Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El viaje por PandoraBoxx

[Reviews - 13]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, aquí el final de este escrito, de antemano muchas gracias a quienes lo leyeron. Childerika y Nagui de nuevo, ¡Muchas gracias por los chequeos, revisiones y demás!

Ya saben los personajes usados aquí son propiedad de Oda-sensei, yo sólo los tomó prestados un ratito.

 

 

Justo como el rubio pensaba y sabía, el viaje previo lo desgastó en extremo, tanto física como emocionalmente, con apenas seis horas de camino en un viaje de dieciséis estaba por desfallecer en una gasolinera concurrida.

La despachadora de cabellera azul-celeste notó como empalideció primero para luego desmallarse, llamando al encargado de la cafetería de esa estación, socorrieron al rubio juntos.

Lo llevaron hasta la posada que administraban y trataron de cuidar de él lo mejor que pudiesen, Sanji perdió toda noción de si, no logró mantenerse despierto. Su cuerpo lo obligó a descansar por el resto del día, para cuando despertó ya era tarde casi de madrugada.

— ¡Maldición! —Refunfuñó completamente molesto. —Ya perdí todo el día, será mejor que me vaya.

—Será  mejor joven que descanse aquí la noche, mañana puede reponer las horas de viaje, es peligrosa la carretera cuando está oscura.

—Pero no llegaré a tiempo…

— ¡Pero llegará! —Interrumpió el hombre maduro con amplia (exagerada) cabellera. —Mi hija insistió en que le permitiera pasar la noche aquí, es por su bien, se desmayó al estar recargando su motocicleta.

— ¿Me desmaye? —Preguntó derrotadamente Sanji apretando los puños.

“Lo sabía” se repetía internamente, sin importar que fuerte fuera simplemente no pudría salir avante a esta enfermedad y menos estando tan avanzada.

Aunque no quisiera reconocerlo, su cuerpo ya estaba demasiado cansado, la anemia severa le agitaba mucho más que al inicio y la falta de sueño previa también le afectaba, además, el dolor, ¡El jodido dolor que ni el demerol  le quitaba, lo mantenía al borde de la locura!

Se mantenía en carretera porque la soledad de la misma le rebaja esa sensación horrible de que su cabeza fuese aplastada lentamente, esa presión que le obligaba a parpadear consecutivamente y que hacia que sus ojos se resecaran con demasiada frecuencia—  se los tallaba discretamente para lubricarlos— parecían desaparecer en el inmenso e interminable camino de asfalto.

Y desde que había dejado la casa de Law, las nauseas lo atacan con frecuencia, todo su viaje se estaba yendo al caño, pero ya no había marcha atrás, además ¡Estaba a escasas diez horas de camino!

—Si joven, así pasó. —La voz chillona del caballero lo regresó a la realidad, mirándolo de frente le prestó atención a sus palabras. — Le suplico por favor que se quede aquí esta noche, nos preocupa que algo malo le pueda pasar.

Sanji no creía la preocupación proveniente se ese señor, ni siquiera lo conocía como para que mostrara semejante preocupación por él. Pero así de arisco era el joven rubio.

Tomó su casco y respiró profundamente para regresar la vista al buen hombre.

—Lo siento por preocuparlos, pero mi viaje no puede esperar más tiempo.

 Después de charlar con el señor por unos minutos, Sanji pagó la gasolina y salió de la posada, Vivi, así se llamaba la chica de hermosa cabellera azul que le había atendido, esperaba por él en la salida.

—Mí bella dama, lamento mucho el haberle causado tremendo susto, pero le garantizo que estoy en perfectas condiciones, únicamente fue un poco de cansancio, ya con sus atenciones puedo continuar con mi aventura.

La caballerosidad del rubio nunca se había ido qué estuviese enfermo no se consideraba una excusa para dejar de serlo y, al mismo tiempo ese comportamiento lo mantenía siendo él mismo. La hermosa chica asintió para darle su casco y dedicarle una seña de “Adiós”.

De esa manera, Sanji continuó con la rutina agregada desde siete días atrás, increíble que casi llevara viajando una semana, y pensando en eso, recargó gasolina a punto de llegar a su destino. Marcó para avisarle a quienes debía, o sea, su padre, Shanks y Law quien no dejaba de sonar en extremo preocupado, pero Sanji con su buen humor y describiéndole un poco la ciudad lo tranquilizó.

Justamente eran las diez de la mañana cuando entró al centro de esa ciudad, la que sería la última escala en su viaje, una de las más verdes del país, sin embargo también una de las más concurridas. Preguntando se llega a Roma, dicen por ahí y preguntando Sanji encontró la dirección que quería, vaya sorpresa al saber que era una de las colonias más ricas de la ciudad.

Justo a la entrada de dicho territorio, le gustó en exceso una vereda a un costado del riachuelo que delimitaba esa colonia, se veía un sin fin de sauces llorones, dejando caer sus hermosas y ligeras ramas cubriendo todo el sendero con una bella sombrilla natural hecha especialmente para corredores o simples transeúntes, la frescura que se restregaba en su rostro al recorrer esa vereda fue reconfortante para él, incluso pensó que ese sitio de noche valía la pena de observar bien, por lo que, después de sorprender a cierta persona, regresaría al lugar para descansar plenamente.

Entró al exclusivo fraccionamiento, luego de anunciarse con el guardia de seguridad, menos mal que sé sabia la dirección y el nombre precisos de a quién iba a ver, de lo contrario no le hubiesen permitido entrar.

Una vuelta al sitio bastó para encontrar la casa en cuestión, de dos pisos y con enrejado que dejaba a la vista las fuentes paralelas a la entrada principal, no tenía nada de decoración vegetal, no era como la casa de Luffy, sin embargo cierto aire ostentoso mostraba que podría ser así de querer.

Sonriendo plenamente sacó su móvil y marcó, en el extremo opuesto de la línea con voz adormilada Zoro respondió después de que sonara en un par de ocasiones.

—Bue- bueno… —Los bostezos respondían por el marimo.

— ¿Te desperté? Lo siento… hola marimo torpe.

— ¡Cejillas!.. Claro que no me… Awww —Bostezaba de nuevo —Me despertaste, a qué debo el honor de tu llamada…

—Bueno, ya son dos días imbécil, ¿También las fechas se te pierden?

—Yo no me pierdo, el mundo cambia repentinamente…

— ¡Jajaja! Seguro, seguro, bueno, ¿Recuerdas la sorpresa?

— ¡Claro! La estoy ansiando…

—Asómate por la ventana.

— ¿Qué?

—Asómate por la ventana —Reafirmó Sanji.

Zoro no entendía que rayos tenía que ver en su ventana, así que se asomó y por más que prestó atención no notó nada que fuera para él, únicamente un motociclista estaba estacionado en frente de su casa, pero él no lo conocía.

—No veo nada, ¿Podrías ser mas especifico? Dime ¿Qué busco?

—No pierdas detalle, ya verás…

Sanji colgó su móvil. Zoro observó como ese motociclista colgó al mismo tiempo que el rubio y se quedó viendo pasmado, el chico se quitó el casco y en ese momento una dorada cabellera le reflejo el sol de lleno en su rostro.

¡Sanji estaba frente a su casa esperando por él! Un jadeo y una sonrisa plenos lo invadieron, ¡No se la creía! Seguro estaba soñando, pellizcó levemente  su mano para únicamente cerciorarse que estaba en la realidad. Arrojó su móvil en el buro a un lado de su cama y como relámpago saltó de la misma corriendo en dirección de la puerta principal.

Alternadamente Sanji se bajaba torpemente de la moto, ya estaba ahí, había cumplido con su propósito y ahora podría descansar un poco. Suspirando fatigadamente y dando ligeros y pesados pasos trató de correr en dirección de donde Zoro se vislumbraba, no pudo dar el saludo al que él aspiraba, ese en el que se arrojaba a los brazos del marimo y lo besaba con frenesí sin importarle nada ni nadie alrededor. En lugar de eso fue sujetado por Zoro a media calle.

Quién se espantó al momento de abrazarlo con fuerza, sintiendo como el rubio se debilitaba con cada movimiento, simulando a marioneta sin hilos se desplomó  en ese lugar, desfalleciendo en sus brazos cayo hincado sujetándose del fuerte joven de cabellera verde. Zoro sin comprender que ocurría lo apretó hacia él con más fuerza y con esa llegada, el marimo predijo una tragedia venidera.

Dos días después, Sanji abrió los ojos, luego de observar el techo y convencerse que no era el hospital miró en todas direcciones y pronto recordó donde estaba. Al mirar a su lado derecho ahí observó a Zoro cruzado de brazos y dormitando en el sofá.

Se enderezó muy despacio, tratando de que el mareo no se intensificara ni con el las ganas de vomitar. Zoro parecía dormido y ante su ojo zafiro era más de lo que esperaba y sobre todo de lo que él sentía merecer. Sanji estaba colmado de dudas en ese preciso instante ¿Y si su viejo tenia la razón? ¿Y si todo ese asunto del amor por internet eran sólo tonterías? Porque una cosa es decirle un “Te amo” a una persona con la convives en carne y hueso durante la mayor parte de tu tiempo, pero ¿Tenia validez con una persona tan lejos de ti, que nunca antes habías visto tan de cerca, ni que tampoco has tocado? La sensación de la saliva juntándose en su garganta lo sacó de esos pensamientos para centrarlo en lo importante.

Pero Zoro, quién no perdía detalle de lo que el rubio hacia, analizaba todas y cada una de las preguntas que se le venían a la mente: ¿Cómo carajos se aventuró a ir hasta él? Cierto que él añoraba poderlo ver, abrazar, besar, pasar su vida con Sanji, y por eso se esforzaba tanto en sus estudios. Él quería darle todo lo que el rubio pedía en sus conversaciones por chat, porque al igual que Sanji, Zoro estaba por completo ensimismado con él y no le importaba la distancia, sin embargo la misma duda que Sanji mantenía para si mismo se compartía en la cabecita decorada con cabellera verde del marimo que, al observar las arcadas incontenibles que lo atacaron, le acercó un bote de basura en donde volvió el estomago.

Unos minutos después le acercaba un vaso con agua y en su semblante la ira estaba más que marcada, después de que Sanji se enjuagara la boca y trató de explicar lo que pasaba, se desató el encuentro.

—Lo siento, es el cansancio del…

— ¡No mientas! — Gritó furioso el joven interrumpiendo la oración. —Tu celular no dejaba de sonar y como eran números distintos tuve que responder, tu viejo estaba horriblemente preocupado por ti, y ese pelirrojo Shanks también, sin contar que Luffy y Ace mandaron un sin fin de mensajes junto con Law.

Sanji se lamía los labios, mojándolos un poco, el teatro se había caído y, era el momento de la verdad.

— ¡¿Por qué has hecho todo así?! ¡Desobedeciste a tu padre, abandonaste la carrera, dejaste la escuela…!

—Moriré en menos de un mes ya, y no quería irme sin verte en persona.

Zoro guardó silencio, en su cara la duda sustituyó a la rabia y observando como Sanji lo miraba directo a los ojos sin parpadear, pudo vislumbrar claramente que no mentía.

— ¿Qué...? —Dudó el moreno parpadeando consecutivamente, tratando con eso de obligar a su cerebro a procesar esas palabras.

—Tengo cáncer cerebral en fase terminal y ya se agotó mi tiempo, tardé mas de lo pensado en conseguir el dinero para la motocicleta y perdí un mes en ello, el viaje me costó una semana más y ahora… —Sanji hizo pausa, suspiró y limpió dolorosamente su garganta en lo que sus ojos se forraban de agua —Te pido egoísta y cruelmente que me permitas estar a tu lado por lo que me queda de tiempo, sé que no debería de ser así, también sé que quizás y haya cometido un terrible error al venir hasta aquí, pero…

La duda lo golpeaba por completo, nunca se había sentido tan miserable como en ese momento y ¿Si todo el ardid que el marimo mostraba en conversaciones era falso? ¿Y si el amor que le repetía sentir por las redes sociales era mentira? ¡Todo su viaje habría sido en vano de ser así! Se arrojó del avión sin paracaídas y ahora era el tiempo de la verdad, o aparecía un hermoso ángel de verde cabellera que evitaría que se estrellara en el piso descuartizándose al instante, o, la tierra le esperaría sin nada que mitigara su dolor.

Zoro no atinaba a creer lo que escuchaba, ¡¡Tenia que ser una jodida broma, ¿Cierto?!!

— ¡Déjate de bromas! ¡Con eso no juega imbécil cejas de remolino!

Asintiendo Sanji se enderezó y mojó sus labios una vez más lamiéndolos, era de esperarse esa reacción por parte del moreno. De hecho, sólo a él le estaba confesando así, los demás tenían una mala sensación con ese recorrido, algo similar a un sentimiento de desespero. Law lo supo al ver el frasco de plástico y el sangrado nasal por eso la discusión con él antes de que se marchara.

—Sólo me dieron medicamentos para disminuir el dolor, pero no sirven del todo.

Un inmenso vacío se apodero del marimo. Sintiéndose en un vórtice de pena y dolor, las piernas le comenzaron a temblar y en su estomago el vacío le golpeó sofocándolo mientras su mirada aún estática en el zafiro de Sanji, escudriñaba tratando de buscar la mentira que ansiaba ver en su interior, en verdad deseaba que el engaño estuviese escondido en él.

Pero desgraciadamente para Zoro, la voz tranquila de Sanji junto con su mirada, además, de  las llamadas de varias personas que le confirmaban la preocupación y por lo tanto, las palabras del rubio eran más que autenticas. No había mentira en todo ese tema y un suspiro logró colarse del marimo uno que le marco la siguiente pregunta en cuestión.

¿Qué debía hacer ahora? Claro que podría cuidar de Sanji todo el tiempo que quisiera, pero de eso a aceptar que él moriría… Negando, suspiró.

Se acercó y se sentó en frente de Sanji quien pasaba saliva seguido tratando de tragar la tristeza y llanto reflejados en su mirar. Nunca debió dudar de la palabra del “cejillas” y con verlo de frente se sentía más que contento de eso ¡Sanji estaba ahí! Y por primera vez lo miraba de lleno, lo sentía a un lado una única sensación más grande que su felicidad en ese momento fue la tristeza. Increíble como la moneda cambiaba de lado de un momento a otro y ahora los colmaba a los dos con el lado más desconsolador de esa trama. Además, Zoro comprendió bien todo el sacrificio  echó con ese viaje, y sobre todo, la confianza en él fue lo que terminó por doblarlo. Sanji confió tanto en Zoro que se arriesgo a un viaje único y con final erguido para estar con él por el tiempo que le quedaba.

—Busquemos tratamiento, ¡Dame la oportunidad  de ayudarte!—Suplicó, siendo este su primer acto de amor físico al rubio, cuando en realidad pensaba que esto no era nada de lo que tenia en mente, cuando él llegara por Sanji hasta su casa, el primer acto físico de su amor sería llevarlo a donde el marimo, —después de buscar y buscar y cerciorarse que fuera un buen sitio para el restaurant con el que Sanji tanto soñaba— le edificaría dicho comercio, esa era la meta principal de Zoro y con todo esto, su plan se fue directo a la basura.

—No hay nada que hacer, tres especialistas me evaluaron y coincidieron en lo mismo. —Ahora el rubio luchaba internamente consigo mismo, había sido demasiado cruel y egoísta al haber elegido a ese chico para que cargara con su pena, ¿Cierto?

Arrugando las sabanas Sanji miró abajo, Zoro entendió y comprendió  por fin la verdad y el porque del largo viaje, ese chico había recorrido la mitad del país para morir cerca de él y con esta aclaración surgió la verdadera pregunta, ¿Sería capaz él de soportar semejante agonía sabiendo que la muerte no lo socorrería como Sanji?

Abrazándolo con fuerza abrumadora, Zoro comenzó con  su declaración, a pesar de que esta era la primera vez que se veían la cara frente a frente actuaba como si siempre lo hubiese tenido así, la distancia no afectaba a ese chico que en verdad lo amaba. Sanji se sintió tan culpable que comenzó a llorar sin recatos ni limites, la culpa le golpeaba porque, ¿Cómo pedirle a una persona que amas que te cuide y te vea morir lenta y dolorosamente? ¡Eso no debía ser así!

Se supone que se conocerían y juntos viajarían por el mundo, que disfrutarían de su amor en plenitud, pero el destino es cruel y con ellos, o con Sanji, lo demostró apenas seis meses atrás, cuando fuertes dolores de cabeza le causaban desmayos repentinos, insomnios de mas una semana cada uno y sobre todo, que dejara de comer. Su viejo lo llevó de inmediato al mejor hospital siendo revelado el mal, pero ya no había nada que hacer, esa enfermedad ya estaba bien arraigada en él y quitarlo sería condenarlo a una cama de hospital y a un sin fin de tubos que lo mantendrían en este mundo sin estar vivo.

Sanji prefirió la muerte dolorosa que sobrevivir de esa manera, apenas tuvo la oportunidad y vendió todas sus cosas, dejó la escuela y sacó todos sus ahorros del banco para comprar su moto, un sueño más antes de irse de este mundo.

—Yo… —Dudó Zoro quien tragaba saliva para tratar de limpiar su garganta que sentía era acuchillaba. —Cuidaré de ti, pero no por lo que te quede de tiempo, cuidaré de ti por el resto de mí vida.

La felicidad en ese momento debía ser una burla, una farsa ¿no? O al menos eso pensaba Sanji quien al escuchar esas palabras sintió como su corazón causó revuelo en su pecho y de nuevo su estomago se movía violentamente, sabiendo lo que seguía, empujó levemente a Zoro para alcanzar el bote.

En ese preciso instante, Zoro supo entender que esas semanas aparte de que se llevarían a Sanji para siempre, lo arrastrarían con él al fondo de donde sea que el rubio fuese a ir.

Ese día pasó sin más contratiempos, Zoro se dedicó a escuchar la odisea del  viaje que estaba siendo relatada con lujo de destalles y con una sonrisa plena y contenta en el rostro. El marimo vislumbraba a gran escala lo que le era redactado y sonreía como estúpido ante ello, pero sonreía de esa manera por escuchar la felicidad como núcleo de toda la historia hasta ya en la tarde-noche desempacó las cosas de la motocicleta y, cambió de tema, como si no hubiese tragedia de por medio.

—Bueno cejillas, según yo desempaque todo lo que traías en la motocicleta, pero, no podrás estar aquí con unos pocos cambios de ropa, si tienes animo quiero llevarte al centro para que conozcas.

— ¡¿Tú?! ¡¿Levarme al centro?! —Se mofó tiernamente Sanji girándose para verlo de frente y soltando las últimas bolsas plásticas en el piso para sacar un cigarrillo.

—Si, ¡Yo! —Refunfuñó el marimo azotando la pequeña mochila que era la ultima de bajar de la moto.

—Necesitaré un mapa, estoy seguro que nos perderemos…

Esa oración nunca se terminó, Zoro  lo silenció con un beso, el primer y torpe beso de ese par en todo su noviazgo virtual y ahora, físico. Tan arrebatado fue en esa caricia que Zoro chocó sus dientes en un par de veces con los de Sanji. Ese beso estaba cargado de muchos sentimientos por parte de ambos, Sanji pensando que no merecía a un amor como el que sentía en ese momento y Zoro tratando de consumir por completo esa sensación que lo sofocaba, lo abrazó por la cintura en lo que Sanji lo rodeaba por el cuello con sus brazos, minutos después, ese beso pasó de ser torpe a maestro causándoles felicidad plena y sincera.

 Y aunque la intriga siempre había estado presente en ellos dos, con esa demostración sumada al viaje de Sanji, despejó cualquier duda disfrazada de nube negra mostrando destellos de felicidad en lo poco o mucho que compartieran de tiempo juntos.

Sanji había recorrido al país de una orilla a la otra para estar cerca de él sin importar que su vida se recortara mucho más y Zoro, aceptando el hecho de que no lo tendría completo y mucho menos por el tiempo que él ansiaba —Toda su vida—, aprovecharía toda la existencia que juntos tuvieran a partir de ese instante.

Ellos entendían que esa relación a larga distancia no tenía futuro desde un principio y contra todo pronóstico ahí estaban y juntos. Sin importar que el arrepentimiento  lo continuara azotando internamente,  se lo mantendría para si mismo hasta el fin de sus días los cuales estaba  muy seguro que ya no serían muchos y con la firme decisión de disfrutar incluso del cansancio diario, Sanji se forjó la última promesa: Mantenerse fuerte hasta el final.

Bastaron únicamente un par de días para que el marimo se ajustara a la figura de Sanji  que se la pasaba merodeando por toda la vivienda, ya fuese limpiando, cocinando y sobre todo: demostrándole cariño y amor, pero no del modo habitual si no del modo en que estaban acostumbrados con leves alegatos y peleas un tanto  infantiles que terminaban con un beso robado y una patada a modo de coscorrón, Zoro se acostumbró casi de inmediato a ese hecho y Sanji se imaginaba la vida como en esos días, “Seguro así debería ser más adelante..” pensaba repentinamente.

A pesar de que estaba así de enfermo insistía en hacerse cargo de la casa y apoyaba incluso, a Zoro en sus estudios, aparte de levantarlo por las mañanas y prepararle comida para la escuela,  le llevaba también pequeñas meriendas hasta donde estudiaba, y con cada acto de amor de su parte a Zoro, él le correspondía con besos “robados” con cada oportunidad que se le presentara.

Los primeros dos días durmieron en habitaciones separadas la vergüenza hace de las suyas hasta que algo mucho más fuerte aparece y en esta ocasión fue el frío. Sanji golpeó a la puerta de la habitación de Zoro y por unos instantes de no recibir respuesta, se giró pensando que era una tontería de su parte y que debía mantenerse “fuerte” ante eso también, sin embargo fue detenido por el moreno y cuando le explicó lo que le pasaba, Zoro no titubeo para nada, se recostó y extendiendo su brazo le señaló palmeando el espacio a un costado para él. Sanji se sintió tan amado en ese momento que no pensó en otra cosa que en ese preciso momento tendría menos valor que sentirse así, y recostándose mirando de frente al marimo, durmió en ese cálido resguardo  descansando a plenitud.

El universitario en reiteradas ocasiones intentó posponer sus estudios para dedicarse de lleno a él, pero Sanji se  negó en todas y cada una de ellas. No quería intervenir por completo en la vida de su acompañante, ¿Para que acostumbrar lo a algo que sería pasajero? Y siempre mantenía esa pregunta como base y respuesta misma a las intenciones e ideas de Zoro.

Todas las tardes sin falta, juntos salían a pasear por la ciudad en donde Sanji mostraba levemente su faceta de Don Juan.

Para Zoro esa actitud era conocida por las redes sociales, pero a verlo canturrear y alardear de antemano entendía que nunca, las chicas, lo tomarían en serio.  Incluso sentía un poco de celos que demostraba al chistar los dientes y cruzarse de brazos ante los canturreos de Sanji hacia las chicas, hasta que todo su ardid por la ciudad y las bellezas femeninas se terminaban al instante en que la punzada en su cabeza lo obligaba a detenerse y presionar su sien.

— ¿Nos vamos? —Preguntaba Zoro.

—Seguro — Respondía el rubio colgándose del brazo de su acompañante.

Las miradas a ellos, como era de esperarse, colmadas en algunas personas de prejuicios y en otras de ternura les acompañaban en los recorridos y mas porque Sanji se recargaba en el hombro contrario al ir caminando.

Y con esos recorridos Zoro entendía que la vida de Sanji se esfumaba. Su andar ya era mucho más lento y pesado, su esbelto cuerpo ya no era más que un decrepito costal de huesos y su rostro en extremo demacrado, reflejaba la cercanía del fin.

—Sanji, vayamos a un hospital… tu cuerpo…

— ¡Nunca! —Interrumpía de golpe el rubio. —Lo prometiste, ¡Sin hospitales!

La fobia a ese sitio se convertía en repudio inmediato que se reflejaba en el zafiro de su ojo. Sanji no quería terminar en ese lugar blanco, frio y —para él— horrible, prefería soportar el inmenso dolor y morir en la calle que subsistir en un lugar como ese.

Comprendiendo el miedo horrible dejó de insistir y en su defecto, llamaba a una estudiante de medicina vecina suya de nombre Perona, ella le aplicaba intravenosas contra el dolor pero sólo eso. Aunque Zoro insistiese en pagarle, la chica no aceptaba nada a cambio de su servicio, le enternecía el hecho de saber la situacion tan triste por la que pasaba ese par y siempre le remarcaba que ella estaba para ayudarle en lo que necesitara después, aunque en ocasiones la actitud “pervertida” del rubio le hiciera titubear en siquiera regresar, porque mira que soportar miradas eufóricas e incluso colmadas de excitación le incomodaban en extremo, y aunque así era el chico Perona en contadas ocasiones le llegó a recriminar algo y, Zoro no se molestaba, comprendiendo los dos que él trataba de mantenerse como era hasta el final.

Cuando se esta mejor, el tiempo se pasa de inmediato como cuando juntos descansaban en el sendero que atrajo a Sanji desde su llegada, en ese sendero disfrutaban de su noviazgo como una pareja normal con abrazos, besos y un ambiente lleno de amor para los dos y, mientras Sanji dormitaba Zoro resguardaba su descanso mimándolo  y tratando de reconfortarlo en lo  que estuviese dentro de sus posibilidades.

Hablaba con Law por chat, el medico insistía en saber como estaba Sanji y claro que Zoro con lujo de detalles le explicaba la situacion rebobinando cada paso doloroso en esa marcha, de ahí que Zoro se sintiera agrietarse al vivir el día más de una vez, eso no era nada bueno para su finalidad y lento pero seguro, Zoro se rompía internamente.

Los hermanos D. también se mantenían en contacto, sin contar que Zoro era quien respondía casi siempre a las llamadas en el móvil del rubio, con únicamente voces conoció a su padre, y a Shanks, repentinamente las llamadas se hicieron habituales y él se convirtió en el visor de los adultos.

 Y cuando se esta mal, como cuando tenia dolor, se le hacia interminable el paso del  mismo.

Justo como cuando todo empeoro, el día en que Sanji comenzó a moverse bruscamente después de caer al suelo inconsciente. Sin saber que hacer atinó al sujetar el cuerpo con fuerza para evitar que se golpeara, la suerte —Aunque Zoro no creyera en ella y se jactara de decir que todo lo que tenía lo conseguía por sus méritos— parecía favorecerle, ya que sus compinches pasaban por el sendero dirigiéndose a casa, al observar horrendo espectáculo uno de ellos, de gafas negras, ayudó a contener el cuerpo de Sanji en lo que Yosaku corría por Perona.

Jhony y Yosaku, los compañeros de universidad de Zoro e inseparables compañeros entre si, se mantuvieron en contacto frecuente con Zoro ya que desde que Sanji llegó y supieron lo que pasaba por escuchar detrás de la puerta una de las primeras conversaciones de esa pareja en la que Zoro le rogaba que fueran al hospital y en la misma que Sanji se negaba dejando en claro que prefería morir como perro callejero a estar en ese sitio, “Yo he viajado hasta aquí para estar contigo, no me quites ese placer.” Con esa oración ese par se sumió en llanto y dolor y de hay que se ofrecieran para cualquier cosa, manteniéndose a distancia leve pero siempre conservándose atentos ante cualquier detalle como en ese momento.

Luego de eso todo cambio para peor, la nariz de Sanji sangraba casi todo el día y sus oídos, por las noches imitaban esa rutina y, ni así, mostraba flaqueza o arrepentimiento alguno.

—Marimo, ¿crees que en otra vida tú y yo estemos juntos?

—Ya lo estamos cejillas.

—Jajaja, tienes razón.

Con esas oraciones, sus días se veían completos y rutinarios, hasta el día siguiente.

Sanji tendía sabanas  cuando la trama final se desencadenó.

Después de gloriosos y  memorables días en lo que incluso dudara de su enfermedad porque vivía como él se imaginaba en una casa llena de amor en la que se dedicaba a mantenerla limpia y que cuando llegaba el tiempo de que su amado retornara, él ya tenía la cena preparada, el dolor le recordó que toda mentira se termina cuando la verdad sale a flote, como en ese instante. Una punzada única le atravesó el cráneo y de inmediato, todo se apagó ante su vista, únicamente la oscuridad era lo visible sin importar cuantas veces parpadeara o en que dirección tratara de observar no había nada mas que negro ante él, suspirando se resignó. No gritó ni lloró, aguardó paciente y tranquilo.

El móvil a media mañana timbró y Zoro por estar más cerca, respondió, se trataba de Zeff.

—¡¡Cejudo!! Tu viejo llama…

Gritaba Zoro al salir al patio sin lograr que Sanji se asomara, abriéndose camino entre las ondeantes sabanas llegó ante él.  Estaba acuclillado y recargado en la pared, fumando y con la mano extendida en dirección del marimo.

—Gracias…

La fatiga se acentuaba cada vez  más en él y siendo honesto, Zoro ya no sabia que hacer, se sentía impotente y sobre todo inútil por únicamente ver su sufrimiento, sin embargo se mantenía fuerte a la vista y actuando de lo mas normal, no quería que Sanji cargara con mas culpa de la que ya llevaba encima. Porque aunque el rubio tratara de no decir nada o mostrar nada, la culpa era más que evidente, la risa leve de Sanji lo regresó al patio trasero.

— ¿Si?.. Jajaja ¿no como crees? Aunque sin sentido de orientación es buen hombre… ¿Viejo alguna vez te he dicho que eres un papá excelente? ¡No! Jajaja bueno, lo eres, el mejor… Jajajaja ¿Cómo crees que me voy a morir hoy? Estoy lavando ropa por si piensas de más, y más tarde cocinaré brochetas de pollo, si ya lo sé… claro, no vemos.

Pulsó  “finalizar” y trataba de darle el teléfono a Zoro, pero señalaba a otra dirección. El rostro del perdedizo joven se quedó atónito, se acercó lentamente hasta él, esperando que con la distancia más reducida  viera algo, pero no hubo cambio de hecho, la sangre que brotaba por la nariz  y oídos lo hicieron sudar helado y tragar saliva.

Aun así, toda la pantomima se mantenía en pie y por lo tanto,  tendría que continuar con la farsa.

—Estoy aquí idiota.

Sanji sonreía tristemente al mover su mano horizontalmente tratando de atinar en donde estaba su chico. Zoro frunció el seño y su mandíbula comenzó a tiritar, sus ojos se llenaron de agua al ver esa escena, Sanji estaba ciego y ese era uno de los síntomas finales según Perona. Se acercó por completo y después de tomar el móvil en sus manos, limpió la nariz del rubio con su playera blanca, nada le importaba y deseaba con todo su corazón que el sufrimiento de Sanji  le permitiera descansar un poco, cuando menos.

— ¿Quieres que te ayude a tender lo que falta?—Preguntó con la voz lo más calmada posible y controlando sus sollozos, tragándoselos —Literalmente— aunque le doliera la garganta.

—No ya terminé, si no te importa, me gustaría ir a nuestro sitio.

—Claro. —Dijo tratando de controlar el tono de su voz. —Es más temprano que de costumbre.

—Si, lo es.

 Ya que Sanji no veía nada, Zoro lo tomó en brazos y cargándolo a modo de princesa rescatada con el único afán de molestarlo para iniciar su pelea diaria y esperar con eso la reacción conocida, algo que le indicará que estaría bien, pero que Sanji no le reclamara lo de siempre le causó un dolor en el pecho,  un único significado tenía ese comportamiento y le daba miedo afrontarlo.

Caminó por unos minutos con Sanji en brazos, ya no pesaba lo mismo y estaba mucho más frío de lo usual, la cabeza recargada en su amplio pecho así se sentía, hasta que llegó al sendero y de ahí, al sitio especial en donde pasaban las tardes.

Lo acomodó a un lado y sentándose, Zoro le brindó sus piernas como almohada luego de recostarlo observó como la mirada de Sanji estaba fija  al frente, estancada en el agua que le reflejaba los rayos del solo de lleno al rostro, pero Sanji ni siquiera se inmutaba, esos dorados destellos juntos con el agua y todo el hermoso paisaje de siempre ya no podían ser registrados. Acariciando la dorada cabellera y frotando el antebrazo con suavidad, trataba de reconfortarlo. Sanji se giró mirando hacia el cielo alzando una mano, torpemente buscaba el rostro de Zoro sin encontrarlo.

El marimo se rompió completamente, agarró aire profundo y sostuvo la mano fría de Sanji  ayudándolo a que cumpliera su objetivo restregándola en su rostro. En ese preciso instante, después de tocar el suave y cálido rostro de su chico, Sanji dejó escapar su sentir con lágrimas. Todo le dolía, ¡Todo! Suspiraba profusamente y ese dolor reflejado acuchillaba a Zoro.

—Marimo… yo… yo

 Todo el temor, incertidumbre y desconfianza estaban más que asentadas en Sanji, tal vez era el dolor físico o quizás el martirio al que estaba sometiendo a Zoro quien todo lo entendía y a la vez no. El llanto de Sanji terminó por romperlo como a cristal atravesado por piedra.

— ¡Calla! —Respondía tratando de controlar su voz.

El pecho de Sanji tardaba mucho más en inflarse causando que Zoro entendiera que… el final estaba ahí.

—Marimo… perdóname por todo esto…

Ya para ese instante, Sanji dejaba escapar sus ultimas lagrimas, incluso esas se mostraban escasas y míseras  representando bien la última señal de vida de su parte. El estomago de Zoro tiritaba bruscamente por contener el llanto ¡¡Sanji se estaba muriendo en sus piernas y él sólo podía ver!! Que crueldad tan grande la del destino, haberle brindado el amor verdadero y arrebatárselo de esta manera, ¡La jodida creación tenía que estar jugándole una mala pasada y una broma terrible! ¡Tenía que ser una pesadilla!

—En otra vida… te buscaré y será distinto, lo prometo.

—Te esperaré Sanji.

La impotencia resultó desgarradora, Zoro tomaba grandes bocanadas de aire por la boca tratando de aclarar su garganta.

—Zoro… te amo.

 Esa expresión desató la alarma de en su ser, abriendo sus ojos hasta su máxima capacidad lo  miró en completo estado de asombro, hizo lo que su corazón le dictaba en ese instante: besarlo. Un último beso recibió Sanji antes de dejar salir su aliento final.

Zoro no obtuvo respuesta a tal acto, Sanji se quedó inmóvil viendo al cielo. El zafiro visible de su ojo se opacó lentamente, como si un bombillo fuese apagado y paulatinamente, al enfriarse perdiera todo su destello, instantes después su ojo mostraba un color gris sin brillo completamente extinto. Sanji murió recostado en las piernas de su amado y estaba feliz, en su rostro demacrado y frío una leve, pero plena sonrisa así lo delataba.

Sanji ya descansaba tranquilamente y ahora, cuando su tormento terminó, Zoro se sentía morir con él. ¡No! Sanji estaba dormido y en cualquier momento despertaría, en cualquier momento se levantaría para preguntarle que quería de comer, le pediría que lo abrazara porque tenía frío o simplemente le diría que ya se fueran a casa porque ya estaba cansado, la negación tomó posesión de ese chico que aunque no lo aceptara se quedó solo en ese mundo y en ese instante.

Así se quedó esperando y acariciando la cabellera rubia, mirando como se había quedado con las manos en su pecho y sonriendo.  Al paso de unas horas de no moverse, al marimo lo atacó el pánico.

Jhony y Yosaku, pasaban en ese preciso momento en el que Zoro gritaba a pulmón abierto y estrujaba el cuerpo sin vida de Sanji.

— ¡Sanjiiiiii! ¡¡Despierta ya!!—Gritaba maltratando el cuerpo rígido, los chicos se imaginaban que lo partiría en dos de continuar sacudiendo por los hombros con tal rudeza.

Jhony lo sujetó con fuerza y Yosaku checaba al rubio quien no cambiaba el semblante ante nada. Siendo amigos tan cercanos era de esperarse, Yosaku negaba en lo que Jhony abrazaba con fuerza a Zoro desde la espalda y en ese momento el jodido móvil de Sanji comenzó a sonar.

La voz tosca y rota le respondió a Zeff quien al escuchar el llanto y gritos desgarradores de Zoro entendió sin palabras, conteniendo el llanto en voz únicamente —Sus lagrimas sí afloraban— preguntó a Yosaku la dirección exacta para de inmediato viajar por el cuerpo, después de colgar, el viejo apoyó en la mesa sus codos y cubriendo su boca dejó escapar el dolor, su hijo ya estaba descansando como él lo había presentido cuando le dijo que era el  mejor padre del mundo, Zeff se quedó sentado ahí por un largo rato hasta que desahogó un poco de todo el dolor en su interior.

El joven, el mismo chico de largo y verde abrigo que respondió al celular, se vio en la necesidad de ir por Perona, ya que ella efectuaba sus trabajos sociales en un hospital y todo esto para que llevaran el cuerpo a conservación, pero en el momento que llegaron por Sanji, el horror invadió a Zoro por completo.

Golpeando a quien se le atravesara, sujetó el cadáver y gritando dolorosamente impedía que lo tocara alguien más.

— ¡Nunca!  ¡¿Entienden?!  ¡Sanji odia los hospitales! ¡¡No lo pueden llevar a ese sitio!!

A Jhonny no le quedó más opción que noquearlo golpeándolo por la espalda. Después de que callera al piso inconsciente y que el mismo Jhonny se quedara acompañándolo, Perona y sus conocidos se llevaron con cuidado el cuerpo para preservarlo.

Al día siguiente ya por la tarde, Zeff hizo acto de presencia y comenzó de inmediato con los arreglos para llevarse a su hijo a casa, Zoro estaba en shock. Después de despertar en su casa y ver a Jhonny sentado en su sofá se cubrió los ojos ocultando el llanto y justo como un chasquido de dedos, su cerebro se bloqueó miraba sin ver, estaba y a la vez no todo había terminado para él, todo su  mundo se le vino abajo con la muerte de Sanji, todos sus planes se alejaban dentro de su  mente como ciudades  que se quedan detrás en la carretera y son vistas por el retrovisor del auto, todo su futuro estaba basado en su chico y ahora sin él ya no tenía nada y al tener nada, ¿Para que permanecer aquí? Con esa pregunta en mente se dio el coraje para continuar con lo que seguía.

 Law quien también se mantenía en  contacto marcó al celular y cuando respondió Zeff y el moreno preguntó, la noticia lo impactó al grado de que su móvil se estrelló en el piso dejándolo en estado de completa sorpresa, Kid quien estaba con él, lo levantó y continuó con la conversación, minutos después pidió detalles del funeral y demás.

En cuanto colgó se dedicó a consolar al medico que trataba de sofocar su llanto, lo miraba preguntándole un sin fin de cosas, Kid negando levemente lo abrazó  y acarició su cabellera tragando saliva, la muerte de Sanji si le podía, pero lo que en verdad lo lastimaba era su chico llorando discretamente resguardándose en su amplio pecho.

Luffy también era de los que se mantenía en contacto seguido, y cuando Zeff le dijo lo que seguía, de inmediato tomo únicamente dinero y llevando a Ace consigo casi a la fuerza —porque no le decía nada— salió atrabancadamente, a medio camino le confesó al pecoso a donde y porque viajaban. Ace se quedó sin decir nada, mas sin embargo, no se resignaba y además conociendo a su hermanito llorón, él entendió que pronto, sería necesaria la intervención de su parte, porque Luffy a pesar de ser así de atrabancado contaba con sentimientos tan puros y sinceros que al ver el cuerpo de Sanji, Ace estaba seguro que rompería en llanto y él estaría ahí para consolarlo. Ahora entendía bien el mal presentimiento que lo hizo resguardar el pañuelo con tanto recelo, ahora comprendía bien el sentimiento que le gritaba que lo detuviera cuando el portón se cerró en su rostro y lo único que podía hacer en ese momento, disfrazar sus lagrimas con decir “Tengo algo en el ojo”.

Estando todo en orden y las cosas en su sitio, el funeral de Sanji se llevo a cabo en su casa, Zoro nunca pensó que su padre conociera al chico, de hecho, tenía una idea leve ya que en varias ocasiones al responderle a Shanks a la distancia una voz parecida a la de su padre repicaba, pero sólo eso. Ni la sorpresa de saber  que el novio de su progenitor fuese el mismo que le ayudó al rubio a conseguir su motocicleta lo regresó al plano actual, para Mihawk ver a su hijo en tan deplorable le causo un estrujón, y Shanks supo distinguir eso de inmediato, pero de entenderlo a saber que hacer hay mucha diferencia y eso también lo comprendieron bien, juntos acordaron que analizarían la situacion y después tomarían una decisión para el bienestar de Zoro.

Los hermanos D. fueron los primeros en llegar, Luffy sintió un baldazo de agua helada al ver a Zoro en semejante condición, él de antemano sabía que el joven de cabellera verde era fuerte y ahora verlo derrotado le zarandeaba el corazón en extremo ¿Qué se supone que debes decir en una situacion así? ¿Cómo le tratas de decir a alguien que todo estará bien cuando sabes que no? Suspirando se paró en frente de él con el rostro demasiado serio, su cuerpo, no, sus sentimientos le indicaron que lo abrazara, era lo único sincero que podría hacer, en ese preciso momento, lo que Ace sabía pasó, Luffy comenzó a llorar como cuando era pequeño y él se escondía para asustarlo. Frunciendo su semblante y aunque sus ojos se llenaron de agua, acertó a sólo abrazarlos a los dos. Escuchar el llanto de Luffy y ver como Ace se desmoronaba, iniciaron una reacción en cadena dentro de Zoro, la pelea entre continuar y rendirse se desató dentro de su corazón ¿Si continuaba estaría abandonando a Sanji, cierto? Pero ¿Si se rendía, Sanji se molestaría con él, verdad? ¡Toda esa confusión necesitaba una chispa, un detonante que le mostrara la mejor opción!

Poco después Law llegó acompañado del pelirrojo, Kid fue el único de todos ellos que se acercó hasta el féretro a observar el cuerpo en lo que el medico se quedaba hablando con el grupo y al igual que Luffy y Ace, imitó sus movimientos y aunque Zoro permaneciera sentado, dos chicos morenos trataban de consolarle resguardándolo en sus respectivos regazos.

 Kid no perdía detalle de Sanji y por inercia al prestar la suficiente atención  una amplia sonrisa, sincera se apoderó de su rostro, sin embargo, el dolor puede hacer que hasta el más mínimo detalle de afecto se distorsione y esa fue la mecha que encendió las emociones del joven de cabellos verdes, aunque los hermanos D. también pensaron que él pelirrojo se burlaba de Sanji.

Y con el rencor y coraje Zoro reaccionó.

— ¡¿De que demonios te ríes?! ¡Él no es ningún payaso para tu diversión!—Gritó levantándose de súbito y dejando a Law sentado en el piso, con su movimiento repentino el medico que estaba acuclillado, cayó de sentón.

—No, alto Roronoa-ya… él no está… —Mencionó el medico incorporándose, tratando de detener lo que sabía estaba por comenzar.

—Nunca dije que lo fuera, ¿O si? —Respondió en su tono usualmente altanero pero respetuoso. — Escucha llorón, este no es sitio ni el momento para algo así, luego zanjaremos asuntos, por el momento…  —Kid miró atento y con su mano en el féretro se despidió del rubio. — Sanji, descansa camarada, gracias por la enorme oportunidad. —Aclaraba Kid deslizando su mano por el féretro.

— ¡Salgamos! —Exigió Luffy era en tono marcial y limpiándose el rostro con su antebrazo.

Kid alzó su apenas visible ceja y sonriendo sarcásticamente los acompañó al frente de la casa. Los cuatro salieron y, Law pensaba en intervenir sin embargo, Mihawk lo detuvo.

—No, es el modo en que ellos lidian con el dolor. — Declaró ese hombre mirando a los chicos estampar sus puños, o tratando de, en Kid, vaya que el pelirrojo era fuerte. Law observo a Zeff mirar a su hijo a través del cristal del féretro y se dirigió a él.

El medico se acercó y reverenciándolo negaba todo con su cabeza, el hombre mayor posó su mano en el hombro y con plena mueca de satisfacción asintió, para Zeff fue doloroso, pero supo reconocer el enorme esfuerzo y sacrificio de su hijo ante toda esa situacion y por ello se sentía orgulloso, Law se quedó conservando un poco con tal hombre y entendió a grandes rasgos porque Sanji era así.

Los chicos afuera se dieron de golpes hasta que terminaron sentados en el piso, jadeando y tratando de recuperar el aliento, Zoro miraba con profundo desprecio al pelirrojo incluso se podría decir sin temor a equivocarse que lo miraba con odio y Kid que notaba esos sentimientos únicamente mencionó:

—Yo nunca dije que él fuera un payaso y menos  que me burlaba de él, ¿Acaso no ven que está descansando? Es una maldita estrella fugaz y en otra ocasión lo verán.

Se levantó sacudiéndose y limpiando la sangre de su boca, dejando a Zoro sentado  entendiendo el significado de esa oración en compañía de los hermanos D. Sentado en la calle mirando como se dirigía al interior, específicamente a Law para también mostrar respeto por el viejo de bigotes trenzados que sonreía al tiempo que lo reverenciaban.

El final de la historia es más trillado, después del funeral y sepulcro, Zoro visitaba cada año la tumba del rubio en donde le reclamaba un sin fin de cosas, terminando completamente borracho se quedaba dormido sobre la lapida hasta en una ocasión que Law y Kid fueron de visita, ya muy entrada la tarde, casi de noche juntos vieron como una estrella fugaz pasaba en ese instante y Kid les dijo con modo burlón: “¡Ja! ¡Les dije que él era una jodida estrella fugaz, idiotas!”

Tanto Law como Zoro sonrieron tristemente para asentir, los únicos que no iban eran los hermanos D. no por ser malos amigos, si no porque ellos insistían en que el rubio continuaba cerca, que mientras no lo olvidaran Sanji continuaría con ellos por el resto de sus vidas.

Quien sabe quizás sea así, después de todo hay estrellas que recorren el universo durante toda su vida, ¿no? Y con ese pensamiento Zoro continuó con su existencia sin sentirse vivo, cumpliendo robóticamente todas sus labores, pero manteniendo celosamente todos los buenos recuerdos que Sanji le brindó antes de partir que, al tiempo que le mostraban la  única “aventura” juntos, también lo desgarraban con cada visión de lo mismo, siempre con la sonrisa fingida el marimo continuó avanzando, dejando que las cosas tomaran sus respectivos rumbos esperando pronto convertirse en una estrella fugaz y acompañar al rubio en sus viajes por el espacio y el infinito.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, no me odien, espero verlos de nuevo en la siguiente aventura, ya sé que tengo escritos que actualizar, nos vemos depués...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).