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Fools in Love por Fer_the_human

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Me despierto en la mañana siguiente solo porque mi despertador suena, no recuerdo el instante en el que me quede dormido, aunque supongo que debió haber pasado después de prestar en la perfecta figura de Esteban. ¿Qué puedo decir? Quizá esté un poco obsesionado.

Me dirijo a mi baño, y me miro al espejo, me encuentro con un chico de cabello negro como el carbón y ojos café oscuro. Nada especial, lo mismo de todos los días.

Bajo a la planta baja de mi casa y  en la cocina, encuentro mi madre levantada, aun en pijama, mi papá ya no está porque se ha ido a trabajar. Él trabaja como gerente de un restaurant, su restaurant. Él podría simplemente no hacer nada y no ir, pero él es feliz estando a cargo en su propio negocio. Los fines de semana es cuando más gente suele ir, así que nadie descansa esos días, ni siquiera él. Por eso tomó el miércoles como su día de descanso.

-Buenos días, mamá.

-Buenos días, Adam –Contesta mi mamá- ¿Has dormido bien?

-Sí. –Contesto- ¿Y tú?

-Muy bien. –Me sonríe- Toma, te hice un café. –Me pasa una taza azul llena hasta el tope

-Gracias.

Tomo mi café y me dirijo a la ducha, el agua está caliente y relajante. Yo siempre suelo bañarme con agua caliente, aunque el tiempo diga que bañarse con agua un poco más fría sea lo ideal.

Termino de tomar mi ducha, salgo a mi recamara con una toalla envuelta en mi cintura y me pongo a pensar en que debería usar hoy, no es como que sea un día especial, pero quiero verme bien, aunque no haya razón aparente.

Pienso en elegir unos vaqueros azules y una playera azul, pero el tono es muy parecido y entonces me vería como un maldito pitufo, así que cambio de idea, tengo que cambiar la playera o los pantalones.

Me quedo con la playera azul pero elijo vaqueros de un tono diferente. Bien.

Después de vestirme, me dirijo a mi baño de nuevo, para cepillarme los dientes y peinarme.

Volví a bajar para ver que mi madre ya tiene la comida lista, tomo mi almuerzo con ella y después decido que es hora de irme a la universidad. Le agradecí por la comida y me deseo que tuviera un buen día.

En mi camino hacía el bus, unas casas después de la mía, en la misma calle, encuentro a Robyn, una vieja amiga mía, va a tomar el bus también. Conmigo.

-Hola, Robyn. –Saludo.

-Hola, Adam. –Responde- ¿Cómo estás?

-Sin contar el hecho de que tengo un proyecto en el cual tengo que convivir con Esteban, bien, ¿y tú?

-Bien. –Sonríe, mientras continuamos caminando al autobús- Mmh, Esteban, déjame ver –continua- y te cito, “ese chico caucásico de ojos verdes, con actitud masculina pero un poco demasiado gay como para estar saliendo con Brenda”.

Vaya, Robyn sí que escucha lo que le digo, ni siquiera va a mi facultad y ya conoce la situación.

-Cuando lo dices así, me haces ver como un tonto obsesionado.

-Solo dije lo que tú dices, no es mi culpa, cariño. –Me reprende y me da una sonrisa de oh, sí, soy una perra

-¿Necesitas ayuda con eso? –Apunto a su mochila que tiene forma de bolso

-Oh, gracias, eres muy amable.

La tomo pero no la uso como bolso, la llevo con una mano.

-Debes de ponerla en tu brazo, así se usan, te verás linda. –Dice, en tono juguetón

-No creo que me quede tan bien como a ti, chaparra.

-¡No me digas chaparra! –Me regaña.

-Lo siento, chaparra –Digo, y me golpea en el brazo.

Robyn es solo un poco más baja que el promedio, rubia y de ojos azules. Sería perfecta para mi amigo Louis, incluso los dos tienen los ojos azules. Sus hijos serían lindos –Pienso con tono divertido-.Me hago una nota mental para presentarlos luego.

-Y bien –Digo, rompiendo el silencio- vas a clases o…

-Voy al hospital. –Dice, antes de dejarme terminar- Ya te había dicho que hoy tengo que ir al hospital.

-Lo siento, lo olvide. –Le digo- Sabes lo malo que soy para recordar cosas

Robyn estudia para ser enfermera, por eso tiene que ir al hospital a veces, pero simplemente lo olvido. Aun así me siento algo tonto por no haberlo descifrado, sus pantalones y blusa de enferma la delatan.

-Pero si tan solo fuera un chico…

-En ese caso, recordaría el camino a tu casa a pie incluso estando del otro lado de la ciudad. –Le digo, ella ríe– Pero no lo eres.

Reímos.

Seguimos caminando hasta la parada del autobús, en el camino veo un chico alto y de pelo negro, de pantalones negros y camisa negra, como si no estuviera suficientemente caluroso para él, me observa y no sé porque, hasta que me doy cuenta que llevo la mochila de Robyn, quizá soy un poco demasiado gay para llevarla sin que me miren raro, no lo sé.

Subimos al autobús y nos sentamos, ella en la ventana y yo en el pasillo, como siempre.

En el transcurso del camino le cuento sobre los sucesos de ayer, que no son nada interesantes excepto porque tengo la remota y mínima posibilidad de entablar una conversación con Esteban.

También nos ponemos al corriente sobre lo que ha pasado, tareas, amores, crushes, entre otras tonterías.

Robyn y yo solíamos asistir al mismo colegio, pero en séptimo grado tomamos rutas diferentes, no fue hasta que entramos a la facultad que nos reencontramos y volvimos a hablarnos, ahora se entablo una amistad con más fuerza que antes, lo cual puede ser algo estúpido, tomando en cuenta que no estudiamos lo mismo y nuestra amistad se basa más que nada en el autobús.

Llega el momento de despedirme de ella y bajarme en mi parada, en donde se encuentra el campus de mi facultad.

Aquí se encuentran las facultades de Ciencias Políticas, Ciencias Químicas, Ciencias Biológicas, Ciencias Físicas, Ingeniería civil, Ingeniería mecánica, y la mía, Facultad de Negocios.

Paso por los pasillos de mi facultad y me encuentro con Ed, quien está solo en una banca. El siempre está más temprano este semestre porque es parte del equipo de Futbol Americano, así que viene a entrenar. Este semestre no es temporada para un torneo de Futbol Americano, pero de todas formas entrenan.

-Hola, Ed.

-Hola, Adam, ¿Qué tal?

-Bien, ¿Dónde están los demás?

-Aun no llegan.

Ed me cuenta algo sobre sus compañeros de equipo, dice algo sobre un pobre chico de nuevo ingreso que hacia pruebas para entrar al equipo, me cuenta que el chico literalmente vomitó en el campo porque no soportó la presión. Supongo que el día este extremadamente caluroso no ayuda de mucho.

Mientras charlamos, esperamos a que lleguen nuestros amigos. Y llegan de uno en uno. Excepto por Grace y Erika, que llegan juntas la mayoría de las veces.

Grace y Erika tienen la misma estatura, Grace es delgada, de cabello castaño-dorado y tiene el su corte de pelo hasta el cuello. Erika tiene una figura un poco más gruesa, con ojos color avellana y una hermosa melena negra que le llega hasta media espalda.

Nos dirigimos al salón, que prácticamente se encuentra vació, así que solo pasamos el rato charlando por un momento en lo que llega el profesor.

En este preciso momento, parecemos un gran grupo de siete personas teniendo una conversación normal, pero en realidad, a mi izquierda tengo a Ed, Louis y Michael hablando sobre cualquier cosa de hombres que no me interesa, y a mi derecha, a Anna, Grace, y Erika hablando sobre cualquier otra cosa que de todas formas no me interesa, pero hago como que estoy más interesado en esa charla, porque simplemente las platicas masculinas, no son lo mío.

Llega más y más gente al salón hasta que parecemos estar la mayoría, y pasa mucho tiempo, pero al parecer nadie se da cuenta, todos están ocupados en sus pequeños mundos, pero la hora en mi celular indica que el profesor Stuart se ha demorado demasiado.

-Oye, Anna.

 -¿Si?

-Mira la hora.

-Oh, ya es tarde.

-Deberíamos ver en prefectura si el profesor dejo algún aviso o algo. Con un retraso largo, se considera clase perdida, ¿no?

-Eso creo. –Ríe- Esta bien. Vamos.

-Si tan solo haces que el profesor deje lo que sea que esté haciendo, te la veras conmigo –dice Michael, bromeando. Pero a veces no estoy de humor para bromas.

-Sabes que el profesor jamás llega tarde, solo viene o no. Además, no me asustas, Michael. –Contesto- no tardamos.

Al llegar a prefectura, nos encontramos con una chica detrás del cristal que nos separa de ella, viste un traje gris y tiene el pelo castaño atado con una cola de caballo.

-Buen día. –Digo.

-Buen día. ¿En qué puedo ayudarlos?

-Nuestro profesor de Leyes no ha llegado y ya paso mucho tiempo de que comenzaron las clases. –Contesta Anna- Queríamos ver si dejo un aviso para nuestro grupo o algo.

-Déjeme ver. ¿Cuál es el nombre de su profesor?

-Aaah –balbucea y me voltea a ver.

-Su nombre es Harry Stuart. –Le digo a la chica de detrás del cristal.

-Vaya, si ha dejado algo. –Nos contesta- Dijo que llegaría tarde, por lo que su grupo no tendría clases con él hoy, su asistente debió de haber ido a su salón a decírselos, ¿No ha ido?

-No, no ha ido, iremos a decirle a los demás. Gracias.

-De nada, muchachos.

Al momento que nos dirigimos a nuestro salón, vemos a una chica pelirroja mayor que nosotros alejarse, es curioso porque todos en nuestro piso están en clase en este momento. Cuando llegamos al salón, vemos a todos salir con sus mochilas, ¿Qué pasa?

Michael trae mi mochila y Erika la de Anna.

-¿Qué ha pasado? –Pregunta Anna antes de que yo pueda decirlo.

-La asistente de Stuart vino a avisarnos que no vendrá, dos horas de él, mas la tercera hora que siempre tenemos libre los jueves es igual a tres horas libres de cinco, más de la mitad del día desperdiciado, lo que significa que muy bien pude quedarme en casa. –Comenta un malhumorado Louis. Es curioso cómo me causa gracia en lugar de intimidarme cuando se enoja, es como ver a un perrito chihuahua o algo así.

-Opino que deberíamos irnos a casa. –Dice Michael.

-¿Y saltarnos Finanzas? ¡Para nada! Faltas a una de sus clases y mágicamente pierdes la noción de todo lo aprendido en el curso. –Dice Erika.

-Concuerdo con ella. –dice Grace.

-Ellas tienen razón. –Dice Ed- Deberíamos hacer cualquier otra cosa en lo que nos llega esa clase.

-Está bien, creo que hoy los chicos de la Facultad de Ingeniería Mecánica juegan soccer contra los de Ingeniería Civil. –Comenta Michael- ¿vamos?

-Suena bien, para los chicos. –Dice Erika- Pero nosotras podríamos ir al centro comercial.

-¡Estás loca! –Dice Louis- ¿Realmente crees que es momento para ir al centro comercial?

-Nunca es mal momento para ir al centro comercial. Además, genio, fuiste tú quien lo dijo, tenemos demasiado tiempo libre.

-Está bien, entonces, Adam ¿vienes? –Dice Louis.

No, definitivamente no quiero ir a ver un montón de chicos en pantaloncillos ir corriendo detrás de una estúpida pelota… Bueno, de hecho, si lo pongo así, la idea suena sumamente tentadora. Pero no quiero ir, no me gusta el soccer.

-Vamos, Adam. -Dice Ed- No te enseñé todo sobre el soccer para nada.

Exacto, tenía que recordarme que cuando teníamos alrededor catorce o quince años, cuando empecé a aceptarme como soy, el me enseñó ciertas cosas sobre el soccer para poder aparentar con los demás chicos de la escuela, fue muy amable de su parte. Aun así no quiero ir.

-Quizá Adam quiera unirse a nosotras. –Dice Grace en mi rescate- Vamos, Adam, será una tarde de chicas… y Adam.

-Me gustan las tardes de chicas y Adam. –Digo con una sonrisa en mi cara y me doy la vuelta- Nos vemos luego, chicos.

-¡Vete y no vuelvas! –Me dice Ed.

-Igual diviértete. –Le digo y le doy una sonrisa.

El centro comercial queda en el centro de la ciudad, así que optamos por usar el coche de Anna.

El centro comercial es grande, y al igual que cualquier otro, tiene todo; lugares para comer, tiendas de ropa de marca, un cine, y bueno, todo lo que un centro comercial debería tener.

Al principio pensamos en ver una película, pero no encontramos ningún título que nos agrade a ninguno, así que solo paseamos sin rumbo en todo el centro comercial, hasta que Grace dice que tiene que ir al baño y todas la acompañan, así que me quedo solo, en una banca cerca de un baño, esperándolas. ¿Por qué las chicas tienen que ir juntas al baño? Ni yo lo sé.

En mi pequeño momento a solas me quedo pensando en los deberes que tengo que hacer esta noche, acabar mi tarea de Leyes… ¡Vaya! No tengo nada más que hacer.

Me desconcentro al ver en frente de mi, a unos muchos metros, a un grupo de jóvenes de aparentemente mi edad pasando el tiempo juntos, son tres chicos y dos chicas.

Esteban y sus amigos.

A lo lejos puedo ver la amplia sonrisa de George dirigiéndose hacia mí, y levanta su brazo en señal de saludo, le devuelvo el gesto. Ellos se van a cualquier otro lugar del centro comercial.

Las chicas regresan del baño y les cuento lo sucedido.

-¿Los viste en la escuela? Yo no, posiblemente tenían planeado no ir de todos modos. –Me dice Grace.

-Ni yo, tal vez tienes razón.

Seguimos caminando hasta que pensamos que sería buena idea tomar un bocadillo. Anna y yo decidimos sentarnos en una mesita para cuatro de la sección de snacks, nos compramos una tapioca cada quien del puesto que está literalmente delante de nosotros y tomamos asiento.

-¿Saben que es uno de los más grandes misterios de la vida? –dice Erika.

-¿Qué? –Contesta Anna.

-Tu cabello. –Contesta. Todos la volteamos a ver- ¿Qué?, no me miren así, saben que es verdad.

-¿Sabes, Anna? Creo que tiene razón. –Le digo, sonriendo- Uno tan solo no sabe si tu cabello es castaño rojizo, o rojo castaño, o algo así.

Y es verdad Anna tiene el cabello hasta media espalda, pero su tono de cabello es solo… raro. Es rojo, pero no lo suficiente para ser pelirroja, tampoco es castaña, pues puede pasar por rojo. Al menos es seguro que no es rubia ni morena.

-Bueno -Dice Grace –creo que se me antoja un café helado, ¿gustas, Erika?

-Claro. –Contesta- No tardamos, chicos.

Cuando las chicas se van, logro distinguir a unas cuantas mesas vacías de distancia, a Esteban y sus amigos, en otra mesita, comiendo pizza o algo así.

Puedo ver a George hablando con Esteban, parece que lo está regañando por algo, a mi punto de vista parece divertido, es como ver a un padre regañando a su hijo por haberse portado mal o haber hecho algo indebido.

Entonces, Esteban se para de su lugar y parece que se dirige para acá. Espero que no, pero la dirección que sus piernas toman, me dice lo contrario.

Esteban lleva puesto unos vaqueros y camisa verde, lo que me hace sentir que debí  haberme puesto una camisa en lugar de una playera, solo para verme un poco mejor. Lleva el botón de arriba de la camisa desabrochado, dejándome ver su pecho, que luce muy sexy. Sigue avanzando y veo sus labios apretados, haciendo muecas  que son solo un poco demasiado gay, sus ojos verdes me interceptan y me da pena que se haya dado cuenta que lo miraba, así que intento concentrarme en mi tapioca.

-Disculpen. –Nos saluda Esteban- ¿Está la silla ocupada? No me tomara mucho tiempo –Toma asiento antes que podamos contestar- Y ¿Qué hacen aquí? ¿También decidieron faltar a la clase de Stuart?

-No fue, y teníamos mucho tiempo libre. –Contesté.

-Ya veo, bueno, verán, George me contó sobre la conversación en grupo, y el proyecto. –Continuó- Y, bueno, solo quiero disculparme  por no contestar,  no es que no me interese, pero la verdad es que a veces aparezco conectado por el celular, y nunca le presto mucha atención.

He escuchado esta excusa demasiadas veces que la considero muy estúpida, de todas formas el no necesitaba disculparse, encuentro la conversación algo estúpida.

-No te preocupes. –Dice Anna- De todas formas no comenzaremos aun.

-Está bien… Amy, ¿no?

-Soy Anna. -Le contesta.

-Lo siento, Anna… y Adam, de todas formas creo que alguien debería tener mi número por si acaso, ¿Está bien?

-Bien. –Contesta Anna, y me doy cuenta que dejé ir mi oportunidad de hablar con Esteban.

Maldita sea, una oportunidad así no me llega todos los días, y yo solo la deje ir.

Esteban voltea a ver a Anna, toma una servilleta y escribe su número en ella. Luego voltea a verme a mí, y es aquí cuando puedo ver sus ojos verdes, son hermosos, parecen de cristal, muy bellos, es como si tuvieran brillo especial y único. Me recuerdo a mí mismo no embobarme delante de él. Me otorga la servilleta.

-Aquí está mi numero, puedes mandarme un mensaje de texto o llamarme para lo que sea. –Me dice, al momento que me da su mejor sonrisa con sus dientes blancos, es todo un galán, podría ser modelo incluso.

Se aleja a con sus amigos. Entonces Erika y Grace llegan corriendo.

-¿De qué nos perdimos? –Dice Grace.

-No gran cosa. –Contesto.

-¡Aja! –Exclama Erika- Entonces hablo contigo, Grace, gané.

-¿Qué? –pregunto.

-Erika dijo que vendría a hablar contigo, yo le dije que sería más probable que hablara con Anna. –Me dice Grace.

-De hecho, habló con Anna. –Contesto, volteando a ver mi tapioca.

-Pero a mí no me interesa. –Me contesta Anna- Además, te dio su número a ti.

-¡¿Te dio su número?! –Me preguntan Grace y Erika.

-Sí, pero no es gran cosa, solo es para hablarle de cualquier cosa sobre el proyecto.

-El no menciono nada de comunicarle del proyecto, Adam. -Me corrige Anna- Él solo dijo lo que sea.

-Sí, todas sabemos lo que lo que sea significa. -Dice Grace, y se echan a reír.

-HA-HA. Sí, seguramente quiere explorar su sexualidad conmigo. –Digo con sarcasmo.

-Explorar no, reafirmarla. -Dice Erika– Vamos, Adam siempre dice que ese chico se comporta de vez en cuando, mmh, poco masculino.

-Tienes razón, no tenemos razón para desconfiar del buen radar de Adam. –Bromea Grace- Pero enserio, no sé cómo si quiera sale con Brenda, si es que sale con ella, además, ya sabemos lo que dice Adam, él es…

-Solo un poco demasiado gay –dicen todas al unísono, y reímos.

Guardo la servilleta con el número de Esteban en el bolsillo trasero de mi pantalón. Creo que debo proteger esta maldita servilleta con mi vida. Nos quedamos platicando un momento mientras terminamos de comer, no puedo evitar voltear a ver la mesita en donde está Esteban, Thomas esta platicando con Cara y George con Esteban y Brenda. Brenda le está tomando el brazo a Esteban, lo que me hace sentir un poco celoso, los ojos verdes de Esteban me encuentran e inmediatamente me quito de su vista, no quiero que me vea verlo.

Cuando terminamos, Ed me manda un mensaje a mi celular diciendo que alguien ha avisado a la maestra de Finanzas la situación, y quedo en poder asistir a tercera hora para así nosotros poder salir temprano, les digo a las chicas y nos vamos enseguida.

Me doy cuenta que Esteban y sus amigos piensan que las clases seguirán normales, así que me detengo en su mesa, algo nervioso, y les doy la noticia… más bien a George.

-Gracias, viejo. Ya vamos para allá –Contesta George.

No, Esteban no me dirigió la palabra.

Al llegar a la escuela, las horas pasaron rápido, después tomé el autobús con Ed, como es costumbre. Esta vez no me bajo con él, pues quiero llegar temprano a casa.

Al llegar, cenó y subo a hacer mis deberes, después me dispongo a dormir, saco la servilleta de mi pantalón y la sostengo en mi mano izquierda, en mi derecha está mi celular, pienso en marcar el numero o mandar un mensaje, solo para saludar, pero eso sería demasiado estúpido, así que solo la dejo en un buró de la derecha de mi cama, al lado del despertador.


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