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El viaje por PandoraBoxx

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Notas del capitulo:

Siento la demora, aquí la continuación de este pequeño escrito, espero que sea de su agrado... Ya saben los personajes usados que uso en mis escritos son propiedad de Oda-sensei, unicamente los tomo prestados un rato.

 

 

—No viejo, esta vez es más cerca de donde estoy, pero me aleja más del final del viaje, lo sé, pero pienso volver… Claro, tú también.

Sanji recargaba gasolina en una de las estaciones en su camino, está vez su objetivo se encontraba ya a escasas tres horas de distancia, la siguiente parada en su viaje, una ciudad vieja del país reconocida a nivel mundial  por la belleza antigua que defendía su terreno ante la nueva urbanización.

 Al entrar al centro de la ciudad constató con sus propios ojos azules de la belleza de la misma, sus calles empedradas eran de lo más limpias, los establecimientos frescos y con esa fachada antigua y rustica. Lo que le ocasionó una sonrisa plena fueron  las farolas antiguas, él se imaginaba que en todas y cada una de las esquinas, alumbrarían esos hermosos caminos desde el atardecer hasta cada mañana. La mayoría de la decoración y arquitectura seguían siendo las de la época de la colonización, esa ciudad era de lo más hermosa aunque el tumulto de autos y camiones no disminuían.

Pero Sanji no estaba ahí para observar la ciudad, estaba ahí para sorprender a Law y vaya que lo haría. El medico Trafalgar Law siempre mantuvo su perfil bajo en sus conversaciones, por eso de que cuando él dejara salir algo de valiosa información, Sanji de inmediato la anotaba en secreto y la resguardaba sabiendo de antemano que Law nunca la revelaría de nuevo.

Obtuvo la dirección del medico en una ocasión que juntos, los cinco por video chat, comenzaron a beber y beber. Los que cayeron de inmediato o casi fueron Luffy y Law, pero antes de, el medico respondía el montón de tonterías y sandeces que los demás preguntaban a él o cualquiera.

 Law respondía por todos y, cuando a Zoro le preguntaron en donde vivía, éste contestó diciendo su dirección con el único afán de presumir su velocidad al hablar. Sanji la anotó y por eso, supo exactamente a donde llegar.

Cuando encontró el suburbio, no se imaginaba que un medico de renombre mundial viviese en un colonia promedio de la ciudad, el centro le quedaba a menos de media hora en transporte publico, y su casa —Nada ostentosa— Pasaba desapercibida, únicamente un detalle logró corroborarle que ahí vivía, la tienda de un lado atendida por un pelirrojo tosco y con falta de tacto hacia  los clientes.

Law en varias ocasiones mandaba fotos del joven quejándose de que, al regar la calle, le había mojado los pies, o que habían discutido porque el tendero correteaba a su gato, Bepo, amenazándolo con una escoba. Para el grupo, que el chico taheño molestara al medico no tenía sentido e incluso esa conducta la miraban en su propio circulo con Zoro y Sanji, y todos los días llegaba redactando alguna tontería hecha por el tendero con el único fin —Según él— De joderle la existencia.

Sanji más o menos vislumbraba lo que en verdad pasaba y es que, cuando Law se quejaba del taheño no lo hacía con molestia colérica, lo hacia con molestia propia de una chica enamorada que es molestada por el joven al que le gusta y, sin contar que cuando trataban de darle la justificación a su favor, Law lo disculpaba con algo referente a su crecimiento. El taheño y Law compartían esa calle desde pequeños, sin embargo, en la secundaria se distanciaron mucho y dejaron casi de hablarse, al menos, eso decía el medico.

El rubio checó por última vez la dirección en su pequeña agenda, observó bien el número y cuando se cercioró, aparcó su motocicleta sobre la banqueta, debajo  de un árbol ya veterano que dejaba verlo en su corteza agrietada, justo en medio de la casa de Law y la tienda del pelirrojo, vaya unión, un árbol.

Dejó sus cosas y suspirando, sacó un cigarrillo. Al encenderlo,  entró a la tienda del pelirrojo.

—No puedes pasar con eso encendido. —Pronunció muy, muy altanero, Sanji lo miró de reojo y después de tomar una botella con agua y unas galletas, se acercó hasta la caja.

—Sólo quiero esto.

En ese momento vio como el pelirrojo también fumaba ya que en ese instante tenía un cigarrillo propio encendido. —Pensé que no se podía fumar dentro…—Señaló el humeante vicio.

—Es mi tienda y hago lo que quiera.

Vaya que era molesto ese tipo, Sanji ni siquiera se inmutó y exhalando el humo, sacó el dinero de su billetera, pagó lo que llevaba en mano y salió dejando al pelirrojo cambiando de canales en la tv. En verdad era como Law lo había descrito; alto, fornido y atlético, cabello de puntas y sus cejas apenas visibles  y, la personalidad también concordaba, su altanería salía a flote con cada palabra y ademán, sin embargo algo no cuadraba en esa escena y ahora la curiosidad entre ese par le atraía como a gato con bola de estambre.

A un costado de la puerta principal del medico, una banca hecha de cemento y forrada con mármol parecía el mejor sitio para descansar un poco, había llegado a las siete de la tarde y según sus charlas, Law salía a las ocho de la noche y le tomaba una hora de recorrido llegar a casa, por lo que le faltaban dos horas para que llegara el moreno.

Después de beber su agua y comer las galletas, el sueño comenzó a golpearlo, primero cabeceó en un par de ocasiones antes de reaccionar, pero, después de insistir así, terminó por dormirse en plena banca, los transeúntes que pasaban le dedicaban miradas extrañas, hasta que Kid salió faltando un cuarto de hora para la llegada del moreno y eso marcaba otra señal: El pelirrojo salía con la única finalidad de “recibir” al medico a su regreso, ¿Cómo disfrazaba esa acción? Con escoba y recogedor, según él: “Planeaba barrer la calle”.

—No se dan limosnas. —Enunció zarandeando al rubio por el hombro.

Sanji quien soñaba con un techo en blanco y el frío a su alrededor se despertó repentinamente y miró, antes del pelirrojo, sus manos. Al ver que no había nada se limpió el sudor en la frente para luego, mucho más tranquilo, ver al taheño.

Kid no era estúpido y de antemano se percató de esa conducta fuera de lo normal, pero ese viajero no era de su incumbencia.

Lo que si le llamó con locura, fue la motocicleta.

— ¿Es estándar? —Preguntó curioseándola, evitando tocarla.

Sanji se desperezaba y estirándose respondió:

—Lo… es…

—Es una belleza.

—Si.

— ¿Si es correlona? —Insistía Kid delineándola con su andar, perdiéndose en semejante creación mecánica.

—Síp, alcanza más de ciento cincuenta por hora y los mantiene bien, aunque me gustaría que su tanque fuese más grande, así no recargaría tan seguido la gasolina.

—Pero al tener un tanque más amplio, su consumo crecería, porque el peso obligaría a mucha más fuerza en la tracción.

Ese chico sabía muy bien de lo que hablaba, ¿Por qué un cerebrito así atendía una simple tiendita de colonia? Sencillo, al pelirrojo no le gustaba que le dijeran que hacer y eso también lo había dejado en claro el moreno. Pronto Sanji comprendió que parecía conocer a Kid en persona y todo por que, recapitulando sus conversaciones con Law, ese chico siempre salía a relucir. Entendió que ese par estaba conteniéndose justo como él lo había hecho con Zoro tiempo atrás ya.

Hablando con él enfocándose en  la motocicleta se pasó el tiempo restante para la llegada del medico, Sanji estaba de espaldas cuando el pelirrojo alzó la poca ceja visible mostrando la altanería sobresaliente al observarlo acercarse y un destello de añoranza también y ¿Por qué no? La fascinación de un pequeño niño que mira con desdén un objeto apreciado, casi parecía darle la bienvenida con la mirada y el rubio notó ese destello de amor en esos hermosos orbes carmesí.

Para Law, que el pelirrojo estuviese afuera charlando con alguien era muy, muy raro, pero más extraño era esa figura esbelta, ese cabello rubio y sobre todo, la motocicleta, ¡Estaba demente con siquiera pensar que Sanji estuviese ahí!

—Uff, —Mencionó de mala gana el tosco pelirrojo. — ¿Tan pronto regresaste?

Sanji dudó al girarse. La sorpresa  convertida en suspiro se congeló al entrar en él.

—Yo. —Mencionó alzando su mano. — ¿Cómo estas? —Preguntó.

Law se quedó pasmado, en verdad se trataba del rubio, ese con el que hablaba tan amistosamente todos los días. Unos segundos pasaron en lo que él trataba de entonar palabra alguna, nunca recibía visitas y las únicas pláticas que tenía eran únicamente con Kid si es que a sus pleitos leves se le podían llamar así; Law era huérfano y apenas tuvo oportunidad de sobresalir en algo lo hizo. Después de convertirse en medico graduado nunca se le subió el dinero a la cabeza, prefería mantener un bajo perfil de ahí que ese joven con semejante potencial viviese de esa manera.

— ¿Kuroashi-ya?— Pronunció con el semblante curioso, lleno de algo similar a la duda.

— ¡Claro! Tanto te tardas en hablar para que preguntes lo obvio, que medicucho de cuarta.

Y con esa oración el rostro de Law mostró una sonrisa tan sincera y contenta que en lugar de mencionar algo se dedicó de lleno a observar y memorizar ese rostro  pálido y algo demacrado, pero sonriente, tan enfocado estaba que incluso Kid se contagió del momento y dejó escapar una sonrisa tan fuera de sí que dejó a Law mirándolo perplejo y memorizando ese gesto.

—Increíble que el estúpido de Eustass-ya sonría así, hasta te ves lindo. —Pronunció con  el sarcasmo de fondo.

— ¡Cierra la boca, idiota Trafalgar!

Y mientras Law sonreía, Kid regresaba al interior de su tienda, maldiciendo y sin siquiera haber completado su labor. El medico reía satisfactoriamente, para luego centrarse en Sanji, gracias a su comentario:

—En verdad te gusta ¿Por qué no le has dicho algo? No creo que le desagrades.

Una tira roja atravesó el rostro frío del medico ocasionando una risilla burlona en el rubio, Law no perdió más tiempo y abrió la puerta de su casa, invitándolo a entrar.

Sanji se limpió los pies y entró, la casa de Law a pesar de estar bien equipada con todo lo necesario y, lo que no —como los videojuegos, centro de entretenimiento con sound teather, enorme pantalla plana y demás— se sentía sola y triste, la oscuridad dominaba en ese terreno y el silencio le acompañaba por todo lo ancho y largo de la vivienda.

De entre las sombras un hermoso gato blanco salió a su encuentro, Law dejó su maletín, bata y demás en el sofá, para después alzar el minino y saludarlo con beso esquimal (nariz con nariz).

—Hola Bepo, ¿Cómo estas?

— ¡Que hermoso!

—Se llama Bepo.

—Hola Bepo.

Law no sabía que hacer o que decir. Esa visita estaba tan fuera de lo habitual que únicamente lo miraba atento, mirar a Sanji en persona era muy distinto a observarlo por la pantalla.

— ¿A que debo el honor de tu visita? Lo que es más importante ¿Cómo supiste donde vivía?

Law se dejó caer en el sofá e invitó a Sanji con la seña de su mano a que se sentara, el rubio imitó su movimiento y desplomándose en el sillón tomo asiento.

—Tu lo dijiste hace mucho, en una de nuestras borracheras, por cierto, Luffy me pidió que te saludara de su parte.

— ¿Fuiste a verlos?

Sanji asintió.

—Pero es un viaje jodidamente largo.

—Lo sé y no tienes idea de cómo me duele el trasero de estar sentado. —Reafirmó el rubio sobándose el posterior, aún sentado.

Law se carcajeó plenamente como nunca en su vida, incluso su gato se sorprendió de ello.

—Vaya Kuroashi-ya eres la última persona que esperaría recibir, tenemos que celebrar tu visita, ¿Qué dices? ¡Te invito a cenar! Conozco un sitio muy placentero que te agradara.

Un suspiro por parte del rubio mostró un poco de negación.

— ¿Te encuentras bien? —Preguntó curioso y mirándolo, tratando de escudriñarlo.

—Siendo honesto, estoy muy cansado, ¿Te parece si lo dejamos para mañana? Por el momento me gustaría que me llevaras a un hotel para descansar, mañana paso por ti y nos vamos a donde quieras.

— ¿Un hotel? Ya que estás aquí, descansa el tiempo que creas conveniente, no tienes porque ir a ningún otro lado.

—No quiero ser molestia.

—No lo eres, ¿A quien incomodarías? ¿A Bepo? A él no le molesta. —Aclaraba el doctor pasando su mano tatuado por el lomo del minino.

 Miro atento a esos espejos en el mirar del medico, tan sereno y tranquilo, pensando seriamente esa oferta. En verdad que no quería incomodar a nadie, sin embargo su cuerpo estaba al limite, sin quedarle más opción asintió y Law lo guió a la habitación contigua, la ventana quedaba justo debajo del árbol y con eso, podría vigilar su motocicleta la cual estaba siendo observada por Kid.

—Anda, descansa y mañana nos ponemos de acuerdo para mostrarte un poco de la ciudad, ¿Qué dices?

—Que si por favor, y disculpa mi comportamiento.

—No hay nada que disculpar, yo también estaría cansado con semejante viaje.

 A Sanji le bastó con dejarse caer placenteramente en la cama para quedarse dormido. Law se acercó y observándolo a fondo, lucía desvaído y desmejorado, el cansancio parecía mermarlo. Le quitó lo zapatos y los colocó a un costado, tratando de sacarle la chamarra de cuero, un pequeño botecito de plástico en blanco cayo de la bolsa. La curiosidad mató al gato y en este caso, abofeteó a Law, quien al ver el contenido del mismo, apretó sus puños, tragó saliva, y  miró con toda la incredulidad que podía al rubio, sin embargo no dijo nada le daría el beneficio de la duda a su camarada, colocó el pequeño contenedor en el buro y salió después de cobijar con una manta a su visitante.

Tan fuerte le había golpeado la curiosidad que Law tuvo que alejarse, cualquier sitio era mejor en ese momento que su casa, ¿Sanji era un adicto al demerol? ¡No! Algo de trasfondo estaba combinado con ese medicamento. Atrabancadamente salió, trataba de resguardase bajo el árbol, sin embargo Kid estaba ahí mirando la motocicleta, memorizando cada detalle de ese artefacto.

Concentrándose en eso, pensó en hurgar a fondo en su curiosidad después.

—Parece que nunca has visto una igual.

—Nunca la había visto, es edición limitada y por el kilometraje, es nueva.

— ¿En verdad?

—Claro… es una belleza.

— ¿Te gustaría usarla?

—Ésta no —Respondía Kid deslizando su índice por el tanque de gasolina de la moto. — Tú amigo viene de muy lejos, no me gustaría hacer algo que lastime a esta pequeña y que luego, él sufra las consecuencias.

—Que joven tan sensato.

Kid sonrió para luego regresar su mirada a la belleza azul marino, con leve cromo y en perfecto estado.  En verdad que mirar al pelirrojo ensimismado con un vehículo así le causaba un furor difícil de controlar al moreno. Asintiendo entró a la tienda, buscando un refresco y algo salado.

Kid de inmediato notó el cambio de personalidad en el medico, para un hombre tan frío y meticuloso como Law que en su ceño destellara una leve tristeza, pero demasiada inconformidad hacía muy evidente el hecho de que algo lo molestaba.

— ¿Qué te pasa imbécil? Ese rubio parece venir desde lejos para pasar tiempo contigo y estas con esa cara de pocos amigos… ¡Deberías de estar contento!

Kid estaba en lo cierto, Sanji viajaba desde muy lejos para estar con sus allegados y sólo él entendería sus razones, pero eso no debería interferir con el comportamiento del medico, era tiempo de recuperar la cabeza.

—Tienes razón imbécil, mucha razón.

El moreno nunca antes le había dicho algo así, de hecho,  tenían años de no comunicarse como un par de personas civilizadas. Al pagar, Law acarició por accidente la mano de Kid y éste le correspondió a propósito además de mirarlo fijamente, ese roce fue algo que ninguno de los dos negó y por un breve instante, se vieron solos, sin nada alrededor.

 Law dejó escapar un poco de los sentimientos ocultos por ese joven y, Kid, únicamente mostró una leve caricia de todas las que pensaba en ofrecerle al moreno. Sanji tenía razón en sus pensamientos, ese par peleaba  para ocultar sus verdaderos sentimientos, los cuales, eran todo lo contrario a las demostraciones físicas, justo como él con Zoro.

Regresó al interior de casa e hizo su rutina normal, únicamente encendió la tv y acarició a su gato como parte de su agenda, hasta muy entrada la noche se fue a dormir, como siempre, apagó todo y su casa quedó sumergida en la oscuridad completa.

Ya por la mañana, a Sanji su alarma diaria lo obligó a comenzar su día con un leve cambio que lo puso en alerta de inmediato, al observar su chaqueta a un lado y el bote fuera de ella, mordió su labio en total descontento. Rogando que el medico no pidiera explicaciones, se puso sus botines y salió de la alcoba, aún estaba oscuro por lo que encendió todas las luces que necesitó.

Encontró el baño, el pasillo, el patio trasero, la recamara que funcionaba como bodega, la recamara de Law inclusive, hasta que encontró la cocina, planeaba preparar el desayuno cuando un minino blanco como la nieve, de mirar zafiro —Similar a la suya— Le estorbó.

—No  me llevare nada Bepo, ¿tienes complejo de perro?

Le preguntaba contento al gato, que le estorbaba en la puerta de la nevera. Con un leve empujón con el pie lo apartó del camino, después de abrir el refrigerador  y analizar, chasqueó sus dedos, ya tenía en mente que preparar, conectó la cafetera y comenzó con las preparaciones.

Una hora mas tarde, la alarma del medico lo ponía en pie, todo parecía normal incluso el silencio en su vivienda era de lo mas habitual, quizás y había soñado con la visita del rubio, sin embargo un delicioso aroma lo llevó directo a la cocina, y ahí lo miró, parado lavando los trastes.

Bepo ya comía y, su desayuno ya estaba en plato esperando por él. Un par de tazas de café en la mesa acompañaban los alimentos.

Sanji se giró y lo miró parado en completo shock, de inmediato, cambió su semblante cándido por uno perturbado y adolorido, un mareo involuntario lo arrastró al piso llevando con sigo los platos que planeaba acomodar en el estante.

Law corrió a socorrerlo, lo ayudó a levantarse y, a tomar asiento en la silla mas cercana, la nariz de Sanji goteaba sangre y eso, para el medico, junto con el medicamento no podía significar otra cosa. Estando tan acostumbrado a los dolientes en el hospital y síntomas conocidos entendió así que ese viaje era especial para el rubio. No preguntó nada porque comprendía el sacrificio que estaba realizando Sanji, alcanzó una servilleta y limpió con dulzura el rostro blanco manchado en rojo.

—Gracias. —Mencionó el rubio tomando la servilleta de la mano tatuada del moreno y sujetándola con su diestra. —El viaje fue pesado, no es nada grave.

La mentira era más que obvia, Sanji con su mirar le pedía que no dijera nada, que no mencionara ni un simple detalle de eso y Law como buen entendedor parpadeó pesadamente para luego asentir.  Uniéndose a esa farsa  juntos comenzaron un nuevo día.

— ¿Ya desayunas? —Preguntó tranquilamente  Sanji tirando la servilleta manchada en el basurero de la cocina, enseguida agitaba un cigarrillo apagado en su boca.

— ¡Claro! Gracias Kuroashi-ya. —Declaraba Law ayudándole a levantar los vidrios del piso.

—No tienes nada qué agradecer, es un gusto para mí, anda prueba y dime, ¿Qué tal esta?

Law tomó asiento y comenzó a deleitarse con la ligera comida para el desayuno, ese omelet  de pollo, crema y queso estaba para chuparse los dedos.

— ¿Puedo encenderlo? —Preguntó el cocinero moviendo paralelamente el vicio en sus dedos.

Nunca antes Law se había tenido que tragar tanto coraje y resentimiento hacia algo como en ese instante. Mirando con odio y rencor  sostuvo su mirada clavándola en esa pequeñez de blanco, misma que delataba las ganas inmensas de gritarle un sin fin de cosas, su aura— de ser visible — se tornaría por completo negra como su cabellera, Bepo maulló rompiendo el trance y el medico recuperando su actuación, respondió:

— ¡Claro que puedes! Estas en tu casa así que está bien.

La personalidad analítica del rubio de inmediato entendió que Law estaba en desacuerdo, pero como buen actor, continuó con la trama y después de encender el cigarrillo, acompañó al medico en la mesa.

Y sin tocar el tema del botecito, juntos desayunaron hablando amenamente, entre los temas, Kid salió a flote.

—Por cierto Kuroashi-ya, el idiota de un lado está enamorado de tu motocicleta.

— ¿En verdad? Porque yo presiento que esta enamorado de alguien mas, pero pelea para despistarlo…

— ¿Qué? ¿Cómo crees? Ese bruto cavernícola es así, es engreído, mandón, prepotente y muy egocentrista.

—Y sin embargo su rostro se ilumina cuando te ve llegar, ¿Por qué no le das una oportunidad? Nada pierdes ¿o si?

El moreno sonrió tiernamente, tratando de decir: “No es lo que piensas” pero, Sanji había dado en el clavo, el miedo aunque muchos no lo acepten, siempre interfiere en y con ese par no era distinto, sin importar que rudo luciera el taheño tenía un sentimiento similar al del frio medico: miedo.

Siendo un factor común entre los dos  no les permitía dar el paso siguiente, Law temía perder esa “amistad” que rompía con su soledad diaria al término de su día, esa amistad era la única que lo revivía al regresar de su trabajo.

—Lo hablamos en la cena, ¿Qué dices?

—Claro, esta vez iremos a donde tú quieras.

—Pareciera que estas cumpliendo últimos deseos.

—Claro que no, no seas estúpido.

Law sonrió fingidamente y Sanji desvió el tema con lavar los platos, Bepo se acicalaba mirando a los chicos.

—Demonios voy tarde.

—Si quieres, te llevo.

— ¿Podrías?

—Claro que si, anda a alistarte mientras yo terminó aquí.

—Gracias.

Law salió disparado a su habitación y en ese sitio la tristeza salió a flote, esa realidad tenia que ser un cruel broma ¿Cierto? ¡No! Su cabeza se mantendría fría, no arruinaría el viaje de Sanji con algo así, con un par de leves golpes en su rostro, recuperó su modo de ser.

Alistándose lo más rápido que pudo, salió de su alcoba y tomó sus cosas, Sanji lo aguardaba afuera, hablando con Kid.

—Listo Kuroashi-ya.

—Bien, pero, quisiera darme un baño, Kid se ofreció a llevarte en mi moto, ¿Aceptas?

El rostro completamente estafado de Law no dejó espacio a duda alguna, lo habían sorprendido, hora debía aceptar, ¿no?

—Pero Eustass-ya no sabe manejar motocicleta. —Replicó en su defensa.

—Claro que si. —Respondió Kid montándose en la moto y entregándole el casco.

—Vas tarde. Yo prepararé la cena, Kid aceptó acompañarnos, entre más mejor.

— ¡Maldición! —Gruñó Law observando su reloj. —Si está bien.

El par de compinches sonrieron triunfantes. Law, después de acomodarse bien, abrazó al pelirrojo por la cintura. Nunca en su vida se imaginó siquiera tener tan de cerca al pelirrojo, y mucho menos poderlo tocar, y ahora lo tenía —literalmente— entre sus brazos.

Kid acelerando la motocicleta sintió como la adrenalina lo invadía completamente por dos razones, una de ellas, la hermosa motocicleta que en vida cotidiana nunca podría conducir y la segunda y más importante, Law lo sujetaba con fuerza, únicamente en sus sueños Law se abraza a él de esa manera, ¿Cuántas noches no se había ilusionado con un suceso así? Kid estaba actuando cobardemente por el miedo al rechazo, ¿Y si se equivocaba con respecto al moreno y terminaba por causarle su completo repudio y odio? Ni de chiste, era mejor mantenerse a la distancia, esperando una leve señal y ahí estaba la seña que esperaba.

Sanji mostró una sonrisa picara al ver las reacciones por parte de ese par, se retiró del vehículo y Kid comenzó con el recorrido, Law en todo el trayecto guardó silencio sepulcral hasta que Kid le ayudó.

—Déjalo en paz, él tiene sus razones para hacerlo así.

Si un joven tan perspicaz como el pelirrojo le decía eso, todas sus corazonadas eran ciertas y por ende, el dolor se acentuó golpeando su pecho, ocasionándole una punzada en la boca del estomago y una “burbuja” de aire dolorosa en la garganta.

—Supongo que tienes razón, ¿Me esperarías un momento? —Declaró el medico al observar el hospital.

Ni cuenta se dio de cuando llegaron por estar pensando de más.

—Claro. —Respondió Kid quitándose el casco.

Law bajó de la motocicleta y entró al sitio dejando todas sus pertenencias en la moto, Kid aguardó observando muy pensativo y recordando las palabras del rubio.

“¿Qué dices, lo haces por mi? Sólo será en esta ocasión, y no deberías de dudar. Es solitario pero ansia poder hablar mas contigo, yo lo sé…”

¿Acaso era tan obvio? ¿Cómo es que un chico foráneo había logrado ver las intenciones o sentimientos del pelirrojo sin siquiera conocerlo antes? Y la respuesta lo atravesó como rayo, Law les hablaba de él todo el tiempo. O ¿Acaso Sanji tenía una relación similar?  Sonriendo burlonamente, dirigió su  mirar a Law quien regresaba a pasos agigantados.

— ¿Qué ocurre?

—Pedí un permiso especial, ¿Vamos al súper?

—Claro, te llevo a donde quieras.

—Sólo lo dices para poder conducir la moto, idiostas-ya.

—Si, es una belleza, aunque me gusta más quien va montado detrás de mí y, estaría mucho mejor si tus piernas abiertas estuvieran al frente, pero no me quejo.

—Miserable, pervertido, idiostas-ya… —Gruñó Law con la cara completamente en rojo. Para Kid esa expresión era mucho más valiosa que el oro  mismo, y ahora ya no  le quedaban dudas, el medico ojeroso si gustaba de él, ya todo dependía en que diera un leve paso.  Sin mencionar nada más, montó la moto y se dirigieron a la gran tienda de convivencia, en el centro de la ciudad.

Sanji por su parte, después de ducharse, habló con su padre, Shanks y los hermanos D. con un leve tiempo de sobra limpió la casa y la ponía en orden. Era el modo en que sentía podría  pagar un poco a la cortesía de Law.

Su móvil timbró de nueva cuenta sacándolo de sus labores, Zoro llamaba.

—Marimo, lo siento, estaba ocupado, ya sabes, las clases, la casa, la cocina, ¿Cómo estás?

Sanji caminaba de izquierda a derecha con el móvil pegado a la oreja, escuchando todo lo que Zoro decía con mucha atención, cuando en su muñeca, el reloj sonó con la alarma.

—Espera, te pongo en altavoz…

Oprimió un botón y todo el barullo de la gran ciudad en la que Zoro residía se dejó escuchar. Transeúntes hablando a todo pulmón, camiones frenando de súbito, cláxones en distintos tonos también se dejaban oír, el ajetreo era muy similar a la metrópolis de los hermanos D.

—Y ¿Qué tanto has echó, marimo?

—“Pues únicamente estudiar para los finales, y observando tu poca actividad en nuestro grupo, parecieras estar muy ocupado…”

La voz un poco distante y distorsionada dejaba en claro la preocupación.

—Lo siento, me distraje con todo lo que te dije.

—“Si, bueno, te aviso que estaré desconectado por dos días, necesito concentrarme por completo en este examen, después, regreso a dedicarme completamente a ti.”

—No digas cosas tan vergonzosas marimo andrajoso, ni quien quiera que me prestes atención.

—“Jódete sushi con patas, ya lo decidí y no me harás cambiar de parecer.”

—Bueno, te esperaré dentro de dos días, y adivina que, te tengo una sorpresa.

—“¿Una sorpresa? Dime ¿Qué es?”

—Si te lo digo, ya no será sorpresa, tendrás que esperar.

—“Que malo, pero ya me las pagarás.”

—Lo sé, oh, el viejo me llama, nos vemos pues en dos días.

—“Claro, cuídate hasta entonces…”

—Ya sabes que si…

Y en el momento en que Law abrió la puerta, Zoro terminó la llamada y Sanji tragó su píldora. Kid por primera vez entraba a la casa de Law con el único propósito de dejar los cascos en su sitio. Se quedó parado esperando a que alguno de los chicos le dijera “pasa” o “Deja eso por ahí” pero nada de eso llegó, en su defecto Law le pidió algo más.

—Eustass-ya, ¿Me podrías traer el maletín y la bata?

Kid alzó el casco tratando de insinuar en donde dejarlos.

—Esos ponlos por ahí. —Le mencionó Sanji ayudando a Law con las bolsas. — ¿Qué es todo esto? —Preguntó curioso.

—Es para la cena, pero, seré yo quien cocine, ustedes serán mis invitados.

—Oh, bueno, yo preparo el postre.

—Claro.

Kid entró con las cosas de Law en ambos brazos y los puso en el sofá.

—Aquí dejo esto, oye tú, rubio… la moto es una belleza, cuídala mucho.

—Claro rojo… y tú, cuida mucho a ese miserable, vale la pena.

El pelirrojo cambio a una tonalidad que bien competía con su cabellera, rascando su cabeza le dio la espalda tratando de cubrir su sonrojo, pero su nuca estaba en la misma tonalidad.

El día transcurrió hablando de lo cotidiano de sus vidas alejadas por la distancia, Sanji le contó con detalles su experiencia al  haber ido a visitar a sus primos, cuando mencionó a Ace, Law miró al piso sin decir nada.

—No te preocupes, está bien.

—Te creo. —Respondió tranquilo observando como Sanji rebanaba manzanas y duraznos para colocarlos en un enorme tazón.

El día se terminó así, hablando y hablando de todo, hasta que en la puerta, el golpe los obligó a pausar su conversación. Kid esperaba.

— ¿Vas o voy? —Preguntó Sanji.

—Por favor, ve… terminó de servir en lo que tú lo recibes.

—Claro, miedoso…

En lo que Sanji abría la puerta, Law terminaba de poner la mesa en orden, Kid entró y cargaba consigo una botella de vino tinto, el rubio la observaba con detalle en lo que le invitaba a pasar.

El pelirrojo a pesar de que observó donde cenarían se dirigió a la cocina, semejante visión no debería de ser desperdiciada.

El móvil de Sanji trabajaba las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año, eso pensaron cuando de nuevo sonó llevándose a Sanji afuera, mas bien, únicamente abrió la puerta pero no salió por completo ni tampoco cerró la misma, se quedó parado bajo el marco de la entrada hablando con su padre.

Unos minutos después, regresó sin hacer tanto barullo y tremenda sorpresa se llevó al querer entrar en la cocina. Kid atrincheró al moreno sentándolo a un costado del fregadero y lo besaba con arrebato y pasión, Law correspondía del mismo modo abrazándolo con brazos y piernas.

 Kid era tosco y rudo al besarlo y estirarle levemente del cabello, pero al medico no le molestaba ya que no dejaba de arrancarle el aliento con la caricia plena y profunda de ese beso.

El rubio asintió y de un modo muy suspicaz y sigiloso se regresó a la puerta, le dio un leve golpe para “interrumpir” a los chicos o cuando menos avisarles que estaba de regreso.

—Lo siento, era mi padre quien… —Se interrumpió a si mismo al ver como Kid desviaba la mirada en dirección del patio trasero completamente sonrojado. — Llamaba. —Agregó.

—No te preocupes, ¿Podrías llevar esto al comedor? —Preguntaba Law sin verlo al rostro.

—Claro, yo lo llevo.

Después de eso, los tres cenaron muy amenamente filetes de pescado rellenos con camarón y champiñones, para luego, mas tarde, disfrutar del postre de manzanas y duraznos gratinados con crema de café.

Sanji disfrutó la plena compañía de ese par que ya cuando menos, se sentaban en el mismo sofá, el amor es difícil de ocultar y mucho más cuando es sincero y pleno, pronto, comenzó a sentirse fuera de lugar y su ansiedad le ganaba terreno, con la excusa de fumar Sanji se salió y se sentó en la banca, observando únicamente a la luna.

Law lo miró y al regresar su vista a Kid, mordiéndose el labio trato de soportar el llanto sin lograrlo. El pelirrojo lo abrazó con demasiada ternura, ofreciéndole su pecho, el moreno  literalmente se tragaba sus sollozos y le limpiaba las lágrimas con la camiseta negra de Kid.

—Ya falta poco, no te rompas antes. — Le susurraba al oído, tratando de controlar un poco las emociones de Law.

Éste asintió alzando su rostro a verlo, Kid lo besó plena y amorosamente mientras lo resguardaba en sus brazos, esta vez no pudo interrumpir de otro modo que no fuera raspando su garganta, Sanji los capturó infraganti.

Pero como él ya sabia, al pelirrojo le importo tres pepinillos voladores y no soltó de su agarre al medico.

—Puedo ir a dar una vuelta a la ciudad, si gustan.

—Jajaja, claro que no hace falta, de hecho, ya es tarde, mejor me voy a casa, no es que viva muy lejos, pero hay cosas que hacer temprano.

—Si, mañana si me quedo a trabajar.

—Yo mañana me voy, no sé si temprano o a medio día, pero debo partir mañana mismo.

El medico quien aun estaba a medias en el resguardo de Kid, arrugó la playera al escuchar esa oración, no le gustaba nada que Sanji se marchara por la mañana, de hecho no quería que se fuera así como así.

—Bueno, gracias por la comida, idiota te veo mañana, tenemos cosas que hablar y tu rubio, si no te veo, me dio gusto conocerte, cuídate y espero que regreses de nuevo, pero con esa belleza si no, no vuelvas.

—No sabes como despedirte de las personas.

—No.

—Trataré, pero no garantizo nada. —Respondió Sanji apretando con fuerza la mano del pelirrojo.

Kid salió de la casa de Law muy inseguro. Y los chicos dentro fueron otro cantar.

Juntos limpiaron todo y al terminar, se observaban acusándose mutuamente con la mirada. Sanji suspiró para luego:

— ¿Tienes algo más que hacer?

—No, es todo.

—Entonces, es hora de dormir.

El medico atinaba a sólo asentir, dejó pasar al rubio a la recamara para alcanzarlo en la puerta y comenzar a reclamarle.

— ¡No me tomes por imbécil! ¡No puedes cargar con todo tu solo!

El enfado de Law se mostraba a flor de piel y Sanji no tuvo argumentos para defenderse, sería la escena del reclamo y tendría que soportarla.

— ¿Crees que no están preocupados? ¿Crees que no les duele? ¡No seas estúpido! ¿Por qué lo haces así?

Sanji apretó los puños y únicamente lo veía de frente sin decirle nada, sin alterar sus facciones.

—Permíteme ayudarte.

—Nunca. —Respondió de golpe el rubio. —No es a lo que vine, quería conocerte y sólo eso. Que te des una idea de que pasa es una cosa muy distinta a lo que tenía en mente.

— ¡No puedes hacerlo solo!

— ¡Por supuesto que si! —Interrumpió Sanji. —Así lo decidí.

Suspirando se acercó lentamente al doctor. —No está en tus manos  o en las mías hacer algo al respecto, así es como debe ser, no falta mucho.

Sanji se detuvo justo en frente del moreno y le dedicó una mirada como a su padre, tranquilo y sereno, inyectándole con ella un poco o mucho de su tranquilidad. Law no tuvo más opción que aceptar ese hecho. La sonrisa fingida del rubio le causaba un enorme dolor visible en gruesas gotas de agua que surcaban su rostro. En verdad que le dolía que su amigo estuviese en tan penosa situación, pero no podía hacer nada si Sanji no quería.

La duda se apoderó de las manos del cocinero que trataban de limpiar el bello rostro del galeno. Con la mano por acariciarle la cara, la detuvo a centímetros de su objetivo, Law acercó su rostro hasta su  mano suspendida y lo restregó en la misma, Sanji sonrió plenamente para abrazarlo después.

—Se supone que no debería de ser así, se supone que deberías estar contento con mi visita.

—Lo estoy, en verdad… —Law hizo pausa para agarrar mas aire y tratar de matar el llanto. —Me sorprendiste con tu llegada y más con tus actos para que el idiostas me hablara, pero…

—Pero nada, cumplí con la meta entonces, las cosas pasan por algo estúpido, aprende a tomarlas como vienen.

Sanji se alejó sin soltarlo y lo miró.

—Pareces un pequeño mocoso, deja de lloriquear así.

Law cerró fuertemente sus ojos sin poder decir nada mas, el rubio se paró de puntas para lograr alcanzar la frente del moreno y juntar la suya en ese punto.

—No sufras.

Law  observó directo al zafiro izquierdo del rubio sin parpadear, él estaba tranquilo, en paz, incluso resignado.

El medico asintió y acaricio la cabellera dorada, despeinándolo, sin embargo, las lagrimas del moreno no dejaban de fluir.

— ¿No? —Preguntó con mucha duda el rubio. —Bueno pues ya que, espero que el imbécil rojo no se enoje.

Estirándolo por el brazo, Sanji llegó hasta la cama y aventando al ojeroso al lecho, espero a que se acomodara para luego, acorrucarse en él, una noche así era lo que pedía.

—Quiero descansar… —Suspiró. —Sólo eso.

Law se giró quedando de costado, mirándolo de frente y justo como Sanji antes lo hizo, ahora él juntaba su frente con la contraria.

—Quien dijera, eres cálido…

Sanji tragó saliva para luego dormir profundamente, a Law no le quedaba de otra que verlo, eso era todo lo que podía hacer. Abrazándolo con fuerza como si quisiera ocultarlo del mundo lo resguardó en su pecho y se quedó dormido así, el moreno descansó como no lo había hecho en un buen tiempo, hasta que por la mañana su alarma lo despertó de golpe.

Movió su mano buscando a Sanji y al no sentirlo, se levantó de inmediato y se asomó por la ventana, la moto ya no estaba ni tampoco sus cosas, eran apenas las ocho de la mañana cuando él ya había partido, en el comedor encontró una hoja con un leve texto en ella:

“Hey medicucho de quinta, si, vas descendiendo en mi lista… Bueno Law, es tiempo para que me vaya, tengo un largo viaje en frente y no puedo quedarme por más tiempo, lamento mucho no despedirme en persona, pero no me gustan las despedidas.

Además no es una, es un hasta luego, nos mantendremos en contacto por mensajes y ya sabes donde estoy, un favor, no le digas nada al marimo. Soy egoísta al pedírtelo pero confió en que lo harás  por mí.

Cuida del pelirrojo, es buen chico y vale la pena, no te cierres al mundo y déjate querer, nada pierdes con eso, cuida a Bepo… nos vemos después.

Ps: Gracias por todas tus atenciones y en verdad, siento mucho que te enteraras de “eso”, lo siento de verdad. Te llamo más tarde…”

Law se resguardó en la enorme cama sin saber que pensar o hacer, hasta que un golpe en su puerta lo motivó a levantarse, quizás algo se le había olvidado al rubio.

Al abrir la puerta se resignó a que Sanji de verdad se había marchado y tenía que aceptarlo, Kid era quien golpeaba la entrada.

—Como lo supuse…

Sin decir más entró y cerró la puerta detrás de él, se dedicó únicamente a consolarlo y hacerle ver las cosas como eran, Sanji era un estrella fugaz y como tal, pasajera. Tenía que afrontar la realidad de que esa sería la única vez que lo vería en su vida, pero a su paso, algo de su existencia se quedaba con ellos, porque gracias al rubio y el leve empujón, ahora Kid y Law estaban juntos y no había duda de que sería para siempre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bueno, los dejó... hasta depués, cuidense...


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