3. Pesadilla.
Los párpados me pesaban y el reloj sonaba marcando las seis de la mañana, el agudo sonido que este emitía me hacia estallar la cabeza, eran como miles de agujas apuñalandome el cráneo, con pereza lleve una mano hacia el reloj lanzándolo hacia la pared girandome en mi cama me disponía a dormir otra vez, hacia demasiado frío como para ir al colegio, faltar un día no le hace dañó a nadie, cerrando los ojos me deje llevar pero para mi mala suerte mi sueño fue interrumpido otra vez por una molestosa voz.
-¿Que acaso si no te vengo a ver no vas al colegio?
Escuche hablar a mi rubio amigo, de vez en cuando me venía a ver para ir caminando juntos al colegio ya que a el no le gustaba a caminar sólo, como era muy vanidoso decía que se lo podrían llevar secuestrado, no se de que se quejaba si la mayoría de las veces me decía que ese idea le excitaba.
-No pienso ir, me duele la cabeza... Además me puedes decir como entraste a mi casa?
Dejando el sueño y el dolor de cabeza de lado ¿como es que Alois entro a mi casa? No es que le haya dejado una llave y menos la deje debajo del tapete como lo hacían muchos, a no ser que haya dejado la puerta abierta y así logró entrar.
-¿Dónde has estado metido Ciel? Tu madre está en casa que no te has dado cuenta o que?
Al escuchar la palabra "madre" mis ojos se abrieron con gran sorpresa, levantandome de prisa de la cama deje mi cuarto, fui corriendo por el pasillo y después bajando las escaleras hasta la cocina, Alois me seguía detrás, pensando que era una mala broma la vi, cocinando como una madre normal, sólo que a ella era raro verla por aquí aunque fuera su propia casa.
Ella me miraba con una gran sonrisa que no había visto desde hace mucho, se sentía raro verla aquí.
-Que bueno que no te has vestido aún, quería que pasáramos un tiempo juntos.
Dijo nerviosa, la sonrisa le temblaba, tal vez tenía miedo de que le dijera que no quería pasar con ella, o piensa que le guardo rencor por que nunca están conmigo, pero eso había dejado de importarme hace mucho.
Alois tosió un poco haciéndome reaccionar, no tenía más opción que decir que si.
-Iré a cambiarme entonces ¿Dónde iremos mamá?
- De compras.
Dijo con una amplia sonrisa, suspire resignado y me di media vuelta para volver a mi cuarto, Alois me seguía como siempre riéndose de que mamá siempre quiso una niña a la cual llevar de compras y esas cosas de chicas, pero para su mala suerte salí yo, aunque eso no la detuvo a hacer algunas cosas como si yo fuera una linda niña.
Demore media hora en arreglarme, Alois decidió acompañarnos, obvio le presté ropa mía para que no andará con el uniforme paseándose como si se hubiera escapado, y así los tres fuimos de compras, Alois se llevaba muy bien con mi mamá, ambos se reían y escogían mi ropa yo sólo me sentaba en cada almacén que entrábamos y me probaba lo que creían que me hacia ver elegante.
El día paso muy rápido y sin darme cuenta ya habíamos llegado a casa otra vez, los pies me dolían de tanto caminar, al parecer era el único ya que ambos seguían con una enorme sonrisa admirando su gran gusto con la ropa, fui a bañarme y al salir Alois ya se había ido, mamá me explico que le había entrado una llamada urgente y tuvo que irse, sin prestarle mucha atención me fui a mi cuarto dispuesto a dormir, tome las pastillas de siempre y me acosté entrando en un profundo sueño.
-Vaya vaya, creo que he visto un lindo... Cielsito.
No puede ser, esa voz tan asquerosamente molestosa otra vez la escuchaba, el dueño de mis dolores de cabeza.
-¿Que es lo que quieres ahora?- Pregunte cruzado de brazos y aún con los ojos cerrados, ya sabía que se trataba de otro sueño con Sebastian llevaba cuatro veces viéndolo contando con esta, odiaba esa sonrisa sarcástica pienso que se está burlando de mi cada vez que me sonríe de esa manera tan odiosa.
-Sólo quería verte- Sentí su aliento tan cerca de mi. Espantado abrí los ojos de golpe encontrándome con los de el a pocos centímetros de mi, se que sólo hacia eso para molestarme pero esta vez no le iba a dar el gusto a su broma, trague en seco y tome un poco de aire encarandolo, viéndolo fijamente como el siempre lo hacia, esta vez iba a ser yo el que le jugará la mejor broma.
-Apenas llego y ya me estas declarando tu amor.-
Solté de golpe, pase mis manos por sus hombros mirándolo inocentemente, era lo único que lo hacia molestar, lo dije aún sabiendo que después se desquitaría conmigo de la peor forma pero valía la pena si así podía verlo molesto unos minutos.
-Hmph... Hasta qué por fin te das cuenta- La sonrisa de victoria que tenía se desvaneció al escuchar el molesto comentario de Sebastian, avergonzado desvíe la mirada observando algún punto ciego para no verlo otra vez a los ojos pero como siempre me fue imposible evadirlo, sus filosas uñas se posaron en mis mejillas apretándolas sacándome un pequeño gemido de dolor, ahora el que sonreía triunfante era el, me sentía incómodo así ya que podía sentir la respiración de Sebastian con la mía
-Seb...- No pude seguir hablando, mis ideas estaban muy enredadas ahora, lo único que sentía eran sus carnosos labios devorando los míos en un beso, eran tan cálidos y suaves podía seguir besándolo todo el día, claro ya me había besado una vez antes, pero no por eso tenía que volverlo a hacer ¿O si? ¡No Ciel claro que no!.
Me deje llevar tanto por el momento que no me puse a pensar un poco ¿y si esto es una trampa? Abrí los ojos al pensar en eso saliendo de la ensoñacion en la que el me había metido, mordiéndole fuertemente para que me soltara y así lo hizo, su labio sangraba por la fuerte mordida que le di, más que asustado retrocedí unos pasos, Sebastian estaba enojado conmigo lo pude ver claramente en su rostro, se me fue acercando poco a poco y a cada paso que el daba yo retrocedía uno.
-No debiste hacer eso... Ciel-
Me sentí más nervioso que antes, sudaba frío y mis manos temblaban por el miedo que me causaba la fría mirada de Sebastian, a veces podía ser tranquilizante pero otras veces podían ser navajas con ganas de apuñalarme, y así lo sentía en este momento.
-P-Porque lo hiciste...- Dije casi en un susurro, agachando la mirada encontrándome con las hojas secas de aquel bosque en el que siempre me encontraba con el, cada segundo se me hacia más difícil respirar, eso sólo pasaba cuando Sebastian me quería hacer algo o cuando ya estaba a punto de despertar de aquel sueño.
-Porque eres de mi propiedad Ciel, nadie más puede tocarte sólo yo, espero y te quede bien claro...- Ya no pude seguir retrocediendo había chocado con un árbol, no teniendo más salidas me deje atrapar por las grandes garras de Sebastian que como de costumbre se clavaban en mi piel a veces dejándome marcas. Me mordí ligeramente el labio al sentir sus uñas en mi brazo sacándome unas gotas de sangre, sus ojos se encendieron en un rosa fluorescente.
-¿Que clase de trampa es esta?- Apenas se escucho mi voz, río de lado ahora posando sus uñas en mi cabello, lo acariciaba delicadamente, aunque cada segundo se me complicaba respirar seguía con mi mirada firme, no me iba a ir hasta saber el porque.
-No hay trampa querido- Sus ojos volvieron a ser rojizos, se iba acercando a mi no me iba a comer la mentira de que no había trampa en sus adictivos besos.
-No... Sebastian...- Como siempre nunca me hacia caso, besandome con ternura ya no tenía escapatoria, sólo me rogaba mentalmente que aún no despertara, pero era muy difícil seguir besándolo ya que en ese beso se llevaba mi último aliento. Cada segundo que pasaba sentía mi cuerpo muy pesado, mis piernas temblaban y sentía un enorme sueño, a través del beso pude sentir como una pequeña sonrisa se formaba en sus labios, todo estaba borroso, lo último que vi fue a el de espalda sus alas negras topaban el suelo, se dio vuelta y me miro con una sonrisa ladeada mostrándome sus enormes alas abriéndose mientras se alejaba de mi, sabía que era una trampa, y como siempre había caído.
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