró sus brazos hacia adelante—, estese preparado— le guiñó un ojo, sonriente.
—¡L-lo haré!— tener a Kai-sensei en su casa, junto a él, era su sueño hecho realidad. "Bentido seas, padre", pensó.
—Bien, me retiró. No tarda en dar el timbre.
Dicho esto, Kai se acercó a Lloyd y, para sorpresa de ambos, Kai besó la mejilla de su contrario. Éste último salió y el menor se quedo más que atonito, dirigiendo su mano a su mejilla. ¿Qué acababa de pasar? "Un beso". ¿En dónde? "En mi mejilla". ¿Por quién? "Mi amado Kai-sensei". ¿Qué significa eso? "No lo sé...".
Se quedó ahí, mirando al vacío, a pesar de que la campana ya había sonado y todos entraban al salón.